La Omnipotencia.
La Sabiduría.
El Amor Divino.
La Gracia.
La Justicia.
La Clemencia.
Jesucristo bajo distintas formas, por ejemplo, como el buen pastor,como caballero cruzado, etc.
El novio, esto es, Jesucristo, que entona el cántico de loscánticos en loor de la Iglesia, su prometida.
La Santa Virgen.
El Demonio ó Lucifer.
La Sombra, como símbolo del pecado.
El Pecado.
El Hombre. El linaje humano.
El Alma.
La Razón.
La Voluntad.
El Albedrío.
El Cuidado.
La Ira.
El Orgullo.
La Envidia.
La Vanidad.
El Pensamiento (ordinariamente como loco ó bufón).
La Ignorancia.
La Duda.
La Fe y la Incredulidad.
La Locura.
La Esperanza.
El Consuelo.
La Iglesia.
La Ley natural y la escrita.
El Judaismo ó la Sinagoga.
El Alcorán ó el Mahometismo.
La Herejía y la Apostasía.
El Ateismo.
Los siete Sacramentos.
El Mundo.
Las cuatro partes del mundo.
La Naturaleza.
La Luz, casi siempre como símbolo de la Gracia.
La Obscuridad.
El Sueño y la Ilusión que produce.
La Muerte.
El Tiempo.
Las estaciones y las horas.
Los diversos países de la tierra.
Los cuatro elementos.
Las plantas, y especialmente la espiga y el sarmiento, alusivos alpan y vino de la cena del Señor.
Los cinco sentidos.
Los Patriarcas, Profetas y Apóstoles y sus atributos, como, porejemplo, el águila de San Juan.
Los ángeles y arcángeles.
No hay necesidad de advertir que no se guarda el orden cronológico, yque los profetas, por ejemplo, aparecen juntos con los apóstoles.Tampoco hablaremos de los anacronismos, censurados por la críticaestrecha, puesto que en el imperio de estas poesías se prescinde delcómputo del tiempo.
Calderón fué quien dió mayor perfección y forma más artística al autosacramental.
Los de Lope de Vega, objeto ahora de nuestro examen, leson inferiores en este concepto. La alegoría, sin profundidadpsicológica, es sólo representada grosera, no mediatamente; se echa demenos en ellos la abundancia y la delicadeza de las alusiones morales, yel profundo misticismo con que sus sucesores sellaron é idealizarontodas sus creaciones, iluminando al orbe con la luz del espíritu. Lope,por el contrario, se expone menos al peligro de degenerar en árido yfrío, como sucede con frecuencia á los que abusaron de la alegoría.Nunca peca contra la sencillez poética é inmediata que los distingue; ysi los poetas, que le sucedieron, nos parecen más adelantados en lorelativo al arte, él nos encanta por su mayor vigor y naturalidad.
Para conocer más concretamente la esencia de los autos de Lope,haremos el análisis de algunos.
El elegido para este objeto lleva el título de La peregrinación delalma. El canto que le precede en loor de la Hostia y del Cáliz, y laloa, que no se relaciona directamente con lo que sigue, no entrarán ennuestro examen. Al principio del auto aparecen las Almas, como mujeresvestidas de blanco; la Memoria, en forma de mancebo bello y robusto, yla Voluntad, con traje de labradora.
EL
ALMA.
Llegada
es
ya
la
ocasión
De
mi
nueva
embarcación
A
la
gloriosa
ciudad
De
la
celestial
Sión.
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.
.
.
.
..
.
.
.
.
.
Esta
es
la
playa
arenosa
De
corporal
juventud;
Buscar
es
cosa
forzosa
Nave,
en
que
nuestra
salud
Corra
bonanza
dichosa.
LA
MEMORIA.
Alma
para
Dios
criada
Y
hecha
á
la
imagen
de
Dios,
Advierte
de
Dios
tocada
En
que
son
los
mares
dos
De
nuestra
humana
jornada.
Y
así
hay
dos
puertos
á
entrar
Y
dos
playas
al
salir:
En
uno
te
has
de
embarcar,
Que
del
nacer
al
morir
Todo
es
llanto
y
todo
es
mar.
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.
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..
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.
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.
.
En
estrecho
fin
paraba,
Alma,
aquel
ancho
camino;
Y
el
que
estrecho
comenzaba,
Ancho,
glorioso
y
divino
El dichoso fin mostraba.
La Voluntad censura las inoportunas advertencias de la Memoria, yaconseja seguir la senda más bella y desahogada. El Alma vacila, nosabiendo qué rumbo emprender.
Preséntase entonces el Demonio, como señorde la barca; el Amor propio, el Apetito y otros vicios, en traje demarineros, y cantan así:
Hoy
la
nave
del
contento
Con
viento
en
popa
da
gusto
Donde
jamás
hay
disgusto.
.
.
.
.
.
..
.
.
.
.
.
Se
quiere
hacer
á
la
mar.
¿Hay quien se quiera embarcar?
El Demonio hace una brillante descripción de la belleza del país, ádonde se dirige la barca; la Memoria les advierte el engaño, pero sealetarga al oir un nuevo canto más melodioso, y cae ensordecida en laorilla, mientras que el Alma y el Deseo suben en la barca. Preséntase laRazón para despertar á la Memoria, y las dos juntas gritan al Alma quevuelva; pero no se oyen sus voces con el ruido de los marineros,ocupados en levar el áncora. Poco después se ve ya á la barca en altamar; el Orgullo lleva el timón, y los siete pecados capitales manejanlos remos; el Alma, sentada sobre cubierta á una mesa brillante, á lacual cerca un coro de cantores, se solaza con caballeros y frívolasdamas.
La Razón exhorta una vez más á los engañados á pensar en susalvación, y á embarcarse en el buque del arrepentimiento, el único quelos librará de su ruina; pero el Alma nada quiere oir hasta que el mismoJesucristo, dueño de este buque, se presenta acompañado de ángeles, ypromete conducirlos á la bahía de la Salud, si llegan á arrepentirse.Como la vocación divina es irresistible, la seducida resuelveobedecerla. Vese entonces el barco del arrepentimiento, en cuyo centro,á manera de mástil, está implantada la cruz; cálices de oro adornan susgallardetes; los símbolos de la Pasión forman los aparejos; sobre lacubierta se halla el Santo Sepulcro, y delante de él, arrodillada, laMagdalena arrepentida; San Pedro se sienta junto á la brújula, alumbradotodo por un cáliz de oro, cuya luz se extiende á larga distancia.
ElAlma se presenta con vestido de penitente, y se arrodilla contritadelante del Señor, que la acoge benigno; le promete el perdón, porque suarrepentimiento es sincero, y le ofrece el Sacramento del Altar comoprenda de su gracia.
El auto segundo, cuyo argumento expondremos también, y que se titula Las aventuras del hombre, comienza con la expulsión del Paraíso denuestros primeros padres. El ángel persigue al hombre con su espada defuego, censura su pecado con frases enérgicas, y cierra las puertas delEdén. El desterrado se encuentra en medio de un horrible desierto;peñascos puntiagudos destrozan sus pies, abismos amenazan tragarlo, y loatormentan temibles visiones. Parece que, al componer esta escena, tuvopresente el poeta el principio de la Divina Comedia del Dante. Elhombre vaga abandonado por el desierto, y se extravía y pierde, nohallando senda alguna que seguir. Preséntasele entonces una aparición,que á primera vista lo atemoriza, pero que pronto intenta consolarlohablándole dulce y amorosamente, y diciéndole: Pues
haced
cuenta
que
quiero
Ser
vuestro
escudero
yo,
Que
el
mismo
Dios
me
mandó
Que
fuese
vuestro
escudero.
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.
.
.
.
..
.
.
.
.
.
Es
verdad
que
está
enojado,
Pero
como
os
ha
criado,
Templa
conmigo
el
castigo.
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..
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.
Que
si
como
Dios
le
dijo
Le
ha
de
quebrar
la
cabeza
Al
Dragón,
vuestra
tristeza
Será
entonces
regocijo.
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.
.
.
.
..
.
.
.
.
.
Porque
no
pudiendo
vos
Satisfacer
de
justicia
Tanto
pecado
y
malicia,
Satisfaga
Dios
á
Dios.
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.
.
.
.
..
.
.
.
.
.
Esta
Señora
que
os
digo
Será
su
divina
Madre.
Esperadla,
que
ha
de
ser
De
vuestro
destierro
fin.
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..
.
.
.
.
.
Venid
conmigo,
y
los
dos
Esperemos este día.
Los dos juntos prosiguen entonces su peregrinación, y llegan á unpalacio soberbiamente iluminado, dentro del cual se oye plácidaharmonía. En él reina la locura del mundo. Alegre muchedumbre rodea álos extranjeros cantando y bailando, y los invita á entrar en elpalacio. El Consuelo advierte al hombre el peligro que le amenaza, perose deja seducir y acepta la hospitalidad que se le ofrece. La Reina lorecibe afable, y ordena á la Vanidad y á la Ostentación que adornenlujosamente el aposento del Engaño, á la Sensualidad que le prepare unfiltro amoroso, al Sueño que lo divierta con imágenes halagüeñas, y á laCuriosidad y á la Mentira que cuiden de distraerlo. Comienza, pues, lanueva vida con locuras y placeres de los sentidos; pero el hombre, quesiente en su pecho más elevada vocación, se fastidia pronto y abandonael palacio. Asáltanle en su peregrinación el Tiempo, la Muerte y elPecado; lo aprisionan y lo entregan á la Culpa, en cuyos lazos viventodos los hijos de la tierra.
Cargado de cadenas, se lamenta el hombreen su prisión. Háblale el Consuelo del Salvador, que ha de venir, pararedimirlo del cautiverio.
Luz
del
mundo
ha
de
llamarse
Aquella
palabra
eterna...
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.
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.
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..
.
.
.
.
.
Tú,
pues,
me
alumbra
y
me
guía,
Tú
me
ilumina
y
me
enseña,
Todo
se
yerra
sin
ti,
Todo
contigo
se
acierta.
Peregrino
soy,
luz
mía,
Erré
la
divina
senda.
.
.
.
.
.
..
.
.
.
.
.
Ven,
lucero,
que
ya
tengo
En
estas
lágrimas,
señas
Que
ya
sé,
divina
Aurora,
Que
no
amaneces
sin
ellas.
Ven,
dulce
mañana
mía;
Ven,
mi
luz,
no
te
detengas;
No
me
coja
eterna
noche
Antes que tú me amanezcas.
Abrense los muros de la cárcel: preséntase la Santa Virgen hollando alDragón con sus pies, y deja caer dulces palabras en el alma del cautivo,que entonces duerme tranquilo. Mientras tanto desciende del cielo poruna escala el Amor divino, y le anuncia que ha llegado la hora de laRedención. Giran sobre sus goznes las puertas de la prisión, y el hombrees recibido por sus guías celestiales, que suben con él en el buque queha de llevarlo á la bahía de la Salud eterna. Huyen la Muerte y losPecados, y la Culpa aparece transformada y con vestidos ligeros. Alterminar se ve una barca (la Iglesia), y en ella un altar con el Cáliz yla Hostia, ante la cual yace el hombre de rodillas.
EL
AMOR
DIVINO.
¿Ves
cómo
fué
verdadera
La
nueva
que
yo
te
di?
EL
HOMBRE.
¡Oh
pan
divino,
oh
grandeza
Suma
de
Dios,
reducida
A
una
forma
tan
pequeña!
¡Oh
inmensidad
abreviada,
Alta
Majestad
Suprema
En
la
cándida
cortina
De
los
accidentes
puesta!
¿Cómo
te
daré
las
gracias?
AMOR.
Con
la
Fe,
para
que
puedas
Aquí
merecer
la
gloria
Y después la gloria eterna.
El Auto de la Puente del mundo comienza con un diálogo entre el Mundo,el Orgullo y el príncipe de las Tinieblas, sobre la venida de Cristo,que aparecerá en forma de caballero cruzado, para redimir á las almas dela servidumbre del pecado. El príncipe de las Tinieblas ha construído unpuente, por el cual han de pasar cuantos entren en el mundo. Leviathánes nombrado su guarda, con la obligación de no permitir á nadie el pasomientras no se confiese esclavo del mal. Hácenlo así Adán y Eva, y lasgeneraciones humanas que les suceden. Pero una virgen más pura que lamás cándida paloma (así dice el príncipe de las Tinieblas), ha entradoen el mundo sin rendirle homenaje, porque, al pronunciar su nombre,Leviathán cayó en tierra desmayado. Aparece el Amor divino, y llama condulce canto al caballero de la cruz, que es el Redentor. Este sepresenta armado completamente, trayendo en sus manos la lanza adornadacon la cruz; al brazo un escudo, en el cual se representan los símbolosde la Pasión, y comienza la lucha para redimir los hombres. Leviatháncae en tierra sin aliento, cegado por el resplandor del divino adalid;el alma recobra la libertad, y el vencedor edifica otro puente junto alprimero que se dirigía á la servidumbre del pecado, para que el linajehumano pueda subir á la gloria.
El heredero del cielo. El Señor celestial, dueño de una viña, amadapor él sobre todas las cosas, la da en arrendamiento á los sacerdotes yal pueblo hebráico; nombra guardas al Amor á Dios y al Prójimo, y lesrecomienda la más exquisita vigilancia.
Pero molesta á los arrendatariostan rigorosa guarda; echan de la viña á los nombrados por el Señor paravigilarla; sólo piensan en vivir entre regocijos y fiestas sensuales, yllaman á la Idolatría para compartir con ella la posesión de la viña,celebrando fiestas licenciosas y practicando ritos idólatras. Al cabo dealgún tiempo se presenta el Señor de la viña para visitarla; pero apenasse acerca, oye cánticos sacrílegos, y al entrar es testigo de una orgía,y presencia el estrago que hacen en las cepas los pies de los quedanzan. Manda á Jesaías y á Jeremías, que le acompañan y le sirven, quereclamen el precio del arrendamiento; pero son acogidos con burlas yllevados después al suplicio, por reconvenir á los sacerdotes y alpueblo judío á causa de sus irreverencias.
Aparece San Juan Bautista ypredica el arrepentimiento, declarando que se acerca el reino de Dios, yque su Hijo, el heredero del cielo, no tardará en venir para regenerarla viña destruída; pero también sucumbe. Al fin viene en persona el Hijoprometido para traer á su redil á los extraviados y plantar de nuevo laviña; pero se ve tan poco atendido como sus predecesores, y esarrastrado al suplicio con los mártires. La tierra tiembla, cúbrese deduelo la naturaleza, y hasta los gentiles deploran los sufrimientos delinocente. Descúbrese el teatro: se ve á Jesaías con el cuerpo aserrado;á San Juan, sin cabeza, y entre los dos, al heredero del cielosuspendido en la cruz; el Señor dice entonces con voz de trueno:
Entristézcase
el
cielo,
Los
ángeles
derramen
tierno
llanto,
Rómpase
al
Templo
el
velo,
Tinieblas
vista
el
sol,
la
tierra
espanto;
Matóme
mi
Heredero
Jerusalem
tu
viñador
grosero
.
.
.
.
.
..
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.
.
Que
yo,
Israel
rebelde
y
obstinado,
Ingrato
siempre
al
cielo
.
.
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..
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.
Derribaré
tu
Templo
Y
no
ha
de
quedar
piedra
sobre
piedra,
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Jerusalem,
de
ti,
que
hierba
y
piedra
Han
de
cubrir
tus
calles
Sin
que
piedad
en
los
romanos
halles.
Mi
viña
siempre
amada
Te
quitaré,
villano
pueblo
hebreo,
Y
mi
Iglesia
sagrada
Daré
al
pueblo
gentil,
pues
ya
le
veo
Dejar
la
Idolatría
Por
seguir
la
ley
de
gracia,
mía.
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Y
dárosla
(la
viña)
prometo,
Y
cercarla
de
mártires...
.
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.
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.
.
.
.
.
Pondré
los
confesores,