Historia de la Literatura y del Arte Dramático en España -Tomo III by Adolfo Federico Conde de Schack - HTML preview

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psicológicos.

Un

Duquecastellano desea vehementemente casar con la princesa del Bearn á suhijo mayor, que es Marqués; pero éste es enemigo de las mujeres, y sólodesea vivir en un desierto solitario. Tras no escasa porfía se deja alfin convencer de que siquiera conozca á su prometida esposa visitándolaen su corte, pero con la condición de que su hermano Fadrique tome sunombre, fingiéndose él su criado, para hacer más libremente susobservaciones. Los encantos de la Princesa lo impresionan de tal modo,que vacila ya, y no siente su anterior aversión al matrimonio; pero comopara él son todas las mujeres falsas y desleales, resuelve probar antesá la Princesa, y encarga á su hermano que apure su ingenio paradecidirla á aceptar una cita vituperable. Este último, enamorado tambiénde ella, hace vanamente cuanto puede para realizar los deseos de suhermano. La Princesa tiene, mientras tanto, noticia del disfraz delMarqués y de sus proyectos, y para desbaratarlos maquina á su vez otraastucia. Da al supuesto criado pruebas indubitables de la inclinación,que le profesa, y le dice, por último, sin rodeos, que desea casarse conel Marqués, para pertenecer á él en realidad.

Semejante prueba de suligereza trastorna al Marqués por completo; descúbrese, pues, y quieredespedirse para siempre, maldiciendo la frivolidad de las mujeres, hastaque la Princesa le declara que tiene conocimiento de su disfraz, y queen este supuesto pudo hacerle, sin deshonrarse, las proposicionesanteriores, puesto que á una intriga debía contestar con otra.Desvanécense entonces las ofensivas sospechas del Marqués; alégrase desu desengaño, y ofrece su mano á la encantadora Princesa.

Especial energía desenvuelve Guillén de Castro en lo trágico, en lapintura de pasiones poderosas y violentas, en lo que conmueve y nosaterra, como en los afectos tiernos y dulces. Distínguense,particularmente por sus escenas patéticas, en las cuales resplandecen entodo su brillo estas cualidades suyas, las dos tituladas Pagar enpropia moneda y La justicia en la piedad, llenas de bellezas poéticasde primer orden y de situaciones en alto grado patéticas, faltándolestan sólo traza mejor ordenada en sus argumentos. La acción de laprimera, prescindiendo de otros sucesos mezclados con ella, es lasiguiente: Habiendo guerra entre Castilla y Aragón, Don Pedro, Príncipede este último reino, se dirige clandestinamente á la corte castellanapara pretender la mano de la princesa Elena, siendo descubierto por unespía y hecho prisionero, y librándose por la intercesión de laPrincesa, que huye con él á Zaragoza. Los dos enamorados son felicesjuntos, y esperan obtener, para su enlace, el consentimiento del rey deAragón; pero éste los recibe mal, y pone á Elena en la cárcel por serhija de su enemigo. Don Pedro proyecta entonces libertar á su amada. Uncortesano, que se llama el conde Octavio, promete ayudarle. Aconseja alPríncipe, contra quien el Rey está también enojado, que finja haberhuído á Castilla, ocultándose en una casa de campo, y que mientrastanto él libertará á Elena y la llevará á sus brazos. Octavio, enefecto, pone en práctica su plan, pero traidoramente, puesto que,enamorado también de la Infanta, la entrega á sus criados para que laencierren en un castillo suyo, dándole tiempo para atraer al Príncipe áun paraje solitario y darle muerte. Elena, que siempre aguarda ver denuevo á su amante, es atacada en el camino por ladrones, que hacen huirá los que la acompañan y la arrastran consigo. Después de mucho caminar,llega al paraje donde ha sido herido su amante; oye gemidos de agonía;mira; conoce á Don Pedro, que se revuelve en su propia sangre, y searroja sollozando en sus brazos. Hasta los ladrones se conmueven con suslamentos: llevan al mal herido á una caverna, en donde recobra la vida,merced á los asiduos cuidados de su amada. Los reyes de Aragón y deCastilla se declaran mientras tanto la guerra, pidiendo el uno su hijo yel otro su hija. Cuando los dos ejércitos enemigos están á punto devenir á las manos, se presenta Elena disfrazada, y ofrece entregar á losdos padres sus respectivos hijos si renuncian á pelear, y convienen enel enlace del heredero del trono de Aragón con la infanta de Castilla.Acéptanse naturalmente sus proposiciones; descúbrese ella entonces, ypresenta al Príncipe vivo y sano. Averiguan después que el traidorOctavio ha muerto trágicamente en las montañas al saber lo ocurrido.

El principal motivo dramático de La justicia en la piedad, es elsiguiente: El hijo libertino de un rey de Hungría concibe una pasiónviolenta por la bella recién casada Celaura; se apodera de ella y de suesposo, y los encierra en un castillo. Intenta entonces violentar á lacuitada para que se abandone á él, amenazándole con matar á su esposo sise resiste más tiempo á la satisfacción de sus adúlteros deseos. Celauralucha entonces horriblemente entre el honor y el afecto á su esposo,sucumbiendo al cabo el primero; pero á pesar de esto, mata el tirano ásu cautivo para poseer sólo á su esposa, que, desesperada, pide al Reyjusticia contra su deshonrador y el asesino de su esposo, siendo elPríncipe condenado á muerte. La última parte del drama está consagrada ádescribir el combate interior que sufre el Rey entre su amor paternal ysu justicia; el Príncipe cuenta muchos amigos, á causa de algunas noblesprendas que lo adornan, deslustradas, á la verdad, por su libertinaje ypasiones violentas, cuyos amigos piden al Rey que le perdone la vida;pero el Rey opta por cumplir con su deber de juez, y ordena que sufra supena su hijo, cuando sobreviene una sedición, y los parciales delPríncipe lo libertan y lo proclaman Rey. Éste, que había firmado condolor su sentencia de muerte, se alegra al tener noticia de lasublevación, puesto que impide la ejecución de la sentencia que ha dadocomo juez; el Príncipe aprende á ser más prudente en la escuela de ladesdicha; se arrepiente de sus maldades, y pone la corona á los pies desu padre, que le perdona de todo corazón.

Cuando reflexionamos en la excelencia de las obras de este poeta, nopodemos menos de deplorar que no se hayan divulgado como merecen, puestoque, á excepción de Las mocedades del Cid, sólo se hallan impresas enantiguas colecciones, cuyos escasos ejemplares son hoy muy raros.

De los demás poetas mencionados por Cervantes como fundadores con Lopede Vega del drama nacional, nos ha conservado poco la imprenta. Asísucede con el Dr.

Ramón, cuya fecundidad, si nos atenemos al número desus comedias, es la que se acerca más inmediatamente á la del granmaestro. Este Alonso Ramón (llamado á veces Remón), era sacerdote yfraile del convento de descalzos, de Cuenca, y abandonó en sus últimosaños el cultivo de la poesía para dedicarse á escribir historia[27]. Sus comedias, si tenemos en cuenta las escasas que existen, eran declase muy inferior, y compuestas principalmente para agradar á lamuchedumbre de los aficionados, nunca á críticos de más delicado gusto.Su Español entre todas las naciones, que refiere la vida de unaventurero español, llamado el licenciado Pedro Ordóñez Cevallos, en laspartes más remotas del mundo, como, por ejemplo, en la corte delemperador de Cochinchina, es una comedia deplorable de espectáculo, sinverdadera poesía, por mucho que admire Lope sus extravagancias; de lamisma índole es El sitio de Mons por el duque de Alba, y sólo en lacomedia Tres mujeres en una, se observa un plan dramático que nocarece de ingenio.

Corta hubo de ser la carrera poética de Antonio de Galarza, puesto que,ya en el Viaje al Parnaso, se dice que había muerto; así, á lo menos,lo indican las frases citadas de Cervantes. Únicamente se conservan lostítulos de sus comedias.

Gaspar de Avila, al contrario, también celebrado por Cervantes, hubo devivir mucho, aunque sin adquirir por esto lugar importante entre lospoetas dramáticos; poco más que medianas son, en efecto, las comediasque de él conocemos, á saber: El valeroso español, El respeto en elausencia, La dicha por malos medios, Servir sin lisonja, Elfamiliar sin demonio, improvisaciones ligeramente trazadas, sin valorintrínseco ni originalidad: el autor aumenta motivos vulgaresdramáticos, de los cuales podían obtenerse otros frutos que él noproduce; sólo se cuida de la forma externa de la acción, desatendiendomás elevadas consideraciones. Las más ingeniosas, por su plan, son,entre las mencionadas, La dicha por malos medios y El familiar sindemonio; ofrécenos, sin embargo, motivos dramáticos repetidos, yavulgares hasta el exceso, en el teatro español, y no compensados conatrevidas y nuevas combinaciones. El valeroso español, drama escritoen alabanza de HernánCortés, contiene algunas escenas interesantes,como, por ejemplo, la en que el héroe se defiende ante el Emperador delas acusaciones de que fué víctima; pero son escenas sueltas, echándosede menos interés dramático en el conjunto de la obra[28].

Si nos atenemos á las exageradas alabanzas de sus contemporáneos[29], hubo de ser Miguel Sánchez poeta mucho más importante. Eravallisoletano, y secretario del obispo de Cuenca. Según se deduce de laspalabras de Lope en su Nuevo arte de hacer comedias, no vivía ya en elaño de 1609. Llamábanle el divino sus admiradores. No existiendo másque una comedia suya titulada La guarda cuidadosa, carecemos de losdatos necesarios para juzgarlo[30]; pero la verdad es que hay queconcederle no común capacidad. Es una comedia de intriga ingeniosa ycuerdamente trazada, que no nos sorprende como otras posteriores de lamisma especie, por sus singulares peripecias y complicaciones, sinoque, al contrario, excita el interés del espectador por su acción bienpensada y curiosa. El anciano Leucato se ha retirado con su hija Nicea áuna casa de campo, en medio de espesos bosques, para pasartranquilamente el resto de sus días. El príncipe de Bearn, que, en susexpediciones venatorias, visita con frecuencia estos parajes, ve á Niceay se enamora de ella, con cuyo motivo reside largo tiempo en la casa deLeucato. Un día, en que instaba vivamente á Nicea á que accediese á susdeseos, se oyen gritos y lamentos, exhalados por un caballero, que esderribado del caballo delante de la casa. Traen á esta al caído privadode la razón, y los dueños de ella lo asisten con el mayor esmero. Elcaballero no es otro que Florencio, amante de Nicea, inventor de estatreta, para estar al lado de su amada y guardarla de las asechanzas delPríncipe; pero éste sabe pronto que es su rival, y se ingenia de suerte,que lo hace salir de la casa. Florencio entonces, con el consentimientode Leucato, se disfraza de celador de montes para residir, sinobstáculo, cerca de su amada y desbaratar los proyectos del Príncipe. Elpoeta explota esta situación de la manera más agradable. El celosoamante se convence de la fidelidad de su amada; frustra todas lastentativas amorosas del Príncipe contra ella, y por último, se casa conNicea, merced á su astucia, con la aprobación del mismo Príncipe.

Ladicción de esta comedia se distingue por su noble sencillez, y es tanflorida como rica[31].

Dos poetas, mencionados también por Cervantes, llaman particularmentenuestra atención, así por su fama como por las muchas obras suyas que seconservan. Las juzgaremos, pues, con mayor extensión.

Mira de Mescua[32], natural de Guadix, en el reino de Granada, eraarcediano de dicha ciudad á principios del siglo XVII; fué protegido porel conde de Lemos, virrey de Napóles, á quien acompañó á Italia en1610[33], y vivió más tarde consagrado á sus deberes sacerdotales en lacorte de Felipe III y IV. Como en la loa de Rojas, impresa en 1603 yescrita muchos años antes, se le llama poeta dramático famoso, hubonecesariamente de comenzar su carrera dramática durante el siglo XVI.Grande hubo de ser su fecundidad, puesto que las obras impresas, quepasan por suyas, y que serán sin duda parte mínima de todas ellas,ascienden á más de 50[34].

Las pomposas alabanzas de D. Nicolás Antonio á Mira de Mescua, localifican de poeta el más eminente de su patria. Si se hubiesen perdidolas obras de éste, conservándose sólo su apasionado encomio, ¿cuángrande no sería nuestro sentimiento, si no pudiésemos leer poesíasdignas de tan sublime panegírico? Pero como felizmente nos es dadoexaminarlas con nuestros ojos, averiguamos que el juicio del literatocarece de racional fundamento. No ya Lope de Vega, sino otros poetasmenos célebres, son infinitamente superiores á Mira de Mescua. No lefalta, por cierto, imaginación é inventiva, pero sí verdadera poesía,cualidad de más subido precio que aquéllas. Sus obras carecen de vigorpoético, y de aquí que las leamos sin que dejen en nosotros huellaalguna, sin conmovernos profundamente ni impresionarnos por largotiempo. Su buen juicio literario es tan escaso como su inspiración; alcontrario, parece que su carácter era raro y excéntrico; desprecia todoaquello que dicta el sentido común en la invención y desarrollo de lascomedias, y que pudiera enaltecerlas; prefiere lo desordenado y lomonstruoso; se burla de las leyes del arte y del gusto, y hace llover enla escena extravagancias y singularidades de toda especie[35].

Pero si los dramas de este autor, en cuanto á valor literario, tienenpoca importancia, son, sin embargo, notables por la riqueza de motivosverdaderamente dramáticos acumulados en ellos. Parece como si lainvención se prodigara en demasía, como si sus hilos no se entretejiesenformando confusa urdimbre; pero no puede negarse á Mira de Mescua lagloria de haber ideado muchos argumentos tan interesantes comoflexibles, que con razón han sido populares en el teatro español, aunquepoetas posteriores hayan segado la mies, que él sembrara. Así observamosen su Esclavo del demonio el germen de algunas escenas de La devociónde la cruz, de Calderón, y del Mágico prodigioso, y en su Galán,valiente y discreto, el del Examen de maridos, de Alarcón, y de lamisma manera se hallan en otras comedias suyas los materiales,utilizados después por otros dramáticos.

En El ermitaño galán se nos transporta á los tiempos primitivos delcristianismo.

Abraham, mancebo egipcio de ilustre nacimiento, es elprometido de la bella Lucrecia, y piensa casarse con ella, cuando oye derepente una voz interior, que le dice que su apasionado amor á su futuraesposa pervertirá su alma, alejándola de la senda de la salvación.Abandónala, pues, á causa de esta vocación interior, y se oculta en unlugar montañoso y solitario para hacerse ermitaño y ganar el cielo.Lucrecia, como es natural, se desespera al conocer la infidelidad de suamante. Resuelve entonces seguirlo. Lo mismo hace María, sobrina deAbraham, porque necesita obtener el consentimiento de su tío paracasarse con su amante Alejandro. Ve, pues, al ermitaño, y le expone sudeseo; pero el solemne silencio del desierto, y las fervientesexhortaciones

del

asceta,

hacen

en

ella

tal

impresión,

que

determinarenunciar también al mundo, y consagrar su vida á la devoción en lasoledad.

En el valle, en donde se hallan contiguas las dos celdas, seaparece una noche un caminante con traje de caballero, que pretextahaberse extraviado, y pide hospitalidad.

Este caminante es el Demonio,que prepara sus asechanzas contra los dos ermitaños.

En un discursolargo y artificioso habla de su anterior estado, suponiendo que la caídade los ángeles rebeldes ha sido un suceso ocurrido en la corte de unRey[36];

añade luego que en su viaje ha visto á la bella Lucrecia, quese ha enamorado de él violentamente. Así espera despertar los celos enel corazón del ermitaño, y su antigua pasión. Resuenan entonces vocesangustiosas detrás de la escena; Abraham se apresura á prestar auxilioal desdichado, que pide ayuda, y encuentra á Lucrecia desmayada,habiéndose extraviado en su peregrinación y precipitádose desde unapeña.

Cuando recobra el uso de sus sentidos, surge en el corazón de suamante una terrible lucha entre su primera pasión y sus recientes votos,pero al fin vencen los últimos.

Lucrecia, obligada á renunciar á susesperanzas, se aleja de allí con el alma desgarrada.

Más afortunado esel Demonio con María, á cuya celda lleva una noche á Alejandro; éste,desalmado libertino, que nunca ha pensado seriamente en casarse,deshonra á su amada, y la abandona después de conseguir su propósito.María, creyéndose indigna de servir á Dios, vaga por el mundodesesperada, entregándose á todo linaje de excesos, y pasando de escalónen escalón al estado más abyecto. Abraham, á cuya noticia llegan susextravíos, se propone traerla de nuevo al camino de la virtud; consigue,en efecto, conmover su depravado corazón, pero ella duda recuperar denuevo la gracia divina. Asegúrale el ermitaño que, por grande que seanuestro pecado, puede lavarse con la ayuda de Dios, y al cabo leinfunde, con sus predicaciones, confianza en la clemencia del Señor.Vuelve, pues, á su abandonada celda, y hace la debida penitencia;Satanás torna á tentarla, pero vanamente, porque ella triunfa, y fuerzaal tentador á alejarse para siempre de su lado. Vésela al fin durmiendoplácidamente en su duro lecho con un cilicio; un ángel revuelaalrededor, que lleva su alma al cielo. Otro accidente influye también enel corazón de Lucrecia, haciéndola apartarse del mundo; sigue el ejemplode su primer amante, y se refugia en una choza solitaria en las montañaspara vivir y morir en ellas.

Otra comedia extravagante, á la que no faltan detalles singulares, es El negro del mejor amo. Sólo expondremos su argumento,extraordinariamente complicado, en sus rasgos más principales. La escenaes en Palermo. Don Pedro Portocarrero, noble español, jura odio eternoal conde César, por haber dado muerte á su hermano; después de matar ádos parientes del Conde, sin poder vengarse de su principal enemigo, seoculta en el convento de San Francisco para evitar las persecuciones dela justicia.

Entra á servirlo un negro, llamado Rosambuco, hombresalvaje y feroz, que antes había sido pirata y hecho prisionero en unapelea con los españoles. El horóscopo del nacimiento de este negropredecía que su fama sería grande, y que llegaría á ser el favorito delSoberano más poderoso del orbe, lo cual aumenta aún más su insolencia.Don Pedro encuentra en él el más dócil y apropiado instrumento pararealizar sus proyectos vindicativos, y concierta con él que fuerce unanoche las puertas de la casa del conde César; que robe á su hermanaLaura, á quien ama Don Pedro, y que vengue en la sangre del hermano lamuerte del suyo. Aborta el plan, sin embargo, y los dos cómplices se vende nuevo obligados á regresar á su asilo.

Rosambuco quiere hollar elpatio del convento, y pasar por delante de la estatua del fundador(Benedicto Sforza), cuando éste lo llama y le dice con voz sepulcral,que cómo malgasta su fuerza en infames acciones, cuando Dios lo haelegido para ser la joya y gala de su convento. El negro no lo oye, ysigue profanando el sagrado recinto con su vida licenciosa. Una noche,con los más culpables designios, intenta penetrar en el principalsantuario del convento, en la capilla del Hijo de Dios; pero se leaparece Éste en el umbral, védale la entrada, y se esfuerza en atraerloá la buena senda con benévolas frases. Ya comienza á ablandarse el durohielo del corazón de Rosambuco; pero sus antiguos hábitos lo dominandemasiado, y al fin prevalecen. Don Pedro, mientras tanto, es invitado áuna entrevista con Laura; encamínase, pues, con su negro al lugar de lacita, que en realidad es una treta del Conde para librarse de suenemigo, á quien sorprende al salir del convento, llevándoselo cautivo.El negro vuelve al convento mal herido, y mientras yace en su lecho dedolor, se le aparece San Francisco y el Niño Jesús, para mitigar sussufrimientos y convertirlo á la fe y al amor divino.

Cuando sana de susheridas, siéntese transformado en todo su sér; bautízase y hace voto delavar sus anteriores pecados con penitencia y obras de caridad. DonPedro languidece mientras tanto en la prisión, en donde se le apareceSan Francisco con traje ordinario de fraile, pero fácil de conocer porsus llagas señaladas, para arrancarle el esclavo, á fin de que sededique en libertad á servir al Señor más poderoso de la tierra.

Elprisionero huye de la cárcel con la ayuda de su amada Laura, ofendidapor su hermano, y resuelta á auxiliarle en su venganza. Escápanse, pues,ambos; reunen una banda de salteadores, y prosiguen con mejoreselementos su lucha contra el Conde y sus partidarios. Atacados en unaocasión por numerosa muchedumbre de enemigos, se hallan á punto desucumbir, cuando se presenta el negro á protegerlos, y dotado de fuerzatan portentosa, que detiene con sus manos las balas dirigidas contra suseñor. Á

la conclusión asistimos al asalto, que da al convento unatropa de piratas moros, siendo rechazados por Rosambuco consobrenatural bravura, aunque cayendo en la pelea herido mortalmente; ásu ruego, le concede el Señor en su lecho de muerte la gracia dereconciliar á los partidos beligerantes, y termina la comedia con estaconciliación.

El esclavo del demonio (arreglado luego por Moreto con el título de Caer para levantarse), ha sido aprovechado por Calderón, comoindicamos antes, en dos de sus más famosos dramas. Sin embargo, en lacomedia del poeta más antiguo sólo se muestran groseramente esbozadoslos motivos, que, manejados por el más moderno, nos infunden tantaadmiración. La fábula de Mescua es demasiado extensa, para referirlaahora tal cual es; por consiguiente, sólo indicaremos sus principalessucesos.

Don Diego está enamorado de la bella Lisarda, aunque sinesperanza de que le corresponda, porque su padre ha prometido su mano áotro. Para satisfacer su pasión, se decide al cabo á emplear laviolencia. Arrima una noche á la ventana una escala, y quiere penetraren su habitación á tiempo que se presenta un piadoso ermitaño, llamadoDon Gil, y lo disuade con sus vehementes exhortaciones de su indignopropósito. Aléjase Diego arrepentido; pero entonces el mismo Don Gil,que desde fecha muy anterior lucha con el amor á Lisarda, sucumbe depronto á la tentación: se aprovecha de la escala arrimada á la ventana;entra dentro, y, en lugar de Don Diego, se precipita en los brazos de labella Lisarda. Rara por demás es la ocurrencia del poeta en este trance:el criado de Don Diego ha quedado durmiendo en la calle, y habla ensueños con su señor; pero Don Gil cree que su voz es la del Demonio.Después que el ermitaño satisface su pasión, despierta como de unahorrible pesadilla: imagina haber vendido por un momento de placer lasalvación de su alma, y ciego de desesperación, acuerda abandonarse porcompleto á su lujuria. Lisarda, conociendo que ha sido engañada, sedesespera también á su vez; ve que le han robado su honor, que su amantele es infiel, y temiendo la venganza de su padre, decide al cabo huircon Don Gil. En el segundo acto encontramos á los dos en un parajeagreste y montañoso, en donde llevan vida de salteadores, matando yrobando á los caminantes, y cometiendo hasta con placer todo linaje decrímenes. Entre los viajeros, que caen en sus manos, se cuentan el padrede Lisarda y su hermana Leonarda. Lisarda no puede ser conocida deellos, porque cubre su rostro con una máscara: primero quieresacrificarlos para saciar su odio á todo el género humano, pero laspalabras de su anciano padre conmueven su endurecido corazón, y desdeeste instante determina expiar sus yerros haciendo la penitencianecesaria. Sin embargo, no se descubre á sus parientes, que, llenos degratitud por haberles perdonado la vida, prosiguen su viaje hacia unmonasterio, en donde Leonarda debe profesar. Don Gil, al ver á ésta,siente inflamarse su pecho con un nuevo amor, é intenta poseerla; perotodos sus esfuerzos se estrellan en la resistencia, que les opone lapiadosa monja. Lleno de rabia invoca entonces á los poderes infernales.Aparécesele el Demonio, y le promete su asistencia, con la condición deque se obligue á su vez á entregarle su alma, escribiéndolo así con susangre. Don Gil firma el contrato; Satanás le presenta una mujer con laforma y las facciones de Leonarda; abrázala para poseerla, y descubreentonces que sus brazos estrechan á un esqueleto. Obsérvese que estaescena es la misma, que, en el Mágico prodigioso, de Calderón, preparala catástrofe. Don Gil cae en tierra bajo la impresión de tan horriblesuceso; anonadado, y sintiendo un cambio completo en todo su sér, invocala misericordia de Dios, y su súplica es oída; pelean entonces en losaires el Demonio y el arcángel San Miguel; éste triunfa, y obliga á suadversario á renunciar á su presa. El salvado tan milagrosamente de lasgarras del Demonio resuelve entonces consagrar el resto de sus días áservir á Dios, confirmándolo aún más en su propósito la noticia, quetiene, del arrepentimiento decidido de Lisarda, y de su bienaventuradamuerte.

He aquí, en general, los motivos dramáticos empleados por Mira deMescua. Gran número de sus obras son comedias religiosas llenas deapariciones sobrenaturales. Pero hasta en las profanas (como, porejemplo, en Obligar contra su sangre y en No hay dicha ni desdichahasta la muerte) le agrada sorprendernos con sucesos raros yextraordinarios, ofreciéndonos á veces las situaciones más singulares,dignas, acaso, de encomio, si la composición del conjunto no fuese tanextraña. Lo ficticio de ellas se nos presenta siempre en primer término,y las catástrofes y peripecias de la acción no son motivadas por causasinternas, hijas de los caracteres y de las diversas relaciones de lospersonajes. Falta al autor la energía poética indispensable para fijaren sus obras un centro seguro y claro, y trazarlas y completarlas comoes debido; conténtase con escribir escenas aisladas y sin estrechoenlace entre sí, perjudicando á la impresión total que ha de hacer enlos espectadores; y si una de ellas excita vivamente nuestro interés, lodesvirtúa la siguiente por su falta de gusto y su extravagancia.

Basta citar nominalmente algunos dramas de Mira de Mescua, paraconvencerse de esta verdad. La rueda de la fortuna es una comedia deruido y sin ingenio, que refiere la historia de Mauricio, Phocus yHeraclio, pero sin la profundidad que observamos en la de Calderón. Elconde Alarcos, de Mira de Mescua, es en todo inferior á la del mismotítulo de Guillén de Castro[37]. En La tercera de sí misma y en ElFénix de Salamanca imita á Tirso de Molina, pero sólo en sus másgroseros rasgos. Mejor es el plan y el desarrollo de Galán, valiente ydiscreto. La duquesa de Mantua sospecha que los cuatro pretendientes ásu mano se proponen únicamente poseer sus estados.

Concierta, pues, consu dama Porcia que finja ser la Duquesa. Tres pretendientes, en virtudde esta treta, renuncian á sus pretensiones descubriendo su propósito;pero el cuarto, llamado Fadrique, adivina el plan, se consagra áenamorar á la supuesta Duquesa, y lo consigue plenamente. El poeta hasabido entrelazar artísticamente con otras esta sencilla combinación, detal suerte, que el conjunto resulta interesante, sin ofrecernos ocasiónalguna de censurar las deplorables singularidades, que deslustran á lasdemás comedias suyas. El drama de Mescua, titulado Hero, que Calderónmenciona con elogio al principio de su Dama duende, no existe ya,según se presume.

Entre los autos de nuestro poeta se distingue por su gr