Relación Histórica de los Sucesos de la Rebelión de José Gabriel Túpac - Amaru en las Provincias del Perú, el Año de 178 by Anonymous Author - HTML preview

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Infanteria veterana de Lima 300

Idem de Guañanga 200

TOTAL. 500

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TOTAL. 15,210

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A mas de la fuerza espresada, se destinaron dos destacamentos,compuestos de 1,846 hombres, para tomar los puestos de Urubamba, Calca yLares, con la mira de cortar la retirada al rebelde por aquella parte: ydespues de haber dispuesto lo conveniente y necesario para lasubsistencia del ejército, se puso en movimiento el dia 9 de Marzo de1781, con 6 cañones, pertrechos y municiones correspondientes; y conarreglo á lo que habian espuesto los patricios del pais, se dió la órdená los comandantes de las columnas, para que dirigiesen su marcha, enesta forma. La 1.ª por Paucartambo, Quispicanche y Tinta. La 2.ª por laQuebrada de Quispicanche. La 3.ª por los Altos de Orocoroco,Quispicanche hasta Tungasuca y Tinta. La 4.ª por Paruro á Livitaca,Chumbivilcas, Yauri, y Coporaque de Tinta. La 5.ª por Cotabamba,Chumbivilcas hasta Livitaca. La 6.ª por Paucartambo, Altos de Ocongari yPuestos de Azorayaste, y el cuerpo de reserva por los Altos deOrocoroco.

Puestas en marcha todas las columnas y el cuerpo de reserva por lasrutas indicadas, empezaron desde luego á esperimentar las mayoresincomodidades, así por los excesivos aguaceros, granizos y nieves, queson muy frecuentes en aquellas elevadas y ásperas montañas, como por lafalta de víveres, leña y otros auxilios, que ocasionaba haber cerradolos rebeldes las comunicaciones con los pueblos fieles de donde podian ydebian conducirse: cuyos pasos guardaban con tanta vigilancia, que lastropas del Rey llegaron á esperimentar las mayores necesidades, yestuvieron espuestas en algunas ocasiones á ser víctimas del frio y dela hambre.

Pero sufrieron entonces con laudable constancia todos estostrabajos, animados por el ejemplo del Comandante General, y demasoficiales que se desvelaban en mantenerlas vigilantes, para rechazar álos insurgentes, que muchas veces intentaron sorprender los campamentos,aprovechándose de la hora de amanecer: en cuyas ocasiones consiguieronsiempre gloriosas ventajas, y rechazaron los ataques con conocidoescarmiento de los contrarios, que dejaron en todos cubiertos decadáveres los campos inmediatos.

Estas repetidas victorias nada mejoraban las necesidades y situacion delejército: crecian los obstáculos, y las escaseses aumentaban; de talsuerte, que considerándose ya D. José del Valle en una situacion críticay delicada, determinó variar de ruta para encaminarse á Tinta, dondetenia el rebelde el cuartel general y repuestos de guerra: y bajandopara este logro una cañada situada entre elevadas montañas, halló unbenigno temperamento, y tanta abundancia de alimentos, que su tropaconsiguió reponerse en pocos dias de sus pasados quebrantos, y continuarcómodamente las marchas: bien que con muchos dificultades que superar,así por los estrechos pasos, como por las grandes y profundascortaduras que los enemigos no supieron defender, ni menos aprovecharsede estas ni otras infinitas ventajas que le proporcionaban aquellosásperos terrenos, que en muchos parajes la naturaleza ha hechoinaccesibles. Sin embargo hicieron obstinada resistencia en algunosparajes y apostaderos menos fuertes, persiguiendo diariamente, porderecha é izquierda del camino, las marchas de nuestro ejército,particularmente en los desfiladeros, sin descuidarse en aprovechar laobscuridad de la noche, para rodear los campamentos y fatigarlos,obligando á la tropa á estar continuadamente sobre las armas, sufriendoel fuego de su fusileria y de cañon, que con facilidad trasportaban yapostaban á todas partes, por ser de pequeño peso y de poco calibre.

Tolerando siempre los insultos de los rebeldes, y las repetidas amenazasde sorprender al ejército, llegó á las inmediaciones del pueblo deQuiquijana, despues de haber sufrido en todo el camino algun fuego de suartilleria y fusileria. Aquellos vecinos habian sido los mas tenaces enel fomento y apoyo de la sedicion, fiados sin duda en la situacionventajosa que ocupaban; de manera que, reconocida por el ComandanteGeneral, D. José del Valle, estimó, que para reducirlos era menesteremplear muchos dias, y que no lo conseguiria sino á costa de muchasangre, no obstante la impericia de los sediciosos; graduando laespugnacion de aquel puesto, capaz de detener dos meses á un ejércitoaguerrido y numeroso, si le hubiesen ocupado y defendido enemigos deotra naturaleza. Pero hecho cargo de todo, determinó acampar en susinmediaciones, y desde luego fué saludado con el fuego de la artilleriay fusileria, que no causó efecto alguno, por estar apostada demasiadodistante. Al amanecer del siguiente dia, el cura del propio pueblo dióaviso que los rebeldes lo habian abandonado, con el designio de reunirseal ejército de su principal Gefe, José Gabriel Tupac-Amaru, que sehallaba en Tinta, habiendo cortado antes el puente, para retardar portodos términos la continuacion de la marcha á nuestras tropas, y tambienimpedir se les persiguiese y picase la retaguardia. Con este aviso entróel ejército del Rey en Quiquijana, donde solo habian quedado las mugeresy hombres, que por su ancianidad ó achaques no habian podido seguir álos demas. Todos se acogieron al asilo del templo, en donde con muchaslágrimas y señales de arrepentimiento, imploraban el perdon de sus vidasy el indulto de sus casas y haciendas, para que no fuesen entregadas álas llamas, como merecian. Todo se les concedió, y solo experimentaronel rigor del castigo, Luis Poma, Inca, primo del usurpador José Gabriel,y Bernardo Zegarra, su confidente, que pagaron con la vida en una horcasus atroces delitos.

Dadas las disposiciones mas precisas en el pueblo de Quiquijana para suseguridad y arreglo, continuó nuestro ejército las marchas sinintermision de dias, y al llegar al primer campamento se presentaron losenemigos ocupando las próximas montañas, en cuya falta habian colocadoun cañon, y prevenido en las cumbres muchas piedras grandes y pesadas, áque dán el nombre de galgas

, con el fin de arrojarlas y despeñarlaspara ofender á los nuestros en un estrechísimo desfiladero inevitable,contiguo á un rio caudaloso, que se habia de vadear precisamente. Paraevitar el peligro se nombraron 100 fusileros de tropas ligeras con todoslos indios auxiliares de Anta y Chincheros, á quienes se dió la órdenpara desalojar á los rebeldes de tres puestos muy ventajosos queocupaban en la cresta de la montaña en que estaban alojados, cuyo ataqueemprendieron valerosamente; y tuvieron la fortuna no solo de conseguirel intento, sino tambien derrotarlos enteramente, á vista del resto delas tropas que esperaban el éxito del suceso.

Al siguiente dia se tuvo noticia por un desertor de los enemigos, quehabian colocado una bateria en la falda de otra montaña, inmediata alcamino que debia seguir nuestro ejército, y que la defendian 10,000combatientes. Se nombró inmediatamente una columna muy reforzada, paraque, tomando otra direccion, rodease la montaña y subiese á dominar porla espalda á los rebeldes, y el Comandante General con el resto delejército se puso en marcha por la llanura: pero á la media legua tuvoque dar vuelta para evitar otra montaña, y bajar á un valle muy ancho yespacioso, donde con mas desembarazo pudiesen maniobrar sus tropas.Luego que avistaron los rebeldes unas cargas de los indios de Tinta yChincheros que se habian adelantado sin órden, las atacaron con la mayorintrepidez y osadia. Unos caballeros aventureros y los dragones de Limay Caravaillo, que llevaban la vanguardia del ejército, salieron á ladefensa, y este motivo fué empeñando sucesivamente las demas tropas conel grueso de los sediciosos, y se trabó la accion, en que fueronderrotados completamente, dejando en el campo de batalla un crecidonúmero de cadáveres, sin contar infinitos heridos que retiraron ó sehicieron prisioneros, y aun el mismo José Gabriel Tupac-Amaru lo hubieraquedado, á no haberse libertado por la lijereza de uno de sus caballos,en que emprendió una precipitada fuga, y con tanto aturdimiento, queolvidándose del vado del rio que debia atravesar para ir á Tinta, searrojó á nado por lo mas profundo, donde estuvo muy cerca de sersumergido en las aguas, y de acabar en ellas su vida. Este accidenteconsternó mas y mas el ánimo del tirano, y determinó huirse sin pasarpor Tinta, y antes de poner en práctica esta resolucion, escribió á sumuger en los términos mas pateticos y melancólicos, diciéndules:

vienencontra nosotros muchos soldados y muy valerosos, no nos queda otroremedio que morir

. Se ignoraban en el ejército estas últimasparticularidades, sin saberlas se puso de nuevo en movimiento, paraseguir la marcha, con la resolucion de alojarse aquella noche en Tinta:pero no pudo verificarse, á causa de que el rio inmediato detuvo el pasoá las tropas, por estar tan crecido, que no obstante las precauciones yactivas providencias que tomó el Comandante General, D. José del Valle,no pudo evitar se le ahogasen dos hombres. En esta maniobra, siemprelenta y peligrosa en los ejércitos, se empleó lo restante del dia, y yapróxima la noche fué preciso acampar en las cercanias del pueblo deCambapata, que dista del de Tinta una legua, y al clavar nuestras tropaslas primeras estacas de las tiendas, rompieron los enemigos el fuego contres cañones, de una bateria que tenian colocada, pero siempre con elordinario defecto de situarlos demasiado distantes, haciendo con estolas mas veces inutil su efecto, porque las balas no alcanzaban ánuestras tiendas, ni á otros objetos que se proponian ofender.

A las 2 de la mañana del siguiente dia se mandaron salir 150 fusilerosde las tropas lijeras, con los indios auxiliares de Anta y deChincheros, para que ocupasen una montaña que dominaba la llanura, pordonde debia pasar precisamente el ejército para dirigirse á Cambapata,cuyo pueblo reconocido, se notó le habian cercado los insurgentes, conuna muralla de adobes, coronada y cubierta de espinos, para embarazar lamarcha, y retardar cuanto les fuese posible la llegada de las tropas áTinta. A las 4 de la misma mañana, mandó el mismo General situar unabateria de cinco cañones, en un puesto que dominaba la de los enemigoscuyo fuego perfectamente dirigido, produjo la ventaja, que loabandonaren en menos de una hora, y que poco despues se presentasen 30vecinos de Tinta, que afirmaron haberse ausentado de aquel pueblo todala familia de José Gabriel Tupac-Amaru, llevándose la plata sellada,labrada, alhajas y demas efectos de valor, de que se habian apoderadodesde los principios del alzamiento.

Con esta novedad mandó inmediatamente el General batir tiendas, paratransportarse con todo el ejército al pueblo de Tinta, donde halló elretrato del principal rebelde pendiente de la horca, sin averiguar elautor de aquella accion. Dispuso desde luego cuanto estimó conveniente,para celebrar sério acto, de hacer respetar el nombre de nuestro augustolegítimo Soberano, y despues despachó muchos destacamentos por distintasdirecciones, con las órdenes mas eficaces, para que por todos términosprocurasen la captura de los fugitivos: con la prevencion de que laprimera diligencia habia de dirigirse á cerrar el paso á los Andes porla provincia de Carabaya, á fin de que el rebelde y su familia notuviesen el seguro asilo que se presumia buscasen en aquellasimpenetrables asperezas, ó se confundiese entre los indios bárbaros.

No siguieron este intento los rebeldes, antes bien tomaron el camino deLangui; y como se habia hecho pública su última derrota, se atrevió áperseguirlos D. Ventura Larda, unido á otros vecinos de aquellajurisdiccion, que lograron arrestar al mismo José Gabriel, á su mugerMicaela Bastidas, y á dos hijos, Hipólito y Fernando, que entregaronpara su segura conduccion y custodia á unos de los destacamentos quehabian ido siguiendo su alcance, y fueron conducidos al campo español,donde aquel mismo dia habian sufrido ya la pena de horca 67 rebeldes,que se arrestaron en aquellas inmediaciones, cuyas cabezas se colgaronen los parajes públicos, para escarmiento de los demas sediciosos; áquienes se les tomaron ocho cañones de diferentes calibres, siendo elmayor del de á cuatro, 20 fusiles y escopetas, dos pares de pistolas,cuatro quintales de balas de cañon y de fusil, otros tantos de pólvora,30 lanzas, y mucha parte de los robos y saqueos que habian hecho.Quedaron tambien prisioneros, de resultas de estos favorables yprósperos sucesos, Antonio Bastidas, cuñado de José Gabriel, á quienhabia nombrado Capitan General; Cecilia Tupac-Amaru, su media hermana;su primo, Patricio Noguera; el Coronel José Mamani; los Comandantes, elde artilleria, Ramon Ronce; Diego Ponce; Diego Verdejo, pariente deltirano; Andres Castelo, Felipe Mendizabal, Isidro Puma, Mariano Castaño,Sargento Mayor; Diego Ortigosa, Asesor; Manuel Gallegos, plumario;Melchor Arteaga mayordomo de ganados; Blas Quiñones, mayordomo mayor;Tomasa Tito, cacica de Acós; José Venela, confidente; Estevan Vaca,fundidor de artilleria; Francisco Torres comisionado principal; LucasColque, Comisario y alcalde; cuatro capitanes, dos tenientes, algunossoldados y negros huidos de particulares, entre ellos Antonio Oblitas,esclavo de D. Antonio Arriaga, y el mismo que fué su verdugo en Tinta.

Despues de arrestado el principal rebelde, su muger, sus hijos y lamayor parte de sus gefes principales, parece debia esperarse una crisisfavorable, que restableciese en su antigua quietud los ánimos alteradosde aquellos naturales: pero lejos de esto, se puede asegurar empezó denuevo y con mas ligereza la rebelion, porque habiendo logrado la fugaDiego Cristóval Tupac-Amaru, medio hermano de José Gabriel, MarianoTupac-Amaru, su hijo, Andres Noguera, y Miguel Bastidas sus sobrinos,por haber seguido diferente camino que los demas, consiguieronfelizmente libertarse y establecer su residencia en la provincia deAzangaro, que continuó ciegamente á su devocion, con las circunvecinasde la Paz, y las del Collao, formando considerable partido para sostenersus ideas. A este intento dispusieron con las mas activas y eficacesdiligencias, reunir todos sus inicuos parciales, y acopiar muchas armasy municiones, para apoderarse de los prisioneros, al tiempo que fuesenconducidos á la ciudad del Cuzco, donde habia determinado remitirlos elComandante General, D. José del Valle, para que sufriesen el castigo quemerecian por sus gravísimos delitos. Penetradas por este gefe lasintenciones de los rebeldes, aunque consideró remoto pudiesen verificarsu proyecto, no dejó de tomar todas cuantas medidas le dictaban supráctica y esperiencia militar, para frustrar sus esfuerzos, y noesponerse á que por algun inesperado accidente ó casualidad, recobrasenla libertad unos reos de aquella naturaleza: y persuadiéndose que parasu entera seguridad se requeria la presencia de su persona, determinóescoltarlos con una columna muy reforzada, dejando el resto del ejércitoen los campos de Quiquijana, Tinta y Langui, para que ocurriesen ácuanto pudiese suceder en el poco tiempo que calculó podia emplear en elviage; y dispuesto todo en la forma espresada, custodió á losdelincuentes, hasta la puente de Urcos, donde se los entregó todos á D.José Cabero, Coronel del regimiento de dragones provinciales deArmaraes, que guarnecia aquel importante puesto, para que siguiese conellos hasta la ciudad del Cuzco, é hiciese formal entrega de suspersonas al Visitador, D. José Antonio de Areche, que se mantenia enella, esperando el éxito de las operaciones del ejército, y tambien paraprovidenciar cuanto fuese necesario á su resistencia.

Hasta esta época las tropas de Lima no habian esperimentado sinofelicidades, y aunque siempre vencedoras, y en todas ocasionesgloriosas, no pudo conseguir su general, imprimir en ellas la generosaresolucion de acabar la obra comenzada. El demasiado amor á sus familiasy hogares, y el ambicioso deseo de recoger sus cosechas, motivaron unaconsiderable desercion, que desvaneció cuanto tenia proyectado, pues nopudo verificar su retroceso desde la puente de Urcos, tan pronto como selo habia propuesto; porque improvisamente se desaparecieron todos losindios de Anta y Chincheros, y la mayor parte de las tropas milicianas,en que consistia la fuerza del ejército, respecto al corto número deveteranos que en el tenia Sucesivamente fué recibiendo avisos de losgefes de las demas columnas, en que le comunicaban iguales incidentes,ocurridos con las tropas de sus respectivos mandos, y tambien que habiasido atacada la de Langui por los rebeldes, mandados y dirigidos ya porDiego Cristóval Tupac-Amaru, las noches del 18 y 20 de Abril, en quetuvieron dos acciones muy sangrientas, en las cuales fué considerable lapérdida del enemigo, y muchos los heridos de nuestra parte, siendocomprendidos en este número el Comandante, D. Manuel Castilla, y algunosoficiales principales. Atendidas estas críticas circunstancias, fuépreciso disponer con activas providencias, el pronto reemplazo de losdesertores, en que se emplearon 11 dias, y verificada esta diligencia,se puso de nuevo en movimiento, con el cuerpo de tropas de su mando,forzando cuanto pudo sus marchas para dirigirse al pueblo de Sicuani deSu provincia de Tinta, con el intento de hacer entrar todo su ejércitoen las del Collao, para pacificarlas y sugetarlas á la debida obedienciadel Soberano.

A este fin dispuso que la columna del cargo de D. Manuel de Castilla,corregidor de Paruro, siguiese el camino del pueblo de Macari, dondehabia de hacer alto, para esperar las órdenes posteriores. Que la deCotabamba, mandada por su corregidor, D. José Maria Acuña, se encaminasepara Checa, Quequi, Yauri y Coporaque, con el objeto de reducir estospueblos á la obediencia de S.M., y para su mejor éxito se leincorporaron los mestizos é indios de los pueblos de la provincia deQuispicanche, que el celo del presbítero D. Felipe de Loaira, natural yresidente del pueblo de Oropesa, recluto de su propia voluntad,anhelando patentizar las veras, con que se interesaba en los favorablessucesos de las armas del Rey, gobernándolos y sirviendo al frente deellos. Que otra columna de 1,000 hombres, al cargo del Coronel deDragones del ejército, D. Gabriel de Aviles, pasase á las cercanias delpueblo de Muñoz, con el fin de adquirir noticias de aquel pais, y decastigar aquellos rebeldes: y el Comandante General, con el resto delejército, pasó la raya que divide el vireinato de Lima con el de BuenosAires, donde halló la rebelion con el mayor furor y crueldad, porqueDiego Cristóval Tupac-Amaru, su nuevo caudillo temerario, recelando quelos blancos y mestizos de aquellas provincias lo arrestesen contraicion, en fuerza de los prémios ofrecidos por su captura, eligió ypuso en egecucion el bárbaro partido de inundar asesinar indistintamenteá todos los que no fuesen de su casta, sin reparar en la edad ni en elsexo, castigando y persiguiendo tambien á los curas y sacerdotes deaquellos territorios, que su medio-hermano José Gabriel habia tratadocon mucha consideracion, y con el debido respeto á su sagrado carácter.Uníanse á estas desgracias otra mayor, que era la de haberse formado porel tiempo, ó poco antes, en el pueblo de Ayoayo, provincia de Sicasica,otro monstruoso caudillo de rebelion, mas cruel y sanguinario que todoslos de su clase. Este fué Julian Apasa, indio pobre y desconocido, quede sacristan pasó á peon de un ingenio, y despues sabiéndose aprovecharde las turbaciones suscitadas por los Tupac-Amaru, ayudado de otro,llamado Marcelo Calle, adquirió una autoridad tan gigante, que puso ásu devocion en pocos dias las provincias de Carangas, Sicasica, Pacajes,Yungas, Omasoyos, Larecaja, Chucuito y otras: y para que los indios deellas tuviesen mas respeto y veneracion á su persona, y diesen masascenso á sus persuasiones, se apellidó Tupac-Catari, juntando el deTupac de José Gabriel, y el apellido de Catari, propio de los treshermonos que fomentaron los primeros movimientos en la provincia deChayanta. De este horroroso caudillo tendremos repetidas ocasiones deacordarnos cuando sea tiempo de referir los sucesos lastimosos queoriginó á estos reinos. Volvamos ahora á las tropas del vireinato deLima, y á seguir la série de sus operaciones.

Continuó el Comandante General, D. José del Valle, las marchas, como lohabia pensado, para entrar en la jurisdiccion del vireinato de BuenosAires: al acercarse á la Pampa de Quesque, donde pasó la noche, seavistaron como 100 rebeldes, que tuvieron la osadia de hacer fuego á lavanguardia del ejército, con solos tres fusiles, acompañando estahostilidad de repetida y descompuesta griteria, en que decian á losnuestros que no eran tan cobardes como los de la provincia de Tinta, queacababan de vencer, y que luego esperimentarian que era muy diferente elbrio y la constancia de los indios del Collao. Cuando acabaron dedescubrir nuestro ejército, se subieron á la cima de un monte muy alto,cubierto de nieve, donde iban ritirando todo su ganado. El ComandanteGeneral nombró á D. Antonio Ternero, Sargento Mayor del regimiento delCuzco, para que con 80 fusileros subiese á castigar su atrevimiento: loque egecutó este oficial bizarramente, matando doce rebeldes, yquitándoles algunos caballos y mucho ganado lanar que condujo al campo;y poco despues se supo por cuatro prisioneros, que los vecinos delpueblo de Santa Rosa eran los mas afectuosos distinguidos parciales delas glorias de Tupac-Amaru, y que le habian acompañado en sus mas árduasempresas, con lo que determinó el General castigarlos, y para esteintento se puso en marcha para dicho pueblo. Entró el ejército en él sinresistencia, y cercando la plaza mayor improvisamente, se quitaron todoslos que allí estaban, para que sufriesen la pena de muerte, cuyo castigose verificó en 20, habiendo acaecido por justa provindencia delTodo-Poderoso que recayese la suerte en los mas famosos capitanes éinmediatos dependientes del rebelde, segun se verificó despues por losque quedaron vivos. Pero, sin embargo que de esta providencia resultó lamayor fidelidad en los vecinos de aquel pueblo, nunca puede aprobarsesemejante procedimiento, por mas que se haya apoyado con las ventajasque resultaron de haberse unido al ejército, y sufrido conextraordinaria constancia las persecuciones y subsidios que leshicieron padecer los que continuaron sublevados.

Continuó el ejército al pueblo de Orurillo, donde solo halló algunosancianos y pocas mugeres, y preguntado su teniente de cura, D. JuanBautista Moran, cual era la causa porque aquellos vecinos habianabandonado su domicilio, espresó que no habian alcanzado sus súplicas ypersuasiones, para convencerlos á que esperasen tranquilamente lallegada de las tropas del Rey, porque estaban empeñados con la mayorobstinacion en negarle la obediencia, y seguir las sediciosas banderasde rebelion: procedimiento que obligó al Comandante General á procurarla captura de algunos: y habiendo conseguido hacer dos prisioneros,fueron pasados inmediatamente por las armas, y despues publicado queseria castigado aquel pueblo y sus vecinos con todo el rigor de laguerra, una vez que obstinadamente querian separarse de la debidaobediencia de su legitimo dueño. Cuya providencia, entendida por algunosde los que se hallaban presentes, que observaron tambien lasdemostraciones cristianas que practicaron algunos individuos delejército, produjo el efecto de que pasasen en busca de sus parientes yamigos, y los persuadiesen á que se presentasen sumisos, comoefectivamente lo consiguieron; y en breve tiempo se vieron venir encuadrillas, ansiosos á porfia de prestar la obediencia al Rey, jurandoser en adelante sus fieles vasallos. Consecuente á las órdenes que teniael Coronel D. Gabriel de Aviles, se hallaba ya acampado con su columnaen las inmediaciones de Orurillo: el que en su tránsito por Muñoa, mandóatacar por un destamento de 90 hombres á un trozo de rebeldes queocupaba aquellos altos, los que fueron derrotados con pérdida de 150hombres muertos, que ocasionó haber hecho una obstinada resistencia, noobstante que su total no ascendia mas que á 400; y que habiendo sabidoel 6 de Mayo se hallaban mas de 100 rebeldes, ocupando unos murallonesantiguos de un cerro, llamado Ceasiri, mandó asaltarlos y rodearlos:pero á poco rato de un vivísimo fuego de nuestra parte, vieron venircomo 500 enemigos, montados y armados con buenas lanzas, que embistieroná los nuestros por tres distintas partes, con la mayor resolucion ybizarria; sin embargo de que el cuerpo que atacaba, se componia de 20fusileros, 80 milicianos y 600 indios de Chincheros, que esperaronoportunamente, y á poco rato lograron la victoria, derrotando á losrebeldes, que dejaron en el campo de batalla mas de 100 muertos, y denuestra parte solo lo fueron un sargento de caballeria y dos indios deChincheros, quedando heridos el capitan y el teniente de la compañia deAndaguaillas. Reunida esta columna al ejército, continuó la ruta haciael pueblo de Asillo, que igualmente halló del todo abandonado ydesierto. Solo su cura, D. José Maruri, salió á recibir al ComandanteGeneral, sin mas acompañamiento que cuatro criados, y le manifestó quetodos los vecinos habian desamparado sus habitaciones así quedescubrieron las tropas de la vanguardia: que unos opinaban sepresentasen rendidos á implorar el indulto de sus delitos, y otrosinsistian en que fuesen á incorporarse con los de la provincia deAzangaro, para oponerse al paso de las tropas. Pero poco despues seaveriguó que las razones de este eclesiástico eran disimuladas,producidas con la mas inicua malicia, y que era uno de los que habianconcurrido mas al fomento de los principales rebeldes, induciendo á losvecinos de su doctrina, para que se alistasen bajo sus banderas: y nocontentándose con haber cometido esta maldad, les habia auxiliadotambien con sus caudales y efectos. Bien asegurado el Comandante Generalde tan inicuo procedimiento, mandó secuestrar todos sus papeles, y conellos se confirmó la perversa conducta que habia tenido porque se hallóuna seguida y amigable correspondencia con José Gabriel Tupac-Amaru, ytambien con Diego, que continuaba los injustos designios de su hermano:y hallando confirmados sus atroces delitos por los documentosinterceptados, se le mandó aprisionar con un par de grillos, y seremitió á la ciudad del Cuzco, para que en vista de todo resolviese elVisitador General, D. José Antonio de Areche, se le formase causa, ó lemandase imponer el castigo que considerase justo. Y

para escarmiento deaquellos infieles vasallos se dispuso tambien que D. Gabriel de Avilessaliese la misma noche á la cabeza de un destacamento bien reforzado,con la órden de que al amanecer el siguiente dia, se hallase en la faldade una montaña en que se habian situado para rodearla, y tratarlos contodo el rigor de las armas, como efectivamente lo egecutó, matando masde 100 y quitándoles muchas mulas, caballos y lanzas, sin haber perdidoun hombre de nuestra parte, ni haber sido posible acabar con ellosporque huyeron precipitadamente por caminos tan ásperos y pantanosos,que era inutil seguirlos para alcanzarlos.

Al dia inmediato continuó la marcha nuestro ejército, y á poco ratoavistó el famoso monte nombrado Condocuyo

, donde el año de 1740 ó de41 hicieron una obstinada defensa los indios de la provincia deAzangaro, contra su corregidor, D. Alfonso Santa amotinados sobre quejasde crecidos repartos que les habia hecho á los que, no pudiendo reducirpor la fuerza, se vió precisado á cercarlos y rendirlos por hambre.Estaba este monte coronado de enemigos con banderas, cajas y clarines,cuyo rumor acompañaban de repetidas y desentonadas voces, que formabanun conjunto ruidoso tan grande, que parecia estaba ocupado por 100,000hombres; repitiendo incesantemente los gritos, todos dirigidos áinjuriar é insultar nuestras tropas. Habia tambien en la llanuraconsiderable número de rebeldes, que á toda diligencia retiraban á lasalturas sus tiendas, muebles y ganados. Los batidores acometieron á todogolpe, contraviniendo á las órdenes con que se hallaban, y lo egecutaronprecipitadamente y con tanta desunion, que los rebeldes cayeron sobreellos determinadamente, y no pudiéndose defender ni libertar losprisioneros, ocasionaron tambien la muerte de quince dragones de lastropas de Lima que los seguian, sin que fuese dable evitar este sensibley desgraciado suceso la vanguardia, que á paso largo procuraba acercarsepara el efecto.

Próximo ya todo el ejército español al de los insurgentes, y ocupada lafalda del citado monte de Condorcuyo, los indios de Anta y Chincherosles gritaban que si bajaban á dar la obediencia a S.M. serian perdonadosde buena fé, y se restituirian tranquilamente á sus casas: pero ellosobstinados les respondieron con audacia, que su objeto era dirigirse alCuzco, para poner en libertad á su idolatrado Inca, y que en esteconcepto siguiesen su camino si les acomodaba. Se supo despues poralgunos prisioneros, que mandaba el campo de los rebeldes D. PedroVilca-Apasa, comandante nombrado por el caudillo Diego CristóvalTupac-Amaru, y que tenia en el ejército todos los indios de lasprovincias de Azangaro y Carabaya.

Bien examinada la situacion de los sediciosos, y que era inutilreducirlos por medios suaves, se determinó el ataque para el diasiguiente, que el Comandante General ordenó, dividiendo su ejército encuatro columnas, para que, situándose en distintas posiciones,acometiesen á un tiempo la montaña, destinando una de ellas solo con elobjeto de girar los enemigos y tomarlos por la espalda, á fin de quebatiese y persiguiese á los que fugitivos que escapasen de las tresrestantes: la cual se puso en movimiento dos horas antes que las otras,y todas con la prevencion de no moverse hasta la señalada para elataque. Consecuente á estas prevenciones, se colocó cada una en elpuesto que tenia señalado, y al disparo de dos tiros de cañon empezaroná subir determinadamente, y los rebeldes salieron al encuentro con igualresolucion, y en poco rato se hizo general el combate, en que losenemigos hicieron una obstinada resistencia, favorecidos de unoscorrales que estaban fortificados desde el año de 1741, y entonceshabian puesto en estado de la mejor defensa. Apostados en ellos,lograron rechazar al Teniente Coronel de ejército, D. Manuel Campero,que á la cabeza de una columna de 1,500 hombres los atacó por suizquierda con denuedo y bizarria: pero los enemigos resistieronigualmente, sufriendo un fuego muy vivo de su fusil, porque estabanempeñados en sostener y defender un paso muy preciso por donde habia desubir. Nuestras tropas acreditaron este dia su teson y brio, y no pocaconstancia los rebeldes; hasta que superados por los nuestros, á quecontribuyeron tambien los indios de Anta y Chincheros, fuerondesalojados y puestos en fuga, dejando en el campo de batalla mas de 600cadáveres, sin poderse averiguar el número de heridos que serian muchos,porque sufrieron un excesivo fuego de nuestra parte, hecho casi siempreá distancia de medio tiro de fusil.

Duró la resistencia y lo mas caloroso del combate cerca de dos horas;tuvimos bastantes muertos y heridos, por la constancia con que losrebeldes resistieron los esfuerzos de las tropas del Rey: y para dar unaidea del estado en que e