quien
al
honor
acude.
Sale
ARDINO,
moro.
ARDIN.
Con
un
pequeño
presente
Alara
salud
te
envía
Y
esta
carta.
NARV.
Gallardía,
Moro
amigo,
conveniente
A
su
extremada
hidalguía.
¿Cómo
queda?
ARDIN.
Algo
indispuesta,
Aunque
para
que
compuesta
Viniese
esta
caja,
ayer
Se
levantó.
NARV.
Quiero
leer
Para
darte
la
respuesta.
Lee
la
carta.
"Ya
que
no
me
quieres
bien,
No
es
de
pecho
principal
Sufrir
que
me
traten
mal;
Pues
siendo
tu
amor
desdén,
Me
han
dado
castigo
igual.
De
ti
maltratada
he
sido
Con
el
desdén
recebido;
De
mi
marido,
de
celos,
Porque
me
han
dado
los
cielos
Mal
galán
y
peor
marido.
Y
pues
que
por
ti
me
dan,
No
admitiendo
tu
consejo,
Vida
que
de
vivir
dejo;
Ya
que
no
como
a
galán,
Como
a
mi
padre
me
quejo.
Esas
camisas
labradas
Te
envio,
mal
acabadas
Por
hacellas
con
secreto;
Que
llevan,
yo
te
prometo,
Más
lágrimas
que
puntadas.
La
sangre
que
lleva
una,
No
la
laves,
que
por
ti
Me
la
sacaron
a
mí;
Porque
no
hay
hora
ninguna
Que
no
me
traten
ansí.
Yo
no
pido
que
tu
olvido
Deje
de
ser
el
que
ha
sido;[70]
Pero,
pues
por
ti
me
dan,
Sé
enemigo
o
sé
galán,
O
dame
mejor
marido."
¿Cómo?
¿Que
Abenabo
Arráez
Así
cumplió
el
juramento?
Que
me
haya
engañado
siento,
Mas
por
vida
de
Narváez
Que
no
se
la
lleve
el
viento.[71]
Moro
infame,
¿no
sabías
Que
mi
propia
vida
herías,
Que
está
en
aquel
pecho
honesto?
NUÑO.
Tú
tienes
la
culpa
desto,
Por
hacer
alejandrías.
Deja
esas
francas
divisas;
Que
si
gozaras
de
Alara,
El
moro
no
la
llevara
Donde
te
enviara
camisas
Con
la
sangre
de
su
cara.—
¿Que
en
aquel
rostro
has
sufrido
Hacer
un
corto
rasguño
Con
el
palo
o
con
el
puño?
ARDIN.[72]
¿Qué
he
de
hacer,
si
es
su
marido?
NUÑO.
Perro,
aguarda.
NARV.
Escucha,
Nuño.
NUÑO.
No
hay
escuchar.
¡Vive
Dios,
Que
hemos
de
reñir
los
dos
Y
que
le
he
de
dar
mil
palos!
NARV.
Aguárdate.
NUÑO.
¡Qué
regalos!
ARDIN.
Señor,
remediadlo
vos
Con
poner
miedo
a
mi
amo,
Que
os
tiene
miedo
y
respeto.
NARV.
Remediarlo
te
prometo
Por
lo
que
la
quiero
y
amo,
Y
por
quien
soy,
en
efeto.
ARDIN.
Vos,
¿tenéisla
algún
amor?
NARV.
Grande;
pero
por
su
honor
Y
hacer
a
Arráez
amistad
Enfreno
la
voluntad
Y
doy
la
rienda
al
valor.
ARDIN.
Pues,
señor,
sabed
que
tiene
Concertado
de
matalla.
NARV.
¡Matalla!
Ni
osar
miralla.
ARDIN.
Creedme
que
lo
previene.
NARV.
Y
¿podré
yo
remedialla?
ARDIN.
Podrás,
viniendo
conmigo
Esta
noche
de
secreto.
NARV.
Pues
ármate,
Nuño
amigo,
Que
esta
noche
te
prometo
Al
moro
infame
castigo.
¡Camisa,
y
ensangrentada!
¡Vive
Dios
que,
ésta
vestida,[73]
No
se
mude
ni
otra
pida
Hasta
que
con
esta
espada
Quite
al
perjuro
la
vida!
NUÑO.
Yo,
aunque
poco
las
refresco
Por
el
trato
soldadesco,
Esta
es
bien
que
le
consagre,
Aunque
la
cueza
en
vinagre[74]
Como
herreruelo
tudesco.
Vamos
donde
está
ese
galgo.
Pero
escucha
aparte.
NARV.
Di.
NUÑO.
¿Habemos
de
ir
cierto?
NARV.
Sí.
NUÑO.
Pues
disfrázate
con
algo,
O
vamos
como
yo
fuí;
Que
aunque
eres
tan
animoso,
Podrá
el
perro
malicioso
Venderte
a
los
de
Coín.
NARV.
Para
mí
no
hay,
Nuño,
en
fin,
Peligro
dificultoso.
Yo
he
de
ir
a
Coín.
Vos,
Páez,
Tened
a
punto
la
gente
Por
si
fuere
conveniente.
ARDIN.
Seguro
estás,
gran
Narváez.
NUÑO.
No
lo
está
mucho,
pariente.
Y
ansí,
vuelvo
a
aconsejarte.
Oye,
por
tu
vida,
aparte.
ALVAR.
Que
mal
hace
el
capitán.
PÁEZ.
Tales
combates
le
dan
Ira,
gusto,
amor
y
Marte.
NARV.
A
cuanto
venga
me
obligo.
NUÑO.
Pues,
señor,
seguirte
quiero.
NARV.
Darte
mi
ventura
espero.
Nuño,
César
va
contigo,[75]
Como
él
lo
dijo
al
barquero.
Entra,
moro,
a
descansar.
Tú,
Nuño,
empiézate
a
armar.
NUÑO.
Lo
que
llevé.
NARV.
¿Cómo
ansí?
NUÑO.
Un
jaco.[76]
NARV.
Dame
otro
a
mí
Y
hazme
el
overo
ensillar.
[ Vanse. ]
Salen JARIFA y ABINDARRÁEZ; CELINDO, BAJAMED,ZARO, músicos.
JARIFA.
Toda
la
casa
se
huelga
De
mi
bien
y
tu
contento
Porque
de
sólo
tu
aliento
Saben
que
mi
vida
cuelga.
No
te
escondas
de
ninguno.
Llegad,
besadle
los
pies.
BAJAM.
Quien
señor
de
todo
es,
¿Por
qué
se
teme
de
alguno?
Con
nosotros
te
has
criado,
Bencerraje;
¿qué
has
temido?
¿O
acaso
estás
encogido,
Como
recién
desposado?
ZARO.
Aunque
el
Alcaide
tenemos
Por
legítimo
señor,
De
tu
crianza
el
amor
Y
obligación
conocemos.
Quien
te
tuvo
por
su
hermano,
No
será
dificultoso
Que
te
tenga
por
su
esposo.
JARIFA.
Da,
esposo,
a
todos
la
mano.
ABIND.
Los
brazos
les
daré.
Aquí
Podréis
estar
a
placer,
Viendo
esta
fuente
correr.
JARIFA.
En
otra
te
di
yo
un
sí,
En
otra
dueño
te
hice
Deste
bien
que
hoy
se
confirma;
Aquí
se
rompió
la
firma
Y
la
deuda
satisfice.
Viendo
estas
rosas
y
flores,
Estos
árboles
y
fuentes,
Tengo,
Abindarráez,
presentes
Nuestros
pasados
amores.
Parece
que
aquí
te
veo
Enamorado
y
turbado,
En
mis
respetos
helado
Y
abrasado
en
tu
deseo;
Y
salir
llenas
de
amor,
Del
alma
tierna
encendida,
Cada
palabra
vestida
De
diferente
color.
¿Es
posible
que
te
ven
Mis
brazos
cerca
de
sí?
¿Que
puedo
llegarte
a
mí
Y
regalarte
también?
Amor
mío,
no
me
olvides,
Que
harás
la
cosa
más
fiera
Que
en
hombre
humano
cupiera,
Si
tu
ser
al
suyo
mides;
Que
no
debe
de
ser
hombre:
En
quien
tantas
gracias
hay...
ABIND.
¡Ay!
JARIFA.
¿Qué
dices,
mi
bien?
ABIND.
¡Ay!
JARIFA.
Bien
merece
de
ángel
nombre.
Celindo,
Bajamed,
Zaro,
¿No
he
sido
yo
muy
dichosa
En
ser
de
tal
hombre
esposa?
CELIND.
Que
es
muy
noble
está
muy
claro,
Y
que
fué
elección
discreta;
Pero
él
también
es
dichoso
En
ser
dueño
y
ser
esposo
De
una
mujer
tan
perfeta.
Y
puesto
que
humilde
estás,
Acá
os
juzgamos
tan
buenos,
Que
si
él
no
merece
menos,
No
hallara
en
la
tierra
más.
Sentaos,
y
canten
los
dos
Mientras
el
almuerzo
llega.
JARIFA.
O
esto
es
verdad,
o
estoy
ciega.
Más,
mi
bien,
merecéis
vos.
¿No
es
esto
verdad?
ABIND.
¡Ay,