Domesticar la Incertidumbre en América Latina: Mercado Laboral, Política Social y Familias by Juliana Martinez Franzoni - HTML preview

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5. impliCaCiones

La propuesta teórico-metodológica presentada en este capítulo trasciende la política pública porque permite aprehenderla simultáneamente junto a las dinámicas de los mercados laborales y de las familias.

Lo hace además posible para el conjunto de la región.

Tanto el enfoque como el número de los casos a los que este se aplica constituyen una innovación con respecto a los estudios previos.

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Domesticar la incertidumbre en América Latina Claro está que lidiamos con las limitaciones impuestas por los datos disponibles. Por eso, tanto la línea de investigación como los resultados que esta arroja, al mirar la región en su conjunto, ofrece datos que son a la vez reveladores y provisorios. Tenemos mucho camino que andar en cuanto a la calidad de los datos, que permitan de manera efectiva aprehender las distintas lógicas de la asignación de los recursos. Las limitaciones no son aleatorias entre las prácticas de la asignación de los recursos sino que se concentran en el papel del trabajo no remunerado en la producción del bienestar, concretamente en el ámbito doméstico.

Aún así, es preferible hacer el esfuerzo por considerar el trabajo no remunerado. Aunque el análisis presentado no sea óptimo, sí es más sensible a la combinación de la estratificación socioeconómica y del género que los estudios previamente realizados sobre regímenes de bienestar en la región. Además, solo incorporando el ámbito doméstico en el análisis es posible poner claramente en evidencia la misma necesidad de mejorar las estadísticas disponibles.

También sería deseable aprehender las relaciones comunitarias que operan como extensiones del ámbito doméstico (cuando se trata de trabajo no remunerado) y de la asignación colectiva de los recursos (como se reflejan en la recolección de los recursos para generar los bienes y servicios comunes como la construcción de una escuela o la contratación de maestras). Cuanto más débil es la redistribución que hace el Estado, más relevante es contabilizar estas otras prácticas que son también maneras de redistribuir los recursos.

Dado que nos interesa mirar de manera comparativa 18 países latinoamericanos, el reto de mejorar las estadísticas disponibles, difícilmente será resuelto en el corto plazo. Mientras tanto, habría al menos dos líneas de trabajo. La primera, y a partir del ambicioso “barrido”

de las estadísticas disponibles que hicimos en este capí-

tulo, los futuros estudios podrían encontrar maneras de mejorar la utilización de aproximaciones empíricas a las Segunda parte • Hallazgos

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distintas dimensiones y subdimensiones de las prácticas de asignación de los recursos. La segunda tarea sería promover que las actuales mediciones del uso del tiempo vayan dando lugar a estratégicos indicadores estandarizados, aunque estos sean pocos. Al igual que en todos los países contamos con los datos relativos a los ingresos y a la inversión social por habitante, sería muy útil conocer las horas por habitante destinadas al trabajo remunerado, para mencionar solo un ejemplo.

Trascendiendo los aspectos teórico-metodológicos, los hallazgos presentados en este capítulo fundamentan que los actuales regímenes de bienestar latinoamericanos comparten un importante rasgo común: son en gran medida informales. Esta informalidad no está dada por los aspectos referidos solamente a los mercados laborales. Por el contrario, se alude al desdibujo existente entre las lógicas de asignación de los recursos que las modernas sociedades de mercado deberían, teóricamente, diferenciar claramente: los mercados laborales, las familias y la política pública. A la luz de los mercados laborales ineficientes y de las políticas públicas débiles o inexistentes en materia de redistribución de los recursos, en nuestra región, los arreglos familiares amplían su ámbito de acción y promueven mayores grados de indistinción entre las prácticas de la producción del bienestar.

Al mismo tiempo, los tres regímenes de bienestar identificados varían considerablemente entre sí, tanto por la importancia relativa de los arreglos familiares y comunitarios, como por las interacciones que estos tienen con los mercados laborales y con las políticas públicas. Ciertamente, en dos de los tres regímenes existe una importante generación de capacidades para el manejo de los riesgos que tiene lugar a través de las políticas públicas. En un caso, estas políticas ponen el énfasis en la productividad laboral mientras que en el otro enfatiza en la protección social, dando lugar a los regímenes estatal-productivista y estatal-proteccionista, respectivamente. Se tratan estos de variaciones de los regímenes estatales informales. Por el contrario, en el 126

Domesticar la incertidumbre en América Latina tercer régimen, en materia de asignación de los recursos, las políticas públicas son inestables y escasísimas.

Se constituye así un tercer régimen informal-familiarista caracterizado por una marcada exigencia hacia las familias. Este familiarismo es cualitativamente distinto al que existe en los países de Europa y de América del Norte. Allí el familiarismo alude a una situación más específica: se trata de países en los cuales se espera que las familias asuman las responsabilidades del cuidado casi exclusivamente. Es el caso de la Europa mediterrá-

nea donde en materia de cuido, la importancia relativa del Estado y de los mercados es escasa frente al papel de las familias. Estos países se diferencian de otros en los cuales una mayor proporción del cuidado se traslada al mercado (como en EEUU), o se traslada a programas sociales públicos (como en Suecia). En América Latina estamos ante una noción mucho más amplia de familiarización: se espera que las familias no sólo asuman la responsabilidad del cuidado, sino que además se transformen en unidades productivas y en redes de protección social, precisamente frente a la debilidad o el desvanecimiento de las fronteras entre unas y otras prácticas de asignación de los recursos.

Tanto el rasgo de informalización como la diferenciación entre los regímenes tienen importantes implicaciones para la efectividad en la práctica de asignación de los recursos sobre la cual, los países pueden tener mayor control e incidencia en las restantes prácticas: la política pública. Estas implicaciones son de dos tipos.

Por un lado, una adecuada comprensión del régimen de bienestar en el que se inserta una política dada, permitiría mejorar el diseño de la política en cuestión. Por otro lado, sería deseable que esta, además de proponerse objetivos concretos tales como el aumento de la cobertura o la mejora de la calidad de un determinado servicio, se propusiera moldear el régimen de bienestar en el que directa o indirectamente, para efectos de una mayor o menor informalidad y de un mayor o menor familiarismo, está interviniendo.

Segunda parte • Hallazgos

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En un caso, el régimen de bienestar constituye el

“ambiente” de las políticas y programas específicos que es necesario tener en cuenta. ¿Cómo? En tanto entorno que condicionará las posibilidades de alcanzar objetivos y resultados esperados. En el segundo caso el régimen de bienestar constituye, en sí mismo, lo que se quiere moldear. Permite reincorporar en el debate público nociones acerca de las arquitecturas del bienestar deseables y posibles.

En cualquiera de los dos casos, los regímenes de bienestar identificados y el marco teórico-metodológico en el que se basa la clasificación propuesta, permiten darle un lugar a los entornos en el cambio y la dirección de las políticas públicas. Si la imitación tiene lugar entre países con regímenes de bienestar distintos, esta tendrá que ser altamente selectiva y capaz de adaptar los instrumentos de política adoptados. Aunque al decirlo suene a sentido común, lo cierto es que quienes formulan y definen la política pública, frecuentemente ignoran las complejas interrelaciones entre estas herramientas y la estructura social –concretamente, la organización de las familias y de los mercados laborales–. Y cuanto mayor la especialización técnica, menos probable es que el régimen –en tanto categoría analítica de nivel meso– se considere como el entorno de programas específicos. Las transferencias econó-

micas condicionadas son un buen ejemplo: el programa “Guatemala Solidaria” trata de replicar medidas implementadas bajo el programa “Chile Solidario”, en ausencia de la organización de las familias y la oferta de servicios públicos existentes en el país “proveedor”

de lecciones de política. ¿Cuántas transformaciones y adaptaciones es preciso hacer para que un programa considerado exitoso para ciertas condiciones de mercantilización, desmercantilización y familiarización, logre serlo en otro con tan diferentes características?

Más allá de este ejemplo, en América Latina en general, los puentes entre el análisis y el diseño de políticas son débiles e insuficientes. Bajo la propuesta 128

Domesticar la incertidumbre en América Latina teórico-metodológica presentada en este capítulo, los regímenes de bienestar constituyen “filtros” capaces de facilitar la adaptación de políticas mediante la mode-lización de interrelaciones y resultados esperados. Si el análisis previo ha sido convincente en mostrar que la política social está profundamente embebida en el régimen en tanto constelaciones de prácticas de asignación de los recursos, estará contribuyendo a fortalecer esta relación.

anexo metoDológiCo