su
nombre
Supiste
y
su
nobleza,
no
presumo
Que
tan
honesto
amor
la
tuya
asombre,
Por
Elvira
me
abraso
y
me
consumo.
PELAYO. Hay hombre que el ganado trai tan fraco, Que
parece
tasajo
puesto
al
humo;
Yo,
cuando
al
campo
los
cochinos
saco...
NUÑO.
¿Aquí
te
estás,
villano?
¡Vive
el
cielo!...
PELAYO.
¿Habro
de
Elvira
yo,
son
del
varraco?[99]
SANCHO.
Sabido,
pues,
señor,
mi
justo
celo...
PELAYO.
Sabido,
pues,
señor,
que
me
resquiebra...
NUÑO.
¿Tiene
mayor
salvaje
el
indio
suelo?
SANCHO.
El
matrimonio
de
los
dos
celebra.
PELAYO.
Cochino
traigo
yo
por
esa
orilla...
NUÑO.
Ya
la
cabeza
el
bárbaro
me
quiebra.
PELAYO.
Que
puede
ser
maeso
de
capilla,
Si
bien
tiene
la
voz
desentonada,
Y
más
cuando
entra
y
sale
de
la
villa.
NUÑO.
¿Quiérelo
Elvira?
SANCHO.
De
mi
amor
pagada,
Me
dió
licencia
para
hablarte
ahora.
NUÑO.
Ella
será
dichosamente
honrada,
Pues
sabe
las
virtudes
que
atesora,
Sancho,
tu
gran
valor,
y
que
pudiera
Llegar
a
merecer
cualquier
señora.
PELAYO.
Con
cuatro
o
seis
cochinos
que
toviera,
Que
éstos
parieran
otros,
en
seis
años
Pudiera
yo
labrar
una
cochera.
NUÑO.
Tú
sirves
a
don
Tello
en
sus
rebaños;
Es
señor
desta
tierra,
y
poderoso
En
Galicia
y
en
reinos
más
estraños:
Decirle
tu
intención
será
forzoso,
Así
porque
eres,
Sancho,
su
criado,
Como
por
ser
tan
rico
y
dadivoso.
Daráte
alguna
parte
del
ganado;
Porque
es
tan
poco
el
dote
de
mi
Elvira,
Que
has
menester
estar
enamorado.
Esa
casilla
mal
labrada
mira
En
medio
de
esos
campos,
cuyos
techos
El
humo
tiñe
porque
no
respira.[100]
Están
lejos
de
aquí
cuatro
barbechos,
Diez
o
doce
castaños:
todo
es
nada
Si
el
señor
desta
tierra
no
te
ayuda
Con
un
vestido
o
con
alguna
espada.
SANCHO.
Pésame
que
mi
amor
pongas
en
duda.
PELAYO.
¡Voto
al
sol!,
que
se
casa
con
Elvira.
Aquí
la
dejo
yo;
mi
amor
se
muda.
SANCHO.
¿Qué
mayor
interés
que
al
que
suspira
Por
su
belleza,
darle
su
belleza,
Milagro
celestial
que
al
mundo
admira?
No
es
tanta
de
mi
ingenio
la
rudeza,[101]
Que
más
que
la
virtud
me
mueva
el
dote.
NUÑO.
Hablar
con
tus
señores
no
es
bajeza,
Ni
el
pedirles
que
te
honren
te
alborote;
Que
él
y
su
hermana
pueden
fácilmente,
Sin que esto, Sancho, a más que amor se note.
SANCHO.
Yo
voy
de
mala
gana;
finalmente,
Iré,
pues
tú
lo
mandas.[2]
NUÑO.
Pues
el
cielo,
Sancho,
tu
vida
y
sucesión
aumente.
Ven,
Pelayo,
conmigo.[2]
PELAYO.
Pues
¿tan
presto
Le
diste
a
Elvira,
estando
yo
delante?
NUÑO. ¿No es Sancho mozo noble y bien nacido?[102]
PELAYO.
No
le
tiene
el
aldea
semejante
Si
va
a
decir
verdad;
pero,
en
efeto,
Fuera
en
tu
casa
yo
más
importante,
Porque
te
diera
cada
mes
un
nieto.
Vanse
NUÑO
y
PELAYO.
SANCHO.
Sal,
hermosa
prenda
mía;
Sal,
Elvira
de
mis
ojos.
Sale
ELVIRA.
ELVIRA.
¡Ay,
Dios!
¡Con
cuántos
enojos
Teme
amor
y
desconfía!
Que
la
esperanza
prendada,
Presa
de
un
cabello
está.
SANCHO.
Tu
padre
dice
que
ya
Tiene
la
palabra
dada
A
un
criado
de
don
Tello:
¡Mira
qué
estrañas
mudanzas!
ELVIRA.
No
en
balde
mis
esperanzas
Colgaba
amor
de
un
cabello.
¿Que
mi
padre
me
ha
casado,
Sancho,
con
hombre
escudero?
Hoy
pierdo
la
vida,
hoy
muero.
Vivid,
mi
dulce
cuidado;
Que
yo
me
daré
la
muerte.
SANCHO.
Paso,
que
me
burlo,
Elvira.
El
alma
en
los
ojos
mira;
Dellos
la
verdad
advierte;
Que,
sin
admitir
espacio,
Dijo
mil
veces
que
sí.
ELVIRA.
Sancho,
no
lloro
por
ti,
Sino
por
ir
a
palacio;
Que
el
criarme
en
la
llaneza[103]
Desta
humilde
casería,
Era
cosa
que
podía
Causarme
mayor
tristeza.
Y
que
es
causa
justa
advierte.
SANCHO.
¡Qué
necio
amor
me
ha
engañado!
Vivid,
mi
necio
cuidado;
Que
yo
me
daré
la
muerte.
Engaños
fueron
de
Elvira,
En
cuya
nieve
me
abraso.
ELVIRA.
Sancho,
que
me
burlo,
paso.
El
alma
en
los
ojos
mira;
Que
amor
y
sus
esperanzas
Me
han
dado
aquesta
lición:
Su
propia
difinición
Es
que
amor
todo
es
venganzas.
SANCHO.
Luego
¿ya
soy
tu
marido?
ELVIRA.
¿No
dices
que
está
tratado?
SANCHO.
Tu
padre,
Elvira,
me
ha
dado
Consejo,
aunque
no
le
pido:
Que
a
don
Tello,
mi
señor
Y
señor
de
aquesta
tierra,
Poderoso
en
paz
y
en
guerra,
Quiere
que
pida
favor;
Y
aunque
yo
contigo,
Elvira,
Tengo
toda
la
riqueza
Del
mundo
(que
en
tu
belleza
El
sol
las
dos
Indias
mira),
Dice
Nuño
que
es
razón
Por
ser
mi
dueño;
en
efeto,
Es
viejo
y
hombre
discreto,
Y
que
merece
opinión
Por
ser
tu
padre
también.
Mis
ojos,
a
hablarle
voy.
ELVIRA.
Y
yo
esperándote
estoy.
SANCHO.
Plega
al
cielo
que
me
den
El
y
su
hermana
mil
cosas!
ELVIRA.
Basta
darle
cuenta
desto.
SANCHO.
La
vida
y
el
alma
he
puesto
En
esas
manos
hermosas.
Dame
siquiera
la
una.
ELVIRA.
Tuya
ha
de
ser:
vesla
aquí.
SANCHO.
¿Qué
puede
hacer
contra
mí,
Si
la
tengo,
la
fortuna?
Tú
verás
mi
sentimiento
Después
de
tanto
favor;
Que
me
ha
enseñado
el
amor
A
tener
entendimiento.
Vanse, y sale DON TELLO, de caza; y CELIO y JULIO, criados.
D.
TELL.
Tomad
el
venablo
allá.
CELIO.
¡Qué
bien
te
has
entretenido!
JULIO.
Famosa
la
caza
ha
sido.
D.
TELL.
Tan
alegre
el
campo
está,
Que
sólo
ver
sus
colores
Es
fiesta.
CELIO.
¡Con
qué
desvelos
Procuran
los
arroyuelos
Besar
los
pies
a
las
flores!
D.
TELL.
Da
de
comer
a
esos
perros,
Celio,
así
te
ayude
Dios.
CELIO.
Bien
escalaron
los
dos
Las
puntas
de
aquellos
cerros.
JULIO.
Son
famosos.
CELIO.
Florisel
Es
deste
campo
la
flor.
D.
TELL.
No
lo
hace
mal
Canamor.[104]
JULIO.
Es
un
famoso
lebrel.
CELIO.
Ya
mi
señora
y
tu
hermana
Te
han
sentido.[105]
Sale
FELICIANA.
D.
TELL.
¡Qué
cuidados
De
amor,
y
qué
bien
pagados
De
mis
ojos,
Feliciana!
¡Tantos
desvelos
por
vos!
FELIC.
Yo
lo
estoy
de
tal
manera,[106]
Mi
señor,
cuando
estáis
fuera,
Por
vos,
como
sabe
Dios.
No
hay
cosa
que
no
me
enoje;
El
sueño,
el
descanso
dejo:
No
hay
liebre,
no
hay
vil
conejo
Que
fiera
no
se
me
antoje.
D.
TELL.
En
los
montes
de
Galicia,
Hermana,
no
suele
haber
Fieras,
puesto