Viajes por España by Pedro Antonio de Alarcón - HTML preview

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ajadas,feas,

sucias,

andrajosas, con el cuévano á la espalda y el niño dentro,encorvadas contra la tierra, sin aliño alguno en su traje ni asomos detocado, mientras que el hombre se pasea ufano y compuesto, colorado yrobusto, ocupado en pescar ó en llevar las reses á las ferias.....

¡Triste condición la de un pueblo que no rinde culto á la hermosura ydonde el amor no se levanta sobre el egoísmo del más fuerte!

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El día de San Roque he asistido á las fiestas de Somahoz y regaládomecon la música y el baile del país.

La música es una especie de jota menos bulliciosa que las de Aragón y deuna melancolía infinita.—El baile se distingue por la seriedad ycircunspección con que se mueven las parejas.

No hay más instrumento que un pandero.

La copla corre á cargo de una cantora-bastonera, cuyo pulmón esinfatigable.

Pues bien: aun estas horas de expansión y esparcimiento, nótase lafrialdad ó desdén con que el hombre del campo mira á sucompañera.—Parece como que el baile es un deber en tales días, un ritosagrado, algo que ya se vió en el mundo antiguo. Ni sonrisas, nirendimiento, ni obsequiosos mimos; nada hay en esta danza que se parezcaal fandango ni á la jota. Los hombres tienen los ojos fijos en tierra, ylas mujeres en el rostro de su señor.

¡Ah! ¡Pobres pasiegas! ¡Cómo me explico ahora el que sus esposos lasenvíen á Madrid á desempeñar el papel de vacas de leche, convirtiendo labendición conyugal y sus frutos en un oficio ó granjería! ¡Y cuántosiento haber tenido que retratarlas, en conciencia, hace pocas noches,de la cruel manera siguiente, en una epístola que dirigí á nuestroamigo Cruzada!.....

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Lánguido el Pas las hortalizas riega

Que cultiva y se come á dos carrillos La famosa en Madrid hembra pasiega.

Viérasla aquí, entre chotos y novillos,

Arar, sembrar, coger..... ¡siempre á la espalda

El cuévano cargado de chiquillos!.....

Ó, bailando en los campos de

esmeralda,

Los domingos y fiestas, la hallarías,

Con las trenzas más largas que la

falda,

Recios los huesos, las miradas frías,

Y rebosando del corpiño el pecho,

Rica promesa de robustas crías.

Mas

¡oh

cálculo

vil!.....

Sólo

¡provecho

Buscando en el amor, franco de porte,

Abren á estos gaznápiros el lecho,

Y, sin que el hijo luego les importe, Anuncian leche fresca en el DIARIO, A las bellas madrastras de la corte!

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Pero volvamos al baile del día de San Roque.

Los vascongados que trabajan en el ferrocarril, tocaban la flauta de bojtoscamente labrada, haciendo como quien dice rancho aparte, y bailaban álas pasiegas con más donaire y animación. La luna creciente aparecía yasobre el ocaso á presidir los patéticos instantes del anochecer. Del ríoy de la selva brotaba el concierto misterioso con que las aguas, lasplantas y los animales daban su adiós al día. Sonaban á lo lejos lasesquilas de los ganados y el último tiro del fatigado cazador, mientrasque en las cumbres de los montes resplandecía la hoguera de los pastoresy modulaba el viento lánguidos sollozos que parecían el lejano murmullode Madrid.....

Pero me dirás:—¿Cuándo llegas á Santander, á la capital de laprovincia, al término de tu anunciado viaje?

Llegaré, amigo mío, cuando acabemos el trozo de ferrocarril de LosCorrales á Torrelavega, en que trabajamos sin descanso, por medio deapuestas y de profecías, todos los habitantes de este valle, desde ladistinguida familia constructora (inglesa por más señas), hasta mihumilde persona, que ha clavado ya más de una escarpia asentando rails.....—Conque ten otra semana de paciencia.

VII

ESTRENO DE UN FERROCARRIL.—CATÁSTROFE

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Ya estábamos á media legua del fin de nuestro viaje de inauguración:acabábamos de entrar en el Valle de Buelna, de regreso de Santander:sólo nos faltaban cuatro minutos de marcha por la llanura, paraestrechar la mano á los que nos aguardaban ansiosos, con las botellas deChampagne á medio abrir, y celebrar la apertura de esta sección de lavía férrea..... Pasábamos sobre el último terraplén—también el último, por haberse concluído aquella misma mañana.

Esta obra tiene por la izquierda (hacia donde caímos) 22

pies deelevación, por la derecha 35, y se alza sobre el río Besaya, formando,como él, una ligera curva.

De pronto, pero no sin que hubiésemos notado ya cierta vacilación en lamarcha del tren, como si se balanceasen las traviesas, sentimos unafuerte sacudida de atrás para adelante, seguida de un grito general dehorror de las gentes que había en los balcones de los próximos Bañosde las Caldas y en las peñas cercanas al ferrocarril.....

A este grito contestó otro más espantoso, que lanzamos los del tren alver que nos faltaba la tierra, que nuestro vagón se inclinaba al abismo,que las maderas crujían, que la locomotora caía despeñada arrastrándonosdetrás, envueltos en los materiales del terraplén.....

Del ténder y de la locomotora, que iban delante de mí llenos de gente,no se veía ya nada, sino humo, polvo, fuego; agua que corría de lacaldera; las ruedas vueltas hacia arriba; las peñas saltando al empujede la máquina, que aun quería andar después de haber encallado en ellas;algún hombre que se levantaba ensangrentado de debajo de aquellasdestrozadas moles, dando alaridos; y nuestro vagón, al cual le tocabavolcar en seguida, y al que le faltaba poco para acabar de dar la vueltaó para saltar en astillas.....

Mil muertes nos amenazaron en aquellos cuatro segundos: delante, lacaldera, que podía reventar..... (no sabíamos que un rail la habíaatravesado de parte á parte); á un lado, las peñas del abismo que nosaguardaban y nuestro propio vagón que se nos venía encima; detrás, losdemás coches, que, al pararse, nos golpeaban con la velocidad adquirida;debajo, el camino que se hundía con nosotros.....

Y luego el horror, la pena, el miedo....., la compasión por aquellasdiez ó doce personas que iban delante de mí, y que ya no veía, y quesuponía muertas debajo del ténder y de la locomotora.....—¡Oh! fueroncuatro segundos....., pero cuatro inmensidades de pensamientos, derecuerdos, de angustias.

Las descripciones leídas de otras desgracias; la muerte imprevista; elmundo que desaparece; la familia; los amigos; el natural arrepentimientodel viaje; las personas que nos esperan; la fiesta frustrada; elinstinto que clama por la conservación; el alma que condensa todo supoder, todas sus facultades para el instante supremo, y que,despidiéndose de sí misma, se dice: « aquí era la muerte.....»; todoesto y mil nimiedades que no sé cómo caben en aquella situación extrema,mil ideas frívolas, unidas á otras muy solemnes y graves, la muleta, lamano cortada, lo que será uno sin dientes, la cuestión de lainmortalidad del alma, lo que dirá fulana cuando sepa lo sucedido, cómollegará la noticia al hogar paterno, y un punto de conformidadcristiana, y una mirada al cielo, y la tranquilidad más estoica, y elmiedo más miserable: todo eso y mucho más, resumido en una ideamultiforme, súbita, luminosa, intuitiva, llenaron aquellos cuatrosegundos, abreviatura y término de la existencia.

Cuando me vi en salvo, he aquí lo que observé y cómo me dí cuenta detodo lo ocurrido en tan poco tiempo.

El terraplén se había hundido hacia la izquierda; la locomotora volcópor allí, encorvando el rail sobre que gravitaba; pero, como marchaba almismo tiempo que caía, se encontró con el rail siguiente, que atravesóla caldera de parte á parte. Unido esto á que el Ingeniero inglésAlfredo Jee, que hacía de maquinista, tuvo tiempo antes de morir dequitar alguna fuerza á la máquina, dió por resultado que la locomotoraencalló en las rocas que hay al pie del terraplén, por su parte menoselevada, y se paró, no sin haber dado dos vueltas enteras en el aire yel ténder una.

Nuestro vagón se balanceaba sobre el abismo..... ¡Un paso más, y caetambién! El siguiente estaba descarrilado; el otro sobre los rails, y elcoche de primera tan perfectamente colocado sobre la vía, que lasAutoridades y personas de edad que lo ocupaban, no se enteraron desdeluego de nuestro peligro, sino que creyeron que nos habíamos parado.

Los que iban en la máquina y en el ténder rodaron por la pendientemovediza del terraplén.—¡Ni ellos mismos saben cómo! Los másafortunados quedaron en pie, y huyeron de la mole que se les veníaencima. Los hermanos Jee, que iban delante de todos, cayeron mal, ó notuvieron tiempo de huir, y quedaron debajo de la locomotora, el uno,Alfredo, muerto en el acto, abrasado por toda la lumbre y por el aguahirviente de la máquina, y cogido por una rueda en medio del pecho; y elotro, Morlando, preso entre las piernas de su hermano y una peña,tendido boca abajo, con la cabeza y el pecho fuera de la máquina, perorecibiendo desde la cintura hasta los pies, y especialmente en la piernaderecha, el agua hirviendo de la caldera y el calor del hierro y de loscarbones hechos ascuas.—Contusos, ligeramente heridos ó quemados,estaban otros muchos; pero ninguno de gravedad.

Nuestro dolor al ver muerto al eminente ingeniero Alfredo Jee, y en tangrave situación á su hermano; nuestro asombro al encontrarnos vivos;nuestro reconocimiento á Dios que nos había librado; el terror delpueblo que nos cercaba; los penosos cinco cuartos de hora que se tardóen sacar á Morlando Jee de debajo de la máquina, son cosas que noacertaría á describir.....

Míster Morlando Jee vive todavía; pero frío como el granizo y sinesperanza de salvación.

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El desgraciado murió á la noche siguiente.

Los Corrales (Valle de Buelna), 1858.

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MI PRIMER VIAJE A TOLEDO

———

Lferrocarril de Castillejo á Toledo acaba de ser inaugurado, lo cualsignifica en sustancia que la vetusta ciudad imperial se encuentra ya álas puertas de Madrid.—

De esperar es, por consiguiente, que, pues tanrápido, cómodo y barato resulta hoy el viaje, todos los amantes de labelleza artística y de las glorias patrias vayan sin pérdida de tiempo áadmirar con sus propios ojos aquel museo de maravillas.

En el ínterin, si á bien lo tienen, dígnense leer los apuntes que yo hehecho en mi cartera durante los dos días que acabo de pasar en la Romade nuestra historia; apuntes que, si no son una Guía ni mucho menos,revelan todo el entusiasmo

que

puede

inspirar

á

un

buen

español,aficionado á las artes, la noble ciudad tantas veces cantada porZorrilla.

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Toledo es un magnífico álbum arquitectónico, donde cada siglo hacolocado su página de piedra. Ver á Toledo es leer á un mismo tiempo lahistoria de España y la historia de la Arquitectura.

Más ricas en monumentos árabes son Córdoba, Sevilla y Granada, en obrasromanas Mérida y Segovia, en góticas los reinos de León y Castilla laVieja; pero ninguna ciudad como Toledo lo encierra todo; ninguna comoella puede ostentar juntamente grandes obras de todos los tiempos y detodos los períodos del arte. Y consiste en que Toledo es una ciudad diezveces histórica, que diez veces ha resucitado de sus cenizas, que hapuesto en su frente corona sobre corona, llegando al cabo á verseinvestida de toda la grandeza de la historia patria.

Su fundación, perdida en la noche de la fábula como todo lo épico, espara unos obra de Hércules, para otros se remonta á la fuente de losdías auténticos; al pueblo judío.

Y lo mismo que la religión y elpaganismo se la disputan, ved cómo luchan después todos los invasores deEspaña por engrandecerla.....

¡Ah! no todos: que si bien es verdad que los bárbaros del Norte larespetaron hace quince siglos, no es menos cierto que los franceses delsiglo XIX quemaron y destruyeron sus alcázares y templos.

De cualquier modo, Toledo ha sido la ciudad bien amada de los siglos. Laantigua Carpetania la cuenta entre sus pueblos patriarcales, Roma entresus colonias, entre sus esclavas los alanos, entre sus reinas los godos.En ella busca amparo

el

naciente

Cristianismo,

y

los

renombradosConcilios toledanos enaltecen su fama en todos los pueblos visitados porlos Varones Apostólicos.

Asentará en ella luego Rodrigo su corrompidacorte, y la avasallarán después los árabes..... Pero Toledo no habrámuerto todavía. Aun será corte de los grandes Alfonsos, amparo de loserrantes judíos, mansión de Isabel la Católica y Carlos I de España,cuna, en fin, de los primeros albores de libertad en tiempo de lasComunidades de Castilla.

Pues bien: toda esta grandeza, todo este poder, toda esta fortuna estánescritos en sus innumerables monumentos. En más de una torredesmantelada, á que sirvieron de cimiento ruinas de la dominación deRoma, hay ventana que fué primero ajimez árabe, después ojiva gótica,luego nicho del Renacimiento, y que hoy es balcón adornado de flores áque se asoma la hija del campanero. En él veis borrados los junquillos ydoseletes; notáis el rastro del arco estalactítico, echáis de ver unresto de friso greco-romano, y acaso encontráis algún extravagantedelirio de Churriguera; todo revuelto y remendado, pero todo elocuentey revelador de pasados destinos.

La Catedral, sobre todo, es la urna cineraria de las grandezasespañolas. Cada período de civilización ha grabado en ella su nombre:cada generación ha dejado el polvo de sus héroes.—Crúzase conmelancólico orgullo aquel museo en que todos nuestros artistas hanlabrado una columna, colgado un cuadro ó tallado un santo de madera;donde cada conquistador ha depositado las banderas de su ejército y lostrofeos tomados al ejército vencido; donde los reyes han buscadosepultura, así como los poetas y los poderosos; donde uno dejó susalhajas, otro su librería, este su espada y su armadura, aquel las obrasde su ingenio. Parece la Catedral, considerada de este modo, una matronaantiquísima, una venerable abuela, á la cual cada uno ha contado sustristezas, confiado sus secretos, legado su gloria, pedido consejo en ladesgracia y debido una oración en la hora de la muerte.

Allí duermen Enrique de Trastamara, el rey fratricida; allí los santos ylos arzobispos que guerrearon contra los moros; allí los mismosarquitectos que sucesivamente, durante muchos siglos, fueronconstruyendo la Catedral; allí D.

Álvaro de Luna, el soberbio enemigodel feudalismo, y D.

Enrique III el Doliente, y D. Juan I, y famosasreinas, y capitanes, y prelados, y damas hermosísimas, que reinaron enfamosos torneos; allí están las banderas cogidas á los agarenos en cienbatallas, y las perlas y los diamantes acumulados por los judíos, y losfrescos de Jordán, y las esculturas de Berruguete, y verjas de cienautores, todas de un mérito asombroso, y mil reliquias, mil ex votos,mil preciosidades

auténticas,

históricas,

paleográficas,

artísticas.

Lo repetimos: la Catedral es un museo, un archivo, una bibliotecainmensa, donde el artista, el poeta, el arqueólogo, el historiador,todos los que aman el pasado, encontrarán inagotables tesoros.

Pues si la consideramos ya como edificio, como obra de arquitectura,como templo gótico, ¡qué nuevas maravillas, qué riqueza, quégrandiosidad, qué excelsitud!.....

Allí está toda la historia del estilo gótico, desde el godo, anterior ála invasión de los bárbaros, hasta el gracioso y puro del siglo XIII.Allí hay portadas más bellas que las de Nuestra Señora de París y quelas elegantísimas de las catedrales de Burgos y Sevilla; allí atrevidasbóvedas, vistosos rosetones, aéreos doseletes, casetones cuajados deestatuas en miniatura, vidrieras de colores que filtran dulcemente laluz del cielo, y mil y mil molduras y archivoltas que entretienen lavista y la imaginación por su interminable variedad.

La primitiva iglesia fué fundada por San Eugenio, y sobre ella bordaronlos moros una gran mezquita. Reconquistada la ciudad, San Fernando noquiso que en la Catedral toledana hubiese ni tan siquiera huellas de losinfieles, y la destruyó hasta los cimientos, poniendo en aquel mismositio la primera piedra del templo actual. Doscientos cincuenta años setardó en construirlo, y todavía hoy se sigue trabajando en pormenores deornamentación.....

Pero no me es dado proseguir, ni tampoco me queda tiempo de bosquejar,como quisiera, otros monumentos de Toledo.....—Esta rapidísima reseñaha de publicarse dentro de dos horas, y los cajistas me van quitando delas manos las cuartillas según que las escribo de primera intención.

Dejo, pues, para cuando esté más despacio, suponiendo que llegue áestarlo alguna vez, describir la iglesia y claustro de San Juan de losReyes....., sobre todo el claustro, que parece un jardín de piedra,medio destruído por una tempestad.....—¡Ah, franceses!..... ¿Cómo nomorís de bochorno,

al

pensar

que

destrozasteis

aquellos

primoresartísticos?

También siento mucho no poder hablar detenidamente del cesáreo Alcázar que sirve como de corona mural á Toledo, pues que se eleva sobre lamás alta cumbre de la ciudad.

Baste decir que es una obra digna deCarlos V, de Alonso de Covarrubias y de Juan de Herrera. El granEmperador mandó edificarlo en aquel eminente paraje, donde yacía enruinas el viejo Alcázar que habitaron los grandes Alfonsos.....; y esfama que, siempre que bajaba ó subía la monumental escalera, se parabaen su gran meseta y decía:—« Sólo aquí me creo verdaderamenteEmperador. »

En fin: un tomo entero no bastaría para reseñar todo lo que hay que veren Toledo, desde que se la descubre, escalonada en aquella especie deerguida península, ó corpulento promontorio ceñido por el profundo Tajo,y se comienza á subir la áspera cuesta, y se pasa el venerable Puentede Alcántara, y se penetra por la histórica y bellísima Puerta deVisagra, hasta que se recorre aquel dédalo de torcidas calles arábigas,y se baja por el lado opuesto, y se vuelve á salir al campo por el Puente de San Martín.—Sinagogas; mezquitas; alminares que sirven detorres á iglesias cristianas; Puertas tan notables como la del Cambrón, que compendia toda la historia de Toledo, pues en ella hanpuesto mano Wamba, los moros y Carlos V, ennobleciéndola más y más concada restauración; ruinas de Palacios tan interesantes,respectivamente, como los que habitaron D. Pedro el Cruel y D. Enriquede Trastamara; murallas del tiempo de D. Rodrigo; el Baño de la Cava;la Capilla mozárabe de la Catedral; la gran Fábrica de Armas, dondese siguen forjando y templando espadas como las que nos valieron tantasvictorias en otros días; El Cristo de la Vega de la leyenda deZorrilla; la romántica Plaza del Zocodover; la Posada de la Sangre,contemporánea de Don Quijote; ¡qué sé yo cuántas cosas me hanentusiasmado durante mi estancia en Toledo!.....

Citaré únicamente, para concluir, mis últimas emociones en la quellamaré nuestra ciudad eterna.

Había llegado el momento de regresar á Madrid, al mundo de la política yde los negocios.....

La tarde era tempestuosa..... Negras nubes y remotos truenos amenazabaná los toledanos con una gran tormenta.

Tenía yo resuelto de antemano que mi última visita sería para la Catedral, donde ya había estado lo menos ocho veces en el espacio dedos días.....—Deseaba despedirme allí solemnemente de TOLEDO.

Mi compañero de viaje y querido amigo el insigne músico D. MarianoVázquez me esperaba en la gran Basílica, enteramente solo, sentadodelante del magnífico órgano llamado del Deán, arrancando de su hondoseno solemnes y patéticos gemidos.—Tocaba la Marcha fúnebre en lamuerte de un héroe, escrita por Beethowen el día que supo queBonaparte «había descendido hasta el extremo de coronarseEmperador».—El sacristán se había prestado también á ejercer el oficioque no era el suyo, encargándose de los fuelles.....

Las bóvedas de la Catedral temblaban ante aquella tempestad de armoníaque lanzaba el poderoso instrumento.

Las últimas luces de la tardepenetraban desfallecidas por los calados rosetones, dando fantásticoscontornos á las figuras pintadas en los vidrios.—Abajo, en el templo,estaba yo solo.....

¿El canto de gloria y de muerte que exhalaba el órgano, caía

sobretantas

sepulturas,

sobre

tanta

grandeza

desvanecida, sobre tantasoberbia humillada, como un sufragio ó como un anatema?..... ¡No sé!

Perdido yo en la sombra de aquellas frías y solitarias capillas, creíaque el héroe muerto de la composición de Beethowen era el honorespañol.

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A lo lejos me pareció oir las carcajadas de la moderna corte de España,confundidas con las risas de desprecio de los riffeños, de los mejicanosy de los poseedores de Gibraltar. ¡Hasta creí sentir ruido de mejillasabofeteadas, y nuevas

risas,

y

crujidos

de

huesos

que

se

removíanindignados bajo las losas de los sepulcros!

«¡Los extranjeros nos insultan!.....»—gritaba una voz en losaires.....

El órgano había callado. Levanté la frente, y quise huir.....

Pero yaera de noche, y las tinieblas me rodeaban.—Llegó en esto mi amigo, y mesacó de la Catedral.

Una furiosa tormenta estaba descargando sobre Toledo.....

Pero seacercaba la hora de partida del tren, y tuvimos que salir á escape entrela granizada y el huracán, como almas que se lleva el diablo.

Tres horas después me hallaba en el café Suizo de Madrid.

Junio de 1858.

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EL ECLIPSE DE SOL DE 1860

———

OYfe de haberlo visto con mis propios ojos, ayer á 18 de Julio, de dosá tres de la tarde, desde las venerandas ruinas de Sagunto, ó sea desdelo alto del castillo de Murviedro.

Con este solo fin había salido la víspera de la villa y corte de lasEspañas en el tren correo. Al pasar por Valencia se me agregaron, segúnestaba convenido, algunos poetas de las márgenes del Turia, con quienesme liga antigua amistad, y todos juntos llegamos al castillo una horaantes de la anunciada por el Calendario para el comienzo de la grantragedia celeste.

En aquel histórico lugar, donde comenzaba la zona en que sería totalmente visible la catástrofe, no se hallaba constituída ningunacomisión de astrónomos, armada de instrumentos, con objeto de hacer laautopsia al astro-rey luego

que

muriese.....,

y

por

eso

mismo

habíamosdeterminado mis amigos y yo establecer allí nuestro observatoriopoético, ganosos de experimentar en el momento solemne todas lasemociones dramáticas y religiosas de la inocencia ó de laignorancia.....—

Estábamos, pues, solos con el coro trágico, y el corotrágico se componía de labriegos del país..... ¡De aquellos labriegosque rara vez suben á la antiquísima fortaleza, pero siempre para honra ygloria de España!

Así lo pensaba yo al ver al actual pueblo saguntino subir desde la villaá la ciudadela. Pensaba en el día que sus antepasados subieron poraquellas mismas rampas talladas en la roca, y no volvieron á bajar, sinoque perecieron heroica y voluntariamente, dando al héroe cartaginés elmás grande espectáculo de patriotismo que registra la historia: órecordaba aquel otro día, casi de nuestro tiempo, en que las tropas deNapoleón se estrellaron una vez y otra contra aquel ruinoso baluarte,guarnecido por un puñado de valientes, que acababan de dejar el aradopara subir á defender á costa de su vida el muro viejo (Murviedro).

A la verdad, estas consideraciones históricas eran muy adecuado prólogoal épico suceso que aguardábamos. Todo ello tenía dimensiones homéricas;y como el cielo, la tierra y el mar que se desplegaban ante nuestravista eran los mismos de hace veintidós siglos, hubo momentos en queperdí toda conciencia del tiempo, ó en que confundí lo pasado con lopresente, y aun con lo futuro, que era el eclipse.....