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EL TRONCO Y YO
Sentado sobre una roca
helada como mi alma,
contemplo con tristeza
el crepúsculo del día,
la noche en su lucha contra el sol.
A pocos metros de mí,
está un tronco tumbado,
arrancado de sus raíces,
cautivo de esa arena negra,
prisionero de esa playa carcelera.
La mar está enamorada
de ese tronco moreno
con su fragancia seca,
con sus ramas, con sus raíces,
abiertas en su entrega al mundo.
El se deja acariciar
por las olas salobres,
en cierta manera,
yo soy el tronco,
ella es la mar.