Biografía del Libertador Simón Bolívar , o la Independencia de la América del Sud - Reseña Histórica - Biográfica by L. C. - HTML preview

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CAPITULO II

Aparente restablecimiento del órden.—Tentativas de Miranda.—Don JuanCasas.—Su situacion comprometida.—Los emisarios de Mural.—Actitudtomada por el pueblo venezolano.—La junta auxiliar.—

Gestiones delAyuntamiento.—Creacion de una junta suprema.—Bolívar y Emparan.—Aborto de conspiracion.—Confirmacion de los rumores acerca de lossucesos de España.—Primer paso hácia la revolucion.—Destitucion deEmparan.—Declaraciones del Ayuntamiento de Carácas.—Destierro de lasantiguas autoridades españolas.—Pronunciamientos.—Los emisarios en laprovincia de Coro.—Primera salida á campaña.—Mision de Bolívar enEuropa.—Don Antonio Cortabarria.—Actos de la junta de Carácas.—Conatode levantamiento.—Prisiones y asesinatos.—Rómpense lashostilidades.—Vuelta de Miranda.—Conflicto de la Junta.—Demostracionpopular.—Nombramiento de Miranda.

Volvamos á anudar el hilo de los acontecimientos de Venezuela.

Ahogada en la apariencia la revolucion, fermentó sordamente durante losprimeros años del siglo actual entre la juventud venezolana. Lasfamilias que tuvieron la desgracia de perder alguno de sus miembros, yaquellas que habian sufrido y sufrian aun las consecuencias del primerpaso dado hácia el templo de la libertad, aleccionadas por laexperiencia, se agitaban con cautela en favor de la santa causa yesperaban el momento oportuno de poder obrar con mayor acierto, connueva decision y energia.

Despues de mil y mil contrariedades, el 25 de Marzo de 1806 sepresentaba Miranda en la Costa Firme, á vista de Ocumare, con unacorbeta y dos goletas, únicos auxilios que pudo conseguir de la Américadel Norte. Sus fuerzas de desembarco se componian de unos 200 jóvenesque se le unieron un Haiti. Atacado de improviso por dos bergantines,despues de una vigorosa pero inútil pelea, con pérdida de las goletas,se retiró á Trinidad, donde impetró el auxilio de los ingleses y muyparticularmente el de Cochrane, almirante de la escuadra que estacionabaentonces en las islas de Barlovento.

De alli á cuatro meses guiaba quince diferentes buques con 500 hombres,y habiendo puesto en fuga á los enemigos que defendian la costa, penetróvencedor en la Vela de Coro el segundo dia de Agosto; pero noencontrando alli la acogida y proteccion que esperaba, renunció á suexpedicion y regresó á Trinidad, pasando luego á Europa desde esta isla.Diez de los suyos, hechos prisioneros en el combate, fueron pasados porlas armas en Puerto-Cabello y varios otros confinados á los presidios.

Este fué el último de los actos del mando de Vasconcelos.

Los acontecimientos de España en 1808 pusieron al capitan generalsucesor, Don Juan Casas, en la mas crítica situacion. Los comisionadosmandados alli por Murat que le exigian obediencia al nuevo monarca, y lapresencia de un buque de guerra inglés en las costas, le envolvieron enuna inmensa perplejidad. Por otra parte, la imprudente lectura que unoficial francés hizo en público de la Gaceta de Bayona

produjo unmotin entre los oficiales criollos y españoles, que dieron el grito de"¡Viva Fernando VII y mueran los franceses!" Además, la actitud delpueblo le impidió decidir por si solo en tan árduas circunstancias, yacordó reunir una junta auxiliar compuesta de un miembro por cadatribunal, corporacion y clases de la sociedad.

La junta, presidida por Casas, se hizo cargo de los despachos de Murat yde los que el gobierno británico habia enviado por medio de Colincour yde Cochrane, y optó decididamente por la conservacion del estado decosas sin alteracion de ninguna especie. Esta medida, como era natural,mantuvo y sobreescitó la general inquietud, ocasionando motines yalborotos que el capitan general tuvo que castigar con mano fuerte.

El ayuntamiento le instaba á que constituyese una junta como las de lametrópoli, algunos dias antes de la llegada de un comisionado mandadopor la junta de Sevilla. El 28 de Julio Casas accedió á las instanciasdel ayuntamiento, y el 5 de Agosto se presentaba en Carácas elmencionado agente.

Constituida la junta, no sin que antes hubiesen mediado contestacionesentre el cabildo y el capitan general que exigió de este obedienciaciega, subsistió hasta el 13 de Enero de 1809, en que fué reconocida lasoberania de la central, instalada en Aranjuez por Setiembre delaño anterior.

Declarados como parte esencial é integrante de la monarquia española susdominios ultramarinos, el valiente, antiguo y distinguido capitan de lamarina real Don Vicente de Emparan fué nombrado, en reemplazo de Casas,como capitan general de Venezuela.

Bolívar acompañó en su viaje al nuevo representante militar de España,pues como buen patriota no podia vivir lejos del suelo que le habiavisto nacer y cuya precaria suerte tantas veces aceleraba los latidos desu noble y esforzado corazon. La idea de poder dar á su pais dias dedicha y prosperidad, abriéndole la senda de su futura independencia, enmas de una ocasion habia venido á interrumpir su sueño y á mecer sushalagüeñas esperanzas de gloria. El 17 de Mayo Emparan y Bolívar pisabanla Costa Firme. Las primeras disposiciones del nuevo capitan generalfueron tan violentas y desacertadas, que todos, sin excepcion alguna,asi españoles como criollos, con ánimo de no separar la colonia de lamadre patria, formaron el plan de derrocar su poder y de constituir enseguida un gobierno análogo al de aquella.

Espiraba el mes de Marzo de 1810, y segun estaba convenido, el marquésdel Toro, coronel del batallon miliciano de los valles de Aragua, debiaseñalar la entrada del de Abril apoderándose por sorpresa del capitangeneral, quien noticioso del proyecto, merced á un vil denunciador, dióun golpe de mano á los conspiradores.

Contra lo que podia esperarse, y en desacuerdo con sus primeros actosde gobierno, se limitó Emparan á confinar en Maracaibo, Margarita yotros puntos de la provincia á los principales autores delabortado plan.

Vagos rumores se esparcieron por este tiempo acerca de la disolucion dela Junta central y de la dispersion de sus miembros, rumores que fueronconfirmados el 18 de Abril, dia de Miércoles Santo, de una manera muyámplia, pues además se supo que toda la Península, menos Cádiz y la Islade Leon, estaba ya ocupada por los franceses; lo cual hizo cundir lainquietud con la rapidez del rayo entre todas las clases del pueblo, yhasta los mismos españoles manifestaban temores, sobresaltos ydesconfianza del gobierno.

La ocasion se presentaba muy propicia para hacer renacer en los criolloslas pasadas pretensiones, y conjurándose nuevamente, atrajeron á supartido á los principales jefes y oficiales de las tropas que guarnecianla ciudad; y hasta el cabildo, que estaba compuesto de españoles yamericanos casi por partes iguales, se prestó á provocar una discusioncon el capitan general.

El dia siguiente, con motivo de la asistencia á la celebracion de losoficios de Jueves Santo, el ayuntamiento, fiel á su promesa, pasó unainvitacion á Emparan, quien se presentó en la casa capitular y encontróal cuerpo municipal constituido en sesion extraordinaria, arrogándoseagenas facultades y tratando del peligro que corria la América, de lapolítica que debia adoptarse en aquellas circunstancias y de laperentoria necesidad de organizar un gobierno propio que la pusiera ácubierto de la anarquia.

Emparan, despues de haber eludido hábilmente las consideraciones ydificultades que el ayuntamiento le presentaba, concluyó declarando:

"que seria inconvenientísima toda innovacion,"

y salió de allidirigiéndose luego hácia la iglesia metropolitana. Pero losconspiradores le siguen, le interceptan el paso, y uno de ellos, llamadoFrancisco Sálias, auxiliado del populacho, le obliga á volver á la casacapitular sin que los cuerpos de guardia que encuentran al paso oponganla menor resistencia, sino que, antes por el contrario, manifiestan suactitud amenazadora negando á su jefe los honores de ordenanza.

Emparan tuvo que asentir á la idea de formar una Junta suprema; perohabiendo tenido los capitulares la debilidad de acceder por su parte áque este siguiera ocupando al frente de ella el cargo de Presidente, undoctor y canónigo de la catedral de Carácas, el Señor Don José CortésMadariaga, que se anunció en el ayuntamiento como diputado del clero ydel pueblo, en un interesante y elocuente discurso pidió la deposiciondel capitan general.

En tan críticas circunstancias, Emparan, presentándose en el balcon á lamuchedumbre que cercaba la casa capitular, apeló á su voto; pero esta,siguiendo á los conjurados, gritó:

¡Afuera! ¡Afuera! No lequeremos.—Ni yo tampoco quiero el mando

, dijo él despechado, si bientratando de disimular su enojo y bochorno. Tomóse acta de estas palabrasy se consideraron alli mismo como una renuncia voluntaria.

El ayuntamiento, auxiliado por varios particulares llamados á su seno encalidad de diputados de las diferentes corporaciones y clases de lasociedad, declaró:

"Que las provincias de Venezuela procederian áconstituir un gobierno encargado de ejercer la soberania á nombre y enrepresentacion de Fernando VII

," neto por medio del cual desconoció laautoridad de la regencia, y luego expulsó de su territorio lasautoridades principales que hasta alli habian representado á la nacionespañola, aboliendo al propio tiempo el odioso tributo de los indios yla Inútil de esclavos.

Una vez desterrado el capitan general, el mando superior de las armasfué conferido á un sugeto de gran instruccion y valor personal; este erael coronel Fernando Toro, hermano del marqués de este nombre, que habiasido educado en España.

Pronto las provincias de Barcelona, Cumaná, Margarita, Varinas y asisucesivamente las demás, menos las de Coro y Maracaibo que se declararonfieles á la regencia, enviaron sus diputados á la junta, reconociendoasi el nuevo gobierno de Venezuela. Y si bien es cierto que á poco laGuayana se retractó de su primer acuerdo mandando presos á la metrópoli,á la Habana y Puerto-Rico á los adictos al nuevo órden de cosas, porotra parte, el reconocimiento hecho por Mérida del gobierno establecidoen la capital, separándose de Maracaibo con noble entusiasmo, compensóen parte semejante defeccion.

La Junta envió á Coro y Maracaibo algunos comisionados para tratar conlas autoridades españolas, y estas los recibieron como traidores, y comoá tales los remitieron sin vacilar un momento á las prisiones dePuerto-Rico. En vista de semejante atropello, ordenó la Junta que elmarqués del Toro partiese al frente de alguna tropa contra la provinciade Coro; y dicho señor, cumpliendo con lo dispuesto por aquella, situópor lo pronto su cuartel general en Carora.

Mientras estos sucesos tenian lugar, el coronel Simon Bolívar, investidode los poderes necesarios por la Junta y acompañado de Luis LopezMendez, se dirigia á Inglaterra para solicitar la proteccion de sugobierno contra el enemigo comun, en el caso de que este intentaraapoderarse de Venezuela, y al propio tiempo impetrar su mediacion con elde España para que no se turbase la paz y buena armonia que hasta allihabian existido entre los habitantes de ambos hemisferios.

Aunque Bolívar fué bien recibido por el marqués Wellesley, ministro deNegocios Extranjeros de la Gran-Bretaña, solo obtuvo contestacionesevasivas á causa de la alianza que por aquel tiempo tenian hecha las dosnaciones. Cumplida esta mision, nuestro héroe se hizo á la vela deregreso para su pais nativo en compañia del general Miranda.

Las Córtes generales y extraordinarias de la nacion española, instaladasel 24 de Setiembre en la Isla de Leon, dieron omnimoda facultades alministro del Supremo Consejo de España é Indias Don Antonio Cortabarriapara que, auxiliado por algunos buques de guerra, las tropas dePuerto-Rico, Cuba y Cartagena, interviniese en los asuntos de lascolonias; pero con la prevencion de no apelar á la fuerza de las armassino en el caso extremo de que los medios de persuasion fuesen de todopunto estériles. Para esto debia obrar de acuerdo con el gobernador deMaracaibo, Don Fernando Miyares, á quien el mismo Cortabarria llevaba elnombramiento de capitan general de Venezuela.

La junta de Carácas se negó en un principio á reconocer y prestarobediencia á las Córtes generales; pero luego, accediendo á la opinionde sus miembros mas respetables, quiso dar una prueba de desinterésconvocando á un Congreso nacional. Hubo por entonces un conato desublevacion en sentido de reconocimiento del Consejo de regencia, ysorprendidos por la Junta, los revoltosos fueron condenados unos áencierro en las bóvedas de Puerto-Cabello y la Guaira, y otrosdesterrados á perpetuidad. Entre estos últimos figuraban los ricoshermanos peninsulares Don Francisco y Don Manuel Gonzalez y Linares, delcomercio de Carácas.

La noticia de horribles asesinatos perpetrados en Quito en las personasde varios decididos patriotas, produjo grande indignacion en el pueblocaraqueño, quien, cercando el palacio de la Junta, pedia la expulsion delos españoles y canarios; pero la Junta, decretando se hiciesen honoresfúnebres á los desgraciados americanos, logró apaciguar el tumulto; ypara evitar la reproduccion de semejantes escándalos y trastornos, lanoche de aquel mismo dia, que era el 24 de Octubre, apresó y expulsó álos que suponia promovedores de disturbios. Estos fueron José MariaGallegos, José Félix Ribas y tres hermanos suyos.

Treinta y cinco dias despues de este acontecimiento, es decir, el 28 deNoviembre, el ejército de occidente, al mando de Toro, atacaba á lastropas de guarnicion en Coro, desalojándolas de un reducto y tomándolesun cañon; y dos dias despues ponia en fuga á las de Miyares, que lesalió al paso en Sabaneta con 800 hombres entre infantes y caballos,haciéndole algunos prisioneros y ganando una pieza de campaña. En Caroradejó de picarles la retaguardia, y despues de guarnecer esta poblacion,asi como tambien la de Barquisimeto, se retiró á Carácas, donde corriala noticia de la llegada de Miranda al territorio venezolano.

La Junta que gobernaba en nombre de Fernando VII, creyó que el dar asiloá tan ardiente republicano seria altamente contradictorio con lasituacion en que se habia colocado, y trató de estorbar el desembarco deeste general, y hasta llegó á brindarle con una dependencia diplomáticaá fin de alejarle. Pero el pueblo le tendió su mano protectora,recibiéndole con las mas singulares muestras de respeto y deferencia.Entonces el gobierno hizo alarde de entusiasmo y le confirió el títulode teniente general, mandando que se buscasen y destruyesen todos losdocumentos que la anterior administracion formuló contra el buen nombrede tan distinguido militar y patriota.

De este modo terminaba el año 1810, preparándose, merced áacontecimientos que casi nos atreveremos á calificar de providenciales,la realizacion de los deseos en que ardia el corazon de los venezolanos.