11. D. Álvaro de Sande. —Estaba en este tiempomuy malo Juan Andrea Doria, y envió algunasveces con Plinio de Bolonia á decir al Duqueque mandase que se embarcase la gente y las otrascosas que habían de ir en cristiandad, y si tambiénque el Duque mandó dar 200 escudos de su casaá Agustín Febo, alguacil real del armada, porquesolicitase la embarcación de la manera que JuanAndrea pedía que le embarcasen y el Duque quelo embarcasen: las causas que hubo para lo quequería el uno y el otro no se hiciese, se puedenbien saber y á mí no toca decirlas.
11. El Duque. —Las causas que yo me puedoacordar que hubo para dilatarse la embarcaciónfueron: la primera, mucho embarazo que nos dieronlos soldados que habían de quedar en el fuerte,con esconderse y irse á los navíos y con lasquejas de sus capitanes. La otra por la flojedadque hubo en enviar esquifes para embarcar lagente, ocupándolos en llevar mercadurías á lasgaleras, especialmente á las de D. Sancho de Leyva,porque esto yo lo ví. Tanto que los camellosque iban y venían á la marina llevándolos á embarcar,me acuerdo que nos desasosegaban vellospasar por muy cerca del altar donde oíamos misaen el campo. Y hubo persona de crédito que meha dicho que llegando esquifes de D. Sancho deLeyva á la marina y pidiendo á los hombres que{224}venían en ellos que tomasen soldados para llevará las galeras, no lo quisieron hacer, diciendo quehabían de llevar primero un caballo. También nosembarazó que paresciéndole al Maestre de campoBarahona que el foso del castillo en la parte deLevante no quedaba tan bien como él quisiera, lodesbarató un día para dejallo más ancho, de maneraque lo puso llano, y se hubo de andar tratandocon los tudescos que lo aderezasen; y demásde todo esto, lo más principal fué el ruido que setuvo en el zoco de los moros entre ellos y los cristianossobre un albarcoque que tomó un cristianoá un moro sin pagárselo, de que hubo hartosmuertos y presos de los moros y de algunos cristianos,á cuya causa, y por dejar el castillo en pazcon la isla y que quedase por subjecta como loera, se hubo de dilatar la embarcación dos ó tresdías; y es verdad que D. Alvaro de Sande me dijoque nos embarcásemos luego, y poco después desucedido este ruido, y yo le dije que paresceríaque nos embarcábamos de miedo de los moros, deque no ganaría nada el castillo ó fuerte embarcarnosde aquella manera sin asosegar la isla primeroy capitular con el jeque, demás de la reputación,y no tener por tan cierta la venida tan presta delarmada, antes estar en opinión de hombre de experienciay marinero, que no vernía por todomayo, el cual había muy poco que llegó de Sicilia.
12. D. Álvaro de Sande. —Había el Duqueacordado de dejar al Maestre de campo Miguel deBarahona por gobernador del fuerte hasta queV. M. proveyese otra cosa, y que por aquel verano{225}quedase en él 2.000 hombres, incluyéndose en estenúmero los soldados y la demás gente necesaria,así para el servicio de la artillería y municiones,como para el de todas las cosas necesarias, y hobieseembarcado á los 10 de mayo toda la genteque había de venir en cristiandad, excepto algunaparte de los alemanes y muy italianos, que entretodos no habían 400 hombres, que con facilidadcon dos barcadas con los esquifes de galera se embarcarontodos.
13. Llegó este propio día, tres ó cuatro horasantes que anocheciese, una fragata con dos despachosdel Gran Maestre, el uno para el Duque yel otro para Juan Andrea, en que les avisaba queel armada turquesca había hecho agua en el Gozo.Fué el Duque á verse con Juan Andrea y hallóque estaba en Consejo con los capitanes de lamar tratando de lo que se debía hacer, é yo quedéen el fuerte, y no sé lo que pasó en el Consejo;mas de decirme el Duque que había determinadoy se habían resuelto de no pelear, sino salvarse, yque dos ó tres habían sido de parescer que peleasen,junctándose con las naves, é que aquella nochesaldrían de los Secos, y que como fuesen fuera,eran seguros, y que dejarían la galera Condesa en aquél, é los que con él estábamos nospudiésemos ir, y que enviarían á tierra los esquifesde las galeras, porque no viniendo el armadani paresciendo á la mañana, embarcarían la genteque faltaba de embarcar, é que con esta determinaciónsalieron del Consejo.
13. El Duque. —La fragata vino, como dice{226}D. Alvaro, antes una hora más tarde que más temprano,la cual vimos él y yo llegar á tierra y enella el Comendador Guimarán y otro gentil-hombreque en el vestir y la manera me paresció quevenía de fuera, y luego lo dije á D. Alvaro, y queme parescía que debía de haber alguna nueva, yen esto caminé hacia los dos, y Guimarán se adelantóá mí y me dijo suso: «Vamos de aquí, queel armada es con nosotros;» y yo le dije:
«¡Cómo!»Respondióme: «Este caballero que vieneconmigo, que se llama Copones, es de mi tierra:viene con la nueva de parte del gran Maestre yavisa cómo el armada tocó en el Gozo y fué vistade todos, y se pasó un renegado español y dijocómo venía á Trípol derecha, y que á la cuenta dela navegación que ella había hecho, llegaría aquellanoche y otra podría venir á los Gelves.» Yo lerespondí que cómo nos habíamos de ir; él me respondióque nos embarcásemos en aquella fragataD. Alvaro y él y yo, y que nos fuésemos á las galerascon Juan Andrea y los demás, los cuales estabandeterminados de irse luego. Yo le dije quecómo era posible que pudiese hacer aquello dejándomeen tierra los alemanes y otros soldados ygentes, que era casi en número de otra tanta comola que quedaba en el fuerte, y que para el aguaque había era grandísimo inconveniente. En estodije á D. Alvaro y á Guimarán y á Copones quefuésemos á mi tienda, y que no se dijese nada porno alterar el campo, y así se hizo, mostrando DonAlvaro que tenía gran esfuerzo y que no vendríaallí el armada en dos ó tres días, diciendo que se{227}repararían en Trípol y tratarían con Dragut, yotras cosas, y quiso que nos sentásemos á cenar;y yo, porque mi diligencia no paresciese menosánimo que el suyo, hice lo que quiso y enviamosá Guimarán á que procurase con Juan Andreaque me enviase los esquifes, pues parescía que noconvenía que yo me embarcase y dejase la genteque había de ir, especialmente siendo tanto dañoquedando el agua limitada, y á la verdad, comono me puse á cenar con gana ni con sosiego, nolo pude sufrir y dije á D. Alvaro: «Dejemos esto,señor; entendamos en lo que hemos de hacer; noes tiempo de cenar con reposo;» y así, hice llamará mi secretario, entre tanto que Guimarán volvía,y firmé y despaché algunas cosas necesarias, y hiceembarcar en los pocos barcos que había á mihijo y á la mayor parte de mi casa, y ordené á lagente que había de embarcarse que estuviese ápuncto á la marina, esperando los esquifes, pudiendovenir todos como vino él en uno, siendotan necesario desembarazar aquella plaza de lagente sobrada por razón del agua, y dijo cómoJuan Andrea y los otros caballeros y capitanes degaleras se habían juntado en Consejo, y resuéltoseque las naves se levasen y se fuesen, y partirseellos aquella noche, porque cuando el armada vinieseel día siguiente de Trípol, donde presumíanque estaría, no les hallase allí; y que no habíapara qué enviar los esquifes, sino que yo y DonAlvaro nos metiésemos en el que él venía y quenos fuésemos, porque no esperaban otra cosa queá mi ida, y que D. Sancho de Leyva decía que no{228}era razón que yo por dejarme de embarcar pusieseen peligro que se perdiese aquella armada deS. M.; y acordándome yo que había dado mi palabracomo caballero de no dejar en Berbería á lostudescos, y de ponerlos en tierra firme y de cristianos,envié á llamar al Coronel y á los otros oficialesy díjeles lo que me enviaban á decir de lamar y el término en que estaban las cosas, y queviesen lo que de mí querían, que el armada se podíair muy bien sin mí, y no yo sin cumplir mipalabra. Ellos se resolvieron que querían los esquifes.Visto esto, me trujeron á puncto todos losque allí estaban, y pienso que D. Alvaro, que permitiríanque yo fuese á pedir los esquifes á JuanAndrea con que yo diese mi palabra de volver consí ó con no. Yo fuí, y así fué Guimarán conmigo,solos, y hallamos á Juan Andrea y á Plinio en lacámara de popa de su galera, que á mi parecersería á hora y media ó dos de noche, y entrandoque entramos en la cámara dijo Juan Andrea suso:«Leva, vamos.» Yo le dije: «Óigame V. S. primero,porque no vengo para poderme ir desta manera; ycontéle lo que había pasado con los alemanes y loque con ellos había tratado, y pedíle los esquifes.Respondióme muchas cortesías, diciendo que pormi persona aventuraría las galeras, y que no seiría sin mí. Yo le respondí otras semejantes, diciendoque así aventuraría yo y pondría por él todolo que tenía, y que si lo decía por sus galeras,que yo aceptaría el ofrecimiento como entre amigos;pero que si lo decía por el armada de S. M.que tenía á su cargo, que en ninguna manera la{229}aventurase por mí, sino que hiciese aquello quele paresciese mejor para su salvación, y que yovolvería á cumplir mi palabra con los tudescos, yque todavía me podían dar los esquifes con quetraer los que estaban en la marina, que sería cumplircon todo. Ordenó que se diesen, y dijo queviniesen los tudescos presto porque le hallasenallí, y que él pensaba hacerse á la mar aquellanoche; y si descubría á la mañana á la armadahacer su camino de Sicilia, y si no que volveríapor los tudescos y la otra gente á recogerlos, sino hubiesen llegado antes que partiese, y que dejaríaallí la galera Condesa, que era la mejor queél tenía, para que esperase todo lo posible pararecogerme si quisiese irme; y con esto volví alfuerte y dí orden que se embarcase toda la genteque se pudiese en los esquifes, especialmente losalemanes, y fuímonos á la marina á embarcarD. Alvaro y Guimarán y D. Pedro Velázquez yyo, donde por ser bajamar y no poder llegar á laorilla una fragata en que habíamos de ir todos álas galeras, pasamos á ella D. Alvaro y yo en unbarco muy chico con orden que volviese por elConservador y por Guimarán, á los cuales, ó porno haberlos hallado allí, ó no haber vuelto á ellael barco, no vinieron á nosotros, y paresciéndonosgran vergüenza irnos sin ellos, los esperamoshartas horas; y en comenzando á crescer el agua,ya cerca del día, nos allegamos á tierra, y preguntandopor ellos nos dijeron que había gran ratoque eran idos, con lo cual nos fuimos, entendiendoque habían pasado de largo por no habernos{230}hallado en la posta que estábamos, y así nos amanescióen el camino y reconoscimos que toda elarmada era levada, y la víamos que iba lejos, ymucho más adelante otras velas que juzgamos sernuestras naves, y parte eran algunas dellas y lamayor el armada del turco. Vimos en la posta delas galeras á la que nos había dejado Juan Andrea,y llegando casi cerca della nos salieron al encuentroGuimarán y el Conservador en un barquillo,y nos dijeron que las velas que juzgábamos sernuestras naves era el armada enemiga, la cual revolvíasobre la nuestra, que iba bien descuidada,á lo que yo puedo juzgar de toparse con ella,pues si esto se pensara, se hubiera abrazado conlas naves ó pasado por el Canal de los Querquenes,como dice un piloto maltés de la religión deSan Juan, que se llama Tomé, que lo aconsejó;de manera que no reprobando ni loando el consejoque en la mar tuvieron, porque si se fundó enla relación del renegado, el suceso fué vario, conel cual el pueblo siempre tiene cuenta. Comoquiera que sea, digo, que por suerte ó por cualquieraotra cosa que fuese, yo no me hallé en él,ni pasó más ni menos de lo que he dicho. Y
tornóá decir que si por D. Alvaro no hubiesen pasadolos trabajos que han pasado, que me maravillaríamucho de que no se le acordase cómo pasóeste negocio, pues lo supo de muchos y de mí, ysolía tener buena memoria. Es bien que se entiendaque ni por partirse á la hora que vino Copones,ni mucho antes ni después, nuestras galerasdejaban de topar los enemigos, porque las llevaban{231}por proa; y si habían de pasar sin ser vistaspor aquel camino que determinaron y no por elCanal de los Querquenes, había de ser de noche,como partieron, y según paresce, por un griegolevante que se levantó algo furioso, me paresceque dieron fondo aquella noche y estuvieron surtasdos ó tres horas entre el armada turquesca ytierra, de manera que no se excusaba la destinadapérdida, y fuera mayor, porque al amanescer sehallara más cerca de los enemigos, para no poderseescapar las que vinieron á Sicilia, y más lejosdel fuerte, para salvarse por entonces las quevinieron á él. Por donde yo juzgo que no fué sinmisterio las causas que hubo á no embarcarme,por lo que á mi persona toca, y querer nuestroSeñor, por cumplir mi obligación, no sólo que nome perdiese, pero que no me mojase el pie, puesno se pudo juzgar entonces cuál fuese más segura,la mar ó la tierra; pues si lo era la tierra, noembarcara mi hijo, y si la mar, el quedarme entierra fué por hacer lo que debía. Así que reconoscidomuy bien la vuelta que habían tomadonuestras galeras y la caza que les daban los turcos,y que algunas venían á dar en tierra, recogimoslos esquifes que tras mí iban con los tudescosy otras gentes á embarcarse, nos volvimos alfuerte.
14. D. Álvaro de Sande. —El Duque vino entierra y despachó todo lo que tenía que tratar conel rey de Caruán, que era poco. Ordenó al gobernadordel fuerte lo que con el jeque había de hacer,é todas las otras cosas convinientes á la guarda{232}y conservación de la isla, y dos horas antes deldía se embarcó en una fragata é yo con él, parair en la galera que se había ordenado que quedaseallí para tomarle, que estaba á cargo del ComendadorGuimarán, el cual estuvo esperando casihasta el día, y él había pasado á su galera sin habervisto al Duque por la escuridad de la noche.Con la claridad del día el Duque mandó que lafragata fuese la vuelta de la galera, é bien fuerade pensar que las demás estuviesen donde las halló,porque lo habían acordado, que como digoera salir de los Secos; y como el día fué claro,descubrimos el armada turquesca é volvimos alfuerte.
15. Visto que nuestra armada era rota y desbarataday que toda la gente de las galeras quehabían encallado, y las que habían venido á lavuelta del castillo, se echaban á la mar é veníannadando, quién con barril, quién con pavés yquién á fuerza de brazos, y que cada uno se dabapriesa á tomar tierra á lo menos cerca, creyendoque los moros que parescían en la marina, que noeran pocos, eran amigos; pero como vieron el armadaturquesca victoriosa, y que para disculparsede lo que habían jurado pocos días había, que eravasallaje y fedelidad á V. M., era bien poner lasmanos en los cristianos, lo comenzaron á hacer demanera que fué menester que el Duque me mandaseque fuese con gente á socorrer á los que veníaná salvarse á tierra. Fué gran número de gentela que se recogió y de diversas naciones y estados.Visto por el Duque una cosa tan impensada, como{233}era ver perdida nuestra armada, envió á decir aljeque de la isla y al rey de Caruán el ruín sucesoy á esforzarlos á estar de buen ánimo; pero comovieron ellos el armada desbaratada y conoscieronlos ánimos de los moros, pusiéronse en salvo, é lomismo hizo el tío del rey de Túnez, con quien elDuque les había enviado á hablar.
16. Juan Andrea, habiendo dado en los Secoscon su galera, se recogió al fuerte y dijo al Duqueque él se quería ir en una fragata á Sicilia á recogerlas galeras que se habían salvado y á dar ordencomo se armasen otras tres que en Sicilia y Maltahabían quedado, y asimismo dijo al Duque que élhiciese lo propio, porque pudiese poner recaudoen las plazas y fuerzas de Sicilia que quedaban tansin gente y desproveídas. Mandónos el Duque áD. Pedro de Urríes y al Comendador Guimarán yá otros que nos juntásemos á tratar de lo que nosparescía que se debía hacer. El mío fué que elDuque había de hacer lo que Juan Andrea le aconsejaba,porque su persona no era tan necesaria enaquel fuerte cuanto en Sicilia. Dijo el Duque queno se le diese consejo teniendo respecto á su salud,sino á su honra y á lo que convenía al serviciode V. M.; y como todos fueron del propio parescer,se decidió á hacerlo, diciéndome á mí queme pusiese á puncto para irme con él, pues quedabaallí el Maestre de campo Barahona, que erasoldado que daría en todo buen recaudo, y quequedaban otros que le ayudarían.
Respondí que no obstante que en Barahona habíalas partes que S. E. decía, y en mí no más{234}obligación de quedar allí de la que tenían losque iban con él, que porque veía que para gobernarla gente que allí quedaba, por respecto dela mucha que se había salvado de las galeras, yser de diferentes naciones y calidades, era menesterpersona de mayor cargo que el dicho Barahona,y que para ello yo ofrecía la mía é quería quedaren aquel fuerte, para que en los reinos de Siciliay Nápoles se pudiesen proveer é reparar delpeligro en que estaban, ansí por estar desproveídosde gente, como por lo que podía el armadahacer yendo tan victoriosa é poderosa, é que meparescía que ninguno podría hacer esto mejorque yo, é que así para ello hacía elección de mípropio y suplicaba á S. E. lo tuviese por bien, ytambién porque el agua y las demás vituallas eranpocas y era menester desde luego mandarlas darcon gran orden, especialmente el agua, que comodigo era muy poca, y acabada, se acababa laempresa á los turcos, é que entendía bien cuáná peligro de perderme quedaba, é que para noserlo hallaba uno de tres remedios, y eran: ó quelos turcos por abreviar su empresa diesen unagruesa batería y asalto, ó que nuestro Señor nossocorriese con unos turbiones de agua que en veranosuele haber en Berbería, ó que V. M.
nosmandase socorrer, que, cierto, sola la fama de quese juntaban galeras en Sicilia ó Malta bastara áhacer que los turcos se alargaran de la empresa,ó la abreviaran procurando tomarnos por fuerzay no por asedio, porque por tener la gente entierra tenían las galeras desarmadas, y la parte{235}donde ellos tenían su armada, eran secanos, y tanlejos de tierra, que con mucha dificultad un esquifede galera podía hacer más de dos viajes enun día; y si tuvieran nueva que se junctaban algunasgaleras, les era fuerza, por guardar las suyas,embarcar la gente y tenerla en el armada, porla dificultad que, como digo, había de poderlaembarcar brevemente y dejarnos á los del fuertedesembarazados, y para esto bastaban 30 ó 40 galeras,porque no embarcados, les podían tomar yquemar su armada, é queriéndola guardar nos dejabanen la isla libres, y siempre tuve esperanzaque se haría, por no ser muy difícil, y que noembargante que entendía que me podían faltarcualquiera destas cosas, ó todas, yo quedaba allípor entretener aquel cuerpo muerto, que por talse podía juzgar habiendo asedio, y que en estoquería hacer servicio á V. M., no poniéndosemeadelante ni mirando otro particular que éste, ytambién que no quisiese Dios que yo me salvaseviendo quedar perdidos los que me habían sidocompañeros en aquella jornada, y algunos dellosen otras muchas, y que S. E. fuese cierto quesi los enemigos me quisiesen tomar por asedio,no podía dejar de perderme; pero que le prometíaque cuando á estos términos llegase, y elagua me faltase, saldría á perderme dando la batalla,y que hasta esta extremidad yo procuraríaentretener el fuerte é los turcos en aquella empresa,como después hice lo uno y lo otro.
ElDuque, oídas las razones que para quedar allí lehabía dado, túvolo por bien, y con la comodidad{236}que tuvo, que fué harto peligrosa, se fué en Sicilia,donde nuestro Señor fué servido que llegaseá salvamento.
16. El Duque. —D. Alvaro quiso quedar en elfuerte, como dice; pero no quedó tan desesperadode defenderse, y las vituallas y municiones fueronen demasiado número, y no siendo socorrido, denecesidad se había de perder por falta de agua,teniéndose dentro la gente que salió de las galeras,á lo menos la inútil; y esto se ve claro, puesnunca se perdió por fuerza, sino por desfallescerlas fuerzas á la gente que estaba dentro, que, comodemasiada, se bebió el agua antes de tiempo, y notanto antes que no se tuviesen tres meses.
Sobre lo que después sucedió hasta la pérdidadel fuerte, porque no sé cosa sino de oídas, no meparesce apunctar ni tractar aquí dello.
17. D. Álvaro de Sande. —Dicen algunos quela salida que hice la última noche fuera mejor hacerlacuando los turcos desembarcaron, que éramosmás, y más enteros y fuertes podíamos pelearcon ellos con 2 ó 3.000 hombres ó más: éstos hablancomo mal pláticos ó mal informados, ó demasiadamenteapasionados, porque allende de quemi intento principal fuese entretener allí el armada,y sólo este particular me había hecho quedarallí, por las causas dichas, no había de salir temerariamenteá perder aquella gente y hacer á losenemigos breve su empresa, sin poderles hacerdaño; porque ellos se desembarcaron y alojaronen el propio alojamiento é fuerte que nuestrocampo tuvo después de ganada la batalla cuando{237}en aquella isla saltamos con el ejército, que ultrade estar cuatro ó cinco millas del fuerte, estabanellos no menos fuertes en él que nosotros en elnuestro, y no sé cómo paresciera ó con qué razónse podía hacer ir con 2 ó 3.000 hombres que entrebuenos y malos podía sacar, dejando el fuertedesamparado, no solamente á combatir con 12.000turcos que estaban tan lejos de donde me podíaretirar, y en un alojamiento muy fuerte y atrincheado,con 20 piezas de artillería, pero con todoslos moros, que siendo nosotros 7 ó 8.000 hombrescuando saltamos en aquella isla, sin ayuda ningunade turcos nos acometieron á dar batalla épelearon de manera que tuvimos la victoria dudosa,y se habían puesto y alojado á nuestra manoizquierda, y por las espaldas teníamos los árabesque habían entrado en la isla por orden del Dragut,que serían 1.500 caballos; é ultra de todas estasdificultades, había otra que no era menor, yera, para haber yo de acometer á los turcos en sualojamiento, me era fuerza ir de marina á marina,donde ellos con sus galeotas, fustas é bergantinesme batían por costado; así que de salir á buscarlos enemigos é irlos á combatir á su alojamiento,no podía suceder sino la pérdida de todos los quesaliéramos y de los que quedaran en el fuerte.Dicen también que después que los turcos se mellegaron, salí menos veces de las que debiera, yéstos, si se hallaron allí, se acuerdan mal, ó si nolo estuvieron, están mal informados, porque ultrade lo que creo yo que ninguna tierra que hayaasediada y combatida ha echado tantas veces gente{238}fuera ni con mejor orden, no se deben acordar quesiempre que la eché volvieron huyendo con pérdida,é de que una vez que entre las otras, estandolos turcos combatiéndonos las galeras, por disturbarlasy parescerme que se les podía hacer algúndaño en aquella conjunctura, mandé á dos capitanesque con 300 soldados españoles é italianossaliesen asaltar las trincheas de los enemigos porla parte del Poniente, é que no solamente lo hicieran,pero que después de salidos, sin pasar del fosoni hacer ningún efecto, se volvieron al fuertehuyendo, y de que muchos que la quise echar,teniéndola á puncto é para salir, se iban las propiascentinelas á dar aviso á los turcos; y tambiénse les debe de haber olvidado que se me fueron álos turcos más de 1.000
hombres, de su propiavoluntad, así por la mucha sed como por flaquezade ánimo, é que no había hora ninguna de las deldía ó noche que los enemigos no supiesen nifuesen avisados de los nuestros propios de lo quedentro del fuerte se hacía, sin haber bastado remedioninguno á que pudiese dejar de ser, buscandolos que fueron posibles, porque para este particulartuve guardia, y porque de la mesma que mandabaponer se me iban, hice echar un bando quecualquier soldado que matase ó prendiese al fugitivose le darían seis escudos al que le trujesevivo y cuatro al que le matase, y esto se observó ycumplió; y mandé hacer justicia de muchos que sehuían, sin haber perdonado á ninguno. Las necesidadesque allí se pasaron fueron con extremograndes, las cuales no quiero tractar aquí todas,{239}porque sé que V. M. está informado dellas; perodiré algunas del agua salada dulce. Comiéronselos caballos y otros animales, repartiéndolos porraciones, y hubo algunos, y no es manera de decir,que comieron hígados de turcos; y se vió venderuna gallina en 14 ducados, y muchas cabezasde cebollas, que llevó una fragata que fué conunos despachos de Sicilia, á ducado cada una, ycada cabeza de ajos un real, y á este respecto, yotras cosas que llevó.
El pan se amasaba con aguasalada; y como la munición era queso y tocino yotras cosas saladas que apetecían á beber y la raciónde agua era limitadísima, se entretuvo lagente por temor de la sal muchos días con garbanzosy algún bizcocho que se les daba y dió, y muchosmurieron de sola sed, y eran los canicularesy en Berbería: trabajaba la gente toda la noche ypeleaba el día sin tener ningún reposo. En ningunaparte se peleó donde no me hallase: defendípor mi persona y con pocos amigos el bestión deGonzaga, abandonado de los que lo guardaban,dándole el asalto por un fuego que tomó un barrilde pólvora: fuí allí herido en una mano é matáronmedelante de los ojos al Capitán D. Hierónimode Sande, mi sobrino, é otros amigos é muchaspersonas.
18. Había ochenta y un días que el armadaestaba allí, y viendo que ya me faltaba el agua yno la había para poder dar más ración que dos ótres días, determiné de salir á dar la batalla, comolo había propuesto desde el principio, y ansí, dejandola parte por donde más fácilmente y sin peligro{240}de ser sentido podría salirme, paresció mandarabrir una puerta que estaba tapiada á la partede la marina y sacar por allí la gente, porque bajandola mar había harta plaza para ponerla junta,y en aquella parte no hacían centinela los turcos,y por todas las otras partes las tenían pegadascon el fuerte y era imposible salir un hombresin que fuese sentido, y dí orden que seis capitanesde todas naciones tomasen la vanguardia con300 soldados, é que yo con la demás gente é capitanesé hombres particulares, que serían otrostantos, los seguiría, dejando algunos capitanes ála retaguardia con orden que hiciesen caminaradelante la gente y degollasen á todos los que seretirasen, y á mí el primero si lo hiciese, porqueaquella salida no era para volver al fuerte sin victoria,y esto, poniéndome yo á una parte de lapuerta y á la otra Maroto, Sargento mayor dela infantería española de Nápoles, lo estuvimosdiciendo á toda la gente que salía. Ordené que lavanguardia acometiese y caminase derecho á lastiendas donde decían que alojaba el Bajá y Dragut,é que yo iría á una tienda grande que estabamás á la marina, donde los turcos hacían guardiaá la artillería, é que rota aquélla me iría á junctarcon la vanguardia, é todos en un cuerpo iríamosejecutando la victoria degollando toda la genteque hallásemos hasta el caballero de San Juan, éque tenía por cierto que si acertábamos á degollaralguna de las cabezas, el campo se retiraría, éque si no, no se podía dejar de hacer tanto dañoen los turcos que no fuesen forzados á recogerse{241}más de lo que estaban, é darnos lugar para salir átomar agua.
19. Estando sacando la gente dos horas antesque amanesciese, é que estaría del fuerte fueramás que la mitad, fuimos sentidos de los turcos ytocaron á arma, é por no dar lugar á que se recogiesen,ordené que la vanguardia partiese, é yocon obra de 60 hombres seguí el camino que habíadeterminado, dejando atrás los capitanes quearriba digo, así para que hiciesen á la gente queiba saliendo que me siguiese, como para que hiciesenlo que tengo dicho, después de salida todala vanguardia de á camino por donde le había yoordenado, é rota la guardia de algunas trincheas,llegaron á las tiendas donde iban, é yo con la pocagente que me seguía rompí la guardia de la artillería,y pasando algunas trincheas para irme ájunctar con la vanguardia, estando ya muy adelante,me dió voces Perucho de Morán Ricardoque dónde iba, que no me seguía nadie, é que laavanguardia se le iba dando la carga los turcos, yhallándonos solos el dicho Perucho y el Sargentomayor Maroto, que fueron los que no me desampararon,y estando irresolutos de lo que podíamoshacer, por ser imposible tomar el fuerte, por estarya entre él y nosotros muchos turcos, el Peruchome dijo que le siguiera, que él me llevaríapor parte que me pudiese salvar en nuestras galeras,é ayudándonos la escuridad de la noche lo hizoé me llevó á ellas, siguiéndonos algunos turcos,é peleando con ellos fué herido y preso el dichoSargento mayor Maroto, y dél supo el Bajá{242}Piali que yo estaba en las galeras, donde después,hasta que fuí preso, me dió una recia batería. Matáronmeaquella noche al Capitán Alonso Golfín,que era mi primo hermano, yendo conmigo, y áotros caballeros muy deudos míos.
20. Como llegué á las galeras, envié un soldadoque fuese á nado al fuerte para que diese avisoque yo estaba allí, y escribí al Contador Juan delArcón que hablase á los capitanes y de mi parteles dijese que yo estaba en las galeras y que lesrogaba se entretuviesen sin rendirse hasta que yofuese, que lo haría en cresciendo la mar; y aunquees bien verdad que era imposible tenerse elfuerte y dejarse de perder aquel día ó el otro ámás tardar, tengo con mucha razón queja de algunoscapitanes que