CAPÍTULO III.
Lucban.—Su origen.—Situación.—Mr. Jagor y Sir John Bowring encamino.—Alturas inexploradas.—
Arroyos y torrentes.—Amazonastagalas.—Datos estadísticos.—Fechas imperecederas.—Laiglesia, el convento y el tribunal.—Dos cuadros.—Un cocineromunicipal y una mestiza tendera.—Aguas constantes.—Higrómetrosy termómetros.—Frío.—Las frondas del gran Banajao.—Artes yoficios.—La niña, la hermana y la madre.—Tejedoras.—Petacas ysombreros.—Música fuerte
y música
débil
.—Fray Samuel Mena.—Elpretil del convento.—La campana de las ánimas.—Cofradías.—Laguardia de honor de María.—El Calvario.—El novenario de lasflores.—Las dalagas de Lucban.—La tagabayan
, la
tagalabi
yla
tagalinang
.—El feudo y el terruño.—La sangre
celeste
y laplebe.—La capitana
Babae
.—La melodía del Fausto.—Cumplimientode una oferta.—El autógrafo.
Lucban—como ya dejo dicho—es el primer pueblo de la provinciade Tayabas, viniendo de la Laguna. Se encuentra en una bellísimasituación, á la falda del Banajao, coloso que domina un extensohorizonte.
Lucban es un pueblo de gran antigüedad, y su nombre,que en tagalo significa naranja, se debe, sin duda, á que en sujurisdicción se criaron gran número de dichos frutales. Confina conTayabas, Majayjay y Mauban, de los cuales el pueblo de Mauban es elmás lejano, que dista unas cinco horas de camino, sumamente montuosoy accidentado.
Los alrededores de Lucban presentan panoramas de los más bellos yagrestes que puede soñar la fantasía. El camino que dirige á Majayjayes indescriptible, y esto no somos nosotros solo quien lo decimos,sino que así lo asegura Mr. Jagor en sus
Viajes por Filipinas
, enlos que, hablando del trayecto de Majayjay á Lucban, dice: «El caminova siguiendo hondos barrancos de bloques basálticos por la falda delBanajao. La vegetación ofrece una magnificencia indescriptible. A lastres horas de marcha se llega á Lucban, rico pueblo situado al NE. deMajayjay. La agricultura, á causa de lo accidentado del terreno, noes de gran consideración, pero hay bastante industria. Los habitantestejen sombreros y petacas con tiras de hojas de una palma llamadaburí. El agua corre en abundancia por los lados de la calle, abiertoscomo canales; todas están empedradas con una especie de
macadán.
»
Sir John Bowring, al ocuparse del mismo camino y de Lucban, dice:«El Alcalde de Tayabas vino á Majayjay para invitarnos á que pasáramosá su provincia, en donde, según nos dijo, el pueblo nos esperaba conafán, y se habían hecho varios preparativos para nuestra recepción,y quedaría muy descontento si no visitábamos Lucban. No perdimos laamable invitación, y nos metimos en los palanquines que para elloprepararon, y en verdad fuimos bien recompensados. Los caminos sontorrentes muy á menudo impracticables, por las muchas rocas quearrastran las aguas; algunas veces nos vimos obligados á dejar elcamino para coger otro paso peor. En algunos lugares, el barro eratan profundo, que nuestros sostenedores se metían hasta las rodillas,y solo la larga práctica y la asistencia de sus compañeros pudieronsacarles del mal paso. Pero toda dificultad se vencía con aclamaciones,con espíritu alegre y festivo, risa estrepitosa, y por una espontáneay fraternal cooperación. A nuestro alrededor todo era soledad,silencio interrumpido solo por el zumbido de la abeja y el cantode los pájaros; profundos barrancos cubiertos de árboles que nuncahacha alguna ha tocado; alturas todavía de más difícil exploración,coronadas de árboles; arroyos y torrentes que forman precipicios ycaídas de agua, dirigiéndose hacia el gran receptáculo del Océano.
«Por fin llegamos á una planicie, en la cima de una montaña, endonde dos grandes literas adornadas aguardaban, y fuimos saludadospor una multitud de lindas jóvenes, montadas en caballitos quemanejaban con admirable agilidad. Se hallaban vestidas con losmás pintorescos trajes. El Alcalde las llamaba sus amazonas, y unahermosa intérprete nos informó, en buen castellano, que habían venidoá escoltarnos hasta Lucban, que se hallaba próximamente á una legua dedistancia. La presencia de ellas era tan inesperada, como agradabley sorprendente. Noté que las tagalas montaban indistintamente, áuno ú otro lado del caballo. Eran excelentes jinetes, y galopaban ycaracoleaban á uno y otro lado, chasqueando sus bonitos látigos. Unabanda de música nos precedía, y las casas indias que pasábamospresentaban sus acostumbradas demostraciones de bienvenida. Los caminostenían mayor número de adornos y arcos de bambúes en ambos lados. Losmorteros haciendo fuego anunciaban nuestra llegada. Las amazonas usabanunos sombreros adornados con cintas y flores; todas llevaban pañuelosde piña en sus hombros, é iban vestidas con telas de fuertes colores,fabricadas en el país que aumentaban el efecto del cuadro. Tan prontoestaban delante como detrás, siendo perfectamente naturales todoslos movimientos. El convento, como siempre, fué nuestro destino.»
Hemos hecho mención de los anteriores párrafos por dos razones: laprimera, porque hay gran exactitud en ellos, y la segunda, porque esde lo poquito que hay escrito respecto de la provincia de Tayabas.
Tiene Lucban [4] 12.247 almas, de las que tributan 6.456,correspondiendo á 66 cabecerías. Dista de Tayabas, la cabecera,algo más de 12 kilómetros, siendo paso de la línea telegráfica quehoy concluye en Tayabas, pero que seguirá en breve hasta Albay.
De los datos que he podido adquirir resulta, que durante el año 1875hubo 419 bautizos, 102
casamientos y 471 defunciones; fueron sorteadospara el servicio de las armas 667 mozos, de los cuales se sacaron 12soldados. Se vacunaron 386 niños y asistieron á las escuelas duranteel año 2.002 de ambos sexos. Su jurisdicción comprende 152 barrios,bajo la vigilancia de otros tantos caudillos ó matandáng sa-nayos.
La fuerza de cuadrilleros la forman 74 hombres, y por último, como datoestadístico consignaremos que en el juzgado se sustanciaron 18 causasde otros tantos delitos cometidos dentro de la demarcación de dichopueblo. Tiene destacamento de guardia civil, á cargo de un oficialde ejército; fuerza de carabineros y Administración de Hacienda. Elministerio parroquial está á cargo de la orden de San Francisco.
Lucban ha pasado en estos últimos años por un sin número devicisitudes. La noche del 18 de Agosto de 1860 y la madrugada del25 de Octubre de 1873, son dos fechas imperecederas que recordaráLucban mientras exista. En la primera fué reducido casi por completoá cenizas y en la segunda el vórtice de un tifón derrumbó la mayoríade sus edificios. Entre los que quedaron en pié—si bien con grandesdeterioros—son dignos de citarse la iglesia, el convento y eltribunal. Aquel es de sólida fábrica, estando sus muros reforzadoscon grandes machones de piedra y ladrillo. La iglesia, lo mismo queel pueblo, está bajo la advocación de San Luís obispo, cuya fiestase celebra con gran solemnidad el 19 de Agosto. El templo es muyespacioso; lo forma una extensa nave, un proporcionado crucero y unamplio y hermoso presbiterio. En dicho templo hay un cuadro muy dignode llamar la atención, no por su mérito artístico, que es completamentenulo, sino por la fuerza terrorífica de inventiva de su autor. Elasunto está muy traído y manoseado en el arte pictórico indígena,y sin embargo de esto—y en ello está precisamente el mérito—el
artista
ha sabido dar alguna novedad al cuadro, que es, ni más nimenos, el infierno ¡pero qué infierno! Todos los dibujos, pinturas ygrabados que hemos visto—que en verdad no son pocos—representando lamuerte del pecador, asunto muy rebuscado por los indios, se quedan muy chiquitos
al lado del que hemos convenido en llamar cuadro, más bienpor el marco que tiene que por el fondo, fondo que lo constituye unascuantas libras de almazarrón, delineando la más completa colección depinchos, ruedas y garfios que hasta entonces habíamos visto. Sentimosno poder revelar el nombre del autor de aquella
tienda
de pimentón,pues no lo sabemos. Entre los
méritos
que tiene, es el ser anónimo.
En cambio del anterior, recomiendo á los aficionados á la pintura quepasen por Lucban, una Purísima que el Padre Mena tiene en el salóndel convento, sacada de entre el polvo y las telarañas que ha muchosaños ocultaban su mérito en la húmeda meseta de la escalera.
Según las crónicas de la orden de San Francisco, la iglesia y conventoque hoy existen fueron concluidos el año 1738. El primer templo quese levantó en Lucban, según las expresadas crónicas, fué en el año1595 por Fr. Miguel de Talavera.
Dicho templo fué arruinado en 1629, construyéndose otro más sólido,que á su vez fué presa de las llamas, consumiéndose hasta el punto queno pudo salvar el párroco más que el copón y una Purísima. ¿Sería estaimagen la misma que hoy se admira en el salón del convento? Preguntaes esta á que no han podido dar contestación las muchas horas que hededicado á buscar la historia del cuadro.
El templo, como el convento, reclamaban en la fecha en que escriboestas líneas, una pronta reparación en el maderamen, tanto que ambosedificios estaban hechos una completa gotera.
Á más de las anteriores construcciones, es digno de citarse eltribunal, que puede competir con los mejores de su clase, y en elque el transeunte encuentra todo género de auxilios, que proporcionaun mayordomo mediante los precios de tarifa que están expuestos alpúblico. El viajero que llega á Lucban no debe preocuparse por nadateniendo dinero, pues en el tribunal halla buenas y limpias camas,magnífico servicio de mesa, elegante vajilla, fina cristalería y uncocinero municipal
bastante aceptable, que cuenta no solo con losrecursos de sus conocimientos culinarios, si que también con losabundantes y escogidos surtidos de Europa que guardan los escaparatesde dos establecimientos.
Uno de estos pertenece á una simpática éinteligente mestiza, cuya afabilidad lleva á su tienda gran númerode consumidores.
La escuela es muy espaciosa, siendo de piedra su construcción. Elresto de los edificios de Lucban no presentan nada de particular,viéndose algunas casas con teja y zinc, si bien la generalidad sonde tabla con cubiertas de cabo negro. Por todas partes se conservanlas huellas del terrible tifón del 25 de Octubre.
La proximidad á los altos picachos del Banajao y los vecinos bosques,hacen que raro sea el día que no llueva. En cuanto á su humedad, estan constante, que estoy seguro pocos sitios habitados habrá en elmundo que acusen en los higrómetros una intensidad mayor; á pesar deesto, Lucban no es malsano, teniendo la precaución de resguardarsede el relente de la tarde, y sobre todo, dormir entre lana, con elvientre fajado, cosa que en nada atormenta, pues aun prescindiendo dela ciencia higiénica, las necesidades de la materia hacen que los queduermen en aquel pueblo busquen la manta, y no diré las mantas porqueno se me tache de exagerado, por más que las he usado en los meses deDiciembre y Enero, en los que tenía mi cama con todo el servicio delas de Europa. Tuve ocasión de observar los termómetros, señalando12° centígrados en algunas madrugadas. En Manila la temperaturafluctúa en todo el año, entre los 22° á 33°. Estas cifras señalan unagrandísima desproporción, tanto más de notar, cuanto que de un puntoá otro solo hay unas 22 leguas. Semejante desnivel de temperaturaen tan corto espacio, solo se explica por la grandísima altura quetiene Lucban con relación á Manila y por las continuas lluvias quemantienen una latente humedad en la atmósfera, refrescada por losNortes y purificada por las azoadas emanaciones que recogen aquellosal recorrer las elevadas y espesas frondas del Banajao. Sin embargode tales condiciones climatológicas, altamente beneficiosas para elcultivo del campo, en dicho pueblo se dedican poco á la agricultura,verdad es, que su jurisdicción es escasa, y á más de escasa, difícilde ponerla en situación de beneficio por lo quebrado del terreno y losárboles y malezas que lo pueblan. No es agricultor, pero en cambio esartista como pueblo alguno de Filipinas.
En esta ocasión, como en otrasmuchas de este libro, advierto á mis lectores escribo muy en serio,llevando por norma la pura verdad. Hago esta salvedad, por juzgarlamuy oportuna antes de decir lo que conservo en mi memoria y en lasnotas de mi cartera. Lucban tiene 12.247 habitantes, que son otrostantos artistas. El oro, la plata, el acero y el hierro los manejaná la perfección. La fragua, el yunque, la lima y el cincel producenpreciosas obras de joyería, útiles maquinarias, variados artefactosy primorosos objetos de colección y adorno. Incrustaciones en elhierro y el acero he visto, que francamente, hasta mis ojos dudabanque tales hombres, y sobre todo con las herramientas que empleaban,pudieran hacerlas. Los cuchillos cortos de hoja ancha, que el naturalllama bolos,
no tienen rival con los que se fabrican en Lucban. [5]
Con la varilla de un paraguas viejo, hacen un buril, y con este y unmal cortaplumas, tallan todo lo tallable, luciendo principalmentesu habilidad en el cuerno del carabao cimarrón, haciendo objetosprimorosos. Puños de armas, de bastones, de cuchillos; cajas,salacots, cucharas, tapas de libros, pequeñas estatuas, estuches,petacas y otros cientos de objetos, hacen del cuerno del carabao,que ha de ser
cimarrón
y no doméstico, porque la fibra del primeroes más compacta que la del segundo; circunstancia fácil de explicaral tener en cuenta el constante uso que hace el carabao montaraz desus cuernos y el poco que hace el doméstico.
A más de los anteriores trabajos, son dignas de citar, y muy enprimer término, las obras femeniles. En Lucban, las niñas no juegan,pues todas trabajan: la niña limpia, estira y prepara las fibras del burí,
el
cabo-negro
y el
buntan,
con las que la hermana arma,y la madre teje finísimos sombreros, petacas, salacots
, guardavasos,petates,
tampipis,
y hasta unos pantalones, si le dan horma, tiempoy dinero, y digo esto, porque ya se ha hecho un chaleco, tejido conla fibra del
burí.
Las petacas y sombreros de Lucban constituyen una industria bienconocida en Manila, y aun en España y en el extranjero. En los mismosmomentos en que escribo estas líneas, tiene hecha la casa de Guichardy Compañía con un amigo mío, una gran contrata de sombreros para laexportación. A la Exposición de Filadelfia se mandaron varias clasesde tejidos de fibras de diversas palmas, que de seguro llamaríanla atención. La mujer que no teje, borda en oro, ó hace trabajos deabalorios, sedas, ó escamas de pescado. De estas últimas, adornadasde oro, regaló el pueblo de Lucban al general Alaminos en su visitadel año de 1874, una preciosísima corona. Si queréis un retrato alpasar por Lucban, no tengáis cuidado, que lo tendréis; hay allí indiosque, con solo veros una vez, os trasladarán al lienzo. Con una malafotografía de D.
Alfonso XII se ha hecho el retrato de cuerpo enteroque ostenta el tribunal de Mauban.
En cuanto á la música, nada tengo que decir á mis lectores, pues enmuchas provincias, incluso en Manila, conocen la de Lucban, la cualtendrá muy pocas en todo Filipinas que puedan rivalizar con ella,A más de la música
fuerte
, había,—pues hoy ya no existe—unaorquesta del
sexo débil,
que concluyó por casarse la mayor partede las artistas. En conclusión, para que todos sean artistas enLucban diré á ustedes que mi querido amigo Fr. Samuel Mena, su curapárroco, es entre otras cosas buenas, un excelente músico, y vean mislectores cómo rodando rodando, hemos vuelto adonde partimos. Llegamosal convento, y ahora tropezamos con el párroco, quien nos brindó conuna franca y cordial hospitalidad, que aceptamos gustosos, alojándonosen una espaciosa habitación con vistas al Banajao.
El convento, enclavado en uno de los extremos del pueblo, presenta ensu maciza y negruzca fábrica, un aspecto triste y sombrío. La piedratapizada de musgo y cubierta con la viscosidad que forma el continuoazotar de las aguas, le dan un todo imponente y majestuoso, que hacerecordar los viejos sillares de los antiguos castillos descritos enlegendarios romances.
El que cruza de noche el amplio pretil que se extiende frente á lapuerta del convento, insensiblemente acelera el paso. La masa negra queforma el frontispicio de la iglesia, destacándose bajo un cielo siemprecubierto de nubes; la opaca lamparilla que perezosamente chisporroteaen el hueco del muro, alumbrando, ó mejor dicho, queriendo alumbrar,la imagen de San Luís, patrón del pueblo, y más que todo el monótonoy pertinaz llover, forman un cuadro altamente medroso. La campana queá las ocho nos recuerda á los que
fueron
, tiene un eco tristísimo,efecto sin duda de alguna rotura en el bronce.
Todo el silencio que rodea al templo durante las horas de las sombras,se convierte en alegre bullicio tan luego aquellas desaparecen. Pocospueblos del mundo habrá que tengan tantas cofradías, hermandadesy archicofradías religiosas, así que la iglesia es constantementevisitada por gran número de fieles de ambos sexos, que preparan ydisponen las fiestas que unas á otras se suceden durante todo el año,siendo entre todas de notar, la que celebran las dalagas en el mesde Mayo. Las combinaciones de flores con que adornan el altar, laprecisión de detalles, la potente facultad inventiva para sustituiry apropiar cuanto hace falta, es admirable. Del tronco del plátanoconstruyen ingeniosas armaduras para gigantescos candelabros, queprimorosamente revisten de follaje, haciendo con las hojas de lasampaguita, el ilang-ilang, la sampaca y las doradas campanillas,artísticas combinaciones. La fiesta de las
flores
corre á cargo dela cofradía titulada
La guarda de honor de María,
formada por elsexo femenino, sin exclusión de estados ni edades. Como distintivo,llevan las cofrades una medalla de plata pendiente de una cintaazul. La guarda de María está perfectamente organizada, constituyendola base de la asociación, la adoración perpetua á la Virgen, para loque la hermana mayor distribuye las horas del día y de la noche detal forma y con tal precisión, que constantemente hay tres hermanasen oración. Los rezos se verifican en las casas, á cuyo efecto conla debida anticipación se señala el día y hora en que cada hermanadebe hacerlos. Como esta asociación no obedece á presión alguna,y si solo á un acto puramente espontáneo, excuso decir á mis lectoresque todas las hermanas sin excepción de clases, cumplen al pie de laletra su misión.
La guarda de María, durante algunos días de la cuaresma y Semana Santa,acude en romería á una pintoresca montaña llamada el
Calvario
,en la que se alza una tosca cruz de madera. La ofrenda á María quehacen las dalaguitas
al terminarse el último novenario del mesde Mayo, es digna de verse por todos conceptos. En aquel día serecarga el templo de flores y follaje, suspendiéndose de la bóvedaun colosal rosario de verdura, el cual baja desde el centro de lanave formando pabellones y rematando en el comedio del presbiterio,con una gran cruz de flores. Termina la fiesta por ofrecer y depositarlas dalagas
á los pies de la Virgen las blancas coronas con que vanengalanadas. He visto más de una dalaga
en ese día, vestida de unaforma irreprochable, y en cuyo conjunto nada tendría que recusar lamás puritana de las modistas. El traje que se usa para la ofrendaes el de la desposada, viéndose en ellas desde la primorosa botitade raso blanco llevada del
Bazar Oriental
, á el más transparenteencaje de casa de
Los Catalanes
.
Las
dalagas
de Lucban imprimen un sello especial y
sui generis
á todas sus fiestas, bien sean de carácter religioso, bien puramentemundano. La lucbanense no prescinde por nada ni por nadie del rangosocial que ocupa, pues es de advertir que en dicho pueblo las mujeresestán divididas en tres clases: La primera, ó sea la taga-bayan,
laconstituye la sangre
azul
, ó como si dijéramos la aristocracia. Alas
taga-bayan
las veréis siempre en carácter. Sus distintivosson: hablar más ó menos el español, calzar botitos en las grandessolemnidades; medias, con bordadas chinelas en las medias fiestas,y pié desnudo resguardado por pintado zueco, en lo ordinario; visteestrecho tapiz, con la abertura atrás, permitiéndose algunas veces,saya suelta, la que invariablemente es de seda, completando su atavío,ternos más ó menos costosos
y piñas
más ó menos bordadas. En laiglesia se arrodilla siempre próxima al presbiterio, y jamás se havisto á una
taga-bayan
sin su correspondiente devocionario y surosario de coral, plata ó nácar. Casi todas han estado en colegio,saben leer, escribir y bordar, un poquito de música, y hasta algunasse permiten rimar un cundiman
, dedicado á alguna amiga, el día desu santo.
El distintivo culminante en la
taga-bayan
, es el orgullo con quellevan y mantienen su jerarquía. Una intrusión de una dalaga
desegunda, ó tercera clase, en las fronteras de la sangre celeste
,produciría una verdadera revolución femenina.
La segunda jerarquía, la constituye la
taga-tabi,
la que generalmentevive por las orillas del pueblo, y se diferencian poco de la primeraclase en cuanto á usos y costumbres. Asiste á las fiestas de aquellas,si bien sin confundirse con ellas, no habla español, no calza botitospor más
tieso
que repiquen, y no conoce el colegio, más que porlas relaciones que oye de la taga-bayan
cuando la permite que seacerque hasta ella. El constante anhelo, el desideratum de los sueñosde una taga-tabi
, es poder llegar al rango de las
taga-bayan
, ácuyo deseo, suele sacrificar no pocas veces su felicidad, uniendo susuerte á la de algún viejo capitán pasado, ó cabeza reformado
, cuyasjerarquías dan á sus mujeres un lugar en el suspirado taga-bayan
.
La verdadera diferencia donde existe, es con la tercera clase llamada taga-linang
, ó sea la plebe, mujeres todas de sementera que miraná una taga-bayan
con la misma admiración con que contempla un hijodel
Corán
el último rayo del sol poniente.
La
taga-bayan
tiene el orgullo de la antigua señora feudal, quedesde la alta almena despreciaba á la pobre villana que labrabala tierra al pié de los fosos del castillo. La primera noche queestuve en Lucban, fuí presentado en la casa de la
capitana babae
,ó sea la Reina de las
taga-bayan
, guapa mestiza china, de labiosmuy finos, mirada penetrante, conversación amena y sentimientosfríos y calculadores. La encontramos rodeada de unas cuantas amigas,y habiéndome llamado la atención la solicitud con que era servida,no pude menos de observarlo á uno de los que me acompañaban, quienme explicó las diferencias sociales que dejo hecha mención, y quemás tarde tuve ocasión de comprobar.
—¿Le gusta á V.?—me dijo mi excelente amigo Pardo Pimentel,comerciante radicado hacía años en Lucban, viendo la profundaatención con que escuchaba una melodía del Fausto, tocada al pianopor la mestiza.
—No sé qué decir á V.,—contesté—la estatua es correcta; pero elespíritu que la anima me parece frío cual el mármol.
—Frío, no; dotado de una potente fuerza de disimulo, sí. Esa mujerhace de su cara lo que quiere, su cabeza manda al corazón, y muyde tarde en tarde pasa por su negra pupila un vivido relámpago, quemomentáneamente descubre el insondable abismo de su alma. Jamás esamujer retrocederá en un propósito, morirá si es preciso en la lucha,pero créame V., morirá sin ocurrírsele volver la cabeza atrás.
—Y nosotros, amigo Pardo, volvemos con esto al tema de la cascada.
—Y bien, ¿ha quedado V. convencido de la verdad que encierra aqueltema, ó es de los que creen que las filipinas no aman?
—Creo como V., y en prueba de ello, le ruego que me entregue elautógrafo de la leyenda que nos contó en la cascada. Sacaré unacopia, y le prometo que en el primer libro que escriba la publicaré,haciéndome solidario de las ideas que encierra.
Los últimos acordes del Fausto, fueron arrancados al piano, á la sazónque el toque de las ánimas nos recordó que el Padre cenaba á esa hora,y por lo tanto nos dirigimos al convento.
La promesa de mi amigo Pardo, no se dejó esperar. Al irme á acostar,me encontré sobre la mesita de noche el original de la leyenda,cuya copia literal es objeto del siguiente capítulo.