Filosofía Fundamental Tomo II by Padre Jaime Luciano Balmes - HTML preview

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[209.] La geometría en sí misma, ó sea en el órden puramente ideal, sefunda en el principio de contradiccion: siendo este verdadero porabsoluta necesidad, lo es tambien aquella. Pero el principio decontradiccion, como todos los del órden puramente ideal, prescinde de laexistencia, y no se aplica á nada en la práctica, si no se supone algunhecho en el cual pueda estribar. El sí y el nó, á un mismo tiempo, sonimposibles: pero el principio no resuelve nada ni en pro ni en contra deninguno de los extremos: solo dice, que verificado el uno, no severifica el otro: resuelve contra el sí

, suponiéndose el

, ycontra el

, suponiéndose el

: esto es, ha menester siempre unacondicion, un dato, que solo la experiencia puede suministrar. Lo propiosucede con la geometría: todos sus teoremas y problemas, se refieren áese campo ideal que tenemos dentro de nosotros: en ese campo hay ciertascondiciones que conducen á determinadas consecuencias, en fuerza delprincipio de contradiccion: donde quiera que las condiciones severifiquen, se verificarán tambien las consecuencias: pero si aquellasfaltan, estas faltarán tambien. Las ciencias ideales, se refieren á un

enlace

de consecuencias con principios, en el órden posible; nó á loshechos en sí mismos. Salvado el enlace, la ciencia se salva.

CAPÍTULO XXX.

LA SENSIBILIDAD PASIVA.

[210.] La sensibilidad activa, ó sea la facultad de sentir, es objeto degrandes cuestiones filosóficas; no son menores las que puede ofrecernosla sensibilidad pasiva, ó sea la capacidad de un objeto para sersentido.

¿Todo lo que existe puede ser sentido?

Para resolver acertadamente esta cuestion es preciso recordar, que sersentido puede entenderse de dos maneras: 1.º causar una impresion en elser sensitivo: 2.º ser objeto inmediato de la intuicion sensible.

Loprimero puede verificarse de todo ser, capaz de producir la impresion;lo segundo, solo puede verificarse de un ser que reuna las condicionesincluidas en la intuicion.

[211.] Producir la impresion, es simplemente

causar

; y la causalidadno repugna á los seres simples. De aquí es que no hay ninguninconveniente en que un espíritu nos produzca de esta manera una de lasimpresiones sensibles: de lo contrario seria menester decir que Dios nopuede ejercer su accion sobre nuestra alma, causando en ella lasensacion sin el intermedio de los cuerpos. Esta causalidad, no podriallamarse sensibilidad pasiva: el ser que la tuviese, no seriapropiamente sentido. La relacion de la sensacion, al ser que laprodujese, seria únicamente la del efecto á su causa.

[212.] Ser objeto inmediato de la intuicion sensible, es presentarse áella, como un original á su copia; y bajo este aspecto, no puede sersentido sino lo que es extenso: esto es, lo que encierra en sí lamultiplicidad, combinada con eso que llamamos continuidad, y que sea loque fuere en sí, es una condicion absolutamente necesaria para nuestrasfacultades sensitivas, en cuanto se refieren á objetos externos.

[213.] De esta manera, lo simple no puede ser sensible: afirmar locontrario, seria caer en una contradiccion manifiesta. Nuestra intuicionsensible, á la cual, por instinto y por razon, le damos un objeto real,se refiere á este objeto, como esencialmente compuesto, y en este órdenque llamamos continuidad: si pues convertimos á este objeto en simple,destruimos el objeto como sensible: y por consiguiente afirmamos ynegamos su objetividad sensible. El suponer en ejercicio una facultad, yquererla privar de las condiciones á que sus funciones están sometidasnecesariamente, es una contradiccion.

[214.] Se observará tal vez, que no hay necesidad de trasladar al objetolas condiciones del sujeto, y que por lo mismo, aun siendo el objetosimple, se puede ofrecer al sentido; pero esto es cambiar el estado dela cuestion: porque, ó la intuicion sensible se refiere al objeto ó nó:si lo primero, el objeto no puede ser simple; si lo segundo, estamosotra vez en la cuestion del idealismo, combatido ya en varios lugares deesta obra.

[215.] Si se replica que en nuestra alma, siendo simple, hay larepresentacion de lo compuesto; observaré que no es lo mismo lapercepcion subjetiva de lo compuesto, que la representacion objetiva:así como no es lo mismo ofrecerse objetivamente como múltiplo, ópercibir lo múltiplo. Nuestra alma percibe lo múltiplo, y por lo mismoque lo percibe, ella no puede serlo, es necesario que sea una. Esto encuanto á lo subjetivo; por lo que toca á lo objetivo, conviene notar,que las representaciones sensibles no las tenemos siempre de objetosreales, pero se refieren siempre á objetos cuando menos posibles, esdecir que la intuicion, no está enteramente vacía, sino que á falta delórden de la realidad, necesita el de la posibilidad.

[216.] El mundo externo, como que encierra la multiplicidad, ó sea unconjunto de muchos seres, y es además susceptible de este órden quellamamos continuidad, puede ser objeto de la intuicion sensible, como enrealidad lo experimentamos. Pero esta sensibilidad pasiva, no le esintrínsecamente necesaria: quiero decir, que el mismo conjunto de seresque componen el universo, podria Dios haberle dispuesto de tal maneraque no fuese sensible. La razon de esto no es otra que la variabilidadde las relaciones de los cuerpos: porque es evidente que si estas noexistiesen, ó no estuviesen sometidas á las condiciones exigidas para larepresentacion sensible, esta no podria verificarse, y el mundo quedariadespojado de su sensibilidad.

[217.] De esta consecuencia á que nos lleva la filosofía trascendental,tenemos algunos indicios en la experiencia misma, la cual á cada pasonos enseña que los cuerpos sensibles dejan de serlo, y los insensiblesse nos hacen sensibles, con solo mediar una pequeña alteracion. Lacondensacion del aire lo hace visible; la rarefaccion, invisible; uncuerpo líquido es tangible, y pierde esta calidad, pasando al estado devapor. La variedad que dimana de las alteraciones del objeto, puedetambien provenir de las modificaciones del órgano. Basta recordar lo quele sucede á la vista, segun está auxiliada ó privada de ciertosinstrumentos. Si pues, aun salvas las leyes que ahora son fundamentalesen las relaciones de los cuerpos, notamos esos tránsitos de lo sensibleá lo insensible, ¿por qué no podria haber un cambio radical en dichasrelaciones, que hiciese los cuerpos de todo punto insensibles?

[218.] Con variar las relaciones de los seres que componen el universocorpóreo, lo sensible podria convertirse en insensible; y por elcontrario, deberemos decir que hay muchos seres insensibles, que con unadisposicion diferente, podrian hacérsenos sensibles. Hasta cierto punto,tenemos en esta parte algo mas que leves conjeturas: los hechos hablan.A medida que se va dilatando el campo de la experiencia, se descubrennuevos fenómenos: ahí están los de la atraccion magnética, de laelectricidad, y del galvanismo.

En estos fenómenos, obran agentes que ensí mismos son imperceptibles al sentido: ¿por qué no habrian podidoestar dispuestos de manera que los sintiéramos como á los demás cuerpos?¿En qué punto está el límite de la escala de esos agentes? Nosotros nole conocemos: y discurriendo por analogía podemos conjeturar que estámuy lejos todavía, para lisonjearnos de alcanzarle.

La perfeccion de un órgano sensitivo por medio de instrumentos, es unadisposicion por la cual variamos el sistema ordinario de las relacionesde nuestro cuerpo con los que le rodean: y esta perfeccion está en unaescala indefinida, en la cual descubrimos tanta mayor extension, cuantomas adelantamos en ella. Es probable pues, que en el universo hay muchosseres imperceptibles á nuestros sentidos, y para cuya percepcion seriabastante una modificacion de los órganos, ó un cambio en algunas leyesde la naturaleza.

¡Ancho campo de atrevidas conjeturas, y meditacionessublimes!

CAPÍTULO XXXI.

POSIBILIDAD DE UNA MAYOR ESFERA EN LA SENSIBILIDAD ACTIVA.

[219.] Habiendo tratado de la sensibilidad pasiva en el órden de laposibilidad, ocurre naturalmente una cuestion semejante con respecto ála sensibilidad activa de los seres sometidos á condiciones diferentesde las en que se halla nuestra alma, mientras está unida al cuerpo.

Hablo únicamente de la posibilidad, porque estando limitados á lo quenos enseña la experiencia, ignoramos lo que hay en la esfera de losseres con quienes no estamos en comunicacion: si algo sabemos de ellos,es lo que Dios nos ha revelado: y la revelacion es para enseñarnos, nóla filosofía, sino la virtud.

[220.] El examinar hasta qué punto sea posible la sensibilidad activa enun órden diferente del que nosotros experimentamos, á mas de suscitarcuestiones curiosas y agradables, ofrece la oportunidad de aclarar connuevas consideraciones la naturaleza de este fenómeno, en sus relacionescon la organizacion corpórea.

Hasta media una razon particular para quenos ocupemos de esta materia, y consiste en el interés que debeinspirarnos todo cuanto se refiere á un nuevo estado, á que dentro depoco hemos de pasar. Breves son los momentos concedidos al débil hombrepara morar sobre la tierra: todos nos acercamos con asombrosa rapidez alinstante supremo, en que la frágil organizacion que envuelve nuestroespíritu inmortal, se disolverá, deshaciéndose en polvo; entonces, elser que dentro de nosotros siente, piensa y quiere, se hallará en unestado nuevo, separado de la organizacion corpórea. ¿Cuáles seránentonces sus facultades? Esta cuestion no puede sernos indiferente; setrata de nosotros, y de lo que ha de suceder en breve plazo.

[221.] Cuando se pregunta si un espíritu puro es capaz de sentir, seresuelve la cuestion negativamente, porque al tratar de la sensibilidadactiva se supone que no puede tener lugar, en no mediando algun cuerpo.Yo creo que la cuestion es susceptible de algunas aclaraciones que voy áexponer.

Fijemos ante todo el verdadero significado de las palabras. A veces seentiende en general por espíritu puro el que no está unido con ninguncuerpo; pero hablando con mas rigor, se limita el significado deladjetivo

puro

, al espíritu que ni está unido con un cuerpo, ni estádestinado á dicha union; así el alma humana es un espíritu, mas nó unespíritu puro: porque ó está unida actualmente con el cuerpo, ó estádestinada todavía á esta union.

A primera vista parece que en esta cuestion, limitándonos á la esfera dela posibilidad, no cabe diferencia entre las dos acepciones de lapalabra

puro

; porque si al alma separada del cuerpo no le repugnaesencialmente el sentir, tampoco repugnará á los demás espíritus. Laparidad no es cierta; mas por ahora, al hablar en general de un espíritupuro, comprenderé tambien á las almas separadas de sus cuerpos.

[222.] ¿Qué entendemos por sentir? Esta palabra puede significar doscosas: 1.ª recibir una impresion por medio de órganos corpóreos: 2.ªexperimentar simplemente la impresion, independientemente del órganocorpóreo. Por ejemplo: veo un objeto: aquí hay la afeccion que llamo ver

, y el mecanismo con que el objeto transmite la luz á la retina, yesta una determinada impresion al cerebro. Estas son cosas muydiferentes: la primera es un hecho de mi espíritu, la segunda unamodificacion corpórea.

[223.] Es claro que si por sentir, entendemos recibir la impresion de unórgano corpóreo, el espíritu que no tenga cuerpo no podrá sentir; perosi solo entendemos la afeccion considerada subjetivamente, prescindiendodel medio por el cual se produce, ó se comunica, entonces la cuestion setraslada á otro terreno, y para resolverla afirmativa ó negativamente,de nada sirve la existencia ó no existencia de los cuerpos.

[224.] En este caso, la cuestion es la siguiente: ¿un espíritu puropuede tener esas representaciones y afecciones de varias clases, quellamamos sensibles?

Desde luego salta á los ojos que la simplicidad no se opone á lafacultad sensitiva: nuestra alma siente, sin embargo de que es simple.En el ejercicio de las facultades sensitivas, la ayuda el cuerpo; peroeste auxilio es instrumental; y no de tal manera que sienta

por elcuerpo

, como el que ejerce una accion por medio de un instrumento:quien siente es el alma misma; y la accion instrumental del cuerpo sereduce á poner ciertas condiciones, de las cuales resulta la sensacion,por influjo físico ú ocasional. Luego la simplicidad de un espíritu puronada prueba contra la posibilidad de las facultades sensitivas:semejante argumento probaria demasiado; y por consiguiente no pruebanada.

[225.] De esto se infiere que no hay ninguna repugnancia

intrínseca

en que Dios comunique á un espíritu puro facultades sensitivas; ya seande representacion, como esas en que se nos ofrece el mundo corpóreo; yasean puramente subjetivas, como las de placer ó de dolor.

[226.] Aunque estas funciones en el órden actual, dependan de ciertascondiciones á que están sujetos los cuerpos; no obstante, consideradasen sí, en cuanto son una modificacion del alma, no presentan ningunarelacion esencial con el mundo corpóreo. Parece pues, que seriacontrario á los principios de una sana filosofía, el decir que el almaseparada del cuerpo no puede experimentar afecciones semejantes á lasque siente mientras se halla en esta vida. Si esto no repugna al almaseparada, ¿por qué repugnaria á otros espíritus?

Las facultades sensitivas son una especie de percepcion de un órdeninferior; aunque las veamos en seres unidas á cuerpos, no son ejercidasinmediatamente por un órgano corpóreo; lejos de repugnar á lasimplicidad, la exigen: y por esta razon hemos visto ya, que la materiaes incapaz de sentir (Lib. II, Cap.

II.). Graves filósofos son deparecer que la causalidad de los cuerpos con respecto á las sensaciones,es meramente ocasional; y esta opinion estriba en la dificultad deexplicar cómo un ser compuesto puede producir afecciones de ningunaclase en un ser simple. Lejos pues de que haya ninguna repugnancia entrela simplicidad y las facultades sensitivas, hay un enlace necesario:ningun ser compuesto puede ser sensitivo.

[227.] Quizás se pudiera creer que no queda ya ninguna duda con respectoá la posibilidad de la sensacion, independientemente de los órganoscorpóreos: y que para decir lo contrario, seria preciso sostener queDios no puede producir por sí mismo, lo que produce por medio de lascausas segundas. Las observaciones hechas hasta aquí, parecen agotar lacuestion; pero reflexionando mas sobre ella, echaremos de ver que estápoco menos que intacta.

Conviene no perder de vista que aquí nos ceñimos á examinar laposibilidad de las facultades sensitivas, comparándola con un soloatributo de los seres, la simplicidad. Esto limita sobre manera lacuestion, haciendo que no se la pueda resolver sino bajo un aspecto. Lasimplicidad, es una propiedad negativa: con decir que una cosa essimple, le negamos las partes, pero no afirmamos ninguna de suspropiedades: decimos lo que no es, mas nó lo que es. De esto se infiere,que al sostener que las facultades sensitivas no repugnanintrínsecamente á un espíritu puro, debemos restringir la proposicion; ynos expresaríamos con mas exactitud, si en vez de decir: «Las facultadessensitivas no repugnan á un espíritu puro,» dijésemos: «las facultadessensitivas no repugnan á la simplicidad

de un espíritu puro.»

[228.] Esta última observacion presenta en mi juicio, la cuestion en suverdadero punto de vista: lo demás es confundir las ideas, y resolverproblemas sin los datos suficientes. En efecto: ¿quién sabe, si larepugnancia que no se halla entre la sensibilidad y la simplicidad, sehallará entre la sensibilidad y algun atributo que nosotros noconocemos? este argumento no vale para el alma humana, de la cualsabemos que es capaz de sentir; pero vale para los demás espíritus, delos cuales ni conocemos la esencia, ni tampoco hemos esperimentado cuáles el carácter de sus facultades perceptivas.

[229.] Uno de los caractéres distintivos de la percepcion sensitiva, esla referencia á objetos individuales; y esto, nó en lo tocante á laesencia de ellos, sino en cuanto están en cierta disposicion, cuyasvariedades no afectan á su íntima naturaleza. La misma extension, quepor instinto y por reflexion objetivamos, es mas bien un resultado, delas relaciones de los seres, que entran en el compuesto extenso, que nólos seres mismos. Esto manifiesta que las facultades sensitivas son elúltimo grado en el órden de la percepcion; pues que sus funciones selimitan á indicar al ser que las posee, cierta disposicion de losobjetos externos, sin enseñarle nada sobre la naturaleza de los mismos.Como los espíritus puros están en un grado mas alto en la escala de losseres perceptivos, y uno de los caractéres de la inteligencia es elpenetrar en la íntima naturaleza de las cosas; podria muy bien sucederque á inteligencias mas elevadas que la nuestra, les repugnase lafacultad sensitiva, nó por razon de la simplicidad, sino por el génerode su percepcion.

[230.] Esta conjetura la podemos fundar en una razon de analogía, por loque sucede en nosotros mismos. Las representaciones sensibles, son confrecuencia, útiles auxiliares para la percepcion puramente intelectual;pero tampoco cabe duda, que otras veces nos embarazan y confunden.Cualquiera habrá podido experimentar que en las meditaciones sobreobjetos muy abstractos, las representaciones sensibles son una especiede rémora de la inteligencia, de la cual quisiéramos deshacernos poralgunos instantes, si esto fuera dable á nuestra flaqueza. Lasrepresentaciones sensibles se parecen en tales casos, á sombras que seatraviesan entre el ojo intelectual y el objeto; la necesidad deestarlas removiendo de continuo, retarda y debilita la percepcion. Nosproponemos por ejemplo, pensar en la causalidad: es claro que en estaidea tomada en abstracto, no debe ni puede entrar ninguna representacionsensible; y no obstante, por mas que nos esforcemos, la representacionnos ocurre: ora será la misma palabra

causalidad

, escrita ó hablada;ora la imágen de un hombre que ejecute alguna cosa; ora la de otroagente cualquiera; pero nunca podremos deshacernos de todarepresentacion sensible. El entendimiento se ve precisado á decirse decontinuo á sí propio: «no es esto la idea de causalidad; esto es unaimágen, una comparacion, una expresion» defendiéndose sin casar deilusiones que le harian confundir lo particular con lo universal, locontingente con lo necesario, la apariencia con la realidad.

[231.] De lo dicho debemos inferir, que la repugnancia de las facultadessensitivas á la naturaleza de un espíritu puro, podria muy bien dimanardel carácter de su misma inteligencia; la cual, á causa de superfeccion, no consintiese esa dualidad perceptiva que experimentamos ennosotros. El objeto del entendimiento es la esencia de la cosa,

quidditas

, como se espresaban los escolásticos; y las representacionessensibles nada nos dicen sobre esta esencia. Nos ofrecen un aspecto delas cosas, y aun este se halla limitado á la percepcion de la extension;pues en lo tocante á las demás sensaciones, mas bien experimentamos unhecho subjetivo que el instinto y la razon nos hacen atribuir á causasexternas, que no percibimos la disposicion misma de los objetos.

[232.] Esta última observacion me sugiere otra que puede apoyar laconjetura de que, en elevándose la inteligencia á cierto grado, esincompatible con las facultades sensitivas. En las sensaciones podemosnotar, que nada nos dirian ni aun sobre ese aspecto ó disposicion delmundo externo, si no tuvieran por base la extension; ¿á qué se reduce elmundo corpóreo si le suponemos inextenso? Habiendo pues demostrado (Cap.II.) que la extension, aunque base de algunas sensaciones, no es objetodirecto é inmediato de la sensacion, resulta que lo único que en lasfacultades sensitivas nos hace percibir algo sobre la realidad de losobjetos, no es propiamente sensible. Luego si el carácter de lapercepcion intelectual, es el conocer la realidad del objeto; cuanto masse eleve la inteligencia, mas distante se hallará de la sensacion;pudiendo llegar caso en que las facultades intelectuales y lassensitivas sean incompatibles en un mismo sujeto.

[233.] Comprenderemos mejor la fuerza de la observacion que precede,echando una ojeada sobre la escala de los seres, y notando lo quesucede, á medida que son mas perfectos.

El aislamiento en un ser, indica imperfeccion: la mas ínfima idea que deun objeto nos formamos, es cuando le concebimos limitado absolutamente ásu existencia, sin ninguna actividad interna, ni externa, completamenteinerte. Así nos figuramos una piedra: tiene su existencia con su formadeterminada: es lo que ha sido hecha, y nada mas: conserva la forma quele han dado, pero no encierra ninguna actividad, para comunicarse conotros seres; no tiene ninguna conciencia de lo que es; en todas susrelaciones está completamente pasiva; recibe, pero no da ni puede dar.

[234.] A medida que los seres se levantan en la escala de la perfeccion,cesa el aislamiento: con las propiedades pasivas, se combinan lasactivas: tales concebimos los agentes corpóreos, que si bien no lleganaun á la categoría de

vivientes

, toman ya una parte activa en laproduccion de los fenómenos que salen del laboratorio de la naturaleza.En estos seres, á mas de lo que tienen, encontramos lo que pueden: susrelaciones con los otros son muchas y variadas: su existencia no selimita á su propio círculo; se dilata, comunicándose en cierto modo á lodemás.

[235.] Al entrar en el órden de los seres orgánicos, ya nos hallamos conuna naturaleza mas expansiva: la vida es una continua expansion. El serviviente, se extiende en algun modo al tiempo en que habrá cesado deexistir, encerrando en sí mismo los gérmenes reproductivos; no solo espara sí propio, sino tambien para los otros; en su pequeñez, no es masque un imperceptible eslabon de la inmensa cadena de la naturaleza; peroeste eslabon vibra, por decirlo así; y sus vibraciones se propagan hastalos confines mas remotos.

[236.] Cuando la vida se eleva hasta la sensacion, se extiende todavíamas; el que siente, encierra en algun modo el universo: con laconciencia de lo que experimenta, se pone en nuevas relaciones con todocuanto obra sobre él. La percepcion es inmanente, esto es, reside en elmismo sujeto: pero con la subjetividad se combina la objetividad, por lacual el universo viene á reflejarse en un punto. Entonces el ser noexiste solo en sí mismo; es en algun modo las demás cosas: verificándoseaquel dicho de los escolásticos, tan lleno de profundo sentido: «lo queconoce es la cosa conocida.» En las sensaciones hay cierto órden: sontanto mas perfectas, cuanto menos subjetivas: las mas nobles, son lasque nos ponen en comunicacion con los objetos considerados en sí; lasque no se limitan á la experiencia de lo que los objetos nos causan,sino al conocimiento de lo que son.

[237.] Hay para la objetividad de las sensaciones una base que es laextension: y esta, ya no es directa é inmediatamente sentida: lo únicoque nos traslada por decirlo así, á lo exterior, ya no es propiamentesentido.

La extension, que ya nos enseña algo sobre la realidad de losseres, en lo tocante á cierta disposicion de ellos entre sí, es mas bienobjeto de la inteligencia, que de una facultad sensitiva; la sensacionacaba, y la ciencia nace. Y la ciencia no se limita á lo que aparece delos objetos, sino á lo que hay en los mismos; el entendimiento no sedetiene en lo subjetivo, pasa á lo objetivo; y cuando no puede alcanzarla realidad, se dilata por las regiones de la posibilidad.

[238.] De esta ojeada que acabamos de echar sobre la escala de losseres, resulta que la perfeccion de estos es proporcional á suexpansion; que á medida que son mas perfectos, salen mas de la esferapropia, y penetran en la ajena. De aquí es que la percepcion, cuanto masalta, es menos subjetiva: el mas ínfimo grado cual es la sensacion, selimita á lo experimentado por el sujeto percipiente; el mas alto grado,la inteligencia, prescinde de lo experimentado y se ocupa de lo real,como de su propio objeto.

[239.] Deberemos inferir de lo dicho que si pudiéramos conocer lanaturaleza íntima de los espíritus puros, quizás encontraríamos que lasfacultades sensitivas, son de todo punto incompatibles con la elevacionde su inteligencia: y que las analogías que fundamos en el carácter denuestras percepciones, no sirven de nada, refiriéndonos á un modo deentender mas perfecto que el nuestro. Como quiera, es preciso conveniren que la cuestion estaria resuelta de un modo muy incompleto, si lahubiésemos limitado al solo aspecto de la simplicidad; y que lasconsideraciones sobre el carácter de la inteligencia deben hacernoscautos para no afirmar como posible, lo que quizá veríamos imposible, siconociésemos mejor la naturaleza de las cosas.

[240.] Hasta aquí he hablado refiriéndome á la

posibilidad intrínseca

,de las cosas; ¿qué pensaremos de la realidad? esta es una cuestion dehecho que solo puede resolverse con datos suministrados por laexperiencia, y estos datos nos faltan: porque no estamos en inmediatacomunicacion, ni con las almas separadas, ni con los espíritus puros.

[241.] Si quisiéramos buscar alguna razon para negar al alma todas lasfacultades sensitivas, tan pronto como esté separada del cuerpo, éigualmente á todos los espíritus puros, podríamos encontrarla, mas bienque en la esencia de las cosas, en consideraciones sobre el fin á queestas facultades se destinan. El alma, mientras está unida al cuerpo,preside á una organizacion sometida á las leyes generales del universocorpóreo. Para ejercer sus funciones de la manera conveniente, esnecesario que esté en incesante comunicacion con su propio cuerpo y conlos que le rodean, teniendo la intuicion sensible de las relacionescorpóreas, siendo avisada por el dolor de cualquier desórden que en sucuerpo ocurra, y guiándose por el sentimiento del placer, como por uninstinto que dirigido y templado por la razon, puede indicarle loprovechoso ó lo necesario. Cuando el alma no está unido al cuerpo, nohay motivo para que tenga ninguna de esas afecciones, no habiéndolasmenester para dirigirse en sus actos: y como esta razon militaria conrespecto á todos los espíritus puros, se puede conjeturar la causa de ladiferencia que debiera haber entre el estado de nuestra alma en estavida, y el de los seres espirituales no unidos á ningun cuerpo.

[242.] Este argumento, tomado del fin de las cosas, no puedeconsiderarse como una prueba; no tiene mas valor que el de unaconjetura: porque no sabiendo hasta qué punto el alma separada y losespíritus puros, podrán estar en relaciones con algunos cuerpos,ignoramos tambien si estas afecciones sensibles podrian serlesnecesarias ó útiles para fines que están fuera de nuestro alcance.Además, aun suponiendo que ni el alma separada ni los espíritus puros,no tuviesen relacion alguna con ningun cuerpo, tampoco podríamos afirmarcon entera seguridad que las afecciones sensibles les fuesen inútiles;por el contrario, en cuanto nosotros podemos alcanzar, parece quedespojar al alma de su imaginacion y de sus sentimientos, es quitarledos bellísimas facultades, que á mas de auxiliar su entendimiento, sonun móvil poderoso en muchos de sus actos.

Tenemos alguna dificultad en formarnos idea del dolor ni del placer,sino mediando afecciones de sentimiento. En la voluntad del órdenpuramente intelectual, concebimos el querer ó el no querer: actos derelacion simplicísima, que no nos significan afeccion placentera óingrata. Muchas veces nos acontece querer una cosa, y no obstanteexperimentar gran disgusto en ella: y por el contrario, nos sucede muy ámenudo que sentimos un placer en aquello que no queremos. Luego elquerer y el no querer, por sí solos, y mientras estamos en esta vida, noimplican placer ó disgusto, son independientes de estas afecciones, ypueden estar en oposicion con ellas.

[243.] Se podria observar que esta discordancia proviene de que lasfacultades sensibles se hallan en desacuerdo con las intelectuales;esto, aunque sea mucha verdad, no se opone á lo que estamos diciendo.Siempre es indudable que la voluntad del órden intelectual, cuando estáen oposicion con las afecciones sensibles, no envuelve placer, nidestruye el disgusto; triunfa es verdad, en fuerza de su libre albedrío,pero su triunfo se parece al de un dueño que obligado á recabarobediencia con prescripciones severas, experimenta disgusto, al propiotiempo que consigue la ejecucion de sus mandatos. ¿Quién sabe pues, sila voluntad, aun despues de esta vida, andará acompañada de afeccionessemejantes á las que ahora siente, bien que depuradas de la partegrosera que mezcla en las mismas, el cuerpo que agrava el alma? Noparece que haya en esto ninguna repugnancia intrínseca; y si lascuestiones filosóficas pudiesen resolverse por sentimiento, me atreveriaá conjeturar que ese bello conjunto de facultades que llamamos

corazon

, no desciende al sepulcro, sino que vuela con el alma á lasregiones inmortales.

[244.] Tocante á la imaginacion, á esa facultad misteriosa, que á mas derepresentarnos el mundo real, posee una fecundidad inagotable paracrearse otros nuevos, desplegando á los ojos del alma ricos yesplendentes panoramas, tampoco parece que pudiera desdorar á un almaseparada del cuerpo. Las inefables armonías que hemos de suponer en lanaturaleza ¿por qué no podrian ser percibidas de un modo sensible?Guardémonos de aventurar proposiciones sobre arcanos que nos sondesconocidos: pero guardémonos tambien de señalar lindes á laOmnipotencia, llamando imposible lo que á los ojos de una sanafilosofía, está en el órden de la posibilidad.

CAPÍTULO XXXII.

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