y
CELIO.
CELIO.
Como
me
mandaste,
fuí
A
saber
de
aquel
villano,
Y
aunque
lo
negaba
Nuño,
Me
lo
dijo
amenazado:
No
está
en
el
valle,
que
ha
días
Que
anda
ausente.
D.
TELL.
¡Estraño
caso!
Dice
que
es
ido
a
León.
D.
TELL.
¿A
León?
CELIO.
Y
que
Pelayo
Le
acompañaba.
D.
TELL.
¿A
qué
efeto?
CELIO.
A
hablar
al
Rey.
D.
TELL.
¿En
qué
caso?
El
no
es
de
Elvira
marido:
Yo
¿por
qué
le
hago
agravio?[154]
Cuando
se
quejara
Nuño,
Estuviera
disculpado;
Pero
¡Sancho!
CELIO.
Esto
me
han
dicho
Pastores
de
tus
ganados;
Y
como
el
mozo
es
discreto
Y
tiene
amor,
no
me
espanto,
Señor,
que
se
haya
atrevido.
D.
TELL.
Y
¿no
habrá
más
de
en
llegando
Hablar
a
un
rey
de
Castilla?
CELIO.
Como
Alfonso
se
ha
criado
En
Galicia
con
el
conde[155]
Don
Pedro
de
Andrada
y
Castro,
No
le
negará
la
puerta,
Por
más
que
sea
hombre
bajo,
A
ningún
gallego.
Llaman.
D.
TELL.
Celio,
Mira
quién
está
llamando.
¿No
hay
pajes
en
esta
sala?
CELIO.
¡Vive
Dios,
señor,
que
es
Sancho!
Este
mismo
labrador
De
quien
estamos
hablando.
D.
TELL.
¿Hay
mayor
atrevimiento?
CELIO.
Así
vivas
muchos
años,
Que
veas
lo
que
te
quiere.
D.
TELL.
Di
que
entre,
que
aquí
le
aguardo.
Entran
[SANCHO
y
PELAYO].
SANCHO.
Dame,
gran
señor,
los
pies.
D.
TELL.
¿Adónde,
Sancho,
has
estado,
Que
ha
días
que
no
te
he
visto?
SANCHO.
A
mí
me
parecen
años.
Señor,
viendo
que
tenías,
Sea
porfía
en
que
has
dado,
O
sea
amor
a
mi
Elvira,
Fuí
hâblar
al
rey
castellano,[156]
Como
supremo
juez
Para
deshacer
agravios.
D.
TELL.
Pues
¿qué
dijiste
de
mí?
SANCHO.
Que
habiéndome
yo
casado,
Me
quitaste
mi
mujer.
D.
TELL.
¿Tu
mujer?
¡Mientes,
villano!
¿Entró
el
cura
aquella
noche?
SANCHO.
No,
señor;
pero
de
entrambos
Sabía
las
voluntades.
D.
TELL.
Si
nunca
os
tomó
las
manos,
¿Cómo
puede
ser
que
sea
Matrimonio?
SANCHO.
Yo
no
trato
De
si
es
matrimonio
o
no;
Aquesta
carta
me
ha
dado,
Toda
escrita
de
su
letra.[157]
D.
TELL.
De
cólera
estoy
temblando.
[ Lee. ]
"En
recibiendo
ésta,
daréis
a
ese
pobre
labrador
la mujer que le habéis quitado, sin réplica ninguna; y
advertid
que
los
buenos
vasallos
se
conocen
lejos de los reyes, y que los reyes nunca están lejos para
castigar
los
malos.— El
Rey. "
Hombre,
¿qué
has
traído
aquí?
SANCHO.
Señor,
esa
carta
traigo
Que
me
dió
el
Rey.
D.
TELL.
¡Vive
Dios,
Que
de
mi
piedad
me
espanto!
¿Piensas,
villano,
que
temo
Tu
atrevimiento
en
mi
daño?
¿Sabes
quién
soy?
SANCHO.
Sí,
señor;
Y
en
tu
valor
confiado
Traigo
esta
carta,
que
fué,
No,
cual
piensas,
en
tu
agravio,
Sino
carta
de
favor
Del
señor
rey
castellano
Para
que
me
des
mi
esposa.
D.
TELL.
Advierte
que,
respetando
La
carta,
a
ti
y
al
que
viene
Contigo...
PELAYO.
¡San
Blas!
¡San
Pablo!
D.
TELL.
No
os
cuelgo
de
dos
almenas.
PELAYO.
Sin
ser
día
de
mi
santo,
Es
muy
bellaca
señal.
D.
TELL.
Salid
luego
de
palacio,
Y
no
paréis
en
mi
tierra;
Que
os
haré
matar
a
palos.
Pícaros,
villanos,
gente
De
solar
humilde
y
bajo,
¡Conmigo!...
PELAYO.
Tiene
razón;
Que
es
mal
hecho
haberle
dado
Ahora
esa
pesadumbre.
D.
TELL.
Villanos,
si
os
he
quitado
Esa
mujer,
soy
quien
soy,
Y
aquí
reino
en
lo
que
mando,
Como
el
Rey
en
su
Castilla;
Que
no
deben
mis
pasados
A
los
suyos
esta
tierra;
Que
a
los
moros
la
ganaron.
PELAYO.
Ganáronsela
a
los
moros,
Y
también
a
los
cristianos,
Y
no
debe
nada
al
Rey.
D.
TELL.
Yo
soy
quien
soy...
PELAYO.
¡San
Macario!
¡qué
es
aquesto!
D.
TELL.
Si
no
tomo
Venganza
con
propias
manos...
¡Dar
a
Elvira!
¡Qué
es
a
Elvira!
¡Matadlos!...
Pero
dejadlos;
Que
en
villanos
es
afrenta
Manchar
el
acero
hidalgo.
Vase.
PELAYO.
No
le
manche,
por
su
vida.
SANCHO.
¿Qué
te
parece?
PELAYO.
Que
estamos
Desterrados
de
Galicia.
SANCHO.
Pierdo
el
seso,
imaginando
Que
éste
no
obedezca
al
Rey
Por
tener
cuatro
vasallos.
Pues
¡vive
Dios!...
PELAYO.
Sancho,
tente;
Que
siempre
es
consejo
sabio,
Ni
pleitos
con
poderosos,
Ni
amistades
con
criados.
SANCHO.
Volvámonos
a
León.
PELAYO.
Aquí
los
doblones
traigo
Que
me
dió
el
Rey;
vamos
luego.
SANCHO.
Diréle
lo
que
ha
pasado.
¡Ay,
mi
Elvira!
¡Quién
te
viera!
Salid,
suspiros,
y
en
tanto
Que
vuelvo,
decid
que
muero
De
amores.
PELAYO.
Camina,
Sancho;
Que
éste
no
ha
gozado
a
Elvira.
SANCHO.
¿De
qué
lo
sabes,
Pelayo?
PELAYO.
De
que
nos
la
hubiera
vuelto
Cuando
la
hubiera
gozado.
Vanse.
ACTO TERCERO
Sale
el
REY
y
el
CONDE
y
DON
ENRIQUE.
REY.
El
cielo
sabe,
Conde,
cuánto
estimo
Las
amistades
de
mi
madre.[158]
CONDE.
Estimo
Esas
razones,
gran
señor;
que
en
todo
Muestras
valor,
divino
y
soberano.
REY.
Mi
madre
gravemente
me
ha
ofendido;[159]
Mas
considero
que
mi
madre
ha
sido.[160]
Salen
SANCHO
y
PELAYO.
PELAYO.
Digo
que
puedes
llegar.
SANCHO.
Ya,
Pelayo,
viendo
estoy
A
quien
toda
el
alma
doy,
Que
no
tengo
más
que
dar:
Aquel
castellano
sol,
Aquel
piadoso
Trajano,
Aquel
Alcides
cristiano
Y
aquel
César
español.
PELAYO.
Yo,
que
no
entiendo
de
historias,[161]
De
Kyries,
son
de
marranos,
Estó
mirando
en
sus
manos
Más
que
tien
rayas,
vitorias.
Llega
y
a
sus
pies
te
humilla;
Besa
aquella
huerte
mano.[162]
SANCHO.
Emperador
soberano,
Invicto
Rey
de
Castilla,
Déjame
besar
el
suelo
De
tus
pies,
que
por
almohada
Han
de
tener
a
Granada
Presto,
con
favor
del
cielo,
Y
por
alfombra
a
Sevilla,
Sirviéndoles
de
colores
Las
naves
y
varias
flores
De
su
siempre
hermosa
orilla.
¿Conócesme?
REY.
Pienso
que
eres
Un
gallego
labrador
Que
aquí
me
pidió
favor.
SANCHO.
Yo
soy,
señor.
REY.
No
te
alteres.
SANCHO.
Señor,
mucho
me
ha
pesado
De
volver
tan
atrevido
A
darte
enojos;
no
ha
sido
Posible
haberlo
escusado.
Pero
si
yo
soy
villano
En
la
porfía,
señor,
Tú
serás
emperador,
Tú
serás
César
romano,
Para
perdonar
a
quien
Pide
a
tu
clemencia
real
Justicia.
REY.
Dime