Un Paseo por París Retratos al Natural by Roque Barcia - HTML preview

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3.800

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Se emplearon en operaciones metalúrgicas doscientos noventa y cinco milhombres, y cerca de nueve mil mujeres.

La Inglaterra ha extraido de la Australia, desde 1851 á 1855, ó sea enel trascurso de cuatro años, cuarenta y un millones de librasesterlinas, que vienen á representar próximamente una cifra de cuatromil millones.

Para que se conciba una idea de su fabuloso comercio, bastesaber que ha enviado á los Estados-Unidos mercancías porvalor de. 2.200 millones.A la India. 1.048A las ciudades libres de Alemania. 1.012A la Australia. 982A Francia. 640

La Compañía de Indias, ese coloso comercial, ese portento de laasociacion mercantil, en Inglaterra, esa maravilla del mundo moderno, havendido en 1856 cerca de seis millones de libras de ópio de Patua yBenarés, percibiendo una suma de más de trescientos cincuenta millonesde reales.

El valor de los billetes del Banco de Lóndres, puestos en circulacion endicho año, fué el siguiente: Billetes de quinientos reales. 610 millones.De mil. 390De dos mil á diez mil.

570De veinte á cien mil. 430 ———- 2.000

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El movimiento de todos los Bancos ingleses, en la época indicada,representa una cifra de muy cerca de treinta y nueve millones de librasesterlinas, ó sea tres mil novecientos millones de reales, repartida delmodo siguiente:

Banco de Lóndres. 20.062.041 libras esterlinas.

De Irlanda. 7.425.740

De Escocia. 4.444.702

Bancos particulares. 3.355.971

Por acciones. 8.113.886

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Total. 39.9022.340

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Basta de guarismos. La aritmética, no crea el lector que la desdeño;pero no es lo que está más en armonía con mis aficiones, y siento que mialma se anega entra el oleaje contínuo de tanto millon. No obstante, mehe detenido en la anterior reseña más de lo que pensaba, atendida laíndole de estos apuntes, porque la estadística tiene en nuestro siglouna influencia incalculable. Esta influencia es mucho mayor de lo quenosotros creemos, sin embargo de ser nosotros los que la atribuimos y ladamos el influjo que ejerce. En esto, así como en otras muchas cosas,nos acontece lo que á aquel que se entrega al sueño. El es el que seduerme, y él es quien menos sabe que se duerme en efecto. La estadísticahoy no es solamente un ramo de ciencia, una simple materia deadministracion, un punto de historia, una especie de erudicion social,sino una regla de gobierno, un consejo de Estado, un código, unaconstitucion. Observemos de dónde proceden casi todas las revoluciones,casi todas las turbulencias, la mayor parte de los conflictos en lassociedades modernas, y en todas esas complicaciones y tumultoshallarémos algun orígen económico, algo administrativo, algo que dicerelacion al Tesoro público, á la Hacienda, al Erario; hallarémos algoestadístico. ¿Cuántas caidas de gabinetes no han sido producidas por unempréstito? ¿Cuántos tumultos no han tenido por causa una contribucion?¿A cuántas crísis gubernamentales no han dado lugar los presupuestos?¿Cuántos gobiernos no han perdido, y pierden el poder todos los dias,bajo el peso de una bancarota? En fin, baste decir que una mera crísismonetaria, la crísis ocurrida no ha mucho, produjo la modificacion deimportantísimos gabinetes europeos. La estadística entró en los consejosconstitucionales, fué llamada y oida como un personaje de la nacion,como un gran poder del Estado; la estadística, la aritmética social, elnuevo magnate, expulsó á unos hombres, y llamó á otros para que ocuparanlas sillas del gobierno. Esto es asombroso; esto no se cree antes depensar y de ver con cuidado lo que sucede; pero sucede realmente; es unaverdad; una verdad que anda por todo el mundo; una verdad quereconstruye, por decirlo así, el sistema de todos los pueblos, aun el deaquellos pueblos que muestran más tenacidad en hacer del tiempo presenteun centinela del tiempo pasado. ¿No veis movimiento en la India, en elmismo Japon, aun en el propio imperio Chino? ¿No veis que ese Japon abresus puertos á las naves de ciertas naciones, profanando el misteriotradicional que la religion atribuye al legado de Sinto, á su oculto ydivino

Diari

? ¿No veis agitarse la atmósfera en la China, en esevastísimo imperio, en ese inmenso hogar de centenares de millones decriaturas? ¿No advertís como cierto vaiven, cierta oleada, en elambiente de ese pueblo, convertido, hace miles y miles de años, en unguardian que contempla con ojos desencajados la urna veneranda de sustradiciones? ¿No hallais algo extraño, sumamente extraño, en esa China,en esa segunda humanidad, en esos hombres cubiertos de polvo; el polvoque ha debido dejar detrás de sí la pisada autómata de tantos siglos?Sí, lector, allí hay un espíritu nuevo, una nueva palanca, un viento deotros climas. Pues el espíritu que agita á ese imperio fabuloso, esapalanca que lo remueve, ese huracan que lo airea y lo empuja, elarquitecto milagroso que echa por tierra su enorme muralla, el magoinvisible que lo hechiza, ¿lo oyes lector mio? ese formidable poder queaturde á los chinos; ese huésped irresistible que les obliga á tolerarotras religiones; que les obliga á conceder la libertad de cultos,aunque al oirlo se estremezca la tumba de su sagrado Fé; eso que allí semueve, que por allí anda, eso que allí reina, es la estadística; laEconomía política; la administracion, las matemáticas sociales; elgobierno de nuestros dias. Quitad á Luis Napoleon los siete mil millonesde presupuesto nacional. ¿Qué seria? Nada. ¿Qué haria? Nada. ¿Estaria enel trono? No. ¿Caeria de ese trono, como cae el rayo de las nubes? Sí.Quitad á la Inglaterra su organizacion administrativa; su particularrégimen económico; su espíritu estadístico, si así puede decirse;quitadla eso, y la quitareis su importancia, su genio, su poder; laquitareis el ser Inglaterra. Ni trono, ni Cámaras, ni Parlamento, nimeetings; nada bastará. India, Australia, California, todo será inútil.Quitadla su ley y su Banco; su libro y su oro, su ciencia y sus metales,y rezad un Padre nuestro por su alma.

La Economía política, el libro estadístico, hace hoy lo que hacian enotro tiempo la fuerza, la conquista, la tradicion, la herencia y lacasta. La estadística es la nueva casta social

, la nueva sangre de lapolítica, la nueva sangre de los gobiernos. Hoy reina el número, comoantes imperaban la guerra, la teología y el pergamino.

La historia del gobierno humano debe dividirse actualmente de otramanera que se ha hecho hasta aquí.

Aquella division debe hoy hacerse delsiguiente modo, ó de un modo análogo.

Primero: gobiernos conquistadores; la fuerza.

Segundo: gobiernos teologales; la religion.

Tercero: gobiernos tradicionales; la casta.

Cuarto: gobiernos históricos; la herencia.

Quinto: gobiernos sociales; la estadística.

Pitt en Inglaterra, Sully y Colbert en Francia, Campomanes, FloridaBlanca, Jovellanos y Florez Estrada en nuestro país, son dignísimosrepresentantes de la nueva historia social.

Y este es el lugar de decir que, desde fines del siglo pasado, se hanverificado dos grandes movimientos en la marcha del mundo; han tenidolugar dos nuevos y trascendentales juicios en el espíritu de los fastoshumanos, en ese espíritu que gobernaria la vida del hombre, aunqueaquellos fastos no estuvieran escritos en papel; aquel espíritu anteriory providencial, ley eterna de todos los tiempos, eterna moral de todoslos pueblos y de todas las razas, del cual el libro histórico no es másque un signo, como el cuerpo no es otra cosa que un signo del alma;aquel espíritu que se reviste de la forma de la literatura, de laimprenta, como nuestro ánimo se reviste de ojos y de frente, porejemplo: es un ángel vestido de bruto.

Digo que en ese espíritu que domina al hombre, que gobierna la vida,como si fuese el interminable reinado de la historia, están germinandodos ideas profundas y poderosas, desde fines del siglo pasado hastanuestros dias. Aquellas dos ideas se enseñorean hoy de todas las formas,de todos los poderes, de todos los entendimientos, en una palabra, seenseñorean de todas las revoluciones que se operan en la razon delmundo.

Las dos ideas de que hablo son: la estadística y la fisiología: laestadística, explicando la sociedad; la fisiología explicando al hombre.¡Quién habia de decir á nuestros antiguos filósofos que la fisiología esespiritualista á su manera!

Véase con cuidado lo que pasa en el mundo de hoy, y se hallará tal vezque la grande lucha, el gran trabajo de nuestro siglo, no es más que elresultado del natural antagonismo que existe entre las cienciastradicionales y ese genio de la historia, ese nuevo espíritu que se hadespertado en el alma del hombre; más claro, entre las cienciasescolásticas por una parte, y las matemáticas y la física por otra.Digo, matemáticas, porque la estadística no es otra cosa que lasmatemáticas aplicadas al régimen social.

Esas dos ciencias, esas dos geometrías, la interna y la externa, lahumana y la social: esas dos creaciones casi fabulosas que llenan elglobo desde fines del siglo pasado, marcan hoy la medida de lacivilizacion de los pueblos; son la manecilla de metal que mide lashoras del mundo en ese reloj oculto y misterioso. La fisiología y laestadística son actualmente lo que eran antes la astronomía, la teologíay aún la mágia. Hoy no es más civilizada la nacion que más sabe y quemás disputa, sino la que más analiza y más demuestra. Casi puede decirseque la física de hoy, equivale á la metafísica de ayer.

Pasó el tiempo de la palabra.

Estamos en el tiempo de la prueba.

Pasó el tiempo de la opinion.

Estamos en el tiempo del experimento.

Pasó el tiempo del puro raciocinio, del criterio teórico; pasó el tiempomedio caballeresco y medio fantástico, en que la ciencia convencia almundo y lo gobernaba ocultamente, empeñando palabras de honor

.

Estamos en el tiempo del criterio práctico, del criterio de aplicacion,del análisis geométrico de la prueba real, casi física; en un tiempo enque el compás explica la idea; en que un pedazo de materia explica unpensamiento, como el alambre explica la electricidad, como el plomoexplica la imprenta, como la brújula marca el polo Norte; en un tiempoque no cree en las palabras de honor que da la ciencia

.

Pasaron los tiempos de Platon y Aristóteles.

Estamos en los tiempos de Colon, Guttemberg, de Bichat, de Vaucauson,de Montgolfier y de Fulton. Pasó la dialéctica, pasó el silogismo, yvino el instrumento, vino la máquina.

Este gran fenómeno, el más peregrino y trascendental que se ha realizadoen la historia, tiene una razon profunda, una profunda psicología. Todala civilizacion asiática, como la judía, como la griega, como la romana,como la feudal, pretendian explicar el cuerpo por el alma, la materiapor el espíritu, la criatura por el criador. Y pasan siglos y mássiglos, pasan espectros y más espectros, sombras y más sombras, y porhonrar al Criador se ahorcaba en un cadalso á la criatura; y por redimiral espíritu se ponia en un tormento la materia; y por salvar el alma seencendian hogueras al cuerpo. El hombre era quemado, como quien tributaun culto á Dios. Así servian y adoraban á Dios las castas antiguas, lasantiguas civilizaciones, ese algo histórico que ha venido reinando en elmundo hasta el siglo XIV de la era cristiana; ese algo no definidotodavía; esa casta revuelta y confusa, que se ha denominado de muchosmodos, pero que en realidad no es otra cosa que la ley de lacontradiccion, la ley de la Persia, un mundo de luz, representado por

Ormuzd

, y un mundo de tinieblas representado por

Ahriman

: decir, unagloria, explicando un infierno; un Dios explicando á un diablo. El almaera Dios, era el ídolo, y se le quemaban perfumes; el cuerpo era eldiablo, y se le apedreaba, cuando no se le achicharraba vivo.

Estudiado con imparcialidad y reposo este intrincado asunto, hallarémosque el mundo antiguo, la humanidad hasta el siglo XIV, no es más nimenos que un órden de cosas creado por la ley de la contradiccion, porla ley de las castas, la ley de arriba declarando pária á la ley deabajo; la ley de un espíritu y de una materia, considerados como poderesantagonistas; como fuerzas radicales contrarias; la ley terrible queconvertia al hombre en enemigo del hombre y de Dios. Que este enemigo sellamara sudra en la India, hebreo en Egipto, hierodul en Capadocia,esclavo en Grecia y Roma, ilota en Esparta, siervo ó hereje en la edadmedia, poco importa: la filosofía de la historia es la misma. Es unaidea que se ha revelado bajo distintas formas; es un vidrio que hareflejado la luz de varios modos, como un libro tiene varias páginas,como una tormenta tiene varias nubes, como la escama de las serpientestiene varias pintas. Repito que el mundo, hasta el siglo XIV de nuestraera, venia del Asia; y que el Asia venia de la ley de la contradiccion;esa ley abolida por el Evangelio; ese mónstruo ahogado por la sangrevertida en la cruz; esa fosa de la humanidad cegada por el mártir delmonte Calvario. ¡Mundo pagano, mundo gentil, no luches, basta! Si algote queda dentro del valladar que Dios ha puesto al hombre, si algunagloria te está reservada por el pensamiento de la Providencia, nohallarás esa gloria, ese dia luminoso no brillará en el cielo para tí,sino volviendo tu inteligencia y tu corazon al monte Calvario. Noluches, no huyas, no leas, no esperes, no mires atrás ni adelante; pontede rodillas ante un crucifijo. Muda de fe, y adora. Más claro, ten fe,porque lo que tú tienes ahora no es fe; lo que tú haces ahora no escreer, es soñar. Ten fe, repito, y te salvarás, como se ha salvado lahumanidad cristiana.

El mundo moderno mudó enteramente de pensamiento y de conducta. En vezde explicar la criatura por el criador, la materia por el espíritu, elcuerpo por el alma, el hombre por la sociedad, tiende á explicar lasociedad por el hombre, el alma por el cuerpo, el espíritu por lamateria, el criador por la criatura, arrojando del mundo una metafísicasimbólica, poética, oriental; una especie de augurio pagano, unaadivinacion, egipcia que, ó no explica nada, ó explica todos losabsurdos y monstruosidades que la mente de un loco puede concebir; todosesos absurdos y monstruosidades que han venido reinando en la historiade la humanidad.

Antes sucedia que por el misterio del geroglífico, querian explicar lasfiguras del mismo geroglífico, de donde resultaba que no conocian ni lasfiguras, ni el misterio, ni modo ni esencia, ni cuerpo ni alma, nicriatura ni criador. Partian de lo que ignoraban, para llegar á lo queno sabian. Eran dos ignorancias obstinadas y supersticiosas, creandotodo un mundo; el mundo en que debia vivir el hombre, el sér que piensay siente, el sér que raciocina y ama, el sér que crea tambien, lahechura más noble, la concepcion más sábia de la suma sabiduría, elpoder más grande que dió á luz el Todopoderoso; el único poder creado,capaz de conciencia, capaz de convencerse, capaz de arrepentirse, capazde bajar la cabeza y suspirar; el hombre, la criatura que llora y queespera. Y luego hay cristianos, hoy, en nuestro siglo, pasados milochocientos sesenta y tres años de la Cruz; hay cristianos, repito(¡parece mentira!) que profesan la ley de la contradiccion, la ley de unalma divinizada y de un cuerpo quemado; la ley de los tormentos y de lashogueras; la ley de la horca y del cuchillo; la ley de Tiberio que llenóde gemidos las tinieblas sagradas de las catacumbas; la ley de Pilatos,que hizo caer á Jesucristo bajo la carga de un madero. Y al hablar decristianos que profesan hoy aquella ley bárbara, no me refiero á hombresvulgares, sino á personas ilustradas y fervorosas. Yo no puedo expresarcuánto me amarga esa inconcebible y lastimosa contradiccion. No secomprende cómo esos hombres viven en el mundo, ni cómo han leido lahistoria.

El espíritu moderno, el mundo cristiano, hizo lo contrario de lo quehacia el mundo venido del Asia.

Para adivinar el misterio delgeroglífico, partió de las figuras: para adivinar el geroglífico, queestaba dentro, partió del geroglífico que estaba fuera; para adivinar loque no veia, partió de un hecho que estaba viendo; y de esta maneraconsiguió que si no veia lo de dentro, veia al menos lo de fuera; algoveia. Acaso no logre conocer el espíritu, pero conoce la materia; talvez no conozca á su criador, pero conoce la criatura; tal vez no logreexplicarse la sociedad humana, pero se explica al hombre. Ya que no laesencia, conocerá el modo; ya que no logre adivinar ese algo infuso, esacifra divina, esa última duda, esa duda suprema y venerable de queparece circuirse el espíritu providencial, logrará siquiera conocer loque se ha revelado, lo que obra en la naturaleza, lo que Dios haescrito en esa segunda teología, lo que Dios promete en esa segundareligion. Antes no se veia lo visible; no se realizaba lo realizable.Hoy, sí. Este es el gran carácter del cristianismo sobre la civilizaciongentil y pagana. El hombre cristiano se cree autorizado, se cree conpoderes, se cree hasta con fuero, para ver lo que puede verse; dejó dequemar al que manifestaba que veia lo que no se habia visto antes; dejóde fabricar tormentos, de aparejar cadalsos y de encender hogueras alaltísimo y venerando ministerio de la razon humana; al ministerio depensar y de decir lo que se habia pensado; al ministerio de medir, y dehacer patente lo que se habia medido, y esto, esto solo explica laincalculable superioridad del mundo moderno sobre el mundo antiguo, laincalculable superioridad del hombre cristiano sobre el hombre de lasregiones gentiles y paganas.

La ley de la humanidad

, puesta en lugarde la ley de la contradiccion; la ley de Dios y la del hombre, puesta enlugar de la ley del diablo y de la del hereje, esto lo explica todo. Sineste dato, sin esta observacion, sin hallar en las fastos humanos esefin adorable, esa providencia que triunfa, sin que nadie vea loslaureles del triunfo; sin que las cosas se miren así por la razon y porla fe, unidas y hermanadas, no es posible encontrar la filosofía de lahistoria. La historia será un acaso horrible, un fatalismo ciego ycruel, un pandemonium

, como la denominan los escépticos, los ateos delhombre y de Dios. Dicen bien esos desdichados. La historia es un

pandemonium

para los que no creen en la providencia y en la humanidad,como la razon es un delirio para el loco, como la ciencia es unaalgarabia para el ignorante, como la luz es una tiniebla para el ciego.Más digo y opine lo que quiera esa pobre gente, la historia ha sido, esy será siempre la Biblia social, una segunda revelacion, una infaliblegeometría del progreso humano.

He dicho antes que hoy no se considera más civilizada la nacion que mássabe y que más disputa, sino la que más analiza y más demuestra. Estaverdad no admite duda en mi juicio. La Italia, por ejemplo, es másteóloga, más metafísica, más ontológicamente sábia que la Inglaterra;sin embargo, la Inglaterra es hoy un pueblo más civilizado, inmensamentemás civilizado que la Italia. Esto quiere decir que ha analizado más enestudios estadísticos y fisiológicos, que es más sábia en la ciencia delhombre, y en la ciencia de la sociedad, porque hoy se llama ciencia loque antes se llamaba herejía, y se llama fárrago lo que antes se llamabaciencia.

Cada escuela podrá traducir este hecho á su modo, dejándose llevar desus recuerdos, de sus aficiones ó de sus intereses; pero la existenciade aquel hecho, tan capitalmente trascendental, es indisputable.

Voy á decir ahora dos palabras sobre los monumentos citados en elsumario de este dia, dando principio por

el palacio de la Bolsa

.

Nada tengo que oponer acerca de la magnificencia del edificio. Es unverdadero palacio. Tiene efectivamente ese aspecto grave y majestuoso,esa gallardía reposada, casi circunspecta, de aquel género dearquitectura. Su historia, considerado como edificio, esto es, suhistoria de piedra, es muy breve. Considerado como una institucionsocial, como

juego público

, aquella historia es algo más larga y másdifícil.

La Bolsa de hoy ocupa el espacio que ocupó en otro tiempo el convento delas hijas de Santo Tomás. ¡Qué cambios tan curiosos y tan elocuentes!Principió este palacio el primer imperio, y lo terminó Cárlos X.Presenta un paralelógramo de setenta y un metros de longitud, sobrecuarenta y dos de latitud, si no mienten los informes que nos dan,informes que considero exactos. Al menos no desmienten la impresion queaquí se recibe. Circuye al suntuoso edificio una gran galería de setentacolumnas de un metro de espesor y diez de altura, sostenidas por unbasamento de tres metros de elevacion. Un sólido cornisamento y unelegante ático coronan las setenta columnas, de órden corintio, lascuales nos hacen sentir la doble emocion de la majestad y de la fuerza.

Quisimos penetrar, pero los guardas del edificio, herederos históricosde la gravedad monacal, nos prohibieron la entrada con cara de priores,enviándonos al estanco de la Hacienda pública, en donde debiamosproveernos de una especie de credencial, mediante la limosna

de dosfrancos, uno por cabeza. He dicho limosna, porque esta raracontribucion, esta curiosa prevision del Erario francés, me huele alsaco del convento. Yo me volví á mi mujer, y la dije en nuestro idioma:aquí se ha verificado una trasmigracion casi portentosa. El franco quenos piden, se escapó sigilosamente del convento de las hijas de SantoTomás, y se escondió en el palacio de la Bolsa.

—¿Qué franco nos piden? Preguntó mi mujer con picante curiosidad. (Paralas mujeres es picante todo lo que tire á dar dinero.)

—Ese bedel, conserje ó lo que sea, contesté á mi compañera, me dice quevayamos al estanco, en donde nos darán un billete, cuya presentacion esindispensable para visitar el edificio. El billete en cuestion noscostará un franco á cada uno.

Mi mujer agrió el gesto de un modo visible.

Esta conversacion pasaba en presencia del conserje, que nos miraba conestrañeza, y que permanecia de pié, custodiando imperiosamente laentrada, como si se tratase de guardar las manzanas de oro en el jardinde las Hespérides.

Mi mujer y yo nos dirigimos á un estanco, que hay á pocos pasos deledificio. Al bajar la magnífica escalinata de la

Bolsa

, mi mujer metira del brazo, en señal de llamarme la atencion, y me dice:

—Llévame á la fonda; yo me quedaré allí, mientras que tú vienes ávisitar ese palacio. Me remorderia la conciencia, continuó mi compañeracon más animacion, si los franceses me cogieran un franco por visitar la

Bolsa

.

—Ese franco que piden, contesté yo, no tiene nada de particular; alcontrario, es una gabela natural, y lógica. Se trata de la

Bolsa

, ypor simpatía, atacan la bolsa de los curiosos.

—Te lo voy á decir francamente, repuso mi mujer, y apretó el paso,como si lo que me iba á decir la espolease. «Yo creí que Paris era unpueblo de suma caballerosidad, y de sumo idealismo. Yo creia en Españaque en Paris se hacian muchas cosas por galanura, por etiqueta, porurbanidad, por espíritu de civilidad y de hidalguía. Pero, amigo mio,estoy viendo que me engañaba de una manera lastimosa. Esto es mucho peorque Madrid. Aquí no podemos llevarnos las manos á la cabeza, aquí no sepuede decir el Padre nuestro, aquí no se puede ni rezar, sin tener quehacer frente al dichoso franco. Odio esta palabra, ¡Qué sujeto tandescortés! ¡Qué persona tan atribulada y tan agresiva! Franco le llaman,y en verdad que le han dado con el nombre, pues tan franco es, que semete por todas partes como trasquilado por iglesia. ¿Quieres que te digala verdad? Segun voy viendo, esto es una batalla contínua, en que loscombatientes no abrigan otra idea que apoderarse del botin de losenemigos; una guerra que se hace, una lucha que se traba, únicamente porcoger el botin. Ni más ni menos, ni menos ni más. Los combatientes sonlos hijos de este país. Los enemigos son los extranjeros. En España, enel mismo Madrid, el dinero es una gran necesidad. En Paris es una granplaga, una gran peste; en fin, es una guerra, con todos los peligros,con todos los sustos, con todas las calamidades y las desdichas de unaguerra. Mira, añadió resueltamente mi mujer; déjame en la fonda; noquiero dar un franco por ver ese edificio; por una peseta está cavandoun español todo el dia en el campo….»

Sin embargo dé estos sermones de mi compañera, yo me dirigí al estanco,con el fin de comprar el documento que el conserje me reclamaba. Mimujer lo notó, y se detuvo á despecho mio.

—No te empeñes, porque no voy. No quiero pagar el derecho de serextranjera. Aguantaré que me traten como enemiga, en lo que yo no puedoevitar; pero á sabiendas, no.

—Bien, la contesté yo; tú dices que no quieres dar un franco por esavisita. Enhorabuena, no lo des; pero yo quiero darlo; no es cosa tuya,sino mia, y no debes tener remordimiento alguno. Iba á replicar; perola llevé hácia adelante con el brazo, y esto la persuadió mucho más quesi la hubiera predicado un sermon. No sé el por qué, mas tengo por cosaevidente que á las mujeres las convence más un ademan que veintepalabras.

Por santa obediencia se resignó á entrar en el estanco, y no pude menosde soltar la risa, cuando observé la cara de vinagre que mi mujer pusoal ver los dos francos en el mostrador.

—¡Lástima de dinero! dijo furtivamente, y nos dirigimos á la Bolsa.

Buena escalera, excelentes pasillos, galerías espaciosas, hermosasbalaustradas, salas magníficas….

Repito que nada tengo que tachar á laarquitectura del edificio, aunque desde luego se echa de ver que no fuéconstruido para que sirviera de palacio. Volviendo ahora los ojos á suoficio social, si así puede decirse, principio por no estar conforme conel nombre de

Bolsa

, aplicado al cambio oficial, cambio importado enFrancia por el hacendista escocés Law, á fines del siglo XVII.

La palabra

Bolsa

, no sólo es impropia, sino escasa, ruin, grosera,hasta ridícula, para darnos la idea de un lugar en que se verificanoperaciones mercantiles de cierta monta. No comprendo cómo losnegociantes que se dedican á aquel juego público, llevan en pacienciaque se les designe con el apellido de Bolsistas

. Me parece que en estenombre hay algo que se rie de la persona que lo lleva, como si dijéramos bolsillistas

,

faldriqueristas

,

taleguistas

, ó palabras por estejaez. Yo deploro (en este sentido ¡tengo tanto que deplorar!) deploro,decia, que los españoles, dominados por un espíritu de imitacionincalificable, desnaturalizando una de las lenguas más bellas y másricas del mundo, malversando el depósito que muchos siglos y muchasglorias les han confiado, hayan mendigado de los franceses la plabra

Bolsa

, condenando tan irreflexiva como injustamente los nombrescastizos de lonja

y casa de contratacion. En lugar de

Bolsa

, quenada significa, ó significa una ridiculez, porque ridículo es tododespropósito ¿qué razon hay para que no pudiera decirse

lonja delcambio

? Pero ahora caigo en que esto no bastaba; era indispensableponerse á la moda; era indispensable llamar la atencion con una cuqueríade nuestros vecinos; era indispensable engalanarse con una palabraparisiense, como los payasos se visten de siete colores, para que lessigan los chiquillos, ó como se enjaeza un caballo, para venderlo bienen la feria. Era indispensable el relumbron, el palaustre, y atravesólos Pirineos la palabra

Bolsa

. No sólo hay servilismo en política; hayservilismo tambien en conducta, y esas limosnas que el pueblo españolrecibe de Francia; esas caridades que le implora, cuando tantas podriahacer, cuando tantas ha hecho á esa misma nacion que nos manda hoy consus monerías; esas limosnas vergonzantes que á Francia pide, es unservilismo de nuestra época; y no solamente es un servilismo, sino unasandez. ¿Qué se diria del que fuese á buscar falsas doraduras á paísextraño, olvidando el oro, el oro fino, que tiene en su país? Pues esoes cabalmente lo que debe decirse de los españoles, que van á Franciapara traerse la grotesca palabra

Bolsa

, arrinconando, para que criemoho, la palabra lonja; término propio, lógico, natural, en relacionperfecta con las tradiciones de nuestro idioma; con su pensamiento y consu melodía; es decir, en perfecta rela