A este punto ha de entrar un muchacho hablando desmayadamente,el qual es HERMANO de LIRA.
HERMANO.
Lira, hermana, ya espiró
Mi padre, y mi madre está
En terminos que ya, ya
Morira qual muero yo.
La hambre los ha acabado.
Hermana mia, pan tienes?
O pan, y quan tarde vienes
Que ya no hay pasar bocado!
Tiene la hambre apretada
Mi garganta en tal manera,
Que aunque este pan agua fuera,
No pudiera pasar nada.
Tomalo, hermana querida,
Que por mas crecer mi afan,
Veo que me sobra el pan
Quando me falta la vida.
Caese muerto.
LIRA.
Espiraste, hermano amado?
Ni aliento ni vida tiene:
Bien es el mal quando viene
Sin venir acompañado!
Fortuna, por qué me aquejas
Con un daño y otro junto?
Y por qué en un solo punto
Huerfana y viuda me dexas?
O duro esquadron Romano!
Cómo me tiene tu espada
De dos muertos rodeada,
Uno esposo y otro hermano!
A qual volveré la cara
En este trance importuno,
Si en la vida cada uno
Fue prenda del alma cara!
Dulce esposo, hermano tierno,
Yo os igualaré en quereros,
Porque pienso presto veros
En el cielo ó el infierno!
En el modo de morir
A entrambos he de imitar,
Porque el hierro ha de acabar
Y la hambre mi vivir!
Primero dare á mi pecho
Una daga que este pan,
Que á quien vive con afan
Es la muerte de provecho.
Qué aguardo? cobarde estoy!
Brazo, ya os haveis turbado?
Dulce esposo, hermano amado,
Esperadme que ya voy!
A este punto sale una MUGER huyendo, y tras ella un SOLDADO NUMANTINO con una daga en la mano para matarla.
MUGER.
Eterno padre, Jupiter piadoso,
Favorecedme en tan adversa suerte!
SOLDADO.
Aunque mas lleves vuelo presuroso
Mi dura mano te ha de dar la muerte.
Entrase la MUGER adentro, y dice LIRA LIRA.
El hierro agudo, el brazo belicoso
Contra mi, buen soldado, le convierte;
Dexa vivir á quien la vida agrada,
Y quitame la mia que me enfada.
SOLDADO.
Puesto que es el decreto del Senado
Que ninguna muger quede con vida,
Quál será el bravo pecho acelerado
Que en ese hermoso vuestro dé herida?
Yo, señora, no soy tan mal mirado
Que me precie de ser vuestro homicida:
Otra mano, otro hierro ha de acabaros,
Que yo solo naci para adoraros.
LIRA.
Esa piedad que quies usar conmigo,
Valeroso soldado, yo te juro
Y al alto cielo pongo por testigo,
Que yo la estimo por rigor muy duro:
Tuvierate yo entonces por amigo
Quando con pecho y animo seguro
Este mio afligido traspasáras,
Y de la amarga vida me priváras.
Pero pues quies mostrarte piadoso
Tan en daño, señor, de mi contento,
Muestralo agora en que á mi triste esposo
Demos el funeral, ultimo asiento:
Tambien á este mi hermano, que en reposo
Yace, ya libre del vital aliento:
Mi esposo feneció por darme vida,
De mi hermano la hambre fue homicida.
SOLDADO.
Hacer lo que me mandas está llano
Con condicion que en el camino cuentes,
Quién á tu amado esposo y caro hermano
Truxo á los postrimeros accidentes.
LIRA.
Amigo, ya el hablar no está en mi mano.
SOLDADO.
Qué tan al cabo estas? qué tal te sientes?
Lleva á tu hermano, pues que es menor carga,
Y yo á tu esposo, que mas pesa y carga.
Salense llevando los dos cuerpos.
SCENA II.
Sale una muger armada, con un escudo en el brazo izquierdo, yuna lancilla en la mano, que significa la GUERRA, traeconsigo á la ENFERMEDAD, arrimada á unamuleta, y rodeada de paños la cabeza, con una mascaraamarilla, y la HAMBRE saldrá vestida con una ropa debocací amarillo, y una mascara amarilla ódescolorida: pueden estas figuras hacellas hombres, pues llevanmascaras.
GUERRA.
Hambre y Enfermedad, executoras
De mis terribles mandos y severos,
De vidas y salud consumidoras,
Con quien no vale ruego, mando, ó fueros,
Pues ya de mi intencion sois sabidoras,
No hay para que de nuevo encareceros
De quanto gusto me será y contento,
Que luego, luego, hagais mi mandamiento:
La fuerza incontrastable de los hados,
Cuyos efectos nunca salen vanos,
Me fuerza á que de mí sean ayudados
Estos sagaces milites Romanos,
Ellos serán un tiempo levantados,
Y abatidos tambien estos Hispanos;
Pero tiempo vendrá en que yo me mude,
Y dañe al alto, y al pequeño ayude
Que yo que soy la poderosa Guerra,
De tantas madres detestada en vano,
Aunque quien me maldice, á veces yerra,
Pues no sabe el valor desta mi mano,
Sé bien que en todo el orbe de la tierra
Sere llevada del valor Hispano,
En la dulce sazon que esten reynando
Un Carlos, un Filipo, y un Fernando.
ENFERMEDAD.
Si ya la Hambre, nuestra amiga fida,
No tuviera tomado con instancia
A su cargo, de ser fiera homicida
De todos quantos viven en Numancia,
Fuera de mí tu voluntad cumplida,
De modo que se viera la ganancia
Facil y rica que el Romano huviera,
Harto mejor de aquella que se espera.
Mas ella, en quanto su poder alcanza,
Ya tiene tal al pueblo Numantino
Que de esperar alguna buena andanza
Le ha tomado las sendas y el camino;
Mas del furor la rigurosa lanza,
Y la influencia del contrario signo
Le trata con tan aspera violencia,
Que no es menester hambre ni dolencia.
El furor y la rabia, tus sequaces,
Han tomado en sus pechos tal asiento,
Que qual si fuese de Romanas haces,
Cada qual de su sangre está sediento.
Muertes, incendios, iras, son sus paces,
En el morir han puesto su contento,
Y por quitar el triunfo á los Romanos,
Ellos mesmos se matan con sus manos.
HAMBRE.
Volved los ojos, y vereis ardiendo
De la ciudad los encumbrados techos,
Escuchad los suspiros que saliendo
Van de mil tristes lastimados pechos;
Oid la voz y lamentable estruendo
De bellas damas, á quien, ya deshechos
Los tiernos miembros en ceniza y fuego,
No valen padre, amigo, amor, ni ruego.
Qual suelen las ovejas descuidadas,
Siendo del fiero lobo acometidas,
Andar aqui y alli descarriadas
Con temor de perder las simples vidas:
Tal niños y mugeres delicadas,
Huyendo las espadas homicidas
Andan de calle en calle, ó hado insano!
Su cierta muerte dilatando en vano.
Al pecho de la amada nueva esposa
Traspasa del esposo el hierro agudo,
Contra la madre, ó nunca vista cosa!
Se muestra el hijo de piedad desnudo:
Y contra el hijo el padre con rabiosa
Clemencia levantando el brazo duro,
Rompe aquellas entrañas que ha engendrado,
Quedando satisfecho y lastimado.
No hay plaza, no hay rincon, no hay calle ó casa
Que de sangre y de muertos no esté llena,
El hierro mata, el duro fuego abrasa,
Y el rigor ferocisimo condena:
Presto vereis, que por el suelo rasa
Está la mas subida y alta almena,
Y las casas y templos mas crecidos
En polvo y en ceniza convertidos.
Venid, vereis que en los amados cuellos
De tiernos hijos y muger querida,
Teogenes afila y prueba en ellos
De su espada el cruel corte homicida,
Y como ya despues de muertos ellos
Estima en poco la cansada vida,
Buscando de morir un modo estraño
Que causó con el suyo mas de undaño.
GUERRA.
Vamos pues, y ninguno se descuide
De executar por eso aqui su fuerza,
Y á lo que digo solo atienda y cuide,
Sin que de mi intencion un punto tuerza.
Vanse.
SCENA III.
Sale TEOGENES con dos HIJOS pequeños y unahija y su MUGER.
TEOGENES.
Quando el paterno amor no me detiene
De executar la furia de mi intento,
Considerad, mis hijos, qual me tiene
El zelo de mi honroso pensamiento!
Terrible es el dolor que se previene
Con acabar la vida en fin violento,
Y mas el mio, pues al hado plugo
Que yo sea de vosotros cruel verdugo.
No quedareis, ó hijos de mi alma,
Esclavos, ni el Romano poderio
Llevará de vosotros triunfo ó palma,
Por mas que á sujetarnos alce el brio;
El camino mas llano que la palma
De nuestra libertad el cielo pio
Nos ofrece, nos muestra y nos advierte,
Que solo está en las manos de la muerte.
Ni vos, dulce consorte amada mia,
Os vereis en peligro que Romanos
Pongan en vuestro pecho y gallardia
Los vanos ojos, y las torpes manos!
Mi espada os sacará desta agonia,
Y hará que sus intentos salgan vanos,
Pues por mas que codicia los atiza,
Triunfarán de Numancia en la ceniza.
Yo soy, consorte amada, el que primero
Di el parecer que todos pereciesemos
Antes que al insufrible desafuero
Del Romano poder sujetos fuesemos,
Y en el morir no pienso ser postrero,
Ni lo serán mis hijos.
MUGER.
Sipudiesemos
Escaparnos, señor, por otra via,
El cielo sabe si me holgaria;
Mas pues no puede ser segun yo veo,
Y está ya mi muerte tan cercana,
Lleva de nuestras vidas tú el trofeo,
Y no la espada perfida Romana,
Mas pues que he de morir, morirdeseo
En el sagrado templo de Diana:
Alla nos lleva, buen señor, y luego
Entreganos al hierro, al lazo y fuego.
TEOGENES.
Ansi se haga, y no nos detengamos,
Que ya á morir me incita el triste hado.
HIJO.
Madre, porqué llorais? adónde vamos?
Teneos, que andar no puedo de cansado,
Mejor será, mi madre, que comamos,
Que la hambre me tiene fatigado.
MADRE.
Ven en mis brazos, hijo de mi vida,
Do te daré la muerte por comida.
Vanse luego, y salen dos muchachos huyendo, y el uno de ellos hade ser el que se arroja de la torre, que se llama VIRIATO, yel otro SERVIO.
VIRIATO.
Por dónde quieres que huyamos,
Servio?
SERVIO.
Yo por do quisieres.
VIRIATO.
Camina, qué floxo eres!
Tú ordenas que aqui muramos.
No ves, triste, que nos siguen
Mil hierros para matarnos?
SERVIO.
Imposible es escaparnos
De aquellos que nos persiguen;
Mas dí, qué piensas hacer?
O qué medio hay que nos cuadre?
VIRIATO.
A una torre de mi padre
Me pienso ir á esconder.
SERVIO.
Amigo, bien puedes irte,
Que yo estoy tan flaco y laso
De hambre, que un solo paso
No puedo dar ni seguirte.
VIRIATO.
Qué, no quies venir?
SERVIO.
Nopuedo.
VIRIATO.
Si no puedes caminar,
Ahi te havrá de acabar
La hambre, la espada, ó miedo.
Y voime, porque ya temo
Lo que el vivir desbarata,
O que la espada me mata,
O que en el fuego me quemo.
Vase y sale TEOGENES con dos espadas desnudas, yensangrentadas las manos, y como SERVIO le ve venir, huyesey entrase dentro.
TEOGENES.
Sangre de mis entrañas derramada,
Pues sois aquella de los hijos mios:
Mano contra ti mesma acelerada,
Llena de honrosos y crueles brios:
Fortuna en daño nuestro conjurada:
Cielos de justa piedad vacios,
Ofrecedme en tan dura amarga suerte
Alguna honrosa aunque cercana muerte!
Valientes Numantinos, haced cuenta
Que yo soy algun perfido Romano,
Y vengad en mi pecho vuestra afrenta,
Ensangrentando en él la espada y mano.
Arroja la una espada de la mano.
Una de estas espadas os presenta
Mi airada furia, mi dolor insano,
Que muriendo en batalla no sesiente
Tanto el rigor del ultimo acidente:
Y el que privare del vital sosiego
Al otro, por señal de beneficio
Entregue el desdichado cuerpo al fuego,
Que este será bien piadoso oficio.
Venid, qué os deteneis? acudid luego,
Haced ya de mi vida sacrificio,
Y esa terneza que teneis de amigos,
Volved en rabia fiera de enemigos.
Un NUMANTINO.
A quién, fuerte Teogenes, invocas?
Qué nuevo modo de morir procuras?
Paraqué nos incitas y provocas
A tantas desiguales desventuras?
TEOGENES.
Valiente Numantino, sino apocas
Con el miedo tus bravas fuerzas duras,
Toma esa espada, y matate conmigo
Ansi como si fuese tu enemigo,
Que esta manera de morir me aplace
En este trance mas que no otra alguna.
NUMANTINO.
Tambien á mí me agrada y satisface,
Pues que lo quiere ansi nuestra fortuna;
Mas vamos á la plaza adonde yace
La hoguera á nuestras vidasimportuna,
Porque el que alli venciere, pueda luego
Entregar el vencido al duro fuego.
TEOGENES.
Bien dices, y camina, que se tarda
El tiempo de morir como deseo,
Ora me mate el hierro, ó el fuego me arda,
Que gloria nuestra en qualquier muerte veo.
Entrase.
SCENA IV.
CIPION, JUGURTA, QUINTO FABIO, y GAYO MARIO, y algunossoldados Romanos.
CIPION.
Si no me engaña el pensamiento mio,
O salen mentirosas las señales,
Que haveis visto en Numancia, del estruendo
Y lamentable son, y ardientes llamas,
Sin duda alguna que recelo y temo
Que el barbaro furor del enemigo
Contra su propio pecho no se vuelva:
Ya no parece gente en la muralla,
Ni suenan las usadas centinelas,
Todo está en calma y en silencio puesto
Como si en paz tranquila ysosegada
Estuviesen los fieros Numantinos.
GAYO MARIO.
Presto podrás salir de aquesa duda,
Porque si tu lo quieres, yo me ofrezco
De subir sobre el muro, aunque me ponga
Al riguroso trance que se ofrece,
Solo por ver aquello que en Numancia
Hacen nuestros soberbios enemigos.
CIPION.
Arrima pues, ó Mario, alguna escala
A la muralla, y haz lo que prometes.
GAYO MARIO.
Id por la escala luego, y vos, Ermilio,
Haced que mi rodela se me traiga,
Y la celada blanca de las plumas,
Que á fe que tengo de perder la vida,
O sacar desta duda al campo todo.
ERMILIO.
Ves aqui la rodela y la celada,
La escala vesla alli la trae Olimpio.
GAYO MARIO.
Encomendadme á Jupiter inmenso,
Que yo voi á cumplir lo prometido.
CIPION.
Alza mas alta la rodilla, Mario,
Y encoje el cuerpo, y cubre lacabeza:
Animo, que ya llegas á lo alto.
Qué ves?
GAYO MARIO.
O santos dioses! yqué es esto?
JUGURTA.
De qué te admiras?
GAYO MARIO.
Demirar de sangre
Un roxo lago, y de ver mil cuerpos
Tendidos por las calles de Numancia.
CIPION.
Qué no hay ninguno vivo?
GAYO MARIO.
Nipor pienso;
A lo menos ninguno se me ofrece
En todo quanto alcanzo con la vista.
CIPION.
Salta pues dentro, y miralo bien todo.
Salta GAYO MARIO en la ciudad.
Siguele tu tambien, Jugurta, amigo;
Mas sigamosle todos.
JUGURTA.
Noconviene
Al oficio que tienes esta impresa,
Sosiega el pecho, buen señor, y espera
Que Mario vuelva ó yo con la respuesta
De lo que pasa en la ciudad soberbia:
Tened bien esa escala. O cielos justos!
Y quan triste espectáculo y horrendo
Se me ofrece á la vista! ó caso estraño!
Caliente sangre baña todo el suelo:
Cuerpos muertos ocupan plaza y calles:
Dentro quiero saltar y verlo todo.
Salta JUGURTA en la ciudad, y dice QUINTO FABIO.
QUINTO FABIO.
Sin duda que los fieros Numantinos
Del barbaro furor suyo incitados,
Viendose sin remedio de salvarse,
Antes quisieron entregar las vidas
Al filo agudo de sus propios hierros,
Que no á las vencedoras manos nuestras
Aborrecidas dellos lo posible.
CIPION.
Con uno solo que quedase vivo
No se me negaria el triunfo en Roma
De haver domado esta nacion soberbia
Enemiga mortal de nuestro nombre,
Constante en su opinion, presta,arrojada
Al peligro mayor y duro trance,
De quien jamas se alabará Romano
Que vió la espalda vuelta al Numantino,
Cuyo valor, cuya destreza en armas
Me forzó con razon á usar el medio
De encerrarlos qual fieras indomables,
Y triunfar dellos con industria y maña,
Pues era con las fuerzas imposible.
Pero ya me parece vuelve Mario.
GAYO MARIO torna á salir por las murallas, y dice GAYO MARIO.
En valde, ilustre General prudente,
Han sido nuestras fuerzas ocupadas,
En valde te has mostrado diligente,
Pues en humo y en viento son tornadas
Las ciertas esperanzas de victoria,
De tu industria contino aseguradas:
El lamentable fin y triste historia
De la ciudad invicta de Numancia,
Merece ser eterna la memoria.
Sacado han de su pérdida ganancia,
Quitado te han el triunfo de las manos,
Muriendo con magnanima constancia.
Nuestros disignios han salidovanos,
Pues ha podido mas su honroso intento,
Que toda la potencia de Romanos.
El fatigado pueblo en fin violento
Acabó la miseria de su vida,
Dando triste remate al largo cuento.
Numancia está en un lago convertida
De roxa sangre y de mil cuerpos llena,
De quien fue su rigor propio homicida:
De la pesada y sin igual cadena
Dura de esclavitud se han escapado
Con presta audacia de temor agena.
En medio de la plaza levantado
Está un ardiente fuego temeroso,
De sus cuerpos y haciendas sustentado.
A tiempo llegué á verle, que el furioso
Teogenes, valiente Numantino,
De fenecer su vida deseoso,
Maldiciendo su corto amargo signo,
En medio se arrojaba de la llama
Lleno de temerario desatino.
Y al arrojarse, dixo: ó clara fama,
Ocupa aqui tus lenguas y tus ojos
En esta hazaña que á cantar te llama!
Venid, Romanos, ya por los despojos
Desta ciudad en polvo y humo envueltos,
Y sus flores y frutos en abrojos.
De alli con pies y pensamientos sueltos
Gran parte de la tierra he rodeado,
Por las calles y pasos mal revueltos,
Y á un solo Numantino no he hallado
Que poderte traer vivo siquiera
Para que fueras dél bien informado
Por qué ocasion, de qué suerte ó manera
Cometieron tan grande desvario,
Apresurando la mortal carrera.
CIPION.
Estaba por ventura el pecho mio
De barbara arrogancia y muertes lleno,
Y de crueldad justisima vacio?
Es por ventura de