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libro
misterioso
Donde
todos
deponen
suaves
flores:
Allí
ofrece
el
amante
sus
amores,
Y
el
amigo
su
sincera
oblacion;
Allí
están
los
recuerdos
del
hermano,
Del
padre,
del
amigo
y
del
esposo,
Y
el
crugir
de
sus
hojas,
armonioso,
Es
un
eco
del
tierno
corazon.
Es
el
álbum
un
ara
consagrada
Al
candor,
la
virtud
y
la
belleza,
Donde
ella,
reclinando
su
cabeza,
Melancólica
piensa
en
lo
que
fué:
Allí
llega
el
poeta
y
el
artista
Para quemar su incienso á la hermosura,
Para
ofrecerla
alguna
rosa
pura
Que
ella
en
su
seno
secará
tal
vez.
Allí
tambien
se
acerca
el
peregrino,
Para
doblar
humilde
la
rodilla
Ante
la
hermosa,
en
cuyas sienes
brilla
La
corona
que
adorna
á
la
virtud;
Y
cuya
frente
cándida
y
serena,
Como
el
disco
argentado
de
la
luna,
Que
se
refleja
en
plácidas
lagunas,
Del
corazon
refleja
la
quietud.
Yo
el
peregrino
soy
que
arrodillado
Ante
el
altar
modesto
de
tus
lares,
Culto
rindo
á
los
genios
tutelares
De
la
mansion
tranquila
del
placer;
Y al contemplarte á tí bajo su amparo
Admiro
en
tí
la
madre
cariñosa,
Y
las
virtudes
de
la
casta
esposa,
Flores
que
brota
el
alma
de
mujer.
Yo
soy
el
peregrino
que
cruzando
Del
Andes
la
region
encanecida,
Admiré
entre
las
nieves
escondida
Una
flor
de
bellísimo
color:
Aquella
flor
en
medio
del
desierto
Me hizo olvidar de la aridez del suelo,
Y encontré en el camino algun consuelo
Recordando
lo
suave
de
su
olor.
Tú eres la flor que he visto en este valle,
Y
cuando
de
él
me
aleje
mi
destino
Recordaré
en
el
áspero
camino
Tus
virtudes,
tu
gracia
y
candidez;
Y este recuerdo en tu álbum estampado
Es
la
huella
fugaz
del
pasagero,
Que al pasar á la sombra del palmero
Su cifra misteriosa grava al pié.
XII
QUÉ PODRÉ DECIR
(EN EL ÁLBUM SIN VERSOS DE UNA JÓVEN ESPOSA!)
———
Todos
dicen,
Señora:—«Álbum
sin
versos
Es
arpa
no
encordada
todavía,
Donde
duerme
tranquila
la
armonía
Esperando
la
suave
vibracion;
Y
que
si
el
vate
arroja
una
palabra
En
el
mar
de
sus
hojas
incoloras,
Se
estremecen
sus
páginas
sonoras
Cual
árbol
que
sacude
el
aquilon.»
¡Oh! no es cierto! sin duda quien tal dijo,
Jamas
tu
álbum
purísimo
ha
tenido,
Porque
entonces
habria
allí
leido
Lo
que
en
sus
hojas
blancas
yo
leí:
Lo que se lée en las ondas de los rios
Cuando
la
blanca
luna
los
colora;
Lo que se lée en las nubes del aurora
Entre
celajes
de
oro
y
de
carmin.
¿Qué
podré
yo
decir,
que
ya
no
diga
Esta
página
blanca
de
azucena?
Aquí
se
vé
lucir
pura
y
serena
Tu
frente
que
selló
la
castidad;
Aquí
se
leen
tus
albos
pensamientos
Y
la
inefable
candidez
de
tu
alma,
Y
una
elocuente
imágen
de
la
calma
En
la
apacible
vida
del
hogar.
Aquí
toda
tu
vida
está
en
compendio
Donde
dice
con
cifra
misteriosa:
Bella
argentina,
madre
cariñosa,
Esposa
tierna...
¿qué
mas
quieres,
dí?
Yo
te
juro
que
todo
cuanto
he
dicho
Diciendo
está
tu
libro
en
su
pureza,
Y en su nivea blancura hay mas belleza
Que la que el númen puede darte á tí.
Tampoco
creas
que
el
pensil
mas
bello
Pueda
exalar
mas
inefable
aroma,
Cuando
el
aurora
en
el
oriente
asoma
Y
la
tierra
le
ofrece
su
ovacion;
Que
aquí,
de
las
domésticas
virtudes
Un
misterioso
olor
llena
el
ambiente,
Que
baña
al
peregrino
blandamente
Si se acerca á tu umbral con emocion.
Todo
lo
dice
un
libro
inmaculado
Para
espresar
una
existencia
pura,
Y
esa
misma
elocuencia,
la
natura
Manifiesta
en
el
agua
y
en
la
flor;
Pero
si
algo
deseas,
jóven
bella,
Que
en
este
álbum
purísimo
te
diga,
Diré:—El
cielo
tu
existir
bendiga
Bajo
el
ala
azulada
del
amor.
Puedas
volver
al
seno
de
tu
patria
En
brazos
del
esposo
que
te
adora,
Y
esa
prole
que
el
alma
te
enamora
Le
dé
dias
de
gloria
y
esplendor.
Mi voto es tal, y el corazon me dice
Que
si
mi
patria
fuese
tu
familia,
Pasaria
su
noche
de
vigilia
Y brillaria de esperanza el sol.
XIII
Á UN AMIGO
DEVOLVIÉNDOLE UN LIBRO DEL QUE UNA MANO QUERIDA HABIA ARRANCADOUNOS
VERSOS
DEL
AUTOR,
Y
QUE
FUERON
REEMPLAZADOS POR LOSSIGUIENTES:
———
Los tristes ecos que á mi humilde lira En
otros
dias
arrancó
el
dolor,
Hoy
lo
destroza
con
su
bella
mano
El
ángel
puro
que
me
dió
su
amor.
Así el guardian que vela sobre el hombre
Si
vé
en su
frente
el polvo
sombrear,
Tendiendo
el
ala,
cual
la
seda
blanda,
Quiere
la
mancha
de
su
sien
borrar.
Aquellos
versos
fueron
líneas
truncas
Que
en
arenas
movibles
escribí,
Al
borde
del
torrente
de
la
vida,
Y
que
borradas
por
un
soplo
ví.
Mas, nada importa que mis pobres versos
En
este
libro
vuestro
ya
no
estén,
Cuando
otros
astros
de
esplendor
eterno
Entre
sus
hojas
relucir
se
ven;
Y
si
del
cielo
el
estrellado
manto
Ligera
nube
empaña
su
esplendor,
La
faz
hermosa
de
los
astros
luce
Si
un
viento
leve
limpia
ese
vapor.
Pero
diréisme
que
un
lunar
es
bello,
Y
en
blanco
seno
fúnebre
crespon,
O
en
negros
rizos
un
jazmin
nevado
Que
en
su
contraste
forma
la
ilusion.
Pero no es bello el yuyo en los jardines,
Ni
negra
sangre
en
grato
rosicler,
Ni
las
gotas
de
lodo
salpicado
Sobre
túnica
blanca
de
mujer.
Al reemplazar mis versos con mis versos
Pienso
que
los
dedico
á
la
amistad,
Y
si
en
el
cambio
poco
se
adelanta
En
algo
apreciareis
la
voluntad:
Fueron
los
unos
quejas
de
mi
alma
Que
en
horas
solitarias
exhalé,
Al
ensayar
las
cuerdas
de
la
lira,
Y
entrar
al
mundo
con
incierto
pié;
Y
estos
no
tienen
místicos
perfumes
Del
balsámico
aliento
del
Señor,
Ni
del
artista
los
ligeros
tintes,
Ni
el
trazo
fuerte
del
pensar
creador.
Son
el
aroma
de
las
flores
secas,
Ecos
errantes
de
cancion
fugaz,
Gotas
amargas
á
la
vez
que
dulces
Con
que
el
destino
humedeció
mi
faz.
No
me
pidais
los
versos
arrancados
Que
arrebató
en
su
soplo
el
huracan,
Y que marchitos cual la flor de otoño,
Mústios
y
tristes
por
el
suelo
van.
Ya
no
se
pueden
levantar
del
suelo,
Pues
son
cual
hojas
de
papel
fugaz,
Que aun despues de quemadas tienen forma,
Y
si
se
tocan
son
polvo
y
no
mas.
Así
se
pasan
los
serenos
dias
Y
uno
por
uno
bajan
de
la
sien,
Y
al
levantarlos
de
la
tierra
fria,
Polvo y ceniza son ellos tambien.
XIV
UNA FLOR DEL ALMA
(Á UNA AMIGA ANCIANA)
———
Yo
te
diera
una
flor
de
los
jardines
Para
adornar
tu
blanca
cabellera
Si
su
vida
no
fuese
tan
ligera
Que
nace,
brilla
y
muere
con
un
sol;
Y
darte
quiero
cosa
mas
durable
Que
no
marchite
el
viento
del
olvido,
Y
que
apesar
del
tiempo
transcurrido
Guarde
siempre
su
aroma
y
su
color.
Como hay una que llaman flor del aire,
Hay
otra
que
se
llama
flor
del
alma,
Que
á
veces
brota
en
apacible
calma,
O
al
soplo
de
la
recia
tempestad:
Nacida
en
horas
quietas
y
serenas
Hoy te ofresco una flor del alma mia,
Bañada
en
el
raudal
de
simpatía
Que
la