ser
posible
ser
su
esposo
Estorbaba
del
todo
el
ser
su
hermano,
Jardines,
yedras,
flores,
plantas,
árboles,
Aquí,
donde
lloraba
Abindarráez
Hechos
sus
ojos
caudalosas
fuentes,
Aquí
se
llama
esposo
de
Jarifa.
¡Cielos!
¿Que
gozar
puedo
de
Jarifa?
¿Que
ya
es
posible
que
yo
sea
su
esposo?
Riendo
lo
murmuran
estas
fuentes,
Que
me
llamaron
tristemente
hermano.
Decid
que
soy
su
esposo
Abindarráez
Que
el
viento
os
dará
voz,
amigos
árboles.
¡Qué
de
veces
al
pie
de
aquestos
árboles
Miré
los
bellos
ojos
de
Jarifa,
Y
ella
me
dijo:
"¡Hermano
Abindarráez!"
Pues
ya
su
esposo
soy,
no
soy
su
hermano,
O,
a
lo
menos,
ya
puedo
ser
su
esposo:
Decídselo,
si
vuelve,
claras
fuentes.
Fuentes,
ya
cesa
el
llanto;
verdes
árboles,
Ya
parto
a
ser
esposo
de
Jarifa,
Que
ya
no
soy
su
hermano
Abindarráez.
[ Vase. ]
Sale
NARVÁEZ[21]
y
NUÑO,
soldado.
NARV.
Bañaba
el
sol
la
crespa
y
rubia
cresta
Del
fogoso
león,
por
alta
parte,
Cuando
Venus
lasciva
y
tierno
Marte
En
Chipre
estaban
una
ardiente
siesta.
La
diosa,
por
hacerle
gusto
y
fiesta,
La
túnica
y
el
velo
deja
aparte,
Sus
armas
toma,
y
de
la
selva
parte,
Del
yelmo
y
plumas
y
el
arnés
compuesta.
Pasó
por
Grecia,
y
Palas
vióla
en
Tebas,
Y
díjole:
"Esta
vez
tendrá
mi
espada
Vitoria
igual
de
tu
cobarde
acero. "[22]
Venus
le
respondió:
"Cuando
te
atrevas,
Verás
cuánto
mejor
te
vence
armada
La
que
desnuda
te
venció
primero. "[23]
NUÑO.
Oyendo
he
estado
hasta
el
fin,
Si
en
historias
tengo
parte,
Esa
de
Venus
y
Marte,
Desarmado
en
el
jardín;
Y
que
Palas
la
vió
en
Tebas
Y
vencerla
quiso
armada,
Porque
cortase
su
espada
Desde
la
gola
a
las
grebas;
Y
que
Venus
respondió
(Que
es
todo
filatería)
Que
armada
la
vencería
Quien
desnuda
la
venció.
Pero,
señor,
¿a
qué
intento
Tanto
estos
días
te
inclinas
A
Venus,
cuanto
afeminas
A
nuestro
Marte
sangriento?
Dime
la
causa,
señor.
NARV.
Todo
es,
Nuño,
declararte
Que
puesto
que
armado
Marte,
Le
vence
desnudo
amor.
NUÑO.
Pues
qué,
¿un
fuerte
capitán
Puede
a
nadie
estar
sujeto?
NARV.
¿A
un
dios
no?
NUÑO.
¿Dios?
NARV.
En
efeto,
A
amor
ese
nombre
dan.
NUÑO.
Que
le
dió...
NARV.
La
antigüedad.
NUÑO.
¡Gentil
dios!
¡Buena
razón!
¡Donde
hay
tanta
imperfección,
Inconstancia
y
variedad!
Entre
otras
mil
cosas,
dos
Le
quitan
ese
gobierno.
NARV.
¿Cuáles
son?
NUÑO.
No
ser
eterno
Forzoso
atributo
en
Dios,
Y
carecer
de
razón.
NARV.
Luego
amor
¿no
es
inmortal?
NUÑO.
No;
que
al
primer
vendaval
Suele
mudar
de
opinión;
Y
tarde
se
ve
en
mujer
Amor
firme,
amor
durable.
NARV.
Antes
no
hay
mujer
mudable
Cuando
comienza
a
querer,
Y
no
hay
para
qué
te
afirmes
En
el
engaño
que
cobras:
Hacémoslas
malas
obras,
Y
querémoslas
muy
firmes.
Antes
amor
en
el
hombre
Suele
ser
más
imperfecto.
NUÑO.
Antes,
por
ser
más
perfecto,
Le
dieron
como
hombre
el
nombre,
Porque
a
ser,
antes
o
agora,
Más
en
mujer
su
valor,
No
le
llamaran
amor.
NARV.
¿Qué
le
llamaran?
NUÑO.
Amora.
NARV.
¡Amora!
NUÑO.
Sí.
¿No
pintamos
Como
mujer
la
piedad,
La
castidad,
la
verdad,
Porque
en
ellas
tanta
hallamos?
Pues
si
en
mujer
el
querer
Es
de
perfección
capaz,
¿Por
qué
le
pintan
rapaz,
Sino
en
forma
de
mujer?[24]
Mas,
dejando
a
las
escuelas
Tan
vanas
sofisterías,
Dime,
señor,
¿de
qué
días
Es
este
dolor
de
muelas?
NARV.
De
un
mes.
NUÑO.
Y
¿quién
te
enamora?
NARV.
Bien
dices;
que
mora
fué.
NUÑO.
¡Mora!
NARV.
Mora.
NUÑO.
Bien
podré
Cantarte
a
la
perra
mora.[25]
¿Dónde
la
viste?
NARV.
En
Coín.
NUÑO.
¿Cuándo?
NARV.
En
las
treguas
pasadas,
Dando
a
unas
rejas
doradas
Por
remate
un
serafín.
NUÑO.
¿Y
el
zancarrón
de
Mahoma,
Y
date
desasosiego?[26]
NARV.
¡Oh
Nuño!
Todo
soy
fuego,
Que
hable
o
calle,
duerma
o
coma.
NUÑO.
No
se
te
dé
dos
cuatrines;
Consuelo
y
regalo
toma,
Que
en
el
cielo
de
Mahoma
Son
bajos
los
serafines.
Estas
moras
son
lascivas;
Tú
eres
hombre
famoso;
No
será
dificultoso
Gozarla
como
la
escribas.
Toda
esta
tierra
te
adora
Por
galán,
noble,
discreto,
Valiente,
rico:
en
efeto,
Ya
te
conoce
esa
mora.
Dame
una
carta,
y
yo
haré
Que
venga
esa
galga
aquí.[27]
NARV.
¿Llevarássela
tú?
NUÑO.
Sí;
Que
bien
su
arábigo
sé.
Pondréme
unos
almaizales,
Y
hecho
moro,
iré
a
Coín
A
traerte
el
serafín,
Que
aquesta
noche
regales;
Que
basta
por
testimonio
Que
te
firmes
don
Rodrigo
De
Narváez.
NARV.
¡Oh,
Nuño
amigo!
¡Vive
Dios,
que
eres
demonio!
Pero
la
letra
cristiana,
¿Cómo
la
podrá
entender?
NUÑO.
Que
para
todo
ha
de
haber
Remedio
y
industria
humana.
Aquel
moro,
tu
cautivo,
La
escribirá.
NARV.
Dices
bien.
NUÑO.
Pues
voy
por
él.
NARV.
Trae
también
Recado.
NUÑO.
Ya
le
apercibo.
[ Vase. ]
NARV.
Amor,
si
fuerais
igual
A
la
edad
y
al
cuerpo
mío,
Yo
os
retara
en
desafío;
Pero
así
parece
mal.
Aquel
fronterizo
fuerte,
Aquel
andaluz
temido,
Aquel
Narváez,
que
ha
sido
Entre
moros
rayo
y
muerte,
Hoy
vencéis,
hoy
sujetáis
Con
una
mora.
¿Qué
es
esto?
Salen NUÑO y ARRÁEZ, moro, y recado de escribir.
NUÑO.
Toma
esa
pluma
y
di
presto.
ARR.
¿Qué
es,
señor,
lo
que
mandáis?
NARV.
Hinca
la
rodilla
en
tierra,
Y
escribe.
ARR.
Decid,
señor.
NARV.
¿Eres
hombre
de
valor?
ARR.
Fuilo
en
la
paz
y
la
guerra.
NARV.
¿Dónde
tan
a
solas
ibas
Cuando
ayer
te
cautivé?
ARR.
Después
te
lo
contaré,
Señor,
que
esta
carta
escribas.
NARV.
¿Cómo
te
llamas?
ARR.
Arráez.
NARV.
¿De
dónde
eres?
ARR.
De
Coín.
NUÑO.
¿Conoces
al
serafín
De
Rodrigo
de
Narváez?
NARV.
Calla,
loco,
que
ya
escribo.
NUÑO.
No
creo
que
lo
estás
poco.—
¡Cuántos
locos
hace
un
loco!
¡Cuerdo
yo,
que
libre
vivo!
¡Vive
Dios,
que
es
gran
flaqueza
Tropezar
la
voluntad!
Que
amor
es
enfermedad
Y
sale
por
la
cabeza.
Yo
no
quiero
más
amor
Que
mis
armas
y
caballo;
En
esto
mis
gustos
hallo
Y
me
porto
a
mi
sabor.
Sólo
mi
arnés
es
mi
dama;
Este
adoro,
déste
fío,
Tanto,
que,
a
no
ser
tan