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ANGELES Y DEMONIOS

Llegados a este punto del análisis psicológico es bueno abrir un paréntesis sobre la diferencia que existe entre un abducido y una abducida. En realidad las diferencias son muchas: la experiencia de una hembra abducida es en sí misma, más invasiva, no así la de un varón abducido. La mujer se siente invadida en el propio cuerpo, además que en la propia mente: cuenta y describe, hasta en los mínimos detalles, cuándo es fecundada ar�ficialmente desde el exterior, con un idóneo artefacto con forma de tubo, que “empuja algo” en el interior de su vagina. La experiencia es traumá�ca, porque la abducida ve, y tal vez en�ende, que se está trabajando en sus genitales. La hipnosis, en estos casos, pone en evidencia el miedo a que el propio cuerpo resulte profanado: la mujer, en hipnosis, llora, se agita y se desespera, reviviendo, como si tuviese ahí y ahora, la terrible sensación.

Y más: la abducida describe cuando el conocido tubo, después de aproximadamente tres meses, le viene re-introducido en la vagina y algo esta vez es aspirado hacia afuera (exportado). Ese algo se revela, en una atenta reconstrucción en ambiente hipnó�co, un feto. Un feto, con rasgos diferentes a aquellos �picos terrestres: es mucho más pequeño y �ene unas caracterís�cas marcadamente alienígenas. La mujer que sufre esta especie de estupro exógeno al planeta, muestra siempre, e indiferentemente de la �pología del feto parido, una relación de amor

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madre-hijo (o hija) hacia esa cosa que le ha sido quitada.

Aún cuando el feto alienígena es claramente diferente a los nuestros, la mujer que �ene esta experiencia lo considerará, desde ese momento en adelante, un hijo suyo. No es para nada importante que el recuerdo sea reconstruido en los mínimos detalles mediante la hipnosis o la PNL. Basta un sueño, un sueño que, casi siempre, es contado por las mujeres durante los primeros encuentros que tengo con ellas y las mujeres abducidas llegan al conocimiento de poseer un hijo perdido en algún lado, un hijo que no es de este mundo, por lo tanto un hijo alienígena.

En el Test de Autoevaluación (TAV) que hago realizar a los abducidos, existe una pregunta precisa que suena más o menos así:

“¿Has soñado alguna vez tener un hijo que no es tuyo?”

¿Cómo hace un hijo mío a no ser mío? La contradicción resulta totalmente pasada por alto por el inconsciente del abducido, que responde posi�vamente:

“ …¡Sí he soñado de tener un hijo que no es mio!”

¿Cuál podría ser la explicación?

El moderno psicoanálisis, eso es, aquel que pertenece a un período histórico ya pasado, diría que las ganas frustradas de maternidad de la mujer produce el sueño de la maternidad misma, en compensación de ese deseo no realizado. El macho, necesario para que una mujer quede embarazada, habría sido sublimado en la figura de un alienígena, un hombre superior, el mejor para el hijo que ella desea, un hombre casi dios, porque es alienígena (exógeno -ndt) a este mundo, dentro del

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cual la mujer rechazaría la figura masculina. Ahora,pero, es necesario subrayar que la figura masculina, en esta sociedad, es rechazada como consecuencia de estereo�pos familiares que no han sido mínimamente comprendidos y digeridos por la hembra-hija.

Neumann, histórico alumno de C.G. Jung, que habla de los estados de desarrollo femeninos, describe a la mujer del primer �po (según él hay tres �pos), la cual cree que el mundo sea sólo femenino y que el ser masculino sirva solamente para la reproducción. En este contexto es evidente que la abducida perteneciente al primer �po de

“mujer Neumann” es comúnmente representada por la figura femenina que cree ver a la San�sima Virgen María, sublimando al macho en un extraterrestre dios o semidiós.

Aquellas que creen en las visiones de la San�sima Virgen, las cuales, ¡oh!, casualidad, son el 90% hembras castradas en el animus , es decir no conocen la parte masculina que está dentro de ellas, sueñan hombres sin rostros y consideran que la Virgen sea la mujer a imitar dado que es el ser femenino perfecto, que quedó embarazada aún sin relaciones sexuales reales con un hombre.

La niña que vive en una familia en donde existen un padre padrone y una madre sierva, que no obstante, dentro de sí, se rebela a esa situación y reivindica, muchas veces inconscientemente, el rol de mujer, termina después por odiar a tal punto la figura del macho, que sublima la figura de la mujer y la convierte en la Virgen, estereo�padamente falsa.

Obviamente se trata de la Virgen descripta por la Iglesia Católica y no de la verdadera Madre de Jesús, con sus verdaderos problemas de

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aquel �empo: atender al niño, lavar la ropa, ser, en un mundo hebreo machista, de todas maneras sumisa a un marido patrón de ovejas y de hembras. Por lo tanto la mujer abducida del primer �po de Neumann tenderá en todo caso a creer que el extraterrestre la ha elegido como la Virgen y que ella sea, por consiguiente, madre de alguno comparable a un dios.

El sociólogo, hoy, explicaría estas situaciones como: la tenta�va de la mujer some�da de tener un rol en la patriarcal sociedad hebrea an�gua, recuperando la es�ma del capo-famiglia (cabeza de familia) con la demostración que, en el fondo, ella es un �tere de la voluntad de Dios.

Dios, para crear, elige la mujer y no �ene necesidad del hombre.

El hecho mismo de proponer, en una sociedad del todo machista como la hebrea an�gua, la figura de una mujer que, en el acto de la reproducción, está desvinculada del macho patrón, pero que �ene igualmente necesidad de Dios para procrear, representa un escamotage de notable validez.

En ciertos ambientes la figura femenina, si se ha fornido de carácter y elevado su espíritu de autoes�ma puede razonablemente a reafirmar, con fuerza y también con violencia, aquella que es su posición en la sociedad y decidir no quedarse, como una sierva secretamente infiel, al lado de un macho patrón. Por lo tanto si la abducida cuenta que Jesús ha venido a visitarla, según mi opinión el resultado de esta vivencia, poco comprendida y metabolizada, �ene que ser probablemente revisado y corregido.

“ …Jesús era alto y rubio, ves�do de blanco y tenía los ojos con la

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pupila ver�cal … y sanaba a mi mamá, que estaba enferma de cáncer, con la máquina para curar enfermedades (la madre efec�vamente se curó de un cáncer -nda)... En el sueño mi madre estaba en un cilindro de vidrio, desnuda, suspendida en un líquido y conectada a cables. Esa era la máquina para salvar a mi madre… Después vienen los diablos, pero yo los echo leyendo el Evangelio. Los diablos son pequeños, obscuros, con una cabeza muy grande y �enen los dedos largos. Apestan y �enen cuatro dedos en cada mano...Pero yo no creo que los he visto, porque cuando los veo, yo rezo y ellos se escapan…” (¿? - nda).

(Esto de echar a los alienígenas con “rezos” reaparece en el capítulo “¿EXTRATERRESTRES O VIEJOS DEMONIOS?”_nota mía) Así describe alguna de sus experiencias una muchacha, sobrina de dos obispos católicos, con una madre fervientemente creyente, la cual, de pequeña, quería ser monja, pero ahora está casada, �ene dos hijos y vive en Sardegna (Cerdeña). Durante una conferencia mía en Sardegna la muchacha asis�ó a la descripción de los alienígenas que, comúnmente, hago u�lizando las declaraciones de los abducidos y sufrió una fuerte crisis histérica, haciendo así que se manifieste una rebelión en el cuerpo y en la mente: una lógica reacción y una situación no aceptada a nivel consciente, pero reconocida, a nivel inconsciente, del sujeto mismo. El arque�po escondido entre líneas del Nuevo, pero también del Viejo Testamento, es increíble:

“Los hijos de Dios vinieron a la Tierra y vieron que las hijas del hombre eran bellas y se aparearon con ellas...”

Noten el hecho que, en este archiconocido pasaje del An�guo Testamento, no dice:

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“Las hijas de Dios vieron que los hijos de hombre eran bellos, etc., etc.”

El pasaje está totalmente dominado por la figura masculina del dios masculino de una sociedad masculina y, para una mujer de Neumann que quiere evolucionar, no habrá otra posibilidad sino aquella de soñar un mundo femenino manejado por un solo macho: Dios. El resto será todo un mundo femenino, donde las mujeres se confrontan con las amigas, las hermanas, las nueras y las suegras, pero aún siendo siempre en un mundo donde la figura del macho resulta ausente, sino sólo para procrear, y si esta figura es sus�tuida por la divinidad macho, todo sea bienvenido, porque esa representa la liberación de la mujer de la esclavitud en relación al macho, también en el acto de procrear en una sociedad machista.

En general varones y hembras abducidos evolucionados, los cuales, por fortuna, parecen ser la mayoría, son totalmente ateos y odian la religión católica, pero no saben bien por qué. Este odio �ene raíces históricas en su infancia. Ellos creen, en vez, en una civilización

“búdica” de �po oriental, son casi siempre vegetarianos y respetuosos de los animales, son, aunque parezca una fuerte contradicción, amantes y prac�cantes de artes marciales, o sino de meditación trascendental, de yoga, de respiración oriental y de otras prác�cas no clásicas en nuestra cultura. Todos sos�enen que nuestros gobernantes son unos bastardos, especuladores y asesinos, y todos sos�enen que la raza humana no está hecha de seres todos iguales entre sí, son, es decir, no en el sen�do nega�vo del término, profundamente racistas. (negritas mías) (nótese como los abducidos poseen –según esta descripción– una personalidad más vinculada a lo “espiritual” que a lo “material”, que los

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diferencia claramente del resto de las personas. Además de eso se sienten

“diferentes” a otros seres humanos, como si ellos poseyeran ALGO que los demás no �enen. Relacione esto con lo expuesto por Montalk en el primer capítulo y saque sus propias conclusiones –Nota mía).

La idea de ser diferentes podría encontrar una explicación en la constatación de haber sido elegidos, pero enseguida aparece la constatación de NO haber sido pre-elegidos por las caracterís�cas tales como bondad, belleza, rec�tud, capacidad de hacer o tener algo más que los demás: los abducidos se dan cuenta de haber sido elegidos en base a factores gené�cos, los cuales no comprenden la importancia. (¿Tendrá esto algo que ver con lo que Mouravieff define como los descendientes de la raza “adámica”_Nota y negritas mías) Uno de los ejemplos más asombrosos puede ser extraído de mi experiencia con una abducida de cuarenta y tantos, la cual, bajo hipnosis, recuerda una de las primeras, fundamentales, experiencias con los alienígenas:

“Estoy en casa jugando con mi hermanito gemelo, cuando llega él… ha pasado a través de la pared y yo me escondo debajo de la mesa

… es oscuro y �ene una gran cabeza pelada, con grandes ojos negros …

�ene cuatro dedos en las manos y es malo, porque me mira feo … Me escapo y me meto bajo la mesa, pero él pasa una mano a través de la mesa y me toma por el cuello como si fuera un ga�to … Yo tengo miedo y grito … También mi hermano a visto la maleta… la maleta que vuela sobre nuestras cabezas en la habitación, …la maleta donde me quiere poner para llevarme … yo grito, grito, llamo a mi mamá … pero mi mamá no viene, no escucha… mi mamá no viene… mi mamá no viene nunca

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cuando la llamo!”

Y he aquí, que emerge la razón fundamental por la cual ella nutrirá luego, por el resto de su vida, la sensación de tener una madre egoísta, que piensa solamente en sí misma, estando totalmente encerrada en sus miedos y en sus recuerdos inconscientes. El tono con el cual expresa la frase:

“Mi mamá no viene nunca cuando la llamo…”

… es de profunda resignación, de total pérdida de esperanza. A agravar la situación está el “después” del secuestro:

“Mi madre dice que tengo fiebre alta porque estoy mal… le digo lo de la maleta… también mi hermano a visto la maleta… se lo dice también él… pero mi mamá dice que nos sen�mos mal porque hemos comido algo que no nos ha caído bien y que estamos delirando...”

No se puede hacer nada: los chiquillos no son creíbles y la madre no les cree el relato! La relación madre-hija está defini�vamente comprome�da, averiada para toda la vida y no será posible recuperarla; tan enraizada está la emoción de vivir un secuestro y de no ser salvados por aquella a quien se siente totalmente parte integrante: la madre, precisamente. Este episodio, totalmente olvidado por la memoria consciente de la niña, volverá a emerger en la hipnosis.

La niña, ahora conver�da en mujer, sabrá por qué la mamá no vino: la mamá no podía correr a socorrerla, porque estaba bloqueada por las fuerzas alienígenas. La hija adquiriendo consciencia del fenómeno abduc�on, comenzará, como por encanto, a recuperar la di�cil relación con una madre insensible, la cual en realidad, se revelará también ella

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abducida y por lo tanto incapaz de reaccionar en ciertas situaciones.

El niño ve en su recámara una extraña criatura y no en�ende quién pueda ser:

“…es alta, con los cabellos largos, será una mujer, será la Virgen…

” piensa, “grito, llamo a mi mamá, pero mamá no escucha y no viene…

La Virgen me dice que es inú�l que la llame: mamá, igual, no puede venir y además es ella la mamá… la mamá de todas las mamás, la mamá también de mi mamá…”

El abducido adulto, al regresar a este episodio de la infancia,

�ene un doble comportamiento hacia “la Virgen”: uno de confianza, el otro de miedo, creando una dicotomía interna debida al hecho que sus sen�dos están recibiendo imput contrastantes. Por un lado, la efébica figura rubia le dice que esté callado y trata de tranquilizarlo, haciéndole creer que es quien no es, y por el otro, el niño percibe perfectamente que ese ser no es de fiar.

LOS NIÑOS Y EL FENÓMENO ABDUCTION

Un abducido varón adulto del norte de Italia, que tenía una mujer muy capaz de manejar la situación, tenía también un niño pequeño que tenía comportamientos extraños. Un día el niño fue encontrado a las cinco de la mañana desnudo, acurrucado contra la pared… La madre se despierta y lo ve en ese estado, se acerca y le pregunta qué le ha pasado. El niño no quiere hablar: tal vez ha soñado algo feo, poblado de

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los habituales seres pequeños que él asocia a conejos. La madre hace caso omiso a este sueño. Nada más.

Algunos días después, en el jardín de infantes el niño �ene que dibujar un conejo. El conejo realizado en el dibujo es realmente extraño y la maestra llama a la madre para saber si el niño �ene algún problema familiar. El conejo es todo negro, pequeño, sin ves�dos y con una gran cabeza negra con grandes ojos oblicuos. La madre, en la casa, con calma, intenta hacer hablar al niño y recoge un extraño relato:

“Los conejos vienen de noche, cuando tu mamá duermes, y pasan a través de la ventana aunque esté cerrada. Vienen a jugar conmigo y me llevan a la casa de los conejos. La casa de los conejos está hecha como un cohete”.

En realidad el niño dibuja algo redondo, con muchas luces en el

vientre”.

“El conejo me lleva en el rayo azul y subimos a la casa de los conejos. La casa de los conejos vuela y ellos me llevan a ver la Tierra desde lo alto… La casa de los conejos funciona con la electricidad y los conejos vienen aquí para meter a los niños en las panzas de las mamás…

¡El niño había hecho también un dibujo muy significa�vo donde se representaba una mujer con la panza transparente con dentro un niño pequeño y todo negro! El niño con�núa a relatar:

“La otra noche estabas también tu, mamá, en la casa de los conejos y también estaba mi hermanito…” La mamá abre los ojos con asombro y dice que no lo recuerda, el niño piensa un poco y luego

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agrega:

“Sí, no lo puedes recordar, estabas durmiendo acostada en un catre, en la habitación de los conejos, con muchos conejos alrededor que te estaban haciendo algo...”

Cuando la madre le pide al niño de mostrarle cómo es el conejo, él corre hacia otro cuarto, toma un conejo de peluche, le �ra hacia atrás las orejas, luego toma los anteojos de sol del padre, que �enen las lentes negras estrechas y alargadas hacia atrás y pone los anteojos en la cabeza del conejo. (El niño representa lo que los ufólogos llaman “grises” –Nota mía)

Una pareja joven con un niño pequeño, que vive en el nordeste de Italia, llevaba al niño a la casa de los abuelos el sábado y lo recogían el domingo a la mañana. El padre, un profesional comprome�do con lo social y con el sector de la jus�cia civil y penal, tenía episodios como abducido y luego que yo haya tenido algunos coloquios de ahondamiento con él, algo extraño sucedió en su familia.

Un domingo normal, el padre lleva puesta una camiseta que no había usado antes, camiseta que le había sido regalada por un amigo, que tenía estampado el rostro de un clásico “Gris”, el �po de alienígena todo ojos y sin pelos que ya se ve también hasta en las publicidades más comunes. Los cónyuges van a buscar al niño a donde sus abuelos, donde todas las veces se repite la escena del niño corriendo a abrazar a su mamá. Pero esta vez las cosas resultan diferentes: el niño ve a los padres y corre, como siempre, hacia su madre, de improviso nota la camiseta que lleva puesta su padre y, sin decir una palabra, lo abraza y se refriega en la camiseta nueva. ¡Silencio!

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Para disolver la tensión que se creó, la abuela le dice al niño, indicándole la imagen del “Gris” : “¿Conoces a ese? ¿Quién es ese?”

El niño responde:

“¡Ese es Kikom!”

“¿Quién es Kikom?” dice la abuela, “¿Y de dónde viene Kikom?”

El niño alza un dedo apuntando e indica… el cielo… y los progenitores se sienten desfallecer! El pequeño, luego, reconocerá al “Gris” de manera indiscu�ble, como resulta por otras indicaciones derivadas de coloquios con él en el ámbito familiar.

En especial el niño verá en la televisión una publicidad de un equipo estereofónico de una importante empresa americana y reconocerá el rostro de Kikom en la figura de la extraña actriz de la propaganda, semblanza ciertamente similar a aquella de una EBE

(En�dad Biológica Extraterrestre). ¡En ese momento en el progenitor algo se rompe y se quiebra el vidrio opaco de las incer�dumbres, que permanecen, a veces por toda la vida! “¡Le ha tocado también a mi hijo!”

Ahora el progenitor no sólo �ene la certeza que aquello que le ha sucedido a él mismo es cierto, dado que se aclara y se refuerza toda la temá�ca abduc�on familiar, sino que aquello que ha siempre imaginado y sospechado es real.