Soy Amelia de Willshire, que está situado sobre el Monte Windsor, en dirección al norte.Siendo pequeña, perdí a mi Madre debido a una enfermedad, mi Padre, el Rey Adam de Willshire se quedó con 3 hijos pequeños, mis hermanos Paul, Michael y yo. Aunque él hizo todo lo posible, le fue difícil criar a una niña sin su Mamá. Mi Padre, el hombre más fuerte ante mis ojos, también contrajo el mismo mal que mi Madre y cayó sumamente enfermo.
Sin tener muchas alternativas, mi Padre contactó a su amigo, el Rey Emmanuel de Landford pidiendo ayuda. El Rey Emmanuel sabiendo lo enfermo que estaba mi Padre, accedió a ayudarlo. Él sugirió traerme a su reino y criarme para darme en matrimonio a su hijo mayor, David. Con un corazón destrozado, mi Padre accedió y poco después, falleció. Pienso que él no quería dejar este mundo sin saber que alguien cuidaría de mí.
Siendo aún una niña, no sabía en realidad el significado de convertirme en la esposa de alguien, para mí, eso era algo lejano, además que mejor que el saber que algún día me casaría con un Príncipe. Lo único es que en el mismo momento que los conocí, mi corazón escogió a Thomas, el hermano menor de David.
Me fui a vivir a Landford cuando tenía alrededor de 13 años y me sentía un poco rara. Casi toda mi existencia, viví con mi Padre y hermanos, pero ahora tenía a una familia y un futuro predeterminado. La Reina Catherine, estaba tan feliz de tenerme; porque nunca tuvo la oportunidad de tener una hija. Ella inmediatamente estableció una conexión conmigo y yo con ella. Yo tenía en alta estima a mi nueva familia, pero extrañaba inmensamente a mi familia de sangre y a mi reino.
Cuando mi Padre murió, mi hermano Michael se convirtió en el Rey de Willshire, él era un Rey muy joven y desafortunadamente, sin mucha preparación. En cuestión de un año, Willshire sucumbiría a una enfermedad que se expandió por todo el reino y a los malos manejos del Rey y su corte. Yo podía hacer prácticamente nada, únicamente ser testigo del desmoronamiento del Reino de mi Padre. La Reina Catherine me explicó que lo que estaba pasando en Willshire no era mi culpa y que debería seguir adelante con mi vida y eso fue lo que hice.
David, Thomas y yo nos convertimos en grandes amigos instantáneamente. Su Padre, El Rey Emmanuel nos trataba a todos por igual. Cualquier cosa que los muchachos tenían y hacían, a mí me era también permitido, aún ser entrenada en el manejo de armas, que era algo totalmente inaceptable para las mujeres. Mi Padre creía que era mejor si yo sabía cómo protegerme.
David y Thomas eran totalmente opuestos, David era alto, con cabello y ojos obscuros, de forma almendrada, predecible. Thomas era alto también, pero con cabello y ojos claros, más impulsivo, espontáneo y definitivamente de carácter fuerte.
Eso era lo que me encantaba de él y pensando en retrospectiva, sé que me enamore de él desde la primera vez que lo conocí. Sus ojos verde esmeralda se hicieron parte de mí instantáneamente, su mirada era intensa, penetrante. Parecía que tenían algún poder mágico o quizá estaba todo en mi mente, porque me sentía hipnotizada por esos ojos. Y esa sonrisa, esa hermosa sonrisa, podía derretir el témpano más grande.
David y yo teníamos noción del arreglo matrimonial, pero según íbamos creciendo, sabíamos que eso no iba a suceder. Su corazón pertenecía a Elizabeth, una campesina que vivía en el pueblo y el mío pertenecía a Thomas. Aunque Thomas no estaba interesado en mí en esa época. Éltenía a muchas“pretendientes” por asídecirlo. Él era tan guapo. Pero en realidad no estaba interesado en nada ni en nadie; sólo estaba interesado en convertirse en Rey. Aunque él no era el siguiente en línea para serlo, él se preparaba y estudiaba como si lo estuviera.
A través de los años, mi amistad con David se convirtió más como una relación de hermanos. Hacíamos todo lo que los hermanos hacen juntos. Después de algún tiempo, todo el mundo pensaba que en realidad éramos hermanos y que Thomas era adoptado. Él siempre se distanciaba de nosotros, envuelto en su propio mundo. Mi amistad con Thomas también cambio. Él me había dado mi primer beso y parecía que estaba mostrando interés en mí tal como yo lo había hecho por él cuando era niña.
David había mencionado que yo había salido de mi raro estado de niñita para convertirme en una mujer atractiva y sensual, de lo cual Thomas no pudo evitar sentirse encantado. Por supuesto, esto no me molestaba en lo absoluto porque era el sueño de mi vida el llegar a ser su esposa.
No éramos los jóvenes perfectos, nos metíamos en líos tanto juntos como por separado. Hicimos tantas cosas para hacer enojar a nuestro Padre y a nuestra Madre. El castigo de nuestro Padre era extremo, pero nuestra Madre siempre estuvo ahí para consolarnos.
Recuerdo las escapadas con Thomas y David hacia el pueblo por las tardes para que David pudiera entrevistarse con Elizabeth. Teníamos prohibidohacer eso, pero sabíamos exactamente a qué hora nuestro Padre tomaba su siesta y por cuanto tiempo. Por lo tanto, casi nunca fuimos descubiertos.
Mientras David estaba con Elizabeth, Thomas y yo rondábamos por el pueblo. Desde que éramos niños, nuestros Padres no nos habían presentado con la gente del pueblo, por lo tanto, nadie sabía en realidad quienes éramos. En verdad disfrutaba convivir con la gente de Landford. Todo era tan simple. Thomas, por el otro lado, poseía algo de arrogancia, pero nunca fue irrespetuoso. Siempre le bromeaba diciéndole que tenía que conocer a su gente antes de llegar a ser Rey. Él siempre contestaba “Jajaja Amelia,debesde enseñarles a arrodillarse ante su futuro Rey” y trataba de forzarme a hacerlo ante él. Todo era diversión y bromas.
Nuestros viajes al pueblo se hicieron más y más frecuentes. David estaba tomando las cosas muy en serio con esta dama y estaba planeando decírselo a nuestros padres. Aún si esto conllevaba el ser desterrado, él estaba dispuesto a perder la corona por amor. ¡Que romántico!
En estos viajes, Thomas y yo teníamos más tiempo para estar a solas, lo cual nos permitió conocernos más a fondo como jóvenes adultos. Una mujer joven no debe alardear, pero me entregué totalmente a Thomas una noche. No fue planeado, estaba escrito en las estrellas como solía decir Thomas. Él siempre era muy poético. Cuando nos alejamos de David, cabalgamos hasta topar con una vieja granja abandonada, era una noche fría, el cielo estaba estrellado y la luna resplandecía.
“Descansemosun poco aquíAmelia” Dijo Thomas, ¿y sihay alguien aquí? Le respondí. “Se ve vacío, ven” élcontestó. Seguía Thomasdentro del granero y me recargué en una paca de heno. Él sonrióy susurró, “¿Quédeberíamosde hacer mientras esperamos a David?, él no va a regresar en un buen tiempo” mientrascaminaba por el granero para cerciorarse de que no había nadie alrededor.
Sonreí y dije al mismo tiempo que caminaba en el sentido opuesto, mirando a todos lados.
“Cuéntame una historia orecítamealguna poesía,
lo hacestan bien.” Thomastenía una imaginación extraordinaria. Sus historias estaban llenas de emociones. Y qué decir de sus poemas, tan llenos de amor, cualquier doncella caería de hinojos
después de haberlo escuchado. Él tenía un tono de voz diferente, muy relajante y gentil. Siempre le decía que él debería de ser un narrador. Y por lo general, Thomas estaba en desacuerdo con ello.
Sonrió mientrascaminabahacia mí, “está bien, está bien,hmmm….”,decía mientrasse frotaba la barbilla. “Erase una vez,una hermosa doncella que se había robado el corazón de un Príncipe triste y solitario.”
Me reíy le dije “Thomas,por favor.” Élse acercó por detrásde míy susurró “¿me puedesdar un beso?”.
Su aliento tibio en el lóbulo de mi oreja me dio escalofríos.Me reícon nerviosismo, lo empujé y le dije “no, por supuesto que no” élme tomó por la cintura, me atrajo hacia ély respondió “entonces, lo tomo.” No pude evitar estremecerme cuando sus labios fríos y suaves gentilmente rozaron los míos. Sus besos eran tan intensos. Tenía mucha experiencia. Sentía sus besos muy dentro de mí.
Él miró alrededor y señaló hacia un ático que estaba en la parte superior. Tomó mi mano y me condujo hacia allá. Él había tomado una frazada de la montura de su caballo y la colocó sobre el suelo para que tuviéramos un área para sentarnos y relajarnos. Me recosté y mire hacia el hermoso cielo.“Miraque hermoso, Thomas” le dije mientras señalaba hacia arriba. Al granero le hacía falta parte deltecho. “Nada máshermoso que tu bajo esta luz” merespondió. Élse tendió junto a míy sonrió mientras miraba al cielo nocturno.
Su perfil era perfecto, sus ojos se veían verde claro al reflejo de la luz de las estrellas. Y yo dije para misadentros“nada máshermoso que tu bajo esta luz, Thomas”.
Él suavemente acarició mi mejilla al mismo tiempo que se acercaba para obtener otro beso. Este beso fue diferente. Como queriendo más. Despertó un sentimiento en mí que jamás había tenido.
Altenderse sobre mí, élme susurró “Amelia, quiero ser el único hombre que se acueste contigo. Entrégate a mí y yo por siempre te seré fiel. Hemos llegado tan lejos juntos y yo te amo tanto como tú me amasa mí”.Sonreítímidamente y dije “daría cualquier cosa por estar contigo Thomas. Tu eres todo lo que he anheladoy querido.”
Él sonrió y me besó con intensidad. Sus ojos penetraron mi alma, así como él lo hizo. Nos miramos a los ojos todo el tiempo. Nuestras almas se habían entrelazado y ahora éramos un solo ser. Un corazón, un aliento, un amor. Fue mágico.
Al cabalgar de regreso al castillo, él me contemplaba y sonreía.“¿Puede ser esto elcielo?” me preguntaba a mí misma. No podía creer que Thomas y yo hubiéramos compartido un momento tan íntimo. Cabalgué aturdida todo el tiempo. Parecía que David sospechaba que algo diferente había entre Thomas y yo, pero nunca nos cuestionó. Al llegar a la puerta de mi dormitorio, Thomas me estrechó y en voz baja me dijo “dulces sueños mi ángel, te amo”.
Sonreí, y le dije con mis labios sin emitir sonido que yo lo amaba y entré en mis aposentos.Mi dama de compañía, Shyanne me estaba esperando con los brazos cruzados mientras yo me sentía flotar sobre elpiso. “Amelia, miSeñora, ¿en
dónde se había metido?” Me preguntó severamente. Entrecerré losojosy le dije “Salícon David y Thomas, como lo hacemos todas las semanas”.
“Eso eslo que veo, pero la noto un pocoextraña miSeñora”, ella agregó.Solté una risita y dije “esta noche, mi mundo ha cambiado. Thomasme ha hecho mujer”. Ella me miró confundida ydijo “¿qué significa eso?”
No pude dejar de sonreír. Estaba como en un sueño. “¡Oh, oh, cielos!” y preguntó, “¿ustedy Thomas?”. Asentícon la cabeza. Ella corrió hacia mí y me abrazó muy fuerte.“¡Amelia, oh cielos!, ¿y cómo fue? oh, no, mejor no me conteste. ¡Estoy tan contenta por usted!, ¿y cuándo piensa decírselo a suspadres?”
En ese instante, caíen cuenta de lo sucedido.”ahh, no lo sé, realmenteno he pensado en eso.” Le contesté.
La realidad me acababa de dar una bofetada. Mi Padre se iba a poner furioso. Mi Madre no tanto, ella entendería en su condición de mujer.
Shyanne me abrazó, me encaminó hasta mi lecho y en voz baja me dijo “estarde, hablaremosmásel día de mañana. No quiero que su Majestad nos oiga reír y se moleste”.
Me guiño un ojo y se retiró a su cuarto. No podía conciliar el sueño. Ese momento seguía repitiéndose en mi cabeza. El cuerpo jadeante y resplandeciente de Thomas estaba ya grabado en mi mente por siempre.
Ypensé, “Siestopudiera durarpara siempre”.Me desperté sorprendida de oír gritos en el corredor. Eran David y Thomas, que discutían mientras combatían con sus espadas. Ellos hacían esto a menudo, pero hoy yo no estaba de humor. Abrí la puerta y lesgrite, “¿quéno saben lo peligroso que es jugar con objetos punzantes en un corredor tan estrecho?”. Ambosse rieron.
“¿Qué tan peligroso miSeñora?” dijo David en una voz burlona, mientras hacia una reverencia.“Asíde peligroso”, contesté y almismo tiempo tomé la espada de Thomas y acorralé a David en la esquina. “Touché”. Dijo David con mofa.
Thomasse rioy bromeó, “¿olvidaste que ella tuvo el mismo entrenamiento en armas que nosotros, hermano?” sonriendo, me muro y me guiñóun ojo.
David puso sus manos alrededor de mi cuello y dijo “vámonos, nuestra Madre nosestá esperando”.
“Ahíestaré enbreve,necesito vestirme” contesté.Al caminar de regreso a mi habitación, Thomas me interceptay dice “¿te veo alrato en las caballerizas?, podemos ir a montar, ¿quieres?”.
Asentí con la cabeza y sonreí.Nuestros encuentros se volvieron más y más frecuentes, tan seguidos que Thomas decidió que se colaría en mis aposentos todas las noches en vez de compartir nuestros momentos íntimos con los caballos. Él decía que le daba horror que nuestros caballos Toby y Beauty nos vieran. Yo creo que todos sabían de lo nuestro, pero nadie dijo ni una palabra. Éramos inseparables. Tan inseparables que nuestra Madre empezó a cuestionarme acerca de nosotros. Cuando regresamos de nuestra cabalgata, mi Madre había pedido que la visitara en sus habitaciones. Thomasarqueó lascejasy sonrió, “no te preocupes, no estásen problemas, esoespero”. Yo no tenía temor de demostrar mi amor por Thomas, Lo único que no quería era desilusionar a mis Padres, especialmente si esperaban que me casara con David. Al estar cerca de la habitación de mi madre, respiré hondo y llaméa la puerta. “Pasa hija mía” dijo. Caminé hacia ella, ella se sentó
cerca de la ventana para mirar a sus hijos practicar susmovimientosde batalla. “Siéntateaquí Amelia”. Indicándome ellugarcon su mano. “¿Pasa algo malo Madre?“ pregunté. Ella sonrió y contestó “por supuesto que no miniña, solo quiero pasar unosmomentosalladode mihija.”
Me sentí aliviada, pero inquieta a la vez. “Cuéntame”, dijo ella.Rápidamente la interrumpí, “¿contarte?” ella sonrióy prosiguió, “si, tu yyo no hablamosmucho,
¿qué tal las clases con tu nuevo tutor? No has hecho mención de ningún pretendiente”. Micorazón se paró en seco. “Oh, dulce niña, sé que estas comprometida con David, pero habrá otrospretendientes” agregó.
No podía mentir, así que decidí hacerle una confidencia.
“Madre, llevo a alguien en elcorazónque talvez losdesilusione a tiy a miPadre.”Ella sonrió y dijo en voz baja “¿Thomas?” “si, ¿cómo lo sabes?” pregunté. “loshe observado a ambos, susmiradasy lassonrisas.” Ella respondió.
“Madre, ¡no sé qué hacer!” le respondí preocupada.Ella se puso de pie y se inclinó hacia mí. “Amelia, no debes de hacer nada, tu corazón ya ha escogido
a Thomas y sé que su corazón te ha escogido a ti.
Esto no es una desilusión, me causa alegría, me recuerda a tu Padre y a mí”. Me sentía todavía tensa. “¿pero,y miPadre? Élno va estar contento” añadí.
“No te preocupespor tu Padre,yo me encargo de él. Si tu amor está destinado a ser, nadie, ni siquiera tu Padrepuede intervenir.” ella me aseguró yabrazándome fuerte, me dijo “No comentes nada hasta que sea el tiempo indicado de decírselo a tuPadre”.
Pasaron los meses y nuestra relación estaba más fuerte que nunca. Debido a que nuestra Madre ya sabía, teníamos un poco de más libertad. Nuestro Padre estaba demasiado ocupado gobernando el reino que apenas tenía tiempo de comer o fijarse en nosotros.David había empezado a preparar a Elizabeth para traerla al castillo y presentarla a nuestros padres. Como siempre, nuestra Madre sabía, ella era nuestra gran abogada. Pero se sentía incomoda con esto. Nuestro Padre no lo iba a aprobar pero David estaba decidido.
Como cada semana, nos encontramos en los establos antes de partir al pueblo. David parecía nervioso. Revelar sus verdaderos sentimientoshacia Elizabeth también descubriría nuestras salidas al pueblo, mostrando falta de respeto hacia nuestros padres y eso era motivo de castigo.
Thomas nervioso, caminaba de un lado a otro mientras que David cepillaba a su adorado caballo Hemi.
David, “¿estásseguro de que quiereshacer esto?” preguntó Thomas.
“Ella esmiamor verdaderoy miPadrenecesita saberlo, ella será miesposa”, contestó David.“Eso nos pone a Amelia y a mí en evidencia y nuestro Padre no dudará en castigarnos. ¿no te importa lo que pueda sucedernos?” Thomas exclamó.
“Hermano,yo no le voy a decir a nuestro Padre que tú y Amelia me han acompañado. Si hay algún castigo, lo recibiré yo solo.” Contestó David. Yo me
quede en silencio, inmóvil.
“Ambosse van a queda aquíesta noche;yo iré solo, para no implicarlos.” Continúo diciendo David. Yo miré a Thomas preocupada.
“Tú no puedesir alpueblo solo hermano, eso no está en discusión.” Dijo Thomas.
“Podemosseguirte desde lejos, como sifuéramos almercado.” Sugerí.
“Si, eso eslo que haremos”.David consintió.
Estaba tan emocionada por David, aunque en el fondo sabíamos que esto no iba a terminar bien.Thomasme llevó aparte y dijo “no puedo creer que hayas sugerido eso ¿estás loca? Nuestro Padre nos va a cortar la cabeza por esto.”
Y comenzó a caminar otra vez de un lado a otro. “¿Yquéeslo que debería de hacer?, de todas maneraséliba a ir.” Le contesté.
“Estamosponiendo nuestroamor y nuestra felicidad en peligro en vez del suyo, que no es un amor convencional y no será aceptado. ¡Esto no es justo!” continuó diciendo Thomas.Nunca había visto a Thomas tan enojado. Él se alejó caminando hacia los establos de los hombres del Rey. Cuando entró a los establos, Thomas vio que los hombres se congregaban. Él caminó hacia ellosy lesdijo “me acaban de decir algo increíble, esperen a que lo oigan.” Yparándose en medio, empezó a hablar en voz baja.
Mientras tanto, David seguía preparando a su caballo para el viaje, me senté junto a un árbol para contemplarlo. Él era un hombre tan elegante; cualquier mujer estaría honrada de tenerlo como esposo. Él era fuerte, extremadamente guapo y muy ocurrente. Mientras lo contemplaba, me tiró unarama. “¿Qué tanto me ves? Deberías de estar preparando a Toby para nuestro viaje.” me dijo.
David me había dado a Toby como regalo. Toby era el retoño de su yegua, Hemi. Ella era reconocida y de alto valor en nuestro reino, eso hacía de mi Toby algo muy especial.
Sólo le sonreí, haciendo una graciosa mueca y lo ignoré. Él continuó con su tarea.El tiempo pasó volando. Ya era hora de emprender el viaje con David; Thomas se veía diferente, callado y distante.
Mientras cabalgábamos, me sentí rara. La mirada de Thomas no era la misma, parecía fría, con ira. Cuando llegamos al pueblo, nos separamos cada
quien por su lado. David emocionado, cabalgó hacia la casa de Elizabeth y nosotros como de costumbre, tomamos la dirección opuesta.
Me emparejécon Thomasy le pregunté “¿estás bien? parecesmolesto.”Élme sonrió y contestó, “por supuesto que todo está bien y no estoy enojado, el día de hoy, exploremosnuestro lado sur de Landford.”
Parecía que estaba evitando hablar del asunto, así que lo dejé por la paz.Señalando, me contestó “en esa dirección, hay una pequeña capilla, la vi la última vez que estuvimos poraquíy me pareció interesante.”
Su estado de ánimo había cambiado, cabalgamos un poco, y ahí en la distancia se divisaba. Alta, blanca y rodeada de flores de colores.
¡Se veía tan hermosa! al entrar, me sentí un poco rara, nunca antes había visitado una capilla y era un sentimiento un poco abrumador. Como todas las chicas, te imaginas el día de tu boda y sueñas con una hermosa Iglesia en donde se llevaría a cabo la ceremonia. Esta capilla era simple, pero exquisita.
Le sonreía Thomasy le dije “cuando me case, quiero hacerloaquí, ¡estan bonita!”Élmiro alrededory respondió “¿de verdad? Tu sabes que te vas a casar en el castillo, es la tradición”.
“En serio, mira que hermoso es este lugar, tan apacible. El castillo es divino, pero quizá nuestro Padre pueda cambiar la tradición por mí”, le contesté mientras caminaba alrededor de la estancia. “No lo creo, pero site gusta tanto, casémonosahora” dijo Thomasen voz alta.
“¿Qué?” contesté conmocionada. Élsonrió y dijo “claro, nada nosimpide hacerlo, ¿Meamas? “. “Por supuesto que te amo, pero nuestroPadre” le respondí.“Nuestro Padre nosva a cortar la cabeza por este viaje de todos modos, así que saquemos el mayor provecho posible. Hagámoslo, esta gente no nos conoce y esto puede quedar entre nosotros como todo lo demás y de esta manera, ya no estaremos viviendo en pecado Amelia, porque te convertirás en miamada esposa, ¿Qué te parece?” Él proclamó.
Al caminar hacia mí, añadió, “porqué David tiene que ser elúnico con buenasnoticiasy felicidad.”No sabía que decir. Este era mi sueño, pero no quería desilusionar a mis Padres pero sobre todo, no quería desilusionar a Thomas.
Thomasse aproximó ypreguntó “¿esun sí?” Sonreíy dije “si.”Él se encaminó hacia la parte trasera de la Iglesia y llamó a una puerta. Un Sacerdote salió. “Querido Padre, mi Señora y yo deseamos unirnos ante los ojos de Dios, tengo oro para cubrir los gastos, “¿puede serhecho?” dijo Thomas. “Sipuede ser hijo mío, pero ¿para cuándo?” preguntó el Sacerdote.
“En este preciso momentoPadre, de ser posible, deseamos salir de aquí en unión matrimonial esta tarde.” Dijo Thomasentusiasmado almismo tiempo que me miraba sonriendo.
El Sacerdote nos miró a ambos y respondió “Permítanme tomar algunascosasyregreso.”Thomasme miró ydijo “¿estaslista para ser mi esposa?” sonreíy contesté, “la verdadera pregunta es ¿estástú listo para ser miesposo?” él sonrió y asintió con la cabeza.
La ceremonia fue rápida y adorable. Thomas tuvo una dulce expresión en su rostro al estar escuchando al Sacerdote.
Durante toda la ceremonia, él solo me miraba. Estaba rodeada de amor cuando su hermosa sonrisa hizo su aparición al tiempo que me repetía los votos matrimoniales.
En cuestión de minutos, éramos marido y mujer.Aunque no intercambiamos argollas, el Sacerdote dijo que la ceremonia era legítima. Al final, elSacerdotemencionó “Thomas, Amelia,puedo sentir su amor verdadero. Gracias por haberme permitido unirlosante losojosde Dios.”
Thomas no podía esperar para comunicárselo a David.
Yo deseaba reservarme la noticia, porque todavía estaba capturada en ese momento. Nos encontramos con David en nuestro lugar usual.David estaba feliz y sonriente y nos comunicó. “Felicítenme, me voy a casar pronto, Elizabeth acepto mi propuesta de matrimonio, pronto seremosmaridoy mujer.”
Salte de alegría y lo abracé. Le pregunté emocionada “¿puedo ser parte de tu boda? no tengo que ser la dama de honor si no quieres. Sólo quiero ser parte de la misma”. David sonrióy me respondió “por supuesto, hermana mía. No podría tener boda sin ti.”
Entonces David miró a Thomas.
“Hermano mío,¿adivina lo que Ameliay yo acabamosde hacer?” Dijo Thomasen tono de broma.
Esperando una broma como era costumbre, David sonrióy respondió “¿En qué lio se metieron ustedesdosahora?” Thomas, dando un apretón de manosaDavid, le dijo “Somosmarido y mujer”.
La sonrisa de Thomas se tornó seria porque esperaba otra reacción de David.
David se quedó inmóvily dijo “¿QUE? ¡No estás hablando en serio!”.
Si lo estoy hermano, Thomas contestó arrogantemente.
“¡NuestrosPadreslosvan a matar!elmatrimonio esun voto serio, no para mofarse.” Exclamó David. Thomasconfundido con su reacción dijo “¿habrá algo más serio de lo hay entre Amelia y yo?, ¿por qué debemos de negar nuestro amor, hermano ? Tu no estas negando el tuyo, que es inusual.David sonrió con satisfaccióny respondió “oh hermano, si tú eres feliz, yo soy feliz por ambos, pero esperemos para comunicárselo a nuestros
Padres, ¿sí? Esto puede ser muy delicado y tú sabescómo esnuestroPadre.”Al cabalgar de regreso, fuimos súbitamente rodeadospor loshombresde miPadre. “Príncipe
David, su Padre nos ha llamado para que le hagamos regresar a casa inmediatamente.” Dijo Greyson.
David se rio y contestó “¿por qué tantoshombres? no soyun criminal”
“Su Alteza, su Padre nospidióque lo llevásemos.” Greyson agregó.
“¿Llevarme? ¿por quérazón?” David interrumpió.“Por traición, su Alteza” dijo Greyson. “¿Traición? debe de haber un error.” Dije interrumpiendo.
Thomas permaneció inmóvil.
“¿Traición? esto esunbroma, queridoscolegas.” Trato de explicar David.“Por favor, acceda Príncipe David, sólo estamos siguiendo órdenes.” Greyson respondió sombríamente.
Cuando llegamos al castillo, David fue desmontado de su caballo y llevado a la presencia de nuestro Padre.
Thomas y yo lo seguimos.
“¿Qué está pasandoPadre?” preguntó David.David, mi hijo mayor, con un corazón apesadumbrado, debo detenerte. Me has desafiado más allá de lo creíble. He sido informado que me hastraicionado, hijo mío”. Afirmó nuestro Padre.
Confundido, David respondió, “¿traición?no puedes estar hablando en serio Padre. ¿De qué estáshablando? ¡yo nohice talcosa!”.
“Llévenselo” ordenó nuestro Padre sin siquiera voltear a ver a David.Thomas caminó para acercarse a nuestro Padre y proclamó “Padre, ¿traición?, élestu hijo y no ha hecho talcosa. ¡tú castigo esmuy severo!”
“Este asuntono te concierne a tiThomas. Yya me encargare de ti y de Amelia mástarde.” Contestó nuestro Padre mientras se retiraba.
Incliné la cabeza al momento en que mi Padre abandonó el salón en señal de respeto, pero en ese momento, no lo sentí por él.
No podía entender lo que estaba pasando. Corrí a ver a mi madre quien estaba sollozando incontrolablemente.
“Madre, ¿qué está pasando?” pregunté. Entre sollozos, ella me contestó “lossoldadosle informaron a tu Padre que David ha estado conspirando con la gente del pueblo para derrocar alreino.”
“¡Eso esfalso Madre, tú lo sabesperfectamente!” exclamé.En ese momento, entró Thomasy dijo “Madre, debemos decirle a mi Padre la verdad, que él ha estado cortejando a esadoncella.”
Ella estuvo en desacuerdo, “no Thomas, estodebe de permanecer así, no debes de actuar en contra de la palabra de tuPadre”.
“Madre, pero esinjustoy esuna mentira” gritó Thomas.“Hijosmíos, dejémosloasípor ahora” nuestra Madre suplicó. Nuestro Padre también nos castigó a Thomas y a mí. No nos estaba permitido fraternizar y lo peor de todo es que no nos dejaban ver a David. Él era tratado horriblemente, como se trata a todos los prisioneros. Eso destruyo mi corazón.
Mi hermano a quien amaba, estaba preso por amar a alguien.
¿Cómo era eso posible? ¿Cómo podría ser eso verídico? La única traición era amar.Nuestro Padre lo desheredo completamente; no podíamos ni siquiera pronunciar su nombre. ¿Cómo podría decirle a nuestro Padre que esto era un enorme malentendido sin faltarle al respeto? traté muchas veces, sin ningún resultado. Decidí que de todos modos iba a seguir intentándolo, mi hermano no tenía la culpa de lo que se le acusaba. Nuestro Padre estaba sentado en el salón principal y decidí probar si podía convencerle de por lo menos escuchar a David. No iba a pasar nada si lo intentaba.
“¿Padre? ¿Puedo hablarte?” pregunté. “Sihija mía, siéntate a milado” y me invitó a hacerlo.
“Por favor, escúchame, se ha cometido una total injusticia, mi hermano David no traiciono a Landford, Padre, tengo esa certeza” le afirmé.
“Amelia, lo sé de una fuente confiable, no he tomado estadecisión a ciegas.” Admitió.“Pero Padre,yo estabacon….” Empecé adecir cuando miPadre me interrumpió “Midecisión es final y nada está a discusión. Ahora retírate y no
permitasque esta conversación arruine tu día.” Él concluyó mientras besaba mi frente.En un corto tiempo, las cosas en nuestro reino se tornaron difíciles. Schillingburg le declaró la guerra a Willshire y después a Landford.
La vida cotidiana era interrumpida por ataques y gran desenfreno. Nuestro Padre llegó a la conclusión que esto era una prueba más de que David lo había traicionado. Nuestro Padre no tuvo más remedio que intervenir y preparar sus tropas para la batalla. Con enojo en su mente y en su corazón, él sintió que debería de poner el ejemplo con David y mandar ejecutarlo por traicionar a su reino.
De esta manera, nadie osaría traicionarlo nunca más, porque ni siquiera su hijo había sido salvado. Thomas, mi Madre y yo no teníamos voz ni voto en la decisión de nuestro Padre.
En el tercer día, a la tercera campanada, David estaba programado a morir en la horca.Tenía que encontrar alguna manera de posponer esto. La única forma era desafiando las ordenes de mi Padre. A estas alturas, no importaba; él era mi hermano y no merecía padecer esta injusticia.
Muy tarde, unas noches antes, con la ayuda de Greyson, planeé en cometer el máximo pecado ante los ojos de mi Padre.
Había planeado liberar a David. 5 minutos pasados de las 3 de la mañana, Greyson me acompañó al calabozo. Todo el mundo estaba durmiendo. Entré a la celda de David, él estaba tan delgado, irreconocible.
Dije en voz baja “David, soyyo, Amelia”. Élse incorporó rápidamente.
“Amelia, estoy tanfeliz de verte, ¿qué estás haciendo aquí?” éldijo.“Vengo a liberarte” susurré con entusiasmo. “¿Estas fuera de tus cabales? ¡nuestro Padre te va a cortar la cabeza por esto!” élrespondió.
“Oye hermano, lo tengo bien planeado, solo escúchame” le rogué.
“No Amelia, t