En la Mesa del Señor Biblia y Homosexualidad by Jácobo Schifter Sikora - HTML preview

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El rechazo de Jesucristo

A los problemas de transcripción, traducción, interpretación y oficialización se suma un escollo más serio para conocer la realidad de los hechos: las interpretaciones de los evangelistas y las necesidades de las comunidades a las cuales dirigían sus escritos. Como nos dice el Reverendo Hoffmann, “no existe un Evangelio que no esté coloreado, o más bien repleto, de las creencias del culto de Jesucristo”60. Según este estudioso, los evangelios fueron escritos como propaganda religiosa y sus autores tenían dos propósitos básicos: a) que la gente creyera que Cristo era el Mesías, mediante un uso muy particular de las profecías hebreas, y b) convencer a otros de que se convirtieran61.

Ningún evangelio fue escrito antes de que se hubieran desarrollado explicaciones teológicas para justificar estos dos objetivos.

¿Por qué no se escribieron en tiempos de Cristo?

El hecho de que los evangelistas esperaran 50 años después de la muerte de Jesús para escribir sobre lo que El predicó es uno de los factores que explican las contradicciones apuntadas. Los hechos de Cristo circularon en forma oral durante mucho tiempo y eso influyó en que se olvidaran algunos datos, se confundieran otros y surgieran diferentes versiones. Estos circulaban en forma de segmentos independientes llamados “perícopas”, no formaban parte de una narrativa coherente y su propósito era preservar las enseñanzas de Cristo, sus milagros, las parábolas y las citas breves aisladas.

Lo que sabían los evangelistas sobre Cristo es que hizo su vida política en Galilea, que fue a Jerusalén y que ahí murió crucificado. Como se trasladó de una ciudad a otra, tenía que 60 R. Joseph Hoffman. Jesus Outside the Gospels. Prometheus Books. New York, 1984, pág. 8.

61 Ibid.

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existir un viaje. De ahí que los evangelios se dividan en la fase de Galilea, el viaje y la fase de Jerusalén, donde termina la historia.

Todo lo demás cuelga como ornamento de un arbolito de Navidad.

Los evangelistas ordenaron las perícopas cada uno a su manera.

Por eso una historia en un evangelio está precedida de una diferente en otro62.

El Padrenuestro en Mateo, por ejemplo, está dentro de las enseñanzas de Cristo sobre cuestiones morales (Mateo 6:5), mientras en Lucas (11:1) aparece entre perícopas que no tienen relación con problemas de doctrina. Ambas oraciones difieren una de otra. La de Lucas es la más conocida pero es posible que sea la de Mateo, más corta, la más fiel a Cristo. Esto se debe a que Mateo se refiere específicamente a las enseñanazas de culto y por eso su versión estaría más cercana a la realidad.

Un ejemplo de cómo una variación de orden altera la historia es el enfrentamiento en el Templo. En los evangelios sinópticos esta perícopa se ubica tarde en la narración, mientras en Juan se pone al principio (Juan 1:9-13, 15: 18f)63. Recordemos que Cristo tiene una escena violenta con los vendedores y cambistas de dinero y provoca una reacción en su contra de las autoridades religiosas judías. Al insertar esta escena al principio, Juan nos dice que Cristo rompió temprano con los judíos, realidad que no secundan los otros evangelistas. Cuando Juan escribe, ya judíos y cristianos han roto relaciones, pero ésto aún no sucedía cuando se escribieron los Sinópticos. Es factible pensar que Juan proyectó retrospectivamente el rompimiento a la vida de Cristo y nos quiera hacer creer que era inevitable.

Marcos, por su parte, crea una tensión explosiva al poner juntas todas las perícopas de los enfrentamientos de Cristo con los fariseos. Al ir una tras otra, el evangelista nos augura un choque final inminente. Mateo y Lucas no lo hacen así y bajan la tensión 62 John Shelby Spong. Rescuing the Bible from Fundamentalism . Harper. San Francisco, 1991.

63 E. P. Sanders, The Historical Figure of Jesus. Penguin Books, U. K. 1993, pág. 72.

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dramática: Cristo se enfrenta a los fariseos pero nada nos asegura que el pleito terminará con su muerte.

Al unir las historias, los evangelistas también hacen pequeñas grandes ediciones. Una tiene que ver con la maldición de Cristo de la higuera. Veamos: en Marcos (11:12), Cristo reacciona irritado ante la higuera ya que tiene hambre y ésta no tiene frutos

“porque no era tiempo de higos” y hace que se seque inmediatamente. Cuando Mateo repite la historia de Marcos (21:18) omite que la planta estaba sin frutos porque no era la temporada. Mateo consideró, posiblemente, que no era lógica una reacción tan drástica en contra de una planta, lo cual mostraba a Cristo muy temperamental. Lucas (13:6) cambia aún más la historia. La planta, según él, ha estado sin frutos “por tres años” y Cristo sólo recomienda que la corten si es estéril porque “¿para qué ha de ocupar terreno inútilmente”. La parte en que Cristo seca la planta es omitida. Por su parte, Lucas borra la reacción irritada de Cristo y nos da una versión más acorde con un dios y menos con la de un profeta.

Los evangelistas hicieron, como veremos más adelante, otros cambios para aclarar las dudas de los escépticos y promover sus propias doctrinas.

¿Cómo distinguir la ficción de la realidad?

Según los especialistas, una manera de diferenciar los eventuales hechos ciertos de los inventados por los evangelistas es recurrir a la “triangulación”. Esto significa identificar lo que se repite en más de una fuente. En otras palabras, si lo que se dice es confirmado por varios autores que no conocían sus escritos entre sí, es más probable que sea cierto que cuando únicamente aparece en una sola fuente.

Otro mecanismo es analizar el estilo. Cristo hablaba mediante alegorías y aforismos y no con discursos largos y filosóficos. En los Evangelios Sinópticos se mantiene este estilo, mientras en 120

Juan ocurre lo contrario. Juan escribió casi 70 años después de la muerte de Cristo y por eso este evangelista es el menos confiable. Como veremos más adelante, los expertos del Seminario de Jesús consideran que el Evangelio de Juan no contiene casi nada de lo que Cristo dijo en realidad.

La verificación de los hechos aludidos con lo que sabemos de historia es otra manera de corroborarlos. Lucas nos dice que Jesús nació en tiempos de Herodes, en medio de un censo romano (Lucas 2:2). Pero el único censo en esa época fue el de Quirinio, el cual se realizó en el año 6 ó 7 DC y para entonces Herodes tenía 10 años de muerto. Además, no es históricamente cierto que los romanos exigieran a los ciudadanos de Palestina inscribirse en el lugar de nacimiento. Tampoco que Galilea estuviera supeditada a Jerusalén, ya que tenía autonomía administrativa. Estas inexactitudes nos hacen sospechar que la historia fue inventada por Lucas para explicar que Cristo había nacido en Belén (a fin de cumplir con las profecías de Isaías).

Como se sabe, Isaías había profetizado que el Mesías debía provenir de Belén, y como Cristo era de Nazaret había que inventar su nacimiento ahí.

Otro caso de inexactitud histórica es el hecho de que Jesús no podía saber que el Templo de Jerusalén sería destruido 40 años después de su muerte. Mucho menos que habría grandes persecusiones contra los primeros cristianos64. Todas las profecías puestas en boca de Cristo sobre estos hechos fueron obviamente añadidas después de su muerte.

La cronología de los evangelios es otro factor que ayuda a diferenciar la realidad de la ficción. Una de las premisas del Seminario de Jesús es que el Evangelio de Marcos fue escrito primero y que Lucas y Mateo basaron los suyos en éste. Las razones son contundentes:

64 Ibid, p. 155.

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1.

Las coincidencias entre Mateo y Lucas empiezan con Marcos y terminan con él.

2.

Mateo reproduce un 90% de Marcos y Lucas un 50%. Ambos reproducen a Marcos en el mismo orden. Cuando ambos están en desacuerdo, Mateo y Lucas respetan la cronología de Marcos.

3.

En los segmentos que los tres tienen en común, la coincidencia en las mismas palabras representa un promedio del 50%.

4.

En la tradición triple, Mateo y Marcos suelen coincidir en contra de Lucas, y Lucas y Marcos suelen coincidir contra Mateo, pero Mateo y Lucas nunca o muy raramente coinciden contra Marcos65.

Es por eso que todo lo que se añade, se cambia, se traduce u omite de la fuente primera -Marcos- probablemente es un trabajo de edición de Lucas y Mateo. Un ejemplo entre muchos es el origen social de Cristo. En Marcos 6:3, se nos dice que la gente se preguntaba si Cristo era “¿el carpintero hijo de María y el hermano de Jaime y José y de Judas y Simón, cuyas hermanas están aquí con nosotros?”. Según el especialista Ramsey MacMullen, en el mundo grecorromano el término “carpintero” era característico de las clases bajas y equivalía a ignorante y pobre (“tekton”)66.

Pero Mateo no quiere un Cristo tan pobre como modelo para su comunidad y cambia a Marcos: “¿No es Él el hijo del carpintero?”

(Mateo 13: 55-56) y entonces Jesús no es ya un carpintero sino el hijo de un carpintero. Lucas prefiere borrar del todo ese oficio:

“¿No és El el hijo de José?” (Lucas 4:22). Juan, el más “espiritual”

de los evangelistas, también borra de Marcos la profesión de Cristo (Juan 6:42).

65 Robert Funk, Roy Hoover y el Seminario de Jesús. The Five Gospels. The Search for the Authentic Words of Jesus. MacMillan, New York, 1993, pág. 10.

66 Ramsay MacMullen. Roman Social Relations: 50 BC to 384 AD. Yale University Press. New Haven y Londres, 1974, págs. 17-18, 107-108, 139-140, 198 y nota 82.

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Finalmente, otro elemento que se puede tomar en cuenta es lo característico de la memoria oral. La tradición oral no puede recordar largos pasajes ni discursos filosóficos o teológicos, por eso es poco probable que trozos de este tipo sean originales de Cristo. Las frases breves son probablemente más cercanas a El, mientras los monólogos extensos de Juan serían más de él mismo que de Jesús.