Expedición de Catalanes y Argoneses al Oriente by D. Francisco de Moncada - HTML preview

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AunqueNicephoro dice, que los Masagetas y Turcoples cuando tocaron lastrompetas para envestir, huyeron, porque tenian resuelto de no servir alEmperador, y los Turcoples tenian trato con los Catalanes.

De cualquiermanera que ello fuese, ó después de haber envestido, ó antes, huyeron, yla infantería descubierta por el siniestro lado de toda la caballeríaque le sustentaba, quedó, dice Nicephoro, como la nave sin arbol y sinvelas en la mayor furia de la tempestad. Parte de nuestra caballería,que se habia juntado de Almugavares y marineros, habia desmontado yacometido á pie por aquella parte. La ocasion que tubieron paradesmontar estas tropas, fué solo por hallarse inútiles en este genéro deservicio, y que si no dejáran los caballos no pudieran pelear. Los demásescuadrones de infantería, libres de la mayor parte de la caballeríaenemiga que les pudiera dañar, cerraron por la frente tan vivamente, quedegolladas las primeras hileras donde estaban sus mas lucidos yvalientes soldados, todo lo demas de la infantería se puso en huidaaunque la caballería de Thracia y Macedonia, como la mejor y de mayorreputacion de aquellas Provincias, mantuvo por gran rato su puestopeleando con nuestra caballería, y defendió uno de sus escuadrones queno fuese roto, hasta que los Almugavares le abrieron por el otrocostado, y por la frente, y entonces su caballería con mucha pérdidadejo el puesto, huyendo la vuelta de Cipsela. Miguel, como buen Príncipey valiente soldado viendo sus escuadrones rotos, y caballería, parteretirada, y parte deshecha, y en quien tenia puesta la mayor esperanzade vencer, sacó su caballo la vuelta del enemigo, y luego repentinamentequedó el caballo sin freno, y se arrojo á vuelta de los enemigos,detenido de los que estaban en su guarda hubo de subir en otro caballo,y sin tener por mal agüero el haber perdido el freno su caballo, semetia por lo mas peligroso, y con gran presteza animaba unos y socorriaá otros, cuando con amenazas, cuando con ruegos, llamando á susCapitanes y Maestres de Campo por sus nombres, que volviesen las caras,que resistiesen, que no perdiesen aquel dia con tanta mengua lareputacion del Imperio Romano. Los soldados y Capitanes, perdido una vezel miedo á su fama, y puesto en ejecucion caso tan feo como desampararla persona del Príncipe, tambien la perdieron á sus ruegos y quejas,porque cuanto mayor es la infamia de un hecho, tanto más dificil es elarrepentimiento. Entonces Miguel quiso con el ejemplo, ya que no pudocon las palabras, obligarles, y juzgando por grande afrenta no aventurarsu vida por la de los suyos vuelto á los pocos que les seguían, lesdijo: Ya llegó tiempo, compañeros y amigos, en que la muerte es mejorque la vida, y la vida mas cruel que la misma muerte. Muerase conreputacion, si se ha de vivir con infamia. Y levantando el rostro alcielo, pidiendole su ayuda, se arrojó con su caballo en medio de losnuestros. Siguieronle hasta ciento de los más fieles, y por un grandeespacio puso la victoria en duda; tanto puede en semejantes ocasiones lapersona del Príncipe que se aventura. Hirió á muchos y mató á dos.

Unmarinero catalan llamado Berenguer, que en la jornada de este dia sehalló sobre un buen caballo, y con lucidas armas despojos de la victoriapasada, anduvo entre los enemigos tan bizarro, que Miguel por entrenabascausas le tuvo por algun señalado Capitan de nuestra nacion, y con deseode mostrar su esfuerzo, se fué para él, y le dió una cuchillada en elbrazo izquierdo. Resolvió sobre Miguel el marinero con tanta presteza,que sin darle tiempo de sacar su caballo, á golpes de maza le hizosaltar el escudo, y le hirió en el rostro, y al mismo tiempo le mataroná Miguel el caballo, y le tuvieron casi rendido, pero algunos de suguarda le socorrieron valientemente, y uno de ellos le dió su caballocon que se salvó. Quedando muerto por librar á su príncipe, Miguelperdida la mayor parte de su gente, y libre del peligro por su valor ypor su dicha, se salió de la batalla, llevado más por la fuerza de lossuyos, que por su voluntad. Intentó muchas veces volver á cobrar lareputacion pérdida, pero siempre fué detenido, y su coraje rebentó enlagrimas.

Retiróse dentro del Castillo de Apros, con que la victoria sedeclaró por nosotros. No se siguió el alcance, porque entendieronsiempre que á los Griegos les quedaban fuerzas enteras para volversegunda vez á pelear, y temieron alguna emboscada, según Pachimeriodice, y añade, que fué particular providencia de Dios el miedo quetuvieron los Catalanes de la emboscada, para detenerles que noejecutasen la victoria, donde perecieran muchos más; y Miguel llegara ásus manos. Contentáronse con quedar señores del campo, y aguardar lamañana que les desengañaría de sus sospechas. Toda aquella noche seestuvo con las armas en la mano. Llegó la mañana, y reconocieron que suvictoria habia sido con entero cumplimiento. Acometieron á Apros elmismo dia, que defendido solo de sus vecinos, fácilmente se entró. Eneste lugar se detuvieron ocho dias, para que los heridos se curasen ylos demás descansasen del trabajo y fatiga de la batalla. Súpose luegocomo la gente que Miguel aguardaba, y según los espías refirieron ya sele habia juntado antes de la batalla, y que todo estaba vencido.Perecieron, según Montaner del enemigo diez mil caballos, y quince milinfantes; de los nuestros veinte y siete y nueve caballos. RetiradoMiguel dentro de Apros, no se tuvo por seguro, y aquella misma noche sesalió, y se fué á Pambhilo y de allí á Didimoto donde estaba su padre,de quien, cuenta Nicephoro que fué reprehendido gravemente, porque pusosu persona tan atrevidamente en tanto riesgo, que lo que en un soldado,ó Capitan se debia de alabar, en un Emperador era digno de reprehension;palabras nacidas de la aficion de un padre, más que de lo que debieraaconsejar si no lo fuera, porque no sé yo que tenga el Príncipe mayorobligacion de aventurarse, que la que Miguel se aventuró, cuando ve susescuadrones deshechos, su reputacion en peligro, su gente muerta y susestados pérdidos.

¿Qué Príncipe de los celebrados en la memoria de lasgentes dejó de poner su vida al mayor riesgo, cuando la importancia y lagrandeza del caso és de tal calidad?.

Con esta victoria, la mayor parte de la Provincia de Thracia quedó pordespojos de los nuestros. Las Ciudades populosas y fuertes no padecieronen esta comun tempestad, porque siendo los Catalanes tan pocos, no sequerian ocupar en asaltar murallas, donde forzosamente habian de perdergente, y si algunas tomaron, fué porque el descuido del enemigo lesconvidó para que lo pudiesen hacer, sin aventurarse mucho. Los moradoresde las aldeas y poblaciones de Griegos de toda la Provincia, sabida lapérdida de su ejército, dejaron sus casas, y sus haciendas, y el trigoque estaba ya para recoger, y peregrinando por reinos vecinos,acrecentaron el temor de nuestra venganza; y dice Pachimerio que entrabade todas parte infinita gente huyendo, y que parecia Constantinopla laespera de Empedocles. Fué ocasion esta victoria de que sucediese enAndrinopolis un caso lastimoso á los Catalanes que estaban presos desdela muerte de Roger, que llegaban al número de sesenta. Tuvieron aviso dela victoria de Apros, animarónse á intentar su libertad.

Estaban en unacárcel fuerte de una torre, rompieron los grillos, y acometieron unapuerta no la pudieron abrir, subieron á lo alto de la torre parareconocer algun camino de su libertad, no fué posible hallarle, y comodesesperados de hallara piedad en los Griegos, desde arriba, con lasarmas que pudieron alcanzar, pelearon valientemente con los ciudadanosde Andrinopoli que sitiaron la torre, y la procuraron ganar á fuerza dearmas, pero fué tanto el valor de los que la defendían, que no fuéposible hacerles daño.

Finalmente después de heridos, los ciudadanosdesesperados de poderles rendir, se resolvieron de quemar todo eledificio y torre. Diéronle fuego por todas partes, y en poco rato seencendió con gran ruina del edificio. Por entre las llamas y el fuegoarrojaban piedras y dardos, y medio abrasados peleaban.

Despidieronse, yabrazados unos con otros, hecha la señal de la Cruz, así lo dicePachimerio, se arrojaron en el fuego todos, y entre ellos dos hermanosde linage ilustre, y de ánimo valeroso, abrazandose con gran lástima delos circunstantes se arrojaron de la torre, y escaparon del fuego, quecon mas piedad les perdonó que el hierro de los perfidos Griegos, dequien fueron despedazados. Entre estos sesenta solo hubo uno que diesemuestras de rendirse, á quien los otros arrojaron de la torre. Despuésde haber destruido y talada la mayor parte de la Provincia, volvieron áGalípoli, acrecentados de reputacion, de hacienda, y de gente, que seles juntaba de Italianos, Franceses y Españoles, que pudieron escapar dela crueldad y furia de los Griegos.

CAPITULO XXXVII.

Estado de las cosas de Andronico, y de los Griegos.

En todos tiempos y edades se ha mostrado la igualdad de la justiciadivina, pero en unos se ha señalado mas que en otros con el azote dealguna pestilencia, hambre, ó guerra. Esta última se tomó para castigode Andronico, y de los Griegos que apartados de la obediencia de laRomana Iglesia, madre universal de los que militan en la tierra, cayeronen mil errores y por ellos, y por los demas pecados que antes sesiguieron, permitió Dios que los Catalanes fuesen los ministros de suejecucion. Añadióse á los daños de la guerra, males y divisionescaseras, que entre los Príncipes suele ser el último y mayor de lostrabajos, porque con él se confunden los consejos, y se enflaquecen lasfuerzas, y es un breve atajo para su ruina.

Irene mujer del Emperador Andronico juzgaba por cosa indigna de sugrandeza y sangre, que sus tres hijos Juan, Teodoro, y Demetrio notuviesen parte en el Imperio de su padre por tener hijos de otra madrellamados primero á la sucesion. Miguel ya nombrado por Emperador, yConstantino Despota. Procuró por todos los medios posibles, que sumarido Andronico dividiese entre sus hijos algunas Provincias de suimperio. No le fué concedida esta demanda. Volvió segunda vez á tantearotro medio mas perjudicial y dañoso para el Imperio que el primero, yfué pedir que les declarase sucesores y compañeros de Miguel su hermano.Negosele tambien con, que Irene mujer ambiciosa conociendo el amorgrande de su marido, y que apartándose de él doblara á su constancia, yque el deseo de volverla á ver fuera mas poderoso que lo habian sido susruegos, fuese á Thesafonica con gran contradicion de su marido, aunquepor no publicar males tan íntimos y secretos, mostró en lo exterior queno le desplacia. Nunca ausencia se tomó por medio para acrecentar unaaficion, antes suele ser con que la mayor se desvanece, como siempresuele esperimentarse: El amor y aficion de Andronico se fué perdiendo, yla mujer al mismo paso desesperando y cerrando la puerta á supretension, trocó los ruegos en amenazas. Admitió platicas y tratos dePríncipes extranjeros enemigos de Andronico. Envió á llamar á su hiernoCrales Príncipe de los Tribalos y de Servia, casado con su hijaSimonide, y le dió todas las joyas, y tanto dinero, que Nicephoroquiere, que con él se pudiera fundar renta para sustentar cien galeras,en defensa de los mares y costas del Imperio. ¿Con esta division, quépoder no se deshiciera? ¿qué Reino no se acabára? Y mas sobreviniendo unejército de gente enemiga, á quien el deseo de su venganza puso en lanecesidad de morir, ó vencer.

CAPITULO XXXVIII.

Los nuestros hacen algunas correrias, y toman á las ciudades de Rodesto,y Pacía.

Retirados á Galípoli después de la victoria, quedaron dueños absolutosde la campaña, y Andronico sin atreverse á salir de Constantinopla, niMiguel de Andrinopoli, tan apretados les tuvieron nuestras armas.Andronico á las quejas de tantos daños como hacian los Catalanes en susProvincias, encogió los hombros, atribuyendo á sus pecados el castigoque Dios le enviaba y confesaba que no era poderoso para resistirles.Hasta Moaronea, Radope, y Bizia, ciento y setenta millas de Galípoli,entraban haciendo correrias, con universal temor y asombro de todas lasProvincias; porque no habia lugar que estuviese libre de su furia porremoto y apartado que fuese. Las Ciudades que por su fortaleza de murosno podian ser acometidas, sentian estos males en sus vegas, y en susjardínes, quemando y talando lo mas estimado, y haciendo prisioneros ámuchos de quien sacaban grandes y contínuos rescates, y no solocompañías enteras, pero cuatro, ó seis soldados hacian estos lances.Pedro de Maclara Almugavar, que servia en la caballería, hallándose unanoche entre sus camaradas desesperado de haber perdido lo que tenia aljuego, resolvió de rehacer lo perdido, y desquitarse con algun daño desus enemigos, de que le resultase provecho. Subió á caballo, y con doshijos que tenia, caminando siempre entre enemigos, llegó á los jardinesque están pegados á Constantinopla, donde luego la suerte le puso entremanos un padre y un hijo mercaderes Genoveses.

Hizolos prisioneros, ydió con ellos en Galípoli sin que persona alguna se lo estorbase, conhaber veinte y cinco leguas de retirada. Hubo por su rescate mil yquinientos escudos, con que el Almugavar recompensó lo perdido, y ganóreputacion de valiente y plático soldado. Estas y muchas otrascorrerias, refiere Montaner, que se hacian con igual felicidad yadmiracion. A tanto llegó el atrevimiento de los Catalanes. Vióse Romacabeza del mundo, conocida entonces en tanta grandeza y gloria, quedesvanecida con sus victorias y triunfos, se atribuyó el renombre deeterna; pero las armas de los Godos y Vandalos mostraron cuan brevesfueron sus glorias, y cuan falso su atributo. Lo mismo sucedió áConstantinopla cabeza del Imperio Oriental; en quien juntamente selevantaron y merecieron el poder y la piedad por el grande Constantino;en cuyos sucesores se conservó, hasta la ira de Dios se ejecutó sucastigo, entregándola por despojos á naciones extrañas, y en este tiempocasi forzada de pocos Catalanes y Aragoneses, á recibir leyes la que lasdaba á tantos Reinos y gentes.

Ardia en los corazones de los Catalanes el deseo De vengar la muerteafrentosa de sus Embajadores, en los naturales y vecinos de Rodesto,donde tan inhumanamente fueron despedazados y muertos. Salieron á estajornada hasta los niños, en quien fué mas poderosa la pasion de suvenganza, que la flaqueza de su edad.

Estaba esta Ciudad ribera del mar,sesenta millas de camino por tierra de Galípoli. Para llegar á ellaforzosamente se habian de dejar los nuestros pueblos enemigos á lasespaldas, y esta seguridad causó descuido en los vecinos de Rodesto,porque nunca creyeron que los Catalanes se aventurarian sin tener laretirada llana y sin peligro, pero estas dificultades fueran bastantes,si el agravio no las atropellará. Al amanecer escalaron las murallas, yla entraron sin hallar Resistencia ejecutando muertes con tantacrueldad, que por este hecho primeramente, y por los demas que fueronsucediendo, quedó entre los Griegos hasta nuestros dias por refran: lavenganza de los Catalanes te alcance. Esta es la mayor Maldicion queentre ellos tienen ahora la ira y el aborrecimiento: tan viva se lesrepresenta siempre la memoria de aquel estrago. Dice Montanerencareciendo el desorden que hubo por nuestra parte, que los Capitanes yCaballeros no pudieron detener ni impedir las crueldades que losvencedores ejecutaron en los vencidos, porque perdido el temor de Dios yel respeto debido á sus Capitanes, y el de su misma naturalezas,despedazaban cuerpos inocentes, por la edad incapaces de culpa; hastalos animales quisieron entregar á la muerte, porque en el lugar noquedase cosa viva. De allí pasaron á Pacía ciudad vecina, y la ganaroncon la misma facilidad, y trataron con el mismo rigor. Parecióles ánuestros Capitanes ocupar estos puestos, por que la gente iba creciendo,y era ya bastante para dividirse y acercarse á Constantinopla, cuyaperdicion y ruina era el último fin de sus peligros y fatigas. Amontaner dejaron en Galípoli solo con algunos marineros, conAlmugavares, y treinta caballos.

CAPITULO XXXIX.

Fernan Jimenez de Arenós llega á Galípoli, entra á correr la tierra, yal retirarse derrota dos mil infantes, y ochocientos caballos delenemigo.

Fernan Jiménez de Arenós, uno de los mas principales CapitanesAragoneses que vinieron con Roger en Grecia, por algunos disgustos, comodijimos arriba, se apartó de nuestra compañía. Con los pocos que lesiguieron se fué al Duque de Athenas, donde se detuvo algun tiemposirviendo en las guerras que el Duque tuvo con sus vecinos; que fueronmuchas y varias; accidentes forzosos que padecen los estados pequeñosque tienen por vecinos Príncipes poderosos. En todas ellas FernanJiménez ganó reputacion y ocupó lugar honroso, pero el peligro de susamigos en su ánimo pudo tanto, que dejó sus acrecentamientos seguros yciertos, por socorrerles con su persona. Habida licencia del Duque, conuna galera, y en ella ochenta soldados viejos, llegó á Galípoli. Fué detodos recibido con notables muestras de agradecimiento.

Diéronle muchoscaballos y armas para poner su gente en órden, y con algunos amigos quele quisieron seguir juntó trescientos infantes, y sesenta caballos, ycon ellos entró la tierra adentro. Después de haberse visto con losCapitanes que estaban en Rodesto, y Pacía, y comunicado con ellos suresolucion, caminó con su gente la vuelta de Constantinopla y pasado elrio, que los antiguos llamaron Batinia, saqueó y quemó muchos pueblos ávista de la Ciudad. Andronico de los muros miraba como se ardian lascasas, y creyendo que todo nuestro campo era el que tenía delante, noquiso que saliese gente, antes la puso en guarda y seguridad deConstantinopla, repartida por sus muros esperando que nuestras espadasse habian de emplear aquel dia en su última ruina: recelos fueron estosde Andronico bien fundados y advertidos; porque el pueblo lleno depavor, acostumbrado al ocio, no trataba de tomar las armas para supropia defensa. La gente de guerra mercenaria de Turcoples, y Alanos, nipor naturaleza ni por beneficio obligada al servicio de su Príncipe,rehusaba y temia los peligros, á mas de las sospechas del trato quetenian con nuestros Capitanes.

Entre estos temores y desconfianzasandaba metido Andronico, cuando supo que Fernan Jiménez de Arenós consolos trescientos era el autor de tantos daños, y que Rocafort con elgrueso del ejército andaba junto á Rodope. Entresaco Andronico de sucaballería ochocientos, y con dos mil infantes, les mandó salir ó cargará Fernan Jiménez que se retiraba con riquísima presa. Salieron con buenánimo y resolucion, y pasando aquella noche el rio, ocupando un puestoaventajado, paso forzoso para los nuestros, se pusieron en emboscada.Descubrieronla luego los corredores de Fernan Jiménez, y como laretirada no podia ser por otra parte, hecho alto, dijo á los suyos: Yaveis amigos que el enemigo nos tiene cerrado el paso, y que solo puedeallanarle nuestro valor. Lo que en esto se interesa, no es menos que lavida nuestra en el último peligro. Los contrarios que tenemos delante,son los mismos que habeis vencido tantas veces con mayor desigualdad. Sumultitud solo ha servido siempre de aumentar nuestras victorias, tansegura la tenemos en esta como en las demas ocasiones pues se resuelven,según vemos, de aguardarnos y pelear. El puesto aventajado les dáconfianza, olvidados de que nuestras espadas penetran defensas y reparosinexpugnables.

Conozco esta gente vil que donde quiera les ha dealcanzar el rigor de nuestra justa venganza. Dicho esto hizo cerrar suinfantería de almugavares, y el con sus pocos caballos envistió lastropas de la caballería enemiga. Peleóse valientemente, pero los dos milinfantes Griegos, acometidos de los trescientos Almugavares, fueron casitodos degollados con tanta presteza, que tuvieron lugar de socorrer áFernan que andava peleando con la caballería, y fué tan importante suayuda, que luego dejaron los enemigos el paso libre con pérdida de 690caballos entre muertos y presos. Victoriosos y llenos de despojospasaron adelante y llegaron á Pacía, donde Rocafort poco antes habiallegado de correr de Rodope.

CAPITULO XL.

Fernan Jimenez gana el Castillo y lugar de Modico.

Paréciale á Fernan Jiménez que para asegurar sus cosas, importaba tomaralguna plaza donde pudiese tener cuartel á parte del que tenia Rocafort,porque su condicion no daba lugar á que pudíesen vivir juntos.

Lanobleza de sangre de Fernan y su trato llevaban tras si á muchos de losque seguían á Rocafort, pero temiendo su ira como del mas poderoso, noosaban descubiertamente dejarle sin tener la seguridad de alguna plaza.Modico lugar del enemigo mas vecino, puesto á la parte del estrecho, almedio dia de Galípoli, fué lo que pareció intentar de ganarla porsorpresa; y como no les sucedió bien, pegados casi al lugar sefortificaron, y abrieron sus trincheras. Condenaban la resolucion deFernan los bien entendidos del arte militar, porque con 200 infantes, yochenta caballos que solos tenia, no se podria emprender cosa tandifícil como lo era ganar un pueblo, habiendo dentro setecientos hombrespara tomar armas, pero la vileza de sus ánimos, y la constancia de losnuestros, hizo facil lo imposible. Cuando á una nacion le falta laindustria y el valor, forzosamente ha de dar buenos sucesos al enemigoque la quisiere sujetar, porque ni el número de la gente, ni la defensade las murallas, le sirve de reparo. Los miserables Griegos de estepueblo con ser 700, y los nuestros apenas trescientos, se encerrarondentro de sus murallas como si todo el campo de los Catalanes lessitiara, sin salir á pelear ni á deshacer lo que su enemigo trabajabapara su ruina. Fernan Jiménez levantó un trabuco, y con él batió algunosdias lo que parecia mas flaco, pero tiraba piedras de tan poco peso, queno hacia daño en sus murallas fuertes, y muy levantadas. Arrimabanseescalas algunas veces, y todo fué sin fruto. Montaner de Galípolisocorria con bastimentos y vituallas; solo los nuestros cuidaban deasegurarse dentro de sus fortificaciones, dando cuidado al enemigo, yrendirle á vivir mas descuidado. Con su asistencia y pertinaciaalcanzaron al fin lo que pretendian, porque los Griegos después delargos siete meses de sitio, creció en ellos el desprecio de susenemigos, y al mismo paso el descuido de guardarse. Las centinelas eranpocas, y esta no muy ordinarias. El primero de Julio celebraron losGriegos dentro de su pueblo con gran solemnidad una de sus fiestas, ycomo el mayor de sus deleites es el de el vino, vicio que en todas lasedades infamó mucho esta nacion, bebiendo de manera, olvidados de que elenemigo estaba sobre sus murallas, y atento á las ocasiones de su daño,que unos bailando, otros á la sombra durmiendo, dejaron de guarnecer lasmurallas como solian. Fernan Jiménez desesperado ya de que Modico se lerindiese, y de tomarle, estaba dentro de su tienda dudoso de lo quehabia de hacer, cuando las voces y algazara de los que bailaban le sacóde su tienda. Poco á poco se arrimó á las murallas, reconociéndolas singente, mandó que ciento de los suyos diesen una escalada, y él con lorestante acometeria la puerta. Pusose con diligencia increíble estaejecucion en efecto. Los ciento arrimaron las escalas, y subieron hastasetenta de ellos sin ser sentidos, y ocuparon tres torreones. LosGriegos despertando de su sueño tan dan dañoso, tomaron las armas,incitados mas por la fuerza del vino que por su valor, y procuraronhechar de los torreones á los nuestros. En este combate ocupados todos,no acudieron á la puerta que Fernan habia acometido, y así sin tenerquien la defendiese, la puso por el suelo, y entró á pié llano por ellugar, dando por las espaldas á los que combatian los torreones.Fuéronse retirando y defendiendo en las torres estrechas de las calles,y últimamente pusieron sus seguridad en la huida, y con ella dejaronlibre el lugar y el castillo á Fernan, con la mayor parte de sushaciendas. Este fin tuvo el sitio de Modico, y la dichosa pertinacia deun Aragonés, en los ocho meses que duró este sitio. No hallo cosanotable de escribir de los nuestros que estaban en los demas presidios,solo ordinarias correrias la tierra á dentro para buscar el sustentoforzoso.

CAPITULO XLI.

Dividense los nuestros en cuatro partes, Montaner rompe á George de Cristopol.

Ganado el lugar, y castillo de Modico, Fernan Jiménez de Arenós le tomópor presidio y plaza suyas.

Rocafort dividió su gente en Rodesto yPacía, Montaner, escribano de racion, quedó gobernando en Galípoli,donde los bastimentos y armas de todo el campo se juntaban y prevenian.Si á los soldados de los demas presidios le faltaban armas, caballos yvestidos, acudian á Galípoli. Allí residian los mercaderes de todasnaciones, los heridos, viejos, y otra gente inútil, que como lugar masapartado del enemigo, se tenia por mas seguro. Con este modo de goviernose sustentaron los nuestros cinco años, sin que en todas aquellascomarcas se labrase campos ni viñas, cogiendo solamente lo que la tierranaturalmente producia.

Esta manera de hacer la guerra los tiempos la hanmudado y mejorado, porque el principal intento no es desolar y trocar endesiertos las campañas, sino conservarlas para el uso propio; porqueganarse una Provincia para destruirla, y totalmente impedir lacultivacion de sus campos, es lo mismo que no ganarla, y mas cuando desus frutos necesariamente se han de valer si quisieren sustentarse enella. Por no advertir estos inconvenientes los nuestros, y no moderarseen sus crueldades, que eran las que derrotaban de los pueblos loslabradores, se vieron en tanta necesidad, que con estar llenos devictorias, la falta de los viveres les sacó de Thracia con mucho peligroy daño. Jorge de Cristopol, caballero rico y principal de Macedonia,venia de Salonique á Constantinopla á verse con el Emperador Andronico,con ochenta caballos.

Tuvo noticia que Galípoli estaba con poca gente, ypareciendole que podria hacer algun buen lance, dejó su camino, y conbuenas espias llegó cerca de Galípoli sin ser sentido, y encontróseluego con algunos carros y acémilas, habian salido á hacer leña. El quelos llevaba á su cargo era Marco, soldado viejo en la cavallería.Viéndose acometido tan improbisamente dijo á la gente de á pié, que seretirasen entre las paredes de un molino, y él tomó la vuelta deGalípoli. La gente de Jorge sin detenerse en ganar el molino, fueronsiguiendo al soldado, para que el aviso y ellos llegasen á un tiempo,pero como mas platico Marco en la tierra, dió el aviso primero áMontaner Capitan de Galípoli, con que todos tomaron las armas y sepusieron á la defensa de sus murallas, y con catorce cavallos, y algunosAlmugavares Montaner salió á reconocer el enemigo, y entretenerlemientras la gente esparcida fuera del lugar tuviese tiempo de retirarse.Toparónse luego, y Montaner hecha una pequeña tropa de sus catorcecavallos, cerró con los ochenta, y peléo tan valientemente, que Jorge seretiró con pérdida de treinta y seis de los suyos muertos, ó presos.Fuéle Montaner siempre cargando, hasta que llegó al molino. Cobró lasacemilas, y salvó la gente. Vuelto á Galípoli se pusieron en libertadlos prisioneros, y repartieron la ganancia, á los hombres de armasveinte y ocho perbres de oro, catorce á los cavallos ligeros, y siete álos infantes.

CAPITULO XLII.

Rocafort y Fernan Jimenez de Arenós toman al Estañara y cobran suscuatro galeras.

Al mismo tiempo que Montaner hizo tan buena suerte contra Jorge,Rocafort, y Fernan Jiménez de Arenós juntaron la gente que estabadividida en Pacía, Rodesto y Módico, y entraron por Thracia hacia el marmayor, haciendo lo que siempre, pegando fuego á los lugares después desaqueados y de talar y abrasar los frutos de las campañas, cautivar,matar y jamas aflojando en su venganza. Parecióles intentar de tomarEstañara pueblo de mucho trato, á la ribera del mar de Ponto, donde sefabricaban la mayor parte de los navíos de Thracia. Atravesaron largascuarenta leguas, entraron el lugar sin hallar resistencia; porque nuncatemieron á los Catalanes estando tan apartados de sus presidios paravivir con cuidado. Ganado el lugar, acometieron los navíos y galeras delpuerto, que afirma Montaner que fueron cientocincuenta vajeles, y todose les hizo llano en el mar como en la tierra. Recogieron riquísimapresa, cobraron sus cuatro galeras que los Griegos tomaron enConstantinopla, cuando mataron á Fernando Aones su Almirante. Fuénotable el espectáculo de aquel dia, porque turbado el órden de la mismanaturaleza anegaron la tierra, rompiendo algunos diques que detenian elagua de las acequias, y en el mar pegaron fuego á los navíos, sirviendolos elementos de ministros de su venganza, y saliendo de sus limites yjurisdicion para ruina de sus contrarios, parecia que volvían á suprimer confusion según andaba todo trocado. Murieron muchos quemados enel agua, otros ahogados en la tierra, solo reservaron del incendio suscuatro galeras, que estando cargadas de despojos, y reforzadas de gente,se enviaron á Galípoli. Pasaron por el canal de Constantinopla con mayorespanto de los enemigos que peligro suyo, porque no hubo quien se lesopusiese. Rocafort, y Fernan tomaron el camino de sus presidios muy pocoá poco, corriendo por entrambos lados la tierra para buscar el sustentoforzoso, y quitársele á su enemigo, que desamparados los lugares seretiraba á lo mas áspero de sus montañas. Andronico sabida la pérdida,no le parecieron bastantes sus fuerzas para poderla restaurar, saliendoá cortarles el camino, antes desesperado entregó sus provincias, alrigor de las armas enemigas, desconfiando, no tanto del valor como de lafé de los suyos; daño que padecen todos los Príncipes que por sucrueldad y tiranía hacen á los mas fieles desleales. En el imperioGriego se introdujeron los Príncipes mas por aclamacion del ejército,que por derecho de sucesion, y como temian perder el lugar por lasmismas artes que le ocuparon, andaban con perpetuos recelos y temores,así de los subditos que se aventajaban á los demas en valor y consejo,de los ricos, de los honrados, de los bien quistos, como de losatrevidos y sediciosos; igualmente afligidos de las virtudes de losunos, y de los vicios de los otros. De esto nacieron las crueldadesentre los de esta nacion, de quitar la vista, las orejas, y las narices,proscripciones, destierros, muertes por vanas sospechas imaginadas, ófingidas, para quitarse el miedo de la emulacion, y las mas veces fueronoprimidos de lo que nunca temieron. Andronico tenido por Príncipe desingular prudencia, á lo último de sus años, su nieto Andronico le quitóel Imperio, prevenidos sus consejos por el atrevimiento de un mozo; estefin tienen siempre los reinados é imperios, que con razones políticassolamente se quieren conservar y emprender.

CAPITULO XLIII.

Los Catalanes y Aragoneses, por dar cumplimiento á su venganza, á lasfaldas del monte Hemo vencen á los Masagetas.

No estaban los Catalanes y Aragoneses á su parecer enteramentesatisfechos, si los Masagetas, con su General Gregorio, principalministro de la muerte del César Roger, y de los que con él iban, seretiraban á su patria, sin llevar justa recompensa del agravio que deellos recibieron. Y como por los avisos que tubieron se supo, que losMasagetas con licencia de Andronico se volvían á su patria, cansados delos trabajos y fatigas de la guerra, prefiriendo la servi