El desconocimiento que en España se tiene de cuanto respecta al Archipiélago filipino es grande, como igualmente se puedeasegurar que los enormes perjuicios que por este concepto sufre la prosperidad nacional, están en razón directa de esta lamentableignorancia.
Pero en lo que se acentúa más y más el parecer erróneo que con calculado interés se propala en nuestro país por los que deello resultan beneficiados, es de cuanto se refiere á la población indígena; conceptuación que sentada por una célebre cartadel Padre San Agustín desde fecha remotísima, mantiene en nuestro pueblo la errónea creencia de que el indio es holgazán,inepto y refractario á toda idea de cultura.
En España es ingénito el creer que nobleza obliga, y nosotros, que en larga residencia en aquel Archipiélago hemos podido apreciar las ambiciones de progreso que laten enaquel pueblo tan vejado y deprimido, consideramos que por lo que Página 9al interés público conviene, estamos obligados á emprender en primer lugar una razonada defensa del pueblo filipino: defensaque creemos justificadísima, puesto que en la conciencia de todos está la certeza de que hasta el momento en que los sucesosde las Carolinas hicieron reverdecer, aunque sólo fuera de modo fugaz, los recuerdos de nuestras colonias Oceánicas, el hablarde Filipinas fué siempre cosa nueva y peregrina, ¡tanto era el olvido en que se las tenía!
¿Quién entonces hubiese vaticinado que sobre ellas pudieran fundamentarse hoy importantes problemas políticos, capaces dedar solución á los gravísimos conflictos del socialismo, que la miseria desarrollada en las más ricas de nuestras provincias,levanta pavoroso amenazando destruír el equilibrio social?
¿Quién que allí tuvieran origen gravísimas cuestiones internacionales, que como el conflicto alemán tan directamente interesabaá la honra de la patria?
¿Quién, por último, pudo precaver que llegase día, que no estaba tan lejano, en que el comercio, la industria y aun la producciónde la península, pudiese encontrar en aquellos 300.000 km., poblados por ocho millones de habitantes, un mercado nacionalcapaz de suplir á los onerosos de los países europeos?
El que nada de ésto estuviese previsto no es cosa que pueda llamar grandemente nuestra atención; la mayoría de los estadistasque rigieron los destinos del país, jamás supieron ni se ocuparon de averiguar las condiciones físicas y morales de aquellascomarcas, ni alcanzaron á prever la importancia grande que para España pudiera tener en día no lejano el desenvolvimientode la riqueza y el rápido progreso de los países que poseía en tan remotas latitudes.
Por entonces creyeron cumplidos los sagrados deberes del patriotismo y de los intereses á ellos encomendados con sólo mirarel asunto bajo el punto de vista de la posesión de mayor Página 10ó menor extensión territorial, resultando de esto, que jamás se fijasen las altas esferas gubernamentales en aquellos pueblosque, aunque separados de la patria por inmensa extensión marítima, tienen grandes aspiraciones para el porvenir y ansían conanhelo ciertos derechos, sin tener en cuenta, que es imposible de todo punto, no sólo por las exigencias de los tiempos, sinopor su situación geográfica que les coloca al habla con otros países profundamente penetrados de la civilización, consolidarnuestra preponderancia por medio del absolutismo, que aunque les dá libertad aparente, niega las palpitaciones de un pueblovigoroso, dando por salvajes á hombres que, pese á quien pese, vienen demostrando que tanto en el comercio y la industria,como en las ciencias y las artes, tienen puesto oído atento á la voz del siglo, recogiendo por momentos los últimos latidosdel progreso intelectual de nuestra época.
Razones son éstas para no desmayar ante los obstáculos que han de presentarse hasta alcanzar la completa justificación delpueblo filipino. La verdad concluye por imponerse. Consagremos, pues, nuestros esfuerzos á transformar el espíritu público,haciendo nacer en la opinión nuevas ideas. Entonces es posible que lleguen á comprenderse las causas que determinaban, elque aquel país, oprimido por el pasado de algunos siglos bajo la mano cruel del despotismo, la brutalidad de las pasiones,el interés torpe y la ignorancia, llegase á revestir algo parecido á la abyecta condición del paria.
Que si hoy la cultura é ilustración del indio no se encuentra á la altura que tiene derecho á exigir de ellos el pueblo quepor su redención tan costosos sacrificios se impone, no hay nada que reprocharle, porque de ello no es él sólo culpable. Detal atraso no puede hacerse cargo al filipino; los responsables son aquellos que desdeñando lo preceptuado en nuestras sabiasleyes, han dejado incumplido lo dispuesto en la Ley X, tít. I, libro I «Recopilación de Indias», que ordenaba que donde quieraPágina 11que fuese posible se estableciesen escuelas para enseñar á los indios el castellano.
Lo que Felipe IV prevenía en 1664 á los curas y doctrinarios para que por los medios más suaves fuesen enseñando á todos losindios el idioma castellano. Y por último, lo dispuesto por Real Cédula de Carlos III, á fin de que en el interrogatorio áque para su juicio de residencia se sometía á los Capitanes Generales, se incluyese la pregunta de si mandaron ó nó á lospárrocos enseñasen á los indios el idioma castellano.
A tal extremo llega en Filipinas este abandono del clero, que D. Patricio de la Escosura, ejerciendo el cargo de ComisarioRegio de S.M. en aquellas islas el año 1863, censura duramente este proceder como causa principal del atraso intelectual delindio, imposibilitado de apreciar los adelantos de la época por los medios que el estudio proporciona.
A pesar de ésto, la ilustración actual de Filipinas es muy superior á lo que comunmente se cree; pruébanlo aquellos claustrosde profesores de su Universidad é Institutos nutridos hoy con un crecido número de insulares, gallarda muestra de las ambicionesde progreso que allí se remueven de contínuo, anhelando conocer el más allá que hasta ahora les fué vedado investigar.
También el arte, esa facultad del cerebro humano de asimilarse la belleza de la naturaleza para producir obras revestidasde cualidades estéticas, representando con toda exactitud las impresiones recogidas por el estudio al amparo de los destellosdel genio, encuentra en Filipinas entusiasta é idónea interpretación, lanzando á la culta Europa hombres que, como Luna yTavera, bastan para justificar el perfeccionamiento rápido y completo de que es susceptible aquel pueblo.
El comercio, ayudado por la creciente producción de tan fértil suelo, aumenta rápidamente, facilitando la exportación de losproductos que arroja un crecido superavit sobre la importación, según se demuestra en las siguientes notas estadísticas.Página 12
Importación.
Exportación
Años.
Pesetas.
Pesetas.
1879
18.031.547
18.813.452
1880
25.486.461
23.450.285
1881
20.777.739
24.579.006
Promedio
21.431.739
22.247.914
1887
17.530.198
25.254.140
1888
21.208.482
26.358.640
1889
24.790.906
34.926.969
Promedio
21.176.528
28.846.583
El resumen de estos datos demuestra que en el año 1879 la exportación sólo superaba á la importación en 500.000 pesos, y queen el año 1889 el fomento de la producción es tal en Filipinas, que duplicando la exportación supera en más de 10 millonesde pesos á la importación.
La agricultura es lo que más prospera en la fértil Filipinas. Fuera del consumo local, que no debe ser insignificante, exportóen el año 89, 12.500.000 pesos en azúcares, más de 14 millones en abacá, 2.500.000 en café, más de 3 millones en tabaco ycerca de 500.000 en cocos; es decir, que casi su total exportación, ó sean más de 30 millones de pesos de los 35 á que éstase eleva, tienen su origen en la agricultura; y como quiera que el chino no se dedica á las faenas del campo, y la emigraciónpeninsular tampoco aporta esta clase de elementos, tenemos, que aquella raza tan vejada, el indio, que por no prestarse álas indignas explotaciones que de él requiere el ignorante, incapaz de apreciar los sanos preceptos de la colonización española,después de cubrir todas sus necesidades, lanza al exterior enormes cantidades de los apreciadísimos productos de su suelo.
Ahora bien; si el problema de los cambios sobre la península acarrea á Filipinas una atmósfera preñada de desconfianzas ysuspicacias, con notable perjuicio del comercio español y de las relaciones estrechas que deben existir entre dos puebloscobijados Página 13por una misma enseña nacional, esto no hay que cargarlo en el debe de aquel país; de ello son directamente responsables losque toleran tan indignas explotaciones, amasadas con su propio desprestigio.
Filipinas remite á España más productos que deella recibe. Desde Filipinas se remesan á Inglaterra y otros países enormes cantidades de productos agrícolas, que superanen algunos millones de pesos á lo que aquellos importan en el Archipiélago.
De ésto resulta, que la producción filipina sitúa en Europa cantidades suficientes para responder con exceso á cuantas garantíaspudieran exigir de un país floreciente las naciones que con él sostengan relaciones mercantiles.
Fácil es deducir por los anteriores datos, que en Filipinas esos elementos productores que son el nervio y la vida del comercio,y que tan ineptos se les cree en nuestro país, ponen en juego mayor suma de actividad en las explotaciones agrícolas que elraquítico comercio, intermediario entre el productor y los mercados consumidores de Europa y América.
La usura es otra de las calamidades que afligen en grado superlativo á la agricultura filipina; tan escandalosa es en aquelpaís la explotación por este medio hecha del pequeño agricultor, que puede decirse, con toda seguridad, que su monopolio escausa de porfiadas luchas en la provisión de los cargos de funcionarios municipales, puesto que la autoridad del Gobernadorcillo es la que facilita el cobro de las cantidades ó productos que remuneran tan honradísimo comercio.
Esto, como es natural, aminora el estímulo por la escasez de beneficio y determina una notable disminución en la riqueza porel menor número de cultivadores.
Resumiendo cuanto llevamos dicho, á fin de robustecer y justificar nuestra opinión en tan interesante asunto, somos de parecerque un pueblo como el filipino, que etnográficamente considerado se encuentra en la misma situación que se hallaba hace tressiglos, cuando el país fué ocupado de un modo efectivo Página 14por nuestros antepasados, en el que los caracteres etnológicos de sus moradores no han sufrido más transformación que la varianteen sus creencias religiosas, y que, á pesar de ésto, tan admirablemente se adapta á los adelantos de la época, es forzosoconcederle que camina á pasos agigantados en la senda del progreso. La agricultura, que hace cincuenta anos tenía limitadassus operaciones á satisfacer las necesidades del consumo local, crece de un modo fabuloso, traspasa sus ordinarios límites,y llega á Europa y América con sus productos, logrando que se los tenga en grande estima.
El comercio secunda estas iniciativas prestándose á la obra con que el agricultor le brinda, aunque cegado por la avaricianeutraliza una gran parte de las energías productoras.
La industria se asimila los adelantos más adecuados á la perfección y bondad de sus productos, viendo su importancia restringidaen la parte de fabricación por la especial constitución geológica del país. La población se duplica en cuarenta años. El indiopresiente el espíritu democrático del siglo, y todo en fin, refleja en aquel país las ansias de una perfección retardada porlos accidentes de la historia. Sólo una cosa conserva allí la secular organización y carácter que se le imprimiera hace siglos:la Administración del Estado en sus diferentes ramos. Esta, se distingue en un todo de cuanto rige en las demás colonias delmundo.
Si bien el carácter del legislador resulta simpático por la democracia que de sus disposiciones emana, los encargados de vigorizaréstas mismas las desfiguran en su aplicación á la práctica, exornándolas de una aureola de suspicacias y recelos que les dácarácter despótico y anti-nacional de que en su esencia se encuentran desposeídas y que estuvo siempre lejos del ánimo dellegislador.
El rehuir la enseñanza del idioma patrio y las trabas puestas á la radicación del elemento peninsular son los dos grandesborrones de la Administración de España en Filipinas, constituyendo Página 15formidable barrera interpuesta entre el europeo y el indígena, imposibilitados de fraternizar sin mediadores tan poderososcomo son la comunidad en la familia y en el idioma, cuando la unidad de creencias religiosas estrecha la distancia de dospueblos tan profundamente identificados, á pesar de la enorme distancia etnográfica con que la naturaleza les ha separado.
Esta es la exposición del estado en que según nuestra apreciación se encuentran hoy las Filipinas, si bien dejando de trataralgunas de las condiciones sociológicas y políticas, de las que hemos creído prudente prescindir por no lanzar censuras enlas cuales haríanse resaltar las suspicacias injustificadas, causantes del abandono en que los principios que informan elderecho civil se tienen en aquel país, en el que no existiendo palpitaciones políticas que repercutan unísonas al compás delgran corazón de la patria, mantienen en la más punible orfandad á los que veneran los principios de una unidad imperecederacomo origen de próspera fraternidad, dejando el campo libre sin otro atractivo en estos ideales á aquellos que por ambicióndesmedida é injustificada sustentan las bastardas pasiones de un prematuro separatismo.
De estos principios hemos de partir para fundamentar el concepto formado de aquellas reformas consideradas indispensablespor la opinión, si España ha de modelar en las Filipinas bases robustas en que se asientan las aspiraciones de un porvenirventuroso, libre de las asechanzas y turbulencias que sin fruto agotan las energías de nuestros hermanos de América, debilitandosu unidad y poniéndolos en el trance bochornoso de encontrarse fustigados en su soberanía por aquel coloso del Norte, quehambriento de dominio aspira á relegarlos al triste estado de provincias conquistadas.
El porvenir de Filipinas estriba en la oportunidad con que se planteen las dos reformas hace tiempo señaladas por aquellaparte de la opinión, que imparcial y conocedora del país, Página 16juzga como suyos los triunfos de una administración continuadora de los sanos principios que atesoran las sabias leyes dictadaspor nuestros antepasados, celosos de que la preponderancia del poderío colonial de España estuviese fundamentada en la hidalguíade sus principios humanitarios.
Estas reformas, que son la colonización y el encauzamiento del comercio hacia la metrópoli, tienen una aspiración única, yésta es la españolización del país por la extensión de la raza peninsular, que en su mezcla con la indígena dá origen á eseotro pueblo vigoroso y enérgico que hoy lleva el nombre de mestizo. Esta nueva raza tiene demostrado que desde el claustrouniversitario al campo de batalla, sin dejar en claro la atmósfera ideal del arte, todo lo domina, contando con aptitudespara servir de base á una nación briosa, que tanto frente al poderío japonés como ante las colonias de explotación con quele rodean ingleses y holandeses, sea gallarda representación de la gran moralidad y extraordinarias facultades que para lacolonización atesora el pueblo ibero.
Para conseguir esto, es necesario prescindir de la suspicaz y sistemática enemiga que nuestra burocracia mantiene contra estaraza mezclada, y dejar á un lado temores imaginarios que hacen apreciar á las Filipinas como fosa siempre abierta para eleuropeo.
Es necesario que en grandes cantidades llevemos allí nuestra sangre; pero no la sangre anémica que engendra la atmósfera impurade las grandes ciudades, sino la vigorosa que anima y dá energías á nuestros cultivadores para no desmayar en las rudas faenascon que fructifican sus campos, yermos ya de tanto producir.
Ha llegado el momento en que la colonización de las Filipinas con elementos peninsulares se impone; pero no una colonizaciónen la que se pretenda abusar de la superioridad de raza de uno de los elementos sobre el otro para establecer una esclavitudmás ó menos embozada.Página 17
No una colonización como la seguida por civilizado país de Europa en vecina próxima de las Filipinas; me refiero á Holanday Java.
En aquel territorio, la perversión del sentido moral llega á su más alto grado; allí se encuentra organizado por los que representanel progreso un plan de explotación cual no se registra otro ejemplo en las colonias contemporáneas, manteniendo á sus habitantesen el mismo estado de atraso en que hace siglos se encontraban, con la sola diferencia de que en época más remota fueron losárabes la raza superior y explotadora; y hoy se encuentra en el pleno goce de tan inícuo monopolio, una de las naciones que,si no por su extensión territorial, sí por su cultura, blasona en Europa de encontrarse á la cabeza del progreso intelectual.
Las bases fundamentales que conforme á los progresos de la ciencia y á las leyes de la historia estamos obligados á implantarde un modo enérgico en Filipinas, si hemos de españolizarlas, están claramente marcadas en aquellos principios sociológicosque huyendo de las utópicas teorías de nuestras antiguas leyes, hacen de la industria y el comercio el más seguro agente parala divulgación del progreso, quedando la fuerza relegada á mero auxiliar de la obra civilizadora que se ejecuta.
De ésto se deduce, que la colonización debe efectuarse en condiciones que llene aquellos fines, armonizando el bienestar delelemento colonizador y del colonizado, y fomentando el desarrollo de la riqueza mediante una acertada explotación de sus productosnaturales, que lo mismo beneficie á los indígenas, sin distinción alguna de castas, que á los nacidos en la península, cuyamisión allí no es de dominio ni de conquista, puesto que las colonias, como sabiamente disponen nuestras leyes, sólo debenser una continuación de la metrópoli por la extensión de la raza, que al confundirse con la indígena le presta los elementosindispensables para su transformación etnológica, poniéndola Página 18en condíciones de alcanzar el nivel intelectual de los pueblos civilizados.
Practicando rigurosamente este principio, lograremos contrarrestar esa ley fatal de la Historia que impide en nuestra razael que la influencia directa de la metrópoli obre sobre la colonia hasta su completa mayoría de edad moral.
¿Queremos que no ocurra en Filipinas lo que con la América latina? Pues hagamos dos cosas: explotemos convenientemente elsuelo haciéndole producir los ricos tesoros de su fecundización, y no perdamos medio para que miles de familias peninsulareslleven á aquellos lejanos países sus energías, sus conocimientos y adelantos, mezclen su sangre con la del indio, creen allíintereses y alejen por completo la más remota sospecha de una separación violenta.
Por último, nos permitiremos hacer algunas indicaciones que, aunque no se fundamenten en bases de origen conocido, el patriotismo,que presiente á veces con delicado instinto la más tenue nube que pueda empañar el claro horizonte que circunda la tranquilidadde la nación, nos obliga á manifestar algunos recelos nacidos al comparar los distintos elementos que constituyen la poblacióny la riqueza en el estado actual de las Filipinas.
Lo mismo que anteriormente, consideramos como un deber el sincerar al filipino del erróneo concepto en que se le tiene ennuestra patria, distanciando así dos pueblos íntimamente ligados por lazos que pueden llegar á ser indestructibles; tambiéncreemos que aquel país se encuentra muy próximo, á la resbaladiza pendiente que vendría á determinar graves conflictos, funestospara la gran patria que veneran todos los buenos españoles.
Por eso nos permitimos recordar á los poderes constituídos Página 19que en Filipinas el comercio peninsular no tiene arraigo y la representación de nuestra raza es muy raquítica para poder neutralizarel incontrastable empuje del elemento asiático que allí impera, no sólo por el número, que ya hacen respetable los cien milmestizos sangleyes que existen, sino por ser los principales acaparadores de la riqueza del país y encontrarse perfectamenteorganizados y con una unión que distan mucho de imitar nuestros compatriotas, por más que ésto obedezca á manejos que, sihoy no alcanzan á llamarse políticos, pudieran ser precursores de una hostilidad que en momento dado diese funestos resultadospara la integridad de la patria, ocasionando desquiciamientos siempre dolorosos cuando no están justificados por las leyesnaturales del progreso.
Las islas Filipinas, que comprenden una gran porción de la subdivisión Oceánica llamada Malasia, ocupan un área de 80.000leguas cuadradas, en la que se encuentran repartidas sobre unas 1.200 islas que alcanzan en junto á más de 300.000 kilómetroscuadrados de territorio. Entre éstas, las más importantes, aquellas de que nos hemos de ocupar, no exceden de 20, que sonlas que por su situación geográfica, su extensión y riqueza, historia, usos y costumbres, determinan la formación de gruposdistintos cuyo estudio es de interés en esta ocasión.
Entre todas, y á modo de ramilletes gigantescos festoneados con las espléndidas frondas de aquella exuberante y rica vegetacióntropical, circundan limitándola una gran porción de agua; mar interior que á semejanza del Mediterráneo en nuestra Europa,ha sido y será por largo tiempo el foco convergente de las más potentes energías del Archipiélago, de la industria y del comercio,y donde la mayor densidad de población acusa con su plétora de vida el bienestar que la riqueza proporciona.
Sus aguas son surcadas de contínuo por frágiles embarcaciones Página 20que transportan los productos de unas á otras islas, sosteniendo un activo tráfico de cabotaje, que reuniendo las mercancíasen los puertos de Cebú, Ilo-Ilo y otros menos importantes, los ponen en condiciones de abastecer el gran mercado del Archipiélago,Manila, y exportar directamente al exterior enormes cantidades de azúcar, café, cacao, abacá, tabaco y otra infinidad de productosque por su bondad son tenidos en grande estima.
El mar de Joló ó de Mindoro, que con ambos nombres se le designa, está limitado al N. por la costa S. de Luzón, comprendiendolas provincias de Batangas, Tayabas, Camarines y Albay. Por el E. Mindoro y la dilatada isla de Paragua, que corriéndose desdeesta última hasta la de Borneo lo cierra por aquella parte formando el estrecho de Balábac. Al O. Samar, Leyte y Mindanaole separan del Pacífico, con el que sólo comunica por algunos estrechos de tan corta latitud que en la subida y bajada demareas su navegación es peligrosisima por la impetuosa corriente de las aguas que los cruzan. Por el S. constituyen su barrerauna serie de pequeñas islas que forman los Archipiélagos de Joló y Tauitaui, grupos insignificantes por su extensión territorial,pero el más poderoso baluarte, desde el cual las feroces y piráticas huestes mahometanas han sembrado la desolación y la ruinade aquellas costas, las más ricas del Archipiélago, llevándolo todo á sangre y fuego, esclavizando á los hombres robustos,violando á las doncellas y dando muerte cruel al anciano, cuyos músculos no fuesen capaces de soportar la dura faena del remo.
En el NO. del mar de Mindoro que dejamos reseñado, y como espléndido remate á la admirable posición geográfica con que lanaturaleza ha dotado á las Filipinas, tanto en relación con los países inmediatos como también para facilitar el fomento dela propia riqueza, se encuentra el grupo de las Visayas, islas hasta hace poco relegadas al más vergonzoso atraso bajo latiránica opresión de la piratería joloana, pero que influídas hoy por el Página 21ambiente de paz que hace años disfrutan, constituyen con las inmediatas provincias del S. de Luzón el emporio verdadero dela riqueza y de la producción en aquel país.
Panay. —La más rica comercial y la que por su producción es llamada, con justicia, el granero de Filipinas. Sus 11.500 km. superficialesalbergan cerca de un 1.000.000 de habitantes. En sus costas se encuentra el puerto de Ilo-Ilo, el segundo del Archipiélagopor la cuantía de la exportación y por su importancia mercantil.
Negros. —Que deshabitada hace cuarenta años cuenta hoy con 250.000 habitantes en un territorio de 8.000 km.² Está reputada de queen sus fértiles vegas se cosecha en gran parte la enorme exportación azucarera que sostiene el Archipiélago.
Cebú. —La más industrial de todas; la que con Panay comparte la fabricación del riquísimo nipis, tela preciosa que sostiene con ventaja la competencia con los más preciados tejidos extranjeros.
Nos dá el ejemplo de su valía, con la construcción, sin el auxilio oficial, de líneas férreas que den salida á los carbonesque en sus entrañas atesora; y que en sus 4.183 km. de superficie, cuenta con una industriosa población de más de 350.000habitantes.
Leyte. —Aunque no tan rica y habitada como las que dejamos reseñadas, Leyte vá progresando rápidamente, llegando hoy á contar conmás de 250.000 almas en los 9.500 km. que constituyen su extensión superficial. En día no lejano las riquísimas minas de hierroque en sus entrañas esconde esta isla, darán lugar á reproductivas explotaciones, como hoy ya se hacen con los azufrales deBurauen.
La isla de Bohol ó Bojol, esa á la que Cavada llama la hija desheredada de esta espléndida naturaleza intertropical, comprendeuna superficie de 3.250 km., ocupada por 250.000 habitantes.
El calificativo aplicado por Cavada á este territorio pudo Página 22ser de oportunidad en otra época; hoy Bojol aumenta rápidamente las explotaciones agrícolas, cosechando en gran cantidad elcafé más apreciado, cuyo cultivo concluirá por invadir una gran parte de los territorios que se mantienen incultos.
Masbate. —Próxima á las costas de Luzón; en sus feraces territorios apacentan las más famosas ganaderías del Archipiélago.
Mindoro. —Muy extensa, pero tan despoblada, que sólo cuenta con unos 67.000 habitantes en los 10.167 km. superficiales que la constituyen.
La riqueza forestal de esta isla es tan grande y variada, que puede compensar con exceso las dificultades que la roturaciónpresentara para el cultivo de sus campos, efectuado por una inteligente explotación agrícola.
Allí abundan las maderas preciosas, representadas por el ébano y sándalo: las de utilidad, como el molave, dungón, ipil yotras, que aparte su aplicación en las edificaciones urbanas alcanzarían gran estima si llegasen á ser empleadas en la construcciónde líneas férreas.
El Ilang-Ilang, ese árbol precioso que en la esencia de su flor, no sólo encierra el más preciado de los perfumes, sino tambiénun elemento de riqueza, forma en Mindoro bosques extensos donde la codicia del hombre, ciega por el deseo del lucro, no secontenta con el producto de la flor, y destruye miles de plantas para obtener de su jugo una pequeñísima parte del codiciadolíquido; exígua recompensa que pone de manifiesto él exceso de avaricia, la falta de sentido práctico que se observa en la explotación de los veneros de riqueza que atesora el Archipiélago.
La despoblación de esta isla está plenamente justificada.
Los moros necesitaban un punto de apoyo y refugio en el progresivo desarrollo que hacia el N.
del Archipiélago daban contínuamenteá sus periódicas excursiones piráticas, y ésto lo encontraron sin tener que vencer grandes resistencias, en las Página 23magníficas ensenadas de Mamburao y Paluan, donde se mantuvieron hasta nuestro siglo.
Los naturales, sujetos á la más terrible esclavitud, emigraron á las provincias próximas, quedando reducida la población álos infieles, que parapetados en lo abrupto de los montes, supieron mantener su independencia.
Samar. —La más próxima á Luzón, de la que sólo le separa el estrecho de San Bernardino. Hace cincuenta años la isla de Samar estabacasi despoblada, siendo grande el atraso de su reducido número de habitantes. La asombrosa fertilidad del suelo ha hecho afluírá ella gran número de capitales dedicados exclusivamente á las explotaciones agrícolas, donde se cosechan con excelentes resultadostodos aquellos productos que, como el café y tabaco, se prestan más á la exportación.
Samar goza de tan excelente salubridad, y sus terrenos admirables son tan ricos y de topografía tan adecuada para el cultivo,que al fundarse hace pocos años una colonia agrícola compuesta de peninsulares exclusivamente, procedentes del regimientode Artillería que guarnece á Manila, fué elegido por unanimidad como punto el más adecuado y donde podían esperarse más brillantesresultados, esperanza que los hechos han coronado del éxito más completo.
Su extensión superficial es de 12.175 km. y 200.000 próximamente el número de sus habitantes.
En el confín opuesto á Samar y Leyte, y sirviendo de barrera entre el mar de Mindoro y el de China, se encuentra la isla dela Paragua, extensa faja terrestre de 420 km. de longitud y que no alcanza á 40 km. en su mayor