Filosofía Fundamental Tomo IV by Padre Jaime Luciano Balmes - HTML preview

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[139.] El fuego quema, reduce á cenizas los objetos; nadamas propio para darnos idea de actividad; no obstante¿podemos decir que la conozcamos intuitivamente? nó,de ninguna manera.

En el órden subjetivo tenemos lasensacion dolorosa de quemadura, y que en cuanto tal, es unfenómeno puramente interno; en el órden objetivotenemos la desorganizacion de los cuerpos quemados, la cual noofrece á nuestros sentidos otra cosa que mudanzas en elvolúmen, en la figura, {305} en el color, y en lasdemás calidades relativas á nuestros sentidos: todoesto será tal vez efecto de la actividad, mas nó laactividad misma.

[140.] La luz reflejando sobre un objeto viene á parará nuestros ojos, pintando en la retina el objeto en que serefleja. ¿Tenemos aquí intuicion de la actividad dela luz? nó, de ninguna manera. En el órden subjetivohallamos la sensacion llamada ver; en el objetivoencontramos el tamaño, la figura y demás relacionesdel objeto en el espacio; considerando la luz misma hallamos unflúido cuyos rayos tienen tal ó cual direccionsometida á leyes determinadas, pero de ningun modo conocemosintuitivamente su actividad; y para persuadirnos de que laactividad existe necesitamos raciocinar echando mano de principiosque no están en la esfera de nuestra intuicion.

[141.] Las cuatro intuiciones de sensibilidad pasiva,sensibilidad activa, inteligencia y voluntad (Lib. IV, cap. XXII),se reducen á dos: extension y conciencia; comprendiendo enla extension todas sus modificaciones, y en la conciencia todos losfenómenos internos de un ser sensitivo ó intelectual,en cuanto se hallan en ese fondo comun, que se apellida conciencia.Así pues nosotros conocemos intuitivamente dos modos de ser;la conciencia y la extension; la conciencia la tenemos en nosotrosmismos, es un hecho subjetivo; la extension está fuera denosotros, y su existencia nos la atestiguan las sensaciones, y enparticular las de la vista y del tacto. {306}

[142.] La clasificacion de estas dos intuiciones es sobre maneraimportante para distinguir lo activo de lo inerte. En la concienciahallamos un tipo de verdadera actividad; en la extension como tal,hallamos un tipo de verdadera inercia; con solo pensar en laconciencia pensamos en algo activo sin necesidad de añadirotra idea; pensando en la extension sola, se nos ofrece laimágen de una cosa susceptible de muchas modificaciones yque no encierra el principio de ninguna de ellas; para pensar enuna actividad corpórea debemos salir de la idea pura deextension y pensar en general en un principio de mudanzas; lo quenada tiene que ver con la intuicion de lo extenso.

[143.] Así la única actividad de que nosotrostenemos conocimiento intuitivo, es la de conciencia; pues de lasactividades corpóreas solo tenemos ideas indeterminadas. Laspalabras de accion, reaccion, fuerza, resistencia, impulso, soloexpresan relaciones indeterminadas y que no representan nada fijosino en sus efectos. Los mecánicos expresan las fuerzas porlíneas ó por números, esto es, por losresultados sujetos á cálculo. El mismo Newton alestablecer su sistema de la atraccion universal, declara suignorancia de la causa inmediata del fenómeno, y se limitaá señalar las leyes á que se hallan sometidoslos movimientos de los cuerpos.

[144.] En los seres mudables la actividad nos representa unprincipio de las trasformaciones propias y ajenas, como sidijéramos una sobreabundancia {307} de ser que se vadesenvolviendo y que á proporcion de su desarrollo, se vaperfeccionando. En nuestro espíritu hallamos un ejemplo deeste desarrollo. El niño al nacer recibe confusamente lasimpresiones de cuanto le rodea. Con la repeticion de estas suactividad se va desenvolviendo, y lo oscuro se aclara, lo confusose ordena, lo débil se fortalece, el pensamiento nace, lacomparacion comienza, la reflexion se desplega, y aquel ser torpe ypoco menos que inerte, llega quizás á ser un genioque asombra al mundo. Los materiales le han venido de afuera; pero¿de qué habrian servido sin ese vivísimo focode actividad que los trasformaba y que sacaba de ellos productosnuevos y exquisitos? Los mismos fenómenos de la naturalezase ofrecen á los ojos de los brutos animales que álos de Kepler ó de Newton; sin embargo lo que para aquellosno sale de la esfera de las impresiones sensibles, se conviertepara estos en un manantial de teorías admirables.

[145.] El ser activo contiene virtualmente las perfecciones quedebe adquirir; es comparable á un gérmen en que sehalla el árbol colosal y cuyo desarrollo depende de lascircunstancias del terreno y del clima; por el contrario el serinactivo nada se puede dar á sí propio, tiene unestado y lo conserva hasta que un agente se lo muda; y á suvez permanece en el nuevo hasta que otra accion que tambien leviene de fuera, se lo quita y le comunica otro diferente.{308}

[146.] La actividad es un principio de determinaciones propiasó ajenas; pero este principio puede obrar de dos modos: coninteligencia ó sin ella. Cuando el ser es inteligente, suinclinacion á lo conocido, se llama voluntad. Esta, óse inclina necesariamente al objeto ó nó: en elprimer caso, es una espontaneidad necesaria; en el segundo es unaespontaneidad libre. La libertad pues no existe con sola laausencia de coaccion; ha menester tambien de la ausencia de todanecesidad aunque sea espontánea; la voluntad ha debido poderquerer ó no querer el objeto; si esta condicion falta, nohay libre albedrío.

[147.] Es digno de notarse que nuestra intuicion de lo externo,se refiere solo á lo inactivo: la extension; y que la de lointerno, se refiere principalmente á la actividad: laconciencia. Por lo primero, conocemos un substratum de mudanzas,pues todas parecen verificarse en la extension; por lo segundo, noconocemos intuitivamente ningun sujeto, sino las mudanzas mismas.La unidad del sujeto de ellos, la probamos por raciocinio, pero nola vemos intuitivamente (Lib. IX, Cap.sVI, VII, IX, XI). La extension, como tal, se nos presentasimplemente pasiva; la conciencia, como tal, es siempre activa;pues aun en los casos en que se halla mas pasiva, como en lassensaciones, todavia, en cuanto conciencia, encierra actividad;pues por ella, el sujeto se da cuenta á sí propioexplícita ó implícitamente, de la afeccionexperimentada. {309}

CAPÍTULO XIV.

SE EXAMINA SI ES POSIBLE LA ACTIVIDAD CORPÓREA.

[148.] Señalado el límite de nuestro conocimientointuitivo con respecto á la causalidad y á laactividad, resultan desvanecidos los argumentos que puedanobjetarse á la causalidad secundaria, aprovechándosede la confusion de las ideas intuitivas con las indeterminadas;pero falta todavía examinar si hay verdaderas causassegundas, esto es, si se halla realmente en los seres finitos unprincipio de las mudanzas propias ó ajenas. No han faltadofilósofos, y entre ellos el ilustre Malebranche, que hannegado á las causas segundas toda eficacia,reduciéndolas á meras ocasiones. El autor de la Investigacion de la verdad se adelanta á sostener quela causalidad secundaria no solo no existe, sino que esimposible.

[149.] Dos especies de seres se nos presentan en el universo,los inmateriales y los corpóreos: ambas ofrecen dificultadesparticulares que conviene examinar por separado. Comencemos por lamateria. Se dice que la materia es incapaz de toda actividad, quepor su esencia es indiferente para todo, que es susceptible de todolinaje de modificaciones. Yo no alcanzo en qué se funda estaproposicion tan general, y no veo como sea posible {310}apoyarla ni en la razon ni en la experiencia.

[150.] Para sostener que la materia es completamente inactiva,de tal suerte que hasta sea incapaz de toda actividad, seriapreciso conocer su misma esencia, y este conocimiento nos falta.¿Con qué derecho negamos la posibilidad de unatributo ignorando cuál es la naturaleza del objeto áque debe pertenecer, ó no conociendo por lo menos alguna desus propiedades, á la cual el atributo repugne? Es verdadque negamos á la materia la posibilidad de pensar, y aun desentir; pero esta negacion no es legítima, sino porqueconocemos de la materia lo bastante para dicha imposibilidad. En lamateria, sea cual fuere su esencia íntima, hay partes, y porconsiguiente multiplicidad; y los hechos de conciencia requierennecesariamente un ser uno y simple (Lib. IX).

No sucede lo mismo con respecto á la actividad; estacuando no nos ofrece la idea intuitiva de conciencia, nos presentasolamente el concepto indeterminado de un principio de mudanzaspropias ó ajenas; lo cual no es contradictorio con la ideade multiplicidad. Fínjase que en los cuerpos que se mueven,hay una verdadera actividad, realmente productiva del movimiento enlos otros; no hay ninguna contradiccion en que dicha actividad sehalle distribuida entre las diferentes partes del cuerpo, lascuales en el momento del choque, produzcan su efecto respectivocausando el movimiento á las partes del otro {311} cuerpocon las que se han puesto en contacto.

[151.] Tenemos pues que examinada la cuestion àpriori, ó por la idea misma del cuerpo, no hallamosninguna razon para negarle la posibilidad de ser activo. Es verdadque la extension de los cuerpos en cuanto tal, se nos ofrece comouna cosa muerta, indiferente á todas las figuras y átodos los movimientos sin que descubramos en ella ningun principiode actividad (Cap. XIII); mas para que esto pueda probar algo,seria necesario suponer que la esencia de los cuerpos consiste enla misma extension, y que esta no tiene mas de lo que ofreceá nuestros sentidos, sin que encierre nada en que puedafundarse su actividad. Lo primero es una opinion, pero destituidade todo fundamento; lo segundo, no puede ser demostrado nunca, puesque se escapa á toda observacion, y no puede ser objeto deinvestigaciones à priori.

[152.] ¿Cómo podrá probarse que la esenciade los cuerpos consista en la extension? (Lib. III).

Lo quenosotros podemos decir es que la experimentamos, y que toda lanaturaleza corpórea se nos ofrece bajo la forma de extensa:en pasando de este punto afirmamos sin ningun fundamento,sustituimos á la realidad un juego de nuestrafantasía. La esencia de una cosa es aquello que laconstituye lo que es; aquello que le sirve de fondo íntimo,siendo la raíz de sus propiedades; ¿quién nosha dicho que conocemos ese fondo, esa raíz en los objetoscorpóreos?

Nosotros {312} no sentimos nada que no sea extenso,es verdad; no concebimos á qué se reduce el cuerpo enfaltándole la extension; tambien es verdad; pero de estosolo se deduce que la extension es una forma bajo la cual sepresentan los cuerpos á nuestros sentidos, que esta forma esuna condicion necesaria para que pueda ser afectada nuestrasensibilidad; pero nó que la forma sea la misma esencia dela cosa; nó que en la cosa no haya algo mas íntimo enque radique la forma misma.

[153.] Si la esencia de los cuerpos consistiese en la extensiontal como se ofrece á nuestros sentidos, habiendo igualdad deextension habria igualdad de esencia; las esencias de los cuerposestarian sujetas á medida como lo están lasdimensiones: dos globos de diámetros enteramente igualesserian dos cuerpos esencialmente iguales; á esto se opone laexperiencia y hasta el sentido comun. Se nos dirá que nobasta la pura dimension en cuanto sujeta á medida, paraformar igualdad de esencias; sino que es necesaria la igualdad denaturaleza de extension de ambos cuerpos; pero yo preguntaréqué significa naturaleza de extension? Si la palabra naturaleza no ha de ser aquí una palabra sin sentido,deberá significar algo distinto de la extension en cuantosometida á nuestra sensibilidad; en cuyo casoinferiré que así como para diversificar las esenciasde los cuerpos se finge algo que no se encierra en la extension encuanto sujeta á la intuicion {313} sensible, tambien sepodrá fingir algo que sea capaz de actividad, y que porconsiguiente ofrezca á nuestro entendimiento una ideaaccesoria que vivifique por decirlo así ese fondo muerto quehallamos en la extension, considerada como simple objeto de lasideas puramente geométricas.

[154.] La experiencia es incapaz de demostrarnos laimposibilidad de que los cuerpos sean activos. La inaccion absolutano puede afectarnos, y de consiguiente no podemos conocerla porexperiencia. Lo que podemos experimentar es la accion ó seael ejercicio de la actividad; pero la inaccion ó sea elestado de una cosa absolutamente inactiva, no puede ser objeto deexperiencia: esto es contradictorio.

CAPÍTULO XV.

CONJETURAS SOBRE LA EXISTENCIA DE LA ACTIVIDADCORPÓREA.

[155.] Ateniéndonos á la experiencia, lejos de quedebamos inferir la inercia absoluta de los cuerpos, nos hallamosinclinados á creer que están dotados de actividad.Aunque los sentidos no nos ofrezcan la intuicion de ningunaactividad corpórea, nos presentan no obstante una{314}

continua serie de mudanzas, con unórden fijo en los fenómenos del mundocorpóreo; y si algo valen para inferir la verdaderaactividad de unos sobre otros, la coincidencia de sus relaciones enel espacio y en el tiempo, la constante sucesion con que vemos quelos unos vienen despues de los otros, la invariable experiencia deque para que se sigan los unos basta poner los otros; es necesarioque admitamos en los cuerpos verdadera actividad. Esta razon, valgalo que valiere en el tribunal de la metafísica, ha sido entodos tiempos bastante poderosa para convencer á lageneralidad de los hombres, y así es que el negar álos cuerpos el carácter de activos se halla en oposicion conel sentido comun.

[156.] Si atendemos á las relaciones que tenemos con elmundo corpóreo, todo nos induce á creer que hay enlos cuerpos verdadera actividad. Sea cual fuere nuestra ignoranciasobre el modo con que son producidas en nosotros las sensaciones,lo cierto es que las experimentamos en presencia de los cuerpos,que están ligadas con estos por relaciones de espacio ytiempo en un órden fijo y constante, que nos autoriza parapronosticar con toda seguridad lo que debe suceder en nuestrossentidos, si tales ó cuales cuerpos son puestos en relacioncon nuestros órganos. La idea de actividad nos ofrece la deun principio de mudanzas en otros seres; los cuerpos lasestán produciendo de continuo en nosotros, real óaparentemente. El ejercicio de las {315} facultades sensitivas,implica una comunicacion con los seres corpóreos; y en estacomunicacion el ser sensitivo recibe de los cuerpos una multitud deimpresiones, que le hacen sufrir continuas mudanzas.

[157.] Se dice que la experiencia enseña que los cuerposson indiferentes para el reposo ó el movimiento; y seasienta como cosa indudable en los preámbulos de algunasobras de física que un cuerpo puesto en quietud permaneceriaen el mismo estado por toda la eternidad, y que puesto enmovimiento se moveria tambien por toda la eternidad en línearecta y siempre con la misma velocidad que recibiera desde unprincipio. No sé cómo se han podido conocer porexperiencia semejantes proposiciones; yo sostengo que no solo no sehan podido conocer, sino que la experiencia parece indicar todo locontrario.

[158.] ¿Dónde se ha encontrado jamás uncuerpo indiferente para el movimiento ó el reposo? En todoslos terrestres hallamos una tendencia al movimiento, cuandonó de otra clase, de gravitacion hácia el centro dela tierra. Los celestes que hemos podido observar, estántodos en movimiento; y el cálculo de acuerdo con laexperiencia nos los manifiesta sometidos á la atraccionuniversal:

¿dónde está la indiferencia para elreposo ó el movimiento, atestiguada por la experiencia?

Masbien deberemos decir que la experiencia nos atestigua unainclinacion general de los cuerpos hácia el movimiento.{316}

[159.] Se nos objetará tal vez que esta inclinacion nodimana de ninguna actividad de los cuerpos, sino que es un simpleefecto de una ley del Criador. Sea en buen hora; pero al menos nose diga que la experiencia nos presenta los cuerpos comoindiferentes para el movimiento y el reposo; si se quiere,explíquese el movimiento sin actividad, sosténgaseque no hay actividad, no obstante las apariencias experimentales; pero no se diga que estas aparienciasdemuestran la falta de actividad.

[160.] Si pongo sobre mi bufete un cuerpo, permanece en reposo,y allí le encuentro al dia siguiente y le encontraréá la vuelta de muchos años. El cuerpo sin embargo, noestá indiferente para el movimiento ó el reposo;allí se está quieto, pero va ejerciendo continuamentesu actividad; así lo muestra su presion sobre el bufete quele sustenta. Este ejercicio es incesante, se le experimenta entodos los momentos, como lo prueba el que si se le quiere levantarofrece resistencia, si se aparta el bufete se cae, si se le pone lamano debajo la comprime, y hace cambiar de forma los cuerposblandos sobre que pesa.

[161.] El decir que la atraccion del centro de la tierra obrasobre el cuerpo, no prueba nada contra la actividadcorpórea, antes bien la confirma; pues que este centro esotro cuerpo, y así quitando la actividad al uno la damos alotro. Además segun todas las observaciones, la atraccion esrecíproca, y por consiguiente la actividad {317}atraente se halla repartida entre todos los cuerpos.

[162.] El mundo corpóreo, lejos de ofrecernos una masainerte, nos presenta mas bien la apariencia de una actividad quedesplega fuerzas colosales. Colosal es la masa de los cuerpos quese mueven por los espacios; colosal es la órbita quedescriben; colosal la velocidad con que la recorren; colosal lainfluencia, al menos aparente, que ejercen los unos sobre losotros; colosal la distancia al través de la cual se ponen encomunicacion. ¿Donde está la falta de actividadatestiguada por la experiencia? Raudales de luz inundan losespacios produciendo en los seres sensitivos los admirablesfenómenos de la vision; raudales de calórico seextienden en todas direcciones y llevan por todas partes elmovimiento y la vida; ¿dónde está la falta deactividad atestiguada por la experiencia? La vegetación quecubre nuestro globo, los fenómenos de la vida queexperimentamos en nosotros mismos y en esa muchedumbre de animalesque nos rodean, ¿no han menester de un continuo movimientode la materia, de un flujo y reflujo por decirlo así, deacciones y reacciones que los cuerpos ejercen los unos sobre losotros, en la realidad ó en la apariencia? Losfenómenos de la electricidad, del magnetismo, del galvanismo¿no nos ofrecen mas bien principios de mucha actividad,orígen de movimiento donde quiera que se hallen, que noobjetos indiferentes para el movimiento ó para {318} elreposo? Las ideas de actividad, de fuerza, de impulso, nos han sidosugeridas no solo por nuestra actividad interna, sino tambien porla experiencia del mundo corpóreo que desplega ánuestros ojos bajo leyes constantes, una continua variedad deescenas magníficas, cuyo orígen parece indicar unfondo de actividad incalculable.

[163]. Véase pues cuán sin fundamento se apelaá la experiencia para combatir la existencia de unacausalidad corpórea, y cuánto mas acordes van condicha experiencia los filósofos que otorgan á losmismos cuerpos una actividad verdadera. Al señalar loslímites de nuestra intuicion en lo tocante á lacausalidad y actividad en sí mismas(Cap.s XI y XIII) he dicho lo bastantepara que no se crea que juzgo posible el demostrarmetafísicamente la existencia de actividad en el mundocorpóreo; pero no puedo menos de insistir en que si algovale en favor de la causalidad la relacion constante de losfenómenos en el espacio y en el tiempo, si algo vale lasucesion invariable de unas cosas despues de otras; es precisoinclinarse á la opinion de que hay en los cuerpos verdaderaactividad: que en un órden secundario se halla en los unosla razon de las mudanzas en los otros; y que por consiguiente hayen el mundo corpóreo un encadenamiento de causas segundashasta llegar á la primera donde está el orígeny la razon de todo. {319}

CAPÍTULO XVI.

CAUSALIDAD INTERNA.

[164.] La conciencia nos atestigua que hay en nosotros unaverdadera facultad productiva de ciertos fenómenos internos.Es indudable que concentrando la atencion por medio de un actolibre de la voluntad, experimentamos una produccion deimágenes y de ideas. Las obras de imaginacion, son unamuestra irrecusable de nuestra actividad interna. Las sensacionesnos suministran los materiales en bruto; pero con ellos levanta lafantasía edificios admirables.

Aquella nueva forma¿quién se la ha dado sino nosotros mismos? Preciso esconfesar que si carecemos absolutamente de actividad, la naturalezanos alucina completamente, haciéndonos creer que somos muyactivos.

Los simples recuerdos nos ofrecen otra muestra de verdaderaactividad. Nos proponemos pensar en un país que hemos vistodetenidamente, y deseamos recordar sus pormenores: al imperio de lavoluntad la imaginacion se excita y va desplegando á nuestraintuicion las escenas que viéramos en otro tiempo. Sedirá que estas imágenes ya existian y que solo hasido necesario despertarlas, pero no se puede negar que no{320} existian en acto pues que noteníamos de ellas conciencia actual; y que para lograr sureaparicion ha sino necesario y suficiente el imperio denuestra voluntad. Esta presencia nueva algo añade ásu estado habitual; pues bien, ese algo se ha producido dentro denosotros, con solo quererlo.

Es verdad que no conocemos el modo de esta produccion;pero lo cierto es que la conciencia nos asegura de que sigueinmediatamente á un acto de nuestra voluntad: y que portanto tenemos cuando menos un vehemente indicio, de que conrespecto á esas imágenes, hay en nosotros una fuerzaproductiva del tránsito de su estado habitual al actual. Lomismo se puede decir de todos los recuerdos; y si bienexperimentamos con harta frecuencia que no podemos recordar todo loque queremos, esto solo prueba que nuestras facultades activas sonlimitadas por ciertas condiciones de que no se pueden libertar.

[165.] Prescindiendo de los recuerdos ¿quién no haexperimentado la elaboracion de conceptos al meditar sobre unamateria? ¿Nuestras ideas son las mismas cuando comenzamosá reflexionar sobre un objeto, que cuando hemos meditadosobre él durante largas horas? nó ciertamente.Á

veces no hemos recogido ningun dato nuevo, no hemos leidoningun libro ni oido ninguna observacion que nos pudiera ilustrar,y sin embargo por sola la fuerza de la reflexion propia, nos hemosformado ideas claras y distintas, cuando {321} antessolo las teníamos confusas. Con decir que las nuevas ideasson el resultado de otras que se hallaban ya en nuestroespíritu no se prueba que no haya en el entendimientoverdadera actividad; porque este resultado, sea cual fuere suorígen, es siempre una cosa nueva; produce en el alma unnuevo estado; porque ahora sabe perfectamente lo que antes ignorabadel todo, ó conocia muy en confuso. En una curva la relacionde la subsecante á la secante, y la de la subtangenteá la tangente son ideas geométricas que se hallan alalcance de los entendimientos mas comunes; así como lasemejanza de los triángulos que se pueden excogitar paracomparar unas líneas con otras, y la aproximacion sucesivacon que la subsecante se acerca á la subtangente, y lasecante á la tangente; pero de aquí á reducirtodos estos elementos á un punto de donde brota convivísima luz la admirable teoría del cálculoinfinitesimal, hay una distancia inmensa; ¿se diráque los genios que salvaron esta distancia, no pensaron nada nuevo,porque tenian en sí los elementos de cuya combinacionresulta la teoría?

[166.] Si en algunos fenómenos se ve con toda claridad laactividad productiva, es ciertamente en los actos de la voluntadlibre: ¿á qué se reduce la libertad, si elalma no produce sus voliciones? Si estas no son mas quefenómenos producidos por otro ser, y en los cuales el almano tiene otra parte que el ser sujeto de los mismos, la libertad nosignifica nada. Es hasta contradictorio {322}

eldecir que el alma sea libre, y negarle al mismo tiempo que sea elprincipio de sus determinaciones.

[167.] La simple inteligencia, hasta la mera sensibilidad, y engeneral todo fenómeno que implica conciencia, parece ser elejercicio de una actividad; y en este sentido llevo explicado (Cap.XII) que tenemos intuicion de la actividad interna. Si entender, siquerer, si el tener conciencia de que se siente, no son acciones, no sé dónde podremos hallar el tipode una verdadera accion. El percibir una cosa; el quererla; el actoimperativo de la voluntad para emplear los medios que puedanproporcionárnosla son indudablemente acciones: y la acciones el ejercicio de la actividad.

La idea de la vida nos representala actividad en su grado mas perfecto; y entre los fenómenosvitales, los mas perfectos son los que implican conciencia; siá estos no los llamamos acciones, es preciso decir que notenemos ninguna idea de accion ni actividad.

Aunque no conozcamos el modo de la produccion, tenemosconciencia de esta produccion; tenemos intuicion de la accion ensí misma. Cuando vemos un movimiento corpóreo, vemosuna modificacion pasiva; pero cuando experimentamos en nosotros losfenómenos de conciencia, vemos una accion, y porconsiguiente tenemos intuicion del ejercicio de nuestraactividad.

[168.] Aquí se ofrece una objecion. Si losfenómenos internos, son verdaderamente acciones,{323}

¿cómo es que con tantafrecuencia, son independientes de nuestra voluntad? Sufrimosdolores, á pesar nuestro; nos ocupan ideas quequisiéramos desechar; nos ocurren á vecespensamientos con una instantaneidad y espontaneidad, que mas bienparecen inspiraciones que fruto de nuestro trabajo; en casossemejantes, ¿dónde está la actividad?¿No deberemos decir que estos fenómenos son puramentepasivos?

[169.] Esta objecion á primera vista tan concluyente, noprueba nada contra la actividad interna.

En primer lugar, podriaresponderse que el estar el alma pasiva en algunos casos, no pruebaque lo esté en todos; y que para afirmar la existencia de laactividad interna, nos basta que haya ciertos fenómenosproducidos por ella. Pero ni siquiera es necesario conceder que laactividad no se encuentra en los casos que nos recuerda laobjecion; pues que examinándolos á fondo se descubreque aun en ellos, el alma ejerce verdadera actividad.

El nervio de la dificultad consiste en que aparecen en nuestrointerior algunos fenómenos sin el curso de nuestra voluntad,y á veces á pesar de ella; mas esto solo nos conduceá inferir que hay en nuestra alma funciones independientesdel libre albedrío, sin obligarnos á creer que estasfunciones no sean activas. Con esta observacion se desvanece ladificultad. Hay en nuestro interior fenómenos que nosotrosno hemos querido, antes que apareciesen, ni despues; {324}

esverdad; luego hay en nuestro interior fenómenos en que elalma está puramente pasiva; lo niego. La consecuencia esilegítima; lo único que se puede inferir es que hayen nuestra alma fenómenos para cuya aparicion óconservacion no es necesario el concurso de nuestra voluntad.

Una cosa semejante experimentamos con respecto al cuerpo: hayfunciones que se ejercen independientemente de nuestro librealbedrío, como la circulacion de la sangre, la respiracion,la digestion, la asimilacion de los alimentos, la transpiracion yotras semejantes; pero las hay tambien que no se ejercen sino porel imperio de la voluntad, como el comer, el andar, y en generaltodo lo que se refiere al movimiento y posiciones de los miembros.¿Quién prohibe pues que suceda en el alma una cosasemejante, y que haya facultades activas que se desenvuelvan, yproduzcan varios fenómenos sin el concurso de lavoluntad.

No creo que se pueda replicar nada á esta solucion; sinembargo, todavía me propongo ampliarla con algunasobservaciones sobre el carácter de los fenómenos enque se quiere suponer que nuestra alma está puramentepasiva.

[170.] Se habla en la objecion de sensaciones dolorosas, lascuales efectivamente presentan un caso en que al parecer laactividad no existe de ningun modo. ¿Quién podriaafirmar que un hombre á quien se le aplica un hierrocandente, y que experimenta dolores atroces, ejerce en aquello{325} mismo la actividad de su alma?¿no es mas conforme á razon, el decir que el alma sehalla puramente pasiva, y en un estado muy semejante al de uncuerpo que se comprime por la presion de otro cuerpo? Actividad, sialguna se ejerce en semejantes casos, es mas bien de reaccioncontra la sensacion dolorosa. Si bien se reflexiona, en estasobservaciones no hay ninguna dificultad cuya solucion no se halleen lo que acabo de exponer en el párrafo anterior.

Convengoen que la sensacion dolorosa