Historia de los Judíos en España desde los Tiempos de su Establecimiento hasta Principios del Prsesente Siglo by Adolfo de Castro - HTML preview

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7.º Que en cada ciudad, villa ó lugar en que hubiere judíos, lessean destinados para su morada barrios separados de los cristianos.

8.º Que todos los judíos i judías lleven en sus vestidos ciertadivisa de color encarnado i amarillo del tamaño i figura que en labula van señalados: los hombres en el vestido esterior sobre elpecho; las mujeres en las frentes[49].

9.º Que ningun judío pueda comerciar ni hacer contrato alguno conlos cristianos para evitar los engaños que suelen hacer, i lasusuras que suelen llevar.

10.º Que todos los judíos i judías convertidos á la Fe, i todos loscristianos que tuvieren parentesco de sangre con judíos noconversos, los puedan heredar, aunque por testamentos ó codicilos,ó por últimas voluntades ó donaciones intervivos estuvierenesclusos de heredar sus bienes.

11.º Que en todas las ciudades, villas i lugares en donde hubiereel número de judíos que el diocesano tuviere por conveniente, sepredique en público tres sermones en tres distintos dias del año,uno en la segunda domínica de adviento, otro en el dia de Pascuade Resurreccion, i el último en la domínica en que se canta elEvangelio Cum apropinquasset Jesus Jerosolymam videns civitatem,flevit super eam. Que se obligue á todos los judíos que tuvierenla edad de doce años en adelante á asistir á estos tres sermones,cuyos asuntos deberán ser demostrarles en el primero la venida almundo del verdadero Mesías, sirviéndose para ello de los lugares dela Sagrada Escritura i del Talmud que han sido controvertidos en laasamblea de Tortosa: en el segundo hacerles entender los errores,locuras i vanidades que se encierran en el Talmud; i en el tercerola destruccion de la ciudad i del templo de Jerusalem i lo perpetuode su cautiverio, segun las palabras de Jesucristo i de los santosProfetas. Al fin de cada sermon se les leerá esta bula para que alir contra ella no pequen de ignorantes.»

Despues de la famosa disputa entre Gerónimo de Santa Fe i los mas doctosrabís de las aljamas de España, convirtiéronse muchos judíos á la fe deCristo: en Zaragoza, Calatayud i Alcañiz mas de doscientos: en Daroca,Fraga i Barbastro, unas ciento i veinte familias: en Caspe i Maellaquinientas personas: i á mas todos los naturales de las villas deTamarit i Alcolea[50].

Uno de los que andaba por España converso desde el año de 1390 fue rabíSelomoh Halevi, judío nacido en la ciudad de Burgos. En ella recibió elagua del bautismo i el nombre de Pablo de Santa María. Luego pasó á launiversidad de París á estudiar Teología, i tomar él grado de maestro, iasí por la fama que todos tenian de sus muchas letras como de sus novulgares virtudes, logró la dignidad de arcediano de Treviño, de obispode Cartagena, i despues de Burgos, i á mas la de canciller mayor en losreinos de Leon i de Castilla. Escribió varias obras con propósito deconvertir á la fe de Cristo á los judíos i moros, entre las cuales seencuentra una que lleva por título estas palabras: Escrutinio de lasSagradas Escrituras[51].

De esta suerte refiere Esteban de Garibay[52] la vida i hechos de Pablode Santa María.

«Fué mui notable prelado el escelente doctor don Pablo,obispo de Cartagena, que siendo judío no solo de nacion de susprogenitores, mas tambien de profesion, recibió la agua del santobautismo, dejando el judaismo. Habia tenido este notable prelado antesde su conversion grandes disputas sobre la lei judáica con muchosdoctores católicos cuyas razones como para la dureza heredada de susprogenitores no bastasen á la sazón para le sacar del judaismo, sucedióque un dia un doctor no queriendo contender por disputa sino porescrituras, le dió el tratado que el glorioso Santo Tomás de Aquinoescribió doctisimamente llamado De legibus, donde admirablementedisputa el santo doctor contra la lei de los judíos. Esta obra leyó condiligencia i atencion grande don Pablo, el cual, hallando en ella muchossecretos del judaismo, que aun él mesmo con ser el rabí de mas letrasque en estos reinos había, los ignoraba, fué alumbrado del EspírituSanto, diciendo en su corazon que sin duda la lei de los cristianos erala de la salvación del mundo. Despues ido al Pontífice romano, i siendode él persuadido, vino á decir i confesar públicamente, que (pues estesantisimo doctor con saber de la lei judáica mayores secretos que elmesmo don Pablo, profesaba la lei evangélica de Jesucristo) era laverdadera lei i carrera de la salvacion la de los cristianos; i asírecibió el santo bautismo renunciando espontáneamente la dureza pasada.Desta manera don Pablo vino á ser cristiano por la doctrina de SantoTomás.»

»Despues este célebre varon con el discurso del tiempo vinomeritisimamente á ser obispo de Cartagena, i de allí pasó al obispado deBurgos: de la cual ciudad tenia él mesmo su naturaleza. Fué escelenteprelado, grande filósofo i teólogo, i singular predicador i de granconsejo i maravilloso silencio i prudencia. Escribió muchas obras enespecial el libro que se llama Escrutinio de las Escrituras, que es degrande volúmen, i las adiciones á la Póstula de Nicolao de Lyra sobre laBiblia, i otro tratado de la Cena del Señor, i otro de la generacion deJesucristo, con otras obras. No solo él mesmo fué grande letrado; peroen tiempo que en el judaismo fué casado, tuvo tres hijos grandesletrados, de los cuales el mas señalado fué don Alfonso de Cartagena,dean de Segovia, que sucediendo en el obispado inmediatamente al padrefué obispo de Burgos i fué el que escribió la Genealogía de los reyesde Castilla i Leon, que algunas veces se ha citado. El otro hijo fuédon Gonzalo, obispo de Palencia, prelado de muchas letras i erudicion.El tercero fué Alvar García de Santa María que refieren haber escrito lacrónica deste rei don Enrique, la cual basta agora yo no la he visto, iparte de la crónica de su hijo el rei don Juan el segundo. Este notableprelado don Pablo por haber sido obispo de Burgos es llamado entre losteólogos el Burgense: el cual con ser converso, aconsejó al rei donEnrique por causas notables que á ello le debieron mover, que á ningúnjudío ni converso, no recibiese en el servicio de su casa real, ni en elconsejo, ni en otros oficios públicos reales de sus reinos, ni en laadministracion del patrimonio real: Cosa notable que con ser de ellos elmesmo sapientisimo prelado, fuese de este parecer contra su nacion.»

Esto dice Estéban de Garibay. Pero no obstante los muchos judíos que seconvirtieron á la fe, todavía quedaron los mas en sus erradas opiniones.Los pueblos por otra parte no cesaban de molestarlos, bien fuesendirigidos en sus hechos por una piedad bárbara i cruel, bien por eldeseo de tomarles, contra toda razon, lei i derecho, las haciendas queheredaron de sus mayores i que luego acrecentaron grandemente con elpropio trabajo. En el año de 1473 volvieron á turbar el reino consediciones, encaminadas ahora contra los judíos que se habiancristianado, i encubriendo sus intentos de oprimirlos i robarlos condecir que judaizaban. Don Miguel Lucas, condestable de Castilla,defendió en Jaen á los desdichados hebreos con todas sus fuerzas, idesbarató las turbas amotinadas, del mismo modo que el Sol rompe ideshace las nieblas que le estorban derramar sus rayos sobre la tierra.Irritados los ánimos de la plebe con el mal suceso que habian conseguidosus propósitos, i llenos de hiel i de veneno contra don Miguel Lucas,determinaron darle cruda muerte en venganza de haber embarazado ladestruccion de los judíos, que con pieles de ovejas i capas decristianos, moraban en aquella ciudad; i asi estando el condestable enla iglesia mayor de Jaen oyendo Misa el dia 21 de Marzo del añoreferido, varios labradores, sin respetar lo sagrado del lugar, ni ladignidad de su persona, le pasaron el pecho con varias puñaladas. Luegoque cayó muerto en tierra alzóse el pueblo contra los judios, i comenzóá meter á fuego i á saco algunas de las casas donde moraban los masprincipales, i que mas nombre tenian de ricos entre los naturales deaquel reino. Este dañoso ejemplo fué luego imitado por alguna plebe envarias ciudades de Andalucía, tales como Andujar i Córdoba, i á mas enotros lugares, donde, despues de ser fieramente heridos los judios irobados á mas, i de haber sufrido en sus personas i en las de susmujeres otros insultos de tan bárbara canalla, no recibieron la maspequeña reparacion en sus agravios; puesto que la justicia se hizo sordaá sus quejas, prefiriendo al castigo de los culpados, dejar abierta lallaga con la impunidad de un ejemplo tan dañoso, i mas llenos desoberbia i mas codiciosos de nuevas riquezas con el cebo de lo robado álos autores de tales delitos. Es cierto tambien que en aquelloscalamitosos tiempos del reinado de Enrique IV todo andaba sin concierto;porque el rei estaba sin fuerzas i vigor para mantener en quietud á lospueblos i sujetos a su obediencia.

Aunque estaba vedado á los judíos ejercer el oficio de jueces, todavíaen el reinado de Enrique IV eran mantenidos en él algunos de los hombresmas principales, entre los que á pesar de tantas persecuciones i detantos tumultos populares contra sus personas i haberes, observaban elrito mosáico. En 1474 fué hecho el repartimiento á todas las aljamas delreino por lo que tocaba pagar á cada una en el servicio i medioservicio que rendian anualmente á la corona de Castilla. El repartidorfué un judío llamado Jacob Aben Nuñes, físico de Enrique IV i su juezmayor; i el repartimiento de lo que cada aljama habia de dar es comosigue:

Las aljamas del obispado de Burgos

30.800 mrs

Las del de Calahorra

31.100.

Las del de Palencia

54.500.

Las del de Osma

19.500.

Las del de Sigüenza

15.600.

Las del de Segovia

19.500.

Las del de Avila

39.590.

Las del de Salamanca i Ciudad Rodrigo 12.700.

Las del de Zamora

9.600.

Las del de León i Astorga

31.700.

Las del arzobispado de Toledo

64.400.

Las del obispado de Plasencia

56.900.

Las del de Andalucía

59.800.

En junto

451.000. [53]

De estos cobraba mil por sus derechos el repartidor Jacob Aben Nuñez, ilos cuatrocientos i cincuenta mil maravedís restantes pasaban al tesorode la corona de estos reinos. El cual con las continuas guerras i conlas revueltas de los pueblos andaba mui exhausto. España estaba entoncesdebilitadisima: echado por tierra su comercio, la labranza de los camposbastante frecuentada; pero por la general pobreza sin producir á loslabradores buenas rentas, sino mezquinas cantidades. Lástima grandecausa ver á un tan poderoso reino, afligido por la mayor pobreza entiempos del infeliz monarca Enrique IV[54] i reducido al estremo detrocar los hombres sus mercaderías por vilisimos precios.

Los judíos en tanto por temor de la plebe ocultaban sus riquezas, i sepresentaban los mas poderosos como de mediana suerte, i los de medianasuerte como misérrimos: por lo cual miraban con sumo desden el comercio,i sus tráficos eran tan solo en cosas de poco valor, i de ningunprovecho. I esto hacian recelosos i con razon, de que la fama de susdineros no trajese sobre ellos nuevas persecuciones i nuevos tumultos deaquella bárbara i codiciosa plebe. A tal punto de miseria redujeron áestos reinos el temor de los judíos i el afan de esconder en lasentrañas de la tierra sus haciendas; que por maravilla corrian monedasde oro i plata. Todas estaban encerradas en las arcas de los hebreos; ilas que andaban de mano en mano habian sido compradas en las casas dealgunos mercaderes cambistas ó banqueros: los cuales ó eran de losjudíos convertidos á la fe, ó de cristianos que estaban comerciando conel dinero que para el caso i para partir el lucro, les habian facilitadolos judíos aun no venidos á la religion de Cristo[55]. De haberseretraido de traficar los judíos, nació la ruina de todo el comercio quehabia antes en los reinos de Castilla. Todas las mercaderías quedaronreducidas al mas mezquino aprecio. La vara del paño de Echillon valiasesenta maravedís, la del de Lombai i Bruselas cincuenta maravedísviejos: la escarlata de Gante, sesenta; i la de Ipre, ciento i diez: ipor último, los paños de Montpeller, Bruselas, Lóndres i Valencia,sesenta maravedís viejos.

Todo lo demás andaba en esta forma. El reino sin fuerzas: el comerciosin brazos: la agricultura sin vigor: los judíos riquisimos i sincomunicar con ninguno sus riquezas: el pueblo miserable: la corona sinhaberes: ardiendo España en tumultos contra la persona del rei Enrique:alborotados los ánimos con la presente miseria i buscando en la ruina deeste monarca la causa i el modo de remediar todos los males que á todosafligian tan pesadamente; los cuales nacieron de los inconsideradosmedios de que se sirvieron tan contra razon i justicia los monarcas ipueblos para convertir al cristianismo á los muchos judíos que en estastierras moraban. Les fué vedado ejercer la medicina i cirugía, tenerabiertas sus casas para comerciar con los cristianos, i en fin disponerde sus bienes i personas del modo mas conveniente á sus intereses i alacrecentamiento de sus riquezas. I de estas tan bárbaras disposicionescogieron los cristianos el amargo fruto durante el infelicisimo reinadode don Enrique IV en Castilla: pues con ellas dejaron los judíos elcomercio, que eran los únicos ó los mas que lo frecuentaban i mantenian,i como de esto naciese su destruccion, vino en pos de ella la ruina dela agricultura, quedando el reino sin los dos principales nervios quesustentan el cuerpo de los estados, reducida á la mayor debilidad i á lamayor pobreza.

RESUMEN

del libro tercero.

Comienza el reinado de los reyes Católicos.—Condicion de FernandoV.—Elogio de la reina Isabel.—Primeros inquisidores para castigará los judíos conversos que judaizaban. Conjuracion de estos enSevilla.—Castigo de muchos.—Muerte á fuego dada al tesorero de lacatedral de Córdoba, Pedro Fernandez de Alcaudete.—

Establecimientode la Inquisicion.—Lo mucho que los judíos ayudaron á los ReyesCatólicos para la empresa de Granada.—Decreto para la espulsion delos judíos no convertidos.—Dádivas que ofrecen estos al rei donFernando para quedarse en España.—Este vencido de ellas quiererevocar el decreto.—Estórbalo la audacia de Torquemada.—Salen losjudíos de España i van á los reinos estraños.—

Algunas noticias desu varia suerte en ellos.—Examen de los daños que los ReyesCatólicos ocasionaron á España con la espulsion de los judíos i conla persecucion á los conversos.—Mala política de estos monarcasvituperada.

LIBRO TERCERO.

Luego que pasó á mejor vida Enrique IV dejando tan postrados los reinosde Castilla i Leon i reducidos á tanta pobreza, quedó en el trono suhermana doña Isabel no obstante la pretension de doña Juana laBeltraneja, hija que era, ó que se decia, del difunto monarca i esposadel rei de Portugal que con poderoso ejército intentó sustentar encampaña los derechos que se atribuia para la gobernacion de estastierras.

Doña Isabel que estaba casada con el principe don Fernando deAragon, monarca en quien se juntaron luego las coronas de este reino ila de Castilla, logró superar en gran parte la oposicion que el dePortugal hacia á los derechos de su consorte, i así con mas seguridadcontinuó rigiendo el cetro de tan vasta monarquía.

El rei don Fernando, segun la opinion del grave historiador Antonio deHerrera[56], era de escelentisimo consejo, i si fuera constante en loque prometia, no se hallára en él cosa reprensible. Otros escritores loacusan de que en sus acciones no guardaba mas fe á los confederados quela que pedia su propia comodidad. Tambien le atribuyen que se dejabaregir en todas sus acciones por una ambicion insaciable, i por unadesmesurada avaricia[57]. Don fray Prudencio Sandoval, obispo dePamplona, afirma que este rei avia mucho tiempo que echaba de sí á suconfesor como á negociante pesado, diciéndole que atendia mas ádespachar memoriales que á las cosas de su conciencia[58]. Por último,el famosisimo político Nicolás Maquiavelo, ciudadano i secretario deFlorencia, decia que «á Fernando V se puede mirar como á un príncipenuevo, puesto que de simple rei de un estado pequeño ha llegado á serpor su grande reputacion i gloria el rei de la cristiandad. Apenas subióal trono dirigió sus armas contra el reino de Granada: guerra que fuétodo el fundamento de su grandeza; pues divertidos los grandes deCastilla con las batallas no cuidáran de las novedades políticas, i deadvertir la autoridad que el rei iba acrecentando cada dia á costa deellos, manteniendo con los bienes del pueblo i de la iglesia losejércitos que le iban dando tanto poderío. Para intentar luego empresastodavía mayores, se cubrió mañosamente con la capa de religion, i por unefecto de piedad bárbara i cruel lanzó á los moros de sus estados: rasgode política verdaderamente deplorable i sin ejemplo[59].» Todos lostraductores de las obras de Maquiavelo están conformes en afirmar que áFernando V aludia este célebre político cuando dijo: «En el dia reina unpríncipe, que no me conviene nombrar, de cuya boca no se oyen mas quealabanzas de la paz i de la buena fe; pero si sus obras hubiesencorrespondido á sus palabras, mas de una vez hubiera perdido sureputacion i sus estados[60].»

Si al juicio que de Fernando V hace su contemporáneo el primero de losmaestros políticos de la ciencia del gobernar despues de CornelioTácito, juntamos las malas acciones que este rei ejercitó en daño de lospueblos de España, á que se allega su casamiento en pos de la muerte desu primera esposa doña Isabel con la reina Germana para tener de elladescendencia, i que se quedasen en una corona los reinos de Castilla iAragon, se verá que no fué tan grande este monarca como algunos,fiándose de escritores dominados por la adulacion i el miedo, hanasegurado inconsideradamente i contra toda razon i justicia.

Es indudable sin embargo que en su reinado se hicieron cosas importantesá la felicidad de España; pero no es suya la gloria, sino del saber ivirtudes de su primera esposa la reina doña Isabel; matrona ilustre,digna en todo de haber nacido en un siglo donde no imperase en la mayorparte de los hombres el bárbaro fanatismo, enemigo oculto de Dios, de lacultura de los entendimientos i de la felicidad de los mortales.

Habia bajado la reina doña Isabel á Andalucía en Julio de 1477 encompañía del gran cardenal de España don Pedro Gonzalez de Mendoza,arzobispo de Sevilla, en tanto que Fernando se ocupaba en fortificar conla mayor presteza los castillos i las villas que tenian asiento en lasfronteras de Portugal. I esto hacia porque aun duraba la guerra con elrei don Alonso, pretendiente de la corona de Castilla por los derechosde su esposa la Beltraneja.

Isabel en esto comenzó á trabajar ahincadamente en el establecimiento dela santa hermandad, que se habia fundado con el solo objeto de purgar demalhechores todas las tierras incultas, que eran el abrigo de estosforajidos. Viendo frai Alonso de Ojeda, prior del convento de frailesdominicos en Sevilla, este celo del bien público, representó á la reinalos perjuicios que recibia la religion cristiana del mal vivir de losjudíos conversos; i así para su remedio le suplicó porfiadamente i conelocuentes i vivas razones que diese permiso á los frailes de su órdenpara ser inquisidores del crímen de herejía; privilegio que gozaban losdel reino de Aragon, siendo nombrados entre ellos para semejante cargounas veces derechamente por el Papa, i otras por sus generales óprovinciales. A las instancias de frai Alonso de Ojeda juntáronse las demuchas personas de gran virtud, i en notable dignidad constituidas; iasi se vió obligada Isabel á dictar una providencia bastante á mitigar,si no á destruir, los daños que al aumento de la fe de Cristoocasionaban los judíos falsamente conversos; pero su ánimo era muibondadoso é incapaz de determinarse fácilmente á consentir en una tannotoria vejacion de sus vasallos. I por eso redujo todo lo que de ellase solicitaba con tales razones, á encomendar á los sacerdotes, i conespecialidad á los frailes domínicos, que predicasen con gran vigor i fepara reducir á la religion cristiana á aquellas gentes que para su malandaban descarriadas lejos de la luz de la verdad i de lo conveniente ála salvacion de sus almas. El cardenal don Pedro Gomez de Mendoza ordenóun catecismo para que con él fuesen doctrinados, i tambien hizo algunasleyes para castigo de todos cuantos se separasen de lo que enseña elEvangelio.

Pero como despues se descubriese en Sevilla en el año siguiente de 1478que varios judíos se habian juntado en la noche del Jueves Santo ájudaizar, i que habian blasfemado de Jesucristo i de su religion, ifuesen presos i reconciliados por haber dado muestras dearrepentimiento, comenzaron á hacer entonces nuevas i apretadisimasdiligencias cerca del Rei Católico con propósito de que se establecieseen estos reinos el tribunal de la Inquisicion segun estaba constituidoen Sicilia. I esto era, mas que devocion, codicia de apoderarse de losmuchos i grandes bienes que solian tener los mas principales judíos,convertidos á la fe; puesto que segun las ordenanzas del tribunalestablecido en Sicilia, la tercia parte de las haciendas embargadas álos herejes para despues confiscarlas, pasaba á los bolsillos de losinquisidores.

De esta suerte se podia robar impunemente; porque estando interesadoslos jueces en que el acusado apareciese á los ojos del mundo como reode cuantas herejías habian existido, para hacer presa de la terceraparte de sus bienes, ¿qué rico podia esperar misericordia de unoshombres que esperaban su muerte ó su deshonra para hacer tan sin riesgouna tan linda grangería?

El rei don Fernando que por tantas empresas militares tenia exhaustas dedinero sus arcas, oprimido al pueblo con gabelas, vendida mucha cantidadde la plata que habia en las iglesias, cargados los eclesiásticos congrandes tributos, nuevamente impuestos i por tanto llevados muipesadamente, fatigados á los seglares con préstamos que nunca esperabapagar segun andaba de empeñado su real erario, perdidas todas lasesperanzas de repararlo, i en fin, su ánimo embarazado con ignorar elmodo de salir de las presentes estrecheces, i evitar las por venir entiempos que tan porfiadas guerras sustentaba con los enemigos de sucorona, vió en el establecimiento del tribunal de la Inquisicion elúnico medio de fenecer el mal estado de las rentas de su corona. I estofué la cierta causa de haber consentido el rei Fernando en lo que contantas i tales i tan grandes instancias los frailes domínicos, llevadosde su codicia, le habian suplicado. El era uno de los mas grandespolíticos de su siglo, i hombre en fin que caminaba á su propósito sincurarse de los medios que para conseguirlo era necesario emplear.

En el mismo año de 1478 hallábanse los Reyes Católicos en Sevilla cuandoles vino la nueva de como habia espedido el Papa una bula dando suconsentimiento para establecer el tan deseado tribunal de laInquisicion. Pero la reina, que seguia en todos sus negocios el parecerdel sapientisimo cardenal Mendoza, se opuso á los deseos de su esposo,juzgando i con razon, que si males habia por dejar que viviesen enlibertad los conversos, sin haber quien los vejase i oprimiese conpretesto de inquirir sus costumbres, palabras i aun pensamientos;mayores desastres habrian de nacer i se habrian de levantar de lacodicia de unos jueces deseosos de hallar culpados para enriquecerse conlas haciendas de todos los que para su mayor desdicha cayesen en sujurisdiccion. I así para sosegar los ánimos de los que andabanalborotados con la mucha libertad que tenian los judíos, así de loscristianos nuevos como de los contumaces aun de su lei, dispuso en lasCórtes celebradas en Toledo el año de 1480

que todos los observantes dela lei de Moisés viviesen apartados de los que guardaban la de Cristo, ique trajesen las señales prevenidas por las antiguas ordenanzas.

Pordonde se ve que estas providencias de otros reyes habian perdido ya suvigor i entereza. Tambien se dispuso que los judíos no bautizados seretirasen á sus barrios antes de la hora de anochecer, dejando ensupsension sus comercios hasta que volviese la luz del dia. I estoprueba clarisimamente que en aquellos tiempos la lei que vedaba á loshebreos hacer logros i grangerias i tratos i contratos con loscristianos, habia de todo punto caducado. Al fin la reina Isabel, aunquesu corazon compasivo i lleno de bondad le estorbaba consentir en elestablecimiento del bárbaro tribunal, vino á ser vencida de lasinstancias de su avariento esposo, i de toda la frailería domínica queal cebo del interés andaba desalada, husmeando los nombres de aquellosjudíos conversos que mas fama tenian de ricos, i no viendo la hora enque facultados por el rei deberian hacer presa en los haberes de tantosdesdichados que para su mal habian nacido en aquel calamitoso siglo.

Nombraron los reyes don Fernando i doña Isabel el año de 1480 para elcargo de inquisidores al maestro frai Miguel de Morillo i al presentadofrai Juan San Martin, i para el de asesor al presbítero doctor encánones Juan Ruiz de Medina. Dióse órden á los electos para quecomenzasen á ejercer su oficio en el arzobispado de Sevilla, i en elobispado de Cádiz, donde habia necesidad de su celo para reducir á la fede Cristo á los judíos conversos en otro tiempo, i ahora separados delcamino de la verdad.

Recibieron estos jueces cartas de favor espedidaspor los Reyes Católicos, para que las justicias de las ciudades i villaslos acreditasen i les diesen posadas i alojamientos. La carta para elconcejo de Sevilla comenzaba en esta forma:

«Sepades que Nos catando en nuestros reinos i señoríos avia i ayalgunos malos cristianos, apóstatas i herejes i confesos: loscuales, no embargante que recibieron el sacramento del baptismo, ifueron baptizados, i tienen nombre de cristianos, se han tornado iconvertido i se tornan i convierten á la secta i supersticion iperfidia de los judíos &c. E deseando é queriendo nosotros proveeren ello é por evitar grandes males é daños que se podian recreceradelante, si lo susodicho no fuere castigado &c.

Suplicamos ánuestro mui Santo Padre que cerca dello proveyesse con remediosaludable, i su Santidad á nuestra suplicacion nos otorgó iconcedió una facultad para que pudiésemos elegir, i eligiésemos dosó tres personas calificadas en cierta manera que fueseninquisidores i procediesen por la facultad apostólica contra lostales infieles i malos cristianos, i contra los favorecedores ireceptadores de ellos é los persiguiesen é castigasen quanto dederecho de costumbre los pudiesen pungir i castigar. Por virtud dela dicha facultad á Nos concedida, i aceptándola, usando de ellaelegimos é nombramos é diputamos por inquisidores de la dichainfidelidad, y apostasía y herética pravedad á los venerablesdevotos Padres frai Miguel de Morillo, maestro en Santa Teología, ifrai Juan de San Martin, bachiller presentado en Santa Teología,Prior del monasterio de San Pablo de la ciudad de Sevilla de laórden de predicadores &c.»

Para cumplir esta disposicion no bajaron los inquisidores á Sevillahasta el año de 1481, por varias dificultades que hubo que vencer: lascuales no serian otras que las que suelen levantarse para dar comienzo ácualquiera novedad. La entrada de estos jueces en Sevilla i laconspiracion maqu