Historia de los Judíos en España desde los Tiempos de su Establecimiento hasta Principios del Prsesente Siglo by Adolfo de Castro - HTML preview

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para

el

oido.

Si

es

accion

del

prudente

y

del

discreto

hablar

de

Vénus

bien,

en

esta

parte,

perdóneme

lo

noble

del

concepto.

De

estos

fulleros

con

industria

y

arte

se

alimenta

cruel

y

vengativa,

y

tus

bienes

carisimos

reparte.

Quien

en

sus

manos

da,

quiere

que

viva

á

las

leyes

sujeto

de

fortuna.

(Amor me dice que hable, no que escriba.)

Alimentada

fué

desde

la

cuna

de

tiranías

esta

noble

dama,

y

no

hay

seguridad

en

ella

alguna.

Dichoso

que

en

brazos

de

la

fama

volaste

hasta

los

rayos

del

Oriente,

huyendo

del

incendio

de

esta

llama.

Dísteme

ejemplo

para

ser

prudente;

pues

seguirte

los

pasos

determino,

sepultando

esta

luz

en

Occidente.

Impulso

milagroso

y

peregrino,

te

sacó

de

este

encanto

rigoroso

que

tampoco

se

adorna

de

divino.

Yo

envidio

tu

quietud

y

tu

reposo;

que

en

la

estranjera

patria

siempre

ha

sido

el

ingenio

premiado

y

venturoso.

El

siglo

se

entorpece

y

va

perdido:

no

seré

yo

el

primero

que

ha

dejado

por su amigo su patria, casa y nido.

Otro poeta judío hablando de la Inquisicion decia:

Su

hidrópica

delicia

es

insaciable,

y

es

y

será

y

ha

sido

esta

homicida

tan

libre

como

fué

siempre

mudable.

Es

leona

de

Albania

conocida,

corsaria,

sí,

de

todo

peregrino,

y

del

mundo

en

el

alma

aborrecida.

A

todos

prende

y

roba

de

camino,

Argos

sus

ojos

son

de

todo

cuanto

alumbra ese planeta mas divino.

De esta suerte i tan recatadamente escribieron los judíos ocultos enEspaña á los que estaban en los reinos estraños, dándoles cuenta de laspersecuciones i demás castigos que esperimentaban de parte del tribunaldel Santo Oficio, á quien aborrecian de muerte, así por sus tiraníaspresentes, como por haber sido quien mas trabajó para que los hebreossaliesen espulsos de España, no obstante la opinion de aquellos queimaginan que los Reyes Católicos no fueron guiados por la codicia aldictar semejante providencia sino por el santo celo de conseguir enEspaña la unidad religiosa.

Cuán engañados van todos los que tal cosa aseguran! Fernando V jamáspensó en la unidad religiosa de la monarquía española. Aunque su odioestuvo muchas veces á punto de desencadenarse contra la corte de Roma,siguió encerrado en las cárceles del pecho por espacio de muchos años.Pero al fin vino á hacerse público en ocasion de haber llevado un cursor[74] apostólico al reino de Nápoles varias escomuniones, todasen ofensa de las preeminencias de su corona. Entonces escribió al condede Ribagorza su virey, lugarteniente y capitan general, aquellafamosisima carta, que ha visto ya la luz pública en diferentes tiempos.Entre las destempladas razones que en ella se leen contra el PontíficeJulio II, autor de semejante desmanes, están las siguientes: «De todo locual habemos recibido grande alteracion, enojo é sentimiento; é estamosmuy maravillados de vos é mal contentos, viendo de cuanta importancia éperjuicio nuestro é de nuestras preeminencias é dignidad real era elauto que fizo el cursor apostólico, mayormente siendo auto de fecho écontra derecho é non visto facer en nuestra memoria á ningun rey, nivisorey de nuestros reinos. ¿Por qué vos no ficisteis de fecho nuestravoluntad en ahorcar al cursor que os lo presentó? Que claro está que nosolamente en ese reino, si el Papa sabe que en España i Francia le hande consentir semejante auto que ese lo fará por acrecentar sujurisdiccion. Mas los buenos visoreyes los atajan é remedian, é con uncastigo que fagan en semejante caso, nunca mas se osan facer otros.»

I en otro lugar del mismo documento dice estas importantisimas palabras,que demuestran sus intentos de hacerse cismático: «Nos escribimos eneste caso á Gerónimo de Vichi, nuestro embajador en la corte de Roma, loque vereis por las copias que van con la presente; y estamos muydeterminados, si su Santidad no revoca el breve é los autos por virtudde él fechos, de le quitar la obediencia de los reinos de Castilla yLeon, é facer otras cosas é provisiones convenientes á caso tan grave yde tanta importancia.»

Por donde se ve que Fernando V jamás pensó en unidades religiosas,porque si pensara en ellas ¿cómo estaba tan determinado á quitar laobediencia al Papa, i á hacer cismático su reino? I adviértase que si nodió en este asunto cumplida satisfaccion á sus deseos, no fué por faltade voluntad, sino temeroso de las mismas armas que él estaba usandocontra el rei de Navarra para quitarle con permiso de la cortepontificia sus reinos i señoríos que entonces eran cismáticos.

Por otra parte los Reyes Católicos no obraron con justicia al ordenar laespulsion de los judíos, como ya hemos demostrado, ni dejaron bienpuesto el honor del Evangelio, i en vez de hacer un verdadero servicio ála nacion española, le hicieron multitud de daños que aun hoiesperimentamos.

Con su intolerancia religiosa, abrieron la puerta á las persecucionescontra aquellos hombres que sabian la lengua hebrea, ó cualquiera de lasorientales; porque no veian en ellos mas que judíos; i con estodesterraron de España el estudio de ellas con grave daño de la cultura isaber de sus vasallos.

El primer restaurador de la literatura española, después delrenacimiento de las ciencias i artes en Europa, fué el primer sabio quepadeció bajo el poder de la Inquisicion. En los comentarios de ladedicatoria que en el año de 1495 puso Antonio de Lebrija en suGramática latina dirigida á la Reina Católica doña Isabel, declaró comoera su ánimo en acabando de escribir, lo que tenia imaginado sobre lasantigüedades de España, dedicar lo restante de su vida al estudio de lassagradas letras.

Cuándo dió comienzo Lebrija á este tan útil trabajo, es inaveriguable;sin embargo por conjeturas mas ó menos verosímiles, se infiere que hubode ser por los años de 1497 ó por los de 1498 á más tardar. No solo leialas divinas Escrituras sino que con la mayor diligencia escudriñabatodas sus cláusulas i aun todas sus palabras, cotejando con losoriginales hebreo i griego la Vulgata latina impresa en su tiempo, i convarios MSS.

de ella; i consultando además algunos Padres de la Iglesia icomentadores antiguos de la Biblia; i cuando de su trabajo resultabahallar una errata de mano del escribiente ó falla de exactitud en latraduccion latina, proponia el modo i forma con que deberia ser leidoaquel pasaje. Fuera de esto, cuando veia alguna voz de recónditasignificacion, solia registrar los diccionarios é intérpretes de laEscritura, para saber que esposicion le daban; i si conocia que nohabian penetrado su valor i sentido, cuidaba de manifestarlo con gravesrazones i autoridades.

Luego que se divulgó la noticia de esta tan provechosa tarea,alborotáronse los fanáticos, é irritáronse muchos doctores preciados desu sabiduría: los cuales imaginaban que la Vulgata no admitia correccioni que por una especie de milagro se habia conservado i conservaba en suintegridad primitiva, i así se llenaron de escándalo i horror alescuchar que habia persona que daba por asentado hallarse en el testolatino corriente algunos lugares que pedian enmienda.

Con esto se escoció su amor propio hasta el punto de no poder llevar conpaciencia que un puro maestro de latinidad (como ellos llamaban áLebrija) título de ningun precio ni autoridad, se hubiese determinadoá poner las manos en los sagrados libros; porque aun admitida (decian) la necesidad que no hay de castigar algun pasaje de la Vulgata, estoseria un negocio privativo de los maestros en Teología, i no decualesquiera maestros de esta divina ciencia, sino de aquellos querecibieran autoridad i consentimiento de un Sumo Pontífice, ó de ungeneral Concilio.

Furiosa esta turba de presuntuosos teólogos, como si se hubieramaquinado echar por tierra i arrancar hasta sus fundamentos, el alcázarde la Fe Católica, discurria por todas partes bramando de coraje contrael laborioso Antonio de Lebrija i llamándole temerario i sacrílego.Tanto hablaron contra este sabio varon, que llegaron las nuevas de talhecho á los oidos de don frai Diego de Deza, obispo á la sazón dePalencia, uno de los mayores monstruos de crueldad que para deshonra deEspaña i oprobio del género humano fuéron inquisidores generales hombre,i en fin que aborrecia tan de muerte los testos hebreo i griego de lasagrada Escritura, que tenia propósito de no dejar en la Península elmenor vestigio de ellos; i así con la misma bestialidad con que cuandodenunciaban á alguno por judaizante solia decir: « Dámele judío, idártele-he quemado[75]», no cesaba de perseguir las Biblias hebrea igriega andando en busca de ellas por los mas escondidos rincones siemprecon las teas encendidas en las manos para reducir sus ejemplares ácenizas[76].

Irritado Deza con el loable trabajo de Lebrija pareció ante los ReyesCatólicos i les pidió una órden para proceder contra este esclarecidovaron, no atreviéndose á perseguirlo desde luego, porque sabia el muchoamor que la reina tenia á sus estudios i letras.

Con esto Deza arrebató á Lebrija todos los MSS. que contenianobservaciones sobre la sagrada Escritura i dió con ellos en el fuego,dejando defraudada á la posteridad del fruto que hubiera podidoconseguir de aquellos trabajos bíblicos.

Afligido Lebrija con esta accion del inquisidor Deza i temeroso de caeren desgracia de los Reyes Católicos, dirigió al arzobispo de Toledo donfrai Francisco Ximenez de Cisneros una breve i elocuentisima Apologíacontra las acusaciones de sus enemigos, en la cual sin acertar ácontenerse prorrumpió en estas voces de dolor é indignacion:

«¿Qué esesto? ¿Dónde estamos? ¿Qué tiránica dominacion es esta que tanto oprimelos ingenios? ¿No basta, no, que yo cautive mi entendimiento enobsequio de la fe, sino que en materias en que se puede hablar sinofensa de la piedad cristiana no me es permitido publicar lo que estoiviendo por mis mismos ojos mas claro que la luz de mediodia? ¿Qué digoyo publicar; pero ni aun pensarlo, cuanto mas escribirlo á puertacerrada i por mí solo? ¡Terrible cosa es quererme obligar á que yo mismocrea que ignoro lo que me consta con la mayor evidencia i por razonesdemostrativas, no por conjeturas ó argumentos probables! ¡No puedellegar á mas la esclavitud![77]»

No acabaron con la muerte de los perseguidores de Lebrija las falsasmáximas sobre la exactititud é incorrupcion de la Vulgata, sino que paramal i daño de los estudios de Teología i de algunos maestros en estafacultad se fueron sucediendo en ellas como en un patrimonio perpetuo defamilia unos teólogos á otros: de donde nació que estas opinionesadquiriesen gran número de secuaces despues que por el ConcilioTridentino fué declarada auténtica la Vulgata.

Es verdad que los padres de Trento pronunciaron acerca del uso iautoridad de los testos hebreo i griego, que su mente i voluntad fuésolo decretar que en atencion al respeto con que desde los primerossiglos de la Iglesia estaba recibida la Vulgata, i á que en ella nohabia cosa opuesta á los dogmas de la religion ni á las buenascostumbres, de allí en lo sucesivo los espositores de la sagradaEscritura en sus comentarios, glosas ó escolios, los maestros en suslecciones i disputas, i los predicadores en sus pláticas ó sermones, sesirviesen de la Vulgata, con absoluta esclusion de las otras versioneslatinas. Tambien es verdad que algunos doctores que se hallaronpresentes en el Concilio al tiempo de formarse el decreto, iseñaladamente el jesuita Alonso Salmeron i el franciscano Andrés deVega[78], no retardaron el asegurar en libros impresos que el propósitode los padres conciliares habia sido el mismo que va aquí declarado.¿Pero todo esto de qué sirvió? Tan graves i públicos testimonios fueronó ignorados ó desatendidos.

El vulgo de los teólogos obcecados con la palabra auténtica de que sevalió el Concilio, dió al decreto una torcida inteligencia, i se empeñóreciamente en que se habia de venerar la Vulgata como si hubiera bajadodel cielo, ó como si el Espíritu Santo hubiera llevado la mano altraductor, i esta gente al cabo logró salir con su intento, haciendopoco menos que comun su manera de pensar.

Mas no paró en esto el mal, sino que en los códigos de los calificadoresde la Inquisicion se asentó, casi como un punto del dogma, el culto dela Vulgata en los términos arriba esplicados: de donde resultó que ensus tribunales fuesen tratados como reos de fe algunos varones doctos ipios por haber mostrado inclinacion i deferencia á los testos originalesde los libros santos.

Tal fué Alfonso de Zamora, primer catedrático de hebreo en launiversidad de Alcalá i uno de los que mas trabajaron en la edicion dela Biblia Complutense: el cual, muerto su valedor Cisneros, quedódespojado del fruto de sus sudores i trabajos por las maquinaciones dedos hombres perversos, escudados con la autoridad de uno de losbestiales inquisidores.

Tal fué el agustiniano frai Luis de Leon, catedrático en launiversidad de Salamanca, que pasó cerca de cinco años en la Inquisicionde Valladolid llorando amargamente la estrechez i horrible oscuridad delcalabozo en que yacia, i quejándose de sus perseguidores en aquellossabidos versos:

Aquí

la

envidia

i

mentira

me

tuvieron

encerrado:

¡dichoso

el

humilde

estado

del

sabio

que

se

retira

de

aqueste

mundo

malvado!

Y

con

pobre

mesa

i

casa

en

el

campo

deleitoso

á

solas

su

vida

pasa:

con

solo

Dios

se

compasa

ni envidiado ni envidioso.

Asi se lamentaba del mortal odio i demasiado poder de sus calumniadores:de la seguridad i ventaja con que estos le hacían guerra: del olvido dealgunos de sus amigos: de la vana é impotente compasion de otros, i delas interrupciones i dudoso éxito del proceso.

Tal fué el célebre maestro frai Alonso Gudiel, religioso tambienagustiniano i gran predicador que pereció dentro de las cárceles deltribunal del Santo Oficio, i cuyo cadáver fué estraido de alli ientregado á los frailes de su órden para que le diesen sepultura; perono la paz i perpetuo descanso que se suele dar á los difuntos, porquetodavía se continuaba su causa i en tanto sus huesos corrian peligro deser inquietados.

Tal el doctor Martin Martinez de Cantalapiedra, catedrático de lenguasanta en las escuelas de Salamanca, al que igualmente alcanzaron lascadenas de la Inquisicion de Valladolid, de cuyos tenebrosos encierros,despues de mui trabajada su paciencia, salió por fin á la luz de lalibertad; pero manchada la frente por la negra tinta que se mandóderramar sobre algunos lugares de sus obras impresas.

Tal Gaspar de Grajar, abad de Santiago de Peñalba en la iglesiacatedral de Astorga, que fué probado en el fuego del mismo crisol,acabando sus dias en las prisiones con el desconsuelo de no verdeclarada la pureza i sanidad de su doctrina, porque esto no se ejecutóhasta despues que él pasó á mejor vida.

Tal por último Benedicto Arias Montano, religioso proféso de la órdende Santiago en el real convento de San Marcos de Leon, gran teólogo, deque dan claro testimonio sus muchas i preciosas obras impresas, i uno delos maestros mas célebres que asistieron al Concilio de Trento. Sabidoes que fué el encargado principal de dirigir la Biblia llamada Régia por ser empresa de rei, Filipina porque se hizo á espensas de FelipeII, Antuerpiense porque se dió á la estampa en Antuerpia ó Amberes, Plantiniana por haberse impreso en la oficina de Plantino, Poliglota porque está en muchas lenguas, i de Montano porque este famoso doctortuvo á su cargo, como es dicho, la direccion de la obra, aunque leayudaron en sus trabajos las universidades de Paris, Lovaina y Alcalá deHenares.

No pudiendo tolerar Leon de Castro, catedrático de hebreo en la deSalamanca, hombre envidiosisimo, que Felipe II hubiese dado á un doctorde Alcalá el cargo de dirigir la edicion de la Biblia, comenzó á clamarcontra ella, poniéndole tachas, y aun diciendo que Arias Montano habiaseguido en los pasajes mas importantes la leccion errada que soliandarles los judíos; i que esto era en ofensa de la religion de Cristo.Con esto alborotáronse los inquisidores; i asi dispusieron los deToledo, con acuerdo i consentimiento del cardenal don Gaspar de Quiroga,que fuese reconocida i calificada; i así en efecto se practicó,atropellando por los respetos debidos á los muchos sabios i altospersonajes que tuvieron parte en la publicacion de esta Biblia, i sinparar la atencion en las consultas que precedieron, i en lasprovidencias que se tomaron para mas acertar en la empresa[79].

Los teólogos de la Universidad de Alcalá habian señalado el modo dehacer esta edicion de la Biblia con asistencia de Arias Montano, i porencargo del consejo supremo de la Inquisicion al que Felipe II muníficoprotector de la empresa habia cometido el negocio. El mismo rei dió áMontano las instrucciones para la ejecucion, ajustadas á lo determinadopor los teólogos complutenses. Muchos doctores eminentes de launiversidad de Lovaina i de otras partes auxiliaron con sus esquisitasnoticias i con MSS. apreciables la erudicion de Arias Montano. Todo sereconocia con la mayor minuciosidad, segun iba saliendo de la imprenta;i para sello i salvaguardia de tan importantes i santos trabajos, elmismo pontífice Gregorio XIII espidió un breve de aprobacion que seestampó al frente de la obra.

De nada de esto se hizo caso, porque toda la atencion de losinquisidores se habian llevado los clamores de Leon de Castro, frenéticoinsolente en quien se vió renacida la persona de Rufino el adversario deSan Gerónimo: pues á ejemplo suyo decia que el testo hebraico estabacorrompido por los rabinos, i que por consiguiente, cuantos con élpromovian la autoridad del original hebreo eran unos verdaderosjudaizantes, i conjurados enemigos de la Iglesia. I tanto se llegó ápervertir la opinion por los malos teólogos, que el padre José Sigüenzaen su elocuentisima vida de San Gerónimo (lib.

5.º, discurso 2.º) dijo: En viendo que saben dos letras de la lengua hebrea, sospechan de ellosque son judíos; pensamiento de gente ignorante.

No fué poco triunfo para Arias Montano que se hubiese dejado correr sinnotas ni censuras la nueva poliglota; i atendidos los usos i estilos dela Inquisicion deberia mirarse como un raro portento que no hubiesecomenzado esta causa por prender i encarcelar al insigne doctor quedirigió la obra, si no supiésemos que como en la poliglota se habiangastado tan grandes caudales, i su magnificencia i belleza la habianhecho famosisima en Europa; i como por otra parte llevaba el nombre delrei que habia mandado publicarla á sus espensas, Felipe II por suconveniencia i propia reputacion estaba precisado á no consentir en quefuese declarada la obra por mala, porque esto resultaria en menoscabo desu buen nombre; i así dispuso que la Biblia pasase á censura del padreMariana, quien la dió favorable á Montano, no obstante que los jesuitassus compañeros porfiaban en que le fuese adversa, ofendidos con lo muchoi mal que hablaba i escribia contra ellos el célebre Benito AriasMontano; de que dan testimonio los documentos rarisimos que publico porapéndice á esta historia para desengaño de los fanáticos que no creen enel artificio i maldad de los jesuitas.

Los teólogos españoles que no pertenecian á la noble clase de lospresos, observado el miserable estado de opresion i afrenta en que estosse hallaban, creyéronse amenazados del mismo azote; con lo que todos alpunto cayeron de ánimo; i poseidos del terror, parte se condenaron águardar eterno silencio en cuanto á la Vulgata i testos originales dela Escritura, ó procuraron esplicarse con sobrada templanza, hija masbien del miedo que de un corazon ingénuo[80], i parte, huyendo del bandode la verdad, se pasaron al bando de la multitud; porque èntre ellasolamente se prometian respirar sin contradiccion ni sobresaltos. Desdeentonces los libros santos se hubieron de abandonar á manos ineptas, ilas escuelas de la Península en las edades siguientes vieron enredados ásus teólogos en cuestiones insustanciales i espinosas[81], i enteramentedesiertas las aulas de lenguas orientales. Estos son los preciososfrutos que cogió España del indigno modo de proceder que se tuvo conpersonas tan señaladas.

Estos los frutos que dejaron sembrados los ReyesCatólicos con la destruccion de las Biblias hebreas; i con laspersecuciones hechas á hombres doctisimos por solo preferir á la Vulgatalos testos originales.

Pero si este daño recibieron las letras en España por la intoleranciareligiosa de los Reyes Católicos, i por su injusto proceder contra losjudíos, no padeció menos el comercio, i detrás de él todo el reino, consu espulsion i con la venida de los genoveses i otros estranjeros áestablecer sus casas para tratar i contratar: las cuales por lo comuneran dependientes de las que estaban en las mas principales ciudadesmercantiles de Italia i otras partes: de donde vinieron á resultargravisimos daños.

Todo el comercio se encontraba en manos de estranjeros, de suerte quemientras ellos se enriquecian, España se iba enflaqueciendo idebilitando en gran manera. Los españoles ni eran mercaderes nifabricantes: i asi de nada aprovechaban las inmensas sumas de plata ioro que traian de América para el reparo de España; porque no servian deotra cosa que para aumentar la ríqueza de los reinos estraños.

Mucho se ha hablado contra los economistas españoles de los siglos XVI iXVII porque pedian que cesase la libertad de comercio. Pero entoncesiban ellos por el camino de la verdad i de la justicia. ¿Qué remediomejor para comenzar el desarraigamiento de los daños que padecia unanacion en donde ninguno de sus naturales era mercader ni fabricante?

En el siglo XVII luego que Felipe III despachó una cédula con elpropósito de estorbar los tratos de sus vasallos con los del rei deInglaterra su enemigo, renovando la