Comedias: El Remedio en la Desdicha: El Mejor Alcalde, El Rey by Lope de Vega - HTML preview

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amada,

Y

allí

me

pareció

que

alguna

fuente

Lloró

también

y

murmuró

turbada.

Llevaba

yo,

¡cuán

lejos

de

valiente!

Con

rota

vaina

una

mohosa

espada;

Llegué

al

árbol

más

alto,

y

a

reveses[134]

Y

tajos

igualé

sus

blancas

mieses.[135]

No

porque

el

árbol

me

robase

a

Elvira,

Mas

porque

fué

tan

alto

y

arrogante,

Que

a

los

demás

como

a

pequeños

mira:

Tal

es

la

fuerza

de

un

feroz

gigante.

Dicen

en

el

lugar

(pero

es

mentira

Siendo

quien

eres

tú)

que,

ciego

amante

De

mi

mujer,

autor

del

robo

fuiste,

Y

que

en

tu

misma

casa

la

escondiste.

"¡Villanos,

dije

yo,

tened

respeto:

Don

Tello,

mi

señor,

es

gloria

y

honra

De

la

casa

de

Neira,

y

en

efeto,

Es

mi

padrino

y

quien

mis

bodas

honra."

Con

esto,

piadoso,

discreto,

No

sufrirás

la

tuya

y

mi

deshonra;

Antes

harás

volver,

la

espada

en

puño,[136]

A

Sancho

su

mujer,

su

hija

a

Nuño.

D.

TELL.

Pésame

gravemente,

Sancho

amigo.

De

tal

atrevimiento,

y

en

mi

tierra

No

quedará

el

villano

sin

castigo

Que

la

ha

robado

y

en

su

casa

encierra.

Solicita

y

sabe

qué

enemigo,

Con

loco

amor,

con

encubierta

guerra

Nos

ofende

a

los

dos

con

tal

malicia;

Que

si

se

sabe,

yo

te

haré

justicia.

Y

a

los

villanos

que

de

murmuran

Haré

azotar

por

tal

atrevimiento.

Idos

con

Dios.

SANCHO.

Mis

celos

se

aventuran.

NUÑO.

Sancho,

tente,

por

Dios.

SANCHO.

Mi

muerte

intento.

D.

TELL.

Sabedme

por

allá

los

que

procuran

Mi

deshonor.

SANCHO.

¡Estraño

pensamiento!

D. TELL. Yo no sé dónde está, porque, a sabello, Os

la

diera,

por

vida

de

don

Tello.

Sale

ELVIRA,

y

pónese

en

medio

DON

TELLO.

ELVIRA.

sabe,

esposo,

que

aquí[137]

Me

tiene

Tello

escondida.

SANCHO.

¡Esposa,

mi

bien,

mi

vida!

D.

TELL.

¿Esto

has

hecho

contra

mí?

SANCHO.

¡Ay,

cuál

estuve

por

ti!

NUÑO.

¡Ay,

hija,

cuál

me

has

tenido!

El

juicio

tuve

perdido.

D.

TELL.

¡Teneos,

apartaos,

villanos!

SANCHO.

Déjame

tocar

sus

manos,

Mira

que

soy

su

marido.

D.

TELL.

¡Celio,

Julio!

¡Hola!

Criados,

Estos

villanos

matad.

FELIC.

Hermano,

con

más

piedad,

Mira

que

no

son

culpados.

D.

TELL.

Cuando

estuvieran

casados,[138]

Fuera

mucho

atrevimiento.

¡Matadlos!

SANCHO.

Yo

soy

contento

De

morir

y

no

vivir,

Aunque

es

tan

fuerte

el

morir.

ELVIRA.

Ni

vida

ni

muerte

siento.

SANCHO.

Escucha,

Elvira,

mi

bien:

Yo

me

dejaré

matar.

ELVIRA.

Yo

ya

me

sabré

guardar

Aunque

mil

muertes

me

den.

D.

TELL.

¿Es

posible

que

se

estén

Requebrando?

¿Hay

tal

rigor?

¡Ah,

Celio,

Julio!

Salen

CELIO

y

JULIO.

JULIO.

Señor.

D.

TELL.

¡Matadlos

a

palos!

CELIO.

¡Mueran!

Echanlos

a

palos.

D.

TELL.

En

vano

remedio

esperan

Tus

quejas

de

mi

furor.

Ya

pensamiento

tenía

De

volverte,

y

tan

airado

Estoy

en

ver

que

has

hablado

Con

tan

notable

osadía,

Que

por

fuerza

has

de

ser

mía,

O

no

he

de

ser

yo

quien

fuí.

FELIC.

Hermano,

que

estoy

aquí.

D.

TELL.

He

de

forzalla

o

matalla.

FELIC.

¿Cómo

es

posible

libralla

De

un

hombre

fuera

de

sí?

Vanse.

Salen

CELIO

y

JULIO

tras

SANCHO

y

NUÑO.

JULIO.

Ansí

pagan

los

villanos

Tan

grandes

atrevimientos.

CELIO.

¡Salgan

fuera

de

palacio!

LOS

DOS.

¡Salgan!

Vanse.

SANCHO.

Matadme,

escuderos.

¡No

tuviera

yo

una

espada!

NUÑO.

Hijo,

mira

que

sospecho,

Que

este

hombre

te

ha

de

matar,

Atrevido

y

descompuesto.

SANCHO.

Pues

¿será

bueno

vivir?

NUÑO.

Mucho

se

alcanza

viviendo.

SANCHO.

Vive

Dios,

de

no

quitarme[139]

De

los

umbrales

que

veo,

Aunque

me

maten;

que

vida

Sin

Elvira

no

la

quiero.

NUÑO.

Vive,

y

pedirás

justicia;

Que

rey

tienen

estos

reinos,

O

en

grado

de

apelación

La

podrás

pedir

al

cielo.

Sale

PELAYO.

PELAYO.

Aquí

están.

SANCHO.

¿Quién

es?

PELAYO.

Pelayo,

Todo

lleno

de

contento,

Que

os

viene

a

pedir

albricias.

SANCHO.

¿Cómo

albricias

a

este

tiempo?

PELAYO.

Albricias,

digo.

SANCHO.

¿De

qué,

Pelayo,

cuando

estoy

muerto,

Y

Nuño

espirando?

PELAYO.

¡Albricias!

NUÑO.

¿No

conoces

a

este

necio?

PELAYO.

Elvira

pareció

ya.

SANCHO.

¡Ay,

padre!

¿Si

la

habrán

vuelto?

¿Qué

dices,

Pelayo

mío?

PELAYO.

Señor,

dice

todo

el

puebro

Que

desde

anoche

a

las

doce

Está

en

casa

de

don

Tello.

SANCHO.

¡Maldito

seas!

Amén.

PELAYO.

Y

que

tienen

por

muy

cierto

Que

no

la

quiere

volver.

NUÑO.

Hijo,

vamos

al

remedio:

El

rey

de

Castilla,

Alfonso,

Por

sus

valerosos

hechos,

Reside

agora

en

León;

Pues

es

recto

y

justiciero,[140]

Parte

allá

y

informarásle

Deste

agravio;

que

sospecho

Que

nos

ha

de

hacer

justicia.

SANCHO.

¡Ay,

Nuño!

Tengo

por

cierto

Que

el

rey

de

Castilla,

Alfonso,

Es

un

príncipe

perfeto;

Mas

¿por

dónde

quieres

que

éntre

Un

labrador

tan

grosero?

¿Qué

corredor

de

palacio

Osará

mi

atrevimiento

Pisar?

¿Qué

portero,

Nuño,

Permitirá

que

éntre

dentro?

Allí,

a

la

tela,

al

brocado,

Al

grave

acompañamiento

Abren

las

puertas,

si

tienen

Razón,

que

yo

lo

confieso;

Pero

a

la

probreza,

Nuño,

Sólo

dejan

los

porteros

Que

miren

las

puertas

y

armas,

Y

esto

ha

de

ser

desde

lejos.

Iré

a

León

y

entraré

En

Palacio,

y

verás

luego

Cómo

imprimen

en

mis

hombros

De

las

cuchillas

los

cuentos.

Pues

andar

con

memoriales

Que

tome

el

Rey

¡santo

y

bueno!

Haz

cuenta

que

de

sus

manos

En

el

olvido

cayeron.

Volveréme

habiendo

visto

Las

damas

y

caballeros,

La

iglesia,

el

palacio,

el

parque,

Los

edificios,

y

pienso

Que

traeré

de

allá

mal

gusto

Para

vivir

entre

tejos,

Robles

y

encinas,

adonde

Canta

el

ave

y

ladra

el

perro.

No,

Nuño,

no

aciertas

bien.

NUÑO.

Sancho,

yo

bien

si

acierto.

a

hablar

al

rey

Alfonso;

Que

si

aquí

te

quedas,

pienso

Que

te

han

de

quitar

la

vida.

SANCHO.

Pues

eso,

Nuño,

deseo.

NUÑO.

Yo

tengo

un

rocín

castaño,

Que

apostará

con

el

viento

Sus

crines

contra

sus

alas,

Sus

clavos

contra

su

freno;

Parte

en

él

y

irá

Pelayo

En

aquel

pequeño

overo

Que

suele

llevar

al

campo.

SANCHO.

Por

tu

gusto

te

obedezco.

Pelayo,

¿irás

conmigo

A

la

corte?

PELAYO.

Y

tan

contento

De