Electra by Benito Pérez Galdós - HTML preview

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MÁXIMO ( vivamente). Lo siento. ¿Por qué no le anunciaste?

¡Pero quétonto!

OPERARIO. Dijo que volvería.

MÁXIMO. Pues si vuelve, aunque esté aquí la señorita Electra, y mejoraun si está, le dejas paso franco.

OPERARIO. Bien, señor. ( Se va por el fondo. )[77]

ESCENA IV

MÁXIMO, ELECTRA.

ELECTRA ( volviendo de lo interior). Dormiditos están como unosángeles. Allá les dejo media hora más reponiendo en el sueño suscuerpecitos fatigados.

MÁXIMO. Hija, debemos mirar por nuestros cuerpecitos... o nuestroscorpachones. ¿Comemos?

ELECTRA. Cuando quieras. Todo lo tengo pronto. ( Dirígese al aparadordonde tiene la vajilla, cubiertos, mantel y servilletas, frutero. )

MÁXIMO. Eso me gusta. Todo a punto. Así se llega siempre adonde sequiere ir.

ELECTRA( extiende el mantel). De eso trato... Pero con todo mi tino nollegaré, ¡ay!

MÁXIMO. Déjame que te ayude a poner la mesa. ( Electra le va dandoplatos y cubiertos, el vino, el pan. ) Sí llegarás...

ELECTRA. ¿Lo crees tú?

MÁXIMO. Tan cierto como... como que tengo un hambre de cincuentacaballos.

ELECTRA. Me alegro. Ahora falta que te guste la comida que te han hechoestas pobres manos.

MÁXIMO. Tráela y veremos.

ELECTRA. Al instante. ( Corre al interior de la casa. ) ESCENA V

MÁXIMO, GIL.

MÁXIMO. ¡Singular caso! Cada palabra, cada gesto, cada acción de estapreciosa mujercita, en la libertad[78] de que goza, son otros tantosresplandores que arroja su alma inquieta, noblemente ambiciosa, ávida demostrarse en los afectos grandes y en las virtudes superiores. ( Conardor. ) ¡Bendita sea ella que trae la alegría, la luz, a esteescondrijo de la ciencia, triste, obscuro, y con sus gracias hace deesta aridez un paraíso!

¡Bendita ella que ha venido a sacar de suabstracción a este pobre Fausto,[56] envejecido a los treinta y cincoaños, y a decirle: «no se vive sólo de verdades...» ( Le interrumpe Gilque ha entrado poco antes; se acerca sin ser visto. )

GIL ( satisfecho mostrando el cálculo). Ya está. Creo haber obtenido lacifra exacta.

MÁXIMO ( coge el papel y lo mira vagamente sin fijarse).

¡Laexactitud!... ¿Pero crees tú que se vive sólo de verdades?...

Saturadade ellas, el alma apetece el ensueño, corre hacia él sin saber si va delo cierto a lo mentiroso, o del error a la realidad.

( Lee maquinalmentesin hacerse cargo. ) 0,318,73... Mirándolo bien, Gil, nuestrasequivocaciones en el cálculo son disculpables.

GIL. Sí, señor... se distrae uno fácilmente pensando en...

MÁXIMO. En cosas vagas, indeterminadas, risueñas, y los números seescapan, se van por los aires...

GIL. Y cualquiera los coge. Distraído yo, confundí la cifra de lapotencial con la de la resistencia... Pero ya rectifiqué. Dígame si estábien...

MÁXIMO ( lee). 0,318,73... ( Con repentina transición[79] a un gozoexpansivo. ) Y si no lo estuviera, Gil; si por refrescar tu mente conideas dulces, con imágenes sonrosadas, poéticas, te hubieras equivocado,¿qué importaba? Nuestra maestra, nuestra tirana, la exactitud, nos loperdonaría.

GIL. ¡Ah! señor, esa no perdona. Es muy severa. Nos agobia, nosesclaviza, no nos deja respirar.

MÁXIMO. Hoy no: hoy es indulgente. La maestra, de ordinario tan adusta,hoy nos sonríe con rostro placentero. ¿Ves esa cifra?

GIL ( diciéndola de memoria muy satisfecho). 0,318,73.

MÁXIMO. Pues di que los primeros poetas del mundo, Homero[57] yVirgilio,[58] Dante,[59] Lope,[60] Calderón,[61] no escribieron jamásuna estrofa tan inspirada y poética como lo es esa para mí, esospobres números... Verdad que la armonía, el encanto poético no están enellos: están en... Vete... Puedes irte a comer... Déjame, déjanos. ( Leempuja para que se vaya. ) No me conozco: yo también confundo... Lucidoestoy con esta inquietud, con esta pérdida de mi serenidad... Es ella laque...[80]

( Desde el punto conveniente de la escena mira al interior. ) Allí estála imaginación, allí el ideal, allí la divina muñeca, entre pucheros...( Vuelve al proscenio. ) ¡Oh! Electra, tú, juguetona y risueña, ¡cuánllena de vida y de esperanzas, y la ciencia qué yerta, qué solitaria,qué vacía!

ESCENA VI

MÁXIMO, ELECTRA.

ELECTRA ( entrando con una cazuela humeante). Aquí está lo bueno.

MÁXIMO. ¿A ver, a ver qué has hecho? ¡Arroz con menudillos! La traza essuperior. ( Se sienta. ) ELECTRA. Elógialo por adelantado, que está muy bien... Verás.

( Sesienta. )

MÁXIMO. Se me ha metido en mi casa un angelito cocinero...

ELECTRA. Llámame lo que quieras, Máximo; pero ángel no me llames.

MÁXIMO. Ángel de cocina... ( Ríen ambos. )

ELECTRA. Ni eso. ( Haciéndole el plato. ) Te sirvo.

MÁXIMO. No tanto.

ELECTRA. Mira que no hay más. He creído que en estos apuros, vale másuna sola cosa buena que muchas medianas.

( Empiezan a comer. )

MÁXIMO. Acertadísimo... ¿Sabes de qué me río? ¡Si ahora viniera Evaristay nos viera, comiendo, así, solos...!

ELECTRA. ¡Y cuando supiera que la comida está hecha por mí!...

MÁXIMO. Chica, ¿sabes qué este arroz está muy bien, pero muy bienhecho...?[81]

ELECTRA. En Hendaya,[62] una señora valenciana fue mi maestra: me dio unverdadero curso de arroces. Sé hacer lo menos siete clases, todasriquísimas.

MÁXIMO. Vaya, chiquilla, eres un mundo que se descubre...

ELECTRA. ¿Y quién es mi Colón?[63]

MÁXIMO. No hay Colón. Digo que eres un mundo que se descubre solo...

ELECTRA ( riendo). Pues por ser yo un mundito chiquito, que se creedigno de que lo descubran, ¡pobre de mí! determinarán hacerme monja,para preservarme de los peligros que amenazan a la inocencia.

MÁXIMO ( después de probar el vino, mira la etiqueta).

Vamos, que nohas traído mal vino.

ELECTRA. En tu magnífica bodega, que es como una biblioteca deriquísimos vinos, he escogido el mejor Burdeos,[64] y un Jerez[65]superior.

MÁXIMO. Muy bien. No es tonta la bibliotecaria.

ELECTRA. Pues sí. Ya sé lo que me espera: la soledad de un convento...

MÁXIMO. Me temo que sí. De ésta no escapas.

ELECTRA ( asustada). ¿Cómo?

MÁXIMO ( rectificándose). Digo, sí: te escapas... te salvaré yo...

ELECTRA. Me has prometido ampararme.

MÁXIMO. Sí, sí... Pues no faltaba más...

ELECTRA ( con gran interés). Y ¿qué piensas hacer?

dímelo...[82]

MÁXIMO. Ya verás... la cosa es grave...

ELECTRA. Hablas con la tía... y...¿qué más?

MÁXIMO. Pues... hablo con la tía...

ELECTRA. ¿Y qué le dices, hombre?

MÁXIMO. Hablo con el tío...

ELECTRA ( impaciente). Bueno: supongamos que has hablado ya con todoslos tíos del mundo... Después...

MÁXIMO. No te importe el procedimiento. Ten por seguro que te tomarébajo mi amparo, y una vez que te ponga en lugar honrado y seguro,procederé al examen y selección de novios.

De esto quiero hablar contigoahora mismo.

ELECTRA. ¿Me reñirás?

MÁXIMO. No: ya me has dicho que te hastía el juego de muñecos vivos, ollámense novios.

ELECTRA. Buscaba en ello la medicina de mi aburrimiento, y a cada tomame aburría más...

MÁXIMO. ¿Ninguno ha despertado en ti un sentimiento...

distinto de lasburlas?

ELECTRA. Ninguno.

MÁXIMO. ¿Todos se te han manifestado por escrito?

ELECTRA. Algunos... por el lenguaje de los ojos, que no siempre sabemosinterpretar. Por eso no los cuento.

MÁXIMO. Sí: hay que incluirlos a todos en el catálogo, lo mismo a losque tiran de pluma que a los que foguean con miraditas. Y henos aquí[66]frente al grave asunto que reclama mi opinión y mi consejo. Electra,debes casarte, y pronto.

ELECTRA ( bajando los ojos, vergonzosa). ¿Pronto?... Por Dios,

¿quéprisa tengo?

MÁXIMO. Antes hoy que mañana. Necesitas a tu lado un hombre, un marido.Tienes alma, temple, instintos y virtudes matrimoniales. Pues bien: enla caterva[83] de tus pretendientes, forzoso será que elija yo uno, elmejor, el que por sus cualidades sea digno de ti. Y el colmo de lafelicidad será que mi elección coincida con tu preferencia, porque noadelantaríamos nada, fíjate bien, si no consiguiera yo llevarte a unmatrimonio de amor.

ELECTRA. ( con suma espontaneidad). ¡Ay, sí!

MÁXIMO. A la vida tranquila, ejemplar, fecunda, de un hogar dichoso...

ELECTRA. ¡Ay, qué preciosidad! ¿Pero merezco yo eso?

MÁXIMO. Yo creo que sí... Pronto se ha de ver. ( Concluyen de comer elarroz. )

ELECTRA. ¿Quieres más?

MÁXIMO. No, hija: gracias. He comido muy bien.

ELECTRA ( poniendo el frutero en la mesa). De postre no te pongo másque fruta. Sé que te gusta mucho.

MÁXIMO ( cogiendo una hermosa manzana). Sí, porque esto es la verdad.No se ve aquí mano del hombre... más que para cogerla.

ELECTRA. Es la obra de Dios. ¡Hermosa, espléndida, sin ningún artificio!

MÁXIMO. Dios hace estas maravillas para que el hombre las coja y se lascoma... Pero no todos tienen la dicha o la suerte de pasar bajo elárbol... ( Monda una manzana. )

ELECTRA. Sí pasan, sí pasan... pero algunos van tan abstraídos mirandoal suelo, que no ven el hermoso fruto que les dice:

«Cógeme, cómeme.» Ybastaría que por un momento se apartasen de sus afanes, y alzaran losojos...

MÁXIMO ( contemplándola). Como alzar los ojos, yo... ya miro, ya...[84]

ESCENA VII

ELECTRA, MÁXIMO; MARIANO, por la izquierda.

MARIANO. Señor...

MÁXIMO. ¿Qué?

MARIANO. ¡Al rojo vivo!

ELECTRA. ¡Ah, la fusión!

MÁXIMO. Cuando esté al blanco incipiente, me avisas.

MARIANO ( a punto de marcharse). Está bien.

MÁXIMO. Oye. Que nos preparen en la fábrica la batería Bunsen.[67]Advierte que antes de dar luz necesito la dínamo grande para un ensayo.

MARIANO. Bien. ( Vase por el fondo. )

ESCENA VIII

ELECTRA, MÁXIMO; después el OPERARIO.

ELECTRA ( con tristeza). Pronto tendrás que ocuparte de la fusión, yyo...

MÁXIMO. Y tú... naturalmente, volverás a tu casa...

ELECTRA ( suspirando). ¡Ay! no quiero pensar en la que se armará cuandoyo entre...

MÁXIMO. Tú oyes, callas y esperas...

ELECTRA. ¡Esperar, esperar siempre! ( Concluyen de comer.

Electra selevanta y retira platos. ) ¡Ay! si tú no miras por esta pobre huérfana,pienso que ha de ser muy desgraciada... ¡Es mucho cuento,[68] señor!Evarista[85] y Pantoja empeñados en que yo he de ser ángel, y yo... vamos,que no me llama Dios por el camino angelical.

MÁXIMO ( que se ha levantado y parece dispuesto a proseguir sustrabajos). No temas. Confía en mí. Yo te reclamaré como protector tuyo,como maestro...

ELECTRA ( aproximándose a él suplicante). Pero no tardes. Por la saludde tus hijos, Máximo, no tardes. Oye lo que se me ocurre: ¿por qué no metomas como a uno de tus niños, y me tienes como ellos y con ellos?

MÁXIMO ( con seriedad, muy afectuoso). ¿Sabes que es una excelenteidea? Hay que pensarlo... Déjame que lo piense.

OPERARIO ( por el foro). El señor Marqués de Ronda.

ELECTRA ( asustada). ¡Oh! debo marcharme...

MÁXIMO. No, hija: si es nuestro amigo, nuestro mejor amigo...

Yaverás... ( Al Operario. ) Que pase. ( Vase el Operario.) ELECTRA. Pensará tal vez...

MÁXIMO. No pensará nada malo. ¿Has hecho café?

ELECTRA. Iba a colarlo ahora... un café riquísimo... Sé hacerlo amaravilla.

MÁXIMO. Tráelo... Convidamos al Marqués.

ELECTRA. Bueno, bueno. Pues tú lo mandas... Voy por el café.

( Vasegozosa, con paso ligero. )

ESCENA IX

MÁXIMO, el MARQUÉS, ELECTRA; al fin de la escena MARIANO.

MÁXIMO. Adelante, Marqués.

MARQUÉS. Ilustre, simpático amigo. ( Desconsolado, mirando a todoslados. ) ¿Y Electra?

MÁXIMO. En la cocina.[86]

MARQUÉS. ¡En la cocina!

MÁXIMO. Volverá al instante. Hemos comido, y ahora tomaremos café.

MARQUÉS. ¡Han comido! ( Observando la mesa. )

MÁXIMO. Un arroz delicioso, hecho por ella.

MARQUÉS. ¡Bendita sea mil veces! ( Muy desconsolado. )

¡Pero, hombre!¡No haberme convidado! Vamos, no se lo perdono a usted.

MÁXIMO. ¡Si esto ha sido una improvisación! ¿Por qué no pasó ustedantes, cuando estuvo en la fábrica...?

MARQUÉS. Es verdad... Mía es la culpa.

MÁXIMO. Tomaremos café. Y perdone, querido Marqués, que le reciba y leobsequie en esta pobreza estudiantil.

MARQUÉS. Ya lo he dicho: no acabo de comprender que usted, hombreacaudalado,

teniendo

arriba

tan

magníficas

habitaciones...

MÁXIMO. Es muy sencillo... La ciencia y el hábito del estudio merecluyen en esta madriguera. He puesto a mis hijos en los aposentosbajos para tenerlos cerca de mí, y aquí vivo, como un ermitaño.

MARQUÉS. Sin acordarse de que es rico...

MÁXIMO. Mi opulencia es la sencillez, mi lujo la sobriedad, mi reposo eltrabajo, y así he de vivir mientras esté solo.

MARQUÉS. La soledad toca a su fin. Hay que determinarse. En fin, miquerido amigo, vengo a prevenir a usted... ( Entra Electra con elcafé. ) ¡Oh, la encantadora divinidad casera!

ELECTRA ( avanza cuidadosa con la bandeja en que trae el servicio,temiendo que se le caiga alguna pieza. ) Por Dios, Marqués, no me riña.

MARQUÉS. ¡Reñir yo!

ELECTRA. Ni me haga reír. Temo hacer un destrozo.[87]

¡Cuidado! ( El Marqués toma de sus manos la bandeja. ) MARQUÉS. Aquí estoy yo para impedir cualquier catástrofe.

( Pone todo enla mesa. ) No tengo porque reñir, hija mía. En otra parte[69] measustaría esta libertad. En la morada de la honradez laboriosa, de lacaballerosidad más exquisita, no me causa temor.

MÁXIMO. Gracias, señor Marqués. ( Les sirve el café. ) MARQUÉS. No lo aprecian del mismo modo los señores de enfrente... Lanoticia de lo que aquí pasa ha llegado al Asilo de Santa Clara,[70]fundación de María Requesens. Confusión y alarma de los García Yuste.Allá está reunido todo el Cónclave.[71]

ELECTRA. ¡Dios tenga piedad de mí!

MARQUÉS. Hija mía, calma.

MÁXIMO. Tú déjate, déjanos a nosotros.

MARQUÉS. Por mi parte, para todas las contingencias que pueda traer estatravesurilla, tienen ustedes en mí un amigo incondicional, un defensorvaliente.

ELECTRA ( cariñosa). ¡Oh, Marqués, qué bueno es usted!

MÁXIMO. ¡Qué bueno!

ELECTRA. ¿Y qué tienen que decir de mi café?

MARQUÉS. Que es digno de Júpiter,[72] el papá de los Dioses. En elOlimpo[73] no lo sirvieron nunca mejor. ¡Benditas las manos que lo hanhecho! Conceda Dios a mi vejez el consuelo de repetir estas dulcessobremesas[88] entre las dos personas... ( Muy cariñoso, tocando las manosde uno y otra. ) entre los dos amigos que ahora me escuchan, me atiendeny me agasajan.

ELECTRA. ¡Oh, qué hermosa esperanza!

MARQUÉS. Me voy a permitir, querido Máximo, emplear con usted un signode confianza. No lo lleve usted a mal... Mis canas me autorizan...

MÁXIMO. Lo adivino, Marqués.

MARQUÉS. Desde este momento queda establecida la siguiente reforma...social. Le tuteo a usted, es decir, a ti.

MÁXIMO. Lo considero como una gran honra.

ELECTRA. ¿Y a mí por qué no?

MARQUÉS. ( a Máximo). ¿Qué te parece? ¿También a ella?...

MÁXIMO. Sí, sí... bajo mi responsabilidad.

ELECTRA ( aplaudiendo). Bravo, bravo.

MARQUÉS ( muy satisfecho). Bien, amigos míos: correspondo a vuestraconfianza participándoos que el Cónclave prepara contra vosotrosresoluciones de una severidad inaudita.

ELECTRA. Dios mío, ¿por qué?

MARQUÉS. Los señores de García Yuste, muy santos y muy buenos... Diosles conserve... se han lanzado a la navegación por lo infinito, yqueriendo subir, subir muy alto, han arrojado el lastre, que es lalógica terrestre. ( Máximo hace signos de asentimiento. )

ELECTRA. No entiendo...

MARQUÉS. Ese lastre, ese plomo, la lógica terrestre, la lógica humana,lo recogemos nosotros.

MÁXIMO ( riendo). Está bien, muy bien.

ELECTRA ( aplaudiendo sin entenderlo). Lastre, plomo recogido... lógicahumana... Muy bien.

MARQUÉS. Dueños de esa fuerza, la santa lógica, es[89] urgente que nospreparemos para desbaratar los planes del enemigo.

Primera determinaciónnuestra: ( a Electra) que vuelvas a tu casa... No te asustes. No irássola.

ELECTRA. ¡Ay! respiro.

MARQUÉS. Iremos contigo los dos profesores de lógica terrestre queestamos aquí.

ELECTRA ( gozosa). ¡Dios mío, qué felicidad! Yo entre los dos,conducida por la pareja de la Guardia civil.[74]

MÁXIMO ( al Marqués). ¿No le parece a usted que debemos ir de día, paraque se vea con qué arrogancia desafían estos criminales la plena luz?

MARQUÉS. ¡Oh, no! Opino que vayamos después de anochecido para que sevea que nuestra honradez no teme la obscuridad.

MÁXIMO. ¡Excelente idea! De noche.

ELECTRA. De noche.

MARIANO ( asomándose a la puerta de la izquierda). ¡Señor, al blancoincipiente!

ELECTRA ( con alegría infantil). ¡La fusión! ( Dice esto con alegríainconsciente. )

MÁXIMO ( a Mariano). No puedo ahora. Avísame en el punto del blancoresplandeciente. ( Vase Mariano. )

MARQUÉS ( con solemnidad, tomando una copa). Permitidme, amigos delalma, que brinde por la feliz unión, por el perfecto himeneo de esosbenditos metales.

MÁXIMO ( con entusiasmo, alzando la copa). Brindo por nuestro primermetalúrgico, el noble Marqués de Ronda.

ELECTRA ( con emoción muy viva, brindando). ¡Por[90] el grande y cariñosoamigo! ( Aparece Pantoja por la derecha, viniendo del jardín. Permaneceen la puerta contemplando con frío estupor la escena. )

ESCENA X

MÁXIMO, ELECTRA, el MARQUÉS, PANTOJA.

MARQUÉS. ¡El enemigo!

ELECTRA ( aterrada). ¡Don Salvador! ¡El Señor sea conmigo!

MÁXIMO. Adelante, señor de Pantoja. ( Pantoja avanza silencioso, conlentitud. ) ¿A qué debo el honor...?

PANTOJA. Anticipándome a mis buenos amigos, Urbano y Evarista, quepronto volverán a su casa, aquí estoy dispuesto a cumplir el deber deellos y el mío.

MÁXIMO. ¡El deber de ellos... usted...!

MARQUÉS. Viene a sorprendernos, con aires de polizonte.

MÁXIMO. En nosotros ve sin duda criminales empedernidos.

PANTOJA. No veo nada: no quiero ver más que a Electra, por quien vengo;a Electra, que no debe estar aquí, y que ahora se retirará conmigo, yconmigo llorará su error. ( Coge la mano de Electra, que está comoinsensible, inmovilizada por el miedo. ) Ven.

MÁXIMO. Perdone usted. ( Sereno y grave, se acerca a Pantoja. ) Con todoel respeto que a usted debo, señor de Pantoja, le suplico que deje enlibertad esa mano. Antes de cogerla debió usted hablar conmigo, que soyel dueño de esta casa, y el responsable de todo lo que en ella ocurre,de lo que usted ve... de lo que no quiere ver.[91]

PANTOJA ( después de una corta vacilación, suelta la mano de Electra).Bien: por el momento suelto la mano de la pobre criatura descarriada, otraída aquí con engaño, y hablo contigo...

a quien sólo quisiera decirmuy pocas palabras: «Vengo por Electra. Dame lo que no es tuyo, lo quejamás será tuyo.»

MÁXIMO. Electra es libre: ni yo la he traído aquí contra su voluntad, nicontra su voluntad se la llevará usted.

MARQUÉS. Que nos indique siquiera en qué funda su autoridad.

PANTOJA. Yo no necesito decir a ustedes el fundamento de mi autoridad.¿A qué tomarme ese trabajo, si estoy seguro de que ella, la niñagraciosa... y ciega, no ha de negarme la obediencia que le pido?Electra, hija del alma, ¿no basta una palabra mía, una mirada, parasepararte de estos hombres y traerte a los brazos de quien ha cifrado enti los amores más puros, de quien no vive ni quiere vivir más que parati? ( Rígida y mirando al suelo, Electra calla. )

MÁXIMO. No basta, no, esa palabra de usted.

MARQUÉS. No parece convencida, señor mío.

MÁXIMO. Permítame usted que la interrogue yo. Electra, adorada niña,responde: ¿tu corazón y tu conciencia te dicen que entre todos loshombres que conoces, los que aquí ves y otros que no están presentes,sólo a ese, sólo a ese sujeto respetable debes obediencia y amor?

MARQUÉS. Habla con tu corazón, hija; con tu conciencia.

MÁXIMO. Y si él te ordena que le sigas, y nosotros que permanezcas aquí,¿qué harás con libre voluntad?

ELECTRA ( después de una penosa lucha). Estar aquí.

MARQUÉS. ¿Lo ve usted?[92]

PANTOJA. Está fascinada... No es dueña de sí.

MÁXIMO. No insistirá usted.

MARQUÉS. Se declarará vencido.

PANTOJA ( con fría tenacidad). Yo no me creo vencido. La razón siempreestá victoriosa, y yo me estimaría indigno de poseer la que Dios me hadado y guardo aquí, si no la pusiera continuamente por encima[75] detodos los errores y de todos los extravíos. No, no cedo. Máximo, losmetales que arden en tus hornos son menos duros que yo. Tus máquinaspotentes son artificios de caña si las comparas con mi voluntad. Electrame pertenece: basta que yo lo diga.

ELECTRA ( aparte). ¡Qué terror siento!

MÁXIMO. Si quiere usted asegurarse del poder de su voluntad, pruébelacontra la mía.

PANTOJA. No necesito probarla ni contigo ni con nadie, sino hacer lo quedebo.

MÁXIMO. El deber, esa es mi fuerza.

PANTOJA. Un deber con móviles terrenos y fines accidentales.

El debermío se mueve por una conciencia tan fuerte y dura como los ejes delUniverso, y mis fines están tan altos que tú no los ves, ni podrásverlos nunca.

MÁXIMO. Súbase usted tan alto como quiera. A lo más alto iré yo paradecirle que no le temo, ni Electra tampoco.

PANTOJA. Caprichudo es el hombre.

MÁXIMO. Para que hable usted de metales duros.

MARQUÉS. Electra volverá a su casa con nosotros...

MÁXIMO. Conmigo, y esto bastará para que sus tíos le perdonen sutravesura.

PANTOJA. Sus tíos no la perdonarán ni la recibirán mejor viéndola entrarcontigo, p