Expedición de Catalanes y Argoneses al Oriente by D. Francisco de Moncada - HTML preview

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En este tiempo que Andronico ocupaba el Imperio de Oriente, los Turcosse dividieron, y hubo entre ellos algunas guerras civiles, pero por elconsejo y autoridad de Orthogules se sosegaron, remitiendo á la suertesus pretensiones, que como reviere Gregoras, y Chalchondilas, sedividieron por suerte las Provincias entre siete Capitanes, pretensorestodos al gobierno universal. Dio la suerte á Caramano la partemediterranéa de la Provincia de Frigia hasta Cilicia, y Philadelphia,aunque algun autor quiere, que este no fuese de los siete Capitanes, yque solo reinó en Caria: á Carcano la parte Frigia, que se estiendehasta Esmirna: á Calami y á su hijo Carasi, la Lidia hasta MisiaBitinia, y las demás Provincias junto al monte Olimpo, cayeron en lasuerte de Otomano, que en aquella edad comenzó á ser temido, y álevantar poco después su Monarquía, venciendo y sujetando los demásTiranos de las Provincias que vamos nombrando; con que quedó absolutoseñor y Príncipe de todas ellas. La Patagonia, y las demás tierras quecaen á la parte del Ponto Euino, las ocuparon los hijos de Amurat. Enesta forma hallaron los nuestros repartida el Asia, y á los Turcosseñores de ella: que fué grande ayuda para nuestras victorias el estarsus fuerzas divididas.

CAPITULO X.

Vencen los Catalanes y Aragoneses á los turcos.

Por el aviso que Roger tuvo de como los Turcos estaban cerca, temiendoperder tan buena ocasion si advertidos de la llegada de los nuestros seprevinieran, ó retiraran, juntó el campo, y en una breve platica lesdijo, como el siguiente dia queria da sobre los alojamientos de losenemigos, fáciles de romper por estar descuidados. Propusoles la gloriaque alcanzarian con vencer, y que de los primeros sucesos nacía elmiedo, ó la confianza, y que la buena ó mala reputacion pendia de ellos.Mandó que no se personase la vida sino á los niños, porque esto causasemás temor en los Bárbaros, y nuestros soldados peleasen sin algunaesperanza d que vencidos pudiesen quedar con vida. Dispuesto el órdencon que se habia de marchar, dió fin á la platica. Oyéronle con muchogusto, y aquella misma noche partieron de sus alojamientos á tiempo queal amanecer pudiesen acometer á los Turcos. Guiaba Roger con Marulli lavanguardia con la caballería, y llevaba solos dos estandartes, en el unolas armas del Emperador Andronico, y en el otro las suyas. Seguia lainfantería hecho un solo escuadron de toda ella, donde gobernabaCorbarán de Alet Senescal del ejército.

Llevaba en la frente solas dosbanderas, contra el uso comun de nuestros tiempos, que suelen ponerse enmedio del escuadron como lugar más fuerte y defendido. La una banderallevaba las armas del Rey de Aragon Don Jaime, y la otra las del Rey deSicilia Don Fadrique; porque entre las condiciones que por parte de losCatalanes se propusieron al Emperador, fué de las primeras, que siempreles fuese lícito llevar por guia el nombre y blason de sus Príncipes,porque querian que adonde llegasen sus armas, llegase la memoria yautoridad de sus Reyes, y porque las armas de Aragon lastenian porinvencibles. De donde se puede conocer el grande amor y veneracion quelos Catalanes y Aragoneses tenian á sus reyes, pues aún sirviendo áPríncipes extraños, y en Provincias tan apartadas, conservaron sumemoria, y militaron debajo de ella: fidelidad notable, no solo conocidaen este caso, pero en todos los tiempos. Porque no se vió de nosotrosPríncipe desamparado por malo y cruel que fuese, y quisimos más sufrirsu vigor y aspereza, que entregarnos á nuevo señor. No fué preferido elsegundo al primogénito. Siempre seguimos el órden que el cielo, ynaturaleza dispuso, ni se alteró por particular aborrecimiento óaficion, con no haber apenas Reino donde no se hayan visto estostrueques y mudanzas.

Pasaron los nuestros á media noche la muralla, ó reparo que divide elcabo de tierra firme, y al amanecer se hallaron sobre los Turcos, quecomo en parte segura, y á su parecer lejos de enemigos, estaban sincentinelas, reposando dentro de sus tiendas con descuido y sueño. CerróRoger y Marulli con la caballería, metiéndose por las tiendas y flacosreparos que tenian con grande ánimo. Siguiéronle los Almugavares con elmismo, dando un sangriento y dichoso principio á la nueva guerra. LosTurcos á quien la furia y rigor de nuestras espadas no pudo oprimir enel sueño, al ruido de las armas y voces despertaron, y con la turbaciony miedo que semejantes asaltos suelen causar en los acometidos, tomaronlas armas para su defensa, pero fueron pocos, divididos y desarmados,con que su resistencia fué inútil y sin provecho contra el esfuerzo ygallardia de nuestra gente, que ya lo ocupaba todo. Pelearon los Turcoscon desesperacion, viendo á sus ojos despedazar y degollar á sus máscaras prendas, de gente que ni aún por el nombre conocían. Alcanzosecumplidísima victoria, dejando en el campo muertos de los Turcos tresmil caballo, y diez mil infantes. Los que quedaron vivos fueron los quereconociendo con tiempo el desorden y pérdida, y que los Catalanes eranimpenetrables á los golpes de sus dardos, se pusieron en seguro con lahuida, y el que querer muchos hacer lo mismo después les causó maspresto la muerte, por que ocupados en retirar sus hijos y mujeres,dejaban la batalla, y luego perecian. La presa fué grande, y los niñoscautivos muchos. Refiere Nicéforo, Griego de nacion, y enemigo declaradode la nuestra, el espanto y terror que causó en los Turcos este primeracometimiento con estas mismas palabras: «Como los Turcos vieron elímpetu feroz de los Latinos, (que así llama á los Catalanes) su valor,su disciplina militar, y sus lucidas y fuertes armas, atónitos yespantados huyeron, no solo lejos de la ciudad de Constantinopla, peromás adentro de los antiguos límites de su Imperio.» Nuestra gente siguióel alcance poco rato, por no tener la tierra conocida, y volvieronaquella misma noche al cabo, por tener el alojamiento reconocido yseguro.

CAPITULO XI.

Retirase el ejército par invernar en el cabo de Artacio susalojamientos.

Dieron aviso al Emperador del buen suceso de su victoria, enviandocuatro galeras con riquísimos presentes para entre ambos Príncipes,Andronico y Miguel, y en nombre de los soldados se envió á María mugerdel Megaduque Roger lo más precioso y rico de la presa. Causó notableadmiracion entre los Griegos la brevedad con que se alcanzó tan señaladavictoria, y el pueblo la celebró con alabanzas, libre del temor de losTurcos, que insolentes con las victorias alcanzadas de los Griegos de laotra parte del estrecho amenazaban la Ciudad, con los alfanges desnudos;pero casi toda la nobleza, que como fuera justo debiera mostrarse másagradecida á tan grande beneficio, manifestó el veneno de sus ánimos,que la envidia de la agena felicidad no dió lugar á que se pudiese masencubrir. Los privados de Andronico, y las personas de mayor estimacionde su nacion, comenzaron á temer nuestras fuerzas, juzgándolas porsuperiores á las que ellos tenian, y que dentro de casa tanto poder enmanos de extranjeros era cosa peligrosa. Estas platicas y discursos lasalentaba el Emperador Miguel, incitado de un oculto sentimiento quecausó en su ánimo la victoria, porque algunos meses antes habia pasadoel estrecho con un ejército poderosísimo, y por miedo de los Turcos ópoca seguridad de los suyos, se retiró con gran pérdida de sureputacion, sin travar ni aún una pequeña escaramuza con el enemigo; ycomo los Catalanes siendo tan pocos vencieron á los que él no se atrevióacometer con tan excesivo número de gente, de esto nació su corrimiento,y de él un grande aborrecimiento y deseo de nuestra perdicion. LosPríncipes sienten mucho que haya quien se les iguale en valor, y aún enla dicha aborrecen á quien se les aventaja, porque el poder no sufrevirtud y partes aventajadas en ageno sujeto, y más cuando en sucompetencia sucede el aventajarse. Si una baja y vil emulacion de unPríncipe en hacer versos causó la muerte á Lucano, ¿Cuánto mayor fuerasi de valor y fortuna se compitiera? Y así no se debe tener por Captancuerdo el que intenta una empresa errada por su Príncipe, si ya n quierecompetir con el del Imperio.

Con el buen suceso que tuvieron no trataron de pasar adelante, ni seguirla victoria: cosa que les hizo perder reputacion, y fué ocasion de hacermuchos excesos en aquella comarca, que irritaron gravemente el ánimo delos naturales y Griegos. Cuando quisieron entrar la tierra á dentro,comenzó el primer dia de Noviembre á entrar con tanto rigor el invierno,con vientos frios y agua que les detuvo. Los rios por sus crecientes sinpoderse vadear, la campaña esteril llena de enemigos, los caminosdifíciles por donde se habia de marchar para socorrer á Philadelphia,eran causas bastantes para diferir cualquier empresa. Roger con elparecer y consejo de sus Capitanes se resolvió de invernar en Cizico,lugar acomodado por la fortaleza del sitio, y abundancia de lasvituallas, y porque el año siguiente fuese menos embarazosa la salidaque si hubieran de partir de Grecia, y embarcar y desembarcar lacaballería tantas veces, cosa de suyo tan molesta.

Dieron luego aviso alEmperador de esta resolucion y aprobóla con mucho gusto, porque era loque más le convenia, por tener el ejército alojado en la frente delenemigo, y apartado de Constantinopla y de los demás pueblos Griegos,donde no faltáran quejas y pesadumbre, aunque cerca de tres mesesanduvieron alojados por Asia sin efecto, trabajando la tierra coninsoportables contribuciones. Mandó Andronico que con mucha diligenciase llevasen por mar las vituallas que no se hallaban en el cabo, con quepasaron los nuestros un invierno muy apacible. El Megaduque Roger enviócon cuatro galeras por su mujer María. El órden que se tuvo en loscuarteles para escusar pendencias entre los soldados y sus huéspedes,fué el siguiente. Los soldados nombraron seis de su parte, y los de latierra otros tantos, para que de comun parecer y acuerdo se pusieseprecio á las vituallas: porque encareciéndose más de lo justo fuera grandescomodidad para los soldados, y dándose á un precio muy bajo noresultase en notable daño de los huéspedes, á más que faltára elcomercio y provision ordinaria que acudia de todas partes conabundancia. Ordenose á Fernando Aones Almirante, que con la armada fueseá invernar á la isla de Jio, puerto seguro y vecino de las Costasenemigas. Es el Jio isla de las más señaladas del mar Egeo, por nacer enella sola el Almaste, cosa que negó naturaleza á las demás partes de latierra.

CAPITULO XII.

Ferran Jimenez de Arenós se aparta de los suyos.

Las cosas de mar y tierra, concertadas en la forma dicha, se pasaba elinvierno con sosiego y mucha conformidad, pero luego nuestras fuerzas sefueron enflaqueciendo con algunas divisiones y discordias civiles.Ferran Jimenez de Arenós, caballero de gran linage, y buen soldado, sedesavino con Roger sobre el gobierno de sus gentes, y pareciéndoledesigual la competencia, se apartó del ejército con los suyos, yvolviéndose á Sicilia, pasando por Athenas se quedó á servir á su Duque,que le recibió agradecido, y honró con cargos militares, en cuyoservicio se detuvo hasta que la necesidad de sus amigos en Galípoli lellamó y volvió á juntarse con ellos, aventurando como buen caballero lalibertad y la vida. Pachimerio dice, que la ocasion de apartarse FerranJimenez de Roger fué, porque muchas veces le advirtió que reprimiese ycastigase los soldados, y como vió que en esto no andaba como debia, seapartó de su compañía con los que le quisieron seguir. ¡Notable fuerzade inclinacion, que apenas se apartaba el peligro de las armasextranjeras, cuando ya las competencias y guerras civiles se encendianentre ellos!.

En abriendo el tiempo, el Megaduque Roger, y su muger María se fueron áConstantinopla con cuatro galeras á tratar con el Emperador de lajornada, y á pedirle dinero para hacer pagamento general antes que elejército saliese en campaña. Miguel estaba en Constantinopla, yqueriendo Roger visitarle y darle razon de lo que pensaba hacer aquelaño, no le dió lugar, porque se tenía por ofendido del mal tratamientoque habia hecho á los de Cizico sus vasallos. Esto dice Pachimerio. Locierto es, que Roger alcanzó de Andronico el dinero con tanta largueza,que pudo dar dobladas pagas; liberalidad grande, si la falta de hacienday dinero con que se hallaba, permitiera que se le pudiera dar estenombre. Tiénese por virtud heróica en un Príncipe la liberalidad si enella concurren dos calidades, tener que dar, y que se lo merezca á quiense dá, y cualquiera de estas dos que falte no es liberalidad sinoinjusticia; y así aunque Andronico repartió las mercedes en personas degrandes merecimientos, como le faltó la primera calidad, que es tenerque dar, túvose por muy excesivo este donativo, y por hierro muy grave,porque estaba el fisco y cámara Imperial tan destruida, que no podiaacudir á las pagas ordinarias, ni á otros gastos forzosos del Imperio.No hay cosa mas perniciosa que el dinero recogido para la defensa comun,desperdiciarle en gastos voluntarios, y cuando la necesidad aprieta,acudir á nuevas impuestos y pechos, dando por razon y causa justa elaprieto la falta que nace de sus excesos y demasías. Las imposicionesson justas, cuando es forzosa la necesidad que obliga á ponerlas, perocuando el Príncipe consume la hacienda con dádivas ó gastos impertinentey excesivos, ninguna justificacion pueden tener, pues solo proceden desus desórdenes ó descuidos.

Trataron Roger, y el Emperador de cómo se habia de hacer la guerra aquelaño, y Andronico solo le encargó el socorro de Philadelphia, lo demásdejó al arbitrio de los demas Capitanes y suyo; porque desde lejos yantes de las ocasiones mal se puede ordenar lo que conviene, ni tomarparecer cierto en cosas tan inciertas y varias como se ofrecen en unaguerra. Dejó Roger á su mujer María en Constantinopla, y navegó con suscuatro galeras la vuelta del cabo el primer dia de Marzo del año miltrescientos tres. Luego que llegó se pasaron las cuentas con loshuéspedes, tomose muestra general, y se halló que los soldados en pocomás de cuatro meses, que fué el tiempo que invernaron, habian gastadolas pagas de ocho, y algunos de un año.

Sintió Roger el exceso ydesorden de los soldados, que como Capitan prudente y práctico, conocióel mal, aunque como dependia su autoridad del arbitrio de los soldados,no se atrevió á poner el remedio que convenia, porque no se disminuyeseó perdiese. Mal puede un Capitan conservar un ejército con puntual yestrecha obediencia, si el poder y fuerzas con que los ha de castigar ledan ellos mismo; de que nace la insolencia y libertad.

Roger conociendo el tiempo, satisfizo los huéspedes, pagando todo lo quehabian gastado en mantener los soldados, y no quiso se les descontase desu sueldo; y así les quedó libre el dinero de las cuatro pagas, queluego les dió, y tomando Roger sus libros de las raciones y cuentas,donde constaba de los gastos excesivos que los soldados habian hecho,los quemó en la plaza pública de Cizico, con que quedaron todosobligados y agradecidos á su liberalidad. Los autores Griegos dicen queCizico y toda su comarca quedó destruida por las crueldades y robos delos Catalanes, y que temiendo el Emperador Andronico que Roger noalargase el salir en campaña, por la mala disciplina y poca obedienciade los soldados, envió su hermana á los últimos de Marzo á Cizico, paraque exhortase á Roger su yerno saliese con el ejército, pues el tiempo yla ocasion convidaban á la guerra, y los soldados recien pagadossaliesen con más gusto.

CAPITULO XIII.

Parte el ejército á socorrer á Philadelphia y vencen á Caramano Turco General de los que la tenian sitiada.

El deseo que tenía Roger de salir en campaña, ayudado de la persuasionde su suegra, hizo que luego se pusiese en ejecucion la salida, y así seseñalo para los nueve de Abril. Estando apercibiéndose ya todos para elviaje, dos Massagetas ó Alanos esperando en un molino que les moliesenun trigo, llegaron algunos Almugavares á tratar con descompostura unamujer que estaba dentro á tomar la harina, salieron á la defensa losAlanos, y entre otras razones que dieron contra Roger su capitan fuédecir: que si les daban tales ocasiones, harian del Megaduque Roger loque hicieron del gran doméstico. Este fué Alejos Raul, que en una fiestamilitar le mataron estos á traicion de un flechazo. Refirieron estaspalabras á Roger, y por su mandado ó consentemiento aquella misma nochelos Almugavares dieron sobre los Alanos, y si la oscuridad de la noche yel cuidado de los vecinos nos les defendiera, los degolláran todos.Murieron muchos, y entre ellos un mozo valiente hijo de George, cabezade los Alanos. A la mañana volvieron á troparse, y quedaron losCatalanes superiores habiendo muerto más de 300 Alanos; y si no temieraá los vecinos de Cizico, á quien por los malos tratamientos tenianirritados, que no tomasen las armas, y se pusiesen de parte de losAlanos, lo hubieran sin duda degollado á todos. Por este caso se apartóla mayor parte de los Alanos del ejército de Roger; solo quedaron con élhasta mil, que con promesas y ruegos los detuvieron. Roger quiso condinero aplacar al padre por la muerte del hijo, pero Gregoriomenospreció el dinero, y al agravio del hijo muerto se añadió la afrentadel ofrecimiento: con que el bárbaro quedó irritado, aunque encubrió laofensa para mayor venganza.

Este suceso alargó la partida hasta los primeros de Mayo, que salieronde Cizico seis mil con nombre de Catalanes, mil Alanos, y las compañiasde Romeos debajo del gobierno de Marulli; pero todos sujetos, y á órdende Roger. Iva tambien Nastago gran Primicerio. Llegaron con estasfuerzas á Anchirao, y de allí con gran valor y confianza, que sí lo dicePachimerio, fueron á sitiar á Germe; lugar fuerte donde los Turcosestaban, y entendida por ellos la resolucion, con sola la fama de suvenida dejaron el lugar, y se retiraron. Pero no pudo ser esto tan átiempo, que su retaguardia no fuese gravemente ofendida de losCatalanes. De allí pasaron á otro lugar que la historia de Pachimerio nole nombra, solo dice que estaba dentro para su defensa Sausi Crisanislaofamoso soldado y Capitan de Búlgaros, á quien mandó ahorcar con doce desus soldados los más principales, sin decir con certeza la ocasion deeste castigo; solo se presume, que habrian defendido mal algun lugar queestaba á su cargo, ó entregado alguna fortaleza, y queriendo Sausidisculparse atravesó razones con Roger, que le movieron á meter mano ála espada, y herirle, y después fué entregado á los que le habian deahorcar. Los Capitanes Griegos detuvieron la ejecucion, y alcanzaron deRoger el perdon; porque le advirtieron el disgusto que tendria elEmperador Andronico si castigase un hombre de tanta calidad, y tan buensoldado, sin haberle dado razon. Era Crisanislao uno de los capitanesBúlgaros que prendió Miguel padre de Andronico en la guerra de la Chana,y detenido gran tiempo en prision fué puesto en libertad por Andronico,y honrado en cargos militares, y en gobiernos de Provincias, y entóncesse hallaba en esta parte de Frigia ocupado en servicio del Emperador.Luego de allí pasó el ejército á Geliana camino de Philadelphia, dondele llego aviso á Roger de algunos lugares fuertes que ocupaban losTurcos, significándole la violencia que padecían, y por carta lesuplicaban les ayudase, pues eran Romeos que se dieron á la fuerza deltiempo, y que se querian levantar contra los enemigos.

Roger les respondió que estuviesen de buen ánimo, que él les socorrería.Con esto pasó adelante á meter el socorro en Philadelphia, que era elprincipal intento que llevaban, Caramano Alisurio que la tenía sitiada,cuyo gobierno se extendía por esta Provincia, con el aviso que tuvo dela venida del ejército de los Catalanes, levantó el sitio con la mayorparte de su ejército, y caminó la vuelta de ellos, con deseo de vengarla rota del año antes que los Catalanes dieron á sus compañeros. Estopareció que le convenia, y no aguardarlos sobre Philadelphia; ciudadgrande, y con gente armada, que animada del ejército amigo saldria ápelear. Dejó algunos fuertes guarnecidos, con que le pareció que los dela ciudad no intentarian el salir, pero dos millas lejos al amanecer sereconocieron de una y otra parte, y se pusieron en órden para pelear.

Elejército de los Turcos llegaba á ocho mil caballos y doce mil infantesCaramanos todos, los mas valientes y temidos de toda la nacion,superiores en número á los nuestros, pero muy inferiores en el valor, enla disciplina, en la ordenanza militar, y en las armas ofensivas ydefensivas; solo habia igualdad en el ánimo y deseo de pelear. Rogerdividió en tres tropas su caballería, Alanos, Romeos y Catalanes, yCorbaran de Alet, á cuyo cargo estaba la infantería, la dividió en otrostantos escuadrones, y hecha señal de acometer se envistieron congallardo ánimo y bizarría. Travóse la batalla muy sangrienta para losTurcos, por que los Catalanes más prácticos en herir, y más seguros porlas armas de ser ofendidos, hacian grande daño en ellos con muy pocosuyo. Junto á los conductos de la ciudad fué donde más reciamente seenvistieron. Pero los Turcos valientes y atrevidos no dejaban por todoslos caminos que podian de ofender á los nuestros, y poner en duda lavictoria, que hasta al medio dia anduvo varia; pero el valoracostumbrado de los Catalanes la hizo declarar por su parte con notabledaño de los Turcos. Escaparonse huyendo hasta mil caballos, de ocho milque entraron en la batalla, y solos quinientos infantes, y CaramanoAlisurio se retiró herido. De los nuestros perecieron ochenta caballos,y cien infantes. Rehechos sus escuadrones, pasaron la vuelta dePhiladelphia, siguiendo lentamente al enemigo, y temiendo alguna granemboscada de sus copiosos ejércitos. Los Turcos de los fuertes, sabidala rota, los desampararon, y fueron siguiendo su Capitan vencido. Fué lapresa y lo que se ganó en esta batalla, segun Montaner, de muchaconsideracion.

Con esta victoria comenzaron á levantar cabeza las ciudades de Asia,viendo que los nuestros habian dado principio á su libertad, que losTurcos tenian tan oprimida. Llegó esta opresion á tanto extremo, que lesquitaban las mujeres y los hijos para instruirles en su secta.Profanaban los templos y monasterios tan antiguos, donde habiadepositados tantos cuerpos de Santos, y grande memoria de nuestraprimitiva Iglesia que tanto floreció en aquellas Provincias, trocando elverdadero culto en falsa y abominable adoracion de su profeta. Pero comopor los justos juicios de Dios estaba ya determinada la destruicion yservidumbre de todo aquel Imperio y nacion, fué de poco provecho paraalcanzar entera libertad todo lo que los nuestros hicieron, antes pareceque se confirmó con esto su perdicion; pues cuando los grandes remediosno curan la dolencia porque se dan, es casi cierta la muerte. NuestrosCapitanes se detuvieron antes de entrar en Philadelphia, reconociendoalgunos lugares vecinos adonde se pudieron haber retirado y rehecho;pero todo lo hallaron libre de los Turcos; á quien el miedo hizo alargarmuchas leguas.

CAPITULO XIV.

Entra en Philadelphia el ejército victorioso. Ganánse algunos fuertesque el enemigo tenía cerca de la ciudad, y dan segunda rota á los Turcosjunto á Tiria.

Libres los de Philadelphia del sitio, que tan apretados les tuvo por elvalor de las armas de los Catalanes, salieron á recibir el ejército losmagistrados y el pueblo, con Teolepto su Obispo, varon de rara santidad,y por cuyas oraciones se defendió Philadelphia más que por las armas delejército que la guardaba. Entraron las tropas de nuestra caballeríaprimero, con los estandartes vencidos y ganados de los Turcos.

Seguíandespués el carruaje lleno de los Despojos enemigos, y gran número demujeres y niños cautivos, y algunos mozos reservados para el triunfo dela entrada. Las compañías de infantería eran las últimas, y en medio deellas las banderas y los Capitanes más señalados, con lucidísimas armasy caballos, que como cosa nunca vista de los de Asia, les causó grandeadmiracion. No hubo en aquella entrada soldado por particular que fuese,que no vistiese seda ó grana, aunque en aquel tiempo los Turcos nousaban trajes costosos, pero entre los despojos de los Griegos habianalcanzado gran cantidad de ropa y vestidos de mucho precio, que en estavictoria se cobraron. Detuviéronse quince dias en la ciudad,entretenidos con las fiestas y regocijos que se les hicieron; porque fuécosa notable el amor y el respecto con que les trataron los naturales,como quien reconocia de ellos la libertad y la vida que tan aventuradaslas tuvieron. La necesidad siempre es agradecida, pero con el beneficioque recibe, seacaba.

Roger salió de Philadelphia á poner en libertad á algunos pueblos de queestaban apoderados los Turcos, y entre otros á Culla algunas leguas masadelante hacia el Levante de la Ciudad; pero sabida la retirada y huidade su ejército, se retiraron los turcos. Los naturales los recibieronabiertas las puertas, como quien escapaban de tan dura servidumbre,pareciéndoles que con esto alcanzarian perdon de haberse entregado antesfácilmente á los Turcos. Roger perdonó la multitud del pueblo, perocastigó gravemente á muchos.

Cortó la cabeza al Gobernador, y al másprincipal viejo del regimiento condenó á la horca. Estuvo un ratopendiente de ella sin morir, y atribuyendolo á milagro cortaron la sogalos que estaban presente, y le libraron.

Volvió el ejército á Philadelphia, y según Pachimerio dice, Rogerrecogió muchos ducados, y se hizo contribuir más de lo que debiera; porsentirse ya en la Ciudad la falta de bastimentos, por ser muy populosade suyo, y tener dentro el ejército, después de haber padecido un largositio que fué tan apretado que una cabeza de jumento se vendió por unprecio increíble. Nastago Duque y Primicerio del Imperio, que militabaen este ejército con Roger, se apartó de él y se fué á Constantinopla,porque no podia ver como Griego maltratar á los naturales, y lasdemasías que Roger hacia con ellos; y así llegado á Constantinopla quisoque el Emperador le yese, y como esto se le negó por los deudores yamigos de la mujer del Megaduque, á l que yo puedo entender, se fué alPatriarca, y por su medio el Emperador dió oidos á las quejas que traiacontra Roger, de que se encendió en el Palacio una gran discordia entrelos amigos y émulos del Megaduque.

Pareció á los Capitanes del ejército que convenia hechar primero alenemigo de las Provincias marítimas, porque no quedase poderoso á lasespaldas, y porque la vecindad de su armada les diese más fuerzas yseguridad. Con esta determinacion partieron luego de Philadelphia paraNiza, Ciudad de Licia, y de allí á Magnesia la que está en la ribera delrio Meandro, donde apenas llegó Roger cuando dos ciudadanos de Tiriavinieron á pedirle socorro diciendo; que la Ciudad no estababastantemente fortificada que pudiese defenderse de los terriblesasaltos del enemigo, y que si el socorro se tardaba, era cierto elperderse: que los Turcos con poco cuidado se podian coger á tiempo queestuviesen derramados por aquellas vegas, y hacer alguna buena suerte,con grande honra del ejército y provecho suyo: que en llegando la nochese retiraban á los bosques, y salido el sol volvían á talar y destruirla campaña. Roger con la mayor presteza y diligencia que pudo tomó lagente más desembarazada y suelta, y fué la vuelta de Tiria para metersedentro de ella antes del dia. Llegó á ser tan buen tiempo, que losTurcos ni le pudieron descubrir, ni sentir, habiendo caminado treinta yseis millas en diez y siete horas.

Vino la mañana, y los Turcos comenzaron á bajar á la llanura, y llegarseá la ciudad, y ya estaban cerca de las puertas para hacer susacostumbrados acometimientos, cuando Corbaran de Alet Senescal salió árebatirlos con doscientos caballos y mil infantes. Cargó sobre ellos contanta gallardia, que les rompió y degolló la mayor parte, pero la quequedaba entrera en reconociendo á los nuestros se fué retirando hacia laaspereza de la montaña. Corbaran les siguió con parte de la caballería;pero como los caballos de los turcos estaban desembarazados, y losnuestros cargados con el peso de las armas, llegaron á la falda delmonte á tiempo que los Turcos temerosos y cuidadosos solo de sus vidas,habian dejado los caballos, y mejorándose de puesto, porque tomaron losaltos de donde mejor se podian guardar y ofender, impidiendo la subida ásus enemigos. El Senescal con mejor ánimo que consejo, mandó que seapeasen los suyos, y él hizo lo mismo, y acometió segunda vez á losTurcos; pero como ellos estaban en lo alto, y tenian algunos reparos conpiedras, y flechazos defendían la subida, y tiraban golpes más seguros yciertos á los que más se señalaban, Corbarán, como valiente y esforzadocaballero, era de los que más les apretaban por su persona, y para subircon más ligereza, y andar más suelto, se quitó las armas, después elmorrion, ocasion de su muerte; porque le dieron un flechazo en lacabeza, de que luego murió, con cuya pérdida los demás se retiraron.

Con la muerte de tal Capitan trocóse la victoria de este dia en tristezay sentimiento; porque perder una buena cabeza suele causar algunas vecesinconvenientes y daños de mayor consideracion, que no lo es el provechoque resulta de la victoria que se adquiere con su muerte. Sintiólo Rogermucho, que le tenia concertado de casar con una hija suya, y puesta ensu persona su mayor esperanza. Perdio la vida Corbarán con más honrosofin, que los demás Capitanes, porque cayó con la espada en la mano, y enla misma victoria, y no por manos de traidores como otros compañerossuyos. Es corto el discurso de los hombres que se tiene por grandesdicha lo que se pudiera contar entre los prósperos sucesos de lavida. Prévinole á Corbarán una muerte honrada á otra cruel y afrentosa,pues corriera, como es de creer, el mismo riesgo que los demásCapitanes. Enterrándole en un templo dos leguas de Tiria, á donde diceMontaner, que estaba el cuerpo de San Jorge. Hiciéronle compañía diezCristianos, que solos murieron en aquel encuentro.

Levantáronle unsepulcro de mármol, y honráronle con grandes obsequias, pues solo paracumplir con su memoria se detuvieron ocho dias. De Tiria despacharonórden á su armada, que estaba en la Isla del Jio, para que lo más prestoque pudiese pasase á Tierra firme de la Asia, y que se detuviese en Aniaaguardando segunda órden.

CAPITULO XV.

Llega Berenguer de Rocafort con su gente á Constantinopla, y por órdendel Emperador se junta con Roger en Epheso.

Berenguer de Rocafort llegó de Sicilia por este tiempo á Constantinoplacon algunos vajeles y dos galeras, y con dos cientos hombres de ácaballo, y mil Almugavares, habiendo cobrado ya del Rey Cárlos el dineroque le debia, y restituido los castillos de Calabria que estaban en supoder. Mandóle luego Andronico, que navegando la vuelta de la Asia,procurase juntar sus fuerzas con las de Roger; y así con mucha brevedadllegó al Jio, adonde halló á Fernando Aones de partida, y juntosllegaron á Ania, de donde avisaron á Roger don dos caballos ligeros dela venida de Rocafort con los suyos. Llegó esta nueva antes de salir deTiria, y causó generalmente en todo el campo grandísimo contento, asípor la gente que Rocafort traía, que era mucha y escogida, como por laopinion que tenía de muy valiente y esforzado Capitan.