En la Mesa del Señor Biblia y Homosexualidad by Jácobo Schifter Sikora - HTML preview

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La necesidad de contextualizar

Durante muchos siglos se aplicó el texto bíblico como si fuera una fórmula mágica. Todavía en la época actual existe una gran tendencia a tomar un texto sin importar el contexto y construir así un pretexto, en otras palabras, hacer que el texto justifique lo que uno quiere.

La importancia que recientemente, y gracias a las Ciencias Sociales, se le está dando a la contextualización de la Biblia se debe a que por este medio se puede reconstruir de manera más acabada el marco geográfico, histórico, económico, cultural, político e ideológico en el cual se originó el texto. Además, las Ciencias Sociales ayudan a entender ese mismo marco en nuestros días, para que cuando se haga una interpretación de la Biblia, ésta sea más fiel y se logre un verdadero diálogo entre el texto y la persona que lee, haciendo a un lado la lectura ciega de las leyes:

La Biblia fue escrita para comunidades específicas muy diversas, en situaciones muy concretas. No fue escrita para “espíritus”

etéreos ni tampoco para teólogos, filólogos, expertos ni especialistas. Fue escrita para un pueblo, inmerso en su propia realidad histórica. 11

Los que leen el texto bíblico son seres humanos con problemáticas muy concretas, en un lugar y un tiempo específicos, tienen cuerpo, comen, aman, sueñan, tienen sufrimientos y apetitos, viven una expresión de su sexualidad, están ubicados en un sitio de la sociedad, con una situación económica determinada y una situación específica de aceptación o rechazo social, están inmersos en una realidad a la cual ha de llegar el mensaje liberador.

11

Juan Stam B. La Biblia, el lector y su contexto. Mimeog., p. 30.

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Los que leen la Biblia tienen cuerpo, ese cuerpo tiene piel y esa piel tiene color. En la medida en que al indígena y al negro se les ha enseñado a leer la Biblia como si fuera un libro de blancos y a verse a sí mismos sólo en el espejo de los ojos de anglo-europeos blancos, en esa misma medida se ha instrumentalizado la Biblia en forma racista y por ende pecaminosa.

La interpretación literal de la Biblia ha sido la que más daño le ha hecho a los que están en desventaja en la sociedad. Esta falta de lucidez para recetar sin licencia divina ha deparado muchos sinsabores, porque por su causa muchos cristianos descubren que las palabras del salmista son las suyas propias: “Has alejado de mí a mis conocidos, me has hecho para ellos un horror, cerrado estoy y sin salida mis ojos se consumen por la pena”

(Salmo 87:9. Versión Biblia de Jerusalén).

Existen otras clases de contaminación que influyen para que el mensaje de Dios al hombre y a la mujer no llegue tan claro como se espera.

Los que escribieron la Biblia eran hombres que sabían, obviamente, leer y escribir. Se trata de un texto que data en sus partes más antiguas de unos 2.000 años AC. Es producto de una civilización poco desarrollada como la hebrea, ubicada en una zona que no era considerada culturalmente dominante. Podemos asumir, así, que estos escritos pertenecían a una élite intelectual.

De la misma inferencia se desprende que esa élite intelectual era a su vez parte de la clase económica poderosa. Saber leer y escribir era la mejor arma de que se disponía para tener éxito en los negocios. Pertenecer a la clase intelectual y a la clase dominante 29

aseguraba puestos de liderazgo político que se utilizarían, en general, para beneficio propio.

Por último, es necesario tomar en cuenta que quienes redactaron, escribieron o compilaron partes del texto probablemente fueron hombres, aspecto que se verá reflejado en la concepción de un Dios masculino y en un relegamiento de la mujer a puestos de inferioridad. Además, se comenzaron a esgrimir actitudes patriarcales12.

Si se piensa en la enorme influencia que pudieron ejercer estos factores en la redacción del Texto Sagrado se puede concluir que, pese a revelar la intencionalidad de Dios -que tiende a liberar al hombre y a la mujer de todo lo que es opresión y a regir las relaciones mediante la paz, la justicia, la equidad y el amor-, está infiltrado de una actitud que reflejará los intereses de la clase dominante económica, política e intelectual, además de tener un carácter patriarcal y sexista.

12 Sin embargo, en opinión de especialistas, algunas partes del Antiguo Testamento pudieron haber sido escritas por mujeres. Por ejemplo, la Canción de Déborah (Jueces 5), que se podría considerar el fragmento más antiguo de este texto, se le atribuye a la profetisa del mismo nombre, quien realza el papel de la mujer victoriosa en la guerra contra los enemigos de Israel. Algunas partes de la narrativa “J” se supone que fueron escritas también por otra mujer. En ésta, las mujeres resultan más dinámicas y atractivas que los líderes masculinos. Además, “J” muestra buen conocimiento de las “cosas de las mujeres”, como la Biblia se refiere a la menstruación (Harold Bloom y David Rosenberg, The Book of J. Grove Weiderfeld. New York, 1990).

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