Historia de la Literatura y del Arte Dramático en España -Tomo III by Adolfo Federico Conde de Schack - HTML preview

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aquel

monte

De

suma

altura

y

poder,

Deshace

el

risco

la

estatua

Que

de

ambición

fabriqué.

.

.

.

.

.

..

.

.

.

.

.

¿Hase

mostrado

al

Oriente

El

Iris

de

paz

y

fe?

.

.

.

.

.

..

.

.

.

.

.

¿Trujo

la

tierna

paloma

En

el

pico

de

clavel

Al

arca

la

verde

oliva

Y

á

el

funesto

ciprés?

¿Cerca

en

su

claustro

al

varón

Aquella

fuerte

Mujer,

Que

en

mi

soberbia

cerviz

Me

dicen

que

pondrá

el

pie,

Quedando

virgen

y

madre

Del

mismo

que

su

Padre

es?

.

.

.

.

.

..

.

.

.

.

.

¿No

hablas?

Respóndeme,

Abre

esos

labios,

pronuncia

Mi

muerte...

SATÁN.

Esta

noche

al

transmontarse

El

sol,

vi

el

cielo

romper,

Y

dél

salir

con

más

rayos

Que

en

medio

el

Zénit

se

ve,

Entre

mil

escuadras

bellas

De

aquellos

que

siempre

ven

La

Eterna

Sabiduría

Y

el

sumo

y

perfecto

Bien;

En

hábito

y

forma

humana

Al

Paraninfo

Gabriel,

Bordando

las

dos

esferas

De

zafir

y

rosicler,

Y

dándole

al

suelo

gloria;

Paró

el

vuelo

en

Nazaret,

A

donde

lo

vi

humillado

A

la

esposa

de

Josef.

Lo

que

hizo

y

lo

que

dijo

No

lo

oí,

ni

pude

ver;

Que

aunque

lince,

aquel

instante

Ciego y sordo me hallé.

Mientras entonan un cántico religioso cuantos rodean al pesebre,acompañados de los ángeles, preséntase Lucifer abatido y tétrico, éintenta ofender al recién nacido; pero al esforzarse en traspasar elumbral, lo anonada la presencia de Dios, y lo rinde vencido á lasplantas de la Santa Virgen. El Auto concluye con esta humillación deLucifer.

Tarea ociosa es, á la verdad, exponer el argumento de algunos autos,puesto que sólo ofrecería una idea incompleta de las propiedades deestas composiciones tan diversas de todas las demás dramáticas.Unicamente veríamos el desnudo esqueleto que forma su acción externa, yaun esto de una manera incompleta, en virtud de su especial naturaleza.El brillo deslumbrador de su poesía, la vida que rebosa en su conjunto,las alusiones simbólicas que enlazan lo más remoto con lo más próximo,sus profundas miradas en el alma humana y en los secretos de lacreación, en una palabra, cuanto caracteriza en primer término á estasadmirables composiciones, y les asegura un valor duradero, sólo puedecomprenderse con claridad leyéndolas atentamente.

Si de los autos pasamos al examen de los entremeses, nos hallamos enterreno muy diverso. Estos pequeños dramas burlescos, que á menudo sonsólo escenas aisladas sin verdadero interés dramático, fueron, sin duda,escritos en algunos ratos de ocio por un poeta tan incesantementeocupado; pero su veloz pluma supo también trazar al vuelo rasgos felicesy peculiares de este género de poesías. No faltan en ellos ingeniososchistes y cómicas situaciones, ni dejan de ser censuradas con agudezasde

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buena ley las locuras y ridiculeces humanas. Sin embargo, no hay quebuscar en los entremeses sátiras delicadas, tratándose de un linaje deproducciones esencialmente burlescas, cuyo principal objeto es hacerreir, y que, para lograrlo, no desprecia en ocasiones emplear bufonadasde toda especie.

Las loas de Lope son, por punto general, monólogos, no pequeños dramasque formen como el prólogo de la acción posterior, como se usaron áveces en otras obras.

Estos monólogos, que de ordinario tienen escasarelación con la comedia propiamente dicha, consisten, en parte, ennarraciones y anécdotas burlescas; en parte en alegorías alusivas á lasrelaciones que hay entre el autor y el público, ó, por último, enanimadas alocuciones á los espectadores, etc. Su mérito literario escasi siempre escaso, y al parecer, se escribieron más bien por acceder álos deseos y á la conveniencia de los directores de teatros, que porinspiración espontánea del poeta.

CAPÍTULO XIX.

Poetas dramáticos valencianos.—Francisco Tárrega.—GasparAguilar.—Ricardo de Turia.—Carlos Boyl.—Miguel Beneyto.—VicenteAdrián.—Guillén de Castro.—Su Cid y el de Corneille.

ENESTER es ahora que interrumpamos el examen de las obras de Lope

deVega, el cual, por ligero que haya sido, no podía ocupar demasiadaextensión en una obra como ésta, destinada á exponer la historia de todala literatura dramática española, puesto que era preciso dejar espaciosuficiente para dar á conocer las composiciones de los innumerablesémulos de nuestro poeta. Si bien es cierto que éste escribió tantos ytan diversos dramas de toda especie, que hubieran bastado para ocupar elteatro español por más de un siglo, no es lícito tampoco negar que lafuerza creadora de la época se revela también en otras muchas obras y enmuchos otros escritores. No se crea por esto, como acaso algunospiensen, que todos estos dramáticos fueron imitadores de Lope de Vega;al contrario, gran parte de ellos se distinguen por su originalidad ycualidades propias, que no es justo desconocer, siempre que prescindamosde la forma externa de sus composiciones, que, en esta época, fué engeneral la misma en todas las obras dramáticas.

Llaman, pues, inmediatamente nuestra atención los diversos poetascontemporáneos de Lope, que, como él, acometieron también la empresa dereformar y perfeccionar el drama español. Cervantes, después de haberhablado de la prodigiosa fecundidad del más famoso de todos ellos, nosindica la transición del uno á los otros con estas palabras: «Pero nopor esto (pues no lo concede Dios todo á todos) dexen de tenerse enprecio los trabajos del Dr. Ramón, que fueron los más, después de losdel gran Lope.

Estímense las trazas artificiosas en todo extremo dellicenciado Miguel Sánchez; la gravedad del Dr. Mira de Mescua, honrasingular de nuestra nación; la discreción é innumerables conceptos delcanónigo Tárraga; la suavidad y dulzura de D. Guillén de Castro; laagudeza de Aguilar; el rumbo, el tropel, el boato, la grandeza de lascomedias de Luis Vélez de Guevara, y las que agora están en xerga[13]del agudo ingenio de Don Antonio de Galarza, y las que prometen LasFullerías de Amor, de Gaspar de Avila, que todos estos, y otros algunoshan ayudado á llevar esta gran máquina al gran Lope[14].»

A dichos nombres hay que añadir otros muchos, correspondientes á esteperíodo, de los cuales trataremos en lugar oportuno. Nuestras miradas sefijan primeramente en un grupo de dramáticos valencianos, entre loscuales se cuentan muchos de los mencionados por Cervantes[15].

En la rica y floreciente Valencia, que, como dijimos, poseía conanterioridad un teatro fijo, y que acaso al mismo tiempo que seprepararon para las representaciones escénicas los de la Cruz y delPríncipe, de Madrid, se dispuso con el mismo objeto un local nuevo ymejor arreglado, que se denominó El Corral de la Olivera[16],

pocodespués de la aparición de Virués adquirió el drama igual carácter yforma, que conservó luego en su más brillante período. El desarrolloprogresivo de la literatura dramática trazó y fijó de tal suerte estaforma, que no hay necesidad de suponer que fuese importada de Madrid enValencia, adoptándose primero por los poetas de esta última ciudad,después de conocer las obras de Lope de Vega. Al contrario, es depresumir que Lope, que, como leimos en su biografía, estuvo en Valenciadesde 1588 á 1595, recibió en ella estímulo y aliento para imprimir enel drama el carácter que distinguía á las comedias, á cuyarepresentación asistió, y á trasplantar á los teatros de Madrid la formapeculiar del drama valenciano.

La Academia de los Nocturnos, asociación literaria de los ingenios deValencia, consagrada á investigaciones científicas y á trabajospoéticos, celebró su primera sesión el 4 de octubre de 1591[17]. Entrelos individuos de esta Academia, cuyos nombres se conservan, contábanselos poetas valencianos más famosos, que descollaban en la literaturadramática, como fueron Tárrega, Aguilar, Boyl, Ferrer, Beneyto y Guillénde Castro. Estos poetas, y especialmente los dos primeros y el último,gozaron en su tiempo de gran celebridad, según testifican las repetidasalabanzas, que de ellos hacen los autores coetáneos[18]; pero luegocayeron de tal modo en olvido, si se exceptúa Guillén de Castro, queacaso desde hace dos siglos se escriben aquí sus nombres por vezprimera.

Francisco Tárrega, doctor en Teología y canónigo de Valencia, parecehaberse ya distinguido en la poesía antes de 1591, puesto que obtuvo ellugar más honorífico en la Academia citada. Vicente Mariner ha celebradosu fama en un pomposo panegírico en latín, lleno á la verdad de frasesvagas y sin dar noticia alguna de su vida. Sus comedias corresponden alespacio de tiempo comprendido entre los últimos años del siglo XVI y losprimeros del XVII, y no dejaron de agradar en su época. No por estopueden rivalizar con las de Lope de Vega: fáltanles genio é inventiva ynotable originalidad; pero en lo general están bien combinadas,demuestran su conocimiento de la escena, y gustan é interesan. La másfavorecida del público fué la titulada La enemiga favorable, queCervantes elogia en su Quijote. Su argumento es, en extracto, elsiguiente: La reina Irene, que ama apasionadamente al Rey su esposo,infiere grave ofensa á la condesa Laura, de quien estaba celosa. LaCondesa, deseando vengarse, persuade á su amante, Belisardo, que acuse ála Reina de adulterio con el duque Norandino. Belisardo la acusa, enefecto, dándose traza de presentar al Rey, bajo un punto de vistadesfavorable á la Reina, las atenciones que ella demuestra al Duque ácausa de su mérito. Ordénase, pues, la celebración de un duelo para quela justicia de Dios decida de la culpa ó de la inocencia de la Reina. Eldelator, cuyo nombre es desconocido, aparece en la palestra con lavisera calada, y provoca al combate á cuantos tengan por falsa suacusación. Acuden entonces al desafío tres caballeros, también con lavisera calada, declarando que están prontos á defender el honor de laReina. Uno de ellos es el duque Norandino; otro el Rey, que duda de laculpabilidad de su esposa, y el último Laura, atormentada por losremordimientos de su conciencia y arrepentida de su acción, y ansiandosalvar el honor de la Reina, aun á riesgo de su vida. Irene, á la cualconceden los jueces del campo el derecho de elegir para su defensa áuno de los tres caballeros, se decide por Laura, por conceptuarla el másdébil de los tres, creyendo que el acusador es su propio esposo, y conla esperanza de exponer á menor peligro al Rey, á quien ama cual cumpleá una esposa fiel y enamorada. Al mismo tiempo que se hace la señal delcombate, toca la campana de la torre la de la oración del Ave María;todos se arrodillan para rezar; descúbrese Laura; declara la inocenciade la Reina, y excita al acusador á confirmar su aserto, puesto que asíse ha obligado á hacerlo para lograr su mano. Obedécela Belisardo; laReina queda libre de toda mancha, y todos se perdonan y se abrazan.

Digna es también de la mayor alabanza la delicadeza con que estáncaracterizados los personajes de esta excelente comedia, y en especiallos del Rey, la Reina y Laura, y el arte con que se excita nuestrointerés desde el principio hasta el fin. Tales bellezas, en mayor ómenor grado, se observan en las demás obras dramáticas de Tárrega.Además de las nueve que se encuentran en la colección antes citada,menciónanse otras dos (por Lorenzo Gracián, en su Arte del ingenio),tituladas La gallarda Irene y El Príncipe constante, presumiéndoseque el argumento de la última es semejante á la famosa tragedia deCalderón de igual título. La comedia religiosa de Tárrega denominada Lafundación de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, aunque ofreceaventuras extravagantes, cuales se observan en todos los poetasespañoles al tratar de estos asuntos, cuenta muchas bellezas aisladas.Refiere la historia de Pedro Armengol, ladrón al principio, que derepente se convierte á la práctica de la virtud, y borra sus anteriorespecados, consagrando su vida á la religión; encamínase á Argel pararedimir esclavos, y encuentra allí á su hermana, que ha renegado de lafe católica y es amada por el Dey; conviértela de nuevo á sus antiguascreencias, y es llevado al suplicio por los moros, salvándose por laintercesión milagrosa de la Virgen, y rescatando gran número de esclavoscristianos, con quienes regresa á España y funda, con la protección delrey de Aragón, la Orden de los mercenarios para redimir cautivos.

Siempre que se habla de Tárrega, se nombra también á Gaspar de Aguilar,que floreció al mismo tiempo, y, según parece, estuvo ligado á él porlos lazos de la amistad. Este Aguilar, á quien se llama el discretovalenciano, sirvió al conde de Chelva y al duque de Gandía. Nada más sesabe de su vida; pero se dice de su muerte que fué motivada por laaflicción que le acometió á consecuencia de no haber agradado, comomerecía, un elegante epitalamio que escribió para solemnizar las bodasde un magnate. Sus comedias se asemejan tanto, en todas sus cualidades,á las de su paisano y contemporáneo, que hasta para los más entendidoses difícil distinguirlas.

Sus bien trazados argumentos, su pintura decaracteres y su elegante y viva exposición, las avaloran en no escasogrado, aunque no merezcan por esto que se cuenten entre las más notablesde su patria. La fantasía de Aguilar, no del todo infecunda, no era, conmucho, tan rica, ni su vena poética corre tan copiosa y abundante comola de Lope, siendo, por tanto, incapaz de impresionarnos y arrebatarnos;pero moviéndose, á su vez, en más cómodo terreno, lo libertaba deincurrir en los extravíos á que llevan con demasiada frecuencia lasimaginaciones exuberantes. Su comedia más famosa se titula El mercaderamante[19], celebrada por Cervantes y por otros. He aquí, en compendio,su argumento. Belisario, mercader acaudalado, ama á dos doncellas, y nosabe por cuál decidirse, puesto que antes desea asegurarse de si lainclinación que ambas le muestran, reconoce por causa su fortuna.Pretexta, para averiguarlo, que pierde sus bienes por una desgracia, yconcierta un plan con Astolfo, que ha de ayudarlo, y en cuyas manos ponesus riquezas, para desvanecer completamente sus dudas. Astolfo, rico yaen apariencia, enamora á las dos beldades: una de ellas abandona enseguida al pobre amante, y prefiere al rico; pero la otra sufre laprueba, y sale de ella victoriosa. El desenlace se adivina sin trabajo,descubriéndose que son fingidas la pobreza de Belisario y la riqueza deAstolfo, y casándose la fiel con su amante. En esta comedia (caso, enverdad, raro en las antiguas españolas), se observan con rigor lasllamadas unidades de lugar y de acción, y la de tiempo tampoco sequebranta abiertamente, cualidad, por cierto, que, sin duda, fué muyalabada por los partidarios de estas reglas; pero á nuestros ojos menosmeritoria que la multitud de gratos detalles y notables pinturas decarácter, que realzan su fábula vulgar. En Los amantes de Cartago refiere Aguilar la historia de Sophonisba, y no, en verdad, sin ingenioni trágica grandeza. También en Venganza honrosa nos ofrece algunassituaciones verdaderamente interesantes, y nos da favorable testimoniode su talento para trazar y desenvolver un plan dramático. Porcia, hijadel duque de Mantua, accediendo á los deseos de su padre, se casa conNorandino, duque de Milán, aunque prefería á Astolfo, duque de Ferrara.Astolfo, profundamente afligido por la pérdida de su amada, la pretendeaun después de casarse, y se encamina disfrazado á Milán, en dondedespierta de nuevo su antiguo amor en el pecho de Porcia, persuadiéndolaá que huya en su compañía. El engañado esposo sale en persecución de losfugitivos, sin lograr alcanzarlos, por cuya razón se decide á dirigirsedisfrazado á la corte del duque de Ferrara para vengarse de su infielesposa y de su seductor. En el camino se le presenta ocasión de salvarla vida á Octavio, hijo del gobernador de Ferrara, en grave peligro deperecer á consecuencia del insidioso ataque de un cierto Oracio.

Éstedescarga entonces sus iras en Norandino y lo entrega á Astolfo,pretextando falsamente que es un bandido. Astolfo lo conoce y lo condenaá muerte para librarse de su odioso enemigo, y con la aprobación de laadúltera Porcia. Ejecútase el suplicio, pero sólo en apariencia, mercedal gobernador, que lo mira como al salvador de su hijo, de suerte queNorandino queda con vida y puede realizar mejor su plan de venganza.Mientras tanto, el duque de Mantua se prepara á la guerra para arrancarsu hija del poder de su raptor; Astolfo, para ponerse á cubierto de unataque, se refugia entonces en un castillo situado en la cumbre de unaescarpada roca, que fortifica además con el arte. Norandino, á quien secree muerto, se mezcla disfrazado entre los trabajadores de lasfortificaciones, esperando una ocasión favorable para realizar supropósito. Comienza el asedio, y los sitiados resisten valientemente;pero llega un día en que se abren las puertas de la fortaleza:Norandino, vestido cual exige su rango, se presenta acompañado delúgubre cortejo, y arroja á los pies del duque de Mantua las cabezas deAstolfo y de Porcia. El Duque, aunque deplora la muerte de su hija,conoce que es justa la venganza que de ella y de su rival ha tomadoNorandino.

Las cuatro comedias que se conservan de Luis Ferrer de Cardona,gobernador de Valencia, conocido bajo del pseudónimo de Ricardo deTuria, no revelan notable inspiración; La fe pagada es una de esascomedias vulgares, llenas de aventuras novelescas, de combates entremoros y cristianos, de cautiverios y rescates, como por desgracia sehabían ya visto en la escena española. En La belígera española nosencontramos en América en la guerra entre araucanos y españoles, conruido de batallas y grandes espectáculos teatrales de toda especie,pero que, á pesar de todo esto, nos interesa muy poco. La mejor obradramática de Ricardo de Turia es La burladora burlada, comedia deintriga, cuya acción se distingue por su ingenioso arreglo y delicadosgiros. Más importante que sus comedias es su Apología de la comediaespañola, que precede á la obra ya citada, que se titula Norte de lapoesía española. Defiéndese en ella con agudeza, contra Terencianos y Plautistas, la forma dramática nacional, exponiéndose teorías nocomunes en aquella época, puesto que se dice que aquéllos condenan, porregla general, todas las comedias escritas y representadas en España,alegando sus razones, y entre ellas, la de que si el drama debe ser elespejo de la vida humana, ¿cómo ha de permitirse que un personaje nazcaen la primera jornada y aparezca ya hombre hecho en la segunda?[20].

Sólo se conserva una comedia de Carlos Boyl (muerto en 1621), y otra deMiguel Beneyto: pero como ni uno ni otro se distinguen por suoriginalidad, y haya tantos asuntos importantes que llamen nuestraatención, nos contentaremos sólo con mencionar sus nombres. VicenteAdrián principalmente, conocido como escritor de autos, pertenecetambién á la misma escuela.

El más notable de todos estos poetas valencianos fué Guillén de Castro,poco conocido, aunque se hable de él con frecuencia. Las frases deVoltaire, llamándole autor de la primera tragedia verdadera de la Europamoderna, y las de Corneille, en que confiesa que es el primero queescribió El Cid, han sido repetidas muchas veces, si bien no se hanhecho ulteriores investigaciones acerca de su vida y de su influencia.El libro de Lord Holland, cuyo título promete dar solución á estasdudas, no contiene más que un análisis de la tragedia citada, sinofrecernos siquiera las noticias biográficas siguientes, escasas á laverdad, pero no difíciles de adquirir[21].

Guillén de Castro y Belvís, de familia antigua y distinguida, nació enValencia en 1569. Su talento poético prematuro, causa de que se lemirase como la perla de la Academia de los nocturnos, le granjeó laamistad de los más famosos poetas valencianos, como Tárrega, Aguilar yArtieda, y los favores de los grandes más poderosos de su tiempo. De uncargo militar subalterno que desempeñaba en Valencia, fué elevado por elconde de Benavente al mando de una fortaleza napolitana, favoreciéndoleno menos los duques de Osuna y de Olivares. Pero el fin de su vida nofué tan afortunado como el principio. No se sabe con certeza la causa desu destitución, ni si ha de imputarse á desgracia suya involuntaria ó ásu carácter inquieto y poco acomodaticio, ni tampoco la época en queregresó á España. Sólo ha llegado á nuestra noticia que, para sustentará su segunda esposa, se vió obligado á escribir para el teatro. Créeseque pasó en Madrid los últimos años de su vida, y, según todas lasprobabilidades, trataba á Lope de Vega y á su familia. Dedicó á Marcela,hija de Lope, la primera parte de sus comedias[22], y Las almenas deToro, del gran poeta, está dedicada á él, y por cierto con frases muylisonjeras sobre su talento y las prendas de su carácter. En una nuevaconjetura descansa la suposición de haber sido amigo de Cervantes,puesto que lo único que ha llegado á nuestro conocimiento, de lasrelaciones que hubo entre ambos ingenios, se reduce á que nuestro poetatomó de las obras de Cervantes los asuntos de tres dramas suyos,rindiendo así homenaje á la elevación de su talento, y á que Cervantesalaba la dulzura y el agrado de Guillén de Castro[23].

En el año de 1631 murió éste, tan miserable, que fué preciso sepultarleen el hospital de la Corona de Aragón.

La obra más notable de Guillén de Castro, tanto á causa de la célebreimitación francesa cuanto de su valor intrínseco, y que por esto llamaprincipalmente nuestra atención, es la primera parte de Las mocedadesdel Cid. Indicaremos ahora el orden y sucesión de sus escenas parafacilitar su cotejo con el drama de Corneille[24].

Los conocidos y populares romances del Cid son el fundamento de Lasmocedades, y en parte se han entretejido en el diálogo con grandehabilidad. Pero el motivo, que forma el interés capital del drama; lalucha entre el amor y el honor, parece son de la propia y originalinvención de Guillén de Castro: los romances, en efecto, no hablan delamor anterior del Cid á Ximena.

Al principio del drama es Rodrigo armado caballero ante toda la corte;la conversación de Ximena y de la Infanta versa sobre la pasión de ambaspor el joven héroe, que es el motivo principal de la acción que sigue;trázase también excelentemente en esta escena el orgulloso carácter deDon Sancho, que contrasta con la noble dignidad del Cid. Acabada laceremonia queda el Rey en compañía de sus cuatro consejeros, entre loscuales se cuentan el conde Lozano y Diego Láinez, y les participa haberelegido al último para ayo del Príncipe; el conde Lozano se creeentonces despreciado; echa en cara con amargos sarcasmos á Diego Láinezsu vejez y debilidad; disputa con él violentamente, y al fin le da unbofetón. El anciano, así insultado, expresa en frases entrecortadas sudolor por el desamparo en que lo dejan s