El Criterio by Padre Jaime Luciano Balmes - HTML preview

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La fuerzade las pasiones se quebranta, desde el momentoque se encuentra en oposicion con un pensamientoque se agita en la cabeza; el secreto de su victoriasuele consistir en apagar todos los contrarios áellas, y avivar los favorables. Pero tan pronto comola atencion se ha dirigido hácia otro órden de ideas,viene la comparacion, y por consiguiente cesa elexclusivismo. Entre tanto se desenvuelven otrasfuerzas intelectuales y morales no subordinadas ála pasion, y esta pierde de su primitiva energía porhaber de compartir con otras facultades la vidaque ántes desfrutara sola.

Aconseja estos medios no solo la experiencia desu buen resultado, sino tambien una razon fundada[Pg 291]en la naturaleza de nuestra organizacion. Lasfacultades intelectuales y morales nunca se ejercitansin que funcionen algunos de los órganos materiales.Ahora bien; entre los órganos corpóreosestá distribuida una cierta cantidad de fuerzas vitalesde que disfrutan alternativamente en mayoró menor proporcion, y por consiguiente con decrementoen los unos, cuando hay incremento enlos otros. De lo que resulta, que ha de producirun efecto saludable el esforzarse en poner en accionlos órganos de la inteligencia en contraposicioncon los de las pasiones, y que la energía deestas ha de menguar á medida que ejerzan susfunciones los órganos de la inteligencia.

Pero es de advertir que este fenómeno se verificarádirigiendo la atencion de la inteligencia enun sentido contrario al de las pasiones, lo que seobtiene trasladándola por un momento al órdende ideas que tendrá, cuando no esté bajo un influjoapasionado; pues que si por el contrario lainteligencia se dirige á favorecer la pasion, entóncesesta se fomenta mas y mas con el auxilio; y loque pudiese perder en energía, por decirlo así, puramenteorgánica, lo recobra en energía moral,en la mayor abundancia de recursos para alcanzarel objeto, y en esa especie de bill de indemnidadcon que se cree libre de acusaciones, cuando veque el entendimiento léjos de combatirla la apoya.

Este trabajo sobre las pasiones no es una merateoría; cualquiera puede convencerse por sí mismode que es muy practicable, y de que se sienten susbuenos efectos tan pronto como se le aplica. Esverdad que no siempre se acierta en el medio mas[Pg 292]á propósito para ahogar, templar ó dirigir la pasionlevantada; ó que aun encontrado, no se leemplea como es debido; pero la sola costumbrede buscarle basta para que el hombre esté massobre sí, no se abandone con demasiada facilidad álos primeros movimientos, y tenga en sus juiciosprácticos un criterio que falta á los que procedende otra manera.

§ XLIX.

El hombre riéndose de sí mismo.

Cuando el hombre se acostumbra á observarmucho sus pasiones, hasta llega á emplear en suinterior el ridículo contra si mismo; el ridículo,esa sal que se encuentra en el corazon y en ellabio de los mortales como uno de tantos preservativoscontra la corrupcion intelectual y moral,el ridículo, que no solo se emplea con fruto contralos demas, sino tambien contra nosotros mismos,viendo nuestros defectos por el lado que se prestaná la sátira. El hombre se dice entónces á sípropio lo que decirle pudieran los demas; asisteá la escena que se representaria, si el lance cayeraen manos de un adversario de chiste y buen humor.Que contra otro se emplea tambien en ciertomodo la sátira, cuando la empleamos contra nosotrosmismos; porqué si bien se observa, hay ennuestro interior dos hombres que disputan, queluchan, que no estan nunca en paz, y así comoel hombre inteligente, moral, previsor, empleacontra el torpe, el inmoral, el ciego, la firmezade la voluntad y el imperio de la razon, así tambien[Pg 293]á veces lo combate y le humilla con los punzantesdardos de la sátira. Sátira que puede sertanto mas graciosa y libre, cuanto carece de testigos,no hiere la reputacion, nada hace perder enla opinion de los demas, pues que no llega á serexpresada con palabras, y la sonrisa burlona quehace asomar á los labios se extingue en el momentode nacer.

Un pensamiento de esta clase ocurriendo en laagitacion causada por las pasiones, produce unefecto semejante al de una palabra juiciosa, incisivay penetrante, lanzada en medio de una asambleaturbulenta. ¡Cuántas veces se nota que unamirada expresiva cambia el estado del espíritu deuno de los circunstantes, moderando ó ahogandouna pasion enardecida! ¿Y qué ha expresado aquellamirada? nada mas que un recuerdo del decoro,una consideracion al lugar ó a las personas, unareconvencion amistosa, una delicada ironía; nadamas que una apelacion al buen sentido del mismoque era juguete de la pasion; y esto ha sido suficientepara que la pasion se amortiguase. Elefecto que otro nos produce ¿porqué no podríamosproducírnoslo nosotros mismos, si no conigualdad, al ménos con aproximacion?

§ L.

Perpetua niñez del hombre.

Poco basta para extraviar al hombre: pero tampocose necesita mucho para corregirle algunosdefectos. Es mas débil que malo, dista mucho deaquella terquedad satánica que no se aparta jamas[Pg 294]del mal una vez abrazado; por el contrario, tantoel bien como el mal los abraza y los abandona consuma facilidad. Es niño hasta la vejez; preséntaseá los demas con toda la seriedad posible; mas enel fondo se encuentra á sí propio pueril en muchascosas y se avergüenza. Se ha dicho que ningungrande hombre le parecia grande á su ayudade cámara; esto encierra mucha verdad. Y es quevisto el hombre de cerca, se descubren las pequeñecesque le rebajan. Pero mas cosas sabe él desí mismo que su ayuda de cámara, y por esto estodavía ménos grande á sus propios ojos; por estoaun en sus mejores años, necesita cubrir con unvelo la puerilidad que se abriga en su corazon.

Los niños rien y juguetean y retozan: y luegogimen y rabian y lloran, sin saber muchas vecesporqué: ¿no hace lo mismo á su modo el adulto?Los niños ceden á un impulso de su organizacion,al buen ó mal estado de su salud, á la disposicionatmosférica que los afecta agradable ó desagradablemente;en desapareciendo estas causas se cambiael estado de sus espíritus: no se acuerdan delmomento anterior, ni piensan en el venidero;solo se rigen por la impresion que actualmente experimentan.¿No hace esto mismo millares de vecesel hombre mas serio, mas grave y sesudo?

§ LI.

Mudanza de D. Nicasio en breves horas.

Don Nicasio es un varon de edad provecta, dejuicio sosegado y maduro, lleno de conocimientos,de experiencia, y que rara vez se deja llevar[Pg 295]de la impresion del momento.

Todo lo pesa en labalanza de una sana razon, y en este peso no consienteque influyan por un adarme las pasiones deningun género. Se le habla de una empresa demucha gravedad para la cual se cuenta con supráctica de mundo, y su inteligencia particular enaquella clase de negocios.

D. Nicasio está á disposiciondel proponente; no tiene ninguna dificultaden entrar de lleno en la empresa, y hasta en comprometeren ella una parte de su fortuna. Estábien seguro de no perderla; si hay obstáculos, nole dan cuidado, él sabe el modo de removerlos;si hay rivales poderosos, á D.

Nicasio no le hacenmella. Otras hazañas de mas monta ha llevadoá cabo; negocios mucho mas espinosos ha tenidoque manejar; mas poderosos rivales ha tenidoque vencer. Embebido en la idea que le halaga,se expresa con facilidad y rapidez, gesticula conviveza, su mirada es sumamente expresiva, sufisonomía juvenil, diríase que ha vuelto á susveinte y cinco abriles, si algunas canas asomandopor un lado del postizo no revelasen traidoramentelos trofeos de los años.

El negocio está concluido; faltan algunos pormenores;quedais emplazado para redondearlosen otra entrevista; ¿mañana? no señor, nada dedilaciones, no las consiente la actividad de donNicasio, es preciso acabar con todo, hoy mismo,por la tarde. D. Nicasio se ha retirado á su casa,y ni en su persona, ni en su familia, ni en ningunade sus cosas ha ocurrido ningun accidentedesagradable.

Es la hora señalada, acudís con puntualidad, y[Pg 296]os hallais en presencia del héroe de la mañana. D.Nicasio está algo descompuesto en su vestido, mercedá un calor que le ahoga. Medio tentido en elsofá, os devuelve el saludo con un esfuerzo afectuoso,pero con evidentes señales de fastidiosa lasitud.

—Vamos á ver, Sr. D. Nicasio, si quedamosconvenidos definitivamente.

—Tiempo tenemos de hablar.... contesta donNicasio, y su fisonomía se contrae con muestrasde tedio.

—Como V. me ha citado por esta tarde.....

—Sí, pero....

—Como V. guste.

—Ya se ve; pero es menester pensarlo mucho;qué sé yo!....

—Lo que es dificultades, conozco que hay; soloque viéndole á V. tan animoso esta mañana, loconfieso, todo se me hacia ya camino llano.

—Animoso sí..... y lo estoy aun..... pero sinembargo, sin embargo, conviene no llevar demasiadaprisa..... En fin ya hablaremos, añadecon expresion de quien desea que no le comprometan.

Don Nicasio es otro, expresa lo que siente; nadade la audacia, de la actividad de la mañana, nadade los proyectos tan fáciles de ejecutar; entónceslos obstáculos importaban poco, ahora son casiinsuperables; los rivales no significaban nada,ahora son invencibles. ¿Qué ha sucedido? ¿Le handado á D. Nicasio otras noticias? no ha visto ánadie. ¿Ha meditado sobre el negocio? no sehabia acordado mas de él. ¿Qué ha sucedido pues,[Pg 297]para causar tamaña revolucion en su espíritu, alterandosu modo de ver las cosas, y quebrantandotan lastimosamente sus ímpetus juveniles? Nada,la explicación del fenómeno es muy sencilla, nobusqueis grandes causas, son muy pequeñas. Enprimer lugar, ahora hace un calor atroz, lo quepor cierto dista mucho del oreo de una fresca brisacomo sucedia por la mañana; D. Nicasio está sumamenteabatido, la hora es pesada, el cielo se encapotay parece amenazar tempestad. La comidaera ademas algo indigesta; el sueño de la siesta hasido demasiado breve, y no sin alguna pesadilla.¿Se quiere mas? ¿No son estos motivos bastantepoderosos para trastornar el espíritu de un hombregrave y modificar sus opiniones? A pesar de todaslas citas, ¿quién os ha llevado á su casa bajo unaconstelacion tan infausta?

Tal es el hombre; la menor cosa le desconcierta,le hace otro. Unido su espíritu á un cuerpo sujetoá mil impresiones diferentes, que se suceden contanta rapidez y se reciben con igual facilidad quelos movimientos de la hoja de un árbol, participaen cierto modo de esa inconstancia y variedad,trasladando con harta frecuencia á los objetos lasmudanzas que solo él ha experimentado.

§ LII.

Los sentimientos por si solos, son mala regla de conducta.

Lo dicho manifiesta la imposibilidad de dirigir laconducta del hombre por solo el sentimiento; yla literatura de nuestra época, que tan poco seocupa de comunicar ideas de razón y de moral,[Pg 298]y que al parecer no se propone sino excitar sentimientos,olvida la naturaleza del hombre, y causaun mal de inmensa trascendencia.

El entregar al hombre á merced del solo sentimiento,es arrojar un navio sin piloto en medio delas olas. Esto equivale á proclamar la infalibilidadde las pasiones, á decir: "obra siempre por instinto,obedeciendo ciegamente á todos los movimientosde tu corazon;" esto equivale á despojaral hombre de su entendimiento, de su libre albedrío,á convertirle en simple instrumento de susensibilidad.

Se ha dicho que los grandes pensamientos salendel corazon; tambien pudiera añadirse que del corazonsalen grandes errores, grandes delirios,grandes extravagancias, grandes crímenes.

Delcorazon sale todo; es un arpa soberbia que despidetoda clase de sonidos, desde el horrendo estrépitode las cavernas infernales hasta la mas delicadaarmonía de las regiones celestes.

El hombre que no tiene mas guia que su corazon,es el juguete de mil inclinaciones diversas, y ámenudo contradictorias: una lijerísima pluma enmedio de una campiña donde reinan los vientos,no lleva las direcciones mas variadas é irregulares.¿Quién es capaz de contar, ni clasificar, la infinidadde sentimientos que se suceden en nuestropecho, en brevísimas horas?

¿Quién no ha reparadoen la asombrosa facilidad con que se pasa dela viva afición á un trabajo, á una repugnanciacasi insuperable? ¿Quién no ha sentido simpatíaó antipatía, á la simple presencia de una persona,sin que pueda señalarse ninguna razon de ello, y[Pg 299]sin que los hechos ofrezcan en lo sucesivo motivoalguno que justifique aquella impresión? ¿Quiénno se ha admirado repetidas veces de encontrarsetransformado en pocos instantes, pasando del brioal abatimiento, de la osadía á la timidez ó vice-versa,sin que hubiese mediado ninguna causa ostensible?¿Quién ignora las mudanzas que los sentimientossufren con la edad, con la diferencia deestado, de posicion social, de relaciones familiares,de salud, de clima, de estacion, de atmósfera?Todo cuanto afecta nuestras ideas, nuestrossentidos, nuestro cuerpo, de cualquier modo quesea, todo modifica nuestros sentimientos; y deaquí la asombrosa inconstancia que se nota en losque se abandonan á todos los impulsos de las pasiones;de aquí esa volubilidad de las organizacionesdemasiado sensibles, si no han hecho grandesesfuerzos para dominarse.

Las pasiones han sido dadas al hombre comomedios para despertarle y ponerle en movimiento,como instrumentos para servirle en sus acciones;mas no como directoras de su espíritu, no comoguias de su conducta. Se dice á veces que el corazonno engaña; ¡lamentable error! ¿qué es nuestravida sino un tejido de ilusiones con que elcorazón nos engaña? Si alguna vez acertamos, entregándonosciegamente á lo que él nos inspira,¡cuántas y cuántas nos hace extraviar! ¿Sabeisporqué se atribuye al corazon ese acierto instintivo?porque nos llama extremadamente la atencionuno de sus aciertos, cuando nos consta que sontantos sus desaciertos; porque nos causa extrañasorpresa el verle adivinar en medio de su ceguera,[Pg 300]cuando son tantas las veces que le encontramosdesatinado. Por esto recordamos su acierto excepcional,en gracia de este le perdonamos todos susyerros, y le honramos con una prevision y un tinoque no posee ni puede poseer.

El fundar la moral sobre el sentimiento, es destruirla:el arreglar su conducta á las inspiracionesdel sentimiento, es condenarse á no seguir ningunafija, y á tenerla frecuentemente muy inmoraly funesta. La tendencia de la literatura que actualmenteestá en boga en Francia, y que desgraciadamentese introduce tambien en nuestra España,es divinizar las pasiones: y las pasiones divinizadasson extravagancia, inmoralidad, corrupcion,crimen.

§ LIII.

No impresiones sensibles, sino moral y razon.

La conducta del hombre, así con respecto á lomoral como á lo útil, no debe gobernarse por impresionessino por reglas constantes; en lo moral,por las máximas de eterna verdad; en lo útil, porlos consejos de la sana razon. El hombre noes un Dios en quien todo se santifique por solohallarse en él; las impresiones que recibe, sonmodificaciones de su naturaleza que en nada alteranlas leyes eternas; una cosa justa no pierde lajusticia, por serle desagradable; una cosa injusta,por serle agradable, no se lava de la injusticia. Elenemigo implacable que hunde el puñal vengadoren las entrañas de su víctima, siente en su corazonun placer feroz, y su accion no deja de ser un crimen;la hermana de la caridad que asiste al enfermo,[Pg 301]que le alivia y consuela, sufre mas de unavez tormentos atroces, mas por esto su accion nodeja de ser heróicamente virtuosa.

Prescindiendo de lo moral, y atendiendo á loútil, es necesario tratar las cosas con arreglo á loque son, no á lo que nos afectan; la verdad no estáesencialmente en nuestras impresiones, sino enlos objetos; cuando aquellas nos ponen en desacuerdocon estos, nos extravian. El mundo realno es el mundo de los poetas y novelistas: es precisoconsiderarle y tratarle tal como es en sí; nosentimental, no fantástico, no soñador; sino positivo,práctico, prosáico.

§ LIV.

Un sentimiento bueno, la exageracion le hace malo.

La religion no sofoca los sentimientos, solo losmodera y los dirige; la prudencia no desecha elauxilio de las pasiones templadas, solo se guardade su predominio. La armonía no se ha de produciren el hombre con el simultáneo desarrollo delas pasiones, sino con su represion; el contrapesode las que se dejen funcionando no son solo lasotras pasiones, sino principalmente la razon y lamoral. La oposicion misma de las inclinacionesbuenas á las malas; deja de ser saludable, cuandoen ella no preside como señora la razon; porquelas inclinaciones buenas no son buenas sino encuanto la razon las dirige y modera: abandonadasá sí mismas, se exageran, se hacen malas.

Un valiente está encargado de un puesto peligroso:el riesgo crece por momentos; á su alrededorvan cayendo sus camaradas: los enemigos[Pg 302]se aproximan cada vez mas; apénas hay esperanzade sostenerse, y la órden para retirarse no llega.El desaliento entra por un instante en el corazondel valiente; ¿á qué morir sin ningun fruto? Eldeber de la disciplina y del honor ¿se extenderáhasta un sacrificio inútil? ¿No seria mejor abandonarel puesto, excusarse á los ojos del jefe con loimperioso de la necesidad? «No, responde su corazongeneroso; esto es cobardía que se cubre conel nombre de prudencia. ¿Qué dirian tus compañeros,qué tu jefe, qué cuantos te conocen? ¿laignominia ó la muerte? pues la muerte, sin vacilar,la muerte.»

¿Se puede culpar esa reflexion con que el bravooficial ha procurado sostenerse á sí mismo, contrala tentación de cobardía? Ese deseo del honor,ese horror á la ignominia de pasar por cobarde,¿no ha sido en él un sentimiento? sí; pero un sentimientonoble, generoso, con cuya fuerza y ascendientese ha fortalecido contra las asechanzas delmiedo, y ha cumplido su deber.

Esa pasion puesdirigida á un objeto bueno, ha producido un resultadoexcelente, que tal vez sin ella no se hubieraconseguido: en aquellos momentos críticos,terribles, en que el estruendo del cañon, la griteríadel enemigo cercano, y los ayes de los camaradasmoribundos, comenzaban á introducir elespanto en su pecho, la razon enteramente sola talvez hubiera sucumbido; pero ha llamado en suayuda á una pasion mas poderosa que el temor dela muerte: el sentimiento del honor, la vergüenzade parecer cobarde; y la razon ha triunfado, eldeber se ha cumplido.[Pg 303]

Llegada la órden de replegarse, el oficial sereune á su cuerpo, habiendo perdido en el puestofatal á casi todos sus soldados.—Ya le teníamos áV. por muerto, le dice chanceándose uno de susamigos; no se habrá V. olvidado del parapeto.—Eloficial se cree ultrajado, pide con calor una satisfaccion,y á las pocas horas el burlon imprudenteha dejado de existir. El mismo sentimientoque poco ántes impulsara á una accion heróica,acaba de causar un asesinato. El honor, la vergüenzade pasar por cobarde, habian sostenido alvaliente, hasta el punto de hacerle despreciar suvida; el honor, la vergüenza de pasar por cobarde,han teñido sus manos con la sangre de un amigoimprudente. La pasion dirigida por la razon seelevó hasta el heroismo; entregada á su ímpetuciego, se ha degradado hasta el crímen.

La emulacion es un sentimiento poderoso, excelentepreservativo contra la pereza, contra lacobardía, y contra cuantas pasiones se oponen alejercicio útil de nuestras facultades. De ella seaprovecha el maestro para estimular á los alumnos;de ella se sirve el padre de familia para refrenarlas malas inclinaciones de alguno de sus hijos;de ella se vale un capitan para obtener de sus subordinados,constancia, valor, hazañas heróicas.El deseo de adelantar, de cumplir con el deber,de llevar á cabo grandes empresas, el dolorosopesar de no haber hecho de nuestra parte todo loque podíamos y debíamos, el rubor de vernos excedidospor aquellos á quienes hubiéramos podidosuperar, son sentimientos muy justos, muy nobles,excelentes para hacernos avanzar en el camino[Pg 304]del bien. En ellos no hay nada reprensible;ellos son el manantial de muchas acciones virtuosas,de resoluciones sublimes, de hazañas sorprendentes.

Pero si ese mismo sentimiento se exagera, elnéctar aromático, dulce, confortador, se trueca enel humor mortifero que fluye de la boca de unreptil ponzoñoso, la emulacion se hace envidia.El sentimiento en el fondo es el mismo, pero seha llevado á un punto demasiado alto; el deseo deadelantar ha pasado á ser una sed abrasadora; elpesar de verse superado, es ya un rencor contrael que supera; ya no hay aquella rivalidad que sehermanaba muy bien con la amistad mas íntima,que procuraba suavizar la humillacion del vencidoprodigándole muestras de cariño, y sinceras alabanzaspor sus esfuerzos; que contenta con haberconquistado el lauro, le escondia para no lastimarel amor propio de los demas; hay sí, un verdaderodespecho, hay una rabia, no por la falta delos adelantos propios, sino por la vista de los ajenos;hay un verdadero odio al que se aventaja,hay un vivo anhelo por rebajar el mérito de susobras, hay maledicencia, hay el desden con quese encubre un furor mal comprimido, hay la sonrisasardónica, que apénas alcanza á disimular lostormentos del alma.

Nada mas conforme á razon que aquel sentimientode la propia dignidad, que se exalta santamentecuando las pasiones brutales excitan á unaaccion vergonzosa; que recuerda al hombre losagrado de sus deberes, y no le consiente deshonrarsefaltando á ellos; aquel sentimiento que le[Pg 305]inspira la actitud que le conviene tomar, segun laposicion que ocupa; aquel sentimiento que llenade majestad el semblante y modales del monarca,que da al rostro y maneras de un pontífice santagravedad y uncion augusta; que brilla en la miradade fuego de un gran capitan y en su ademanresuelto, osado, imponente; aquel sentimiento queá la dicha no le permite alegria descompuesta, nial infortunio abatimiento ignoble; que señala laoportunidad de un prudente silencio, ó sugiereuna palabra decorosa y firme; que deslinda la afabilidadde la nimia familiaridad, la franqueza delabandono, la naturalidad de los modales de unalibertad grosera; aquel sentimiento en fin que vigorizaal hombre sin endurecerle, que le suavizasin relajarle, que le hace flexible sin inconstancia,y constante sin terquedad. Pero ese mismo sentimiento,si no está moderado y dirigido por la razon,se hace orgullo; el orgullo que hincha elcorazon, enhiesta la frente, da á la fisonomía unaspecto ofensivo, y á los modales una afectacionentre irritante y ridícula; el orgullo que desvanece,que imposibilita para adelantar, que se suscita ásí propio obstáculos en la ejecucion, que inspiragrandes maldades, que provoca el aborrecimientoy el desprecio, que hace insufrible.

¡Qué sentimiento mas razonable que el deseo deadquirir ó conservar lo necesario para las atencionespropias, y de aquellas personas de cuyo cuidadoencargan el deber ó el afecto! Él previenecontra la prodigalidad, aparta de los excesos, preservade una vida licenciosa, inspira amor á la sobriedad,templanza en todos los deseos, aficion al[Pg 306]trabajo. Pero este mismo sentimiento llevado á laexageracion, impone ayunos que Dios no acepta,frio en el invierno, calor en el verano, mal cuidadode la salud, abandono en las enfermedades, mortificacon privaciones á la familia, niega todo favorá los amigos, cierra la mano para los pobres,endurece cruelmente el corazon para toda clasede infortunios, atormenta con sospechas, temores,zozobras, prolonga las vigilias, engendra el insomnio,persigue y agita con la aparicion de espectrosrobadores los breves momentos de sueño, haciendoque no pueda lograr descanso

El

rico

avaro

en

el

angosto

lecho,

Y que sudando con terror despierte.

Véase pues con cuánta verdad he dicho que losmismos sentimientos buenos la exageracion loshace malos; que el sentimiento por sí solo, es unaguia mas segura, y á menudo peligrosa. La razones quien debe dirigirle conforme á los eternos principiosde la moral; la razon es quien debe encaminarle,hasta en el terreno de la utilidad. Por estojamas el hombre se ocupa demasiado del conocimientode sí mismo; ningun esfuerzo está de maspara adquirir aquel criterio moral y acertado, quenos enseña la verdad práctica, la verdad que debepresidir á todos los actos de nuestra vida. Procederá la aventura, abandonarse ciegamente á las inspiracionesdel corazon, es exponerse á mancharsecon la inmoralidad, y á cometer una serie deyerros que acaban por acarrear terribles infortunios.[Pg 307]

§ LV.

La ciencia es muy útil á la práctica.

En todo lo concerniente á objetos sometidos áleyes necesarias, claro es que el conocimiento deestas ha de ser utilísimo, cuando no indispensable.De cuyo principio infiero que discurren muy mallos que en tratándose de ejecutar, descuidan laciencia y solo se atienen á la práctica. La ciencia,si es verdaderamente digna de este nombre, seocupa en el descubrimiento de las leyes que rigenla naturaleza; y así su ayuda ha de ser de la mayorimportancia. Tenemos de esta verdad unairrefragable prueba en lo que ha sucedido en Europade tres siglos á esta parte. Desde que se hancultivado las matemáticas y las ciencias naturales,el progreso de las artes ha sido asombroso.

En elsiglo actual se estan haciendo continuamente ingeniososdescubrimientos; y ¿qué son estos, sinootras tantas aplicaciones de la ciencia?

La rutina que desdeña á la ciencia, muestra consemejante desden un orgullo necio, hijo de laignorancia. El hombre se distingue de los brutosanimales por la razon con que le ha dotado el Autorde la naturaleza; y no querer emplear las lucesdel entendimiento para la direccion de las operaciones,aun las mas sencillas, es mostrarse ingratoá la bondad del Criador. ¿Para qué se nos ha dadoesa antorcha sino para aprovecharnos de ella encuanto sea posible? Y si á ella se deben tan grandesconcepciones cientificas, ¿porqué no la hemosde consultar para que nos suministre reglasque nos guien en la práctica?[Pg 308]

Véase el atraso en que se encuentra la Españaen cuanto á desarrollo material, merced al descuidocon que han sido miradas durante largotiempo las ciencias naturales y exactas; comparémonoscon las naciones que no han caido en esteerror, y nos será fácil palpar la diferencia. Verdades que hay en las ciencias una parte meramenteespeculativa, y que difícilmente puede conducir áresultados prácticos; sin embargo es preciso noolvidar, que aun esta parte al parecer inútil, ycomo si dijéramos de mero lujo, se liga muchasveces con otras que tienen inmediata relacion conlas artes. Por manera que su inutilidad es soloaparente, pues andando el tiempo se descubrenconsecuencias en que no se habia reparado. Lahistoria de las ciencias naturales y exactas nosofrece abundantes pruebas de esta verdad, ¿Quécosa mas puramente especulativa y al parecer masestéril, que las fracciones continuas? y no obstanteellas sirvieron á Huigens para determinarlas dimensiones de las ruedas dentadas en la construccionde su autómata planetario.

La práctica sin la teoría permanece estacionaria,ó no adelanta sino con muchísima lentitud; peroá su vez, la teoría sin la práctica fuera tambien infructuosa.La teoría no progresa ni se solida sin laobservacion, y la observacion estriba en la práctica.¿Que seria la ciencia agrícola sin la experienciadel labrador?

Los que se destinen á la profesion de un artedeben, si es posible, estar preparados con losprincipios de la ciencia en que aquella se funda. Loscarpinteros, albañiles, maquinistas, saldrian sin[Pg 309]duda mas hábiles maestros si poseyesen los elementosde geometría y de mecánica; y los barnizadores,tintoreros y de otros oficios no andariantan á tientas en sus operaciones, si no careciesende las luces de la química. Si una gran parte deltiempo que se pierde miserablemente en la escuelay en casa, ocupándose en estudios inconducentes,se emplease en adquirir los conocimientos preparatorios,acomodados á la carrera que se quiereemprender, los individuos, las familias y la sociedadreportarian por cierto mayor fruto de sus tareasy dispendios.

Bueno es que un jóven sea literato; pero ¿dequé le servirá un brillante trozo de Walter Scott,ó de Víctor Hugo, cuando colocado al frente de unestablecimiento sea preciso conocer los defectosde una máquina