Poder hacer la guerra, los caballos
Metieron:
mas
los
indios
van
huyendo,
Que no pueden los mozos alcanzallos.
Entre
los
verdes
bosques
se
ascondiendo
Se meten, que imposible es el
hallallos,
Sino es al sin ventura, que guardada
La suerte le está ahora desdichada.
Con gran solicitud en su caballo
Entre aquestos mancebos se señala
En andar por las islas Caravallo,
Y así por las espesura hiende y tala
En medio de una selva, y Yanduballo
Halló con Liropeya, su zagala:
La
bella
Liropeya
reposaba
Y el bravo Yanduballo la guardaba.
El mozo, que no vió á la doncella,
En el indio enristró su fuerte lanza,
El cual se levantó como centella,
Un salto dá y el golpe no le alcanza.
Afierra con el mozo, y aun perdella
La lanza pienza el mozo, que abalanza
El indio sobre él, por dó al ruido
La moza despertó, y pone partido.
Al punto que á la lanza mano echaba
El indio, Liropeya ha recordado;
Mirando á Yanduballo, así hablaba:
"Deja, por Dios amigo, ese soldado,
Un solo vencimiento te quedaba,
Mas ha de ser de un indio señalado,
Que muy diferente es aquesa empresa,
Para cumplir con migo la promesa."
Diciendo Liropeya estas razones,
El bravo Yanduballo muy modesto
Soltó la lanza, y hace las acciones,
Y á Caraballo ruega baje presto.
El mozo conoció las ocasiones,
Y muévele tambien el bello gesto
De Liropeya, y baja del caballo,
[pág. 129]Y siéntase á la par de
Yanduballo.
El indio le contó que un año habia
Que andaba á Liropeya tan rendido,
Que libertad ni seso no tenia,
Y que le ha la doncella prometido,
Que si cinco caciques le vencia,
Que al punto será luego su marido.
El tener de español una centella
No quiere, por quedar con la doncella.
Mas viendo el firme amor de estos
amantes,
Licencia les pidió para irse luego,
Dejándoles muy firmes y costantes
En las brasas de amor, y vivo fuego.
Dos tiros de herron no fué distantes,
Con furia revolvió, de amores ciego;
Pensando de llevar por dama esclava,
Al indio con la lanza cruda clava.
Yanduballo cayéra en tierra frio,
La
triste
Liropeya
desmayada;
El mozo con crecido desvario
A la moza habló, que está turbada:
"Volved en vos, le dice, ya amor mio,
Que esta ventura estaba á mi
guardada,
Que ser tan lindo, bello y soberano,
No habia de gozarlo aquel pagano."
La moza, con ardid y fingimiento,
Al cristiano rogó no se apartase
De allí, si la queria dar contento,
Sin que primero al muerto sepultase;
Y que concluso ya el enterramiento
Con él en el caballo la llevase.
Procurando el mancebo placer darle,
Al muerto determina de enterrarle.
El hoyo no tenia medio hecho,
Cuando la Liropeya con la espada
Del mozo se ha herido por el pecho;
De suerte que la media atravesada,
Quedó diciendo: "haz tambien el
lecho
En que esté juntamente sepultada
Con Yanduballo aquesta sin ventura,
[pág. 130]En una misma huesa y
sepultura."
Lo que el triste mancebo sentiria
Contemple cada cual de amor herido.
Estaba muy suspenso qué haria,
Y cien veces matarse allí ha querido.
En esto oyó sonar gran gritería:
Dejando al uno y otro allí tendido,
A la grita acudió con grande priesa,
Y sale de la selva verde espesa.
Aquesta Liropeya en hermosura
En toda aquesta tierra era estremada:
Al
vivo
retratada
su
figura
De pluma vide yo muy apropiada:
Y vide lamentar su desventura,
Conclusa
Caravallo
su
jornada
Diciendo, que aunque muerta estaba
bella,
Y tal, como un lucero y clara estrella.
Mil veces se maldijo el desdichado,
Por ver que fué la causa de la muerte
De Liropeya, andando tan penado,
Que mal siempre decia de su suerte.
"¡Ay triste! por saber que fuí culpado
De un caso tan extraño, triste y fuerte,
Tendrè, hasta morir, pavor y espanto,
Y siempre viviré en amargo llanto."
Salió pues de la selva Caravallo
A la grita y estruendo que sonaba,
Y vido que la gente de á caballo
A gran priesa en las balsas se
embarcaba.
No curan ya mas tiempo de esperallo,
Que de su vida ya no se esperaba,
Teniendo por muy cierto que habia
sido
Cautivo de los indios, y comido.
Mas viendole venir, alegremente
El capitan y gente le esperaron:
Allega, y embarcóse con la gente,
Y á priesa de aquel sitio se levaron.
Entróse por un rio que de frente
Está, y á tierra firme atravesaron,
A dó está de Gaboto la gran torre,
[pág. 131]Por dó el Carcarañá se
estiende
y
corre.
En tanto que Garay aquí esperaba,
Y en tierra sus caballos saca, y gente,
El capitan Rui Diaz se levaba
De donde le dejamos prestamente.
Volviendo hácia abajo, atravesaba
Acaso Yamandú que está de frente:
Allí nos dieron nueva muy entera,
Que en el Carcarañá Garay espera.
Con esta nueva cierta, á grande priesa
Bajamos hácia el rio Juan de Ayolas:
No se tiene temor de la traviesa
Del gran rio Paraná, ni de sus olas:
Que el bien, que en la tornada se
interesa,
Lo facilita todo: mas no á solas
Nos
vemos,
cuando
viene
anocheciendo,
Que
los
Timbues
vienen
muy
corriendo.
Despues cuando ya Febo caminando
Volvia con sus carros presuroso,
Los campos con sus rayos matizando
De rojo, verde, y blanco luminoso,
Llegaron los Timbues pregonando,
"Comprad de mi, que vendo mas
gracioso."
Y tanto regatean, que en Sevilla
Podrian imprimir nueva cartilla.
En tanto que la cosa así pasaba,
Desde el Carcarañá nos ha enviado
Una carta Garay, en que avisaba
Que estaba en Sancti Spiritus parado.
Al viento vela en popa se entregaba,
Y no se ha á Sancti Spiritus llegado, Cuando Garay por tierra y á caballo
Asoma, y aquí un poco he de dejallo.
[pág. 133][pág. 132]
————————————
CANTO DECIMO-TERCIO.
Entra Rui Diaz en el Carcarañà, baja à Martin Garcia,
pretendeYamandú dar en la isla, padece Garay naufragio
en el Uruguay.
————————————
Jamas fortuna dió contentamiento
Que no fuese mezclado con dolores;
De á donde el disfavor es fundamento
De todo buen suceso de favores.
Tambien el favorido pensamiento,
Por fin muy cierto tiene disfavores,
Por lo cual Salomon, sigue, decia,
El dia de tristeza al de alegría.
¡Cuanto dolor, tristeza y amargura,
Y cuanto sobresalto ha pasado
La gente zaratina sin ventura!
Pues quien con atencion bien lo ha
notado
Verá, que al mayor mal en coyuntura
Un
buen
suceso
ò
gusto
ha
acompañado:
Que no haber de esta suerte sucedido,
Hubiera el resto Zárate perdido.
¡Qué pena, qué dolor no mitigára
El ver al buen Garay por aquel llano!
La barbara nacion que se juntaba,
No pudiera escaparse de su mano.
Si el bravo y crudo Marte se hallára
Con tal gente de guerra, tan ufano
Y altivo se sintiera, que en la tierra
A todos los mortales diera guerra.
La trompa y atambor les ayudaba,
Los caballos calor iban tomando:
Contento grande, cierto, que causaba
Aquesta gente allí escaramuzando.
Rui Diaz con los suyos lo miraba,
Viniendo
su
viage
navegando;
Y llegando dó aquesto se hacia
[pág. 134]Mandó soltar la flaca artillería.
Al fin tomaron puerto, y recontada
La cosa de una parte á otra pedida,
La carga de las balsas descargada,
Caray parte en demanda de comida.
El
Melgarejo
sale
desplegada
Con gran placer su vela y descogida.
En tanto que uno baja y otro queda
Me fuerza Yamandú vuelva la rueda.
Llegado este tacaño con las cartas
Al isla, con placer fué recibido;
El Juan Ortiz le dió cuchillos, sartas,
Y de paño de grana un buen vestido.
De dádivas y dones fueron hartas
Sus manos, por pensar lo ha merecido,
Y él pretende entregarse á suelta
rienda
En vida del cristiano y de hacienda.
Pues tiene la traicion así ordenada,
Que dadas estas cartas, vuelva luego
Al rio Igapopé, que es la morada
De un indio, que se dice Grande
Fuego,
Y de otros que allí viven de coplada,
Con Aguazó, que es guia de este
juego.
Allí tiene la cosa de ordenarse
Por dó el cartero dá priesa á tornarse.
Y dice: "volveré yo con comida,
Que así con mis amigos lo he
ordenado,
Aquesta cosa quiero sea sabida,
Porque en vernos ninguno sea
alterado:
Que aquesta tierra toda está rendida
A mi diccion, é yo la he sujetado."
Con esto Yamandú se suelta en breve,
Y con mas brevedad volver se atreve.
Con diez ú once canoas esquifadas
La vuelta dá el malvado, procurando
Que no esten las personas recatadas,
Mas antes las ocupa rescatando.
No quiero referir, pues, cuan turbadas
Lo estaban, segun supe, y cuan
temblando:
Mas con todo se dieron tanta maña,
[pág. 135]Que no quajó el cartero su
maraña.
En un fuerte la gente recogida,
Porque de esta traicion tienen aviso,
De todo lo posible guarnecida,
Salió el indio que estaba ya arrepiso.
De humos gran señal ha parecido
El rio arriba, y luego de improviso
Los indios que en la gente dar
pensaban,
Con gran priesa á su isla se tornaban.
Quedaron los cristianos, como cuando
Levanta un huracan muy espantoso
Las olas en la mar, y vá bufando
El viento con un impetu furioso:
El piloto sagaz está temblando,
Vencido del trabajo y temeroso:
Mas viendo que el peligro está
pasado,
Veréisle presumir del esforzado.
O como aquel mancebo que ha cogido
El toro furibundo entre sus manos,
Que siendo de la muerte escabullido,
Huyendo á pura pata por los llanos,
Blasona de la maña que ha tenido,
Y hace en talanquera fieros vanos.
No menos nuestras gentes aquí
estaban,
Y al moro muerto gran lanzada daban.
Rui Diaz, como dije, navegando
Salió de Sancti Spiritus, y viene
En breve dó le estaban esperando.
A mi me ha parecido me conviene
Quedarme
con
Garay
que
và
triunfando,
Y Zárate que hambre siempre tiene.
Rui Diaz Melgarejo, pues, allega
Al isla, y la comida les entrega.
Garay de á dó digimos sale á priesa
Con su gente, y las balsas que llevaba,
Lo que en esta salida le interesa
Es el buscar comida que faltaba.
Tambien se procuraba hacer presa
En el falso Terú que allí moraba:
Y oid lo que sucede un dia de Ramos,
[pág. 136]Que de vista es el cuento que
contamos.
Por un pequeño rio de boscage
Las balsas y la barca caminaban,
Cuando vimos venir un gran salvage.
La canoa en que viene gobernaban,
Al parecer, dos ninfas de buen trage;
En vièndonos á priesa se tornaba:
Y désque al Paraná grande llegaron,
En medio de un remanso se pararon.
Allí nos esperaron grande pieza;
Y así como la barca hubo llegado,
El salvage se estira y endereza,
Y
un
escudo
grandísimo
ha
embrazado:
Por yelmo un cuero de anta en la
cabeza,
El escudo era concha de pescado,
Y el baston que este bárbaro tenia,
Servir de antena en nave bien podia.
Hablando con soberbia encrudecida,
Pregunta por aquel que tiene cargo
Del Armada, que dice que la vida
Le tiene de quitar con fin amargo:
Y dice: "no penseis que fué huida
La mia, por salir aquí á lo largo,
Que quise aquí sacaros al anchura,
Por dar á todos ancha sepultura."
Queria arremeter el can rabioso,
Y en esto dos pelotas le tiraron;
La popa nos volvieron sin reposo
Las faunas, y espantados nos dejaron,
Que con un dulce canto armonioso
A priesa de nosotros se apartaron,
Y á muchos el sentido enternecieron,
Y en un punto de vista se perdieron.
En esto un bergantin vimos venia,
El cual á Santa Fé ha descendido,
Y viendo que Garay bajado habia,
En seguimiento suyo habia venido.
Con socorro el Teniente se le envia
De la Asumpcion, que aquesto hubo
subido:
Juntòse con nosotros el navio,
[pág. 137]Y dimos en un hondo y chico
rio.
El navío à la boca se ha quedado
Con toda la mas gente del Armada:
El Capitan con veinte dentro ha
entrado
En la barca de todo pertrechada:
Por tierra los caballos hubo echado,
Del gran Terú se busca la morada:
Hallóse, mas sus indios, al estruendo,
Con mugeres é hijos van huyendo.
Las balsas aquí cargan de comida;
La gente de á caballo vá por tierra
Siguiendo
la
victoria
conocida,
Con ánimo y codicia de la guerra.
Abscóndese
la
gente
dolorida,
Que el temor del caballo la destierra:
Saquea el Español allí las casas,
Y en un punto veréislas hechas brasas.
El Capitan de aquí presto saliendo
Penoso, por no haberle indio parado,
Sus balsas y su gente recogiendo,
A
Añanguazú
acomete,
indio
afamado.
Los indios son valientes, y al
estruendo
Salieron con esfuerzo denodado,
Y
siendo
preguntados
¿porque
huyen:?
Con la razon del uno así concluyen.
"Dejadnos ya, que estamos temerosos,
Y
contra
vuestras
fuerzas
no
podemos:
Y
vosotros,
sobrinos
animosos,
A los mancebos dicen, ¿qué os
hacemos?
Mirad que á nuestros hijos amorosos
Criar, ni sustentar ya no podemos,
Pues carga de mugeres tan penosa
No espera á vuestra diestra poderosa."
Diciendo
aquesto,
estaban
muy
metidos
En un atolladar y gran pantano:
Garay no permitió fuesen heridos,
Que mas de uno probar quiso la mano.
Causaban gran dolor los doloridos,
Que mugeres é hijos por el llano
Sin órden, á gran priesa, iban
huyendo,
[pág.
138]So tierra lo que tienen
abscondiendo.
De aquí el rio abajo navegando,
El Armada se sale á remo y vela:
Un temporal se viene levantando,
Que las yerbas del campo arranca y
vuela.
Del isla grande priesa me estan dando,
Que parece la gente se recela.
Pues vamos allá agora, que esta
Armada
Aquí
queda
segura
rancheada.
El isla parecia que se hundia,
Y el cielo que venia de caida.
El sud-oeste, viento que corria
Con una fuerza grande desmedida,
Los árboles y piedras conmovia
Por dó la gente andaba dolorida:
Porque
tanto
ruido
levantaba
El viento, que al infierno figuraba.
De dos naves que habia del Armada,
No quiere perdonar esta tormenta
A alguna; que á la zabra que cargada
Està de la comida, la revienta,
Y la abre por cien partes: mas varada
Aquesta fué en el isla; la otra avienta
A tierra firme, y tan metida queda,
Que dudo en algun tiempo salir
pueda.
Pues dime, Juan Ortiz: ¡no te
conmueve
El ver aquestos trances peligrosos!
¡O duro corazon! á quien no mueve
El temor de los fines sospechosos.
No vemos ser prudente el que se
atreve
A perder lo ganado en los dudosos
Y peligrosos casos: lo mas cierto
Es ir siempre á buscar seguro puerto.
A nuestra Armada vuelvo, que metida
Quedaba en un juncal y una ensenada,
La cual halló segura su guarida:
Y
el
bergantin,
tomando
una
enconada,
Del otra banda está, que de caida,
Allí, por se abrigar, hizo parada,
A dó con Cherandies ha tratado,
[pág. 139]Y el tiempo que allí estuvo,
rescatado.
Garay con los Beaguas de otra banda
Muy gran trato y rescates ha tenido:
A Caytuá, cacique, dice y manda,
(Pues, para aqueste fin ha descendido)
Que diga á los Beguaes, como él anda
En busca de cristianos, que ha sabido
Que tienen muchos ellos en su tierra,
Habidos de rescate, y no de guerra.
Aqueste
Caytuá
es
comarcano
Al pueblo Santa Fé, y muy vecino:
Garay le trata bien como á su
hermano,
Y así con gran contento con él vino.
El cacique no anduvo paso en vano,
Que yendo á los Beguaes de camino,
Cuatro cristianos trajo rescatados
Por
anzuelos
y
espejos
muy
quebrados.
De aquí salió Garay: con el navio,
Que está de la otra banda, se ha
juntado.
Despáchale á la isla por el rio,
Que dicen de las Palmas, afamado.
No vá de bastimentos tan vacio,
Que al fin le han de decir: "bien seais
venido:"
Que están como los pollos ya piando,
Y solo por comida suspirando.
El Armada se vá por un estero
Que llaman de Beguaes, que no lleva
La fuerza y l