Existen muchos factores de la cultura gay costarricense que pueden servir como obstáculos para la lucha contra la infección del VIH. Uno de los que más pueden ejercer un impacto negativo es la interiorización que hacen los mismos gais de los prejuicios sociales que los adversan. Esta homofobia, tanto la externa como la interiorizada, les afecta su capacidad de respuesta, colectiva e individual, ante situaciones de peligro, inclusive el Sida.
La homofobia es el odio hacia la homosexualidad. En casi todas las sociedades occidentales se fomenta el desprecio a esta orientación sexual. La cultura la alimenta todos los días y nadie se libra de el a.
La imagen que se presenta del homosexual es negativa y estereotipada. Solo en algunos países en donde los gais han logrado organizarse y existen tradiciones mayores de tolerancia, esa visión es menos violenta. En Costa Rica, la tradición católica que no se caracteriza por la tolerancia y la influencia del machismo español, que a su vez se deriva de islámico, han dado origen a una actitud muy opuesta a todo aquel o que se asocie con los homosexuales. Los medios de comunicación se han encargado de distorsionar la imagen aún más al relacionar la homosexualidad con el crimen, la perversión y las drogas.
El gay crece también en esta sociedad homofóbica, y como su identidad no se hace evidente, en la mayoría de los casos, hasta la adolescencia, el os aprenden desde muy temprana edad los estereotipos y el odio que la sociedad fábrica del homosexual. Este proceso sucederá aún si el mismo gay supiera, desde sus primeros años, que lo es. De ahí el concepto de homofobia interiorizada.
Pa el gay aceptar que la homofobia ha calado su personalidad y lo ha dañado emocionalmente no es tarea fácil.
Parte de la razón es que la psiquiatría accidental. En un afán de categorizar la homosexualidad como patológica, ha tratado hasta épocas recientes, de probar que los homosexuales, por el hecho de serlo, son enfermos mentales. Estos intentos se han alimentado de trabajos poco científicos basados en estudios de pacientes en consulta terapéutica, lo cual sería igual que inferir la salud mental de las personas heterosexuales de un análisis de pacientes psiquiátricos.
La poca solvencia científica de estos estudios l evó la Asociación Psiquiátrica Americana, en 1973, a eliminar a la homosexualidad de su manual de enfermedades mentales (DSM-3)
Si se analiza la represión y la discriminación que sufre el homosexual en esta sociedad, más bien se puede destacar lo contrario: resulta sorprendente que sea relativamente pocos los que necesiten apoyo terapéutico. Es además, importante mencionar que todos los estudios serios que han tratado de encontrar alguna diferencia entre la salud mental de los individuos heterosexuales y la de los homosexuales, han fal ado en su cometido. Desde los trabajos de Evelyn Hooker (1957), en los Estados Unidos, hasta las investigaciones más recientes, los homosexuales muestran patrones similares de bienestar mental que los heterosexuales.
A pesar del estado de la cuestión en la psicología moderna, el gay debe la psicología día a día con el mito de que su orientación es patológica. En nuestro país, pocos psicólogos o psiquiatras han tenido aún la entereza de refutar esta tesis infundada. Otros científicos sociales, como los antropólogos o los sociólogos, han rehusado tratar el tema. Ninguna organización que lucha en pro de los derechos humanos en Costa Rica, ha incluido en su agenda la solidaridad con los gais.
Mucho menos, obviamente, lo han hecho las distintas iglesias cristianas que pululan por doquier.
Por estas razones, la persona gay debe utilizar un gran caudal de energía para probar a los demás y probarse a sí mismo que es normal.
Aunque no hay nada intrínsecamente malo en la aprobación es tan exigente, que hace que se pierda de vista el impacto que en el gay tiene la discriminación social.
La creencia que tienen algunos es que si uno acepta la invisibilidad, o sea, que aprenda a comportarse como la sociedad espera que lo haga, no tendrá grandes problemas con la homosexualidad. Pocos están conscientes de que ese "saber comportarse" exige respirar a medias, perder una energía enorme, y sufrir un desajuste en todas las esferas de la conducta. La invisibilidad es un veneno para la salud mental del gay porque lo relega a una prisión autoimpuesta en donde se priva del apoyo y de los servicios y privilegios que todos los costarricenses merecen, sea cual sea su orientación sexual. Entre algunos de el os están el derecho a que sus relaciones sean legalmente reconocidas, a que se institucionalice como sucedió en Dinamarca sus matrimonios, a la protección del Estado para impedir el acoso y la discriminación en el trabajo, la vivienda y la religión, a que el tema de la homosexualidad sea impartido desde la escuela con una perspectiva científica, sin mentiras ni engaños como se hace hoy día.
¿Cómo trabaja la homofobia interiorizada?
Las personas gais conocen, desde muy temprano, aún antes de aceptar su identidad, el odio que la sociedad le tiene al homosexual. Como todo ciudadano de este país, con niveles diferentes de intensidad según los individuos, lo acepta y lo interioriza. Se debe recordar que la mayoría de los homosexuales no se da cuenta, de manera consciente, de su orientación sexual distinta hasta su adolescencia. Por esta razón, su contacto con el tema homosexual, que se presenta siempre en un contexto de burla o de desprecio, se hace antes de que él o el a puedan rechazarlo como falso.
Una vez que la persona se concientiza de su homosexualidad, sucede un fenómeno particular. Como todo sentimiento que es peligroso para su propia sobrevivencia, los mensajes antigays son reprimidos por los subconscientes. Esto quiere decir que la persona no está muy consciente de el os porque funcionan en un estado anterior a la conciencia. En otras palabras, gran parte de su contenido es reprimido.
Pero está al í e influye en la conducta porque como postuló Freud, todo aquel o que ha sido reprimido está en la mente dándonos mensajes y hablándonos al oído.
La homofobia interiorizada se graba, generalmente, desde muy temprano en la vida de las personas. Como sucede con mucha de la información sexual que se encuentra en el subconsciente, se remonta a la etapa de la infancia. Freud creía que la mayor parte de los traumas que se fijan al í, provienen de la infancia y de ahí lo difícil de curarlos. Este mismo patrón se da con la homofobia, tanto la del heterosexual como la del mismo homosexual.
En el caso del gay, algunos de los mensajes negativos son cuestionados por medio de la experiencia con otros, ya que él se dará cuenta de que no son ciertos. Otros, en cambio, quedarán al í indelebles pues gran parte del material aprendido desde niño quedará en el subconsciente.
Cuando un hombre gay, por ejemplo, dice que él odia a "todas las locas", está aunque lo diga de manera jocosa evidenciado material del subconsciente, que sale como chiste porque el subconsciente lo disimula para proteger a la persona de un odio que es peligroso para el a misma. Esto mismo sucede cuando otro dice que no le gustan los homosexuales y que él prefiere un "hombre de verdad". El mensaje es contradictorio porque preferir hombres que por definición son inconquistables, es una paradoja, pero también es homofóbico porque refleja un odio hacia sí mismo.
Composición
La homofobia interiorizada, pues, está formada por dos aspectos: las creencias y las actitudes. Las creencias son todas aquel as ideas que la persona oye sobre la homosexualidad: que es una patología, que es una desviación, que es un pecado, que es antinatural, que es una aberración, y otras semejanzas. Estas se graban generalmente en la parte consciente de la mente, que es la que piensa de manera lógica y deductiva. Es por esta razón, que las creencias sobre la homosexualidad responden bien a la lógica y a la razón. Si la persona se sienta y analiza científicamente los postulados, puede darse cuenta muy fácilmente que esas ideas son falsas.
Pero la homofobia interiorizada está compuesto también por actitudes, reacciones emocionales depositadas, generalmente en el subconsciente, que valorizan las cosas, personas y eventos de acuerdo con el impacto que tienen en el individuo, o sea si son buenas o malas para él. Estas actitudes son difíciles de cambiar porque no responden a la razón sino al análisis subjetivo y emocional que se hace de el os y que depende de las formas en que se ha entrado en contacto con el os.
En síntesis, se puede decir que la homofobia interiorizada es el odio contra el gay que éste mismo ha aprendido por vivir en una sociedad hostil. Muchos de sus componentes están a nivel del subconsciente o sea el gay no se percata del odio que l eva guardado. La homofobia no responde solo a la lógica porque está no pueden cambiarse únicamente con discursos racionales. De ahí que muchos hombres gais que dicen no tener problemas con su homosexualidad y que los han resuelto por medio del intelecto, posiblemente estén engañándose.
Finalmente, la homofobia interiorizada produce dolor y angustia. Esto es así porque el subconsciente tiene una carga de información opuesta a la conducta homosexual y está convencida de que esta práctica es nociva. Con tal de proteger al individuo, el subconsciente utilizará sus recursos para luchar contra el a.
Si no se trabaja con la homofobia para reconocerla, sentirla, expresarla y resolverá, ésta buscará muchas maneras de salir al consciente con el fin de dar el mensaje de que la homosexualidad es peligrosa para la persona.