grande,
Y
como
amigo,
pídeme
consejo.
Yo,
que
no
fío
de
mi
ingenio
cosas
Tan
arduas,
y
del
tuyo
estoy
contento,
Quiero
que
me
aconsejes
lo
que
pueda
Escribirle
en
desdicha
semejante.
.
.
.
.
.
..
.
.
.
.
.
Tiene
el
Rey
albanés,
Enrique
amigo,
Sólo
una
hija,
como
yo
á
Dionisia;
Pídensela
mil
Príncipes
y
Reyes,
Y
ella
pone
los
ojos
en
un
hombre,
Noble
por
cierto,
mas
vasallo
suyo.
Éste
la
goza,
y
con
temor
del
padre,
Huye
á
otro
reino,
donde
al
fin
se
casa,
Y
casado
después
á
Albania
vuelve.
ENRIQUE.
Extraño
es
el
suceso,
y
que
pedía
Más ingenio y mas tiempo; mas si es fuerza
Obedecerte,
digo
que
aunque
mate
El
Rey
á
ese
hombre,
no
remedia
nada,
Pues
se
queda
la
Infanta
sin
remedio,
Y
casarle
con
ella
está
más
puesto
En
razón
y
justicia.
REY.
¿De
qué
modo,
Siendo
casado
el
hombre?
ENRIQUE.
Dando
muerte
Él
propio
á
su
mujer,
en
justa
pena
De su delito.
Después de argumentar ambos sobre la justicia y la necesidad de lasentencia de Enrique, el Rey da á éste la carta de la Infanta, copiadamás arriba, y le dice: Tú
me
diste
el
consejo;
parte
luego,
Y
á
la
Condesa
quitarás
la
vida,
Para
que
aquesta
noche
seas
esposo
De la Infanta mi hija.
El Conde protesta vanamente no haber tenido jamás con la Infantarelaciones de tal especie; el Rey no hace caso de ellas, y repite susórdenes. Enrique cae en tierra como herido por el rayo: por una parte,el deber más sagrado de un vasallo es la obediencia á su señor; porotra, el asesinato de una esposa amada es un hecho superior á lasfuerzas humanas. La horrible lucha, que surge en su corazón, semanifiesta exteriormente por un silencio sombrío, hasta que Isabeldescubre el secreto, y lo invita á matarla, puesto que ella morirácontenta con tal que su esposo cumpla sus más imprescindibles deberespara con el Rey. El desventurado Enrique se decide al cabo á ejecutaracción tan repugnante. Isabel se despide tiernamente de sus hijos y desu esposo, á quien asegura, repetidas veces, que recibe gustosa lamuerte de su mano; el Conde, no sintiéndose con fuerzas bastantes paramatarla, encarga á un criado que lleve á la mar en una barca á Isabel, yque la abandone á merced de las olas. El acto tercero nos ofrece almísero Conde atormentado por los remordimientos y presa del delirio.
Elhorrendo crimen, cometido por orden del Rey, no produce el resultadoapetecido, porque la Infanta se niega á dar su mano al asesino, manchadacon la sangre de su esposa. El conde de Barcelona se acerca con unaarmada para vengar la muerte de su hija; un hijo de la muerta es elAlmirante, y el Rey tiembla ya en su capital. Isabel, sin embargo, no haperecido en la mar, puesto que, asida á un tronco de árbol, esarrastrada á la costa, recibiendo la más benévola hospitalidad en losdominios del duque Octavio.
Confía al Duque el secreto de sus desdichas,y él, que se considera como el principal causante de ellas,correspóndele participándole que, en aquella noche misteriosa, usurpótraidoramente el lugar del Conde para poseer á la Infanta. Isabel sedisfraza entonces de hombre, y se encamina á juntarse con la armada desu padre, en donde no es conocida, aunque se le recibe benignamente porsu semejanza con la que se cree muerta. El rey de Irlanda, viéndose engrave apuro, entrega á sus enemigos al conde Enrique como autor de todolo ocurrido, pero Isabel descubre la verdad dándose á conocer; su padre,su hijo y su esposo se creen en el colmo de la dicha al recobrar á laque suponían perdida para siempre, y Dionisia borra la mancha, quedeslustraba á su honor, casándose con Octavio.
Semejante á ésta por el interés que inspira y por la imperfección de lasdiversas partes del conjunto, es Don Lope de Cardona. El príncipe DonPedro de Aragón ha dado muerte en un torneo al hijo del rey de Sicilia;y en su consecuencia se ha declarado la guerra entre los dos países.Lope de Cardona, capitán de las tropas aragonesas, vuelve vencedor yaguarda ser recibido, al desembarcar en Valencia, con las más vivasdemostraciones de alegría; en vez de esto, encuentra cerradas laspuertas: un carro cubierto con negros paños se le acerca, apeándose deél una dama, vestida también de negro. Esta dama es Casandra, su esposa,que le cuenta que el príncipe Don Pedro la ha requerido de amores, y queel padre de Lope, llamado Don Bernardo, ha salido á la defensa de suhonor, sacando su espada contra el Príncipe en el calor de lacontienda. El anciano Bernardo, á causa de su precipitación en obrar,ha sido acusado de crimen de alta traición y encerrado en la cárcel, yel Príncipe, lleno de ira, se ha dado trazas de predisponer contra todala familia de Cardona al bondadoso y justo Rey. Casandra aconseja lahuída á su esposo, pero él, confiado en su inocencia, se presenta alRey, refiere los grandes servicios que ha prestado al trono, y hacevaler las razones que disculpan el hecho de su padre, pidiendo que seapuesto en libertad y que él entre en su lugar en la cárcel. El Rey seopone á ello, cediendo á la influencia del Príncipe, y destierramientras viva al capitán que le ha ganado una de las más brillantesvictorias. Lope, pues, se embarca para Nápoles en compañía de su esposa,á la cual intenta retener en vano el príncipe Don Pedro; naufraga en lascostas de Sicilia y arriba á la playa, cayendo en manos de Roger, áquien ha vencido en la guerra.
Regocíjase éste al apoderarse de tanfamoso guerrero, y se esfuerza en atraerle á su servicio, ya haciéndolelas más lisonjeras promesas, ya amenazándolo; pero nada es bastante paraquebrantar la fidelidad de Lope á su soberano, por grande que sea lainjusticia con que lo trata. Roger aprisiona entonces á Casandra, y laconmina con la muerte si su esposo no accede á sus deseos; Lope sucumbeá esta prueba dolorosa, se pone al frente de la armada, y llega connumerosos buques á Valencia. Para economizar la sangre de susconciudadanos y antiguos compañeros, exhorta á los aragoneses á decidirla contienda por medio de un combate singular. Es aceptada suproposición, y Pedro, para saciar su odio contra los Cardonas, nombra áBernardo, todavía preso, para pelear contra su hijo. Los combatientes sepresentan con la visera calada y sin conocerse; cáese el yelmo de uno, yambos se reconocen en el momento en que se disponían á pelear hasta lamuerte; obstínanse los dos en morir uno por otro; por último, Lopepersuade á su padre á que huya, y que pretexte que su enemigo es elpríncipe Don Pedro, contra el cual no ha querido levantar su leal mano.La princesa de Sicilia, enamorada de Don Pedro, se ha esforzado mientrastanto en atraerlo á una entrevista, para la cual debe serle útilCasandra, invitándolo á venir á su casa. Él responde afirmativamente ála invitación, pero es sorprendido por Roger en la tienda de Casandra, yhecho prisionero. Lope se enfurece sobremanera á causa de la aparenteinfidelidad de su esposa, y ésta huye para evitar su cólera, haciendocorrer el rumor de que el rey Roger la ha condenado á muerte, por creerque mantenía inteligencias con el enemigo. Alegres los sicilianos detener prisionero al Príncipe, levantan el sitio y se hacen á la vela;pero los aragoneses los persiguen y sitian á su vez á Mesina, pidiendoque se les entregue el príncipe Don Pedro. Cuando se disponen á dar elasalto á la ciudad, se presenta Don Pedro en las almenas de la muralla,y los sitiados amenazan matarle, si los sitiadores prosiguen susataques; la princesa de Sicilia se empeña, por su parte, en impedirlo;para salvar la vida á su amante y establecer la paz entre loscombatientes, se entrega también á los aragoneses, para que su cabezacaiga al mismo tiempo que la del Príncipe. Su heróica resolución ponetérmino á tan prolongada lucha; aviénense los dos Reyes, y el casamientode sus hijos sella por entonces la paz. Lope de Cardona, que, al saberla muerte de su esposa, se retira de la armada desesperado, deseandomorir también, ha sido antes llevado á la presencia del soberano deAragón, el cual, conociendo su injusticia, le devuelve todos sus cargosy honores; finalmente, Casandra es descubierta en el ejército disfrazadade guerrero, y averiguada su inocencia, concluyendo la comedia con lareconciliación de todos sus personajes.
La hermosa Alfreda es otro drama, que participa de las bellezas ydefectos de los mencionados. El rey Federico, enamorado de la princesaAlfreda de Cleves por haber visto un retrato suyo, encarga al condeGodofredo que se encamine á Cleves, y que pida á la Princesa para esposasuya, en caso de encontrarla tan bella como aparece en su retrato. ElConde queda tan encantado de las gracias de Alfreda, que,desentendiéndose de la comisión de su soberano, la pide para sí.Alfreda, aunque poco aficionada al Conde, accede, sin embargo, á losdeseos de su padre, y Godofredo dice al Rey, á su regreso, que eloriginal es muy inferior á la imagen, por cuyo motivo induce á su esposacon fingidos pretextos á que se disfrace con trajes ordinarios y habiteen una obscura aldea. El Rey la conoce aquí, habiéndose extraviado enuna partida de caza, y se enamora de ella violentamente siendocorrespondido. Cuando averigua el engaño del Conde, declara nulo sucasamiento, y se lleva á Alfreda á su palacio para contraer con ellamatrimonio. Godofredo, tanto á causa de su aflicción por el rapto deAlfreda, cuanto por los remordimientos de su conciencia, hijos de su malpaso, cae en un estado próximo á la locura, y se presenta sollozandoante el Rey en compañía de los dos hijos que ha tenido de su esposa.Alfreda, aunque engañada también por él, intercede conmovida en sufavor y hasta quiere abrazarlo; pero, al intentarlo, observa que lamisma fuerza é intensidad de sus sentimientos le ha arrancado la vida.
El drama Laura perseguida se distingue por la vigorosa pintura deafectos. Oranteo, hijo del rey de Hungría, ama á Laura, joven dama desingular belleza, pero cuya condición no es igual á la suya, y tiene deella dos hijos. El Rey se opone á que se case el Príncipe con Laura,proyectando enlazarlo con otra Princesa. Para lograr su propósito,intenta enemistar á los dos amantes, y se enamora de Laura, á quien noconoce por su verdadero nombre. Una criada de Laura, que se parece muchoá su señora, y un cierto Octavio, secretario del Príncipe, se conciertanpara poner en obra los planes del Rey; la criada se viste con el trajede Laura, y celebra de esta suerte con Octavio una tierna entrevista,que presencia el príncipe Oranteo. Este se enfurece y renuncia á suLaura; sin embargo, no le es posible desterrar por completo de su pechoel amor que le inspira, y, fingiendo ser Octavio, se desliza bajo de susventanas, para convencerse de su infidelidad, puesto que duda de ésta, ápesar de las apariencias que la confirman. Laura, que ignora la traiciónque se trama, le habla amistosamente, creyendo que es el secretario delPríncipe, y sus palabras afables, por desgracia, son á los ojos deOranteo una prueba decisiva de su inconstancia. Laura, pues, esarrastrada á la cárcel, y sus hijos, sin saber su origen, se envían á unlugar escondido entre montañas, para ser criados con una familia delabradores. Un año largo languidece la desventurada en su prisión, alcabo del cual recobra su libertad y emprende una peregrinación áSantiago. A su regreso llega á la aldea, en donde viven sus hijos, y losabraza
derramando
copiosas
lágrimas.
El
Príncipe,
mientras
tanto,
aunqueconvencido de su infidelidad, la ama, sin embargo, y rehusaobstinadamente casarse con la Princesa. El desenlace, en que se averiguala inocencia de Laura, y el Rey, que bajo de otro nombre le ha mostradosu benevolencia, la reconoce como á esposa de su hijo, es fácil depresumir.
Poco menos interesante, aunque notable por los caracteres de lospersonajes, es Los enredos de Celauro, llenos de vida y de ingenio, yde situaciones dramáticas de gran efecto La boda entre dos maridos, La ocasión perdida, Los torneos de Aragón, El testimonio vengado, El gallardo catalán, Carlos el perseguido, Los peligros de laausencia, La batalla del honor y otros muchos. Ningún otro poeta delmundo nos ofrece en sus novelas, leyendas ó dramas, tantas invencionesinteresantes é ingeniosas, tantas situaciones conmovedoras y dramáticas,tantos motivos que exciten y encadenen nuestra atención como Lope; peroen la manera de utilizar estos materiales, en la relación de las partescon el todo, pertenecen estas novelas dramáticas á sus obras másimperfectas.
Entre estas últimas y otras obras suyas, que se asemejan más á lacomedia propiamente dicha, hay varias de un género intermedio que, ácausa de su plan más regular, no deben clasificarse con aquéllas, nitampoco confundirse con éstas, diferenciándose por su más serioargumento. Muchas nos ofrecen cierta analogía con los cuadrossentimentales de familia, tan de moda en los modernos teatros, aunquelos de Lope se distinguen de ellos por su poesía más elevada.Mencionaremos, entre ellos, á Las flores de Don Juan, cuyoprotagonista, en lo relativo al carácter, nos encanta por su fuego y suternura; La moza de cántaro, Querer su propia desdicha, y sobretodos, La esclava de su galán, bellísimo drama en que descuella unamujer de singular grandeza de alma y pronta á sacrificarse por suamante. El joven Don Juan renuncia, por amor á Elena, á la posesión deuna rica prebenda, que debe á su padre, por cuyo motivo es abandonadopor aquél. Agradecida Elena al sacrificio que hace por ella su amante,toma la extraña resolución de venderse por esclava del padre de DonJuan[9]
para aplacar su cólera y reconciliarlo con su hijo. Esta ficciónexcita en alto grado nuestro interés, y la serie de escenas en que laheroina se nos presenta, ya arrebatada de su pasión amorosa, ya airada ycelosa, lo aumenta aún más á la conclusión, en que se descubre y quiererenunciar á su amante, á quien cree infiel, moviendo entonces al padre,admirado de su generosidad, á dar su aprobación á su enlace con su hijo.
El caballero de Olmedo nos ofrece un notable ejemplo, así de lacapacidad extraordinaria de Lope, como de la incomprensible ligereza quetanto le perjudica. Los dos primeros actos son excelentes y de una viscómica inimitable; con los rasgos más ingeniosos se describen lasartificiosas intrigas de una vieja alcahueta y supuesta bruja, de laespecie de la Celestina. Don Alonso, caballero de Olmedo, ama á DoñaInés y es amado de ella; pero el padre de ésta quiere casarla con uncierto Don Rodrigo. Inés, para evitar en lo futuro el enlace que laamenaza, pretexta hallarse decidida á entrar en un convento; laredomada vieja Fabia penetra en la casa, en traje eclesiástico, parapreparar la novicia á la vida conventual, y un criado de Don Alfonsofinge ser maestro de latín; las escenas en que entona cánticosreligiosos mientras Inés lee las cartas de su amante, demuestran que enaquella época no se miraban como profanaciones estas burlas. La intrigacamina, pues, natural y favorablemente, cuando el drama se convierte entrágico de improviso, en oposición con su anterior índole.
Don Rodrigo,el pretendiente despreciado por Inés, intenta vengarse de su rival; enuna corrida de toros sálvale Don Alfonso la vida; pero este sentimientode gratitud, que le debe en remuneración de su servicio, acrece aún mássu ira; espíalo, pues, y saliendo de su emboscada, lo tiende muerto ásus pies. Inés pide al Rey justicia contra el matador, y ejecutaentonces verdaderamente su proyecto, fingido antes, de entrar en unconvento.
Un gran número de las obras de Lope pueden, por último, ordenarse en lacategoría de comedias, pero de comedias de gran valor poético, no dedespreciables descripciones de escenas de la vida común, que no debierandenominarse literarias, aunque conserven aquel nombre en nuestrosteatros. Por regla general, aun en aquellas fábulas, que más desciendenal círculo de la realidad vulgar, la elevación poética del español laslevanta de su humilde esfera. Lo cómico de estas obras no consiste, comosucede con frecuencia en las comedias de inferior rango, en trasuntos delocuras ó vicios aislados, con propósitos y exactitud prosáica, ni encaricaturas ó en algunas escenas burlescas, sino que resplandece en todala composición de mil maneras y la penetra y caracteriza en sus diversaspartes. Manifiéstase en el aspecto tranquilo, con que la vida se nosofrece en su conjunto, revelándose aquí ó allí en relámpagos burlescos,ó esgrimiendo el azote de la sátira contra ésta ó aquella extravagancia,pero en lo esencial presentándonos siempre la parte noble y bella de lanaturaleza humana, que resalta hasta en sus delirios y extravíos. En unapalabra, la comedia española, como la comprende Lope de Vega, es lo quesiempre ha debido ser para llamar nuestra atención, esto es, una poesíaen su esencia; de la vida y sus fenómenos sólo aprovecha lo importante;concentra, como un espejo prismático, los rayos más serenos de lanaturaleza humana, para reflejarlos con duplicado brillo, y realzacaracteres comunes y sucesos vulgares en un mundo lleno de poesía,imprimiendo en la realidad el sello de la belleza. Lo burlesco de estascomedias no consiste en groseros chistes para disipar el mal humor,sino en la inteligente sonrisa de un espíritu superior, que pareceretozar en todo el conjunto; cuando se muestra lo cómico de más bajaley, se reviste siempre con las gracias del ingenio; fuérzanos elgracioso á simpatizar con su alegría, porque sus burlas más locas yextravagantes no degeneran nunca en perversos y amargos sarcasmos;reimos con benevolencia, no movidos por amor propio ni por desprecio.Quien busque en las comedias cuadros comunes prosáicos y naturales,imitaciones exactas de la realidad ordinaria, personificaciones devicios y faltas con ejemplos morales, contrapuestos á ellas; quienconcurra al teatro para oir acerbas invectivas y rasgos satíricos, ópara presenciar escenas groseras burlescas, que excitan estúpidas risas,ha de renunciar á Lope de Vega, indemnizándose con Molière ó Wicherley,Goldoni ó Kotzebue. Pero quien sienta los encantos de la poesíaromántica, de la más florida imaginación, de la inventiva másinagotable, de los juegos más variados y agudos del ingenio y delenredo, del análisis más delicado del corazón humano y de sussentimientos, lea las comedias de este español distinguido, y podráentonces decidir si hay ó no razón para mirar con desprecio, desde talaltura, las miserias y pequeñeces que en otras naciones usurpan aquelnombre.
En estas comedias de Lope de Vega resplandece con un brillo más vivo ycon sus diversos colores la llama del genio, que ilumina más ó menos átodas sus obras. Ya nos detengamos en la traza y desarrollo del plan, óen el esmero con que se atiende á sus diversas partes; ya en el tejidode la fábula ó en su progresivo desenvolvimiento, encontramos siempre alconsumado maestro, y nos alegra y nos encanta siempre el lujo y lariqueza de su fantasía, la benevolencia y afabilidad de su carácter, lonoble y puro de los sentimientos, y su penetrante mirada en lo másíntimo del alma. Cuando leemos estas poesías, nos imaginamos entrar enun mundo poético completamente nuevo, en una galería infinita de cuadrosde afectos y de esfuerzos humanos, de amor y de odio, de alternativas ycambios de fortuna. ¡Qué variedad de sucesos tan rica é interesante, ycuán poderosamente encadenan nuestra atención! ¡Cuánta gracia y cuántadulzura en las escenas galantes y amorosas! ¡Cuánto ingenio resalta enlas burlas! ¡Qué maravillosa diversidad en los juegos del acaso, y enlos infinitos cambios que produce! ¡Cuánta corrección en los contornosde todos estos cuadros, sin omitir un solo rasgo! ¡Qué luz tanbrillante, qué fuego en el colorido!
El poeta, según todas las probabilidades, se aplicó cuidadosamente á lacomposición de estas comedias; el argumento de casi todas ellas ofreceen su arreglo tanto artificio literario; se descubre en su plan tantaclaridad, tanta madurez y reflexión; es tan grande la delicadezapsicológica que distingue á los caracteres, la simetría que se observaen la disposición de sus partes aisladas; tanta la sobriedad que se notahasta en los pormenores más insignificantes, que, aun teniendo del poderdel genio la idea más favorable, no se concibe que obras tan perfectasse hayan escrito improvisando, como acontece á muchas otras de Lope.
Su lenguaje llama particularmente nuestra atención. Quizás ningún otropoeta cómico del mundo ha sido tan feliz en conciliar la dignidadpoética con la viveza y animación del diálogo. Su dicción, ajustándosesiempre perfectamente á la índole del asunto, pasa en ligerastransiciones desde el tono ligero y fácil de la conversación más frívolahasta el estilo poético más elevado, revistiéndose de la forma quecuadra al trato común y ordinario, ó de la que conviene á los rasgos máscáusticos del ingenio, ó á la violencia arrebatadora de la pasión.
La diferencia establecida entre las comedias de intriga y de carácter(cuyo valor, en general, puede ponerse en duda), no es aplicable á lasde Lope de Vega. Sólo á algunas, como El desconfiado y La damamelindrosa, puede dárseles el último nombre, á causa de la prolijidadcon que se describen sus caracteres y de la importancia que en ellastienen. En las demás, é indudablemente con arreglo á los preceptos delarte verdadero, se confunden y mezclan de tal suerte los caracteres ylos sucesos externos, deduciéndose unos de otros necesaria éíntimamente, que es preciso renunciar á la clasificación indicada. Es,por tanto, absurdo hablar de las comedias de intriga de Lope, parasignificar que tal es el carácter esencial que las distingue.
Menesteres que en esta parte evitemos usar expresiones impropias, cuyo origen hade buscarse en las comedias de Calderón, porque no son aplicables á lasde Lope, ni con frecuencia al teatro cómico español. Calderón haestrechado considerablemente el círculo de los resortes que han de jugaren la comedia; los incomprensibles cambios de la suerte constituyen enlas suyas el móvil capital del interés, y en ellas encontramos ciertostipos que siempre subsisten y se repiten, y que sirven de fundamento ála acción, á las situaciones y á los caracteres de los personajes.Recuérdense sus comedias de capa y espada, y en todas ellas se nosofrecen los mismos resortes dramáticos: celos de amantes de ambossexos; luchas del amor con sospechas de padres ó hermanos severos, ó conlos deberes de amigos ó de súbditos; disfraces de mujeres con el velo;mudanzas de domicilio y de nombre; entradas secretas y casas de dospuertas.
Aunque Lope de Vega haya usado de todos estos motivosdramáticos largo tiempo antes que Calderón, convergen todos en el nudo óintriga de la fábula, y se vale además de otros muchos muy diversos; suspersonajes no se mueven tampoco en el estrecho círculo que los deCalderón, en los cuales siempre se encuentran dos apasionados amantes,un rival, un padre severo, una criada astuta, etcétera, casi enestereotipia. Preciso es ahora que concedamos también á Lope el arte tanadmirado en su célebre sucesor; esto es, el arte de trazar un argumentointeresante y tener en suspenso la atención de los espectadores, porquesi sabe tan bien como Calderón deducir de ciertas luchas ó choques lassituaciones más dramáticas, y siempre nuevas, y complicándolas de unmodo sorprendente, justo es también, por otra parte, que se le atribuyala gloria de poseer otra dote más importante, cual es la de inventar másmotivos cómicos y derramar más vida y variedad en la pintura decaracteres.
La notable diferencia en el tono y asunto de estas comedias y ladiversidad de elementos cómicos que en ellas predominan, no consientenhacer la división cómoda de sus distintas clases, que sería de desear.Hay gradaciones tan leves é insensibles, que es difícil señalar conexactitud los límites que las determinan. Sólo las distincionesgenerales siguientes, casi externas, pueden establecerse con trabajo.
Enprimer lugar, hay comedias que, por su índole y argumento, nos recuerdansin esfuerzo á Plauto y á Terencio, ofreciéndonos caracteres,situaciones y relaciones análogos á los de los cómicos romanos. Sesobreentiende que, ni por asomos, hay que hablar de la imitación de lasformas antiguas; aún menos se proponía Lope llevar al teatro la pinturade costumbres de tiempos pasados: su intento era tan sólo el de inspirarnueva vida en caracteres españoles de su época, que ofrecían ciertasemejanza con los protagonistas de los antiguos cómicos. Verdad es quenos las habemos con libertinos, aventureras, parásitos, cortesanos yalcahuetas, que se nos ofrecen en situaciones no siempre decentes; peroLope ha sabido dulcificar lo repugnante y duro de las mismas con artesingular, no perjudicando por esto á la verdad de sus descripciones, ytrazando en