Como segundo nivel de los talleres holísticos, el taller ANTIHOMOFOBICO
profundiza sobre una serie de factores que inciden en la baja autoestima de los gays. Si analizamos el trauma como un evento adverso fuera del control de la persona que produce efectos duraderos, tanto físicos como emocionales, la conciencia del niño de una identidad gay en una sociedad homofóbica es responsable de un alto grado de trauma. Según el Comprehensive Textbook of Psychiatry, el común denominador del trauma psicológico es un sentimiento de "miedo intenso, desesperanza, pérdida de control y amenaza de aniquilamiento " De acuerdo con el
Websterś Dictonary, trauma es "una experiencia emocional dolorosa que usualmente produce un efecto duradero (Farmer, p. 46) Estos "efectos duraderos" son los que se conocen como el síndrome postraumático del estrés.
En el caso de los gays, la conciencia de que desarrollan una orientación sexual distinta puede considerarse como una experiencia traumatizante. Ser homosexual es equiparado con una perversión, el demonio o la delincuencia. Estos son los mensajes que él o ella aprenden. No existen modelos que validen su opción y nadie con quién compartirlos.. El niño se siente enfermo y sabe que no debe revelar su preferencia, porque si lo hiciera, el castigo sería contundente, quizás la aniquilación.
Algunos síntomas del estrés postraumático que son también comunes a la conciencia de la homosexualidad en sociedades homofóbicas son los siguientes:
Físicos:
Hipervigilancia es uno de ellos y significa un estado de alerta contínua, aún cuando no hay crisis. La persona se preocupa tanto por su seguridad que no puede relajarse. Para los gays, tener que esconder su sexualidad constantemente requiere de un estado permanente de alerta, con una gran producción de adrelanina, que hacen imposible el relajamiento.
Reacciones defensivas exageradas. El mundo se mira con desconfianza, cualquier disturbio es mirado con gran recelo. Cuesta diferenciar lo que es un problema menor de una crisis a la integridad. Nunca se sabe de dónde proviene un ataque, de ahí que siempre se espere de cualquier cosa o persona.
2
Dificultades en el sueño. El estado de angustia y de alerta se traduce en problemas de insomnio o pesadillas.
Problemas de la memoria y la concentración. Existen grandes períodos en blanco en la memoria, principalmente aquellos en que sucedió el abuso, el trauma, o el sentimiento de aislamiento. En algunas ocasiones, los recuerdos del evento impiden la concentración.
Cambios de humor, especialmente cólera y depresión. Como la cólera ha sido reprimida por tanto tiempo y se teme aún su expresión (porque revelaría la identidad) ésta surge de maneras indirectas (los venenos, el odio hacia los mismos homosexuales) o de formas inapropiadas (se desplaza hacia otros eventos o personas, que no tienen que ver con el asunto). Esta incapacidad de ventilar abiertamente la cólera por la represión, hace que mucha de ésta se torne hacia dentro, o sea que se vuelque contra uno mismo.
Síntomas intrusivos:
Recuerdos angustiosos recurrentes (pensamientos, memorias, sueños, pesadillas, "flashbacks"). Las imágenes de las primeras atracciones, juegos sexuales o encuentros con la homosexualidad recurren con el fin de ser integrados en la conciencia. Mientras queden sin integrarse, continuarán persiguiéndonos. También lo harán los castigos imaginarios, los temores más básicos, la culpa y los fantamas de antaño.
Angustia psicológica o física ante eventos que simbolizan el trauma.
Ciertas situaciones reviven la experiencia del trauma. A veces la oscuridad recrea el temor que se sentía en las noches; en otras ocasiones, los ruidos o los sabores. Para muchos, por ejemplo, al oir la misa se revive el rechazo primitivo de la homosexualidad. Para otros, sucede lo mismo con ciertas personas, hechos o situaciones.
Angustia del sobreviviente. Existe culpa por haber logrado sobrevivir mientras que otros gays no pudieron, ya sea por suicidios, adicciones o el Sida.
Síntomas de aversión:
Evadir pensamientos particulares, sentimientos, actividades o situaciones. Para no sentir el dolor del trauma, se anestesian sentimientos como la cólera o el dolor. También se evitan actividades como bailes, fiestas, cumpleaños que hacen recordar los malos ratos pasados cuando se 3
tuvo que disimular la identidad y forzar la heterosexualidad. Otra forma de evasión es ausentarse de fiestas familiares para evitar el problema del rechazo a la pareja. No participar en actividades deportivas o políticas por temor a la confrontación de la identidad, es también un síntoma.
Interés disminuido en ciertas activades o situaciones Los gays que se encuentran deprimidos evitarán eventos que despierten sentimientos fuertes como lo son el amor y la identidad. No tener pareja, carecer de relacíones íntimas, aislarse de los amigos, no tener espacios para hablar, son formas de huirle a todo lo que signifique una emoción fuerte. Todo lo que se asocie con eventos de impacto es temido.
Disociaciones. Compartimentos mentales para despositar experiencias y sentimientos no aceptados. El trauma del rechazo se desplaza hacia sectores menos conscientes de la mente. Se desarrollan también muchas
"caras" ante distintas situaciones. A veces existen tantas de ellas que la persona no sabe cuál es su verdadera personalidad. En ciertas ocasiones, solo con el licor o las drogas, se abren los compartimentos en donde están el amor y la necesidad de cariño .
Abanico reducido de emociones. Para no sentir el dolor, el niño suele evitar sentir todo lo que sea demasiado fuerte. Muchos gays sobreviven permitiéndose solo sentir lo menos amenazante.
Estos síntomas del estrés postraumático deben mirarse como estrategias de sobrevivencia del niño para vivir el trauma de una sociedad homofóbica.
Tuvieron su importancia para no permitir que el dolor destruyera al individuo.
Sin embargo, en la adultez, se convierten en verdaderos obstáculos para desarrollar una buena autoestima y relaciones maduras y profundas.
El funcionamiento de las estrategias de sobrevivencia Cuando el niño se da cuenta que tiene una identidad sexual distinta a la aprobada en una sociedad homofóbica, el impacto de este conocimiento suele producir trauma. El niño se ha enterado de que existe algo intrínsicamente malo en él o ella que no puede compartir con nadie y que le augura, de saberse, el rechazo social y familiar. Esta conciencia se convierte en una experiencia traumática: existe un evento que se mira (aunque en la realidad no lo sea) como adverso; no existe forma de controlarlo y la única forma de sobrevivirlo es desplazarlo de la conciencia (por medio de la represión, disociación, división de la personalidad). El niño siente también de que de saberse su secreto, la sociedad lo podría aniquilar. De ahí que los niños gays crezcan con niveles mayores de ansiedad, angustia y estrés. Una gran cantidad de la energía física y mental se invierte en luchar contra, o 4
esconder, su identidad. Más adelante, esta estrategia produce hombres gays que necesitan eventos que les hagan "disparar" la adrelanina, a la que están acostumbrados, como las drogas, el sexo compulsivo, el peligro o los pleitos (adicción a las emociones fuertes).
Tal como sucede con los niños agredidos sexualmente, el niño que averigua que es homosexual, siente que tiene ante sí una adversidad para la que no está preparado. El o ella lo mirará como algo malo (porque así lo intuye de la sociedad ) para lo que no puede pedir ayuda. De la misma forma en que el abusador sexual coacciona al niño para que no hable, así la sociedad hace del homosexualismo un tabú. Para el niño, el silencio y la negación de su identidad se convierten, así, en sus formas de sobrevivencia. Se trata de rechazar la atracción que se siente o de esconderla para que nadie se entere.
Esta negación de la identidad y de los sentimientos hacen que el adulto, después, la utilice ampliamente. La negación del peligro le sirvió al niño como defensa y como estrategia para no reconocer su "problema". Es común que la negación se utilice, luego, ante otros peligros que no se quieren enfrentar, inclusive el Sida. Negar la discriminación, la necesidad de apoyo, la opresión religiosa o política, son todas formas distintas de no mirar lo que se teme. De reconocerlo, habría que enfrentarlo y el temor es demasiado grande.
El precio a pagar es una autoestima baja y una distorsión del proceso de aceptación personal. Los niños gays crecen creyendo que si la gente supiera como son en realidad, serían despreciados y rechazados, y quizás, eliminados. Para la mente del niño, la amenaza de expulsión del seno familiar es real.
Esta baja autoestima reduce las alternativas sociales y emocionales.
Quedará siempre un sentimiento de desvalorización, de falta de atractivo para los demás, de incapacidad de establecer relaciones maduras. Los gays que no han resuelto su trauma de crecer en sociedades homofóbicas tenderán a aislarse de los demás, a esconderse, a evitar sentimientos fuertes y amenazantes como la cólera y el amor. Además, estarán más expuestos a las enfermedades porque la tristeza afecta su sistema inmune y reduce las defensas.
La estrategia del disimulo también crea problemas. Los niños gays aprenden muy temprano a disimular y a esconder lo que sienten. Esto produce incongruencias entre la expresión y la realidad de los sentimientos. Se expresa lo que no se siente y se siente lo que no se expresa. El niño tiene que llegar a confundirse y a no saber, a veces, qué es lo que en realidad le está ocurriendo. Años de realizar esta práctica tienen su impacto al producir 5
disociaciones con los sentimientos.
Para lograr una recuperación de la capacidad de sentir y de apreciar la homosexualidad, el taller utilizará una serie de temas y técnicas con el fin de resolver muchos de los conflictos infantiles. Para lograrlo, se trabajará en tres áreas:
1-Reconocimiento del trauma. Traer a la conciencia los sentimientos asociados con el descubrimiento de la homosexualidad durante la niñez. En vez de continuar con la negación y el desconecte con los sentimientos, el taller trabajará para lograr el reconocimiento del trauma y su integración a la conciencia.
2- Identificación del trauma y sus secuelas. En grupo, se trabajará en descubrir todas las secuelas del trauma. Se estudiarán como estrategias de sobrevivencia y profundizará en aprehender cuáles son, cómo funcionan, qué beneficios y desventajas ocasionan, cuáles se mantienen hasta la fecha y cómo nos afectan.
3- Resolución del trauma. Una vez que se reconocen las estrategias de sobrevivencia, se trabajará para resolver el trauma y buscar otras alternativas sustitutivas a las estrategias anteriores. Los traumas no se resuelven reprimiéndolos, sacándolos de la conciencia o racionalizándolos.
Para resolverlos es necesario integrarlos en la conciencia y dejar salir todo lo que representan, ya sea en lágrimas, gritos, patadas o como sea. Luego, es necesario compartirlos con otros para que pierdan el poder y su condición de temas secretos y prohibidos. Finalmente, es importante volver atrás e imaginariamente recrear el proceso como debió haberse dado: con apoyo, cariño, aceptación y reconocimiento de nuestra parte y de los seres queridos, de nuestra homosexualidad. Una vez logrado ésto, estaremos más listos a perdonar nuestra homofobia y la de los demás y a cambiar las estrategias que no nos sirven.
Una de las formas en que demostramos que hemos resuelto en parte un trauma (en realidad, no existe una recuperación total de éste) es que los síntomas del estrés postraumático hayan sido reducidos a niveles manejables, que hayamos podido describir su narrativa con los sentimientos que se le asocian (sin intelectualizaciones o racionalizaciones), que tengamos control de si recordarlo o no -y cuándo hacerlo- que nuestra autoestima haya mejorado, las relaciones reestructuradas de tal forma que no estén teñidas de abuso, y que nuestra visión del mundo haya incorporado el tema del trauma.
El taller incluye una serie de ejercicicios de relajación para contrarrestar la exposición prolongada de los gays a niveles altos de tensión y adrelanina.
6
Como se ha encontrado útil con sobrevivientes de abuso, es necesario para los sobrevivientes de sociedades homofóbicas iniciar un tratamiento anti estrés que les permita normalizar sus estados de tensión.