ALARA.
¿Sabe
a
quién
escribe?
NUÑO.
No.
ALARA.
Algún
consuelo
recibo;
Que
es
en
estremo
celoso.
Esta
letra
he
conocido.
NUÑO.
¿Cómo?
ALARA.
Que
es
de
mi
marido.
NUÑO.
Aún
será
el
cuento
gracioso.
Luego
el
cautivo
de
allá,
¿Es
vuestro
marido?
ALARA.
Sí.
NUÑO.
Yo
negocio
por
aquí:
Segura
la
prenda
está.—
Pues
alto:
venid
conmigo,
Trataréis
de
su
rescate.
ALARA.
Justo
será
que
dél
trate,
Aunque
injusto
el
ir
contigo.
Pero
donde
está
mi
Arráez,
Más
sus
celos
aseguro,
Y
más
si
su
bien
procuro.
Pero
¿qué
dirá
Narváez?
Que
voy
a
lo
que
me
llama,
Sin
duda,
creerá
de
mí.
NUÑO.
Basta,
que
llevo
de
aquí
A
uno
mujer,
y
a
otro
dama.
ALARA.
Mas
diga
lo
que
quisiere,
Pues
se
ha
de
desengañar:
Mis
joyas
quiero
llevar
Y
el
dinero
que
pudiere.
Vamos,
que
es
de
amor
indicio.
Haré
ensillar
en
qué
vamos.
NUÑO.
Una
para
dos
llevamos;
No
anda
muy
malo
el
oficio.
[ Vanse. ]
Salen
ZORAIDE,
ABINDARRÁEZ
y
JARIFA.
ZOR.
No
me
puede
pesar
con
más
estremo.
Forzosa
es
mi
partida,
Abindarráez,
Y
el
dejarte
en
Cartama
es
más
forzoso,
En
poder
del
alcaide
que
aquí
viene;
Que
así
lo
escribe
el
Rey
y
así
lo
manda.
ABIND. ¿Que así lo manda el Rey y así lo escribe?
ZOR.
Que
me
parta
a
Coín
con
mi
familia
Me
manda
el
Rey
y
que
te
deje
solo
Aquí
en
Cartama,
mientras
Zaro
viene,
Que
ha
de
ser
el
alcaide
de
Cartama.
Yo
me
he
de
partir
hoy,
porque
me
manda
Que
acuda
de
Coín
a
la
flaqueza,
De
los
fieros
cristianos
oprimida,
Ejercitados
en
continuos
robos,
Celadas,
quemas,
correrías,
talas
Y
otras
malas
y
ruines
vecindades
Que
suelen
siempre
hacer
los
fronterizos,
Y
más
donde
Rodrigo
de
Narváez
Está
con
tal
valor,
consejo
y
fuerza,
Que
es
uno
de
los
nueve
que
publica[36]
Del
Sur
al
Norte
la
española
fama.
ABIND. ¿Que así lo manda el Rey y así lo escribe?
ZOR.
Hijo,
Dios
sabe
lo
que
a
mí
me
pesa;
Si
basta
solamente
decir
hijo.
¿Cómo
puedo
exceder
de
lo
que
él
manda?
ABIND. ¿De qué me tiene el Rey a mí tal odio, Si
os
hace
el
Rey
a
vos
mercedes
tantas?
¿Por
ventura
soy
yo
del
Rey
esclavo?
¿He
cometido
algún
delito
inorme
Contra
sus
leyes
o
real
cabeza,
Que
me
manda
dejar
solo
en
Cartama
Y
sujeto
al
alcaide
que
aquí
viene;
Y
a
vos,
que
sois
mi
padre,
y
a
Jarifa,
Mi
amada
hermana,
que
a
Coín
se
partan?
ZOR. Hijo, el Rey me lo escribe, el Rey lo manda: Yo
voy
a
responder
y
obedecelle.
Tú
entre
tanto,
Jarifa,
haz
que
aperciban
Tus
mujeres
tu
ropa,
que
esté
a
punto,
En
tanto
que
Alborán
parte
a
Granada.
JARIFA.
Ansí
lo
haré,
señor,
que
a
la
partida
Ya
estoy
desde
esta
tarde
apercebida.
Váyase
el
ALCAIDE.
ABIND.
Sola
esta
vez
quisiera,
Dulce
Señora
mía,
Hacerme
lenguas
para
hablaros
tanto,
Que
del
alma
se
viera
La
pena
y
la
porfía;
Mas
salga
por
los
ojos,
vuelta
en
llanto.
De
que
viva
me
espanto
Tan
desdichada
vida,
Si
ha
de
quedar
en
calma[37]
Apartándose
el
alma
De
aquellos
brazos
donde
estaba
asida.
Fuí
esposo
ayer
presente;
Hoy,
¿qué
seré,
si
estoy
de
vos
ausente?
¿Que
os
vais,
hermosos
ojos,[38]
Soles
del
mismo
cielo?
¿Que
dejáis
vuestra
tierra
y
vuestro
amigo?
¿Qué
de
ausencia
y
enojos,
Nubes
del
bajo
suelo,
Eclipsan
vuestra
luz,
que
adoro
y
sigo?
¿Que
no
hablaréis
conmigo,
Ni
me
diréis
amores?
¿Que
no
podré
tocaros?
¿Que
ya
no
podré
hallaros
Entre
estas
aguas
y
olorosas
flores?
¿Qué
es
esto,
vida
mía?
JARIFA.
De
la
de
entrambos
el
postrero
día,
Si
no
me
consolara,
Gallardo
dueño
mío,
Señor
del
alma,
que
la
tuya
adora,
Que
la
fortuna
avara
No
es
peña,
monte
o
río,
Sino
mudable
viento
de
hora
en
hora;
La
ausencia,
que
ya
llora
El
corazón
presente,
Me
acabara
la
vida,
Que
vive
entretenida
De
que
has
de
estar
tan
poco
tiempo
ausente
Cuanto
pueda
llamarte
Para
poder
secretamente
hablarte.
No
habrá
ocasión
tan
presto
Cuando
te
llame
a
verme,
Que presto la ha de haber, aunque ya es tarde.
Y
en
pago,
esposo,
desto,
Tan
tuya
quiero
hacerme,
Que
entre
mis
brazos
tu
venida
aguarde.
ABIND.
Huya
el
temor
cobarde,
Señora,
de
mi
pecho,
Si
ese
bien
me
prometes.
JARIFA.
Paso:
no
te
inquietes,
Que
por
ventura
por
mi
bien
se
ha
hecho;
Que,
viniendo
secreto,
Tendrán
nuestros
deseos
dulce
efeto.
Yo
entiendo
que
mi
padre
Irá
presto
a
Granada
O
que
tendrá
otro
justo
impedimento
Que
a
nuestra
vida
cuadre,
Y
yo
estaré
ocupada
En
sólo
este
cuidado
y
pensamiento.
ABIND.
Y
en
este
apartamiento,
¿Qué
me
dejas
por
vida,
Si
la
vida
me
llevas?
JARIFA.
La
esperanza
y
las
nuevas
De
que
será
tan
presto
tu
partida.
ABIND.
¡Al
fin
te
vas,
señora!
¡Triste
de
mí,
si
yo
me
muero
agora!
JARIFA.
No
morirás,
mi
vida,
Que
la
mía
te
queda.
ABIND.
Pues
viviré
mil
siglos
inmortales.
Dame,
esposa
querida,
Tus
brazos,
en
que
pueda
El
alma
descansar
de
tantos
males.
JARIFA.
Véngante
tan
iguales
Como
yo
lo
deseo.
ABIND.
¿Llamarásme?
JARIFA.
¿Eso
dudas?
ABIND.
No
haré,
si
no
te
mudas.
¡Ay,
cuantos
siglos
ha
que
no
te
veo!
JARIFA.
¿Cómo,
si
no
has
partido?
ABIND. Pensé que era pasado, y no es venido.
ACTO SEGUNDO
DEL REMEDIO EN LA DESDICHA
Salen
NARVÁEZ
y
cuatro
soldados,
PÁEZ
y
ALVARADO,ESPINOSA
y
CABRERA.
NARV.
Dadle
la
mano,
Alvarado,
Y
no
haya
más.
ALVAR.
No
permitas,
Pues
siempre
honor
solicitas,
Que
pierda
el
que
me
han
quitado.
NARV.
Volvedme
a
contar
lo
que
es,
Que
en
lo
que
hasta
agora
entiendo,
Poco
vuestro
honor
ofendo.
ALVAR.
El
mío
pongo
a
tus
pies,
Pero
no
has
de
permitir
Que
quede
en
mala
opinión.
NARV.
¿Sobre
qué
fué
la
cuistión?
ESPIN.
No
se
la
mandes
decir,
Que
es
parte
y
dirá
a
su
gusto.
ALVAR.
Yo
diré
mucha
verdad;
Y
el
que
más.
NARV.
Paso:
acabad,
Que
ya
recibo
disgusto.
ESPIN.
Oyeme,
señor,
a
mí.
NARV.
Ni
Alvarado
ni
Espinosa
Me
han
de
hablar
ni
decir
cosa;
Páez
lo
cuente.
PÁEZ.
Pasa
ansí...
Y
remítome
a
Cabrera,
Que
estaba
delante.
NARV.
Acaba.
PÁEZ.
Jugando
Alvarado
estaba,
Y
Espinosa
desde
afuera;
Y
en
una
suerte
dudosa,
Sin
pedirla
o
ser
tercero[39]
A
pagar
de
su
dinero,
Juzgó
la
suerte
E