Electra by Benito Pérez Galdós - HTML preview

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BALBINA. Descuide la señora. ( Vase Balbina. ) ESCENA II

Los mismos; MÁXIMO por el foro, presuroso, con planos y papeles.

MÁXIMO. ¿Estorbo?

EVARISTA. No, hijo. Pasa.

MÁXIMO. Dos minutos, tía.

DON URBANO. ¿Vienes de Fomento?[38]

MÁXIMO. Vengo de conferenciar con los bilbaínos. Hoy es para mí un díade prueba. Trabajo excesivo, diligencias mil, y por añadidura la casarevuelta.

EVARISTA. ¿Pero qué te pasa? Me ha dicho Balbina que ayer despediste atus criadas.

MÁXIMO. Me servían detestablemente, me robaban... Estoy solo con elordenanza y la niñera.

EVARISTA. Vente a comer aquí.

MÁXIMO. ¿Y dejo a los chicos allá? Si les traigo, molestan a usted y letrastornan toda la casa.

EVARISTA. No me los traigas, no. Adoro a las criaturas; pero a mi ladono las quiero. Todo me lo revuelven, todo me lo ensucian. El alboroto desus pataditas, de sus risotadas, de sus berrinches, me enloquece. Luego,el temor de que se caigan, de que les arañen los gatos, de que se mojen,de que se descalabren.

MÁXIMO. Yo prefiero que me mande usted una cocinera...

EVARISTA. Irá la Enriquetilla. Encárgate, Urbano; no se nos olvide.

MÁXIMO. Bueno. ( Disponiéndose a partir. )[42]

EVARISTA. Aguarda. Según parece, tus asuntos marchan. Ya sabes lo que tehe dicho: si el Mágico prodigioso[39] necesita más capital para laimplantación de sus inventos, no tiene más que decírnoslo...

MÁXIMO. Gracias, tía. Tengo a mi disposición cuanto dinero puedanecesitar...

DON URBANO. Dentro de pocos años el Mágico será más rico que nosotros.

MÁXIMO. Bien podría suceder.

DON URBANO. Fruto de su inteligencia privilegiada...

MÁXIMO ( con modestia). No: de la perseverancia, de la paciencialaboriosa...

EVARISTA. ¡Ay, no me digas! Trabajas brutalmente.

MÁXIMO. Lo necesario, tía, por obligación, y un poco más por goce, porrecreo, por entusiasmo científico.

DON URBANO. Es ya una monomanía, una borrachera.

EVARISTA ( con tonillo sermonario). ¡Ah! No: es la ambición, la malditaambición, que a tantos trastorna y acaba por perderlos.

MÁXIMO. Ambición muy legítima, tía. Fíjese usted en que...

EVARISTA ( quitándole la palabra de la boca). El afán, la sed deriquezas para saciar con ellas el apetito de goces. Gozar, gozar, gozar:esto queréis y por esto vivís en continuo ajetreo, comprometiendo en lalucha vuestra naturaleza: estómago, cerebro, corazón. No pensáis en labrevedad de la vida, ni en la vanidad de los afanes por cosa temporal;no acabáis de convenceros de que todo se queda aquí.

MÁXIMO ( con gracia, impaciente por retirarse). Todo se queda aquí,menos yo, que me voy ahora mismo.

JOSÉ ( anunciando). El señor Marqués de Ronda.[43]

MÁXIMO ( deteniéndose). ¡Ah! Pues no me voy sin saludarle.

EVARISTA ( recogiendo papeles). No quiere Dios que trabajemos hoy.

DON URBANO. Me figuro a qué viene.

EVARISTA. Que pase, José, que pase. ( Vase José. ) MÁXIMO. Viene a invitar a ustedes para la inauguración del nuevoBeaterio de La Esclavitud,[40] fundado por Virginia.

Anoche me lodijo.

EVARISTA. ¡Ah! sí... ¿Pero es hoy?...

ESCENA III

EVARISTA, DON URBANO, MÁXIMO, EL MARQUÉS.

MARQUÉS ( saludando con rendimiento). Ilustre amiga...

Urbano. ( AMáximo. ) ¿Qué tal? No creía yo encontrar aquí al mágico...

MÁXIMO. El mágico saluda a usted y desaparece.

MARQUÉS. Un momento, amigo. ( Reteniéndole. )

EVARISTA. Pues sí, Marqués: iremos.

MARQUÉS. ¿Ya sabía usted...?

DON URBANO. ¿A qué hora?

MARQUÉS. A las cinco en punto. ( A Máximo. ) A usted no le invito: ya séque no le sobra tiempo para la vida social.

MÁXIMO. Así es, por desgracia. Hoy no le espero a usted.

MARQUÉS. ¿Cómo, si estamos de fiesta religiosa y mundana?

Pero estanoche no se libra usted de mí.

EVARISTA ( ligeramente burlona). Ya hemos notado...[44]

celebrándolo, quéduda tiene... la frecuencia de las visitas del señor Marqués a lostalleres del gran nigromántico.

MÁXIMO. El Marqués me honra con su amistad y con el interés que pone enmis estudios.

MARQUÉS. Me ha entrado súbitamente el delirio por la maquinaria y porlos fenómenos eléctricos... Chifladuras de la ancianidad.

DON URBANO ( a Máximo). Vaya, que sacarás un buen discípulo.

EVARISTA. Sabe Dios... ( maliciosa) sabe Dios quién será el maestro yquién el alumno.

MARQUÉS. A propósito del maestro: siento que por estar presente, me veayo privado de decir de él todas las perrerías que se me ocurren.

EVARISTA. Vete, Máximo; vete para que podamos hablar mal de ti.

MÁXIMO. Me voy. Despáchense a su gusto las malas lenguas.

( AlMarqués. ) Abur, siempre suyo. ( A Evarista. ) Adiós, tía.

EVARISTA. Anda con Dios, hijo.

MARQUÉS ( a Máximo, que sale). Hasta la noche... si me dejan.

( AEvarista. ) ¡Hombre extraordinario! De fama le admiré; tratándole ahoray apreciando por mí mismo sus altas prendas, sostengo que no ha nacidoquien pueda igualársele.

EVARISTA. En el terreno científico.

MARQUÉS. Y en todos los terrenos, señora. ¿Pues qué...?

EVARISTA. Cierto que como inteligencia...

MARQUÉS ( con entusiasmo). Y como corazón. ¿Pues quién hay más noble,más sincero...?

EVARISTA ( no queriendo empeñarse en una discusión delicada).

Bueno,Marqués,

bueno...

( Variando

de[45]

conversación. ) ¿Con que... decíausted... que hemos de estar allí a las cinco?

MARQUÉS. En punto. Cuento con ustedes y con Electra.

EVARISTA. No sé si debemos llevarla...

MARQUÉS. ¡Oh! Traigo el encargo especialísimo de gestionar la presenciade la niña en esta solemnidad. Y ya me di tono de buen diplomáticoasegurando que lo conseguiría. Virginia desea conocerla.

DON URBANO. En ese caso...

MARQUÉS. ¿Me prometen ustedes no dejarme mal?

EVARISTA. ¡Oh! Cuente usted con Electra.

MARQUÉS. Tendremos mucha y buena gente. ( Se levanta para retirarse. )

DON URBANO. El acto resultará brillantísimo.

MARQUÉS. Hasta luego, pues. Yo tengo que venir a casa de Otumba. Pasarépor aquí. ( Óyese la voz de Electra por la izquierda con alegre charla yrisa. Detiénese el Marqués al oírla. )

ESCENA IV

Los mismos; ELECTRA.

ELECTRA ( dentro). Ja, ja... Rica, otro beso... Tonta tú, tonta yo;pero ya nos entendemos. ( Aparece por la izquierda con una preciosamuñeca grande, a la que besa y zarandea. Detiénese como avergonzada. )

EVARISTA. Niña, ¿qué haces?

MARQUÉS. No la riña usted.

ELECTRA. Mademoiselle Lulú y yo pasamos el rato contándonos cositas.

DON URBANO ( al Marqués). Hoy está desatinada.

ELECTRA ( alejándose, habla con la muñeca sigilosamente. Los demás laobservan). Lulú, ¡qué linda eres![46]

Pero él es más bonito. ¡Qué feliz será mi amor contigo, y yo con losdos!

MARQUÉS. ¿Sigue tan juguetona, tan...?

EVARISTA. Desde ayer notamos en ella una tristeza que nos pone encuidado.

MARQUÉS. Tristeza, idealidad...

EVARISTA. Y ahora, ya ve usted...

MARQUÉS ( cariñoso, acudiendo a ella). Electra, niña preciosa...

ELECTRA ( aproximando la cara de la muñeca a la del Marqués). Vaya, Mademoiselle, no seas huraña: da un besito a este caballero. ( Antesque el Marqués bese a la muñeca, Electra le da un ligero coscorrón conla cabeza de la misma. ) MARQUÉS. ¡Ah, pícara! Me pega. ( Acariciando la barbilla de Electra. )Lulú no se enfadará si digo que su amiguita me gusta más.

EVARISTA. Una y otra tienen el mismo seso.

DON URBANO. ¿Y qué hablas con tu muñeca?

ELECTRA. A ratos le cuento mis penas.

EVARISTA. ¡Penas tú!

ELECTRA. Sí, penas yo. Y cuando nos ve usted tan calladitas, es quepensamos en cosas pasadas...

MARQUÉS. Le interesa lo pasado. Señal de reflexión.

EVARISTA. ¿Pero qué dices? ¿Cosas pasadas?

ELECTRA. Del tiempo en que nací. ( Con gravedad. ) El día en que yo vineal mundo fue un día muy triste, ¿verdad? ¿Alguno de ustedes se acuerda?

EVARISTA. ¡Pero cuánto disparatas, hija! ¿No te avergüenzas de que elseñor Marqués te vea tan destornillada...?

ELECTRA. Crea usted que los tontos más tontos, y los niños más niños, nohacen sus simplezas sin alguna razón.[47]

MARQUÉS. Muy bien.

EVARISTA. ¿Y qué razón hay de este juego impropio de tu edad?

ELECTRA ( mirando al Marqués que sonríe a su lado). Ahora no puedodecirlo.

MARQUÉS. Eso es decir que me vaya.

EVARISTA. ¡Niña!

MARQUÉS. Si ya me iba. Siento que mis ocupaciones no me dejen tiempopara recrearme en los donaires de esta criatura.

Adiós, Electra; vuelvoa las cinco para llevármela a usted.

ELECTRA. ¡A mí!

DON URBANO. Sí, hija: vamos a la inauguración de Las Esclavas.[41]

ELECTRA. ¿Yo también?

EVARISTA. Ya puedes irte arreglando.

ELECTRA ( asustada). Habrá mucha gente. ¡Ay! la gente me causa miedo.Me gusta la soledad.

MARQUÉS. ¡Si estaremos como en familia...! Vaya, no me detengo más.

EVARISTA. Hasta luego, Marqués.

MARQUÉS ( a Electra). A las cinco, niña; y que aprendamos lapuntualidad. ( Se va por el fondo con Don Urbano. ) ESCENA V

EVARISTA, ELECTRA.

EVARISTA. Explícame ahora por qué estás tan juguetona y tan dislocada.

ELECTRA. Verá usted, tía: yo tengo una duda, ¿cómo diré? un problema...[48]

EVARISTA. ¡Problemas tú!

ELECTRA. Eso; en plural: problemas... porque no es uno solo.

EVARISTA. ¡Anda con Dios!

ELECTRA. Y trato de que me los resuelva, con una o con pocas palabras...

EVARISTA. ¿Quién?

ELECTRA ( suspirando). Una persona que no está en este mundo.

EVARISTA. ¡Niña!

ELECTRA. Mi madre... No se asombre usted... Mi madre puede decirme... yluego aconsejarme... ¿No cree usted que las personas que están en elotro mundo pueden venir al nuestro? ( Gesto de incredulidad deEvarista. ) ¿Usted no lo cree? Yo sí. Lo creo porque lo he visto. Yo hevisto a mi madre.

EVARISTA. ¡Virgen del Carmen,[42] cómo está esa pobre cabeza!

ELECTRA. Cuando yo era una chiquilla de este tamaño...

EVARISTA. ¿En las Ursulinas de Bayona?[43]

ELECTRA. Sí... mi madre se me aparecía.

EVARISTA. En sueños, naturalmente.

ELECTRA. No, no: estando yo tan despierta como estoy ahora.

( Deja lamuñeca sobre una silla. )

EVARISTA. Electra, mira lo que dices...

ELECTRA. Cuando estaba yo muy triste, muy solita o enferma; cuandoalguien me lastimaba dándome a entender mi desairada situación en elmundo, venía mi madre a consolarme. Primero la veía borrosa,desvanecida,[49] confundiéndose con los objetos lejanos, con los próximos.Avanzaba como una claridad...

temblando... así... Luego no temblaba,tía... era una forma quieta, quieta, una imagen triste; era mi madre: nopodía yo dudarlo. Al principio la veía vestida de gran señora,elegantísima. Llegó un día en que la vi con el traje monjil. Su rostroentre las tocas blancas; su cuerpo, cubierto de las estameñas obscuras,tenían una majestad, una belleza que no puede imaginar quien no lavio...

EVARISTA. ¡Pobre niña, no delires!...

ELECTRA. Al llegar cerca de mí, alargaba sus brazos como si quisieracogerme. Me hablaba con una voz muy dulce, lejana, escondida... no sécomo explicarlo. Yo le preguntaba cosas, y ella me respondía... ( Mayorincredulidad de Evarista.) ¿Pero usted no lo cree?

EVARISTA. Sigue, hija, sigue.

ELECTRA. En las Ursulinas[44] tenía yo una muñeca preciosa a quienllamaba también Lulú; y mire usted que misterio, tía: siempre que andabayo por la huerta, al caer la tarde, solita, con mi muñeca en brazos, tanmelancólica yo como ella, mirando mucho al cielo, era segura, infalible,la visión de mi madre...

primero entre los árboles, como figura queformaban los grupitos de hojas; después... dibujándose con claridad yavanzando hacia mí por entre los troncos obscuros...

EVARISTA. ¿Y ya mayorcita, cuando vivías en Hendaya.. .[45]

también...?

ELECTRA. Los primeros años nada más. Jugaba yo entonces con muñecasvivas: los pequeñuelos de mi prima Rosaura, niño y niña, que no seseparaban de mí: me adoraban, y yo a ellos. De noche, en la soledad demi alcoba, los niños dormiditos, aquí ellos... yo aquí.[50]

( Señala el sitio de las dos camas. ) Por entre las dos camas pasaba mimadre, y llegándose a mí...

EVARISTA. ¡Oh! no sigas, por Dios. Me da miedo... Pero esas visiones,hija, se concluyeron cuando fuiste entrando[46] en edad...

ELECTRA. Cuando dejé de tener a mi lado muñecas y niños.

Por eso quieroyo volverme ahora chiquilla, y me empeño en retroceder a la edad de lainocencia, con la esperanza de que siendo lo que entonces era, vuelva mimadre a mí, y hablemos, y me responda a lo que deseo preguntarle... y medé consejo...

EVARISTA. ¿Y qué dudas tienes tú para...

ELECTRA ( mirando al suelo). Dudas... cosas que una no sabe y quieresaber...

EVARISTA. ¡Qué tontería! ¿Y qué asunto tan grave es ese sobre el cualnecesitas consulta, consejo...?

ELECTRA. ¡Ah! una cosa... ( Vacila: casi está a punto de decirlo. )

EVARISTA. ¿Qué? dímelo.

ELECTRA. Una cosa... ( Con timidez infantil, manoseando la muñeca y sinatreverse a declarar su secreto. ) Una cosa...

EVARISTA ( severa y afectuosa). Ea, ya es intolerable tanta puerilidad.( Le quita la muñeca. ) ¡Ay! Electra, niña boba y discreta, eres unprodigio de inteligencia y gracia, cuando no el modelo de la necedad; tualma se la disputan ángeles y demonios. Hay que intervenir, hija; hayque mediar en esa lucha, dando muchos palos a los demonios, sin repararen que puedan caer sobre ti y causarte algún dolor... ( La besa. ) Vaya,formalidad. Necesitas ocuparte en algo, distraer tu imaginación... Noolvides que a las cinco... Vete arreglando ya...

ELECTRA. Sí, tía.[51]

EVARISTA. Tiempo de sobra tienes: tres cuartos de hora.

ELECTRA. No faltaré.

EVARISTA. Y pocas bromas, Electra... ¡Cuidado!... ( Vase por el foro;lleva la muñeca cogida de un brazo, colgando. ) ESCENA VI

ELECTRA, PATROS.

ELECTRA ( mirando a la muñeca). ¡Pobre Lulú, cómo cuelga!

( Imitando lapostura de la muñeca, y tentándose el hombro dolorido. ) ¡Y cómo duele,ay! ( Siéntase meditabunda. ) ¡Y aquél esperándome...!

¡Qué

triste

fuela

separación!

Lloraba

echándome los brazos... yo le prometí volver.

PATROS ( asomándose cautelosa por la izquierda). Señorita, señorita...

ELECTRA. Entra.

PATROS ( avanzando con precaución). ¿Hay alguien?

ELECTRA. Estamos solas.

PATROS. No hay ocasión como ésta, señorita. Ahora o nunca.

ELECTRA. ¿Vienes de allá?

PATROS. De allá vengo... Muchos señores que dicen números... millones y cuatrollones.. .[47] Adentro, nadie.

ELECTRA ( vacilando). ¿Nos atrevemos?

PATROS. Fuera miedo.

ELECTRA. ¡Virgen del Carmen,[48] protégeme! ( Dirigiéndose a la salidaque da al jardín. Detiénese Electra asustada. ) Espera.

¿No será mejorque salgamos por el otro lado? ¿Estará mi tía asomada a la ventana delcomedor?[52]

PATROS. Podría ser. Demos la vuelta por aquí. ( Por la izquierda. )

ELECTRA. Por aquí. ¡Animo, valor y miedo! ( Salen corriendo por laizquierda. )

ESCENA VII

DON URBANO, JOSÉ, que entran por el foro a punto que salen lasmuchachas.

DON URBANO. ¿Quién sale por ahí?

JOSÉ. Es Patros, señor.

DON URBANO. Con que... Cuéntame.

JOSÉ. Ya son cinco los que hacen el oso[49] a la señorita: cinco, vistospor mí. ¡Sabe Dios los que habrá por bajo cuerda!

DON URBANO. ¿Y qué hacen? ¿Rondan la casa?

JOSÉ. Dos por la mañana, dos por la tarde, y el más chiquitín de sol asol.

DON URBANO. ¿Has observado si hay comunicación entre la ventana delcuarto de Electra y la calle, por medio de cestilla o cuerda telefónica?

JOSÉ. No he visto nada de eso. Pero yo, que los señores, pondría a laseñorita en las habitaciones de allá. ( Por la izquierda. )

DON URBANO. ¿Y alguno de esos mequetrefes suele colarse al jardín?

JOSÉ. ¡No le daría mal estacazo!

DON URBANO. Bien: continúa vigilando. ( Entra Cuesta por el foro. )[53]

ESCENA VIII

DON URBANO; CUESTA con papeles y cartas.

DON URBANO. Leonardo, gracias a Dios.

CUESTA. Ya te dije que no vendría por la mañana. ( A José dándole unacarta. ) Que certifiquen esto... Pronto. Luego llevaréis más cartas.( Vase José. )

DON URBANO ( tomando un papel que le da Cuesta). ¿Qué es esto?

CUESTA. El resguardo de las cien mil y pico... Fírmame ahora un talón desesenta y siete mil...

DON URBANO. Ya: para el envío a Roma.

CUESTA. ¿Y Evarista?

DON URBANO. Vistiéndose.

CUESTA. Ya sé que vais a la inauguración de La Esclavitud,[50]

y quelleváis a Electra.

DON URBANO. Por cierto que de esta niña no debemos esperar nada

bueno.Cada

día

nos

va

manifestando

nuevas

extravagancias, nuevas ligerezas...

CUESTA ( con viveza). Que no significan maldad.

DON URBANO. Lo son como síntoma, fíjate, como síntoma.

Por estoEvarista, que es la misma previsión, ha pensado en someterla a unrégimen sanitario en San José[51] de la Penitencia.

CUESTA. Permíteme, querido Urbano, que disienta de vuestras opiniones.Dirás tú que quien me mete a mí...

DON URBANO. Al contrario... Como buen amigo de la casa, puedes darnos tuparecer, aconsejarnos...

CUESTA. Eso de arrastrar a la vida claustral a las jovencitas que no handemostrado una vocación decidida,[54] es muy grave... Y no debéis extrañarque alguien se oponga...

DON URBANO. ¿Quién?

CUESTA. ¡Qué sé yo! Alguien. Hay en la vida de esa joven un factordesconocido... El mejor día... podrá suceder... no aseguro yo quesuceda... el mejor día, cuando vosotros tiréis de la cuerda paraencerrar a la niña contra su voluntad, saldrá una voz diciendo: «Alto,señores de Yuste, alto...»

DON URBANO. Y nosotros responderemos: «Bueno, señor incógnito factor...Ahí la tiene usted. Nos libra de una tutela enojosa, molestísima.»

CUESTA ( sintiendo gran fatiga, se sienta). Esto es un decir, Urbano,un suponer...

DON URBANO. ¿Te sientes mal? ¿Necesitas algo?

CUESTA. No... Este maldito corazón no se lleva bien con la voluntad.

DON URBANO. Descansa, hombre. Por qué no te echas un rato?...

CUESTA. ¿Pero tú sabes lo que tengo que hacer? ( Sacando papeles. ) Porde pronto, dos cartas urgentísimas, que han de salir hoy.

DON URBANO. Escríbelas aquí. ( Escogiendo un sitio en la mesa, yretirando libros y papeles. )

CUESTA. Sí... Aquí me instalo.

DON URBANO. Yo también estoy atareadísimo. Tengo mil menudencias...

CUESTA. No te ocupes de mí. ( Escribiendo. )

DON URBANO. Perdona, Leonardo. Evarista no tardará en salir.

CUESTA ( sin mirarle). Hasta luego... ( Vase Don Urbano por el foro. )[55]

ESCENA IX

CUESTA; ELECTRA, PATROS, que asoman por la puerta de la izquierda, comoreconociendo el terreno.

ELECTRA. Cuidado, Patros... Por aquí es difícil que podamos pasarlo.

PATROS ( reconociendo a Cuesta, a quien ven de espalda escribiendo).¡Don Leonardo!

ELECTRA. Chist... Lo más seguro es dejarle en tu cuarto hasta la noche.¡Vaya, que tener yo que ir a esa maldita inauguración!

CUESTA ( sintiendo las voces, se vuelve). ¡Ah! Electra...

ELECTRA. ¿Estorbamos, Don Leonardo?...

CUESTA. No, hija mía. Me hará usted el favor de esperar un poquito...hasta que yo termine esta carta. Tengo que hablar con usted...

ELECTRA. Aquí estaré, señor. ( Aparte a Patros. ) ¡Qué fastidio!( Alto. ) No veníamos más que a buscar un papel y un lápiz para quePatros apuntara... ( Coge de la mesa lápiz y papel.

Aparte a Patros. )¡Cuídamele bien, por Dios! ¡Ay, qué monísimo está durmiendo! ¡Elhociquito, y aquellas manos sucias, y aquellas uñitas tan negras, deandar escarbando la tierra...! ¡Ay, me lo comería!

PATROS. ¡Y el pelito rizado, y las patitas...!

ELECTRA ( con efusión de cariño). Me vuelvo loca. Que le cuides,Patros; mira que...

PATROS. Ahora le llevaré dos bollitos.

ELECTRA. No, no: que eso ensucia el estómago... Le llevarás unasopita...

PATROS. ¿Y cómo llevo eso?[56]

ELECTRA. Es verdad. ¡Ah! Pides para mí una taza de leche.

PATROS. Eso. Y se la doy en cuanto despierte.

ELECTRA. Aquí tienes el papel y el lápiz para que haga susgarabatitos... Es lo que más le entretiene... Luego, esta noche,aprovechando una ocasión, le traeremos a mi cuarto y dormirá conmigo.

CUESTA ( cerrando la carta). Ya he concluido.

ELECTRA. Perdone un momento, Don Leonardo. ( Aparte a Patros. ) No tesepares de él... Mucho cuidado. Si Don Leonardo no me entretiene mucho,antes de vestirme iré a darle un besito.

CUESTA. Patros...

PATROS. Señor...

CUESTA. Que lleven esta carta al correo.

PATROS. Ahora mismo. ( Vase. )

ESCENA X

CUESTA, ELECTRA.

CUESTA ( cogiéndole las manos). Mujercita juguetona, ven aquí. ¡Quédicha tan grande verte!

ELECTRA. ¿Me quiere usted mucho, Don Leonardo? ¡Si viera usted cuánto megusta que me quieran!

CUESTA. Lo que más importa, hija mía, es que tengamos