Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón - HTML preview

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que

nosotros,

sabedores

de

que

el

tesoro

está

allí

escondido,

no

hemos

ido

a

desenterrarlo

y

apoderarnos

de

él?

Y

a

esto

le

responderemos

que

la

curiosísima

historia

del

hallazgo

y

empleo

de

aquellas

riquezas,

con

posterioridad

a[110-4]

la

muerte

de

la

señá

Torcuata,

nos

es

también

30

perfectamente

conocida,

y

que

tal

vez

la

refiramos,

andando

el

tiempo,[110-5]

si

llega

a

nuestra

noticia

que

el

público

tiene

interés

en

leerla.

VALDEMORO, 6 de Julio de 1881.

(p111)

EL AÑO EN SPITZBERG[111-1]

I

Estoy

viendo

desaparecer

hacia

el

Mediodía

el

buque

ballenero

que

me

deja

abandonado

en

esta

isla

desierta,

sobre

la

arena de una playa sin nombre.

¡Heme aquí solo; solo en un ámbito de mil leguas!

05

Yo

amaba

a

una

mujer....

El

demonio

de

los

celos

me

mordió

el

corazón,

y

he

matado

a

mi

rival

en

desafio....

¡Era un príncipe!...

Y

el

Gobierno

ruso

me

ha

condenado

a

pasar

aquí

un

año...; es decir, me ha condenado a muerte.

10

¡Ah!

¿Por

qué

no

me

entregó

al

hacha[111-2]

del

verdugo?

¿Por

qué

hacerme

expirar

de

frío,

de

hambre,

de

tristeza,

de

desesperación,

o

disputando

mi

cuerpo

al

terrible

oso

blanco,

si

mi delito no era más que uno?

¡ Spitzberg!...

¡Estoy

en

el

terrible

archipiélago

que

15

ninguna

raza

ha

podido

habitar!

¡Me

hallo

a

los

77

grados

latitud Norte, a doscientas sesenta leguas del Polo!

Creo

haber

oído

decir

a

mis

asesinos

que

esta

isla

es

la

del

Nordeste,

la

más

meridional

del

horroroso

grupo,

la

más

templada

de

todas....

¡Cruel

compasión...,

que

prolongará

20 algunas horas mi agonía!

Ignoro

en

cuál

de

estos

témpanos

de

hielo

eterno

tiene

la

Rusia

una

colonia

para

la

peletería

y

la

pesca

de

la

ballena;

pero

lo

que

sé[111-3]

es

que

los

colonos

emigrarían[111-4](p112)

a

la

Laponia

a

fines

de

Agosto,[112-1]

hace

dos

meses,

y

no

volverán

hasta la primavera...; ¡dentro de doscientos cuarenta días!

¡Estoy,

pues,

solo,

sin

hogar,

sin

amparo,

sin

víveres,

sin

consuelos!

05 ¡Morir! He aquí mi inevitable y próxima suerte.

Hoy

es

17

de

Octubre....

El

frío

avanza

por

el

Norte....

Dentro de pocos días me helaré sin remedio.

Entretanto

me

alimentaré

con

la

caza.

¡Siquiera[112-2]

esos

crueles

me

han

dejado

una

escopeta

...

« por

si

quería[112-3]

suicidarme

10

de

este

modo»!

Mataré

rengíferos,

chuparé

hielo

y

me

procuraré

un

abrigo

entre

esas

rocas.

El

inglés

Parry[112-4]

habitó

cabañas

de nieve en el Norte de América a los 73 grados.

¡Ah!

Sí...;

¡pero

yo

estoy

cuatro

grados

más

cerca

del

Polo, y no tengo fuego para calentarme!

15 ¡Morir! ¡Morir! ¡He aquí mi infalible destino!

II

Han transcurrido seis días.

Una ráfaga de esperanza brilla ante mis ojos....

Me

he

procurado

fuego

como

Robinsón,[112-5]

rozando

dos

pedazos

de cedro.

20

Ayer

encontré

en

el

centro

de

inmensa

roca

una

profunda

cavidad muy reservada del frío.

Todos

los

días

mato

cinco

o

seis

rengíferos,

los

despedazo

y

conservo la carne entre los témpanos de hielo.

Así se conservará incorrupta hasta el año que viene.

25

También

hago

provisión

de

combustibles.

No

tengo

hacha;

pero

el

frío

me

sirve

de

leñador.

Todas

las

noches

crujen

algunos

árboles

y

saltan

hechos

astillas

por

el

rigor

de

la

helada,

y

yo

traslado

a

mi

gruta

cada

mañana

miles

de

estos

fragmentos,

que alimentarán mi hogar hasta que me muera.

30

Voy,

pues,

a

entablar

una

insensata

lucha

con

el

invierno.(p113)

¡Porque

deseo

vivir

y

volver

al

lado

de

los

hombres!

¡Porque

la

soledad

me

ha

vuelto

cobarde!...

¡Porque

adoro

la

vida!...

III

El frío es ya irresistible....

05

Ha

llegado

el

momento

de

encerrarme

en

las

entrañas

de

esa

peña;

de

incrustarme

en

su

centro

como

un

marisco

en

su

concha.

Antes

de

sepultarme

en

la

que

acaso

será

efectivamente

mi

tumba;

antes

de

vestirme

esa

mortaja

de

piedra,

quiero

despedirme

10 del mundo, de la Naturaleza, de la luz, de la vida....

Camina

el

sol

tan

poco

elevado

en

el

horizonte,

que

desde

que

sale

hasta

que

se

pone

no

hace

más

que

recorrer

su

ocaso[113-1]

como

luminoso

fantasma

que

da

vueltas

alrededor

de

su

sepulcro.

15

Sus

rayos

pálidos

y

horizontales

reverberan

tristemente

sobre

el mar.

Las

aguas

empiezan

a

rizarse....

Pronto

quedarán

encadenadas

por el hielo.

La

bóveda

celeste

ostenta

un

azul

cárdeno

y

sombrío,

que

la

20 hace aparecer como más distante de la Tierra.

El

soplo

del

aquilón

quema

y

marchita

las

tristes

flores

que

osaron

desplegar

aquí

sus

encantos,

y

ata

con

lazos

de

cristal

el

curso

de

los

torrentes....

¡Helos

ya

mudos,

inmóviles,

petrificados

en

sus

enérgicas

actitudes,

como

trágicos

héroes

esculpidos[113-2]

25 en mármol!...

Reina

un

silencio

sepulcral,

un

silencio

absoluto.

No

se

oye

ni

canto

de

ave,

ni

rumor

de

corriente,

ni

suspiro

de

brisa,

ni

columpio de planta....

¡Ni

movimiento

ni

ruido!...

¡Nada!

El

mutismo

del

30

no ser: he aquí todo. La eternidad y lo infinito deben de parecerse a

estas

monótonas

soledades,

a

estos

páramos

de

inacción

y

muerte.

(p114)

El

calor

de

mi

sangre,

los

latidos

de

mi

corazón,

el

soplo

de

mi

aliento,

el

eco

de

mis

pasos,

son

los

únicos

síntomas

de

vida

que

ofrece

la

Naturaleza.

Me

creo,

pues,

solo

en

un

mundo

cadáver,

en

un

planeta

posterior

a

su

Apocalipsis;[114-1]

en

la

Tierra

05 misma, pasado el Juicio final....

Hoy tiene el día diez y seis minutos.

Mañana no saldrá el sol.

Mañana me ocultaré yo por seis meses; él por tres.

¡Oh, sol! ¿ Volveremos a vernos?

10

¡Qué

frío

tan

espantoso!...

La

humedad

del

aire

se

convierte

en

agujas

de

hielo

que

punzan mi semblante.

Mi

aliento

me

rodea

de

una

especie

de

niebla

que

no

puede

elevarse a la condensada atmósfera.

15 El humo de mi escopeta se dilata también horizontalmente.

Ayer

toqué

el

gatillo

sin

mis

gruesos

guantes,

y

mis

dedos

quedaron

tan

fuertemente

unidos

al

acero

que,

para

separarlos,

hube de dejarme allí la piel.

La

sábana

blanca

que

se

extiende

indefinidamente

alrededor

20

de

mí,

y

las

irradiaciones

de

la

luz

en

ella,

hanme

producido

en

la vista una terrible inflamación....

Pronto vendrá el escorbuto....

¡Oh!

¡Qué

espantosa

es

esta

lucha

de

mi

vida

con

la

muerte de todo lo creado!

IV

25

En

efecto:

ayer

apareció

el

sol;

no

por

el

Oriente,

sino

por

el

Sur.

Trazó

en

lontananza

un

ligero

semicírculo,

y

se

hundió

al cabo de un cuarto de hora.

Hoy

es

el

7

de

Noviembre,

el

tremendo

día

del

Spitzberg,

el

último

en

que

ve

el

sol....

(p115)

Son las once y media de la mañana.

Hace

tres

horas

que

un

esplendoroso

crepúsculo

luce

en

el

remotísimo confín de los cielos.

Mas el sol no aparece....

05

¡Ah!...

¡Sí!...

¡Helo

pálido

y

entristecido,

pugnando

por asomar su frente!...

Pero el disco no se eleva....

El

limbo

solamente

pasa

rozando

por

el

límite

del

cielo

y

de

las olas....

10 ¡Un momento más, y ha desaparecido!

¡Adiós

para

siempre,

padre

de

la

luz,

corona

de

los

cielos,

alma del mundo!

¡Adiós, mi último amigo! ¡Adiós, y vuelve!

V

¿Cuánto tiempo ha transcurrido?

15 No lo sé.

Mi

reloj

anduvo

una

semana:

el

frío

lo

paró

después,

o,

mejor dicho, lo mató.

El frío lo mata todo.[115-1]

Ignoro, pues, qué día es hoy.

20 Pero ¿qué significa la palabra hoy?

El hoy no existe para mí.

Mi vida carece de horas.

Lo

pasado,

lo

presente

y

el

porvenir

forman

horrible

grupo

en mi imaginación.

25

Un

momento

continuo:

tal

es

el

tiempo

dentro

de

este

sepulcro.

Si

los

muertos

pensaran

en