Comedias: El Remedio en la Desdicha: El Mejor Alcalde, El Rey by Lope de Vega - HTML preview

PLEASE NOTE: This is an HTML preview only and some elements such as links or page numbers may be incorrect.
Download the book in PDF, ePub, Kindle for a complete version.

contigo,

Voy

sin

fuerzas

y

sin

mí.

Vase

NARVÁEZ

con

los

cuatro[54].

ALVAR.

¿Por

dónde,

Nuño,

echaremos?

NUÑO.

Por

entre

estos

olivares.

ESPIN.

¡Plega

al

cielo

que

topemos

O

ganados

o

aduares!

NUÑO.

Y

algún

moro

que

almorcemos.

ALVAR.

¿Acordáisos

de

aquel

día

Que

sólo

Narváez

venía?...

ESPIN.

Paso,

que

he

oído

cantar.

ALVAR.

Aquí

podéis

escuchar,

Que

parece

algarabía.

Canten

dentro.

En

Cartama

me

he

criado,

Nací

en

Granada

primero,

Y

de

Alora

soy

frontero

Y

en

Coín

enamorado.

Aunque

en

Granada

nací

Y

en

Cartama

me

crié,

En

Coín

tengo

mi

fe

Con

la

libertad

que

di.

Allí

vivo

adonde

muero,

Y

estoy

do

está

mi

cuidado,

Y

de

Alora

soy

frontero

Y

en

Coín

enamorado.[55]

Salga ABINDARRÁEZ cuan gallardo pueda, con lanza,adarga y acicates.

ABIND.

Gracias

a

Alá

que

ya

llego.

NUÑO.

¡Bizarro

moro!

ALVAR.

¡Gallardo!

ABIND.

Llévame

al

premio

que

aguardo,

Dulce

Amor,

aunque

eres

ciego.

ESPIN.

¡Detente

y

date

a

prisión!

ABIND.

¡Cristianos!

¡Oh

suerte

avara!

De

mi

dicha

lo

jurara.

¡Oh

cielo!

¿A

tal

ocasión?

NUÑO.

Date,

o

morirás.

ABIND.

¿Ansí

Se

dan

los

hombres

cual

yo?

Con las lanzas y adargas se ha de hacer esta batalla decinco a uno,

porque

es

cosa

nueva.

ESPIN.

¿Qué

hay,

Peralta?

PER.

Aquí

me

hirió.

ALVAR.

¡A

él,

que

me

ha

herido

a

mí!

PER.

¡Bravo

esfuerzo!

NUÑO.

¡Estraña

cosa!

A

cinco

ha

desbaratado.

PER.

Ya

está

en

el

suelo

Alvarado,

Y

medio

muerto

Espinosa.

Dad

un

silbo

al

gran

Narváez.

Sale

NARVÁEZ

y

los

otros

cuatro[56].

NARV.

¿Qué

es

esto,

amigos?

NUÑO.

Que

un

moro

Nos

mata.

ABIND.

¡Oh

cielo

que

adoro,

Ayuda

a

Abindarráez!

NARV.

Paso,

no

le

acometáis.—

Caballero

fuerte

y

diestro,

Siendo

tanto

el

valor

vuestro

Como

entre

cinco

mostráis,

¡Dichoso

aquel

que

os

venciese!

Y

aunque

yo

arriesgue

mi

vida,

La

juzgo

por

bien

perdida

Como

en

vuestras

manos

fuese.

Pero

al

fin

he

de

probar;

Que

empresa

de

tanta

gloria

Sólo

intentalla

es

vitoria.

ABIND.

Pues

alto:

dadnos

lugar.

Aquí

batallen

el

ALCAIDE

y

ABINDARRÁEZ.

PÁEZ.

A

no

estar

el

moro

herido

Y

de

pelear

cansado,

Diera

al

Alcaide

cuidado.

NARV.

Moro,

date

por

vencido,

O

si

no,

daréte

muerte.

ABIND.

En

tu

mano

está

matarme,

Mas

vencerme

y

sujetarme,

En

otra

mano

más

fuerte.[57]

Tu

esclavo

soy.—¡Ay

de

mí!

¡Ay

de

mí!

¡Mil

veces

ay!

Pues

ya

para

no

hay

Sino

llorar

que

nací.

¿A

tal

tiempo,

vil

fortuna?

Desespero,

¡por

Alá!

Mataréme.

NARV.

Triste

está.

ABIND.

Ya

no

hay

esperanza

alguna.

NARV.

¿Hombre

de

tanto

valor

Siente

tanto

el

verse

preso,

O

es

las

heridas?

ABIND.

No

es

eso.

NARV.

Pues

¿qué?

ABIND.

Desdicha

es

mayor.

NARV.

Ataos

este

lienzo

en

ellas,

O

aguardad,

y

os

le

pondré.

ABIND.

Aquí

en

el

brazo

saqué

La

que

más

me

duele

dellas.—

¡Oh,

mal

trazada

alegría!

¡Triste!

¿Qué

haré?

NARV.

¿Qué

cuidado

Os

tiene

tan

lastimado?

ABIND.

¡Ya

os

perdí,

señora

mía!

¡Gloria

mía,

ya

os

perdí!

Dulce

Jarifa,

mi

bien,

¡Ya

os

perdí!

NARV.

A

mi

casa

ven;

Serás

preso

y

dueño

allí.

Pero

holgárame

en

estremo

Saber

tu

pena

importuna;

Que

esto

de

guerra

es

fortuna,

Que

mañana

por

temo.

Alza

ese

rostro

noble

caballero,

Porque

a

la

libertad

pierde

el

derecho,

Perdiendo

en

la

prisión

el

prisionero

El

ánimo

que

debe

al

noble

pecho.[58]

Esos

suspiros

tiernos,

ese

fiero

Dolor,

no

corresponde

a

lo

que

has

hecho;

Ni

menos

es

tan

grande

aquesta

herida

Que

cause

indicios

de

perder

la

vida.

Ni

la

has

estimado

de

manera

Que

dejes

por

tu

honor

de

aventuralla:

Si

es

de

otra

causa

tu

tristeza

fiera,

Dímela,

que

por

Dios

de

remedialla.[59]

ABIND. Ya el alma en tu nobleza aliento espera; En

vano

mi

temor

sus

penas

calla.

¿Quién

eres,

generoso

caballero?

NARV.

Satisfacerte

de

quién

soy

espero:

Rodrigo

de

Narváez

soy

llamado,

Soy

Alcaide

de

Alora

y

de

Antequera

Por

el

Rey

de

Castilla.

ABIND.

¡Que

he

llegado

A

tus

manos,

Alcaide!

NARV.

Tente

espera.

ABIND.

Ya

no

me

quejo

del

rigor

del

hado,

Puesto

que

ha

sido

en

ocasión

tan

fiera.

Huelgo

de

ver,

Alcaide,

tu

presencia,

Aunque

me

cuesta

cara

la

experiencia.

No

me

ha

agraviado

mi

fortuna

en

nada,

Y

pues

debo

estimarme

por

tu

hacienda,

No

es

bien

que

esta

flaqueza

afeminada

De

cosa

tuya

sin

razón

se

entienda.

Retírese

tu

gente

y

confiada

Mi

alma

en

tu

palabra,

ilustre

prenda,

Sabrás

mi

historia,

y

muerte

de

dos

vidas:

Que

no

lloro

prisión

ni

siento

heridas.

NARV.

Soldados,

vayan

todos

adelante.

NUÑO.

¿Quedaré

yo?

NARV.

Camina

el

primero.

ABIND.

¡Que

la

fortuna

en

tiempo

semejante

Me

trajo

a

verte,

ilustre

caballero!

Pero,

porque

te

dolor

y

espante,

Mi

historia

triste

referirte

quiero;

Que

por

ventura,

porque

más

te

obligue,

Sabrás

qué

es

amor.[60]

NARV.

Di.

ABIND.

Escucha.

NARV.

Prosigue.

ABIND.

Famoso

Alcaide

de

Alora,[61]

Invicto

y

fuerte

Narváez,

A

quien

por

tantas

hazañas

Pudieran

llamar

el

grande:

Sabrás,

capitán,

que

a

Me

llaman

Abindarráez,

A

diferencia

del

viejo,[62]

Que

era

hermano

de

mi

padre.

Nací

desdichado

al

mundo

De

la

casta

abencerraje,

Y

por

que

sepas

la

suya,[63]

Escucha,

ansí

Dios

te

guarde:

Hubo

en

Granada

otro

tiempo

Este

famoso

linaje,

En

la

paz

gallardo

y

sabio,

Y

en

las

armas

arrogante.

Del

Consejo

eran

del

Rey

Los

ya

viejos

venerables,

Los

mozos

seguían

la

Corte,

O

en

la

guerra,

capitanes.

Amábalos

todo

el

pueblo

Y

aun

los

moros

principales,

Y

más

el

Rey

sobre

todos,

Con

honras

y

oficios

graves.

No

hicieron

cosa

jamás

Que

su

valor

no

mostrase,

Siendo

en

todo

tan

gentiles,

Valientes

y

liberales,

Que

en

Granada

se

decía

Que

no

había

abencerraje

De

mala

disposición,

Necio,

escaso

ni

cobarde.

Eran

maestros

de

todo,

Inventores

de

los

trajes,

De

las

galas,

de

los

motes,

Y

de

otras

ilustres

partes.

No

sirvió

dama

ninguno

Que

su

favor

no

alcanzase,

Ni

dama

llamarse

pudo

Sin

galán

abencerraje.

Pero

la

envidia

y

fortuna,

Una

vil

y

otra

mudable,

Los

derribaron