Hasta el siglo II, los padres de la Iglesia preferían la tradición oral a la escrita. Papias, quien conocía los escritos de Mateo, de Marcos y de Juan, prefería “la voz viva” a la tradición escrita, “ya que la información de los libros no me ayudará tanto como el mundo de la voz viva y continua”57. Justino Mártir también hace citas de la tradición oral.
Sin embargo, con el declive de la tradición y de los testigos directos, Ireneano impulsó un plan suyo para que se aceptaran sólo cuatro evangelios. Esta decisión se tomó con base en una votación de los obispos reunidos en el año 325 en Nicea. Según el obispo de Lyon, las razones para aceptar estos cuatro evangelios y no otros eran que “como existen 4 puntos cardinales, 4 vientos, 4
concordatos hechos con el hombre (Noé, Abraham, Moisés, Cristo), la Iglesia tiene que tener 4 columnas”58. Para Justino Mártir la razón era otra: los Evangelios de Mateo y Juan eran de 57 Graham N. Stanton. The Gospels and Jesus. The Oxford Bible Series. Oxford University Press. UK, 1989, pág.133.
58 Ibid, pág. 134.
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testigos oculares59. (No obstante, la mayoría de los especialistas en la actualidad no está de acuerdo con esta aseveración).
Una razón quizás de más peso es que los evangelios oficiales son más parecidos entre sí, fueron escritos primero, contienen narrativa y no sólo citas breves de Jesús y ponen énfasis en la crucifixión y la resurrección para entender las enseñanzas de Cristo.
Si usted acepta la Biblia porque los autores estaban inspirados por Dios cuando escribieron sus libros, usted también tiene que aceptar que los obispos estuvieron inspirados por Dios cuando decidieron cuáles libros incluir y cuáles excluir. En vista de que la decisión se tomó por votación, usted tendría que concluir que la mayoría estuvo inspirada por Dios, excepto los que votaron en minoría.
Los libros que se escogieron fueron los que reflejaban mejor las ciencias de la época. Cada comunidad cristiana, por su parte, destacaba los pasajes que más le convenían y dejaba por fuera otros. Los evangelios polémicos eran destruidos o escondidos. Las enseñanzas de Cristo que no coincidían con las aspiraciones de las comunidades y luego con las del Estado romano eran borradas. Por eso no podamos estar seguros de lo que Cristo dijo o no dijo y de lo que defendió o atacó.
59 Ibid, pág. 134.
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