Uno de los objetivos de este estudio ha sido analizar los riesgos de contagio con el VIH de los travestis que laboran en el comercio sexual. Otro es dar a conocer esta cultura sexual, sus problemas y sus sueños. Hemos visto cómo la baja autoestima, el uso de drogas, la actitud de los amantes, la discriminación, el alcohol y los comportamientos y presiones de los clientes y los amantes inciden en que éstos no siempre utilicen el condón.
También hemos visto que la prostitución es la única alternativa de trabajo para los hombres que quieren travestirse. Si no existiera discriminación en su contra, ésta no sería su única profesión. Otro de nuestros objetivos ha sido estudiar cómo factores como un simple traslado de lugar, asociado con el fenómeno del “paqueteo”, pueden producir cambios tanto en la vida de los travestis como de sus clientes. Estos cambios han hecho que distintas clases sociales practiquen tanto el travestismo como la compra de servicios sexuales, así como que los individuos varíen su práctica sexual en lo genital, lo afectivo y lo imaginario.
Contrariamente a lo que sostienen las tesis esencialistas, este libro proporciona evidencia suficiente de que la sexualidad es más elástica de lo que creemos, y de que algunos grupos pueden realizar modificaciones importantes, aparentemente independientes del tamaño de su hipotálamo, constitución genética u hormonal y de sus relaciones familiares.
El travestismo contemporáneo en Costa Rica se inició con los grupos marginales de la zona del cine Líbano. Luego, algunos travestis se ubicaron en el área de la Clínica Bíblica y ganaron clientes en los sectores de clase media. El incremento de la demanda y de los precios incentivó a jóvenes de clase media a integrarse al negocio.
La participación de travestis con más educación y recursos facilitaría una mejor utilización de los recursos legales en defensa de sus derechos, lo cual les depararía victorias en las cortes. Gracias a sus acciones en este campo se pondría fin a los arrestos masivos y arbitrarios por parte de la policía. Los travestis lograron ampliar sus lugares de socialización e incluir nuevas clientelas de hombres y mujeres heterosexuales.
Finalmente, la mayor tolerancia sexual que existe en Costa Rica atraería a travestis centroamericanos y caribeños, los cuales volverían a “paquetear” en sectores de la población hasta entonces vedados.
Si pudiéramos encontrar la fórmula que determina la orientación sexual, tal como pretenden algunos de los estudios esencialistas, ¿nos convertiríamos en una sociedad más justa y respetuosa de los derechos humanos si elimináramos la homosexualidad, el travestismo u otras prácticas sexuales? No lo creo.
Aquellos que no tememos al cambio, que respetamos la diversidad, que consideramos que las sociedades se benefician más de la innovación que del estancamiento, que admiramos a los diferentes, que nos encanta el libre juego de pensamiento, que apreciamos otras culturas y otras formas de hacer las cosas, tenemos mucho de que regocijarnos por el hecho de que los travestis hagan su propia revolución. Quizás una de las causas principales del subdesarrollo de este país es la cárcel mental que nos ha impuesto el pensamiento tradicional y que nos ha impedido pensar creativamente. El que un grupo de hombres se vista de mujer y se tire a la calle ha sido un cambio positivo en cuanto a abrirnos las mentes a todos.
¿Qué daño moral, espiritual, político, ecológico puede ocasionar el hecho de que un hombre se ponga una falda? En un mundo de miseria, envidia, guerra, odio y corrupción, ¿a quién debería importarle que un macho se pinte la boca? Tal vez será ésto lo que los dueños de la moral y de los medios de comunicación quieren que hagamos para no analizar, en su lugar, la verdadera lacra moral: la burla de las instituciones públicas de las necesidades populares, el continuo robo de los dineros del pueblo, el contubernio electoral de los partidos políticos tradicionales, la prepotencia de las religiones organizadas, el desastre ecológico y demográfico que estamos creando, la falta de solidaridad y muchos otros pecados capitales.
La discriminación que establecemos contra los travestis es la que los lleva a la prostitución y las drogas. Si pudiéramos permitirles que vestidos de mujer laboraran en lo que quisieran, no habrían cientos de ellos parados en las esquinas. Pero ésto tampoco significa que ellos no tengan que hacer camb ios en su propia comunidad. Su lucha no puede limitarse a conseguir una zona de tolerancia encinco esquinas del país donde prostituirse. Ésta debe orientarse a abrir todos los espacios y todas las oportunidades de trabajo. El día que un travesti pueda laborar en la construcción, ser la secretaria ejecutiva de una empresa, diputada o presidenta del país, podrán entonces sentirse todos satisfechos. Para ello, deben dejar las calles y las drogas como única forma de vida. La prostitución no debe ser la única actividad que ejerzan. Existen muchos otros campos a los cuales se puede contribuir como travesti.
Uno de los programas que el ILPES desea impulsar es precisamente la venta de espectáculos culturales travestis a los hoteles y restaurantes orientados al turismo europeo y norteamericano. Otro son las cooperativas de manufactura de ropa y de corte de pelo. Como requisito de ingreso a estos programas, se les pedirá que dejen las drogas, su verdadero enemigo. La lucha por la igualdad deberá ir de la mano, entonces, con el mejoramiento de sus relaciones públicas.
Para dejar claro que las pretensiones son verdaderas, Ana Karenina nos hizo el discurso que leerá cuando sea electa Presidenta de Costa Rica:
Conciudadanos y conciudadanas y conciudadanos vestidos de conciudadanas y conciudadanas vestidas de conciudadanos:
Cuando era chiquito nunca soñé que llegaría a ser presidenta de Costa Rica. Eran tiempos difíciles en que los travestis éramos vistos como una calamidad para la sociedad. Recuerdo la vergüenza que sentía mi padre cuando me encontraba con una faldita de niña. ¡Y los castigos que me dio! No se me olvida cómo los curas nos despreciaban y alentaban a las turbas. Mucho menos las terribles redadas de un gobernador que moriría después de haberse mordido su propia lengua o los insultos de un candidato a la presidencia. Este pobre perecería durante la explosión del volcán Irazú a finales del siglo anterior, con su pequeño cráneo aplastado. Tampoco puedo no recordar a las muchas valientes travestis que murieron jóvenes por la homofobia y la discriminación. ¡Que Dios las tenga en la gloria y mis palabras no les hagan bulla! Sin embargo, siempre soñé con hacer política y llegar a ser algo en mi vida.
En los últimos años del siglo XX los costarricenses sufrimos un gran trauma político. Después de haber confiado en los hombres, nos dimos cuenta de que éstos sólo nos robaban. No había una sola institución política que estuviera libre de corrupción. Se robaban los fondos de las emergencias nacionales, de los bancos, de las carreteras, de las armas para la defensa, de los aviones y, en fin, de todo a lo que le echaran mano. No sólo eran ladrones sino que mantenían a las pobres mujeres bajo el zapato. La violencia doméstica, el incesto, el abuso y el acoso sexual estaban a la orden del día. ¡Era un país insoportable! Fue entonces que las valientes mujeres, apoyadas por varias minorías, hicieron la revolución de 1998, cincuenta años después de la última.
La lucha fue dura y cruel. Las mujeres tuvieron que hacer una guerra de guerrillas y retirarse a las pocas zonas selváticas que quedaban. Hubo momentos en que la moral estaba baja y creíamos que perderíamos la guerra. Sin embargo, como las mujeres tenían que pelear, la única forma de levantar la moral en el frente de batalla era por medio de los shows de travestis. Muchas de nosotras nos fuimos al frente de batalla para entretener a las soldados. Corrimos riesgos enormes y varias murieron por la patria. No en combate pero sí electrocutadas por la mala calidad del equipo de sonido y de las luces. Éstas serían enterradas después como heroínas. Una de las más recordadas sería la camarada Lulú, que alentó al Ejército de Liberación en la toma final de San José. Lulú moriría aplastada al enredarse uno de sus tacones y caer debajo de un tanque blindado. Naranjita se ahogó cuando de un susto se tragó una salchicha durante un bombardeo. Zaratustra se resbaló y cayó en un precipicio cuando jineteaba una yegua.
Una vez liberada San José, las mujeres declararon una república verdaderamente democrática, en que la gente llegaría al poder sin que supiéramos su sexo. Cada candidato sería obligado a vestirse de hombre y de mujer para que adquiriera conciencia de lo que es pertenecer a cada género. Las travestis, por haberlo hecho desde siempre, fuimos nombradas ciudadanas de primera.
Les prometo seguir esta tradición pacifista costarricense que nos ha hecho ejemplo para el mundo y un país desarrollado en los últimos años. Muchas de mis amigas han sido responsables de haber transformado a Costa Rica. La Chepa, por ejemplo, revolucionó la agricultura al modificar genéticamentes los pepinos, yucas y otros tubérculos y hacerlos supergrandes, lo que causó un gran desarrollo económico. Eveltina inventó programas de computación especial para travestis en los que las ventanas de “Windows” estaban bellamente decoradas de flores y guirnaldas. Pepa revolucionó a LACSA al ofrecer millas gratis a los clientes de los travestis en la Zona Bíblica. Desde ese momento, nunca hubo un asiento vacío. Karla aumentó las exportaciones de plátanos al rifar viajes en los bares gays. Marilyn convirtió a Puntarenas en la nueva meca del cine cuando puso su clínica de liposucción y convirtió a las trabajadoras del sexo en despampanantes mujeres. Lola patentó un nuevo armamento mundial que iniciaría la industria militar: los jocotes. Sus “jocotazos” a los chiquitos fresas que venían a molestarla probarían ser de lo más efectivos para contener turbas.
Mi compromiso es seguir esta brillante labor en un futuro. Las travestis hemos logrado hacer que este país se convierta en un foco de desarrollo mundial. Hemos enseñado a todos los costarricenses cómo la tolerancia, el respeto a los demás, la creatividad y el ingenio nos diferenciaron del resto de la región. A Costa Rica, gracias a nosotras, se le llegó a conocer como un paraíso de los derechos humanos, del respeto ecológico y del desarrollo autosostenible. El turismo creció y así nuestros ingresos. Todos querían venir a ver cómo un país pobre había logrado tanto en el campo de los derechos humanos. Las artes y las ciencias florecieron.
Una vez que se eliminaron los últimos reductos de machismo, nuestra sociedad vivió una revolución cultural. El país se convirtió en centro crítico en América Latina. Al quitarnos la carga de la censura religiosa, pudimos explotar nuestras muchas cualidades. Logramos detener el crecimiento demográfico gracias a la planificación familiar. Ésto se debería a la labor de otra compañera, Vaselina, quien puso condones en todas las esquinas. Con ésto eliminamos el desempleo, la pobreza y el analfabetismo. El sexo dejó de ser visto como un pecado y la gente aprendió a disfrutarlo sin culpas y sin remordimientos. Al desvincularse de la enfermedad, se convirtió en un deleite como la comida, la cual la gente ha aprendido a consumirla con moderación, sin ser vista como mala. Pudimos deshacernos de los sexólogos y de los psicólogos. Muchos de ellos optaron por la profesión más cercana: el bateo. Un conocido sexólogo del siglo pasado se hizo un famoso beisbolista
Les prometo continuar esta lucha y convertirme en Presidenta y Primera Dama al mismo tiempo, lo cual nos ahorrará muchos problemas y millones. Además, en vez de usar la presidencia para hacer ligues, les aseguro que cada uno será pagado e incluido en los ingresos por concepto de microempresa. Finalmente, mi gestión impulsará la redecoración total de nuestra horrible capital. En vez de depender del mal gusto de los políticos tradicionales, nombraré una comisión exclusiva de travestis para que diseñen, pinten y siembren plantas. La zona de la Clínica Bíblica será declarada zona histórica por haber sido el origen del movimiento de liberación travesti. Los vecinos que tanto se nos opusieron al principio podrán venderles sus casas al Estado como joyas históricas.
Muchas Gracias.
Ana Karenina Primera, Presidenta de Costa Rica.