¡Pícaro velo! ¡Pobres rodillas de su alma!
A la salida y á la entrada, cruza Amparo delante de él, sin mirarlo, sinmirar á nadie, mirando al suelo.
¡Yo respondo de que sabe que su adorado está allí, y de que, áhurtadillas, lo ha medido de pies á cabeza!
Él se figura que no.....
¡Como que está enamorado!
Un día de procesión la ha tenido Fidel enfrente de sus ojos, durantetres horas, en el balcón de unas amigas, emancipada, sin velo en cuerpogentil, vestida de claro, movible
contenta,
sonriente.....—¡Quétransfiguración!
¡Qué liberalidad! ¡Qué tesoros! ¡Qué delicia!
Una vez, en la feria, se encontraron en una platería improvisada, y laoyó hablar de diamantes, perlas y rubíes.....—¡Qué voz! ¡Cuán diferentede todas las humanas!—Ni ¿de qué otra cosa podría hablar más que dejoyas aquella inmortal princesa?
(En esto tenía razón.)
Finalmente: una noche volvía la joven de casa de una parienta enferma,con uno de sus insolentes hermanos.
Fidel los siguió en silencio muchas calles, embozado hasta los ojos.
¡Y con qué emoción!—Amparo, en las tinieblas, le parecía suya.....—Laluz determina las distancias. Las sombras confunden los objetos.....—Lavista entonces tiene algo de tacto.
De resultas de esta emoción, Fidel pasó muchas noches entregado alplacer de estar á obscuras.
Su adorada, entretanto, borda ó lee, reza el rosario con sus padres,hace flores, hace dulces, hace novenas.....; pero todomaquinalmente.—Ciertas
noches,
de
tiempo
inmemorial, van á su casaunas solteronas á acompañar á su madre, que no lee otro periódico que elque ellas constituyen por sí propias. Amparo, fingiéndose distraída, nopierde coma, á ver si oye decir algo que tenga relación con el hijo deD. Eusebio (que es Fidel). Óigalo ó no lo oiga, resulta que de laconversación de aquellas mujeres; del tumulto de cosas humanas quepercibe en las novedades que ellas cuentan; de las ideas de pasión, decombate, de felicidad, de leyes naturales y de leyes escritas que estasnovedades siembran en su alma; de lo que le mandan y vedan las obrasmísticas que lee; de lo que dicen con su mudo lenguaje las flores; lospájaros, los céfiros, el sol, la luna y hasta las tímidas estrellas, vaformándose en el corazón de Amparo un mundo armónico y fulgente, llenodel sentimiento universal, lanzado en órbitas mucho más amplias, libresy luminosas, que el mundo de las cuatro paredes de su encierro, yhenchido de un concento misterioso, que canta incesantemente esta oda deuna sola frase: « ¡Fidel mío! »
Y así pasan años como eternidades, y así se forman almas y caracteresque son verdaderos abismos de disimulo, verdaderos infiernos de pasiónreconcentrada, ó verdaderos eriales de ilusiones desvanecidas.
Pues imaginad ahora que llega un momento en que el demonio, lassolteronas, una prima fea ó un sobrinillo amable, llevan medio recado, yse concierta una cita, y se abre á media noche cualquiera de losventanuchos del callejón, ó se utiliza como locutorio el ojo de la llavede la puerta falsa.....
¡Poema seguro por lo pronto! ¡ Edgardo y Lucía en escena!—¡Qué dúo,qué idilio, qué eternos esponsales de dos vidas!
Luego viene el drama....., y termina en tragedia ó en comedia: esto es,en el Cementerio para alguien, ó en la Vicaría para los dosenamorados.
Supongamos esto último: se casan.—¡Adiós, mundo!
¡Adiós, calle! ¡Adiós,balcón! ¡Adiós, todo!—Amparo ha desaparecido.
Sin embargo, esta casada de la ciudad no se marchita físicamente como lade la aldea.....
«¡Ojalá! (dirá aquí la musa romántica). ¡Cuántas terribles pasiones á loWerther habría menos en el mundo!»
La casada de la ciudad sigue siendo joven y hermosa; pero las rejas delclaustro doméstico se cerraron detrás de ella cuando regresó deltemplo.—Amparo ha tomado el velo de desposada: ha dejado moralmente deestar viva: es profesa del hogar. Ya no se la verá nunca, como no seaalgún Jueves Santo..... Las cortinillas de sus balcones no se alzarán enlo sucesivo. Irá á misa, es cierto; pero al amanecer, hora en que loshéroes de Goethe no se han levantado todavía.....—¡Y nada más, nadamás!
Pues supongamos que Amparo no se ha casado con Fidel....., sino conotro, á gusto exclusivo de los padres tiranos.....—La musa romántica seapodera entonces por completo de la acción. Ya no se trata de Werther yCarlota: ya se trata de Francesca y de Paolo. Pero de una Francesca áquien Paolo no ve sino en sueños; de un poema de dos amores sinesperanza; el amor de él y el amor de ella, separados siempre y siempreparalelos, como dos ríos que cruzan á todo lo largo un mismo valle delágrimas, sin mezclar nunca sus corrientes.
No: Fidel no buscará á la emparedada; ni, si la buscara, laencontraría; ni, si la encontrase por acaso, la Francesca del reino deGranada sería tan melodramática como la de Rimini. El recato de Amparollega hasta el martirio. ¡Ha aceptado el cáliz de amargura, y no haymiedo de que aparte de él sus ojos ni sus labios! Fidel no lo ignora:Amparo está enterrada en vida.
Réstame añadir que esta reclusión absoluta de las Amparos no es unaimposición de sus maridos. Es un retraimiento espontáneo de ellasmismas, resultancia compleja
de
temores,
tedios,
desdenes,
fierezas
ymisticismos, propios de aquella melancólica y mordaz sociedad, y acasotambién reminiscencia inconsciente de las costumbres mahometanas.
Y vean ustedes cómo, por medio de ficciones novelescas y de caprichososartificios, hemos venido insensiblemente á saber cuál es, sobre poco másó menos, la existencia de todas las señoras y señoritas de una de esasciudades..... La casa, la familia, la iglesia, y alguna vez el campo: heaquí su universo.
Por ferias ó por pascuas suele ir una compañía de cómicos de la legua, óde titiriteros á pie ó á caballo.
Entonces oye uno tutearse en laslunetas, sin previo aviso, á dos personas de distinto sexo que no se hanhablado desde que se arañaban, al salir él de la escuela y ella de laamiga; esto es, cuando tenían siete años.—Nadie diría que llevan veinteó veinticinco de adorarse y de desearse en silencio.
Alguna vez, de resultas de cosas que pasan en el mundo (el mundo sonlas luchas políticas de Madrid), entra tropa en aquel pueblo; y, si sedetiene dos ó tres días y lleva banda de música, todos los amadores seconciertan, abren una suscripción, van en legacía á convidar á lasmuchachas por conducto de sus madres, y á las madres con pretexto de lasmuchachas, y dan un baile de etiqueta en el Hôtel de Ville, al cualasisten todas ó casi todas las emparedadas solteras y nosolteras.—Esta noche se señala con piedra blanca en la historia demuchos corazones..... ¡Lustros pasan luego haciéndose mención ó memoriadel baile, principio ó fin de muchas novelas íntimas!
De lo que en semejantes poblaciones significa una forastera; delefecto que produce en la imaginación de los galanes; del perjuicio quepor de pronto ocasiona á las damas indígenas; de las venganzas que éstastoman cuando aquélla pierde el prestigio de la novedad y de la extrañezaó se marcha bendita de Dios (que es la frase sacramental), puedeformarse juicio fácilmente, considerando el fastidio que la monotomíaengendra en una juventud ociosa; fastidio que acaba por oxidar yennegrecer los espíritus más brillantes.—La forastera es un relámpagoque les habla de la tempestad de acontecimientos y de poesía que bramaen las inmensidades del siglo; y ellos, los Napoleones encerrados en unaSanta Elena previa, ven á su luz fosfórica surgir en el desierto océanode su vida todas las Atlántidas del
deseo.—Considerad,
pues,
cuántopadecerá
la
emparedada, cualquiera que haya sido su destino (háyasecasado á su gusto ó al de sus padres, ó esté moza todavía), al saber,por las dos susodichas solteronas, ó por la superviviente, si una murió,que Fidel le pone los ojos tiernos á la forastera;—cosa que hacencasi todos los Fideles, sin perjuicio de su perdurable amor á lasAmparos.
Yo corto aquí esta novela-proteo, que sería infinita; como son infinitostodos los sentimientos que se fermentan en almas solitarias, ora entrelas cuatro paredes de una celda, ora dentro de los ruinosos muros deestas ciudades que pudiéramos denominar cementerios de vivos.
Por lo demás, en esos cementerios, donde la dulce tradición y la mansarutina, hijas de la incomunicación material y de la apatía moral, hacende cada cuerpo ambulante un féretro semoviente en que va amortajado unespíritu; allí, donde la mayor parte de las personas de suposición viven
todavía,
respecto
de
la
moderna
mancomunidad social europea, en unapartamiento más esquivo
que
el
que
ya
han
abandonado
los
mismosjaponeses; allí, donde hay horas, días, sitios, alimentos, frases,ropas, tristezas y alegrías de rúbrica, de rigor, de cajón, de ene y de tablilla.....; allí (creedme) es donde deben estudiarse lascostumbres particulares de cada región de la Península, para compararlasentre sí, y donde encontraremos que la mujer ocupa aún, en todas lastierras que son ó que fueron España, el trono de flores á que laelevaron sucesivamente el Cristianismo, redimiéndola; el galanteislamismo ibérico, deificándola....., y los hijos de Andalucía, sobretodo, combatiendo en primera línea la ley Sálica, á fuer de pertinacesmujeriegos.
*
* *
Pero (ocasión es ya de decirlo, y de decirlo muy seriamente paraconcluir) el imperio que las españolas ejercen sobre los hombres desdeese trono amasado con requiebros, serenatas, puñaladas y suspiros, tienemás de aparato pontifical que de íntimos y sustanciales atributos; ybueno sería que los españoles procurásemos que nuestras hembras, tansuperiores á todas las del mapa por su dignidad moral, por la intensidadde sus sentimientos, por la autenticidad de sus pasiones y por la vivezay la gracia de su imaginación, no se dejasen aventajar, como se venaventajadas hoy, por las inglesas, las alemanas, y hasta las francesas,en ciertas condiciones accidentales ó adventicias, referentes á laexterioridad de su espíritu á su manera objetiva de vivir y á suinfluencia civilizadora.
Porque (no lo neguemos) culpa nuestra es, culpa de nosotros, padres,amantes y maridos, todo lo que hay de inculto y opaco, de sordo y debaldío en la superficie social (permitidme esta perífrasis) de casitodas las mujeres españolas. Si más exigiéramos, desde que nacen, de lascompañeras de nuestra vida; si más reparásemos luego en la parteinmaterial de su naturaleza; si fuera más desinteresada la idolatría quenos inspiran; si nos respetásemos más á nosotros mismos y lasrespetásemos más á ellas en nuestros modales y discursos dentro delhogar; si les diéramos una importancia más grave y positiva que la quenegligentemente y con intermitencia les damos, porque haya paz, ó porservilismo amatorio, la vida externa de las españolas correspondería ála superioridad sin rival de la vida de su espíritu.
Y todo esto tendremos que hacer los varones en España, si queremoslibrarnos de la peste de que nuestras hijas ó nuestras nietas den en lagracia de rehabilitarse y perfeccionarse por sí mismas, al tenor delos pavorosos procedimientos empleados ya hoy en varios países poralgunos sabihondos marimachos, vulgo marisabidillas, justamenteindignadas de que siga siendo cierto aquel dicho de un filósofo: « Lasmujeres nos deben la mayor parte de sus defectos: nosotros les debemosla mayor parte de nuestras cualidades. »
CAPÍTULO VII
CONCLUSIÓN Y RESUMEN
He concluído: pero, por si algo se me ha olvidado de lo que ofrece laportada de estas monografías, creo oportuno evacuar ahora mi informe,de una manera oficial, por medio del siguiente estado, ratificación yresumen de todo lo que queda dicho[17]:
LA MUJER GRANADINA, TAL CUAL ES
En el
En los
En las
En los
En el
hogar
En el
En los
campos ciudade
espectáculo taller
doméstic
templo.
salones.
.
s.
s.
.
o.
Amiga
Reina
Reina
Reina
Reina
particula
Caret
absolut absoluta
Llorona.
absolut
absoluta.
r de la
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.
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Virgen.
DESCRIPCIÓN Y PINTURA DE SU
Cará
Costu
Traje
Religio Bell Defe
Preocup Excele
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Todas.
abund
lares. ivos.
ca.
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parisi
!
ar
.
enses.
en la
provin
cia.
Enero de 1873.
DE MADRID A SANTANDER
———
I
ALÍde Madrid, mi querido Pepe, del modo y manera que sabes;empingorotado en el cupé de la Diligencia de Valladolid, con menos quemediana salud, á las seis de una caliente mañana de Agosto, no muyprovisto de metales preciosos, en busca de aire y de agua, dos artículosde primera necesidad que escasean en la Corte de las Españas; con losbolsillos llenos de melocotones y naranjas, que tú me diste, y en laamable compañía de mi bastón, mi paraguas y mi saco de noche.
El viaje desde Madrid á Valladolid fué una especie de índice del de laReina y sus ministros, cuyas pisadas venía siguiendo, á cuatro días dedistancia, mi humilde humanidad; lo cual quiere decir que iba hallando ámi paso iluminaciones..... apagadas, arcos de triunfo..... por elsuelo, y algún que otro músico desbandado, que tornaba á los patrioslares con su serpentón á la espalda.
La Corte, desandando la Historia de España hasta llegar á su cuna, y yo,dirigiéndome á Valladolid para luego girar hacia estos montes sinhistoria conocida, hemos atravesado, pues, el país clásico de losInfanzones de Castilla, la tierra que pisaron los Condes, los Reyes ylos Caballeros, el lugar de mil batallas portentosas y de treinta Cortes que hoy son pobres y obscuras villas.
Ya, antes, al trepar al Guadarrama, tumba de hielo en que Felipe II seescondió en vida, cerrando el libro de la epopeya española, había yomeditado largamente..... El Guadarrama, ó sea el Monasterio de ElEscorial, cuya triste mole descubrí á lo lejos, es una losa fúnebrecolocada sobre nuestro pasado de gloria. No parece sino que el granMisántropo presintió la ruina del imperio de Carlos V, y levantó unpadrón mortuorio en conmemoración de la grandeza de España.—En adelantelos Carlos de Austria se llamarían Carlos II, los Felipes, FelipeIV, et sic de cæteris.
Pasé por Olmedo, donde hace cuatro siglos se dieron dos batallas, la unaen 1445, la otra en 1466.
En la primera resultó D. Álvaro de Luna herido en una pierna..... yMaestre de Santiago. Allí ganaron también D.
Juan Pacheco el Marquesadode Villena y D. Íñigo López de Mendoza el de Santillana. ¡Reyes, Grandesy poetas combatieron pecho á pecho y brazo á brazo; triunfó Castilla, ycubrióse (dicen) de gloria el infante D. Enrique, más tarde llamadoEnrique IV el Impotente!
En la segunda, el honor de Castilla fué vulnerado por vencidos yvencedores, por los nobles y por el Rey, demostrándose así con eltestimonio de la Historia, que cuando los reyes no representan lasaspiraciones de sus pueblos, hasta el laurel se convierte en sus manosen fúnebre sauce.
Pero dejemos la Historia, por respetos á la ley de imprenta que nosrige.
De Madrid á Valladolid hay treinta y cuatro leguas y pico, que se andanen veintitrés horas.—Llegué, pues, á las cinco de la mañana á la ciudadde D. Álvaro de Luna.
II
Ya allí el calor era soportable, el aire elástico, la vegetaciónrisueña. Había un río surcado por lanchas y cuajado de bañistas; habíaespesas arboledas; hermosas Casas de Baños, y un paseo llamado las Moreras (donde estudié, la tarde de un domingo, el mujeríovallisoletano), y había un Campo Grande, paseo nocturno mucho másextenso que el Prado de esa Villa y Corte.
Todos pronostican á Valladolid un porvenir muy lisonjero. Elferrocarril, que llama ya á sus puertas, desarrollará los elementos deriqueza que posee de muy antiguo aquel país, juntamente industrial,ganadero y agrícola. En la actualidad tiene fábricas de papel continuo,de tejidos, de pan, de productos químicos, de harina, de calderería, decerveza, de curtidos, de botones, de cola, de chocolate, de loza fina,de telas metálicas, de fundición, de cintas, de pasamanería, deplatería, de herrería.....—Muchas de estas cosas en pequeña escala;pero con grandes condiciones de vida y prosperidad.
En cuanto á bellezas artísticas, á monumentos históricos, á gloriasnacionales, Valladolid es, como si dijéramos, la Sevilla del Norte.
Visité la Catedral, ó, por mejor decir, el fragmento de ella que hayconstruído; pero, estudiando los planos y proyectos de Juan de Herrera,que guarda el Cabildo, comprendí
que
si
el
grande
arquitecto
no
hubieseabandonado esta obra por la del Escorial, España tendría hoy un templodel Renacimiento digno de figurar al lado de San Pedro de Roma. En lasproporciones á que ha quedado reducida, todavía la Catedralvallisoletana impone al alma su ruda y solemne magnitud..... Parece unelefante de piedra, una pagoda índica, una montaña ahuecada.
Todas lasprofanaciones que legó á este grandioso edificio el malhadadoChurriguera desaparecen y quedan enterradas bajo la noble gentileza deaquella fachada dórica, tan pura y colosal, y de aquellas navescorintias cuyas pilastras equivalen á otros tantos monumentos.
Pero mi carta no tendría fin si hubiese de enumerarte, no digodescribirte, todo lo que el artista y el poeta encuentran en esa inmensanecrópole de nuestra historia que se llama Valladolid.—No diré, pues,más que lo principal.
Vi el Convento de San Pablo con su fachada gótica de filigrana, y elcontiguo de San Gregorio, más famoso que de mi agrado. Aquel tour deforce de reducir á ojivas, doseletes y columnas los caprichosos girosde una vegetación extravagante, parecióme pueril y necio.
Reconozco elartificio, la rareza, la originalidad; pero niego el arte, la poesía, lapropiedad, la belleza.—Prefiero, pues, la fachada de San Pablo.
Pasé por el Ochavo, lugar del suplicio de D. Álvaro de Luna.—Hacepoco tiempo había visto sus cenizas en la Catedral de Toledo, y auntenía que ver su Palacio convertido en casa de locos, y la Iglesia deAjusticiados (San Andrés), en que depositaron todavía caliente suensangrentado cuerpo.
Templos contemporáneos de Peroansúrez, de Doña Urraca y de Alonso el Sabio; esculturas de Pompeyo y Leoni, de Gregorio Hernández, deJordán, de Juan Juni, de Felipe Gil y de Gaspar Becerra, todo pasó antemis ojos en rápida confusión..... En el Museo de Pinturas vi trescuadros atribuídos á Rubens, uno de ellos hermosísimo, que llaman la Virgen de Fuensaldaña, y representa el poético instante de la Asunción de María.—Estos tres cuadros nos fueron robados por losfranceses en 1808; pero los españoles los reconquistamos con las armasen la mano en el ataque de Vitoria.
Recuerdo además un Bodegón, de Velázquez; una Santa María Egipciaca,de Rivera; una Cena, de Vinci; una Cabeza de San Francisco y un SanPedro Advíncula, del dicho Rivera; nueve cuadros de la Vida de laVirgen, de Lucas Jordán..... y, en fin, una multitud de lienzosnotables, si no de primer orden, de Palomino, Zurbarán, Murillo, Vandik,Rubens, Valentín Díaz, etc.—El que no puedo menos de citar nominatim es una Magdalena de Correggio, digna de figurar entre las primerasobras de este inmortal artista.
Algo más despacio visité el Palacio de Felipe II, ó bien la que eramorada principal de los Reyes de España cuando el melancólico hijo deCarlos V tuvo la humorada de hacer á Madrid capital de sus Reinos.—Novale mucho por dentro ni por fuera aquel vasto edificio; pero contienepormenores preciosos y recuerdos interesantes..... Entre los pormenores, citaré los bustos de medio relieve de Berruguete, queadornan el patio interior, y, entre los recuerdos, el haberse alojadoallí Napoleón el Grande cuando vino á nuestra tierra á empequeñecerse.
Con todo lo cual, y haber recorrido salones en que se habían celebradoCortes y Concilios; casas particulares que fueron palacios de Reyes;Alcázares convertidos en conventos; la casa de Alonso Pérez de Vivero(ahora cárcel pública); el Palenque de mil torneos, antiguo Campo de laVerdad, hoy Campo Grande, donde murió un Carvajal á manos de D. PedroBenavides, siendo Juez del combate el mismo Fernando IV el Emplazado,salí de Valladolid después de tres días inolvidables, á las tres de latarde del 9
de Agosto, víspera de San Lorenzo.
III
De Valladolid á Palencia hay nueve leguas..... Corren paralelamente estetrayecto la carretera, el canal de Castilla, el ferrocarril de IsabelII, el Telégrafo eléctrico y el río Pisuerga.—Estas cinco vías seacercan unas á otras hasta el punto de hallarse unidas en algunos sitiosdentro de cien varas de anchura.
En un lado divisé el castillo de Dueñas, donde se verificó el casamientode Doña Juana la Loca; en otro el castillo de Tariego, al que seacogió el Rey D. Ramiro después de una derrota; allá Torquemada, cuna deZorrilla; acá el pueblo de Baños, donde los tomaba el Rey Recesvinto;por una parte, fábricas de harinas, también históricas, como que fueronteatro de los famosos incendios de 1856; por otra, los productivoscampos de Castilla la Vieja, que se parecen al carácter de sushabitantes en que, sin galas ni lujo de expresión, dan lo que prometen yes una verdad lo que producen.
Cerca de la confluencia del río Carrión con el Pisuerga hállase unMonasterio de Agustinos, en el que sólo queda con vida una campana.Rodéanlo dos ó tres casas de pobrísima apariencia, y todo ello se llama Ventas de San Isidro de Dueñas.—No lejos de Venta de Baños dicenque hay una Capilla bizantina, del tiempo de Recesvinto.
En estas Ventas se juntarán con el tiempo varios ferrocarriles. Porconsiguiente, allí habrá algún día un pueblo que empezará por una fonda,un hospital y una estación, se aumentará con una cárcel y un café,llegará á tener su mercado y su iglesia, aspirará luego á teatro y plazade toros, y concluirá por reclamar su Alcalde Corregidor.....
Pensando así, iba yo dejando á la izquierda el riquísimo Monte dePalencia, cedido por D.ª Urraca á los pobres de esta Ciudad, quienesciertos días del año tienen todavía derecho á cortar todo lo que puedenllevarse á cuestas.....—
¡Y habrá quien se atreva á desamortizar aquelterreno!.....—
¿Cuándo cesará la imprudentísima campaña de la clasemedia contra la clase pobre?
IV
Desde que se entra en la provincia de Palencia el suelo se quebranta yempieza á rizarse en valles y colinas. Las llanuras castellanas se accidentan, que diría un francés.
Todo anuncia la proximidad de lasgrandes montañas cantábricas.
Cerca de anochecer llegué á la antiquísima ciudad de Palencia, cuyacalle Mayor pudiera compararse en longitud—ya que ni por asomo enhermosura—á la calle de Rivoli de París. Toda es de columnas ypilastras, que forman soportales de forma irregular. Pasarán de milestos informes pilares de piedra que sostienen viejísimas casas cargadasde escudos heráldicos.
Pero ¡ay! por dondequiera que voy, veo caerse á pedazos las más antiguasciudades..... El prurito de derribar para ensanchar ó reedificar, que seha apoderado de Madrid, trasciende ya á las más apartadas y sedentariasvillas.....—