Segunda Parte de la Crónica del Perú, que Trata del Señorio de los Incas Yupanquis y de sus Grandes Hechos y Gobernación by Pedro de Cieza de León - HTML preview

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Lasmamaconas con los sacerdotes salieron con grand ruido, maldiciendo á losmatadores, diciendo, que, tan grand pecado, grand castigo merecia. De laciudad acudió grand golpe de gente á ver lo que era; y entendido, unos,aprobando lo hecho, se juntaron con Capac; otros, pesándoles, sepusieron en armas sin querer pasar por ello; y así, habiendo divison,caian muchos muertos de una parte y de otra. La ciudad se alborotó entanta manera, que reendiendo por los aires el sonido de sus propiasvoces, no se oian ni entendian. En esto, prevaleciendo el tirano, seapoderó de la ciudad, matando á todas las mugeres del Inca, aunque lasmás principales habian ido con él. Huyéronse de la ciudad algunas, lascuales fueron á parar á donde Viracocha Inga estaba; y como por él fuéentendido, disimulando el pesar que sintió, mandó á su gente quecaminasen la via del Cuzco.

Pues volviendo á Capac el tirano, como hobo tomado la ciudad en sí,quiso salir en público con la borla, para por todos ser tenido por rey;más como el primer ímpetu fuese pasado, y aquel furor conque loshombres, saliendo de su entero juicio, acometen grandes maldades, losmesmos que lo incitaron á que se levantase, riéndose de que quisiese ladignidad real, le injuriaron de palabra y le desampararon, saliendo áencontrarse con el verdadero Señor, á quien pidieron perdon por lo quehabian cometido.

A Capac no le faltó ánimo para llevar el negocio adelante; mas, viendola poca parte que era, muy turbado, viendo la mudanza tan súpita,maldecia á los que le habian engañado y á sí propio, por fiarse dellos;y por no ver con sus ojos al rey Inca, castigó el mesmo su yerro,tomando ponzoña, [de que] cuentan que murió. Sus mujeres y hijos conotros parientes le imitaron en la muerte.

La nueva de todo esto iba á los reales del Inca, el cual, como llegase ála ciudad y entrase en ella, fué derecho al templo del sol á hacersacrificios. Los cuerpos de Capac y de los otros que se habian muerto,mandó que fuesen echados en los campos, para ser manjar de las aves, ybuscando los participantes en la traicion, fueron condenados á muerte.

Entendido por los confederados y amigos de Viracocha Inga lo sucedido,le enviaron muchas embajadas con grandes presentes y ofrecimientos,congratulándose con él; y á estas embajadas respondió alegremente.

En este tiempo, dicen los orejones que habia en el templo del sol muchasseñoras vírgenes, las cuales eran muy honradas y estimadas y noentendian en más de lo por mí dicho en muchas partes desta Historia. Ycuentan que cuatro dellas usaban feamente de sus cuerpos con ciertosporteros de los que las guardaban, y siendo sentidas, fueron presas y lomesmo á los adulteradores,

y

el

sacerdote

mayor

mandó

que

fuesenjusticiados ellas y ellos.

El Inca estaba con determinacion á lo de Condesuyo, mas, hallándosecansado y viejo, lo dejó. Por entónces, mandó que le fuesen hechos en elvalle de Xaquixaguana unos palacios para salirse á recrear en ellos; ycomo tuviese muchos hijos y conosciese que el mayor de ellos, que habiapor nombre Inca Urco, en quien habia de quedar el mando del reino, teniamalas costumbres y era vicioso y muy cobarde, deseaba privarlo delseñorío, para lo dar á otro más mancebo, que por nombre habia IncaYupanqui.

CAP. XLI.—De cómo vinieron al Cuzco embajadores de los tiranos delCollao,

nombrados Sinchi Cari[128] y Zapana, y de la salida de ViracochaInga al

Callao. [129]

MUCHAS historias y acaecimientos pasaron entre los naturales destasprovincias en estos tiempos; mas, como yo tengo por costumbre de contarsolamente lo que yo tengo por cierto segun las opiniones de los hombresde acá y la relacion que tomé en el Cuzco, dejo lo que inoro é muyclaramente no entendí, y tratare lo que alcancé, como ya muchas veces hedicho. Y así, es público entre los orejones, que en este tiempo vinieronal Cuzco embajadores de la provincia del Collao; porque cuentan, que,reinando Inca Viracocha, poseia el señorío de Hátun[130]

Collao un señorllamado Zapana, como otro que hobo deste nombre; y que como en el paludede Titicaca[131] hobiese islas pobladas de gente, con grandes balsas,entró en las islas, á donde peleó con los naturales dellas, y se dieronentre él y ellos grandes batallas, de las cuales el Cari[132] salióvencedor[133]; mas, que no pretendia otro honor ni señorío más que robary destruir los pueblos, y cargado con el despojo, sin querer traercautivos, dió la vuelta á Chucuito, á donde habia hecho su asiento y porsu mandado se habian poblado los pueblos de Hilave, Xulli, [ó Chulli],Cepita, Pumata[134] y otros; y con la gente que pudo juntar, despues dehaber fecho grandes sacrificios á sus dioses, ó demonios, determinó desalir á la provincia de los Canas; los cuales, como lo supieron,apellidándose unos [á otros], salieron á encontrarse con él y se dieronbatalla, en la cual fueron los Canas vencidos con muerte de muchosdellos. Habida esta victoria por Cari, determinó de pasar adelante, yhaciéndolo así, llegó hasta Lurocachi, á donde dicen que se dió otrabatalla entre los mismos Canas y en la cual tuvieron la misma fortunaque en las pasadas.

Con estas victorias estaba muy soberbio Cari, y la nueva habia corridopor todas partes; y como Zapana, el Señor de Hátun Collao, lo supiese,pesóle por el bien del otro, y mandó juntar sus amigos y vasallos, parale salir al camino y quitarle el despojo; mas, no se pudo hacer tansecreta la junta, que Cari no entendiese el designio que Zapana tenia, ycon buena órden se retiró á Chucuito por camino desviado, de manera queZapana no le pudiese molestar; y llegado á su tierra, mandó juntar losprincipales della, para que estuviesen apercebidos para lo que Zapanaintentase, teniendo propósito de procurar su destruicion y que en elCollao uno solo fuese el Señor; y este mesmo pensamiento tenia Zapana.

Y como se divulgase por todo este reino el valor de los Incas y su granpoder y la valentia de Viracocha Inga, que reinaba en el Cuzco, cada unodestos, queriendo granjear su amistad, la procuraron con embajadores quele enviaron para que quisiese mostrarse su valedor y ser contra suenemigo. Partidos estos mensajeros con grandes presentes, llegaron alCuzco al tiempo quel Inca venia de los palacios ó tambos que para supasatiempo habia mandado hacer en Xaquixaguana; y entendido á lo quevenian, los oyó, mandando que los aposentasen en la ciudad y proveyesende lo necesario; y tomando parescer con los orejones y ancianos de suconsejo sobre lo que haria en lo tocante á las embajadas que habianvenido del Collao, se acordó de pedir respuesta en los oráculos. Lo cualhacen delante de los ídolos los sacerdotes, y encojiendo sus hombros,meten la barba en los pechos, y haciendo grandes papos, que ellos mesmosparecen fieros diablos, comienzan hablar con voz alta y entonada.Algunas veces, yo, por mis ojos, ciertamente he oido hablar á indios conel Demonio; y en la provincia de Cartagena, en un pueblo marítimollamado Bahayre, oí responder al Demonio en silvo tenorio, y con talestenores, que yo no se cómo lo diga, mas que un chripstiano que estaba enel mesmo pueblo más de media legua de donde yo estaba, oyó el mesmosilvo, y despanto,

estuvo

algo

mal

dispuesto;

y

los

indios

dierongrandísima grita otro dia por la mañana publicando la respuesta delDiablo. Y en algunas partes desta tierra, como los defuntos los tenganen hamacas, entran en los cuerpos los demonios algunas veces yresponden. A un Aranda oí yo decir, quen la isla de Cárex[135] viótambien hablar á uno destos muertos, y es para reir las niñerias yembustes que les dice.

Pues como el Inca determinase de haber respuesta de los oráculos, enviólos que solian ir á tales casos, y dicen que supo que le convenia ir alCollao y procurar el favor de Cari; y como este hobo entendido, mandóparescer ante sí á los mensajeros de Zapana, á los cuales dijo quedijesen á su Señor, que él saldria con brevedad del Cuzco para ver latierra del Collao, á donde se verian y tratarian su amistad. A los quede parte de Cari vinieron, dijo que le dijesen cómo él se quedabaadrezando para ir en su ayuda y favor, que presto seria con él. Y comoesto hobiese pasado, mandó el Inca hacer junta de gente para salir delCuzco, dejando uno de los principales de su linaje por gobernador.

CAP. XLII.—De cómo Viracocha Inga pasó por las provincias de losCanches y

Canas, y anduvo hasta que entró en la comarca de losCollas[136] y lo que

sucedió entre Cari y Zapana.

DETERMINADO por el Inca de ir al Collao, salió de la ciudad del Cuzcocon mucha gente de guerra, y pasó por Móyna, y por los pueblos de Úrcosy Quiquixana. Como los Canches supieron la venida del Inca, acordaron dese juntar y salir con sus armas á le defender la pasada por su tierra; ypor él entendido, les envió mensajeros que les dijesen que no tuviesental propósito, porque él no queria hacerles aquel enojo, ántes deseabade los tener por amigos; y que si para él se venian los principales ycapitanes, que les

daria

á

beber

con

su

propio

vaso.

Los

Canches[137]respondieron á los mensajeros que no estaban por pasar por lo quedecian, sino por defender su tierra de quien en ella entrase. Vueltoscon la respuesta, encontraron con Viracocha Inga en Cangalla, y lleno deira por lo poco que los Canches tuvieron su embajada, caminó con máspriesa que hasta allí, y llegando á un pueblo que há por nombreCombapata, junto á un rio que por él pasa, halló á los Canches puestosen órden de guerra, y allí se dió entre unos y otros la batalla, dondede ambas partes murieron muchos, y fueron los Canches vencidos, yhuyeron los que pudieron, y los vencedores tras ellos, prendiendo ymatando. Y habiendo pasado gran rato, volvieron con el despojo, trayendomuchos cautivos, así hombres, como mujeres.

Y como esto hobiese pasado, los Canches de toda la provincia enviaronmensajeros al Inca para que les perdonase y en su servicio recebiese, ycomo él otra cosa no desease, lo otorgó con las condiciones que solia,que era, que rescibiesen por soberanos señores á los del Cuzco y serigiesen por sus leyes y costumbres, tributando con lo que en suspueblos hobiese, conforme como lo hacian los demás. Y habiendo estadoalgunos dias entendiendo en estas cosas y en hacer entender á losCanches que los pueblos tuviesen juntos y concertados, y que entre ellosno se diese guerra ni hobiese pasion, y pasó adelante.

Los Canas habíanse juntado número grande dellos en el pueblo que llamanLurucachi[138], y como entendieron el daño que habian rescebido losCanches, y como el Inca no hacia injuria á los que se daban por susamigos, ni consentia hacerles agravio, determinaron de tomar amistad conél. A esto, el rey Inca venia caminando, acercándose á Lurucachi[139], yentendió la voluntad que los Canas tenian, de que mostró holgarse mucho;y como estuviese en aquella comarca el templo de Aconcagua, enviógrandes presentes á los ídolos y sacerdotes.

Llegados los embajadores de los Canas, fueron bien recebidos por IncaViracocha, y les respondió que fuesen los principales y más viejos delos Canas allá cerca, donde se verian, y que como hobiese estado algunosdias en el templo de Vilcanota, se daria priesa á verse con ellos. Y dióá los mensajeros algunas joyas y ropas de lana fina, é mandó á su gentede guerra que no fuesen osados de entrar en las casas de los Canas, nirobar nada de lo que tuviesen, ni hacellos daño ninguno; porque el buencorazon que tenian no se les turbase y tomasen otro pensamiento.

Los Canas, oida la respuesta, mandaron poner mucho mantenimiento por loscaminos y abajaban de los pueblos á servir al Inca, que con muchajusticia entendió en que no fuesen agraviados en cosa alguna, y eranproveidos de ganado y de suvica[140], que es su vino; y como hobierellegado al vano templo, hicieron sacrificios conforme á su gentilidad,matando muchos corderos para el sacrificio. De allí caminaron paraAyavire, donde los Canas estaban con mucho proveimiento y el Inca leshabló amorosamente, y con ellos asentó su asiento de paz como solia conlos demás. Y los Canas, teniendo por provechoso para ellos el sergobernados por tan santas y justas leyes, no reusaron pagar tributo niel ir al Cuzco con reconocimiento.

Esto pasado, Viracocha Inga determinó de se partir para el Collao, ádonde ya se savia todo lo que por él habia sido hecho, así en losCanches como en los Canas, y estaban aguardándole en Chucuito, y lomismo en Hátun Collao; á donde Zapana estaba ya entendiendo cómo Cari sehabia gratulado con Viracocha, y que le estaba aguardando; y porque nose hiciese más poderoso, acordó de le salir á buscar y dar batalla ántesque el Inca se juntase con él; y Cari, que debia de ser animoso, saliócon su gente á un pueblo que se llama Paucarcolla[141], y junto á él seafrontaron los dos más poderosos tiranos de la comarca, con tanta gente,que se afirma que se juntaron ciento y cincuenta guarangas[142] deindios: y entre todos se dió la batalla á su usanza, la cual cuentan quefué muy reñida y á donde murieron mas de treinta mill indios. Y habiendodurado gran rato, Cari quedó por vencedor, y Zapana y los suyos fueronvencidos con muerte de muchos; y el mismo Zapana fué muerto en estabatalla.

CAP. XLIII.—De cómo Cari volvió á Chucuito, y de la llegada deViracocha

Inga, y de la paz que entre ellos trataron.

LUEGO que Zapana fué muerto, Cari se apoderó de su real y robó todo loque en él habia, con la cual presa dió la vuelta á Chucuito; y estabaaguardando á Viracocha Inga, y mandó adreszar los aposentos y proveerlosde mantenimientos. El Inca supo en el camino el fin de la guerra y cómoCari habia vencido, y aunque en lo público daba á entender haberseholgado, en lo secreto le pesó por lo sucedido, porque con haberdiferencias entre aquellos dos, pensaba él fácilmente hacerse señor delCollao, y pensó de se volver con brevedad al Cuzco, porque no lesucediese alguna desgracia.

Y como estuviese ya cerca de Chucuito, salió Cari con los másprincipales de los suyos á le recebir, y fué aposentado é muy servido; ycomo desease la vuelta al Cuzco con brevedad, habló con Cari, adulándolecon palabras de lisonjas sobre lo mucho que se habia holgado de su buenaandanza, y que venia á le ayudar con toda voluntad, y que para queestuviese cierto que siempre le seria buen amigo, le queria dar pormuger á una hija suya. A lo cual respondió Cari, que era muy viejo yestaba muy cansado, que le rogaba que casase á su hija con mancebo, pueshabia tantos en que escoger, y que supiese que él se habia de tener porseñor y amigo y reconocerle en lo que él mandase; y así, le ayudaria enguerras y en otras cosas que se ofresciesen. Y luego, en presencia delos más principales que allí estaban, mandó traer Viracocha Inga un granvaso de oro y se hizo el pleito homenaje entre ellos desta manera:bebieron un rato del vino que tenian las mujeres, y luego el Inca tomóel vaso ya dicho, y poniéndolo encima de una piedra muy lisa, dijo: "Laseñal sea esta, que este vaso se esté aquí y que yo no le mude ni tú letoques, en señal de ser cierto lo asentado." Y besando, hicieronreverencia al sol, y hicieron un gran taqui y areyto con muchos sones; ylos sacerdotes, diciendo ciertas palabras, llevaron el vaso á uno de losvanos templos donde se ponian los semejantes juramentos que se hacianpor los reyes y señores. Y habiéndose holgado algunos dias ViracochaInga en Chucuito, se volvió al Cuzco, siendo por todas partes muyservido y bien recebido.

E ya muchas provincias estaban asentadas, y usaban de mejoras ropas ytenian mejor costumbre y religiones que ántes, gobernándose por lasleyes y costumbres del Cuzco. Adonde habia quedado por gobernador de laciudad Inca Urco, hijo de Viracocha Inga, del cual cuentan que era muycobarde, remiso, lleno de vicios y con pocas virtudes; mas, como era elmayor, habia de suceder en el imperio de su padre; quien dicen que,conociendo estas cosas, quisiera mucho privarlo del señorio y darlo áInca Yupanqui, su segundo hijo, mancebo de muy gran valor y adornado debuenas costumbres, esforzado y animoso, y que tenia los pensamientos muygrandes y altos; mas, los orejones y principales de la ciudad no querianque fuesen quebrantadas las leyes y lo que se usaba y guardaba porordenacion y estatuto de los pasados, y aunque conocian cuán malinclinado era Inca Urco, querian que él y no otro fuese rey despues dela muerte de su padre. Y esto lo he dicho tan largo, porque dicen losque desto me avisaron, que desde Úrcos Viracocha Inga embió susmensajeros á la ciudad para que lo tratasen, y no pudo concluir nada delo que queria. Y como entró en el Cuzco, le fué hecho gran recebimiento;y como ya estuviese muy viejo y cansado, determinó de dejar lagobernacion del reino á su hijo y entregarle la borla y salirse al vallede Yucay y al de Xaquixaguana á recrear y holgar; y así lo comunicó conlos de la ciudad, pues no pudo que le sucediese Inca Yupanqui.

CAP. XLIV.—De cómo Inca Urco fué recebido por gobernador general detodo

el imperio y tomó la corona en el Cuzco, y de cómo los Chancasdeterminaban

de salir á dar guerra á los del Cuzco.

LOS orejones, y áun todos los demás naturales destas provincias, sereyeron de los hechos deste Inca Urco. Por sus poquedades, quieren queno goce de que digan que alcanzó la dignidad del reino, y así vemos queen la cuenta que de los quipos y romances tienen de los reyes quereinaron en el Cuzco, callan este, lo cual yo no haré, pues al fin, maló bien, con vicios ó virtudes, gobernó y mandó el reino algunos dias. Yasí, luego que Viracocha Inga se fué al valle de Xaquixaguana, envió alCuzco la borla ó corona, para que los mayores de la ciudad la entregasená Inca Urco, habiendo dicho que bastaba lo que habia trabajado y hechopor la ciudad del Cuzco, que lo que de la vida le quedaba queria gastaren holgarse, pues era viejo é no para la guerra. Y como se entendió suvoluntad, luego Inca Urco sentró á hacer los ayunos y otras religionesconforme á su costumbre, y acabado, salió con la corona y fué al templodel sol á hacer sacrificios; y se hicieron en el Cuzco á su usanzamuchas fiestas y grandes borracheras.

Habiase casado Inca Urco con su hermana para haber hijo en ella que lesucediese en el señorío. Era tan vicioso y dado á lujurias ydeshonestidades, que sin curar della, se andaba con mujeres bajas y conmancebas, que eran las que queria y le agradaban; y áun afirman quecorrompió algunas de las mamaconas questaban en el templo, y era tan depoca honra, que no queria que se estimasen. Y andaba por las más partesde la ciudad bebiendo; y desque tenia en el cuerpo una arroba y más deaquel brebaje, provocándose al vómito, lo lanzaba, y sin vergüenzadescubria las partes vergonzosas, y echaba la chicha convertida enorina; y á los orejones que tenian mujeres hermosas, cuando las via, lesdecia: "Mis hijos, ¿cómo están?"

Dando á entender que habiendo con ellasusado, los que tenian eran dél y no de sus maridos. Edificio ni casanunca lo hizo; era enemigo de armas; en fin, ninguna cosa buena cuentandel sino ser muy liberal.

Y como hobiese tomado la borla, despues de ser pasados algunos dias,determinó de salirse á holgar á las casas de placer que para recreacionde los Incas estaban hechas, dejando por su lugar teniente á IncaYupanqui, que fué padre de Tupac Inca, como adelante contaré.

Estando las cosas del Cuzco de esta manera, los Chancas, como atrásconté, habian vencido á los Quíchuas y ocupado la mayor parte de laprovincia de Andabailes, y como estuviesen victoriosos, oyendo lo quese decia de la grandeza del Cuzco y su riqueza y la majestad de losIncas, desearon de no estarse encojidos ni dejar de pasar adelante,ganando con las armas todo lo á ellos posible; y luego hicieron grandesplegarias á sus dioses ó demonios, y dejando en Andabailes, que es loque los españoles llaman Andaguaylas[143], que está encomendada á DiegoMaldonado el rico, gente bastante para la defensa della, y con la queestaba junta para la guerra, salió Hastu Huaraca y[144]

un hermano suyomuy valiente, llamado Omoguara, y partieron de su provincia con muy gransoberbia, camino del Cuzco, y anduvieron hasta llegar á Curampa[145], donde asentaron su real, y hicieron gran daño á los naturales de lacomarca. Mas como en aquellos tiempos muchos de los pueblos estuviesenen los altos y collados de las sierras, con grandes cercas, que llamanpucaraes, no se podian hacer muchas muertes, ni querian cativos, ni másque robar los campos. Y salieron de Curampa[146] y fueron al aposento deCochacassa[147] y al rio de Amancay[148], destruyendo todo lo quehallaban, y así se acercaron al Cuzco, adonde ya habia ido la nueva delos enemigos que venian contra la ciudad; mas, aunque fué sabido por elviejo Viracocha no se le dió nada, mas ántes, saliendo del valle deXaquixaguana, se fué al valle de Yucay con sus mujeres y servicio. IncaUrco tambien dicen que se reia, teniendo en poco lo que era obligado átener en mucho; mas, como el ser del Cuzco estuviese guardado para seracrecentado por Inca Yupanqui y sus hijos, hobo él de ser el que libróde estos miedos, con su virtud, á todos; y no solamente venció á losChancas, mas sojuzgó la mayor parte de las naciones que hay en estosreinos, como adelante diré.

CAP. XLV.—De cómo los Chancas allegaron á la ciudad del Cuzco ypusieron

su real en ella, y del temor que mostraron los que estaban enella, y del gran

valor de Inca Yupanqui.

DESPUES que los Chancas hobieron hecho sacrificios en Apurima, yllegasen cerca de la ciudad de Cuzco, el capitan general que llevaban, óseñor dellos, Hastu Guaraca[149], les decia que mirasen la alta empresaque tenian, que se mostrasen fuertes y no tuviesen pavor ni temorninguno de aquellos que pensaban espantar la gente con pararse lasorejas tan grandes como ellos se ponian; y que si los vencian, habrianmucho despojo é mujeres hermosas con quien holgasen; los suyos lerespondian alegremente que harian el deber.

Pues como en la ciudad del Cuzco hobiesen sabido ya de los que veniancontra ella, é Viracocha Inga ni su hijo Inca Urco no se diesen nada porello, los orejones y más principales estaban muy sentidos por ello, ycomo ya supiesen los enemigos cuán cerca estaban, fueron hechos grandessacrificios á su costumbre, y acordaron de rogar á Inca Yupanqui quetomase el cargo de la guerra, mirando por la salud de todos. Y tomandola mano uno de los más ancianos, habló con él en nombre de todos y élrespondió, que cuando su padre queria á él darle la borla, noconsintieron, sino que fuese Inca el cobarde de su hermano, y que élnunca con tirania ni contra la voluntad del pueblo pretendió la dignidadreal, y que pues ya habian visto Inca Urco no convenir para ser Inca,que hiciesen lo que eran obligados al bien público, sin mirar lacostumbre antigua no fuese quebrantada. Los orejones respondieron, que,concluida la guerra, entenderian en hacer lo que á la gobernacion delreino conviniese; y dicen que por la comarca enviaron mensajeros quetodos los que quisiesen venir á ser vecinos del Cuzco, les serian dadastierras en el valle y sitio, para casas, y serian privilegiados; y asívinieron de muchas partes. Y pasado esto, el capitan Inca Yupanquisalió á la plaza donde estaba la piedra de la guerra, puesta en sucabeza una piel de leon, para dar á entender que habia de ser fuertecomo lo es aquel animal.

En este tiempo llegaban los Chancas á la sierra de Villcacunga[150], yInca Yupanqui mandó juntar la gente de guerra que habia en la ciudad,con determinacion de le salir al camino, nombrando capitanes los que másesforzados les pareció; mas, tornando á tomar parecer, se acordó de losaguardar en la ciudad.

Los Chancas llegaron á poner su real junto al cerro de Carmenga, queestá por encima de la ciudad, y pusieron luego sus tiendas. Los delCuzco habian hecho por las partes de la entrada de la ciudad grandeshoyos llenos de piedra y por encima tapados sotilmente, para que cayesenlos que allí anduviesen.

Como en el Cuzco las mujeres y muchachosvieron[151] los enemigos, hobieron mucho espanto y andaba gran ruido.Inca Yupanqui envió mensajeros á Hastu Guaraca para que asentasen entreellos, y no hobiese muerte de gentes. Hastu Guaraca, con soberbia, tuvoen poco la embajada, y no quiso mas de pasar por lo que la guerradeterminase; aunque, importunado de sus parientes y más gente, quisotener plática con el Inca y así se lo envió á decir.—La ciudad estáasentada entre cerros en lugar fuerte por natura, y las laderas y cabosde sierras estaban cortados y por muchas partes puestas púas recias depalma, que son tan recias como de hierro y más enconosas ydañosas[152].

Llegaron á tener habla el Inca y Hastu Guaraca; y estandotodos puestos en arma, aprovechó poco la vista, porque encendiéndose máscon las palabras que el uno al otro se dijeron, allegaron á las manos,teniendo grandísima grita y ruido;—porque los hombres de acá son muyalharaquientos en sus peleas, y más se teme su grita que no su esfuerzopor nosotros;—y pelearon unos con otros gran rato; y sobreviniendo lanoche, ceso la contienda, quedándose los Chancas en sus reales, y los dela ciudad por la redonda della, guardándola por todas partes, porque losenemigos no la pudiesen entrar; porque el Cuzco ni otros lugares destaspartes no son cercados de muralla.

Pasado el rebato, Hastu Guaraca animaba los suyos esforzándolos para lapelea, y lo mesmo hacia Inca Yupanqui á los orejones y gente que estabaen la ciudad. Los Chancas, denodadamente salieron de sus reales convoluntad de la entrar, y los del Cuzco salieron con pensamiento de sedefender; y tornaron á la pelea, á donde murieron muchos de ambaspartes; mas, tanto fué el valor de Inca Yupanqui, que alcanzó la vitoriade la batalla con muerte de los Chancas todos, que no escapó, á lo quedicen, sino poco más de quinientos, y ente ellos su capitan HastuGuaraca, el cual con ellos, aunque con trabajo, llegó á su provincia. ElInca gozó el despojo y hobo muchos cativos así hombres como mujeres.

CAP. XLVI.—De cómo Inca Yupanqui fué rescebido por rey y quitado elnombre

de Inca á Inca Urco, y de la paz que hizo con Hastu Guaraca.