Mi fin, dice, se llega ya postrero,
La hora se me acerca postrimera:
Mas conviene la vuestra aquí primero
Se cumpla, y encendida una hoguera
A Corací y Pitum, porque tornaron
[pág. 221]Con tal nueva, allí vivos los
quemaron.
Y junta luego al punto allí su gente
Y desta forma á todos ha hablado:
"Amigos, cosa es muy conveniente
Que aqueste caso sea bien mirado;
Que las cosas tratadas de repente
No suelen suceder en buen estado:
Por tanto el parecer de cada uno
Es justo que se escuche de consuno."
Primero á Urambia dijo que hablase,
Y aunque él con discrecion lo
rehusaba,
Porque Tapuy Guazu no se enojase,
Al fin con ronca voz así hablaba:
"Antes que nuestras tierras ocupase
El español soberbio, se sonaba
Que habia de perderse nuestro estado,
Y ser de nuevas gentes conquistado."
"Yo puse en este caso diligencia
Mirando las estrellas y planetas;
Tambien
tuve
gran
cuenta
y
advertencia
En ver andar errando los cometas,
Y
enseñame
tambien
ya
la
experiencia,
Por ver otras naciones ya sujetas,
Que no han de bastar fuerzas ya de
manos
Contra
el
poder
soberbio
de
cristianos."
"Así que, me parece, que conviene
Con
gozo
recibir
al
enemigo,
Y pues que con poder y fuerza viene
Tomémosle por fiel y buen amigo.
Y es justo que en la tierra no se suene
Que al español no damos buen abrigo,
Que al punto le darán contrarias
gentes,
De á dó resultarán inconvenientes."
Muy duro les parece este consejo
A todos los que estaban congregados;
Mas tienen reverencia al cano viejo
Y á sus hechos heróicos y afamados.
Curemo, con muy grande sobrecejo,
Se sale con sus hijos á los lados
Oyendo esto, y no dice cosa alguna,
[pág. 222]Y con su gente entró en una
laguna.
Tapuy Guazú mandó, pena de muerte,
Que de la junta nadie se saliese,
Y que todos hablasen por su suerte,
Y el caso con amor se decidiese.
Berú, de gran valor, indio muy fuerte,
Al cacique le dijo le plugiese
A Curemo llamar, pues conocia
Su suerte, su valor y valentia.
Dos indios á llamarlo se partieron
Per órden del cacique y mandamiento:
Por la laguna adentro se metieron,
A dó el padre á los hijos juramento
Les toma (de cumplirlo prometieron)
Que mueren en defensa de su asiento,
Les dice, pues mejor es buena muerte,
Que vil, y desastrada y triste suerte.
Los mensageros dieron su recado,
Curemo respondió modestamente,
Que estaba en la laguna ya alojado,
Y que quiere meter allí su gente,
Por no dar ocasion á que el soldado
Le haga mal: que luego incontinente
Irá al consejo y junta con presteza;
Y su gente recoje sin pereza.
Sus mugeres é hijos ha metido
En la laguna adentro, y gran pantano,
Y como los demas lo han entendido
Juzgaron su consejo por muy sano.
Y en tanto todos ya se han resumido,
Que de paz recibiesen al cristiano;
Mas que mugeres, hijos se metiesen
A donde los cristianos no los viesen.
Curemo
allí
salió
disimulando
El juramento hecho que tenia:
Garay se llega á priesa, caminando
Con gran estruendo, grita y vocería.
Los indios que le estaban esperando,
Vencidos de temor y cobardía,
Tras la chusma se fueron, mas
Curemo
[pág. 223]Mostrado ha su valor por gran
estremo.
Al español espera, y con gran brio
Le dice, que no pare en este asiento;
Que veinte leguas mas, hay gran
gentío
Dó satisfacer puede bien su intento.
Pasado el Yaguarí, famoso rio,
Los soldados irán con gran contento,
Y á veinte leguas, poco mas ó menos,
Los campos hallarán de gente llenos.
Curemo, que esto dice, les ofrece
La guia, que les guie bien derecho;
Su concejo tomar bien les parece,
Sintiendo
que
vendrá
de
ello
provecho.
El indio se retira, que anochece,
Y vuelve á la mañana con despecho,
Porque al alma le llega á este pagano
De ver nuestro real en aquel llano.
Gran priesa dá á Garay para que salga,
Diciendo, que la priesa le conviene,
Que della cuanto pueda bien se valga,
Que corre gran peligro si detiene
La partida; y en viendo que cabalga
Garay, nuestro Curemo placer tiene,
Y dice á voces altas, la victoria
Espero que ha de ser con grande
gloria.
Los cristianos saliendo caminaron
Llevando guias, dadas por Curemo:
El
rio
Yaguarí
atravesaron,
Que entre otros rios vemos ser
supremo.
A
los
Tapuí
Miries
allegaron
De que placer reciben por extremo;
Asalto dan al tiempo que amanece,
Por dó la triste gente mal padece.
Estaban estas gentes con contento:
De cristianos no piensan la venida;
El
subito
temor
y
sentimiento
Les hace huyan todos de corrida.
Oblígales á muchos el lamento
De hijos y muger á perder vida;
Acude cada cual al arco y flecha,
[pág. 224]Con ver venir la muerte muy
derecha.
Al fin, en cuatro pueblos que se ha
dado,
Algunos que defensa procuraban,
La vida entre las lanzas han dejado.
Aquellos
que
á
prisiones
se
entregaban,
Por ver ya su negocio mal parado,
Con vida por cautivos se quedaban.
Quinientas y mas piezas fué la presa,
Que vino desta vez cautiva y presa.
La vuelta dá Garay, con gran recelo
Que venga el enemigo con pujanza:
Lamentan los cautivos aquel duelo,
Y suerte miserable y mala andanza,
Al gran Tapui Guazù llega de un
vuelo
A dó sale de viejas una danza,
La victoria con cantos celebrando,
Y la gente vencida lamentando.
Alegre y apacible y muy graciosa
La tierra por aquí vimos, poblada
De frescas arboledas, y abundosa
De caza, y nunca ha sido conquistada.
La gente es labradora, y codiciosa
De guerra, y es en ella muy versada;
Mas tómalos Garay muy descuidados,
Y asì pudieron ser desbaratados.
Tapui Guazú holgò de la venganza,
Que vido en su enemigo aherrojado:
Mas pone con los suyos vigilanza,
Que no les haga mal algun soldado.
Al fin de paz quedó con la esperanza
Que dió, con prometer que de su
grado
Queria al Español ser repartido,
Por no ser de otros indios ofendido.
Urambía y Curemo se han asido
En esto, y mal revuelto que decia;
Urambìa la causa solo ha sido,
Que sin hacerles mal Garay salia.
Curemo le ha sobre esto desmentido,
Remítese este caso, y la porfia
A la prueba mas cierta en estacado:
[pág. 225]El campo les fuè á entrambos
señalado.
Urambía
las
armas
señalaba,
Que son pica, macana y palometa,[83]
A cada cual padrino acompañaba:
Con
Urambía
sale
Urambieta,
Xiantombia à Curemo se llevaba,
Y al son de una ronquisima corneta,
Metidos en su fuerte palizada.
La batalla feroz fué comenzada.
No creo año se llevan los guerreros,
Que entrambos son muy viejos y muy
canos
Los golpes que se dan terribles, fieros,
No dejan, donde aciertan, huesos
sanos:
Andan
sanguinolentos
carniceros,
Como de Irlanda suelen los alanos,
Y mas que hircanos tigres espantosos,
Y en ver su propia sangre muy
gozosos.
De ver era los dos con el concierto
Y ánimo feroz que combatian;
Sin falta, à cada cual dellos por
muerto
Los que mirando estaban, le tenian.
Estaba cada cual dellos tan cierto
En el herir, que entrambos parecian
Ser uno: mas Curemo hubo perdido
La pica, que en dos piezas se ha
partido.
La macana con furia fuerte afierra,
Y espera con esfuerzo al enemigo:
Urambía la pica cala y cierra,
Y diérale por medio del ombligo;
Mas Curemo diò un salto de la tierra,
Y con tan grande maña dió consigo
A un lado, que pasò la pica en vano,
Y así quedó Curemo desta sano.
Con la pica le lleva gran ventaja
Urambìa; mas es tan animoso,
Que los golpes y botes le baraja,
Con un ardid y esfuerzo valeroso.
[pág. 226]De sangre el verde prado ya se
cuaja,
El Sol encubre el rostro luminoso,
Viniendo ya la noche obscurecida,
Y no vemos victoria conocida.
Los Jueces los ven à la mañana,
Y por igual los hallan mal heridos:
De combatir entrambos tienen gana,
Y defender con fuerza sus partidos.
Juzgóse por mejor cosa y mas sana,
Que
fuesen
por
sentencia
convencidos,
Que cierta es à los dos ambos la
muerte,
Volviendo á la batalla cruda y fuerte.
Contra alguno juzgar nadie se atreve;
Y
siéndoles
juez
ya
señalado,
A entrambos, dice, honra igual se
debe,
Y que es cualquiera dellos buen
soldado.
Ninguno
hay
que
el
decreto
desapruebe,
Y asi dice el Juez muy denodado,
"Lo que he dicho, pronuncio y lo
sentencio,
Y pongo al caso fin aquì y silencio."
En tanto que esto pasa, presuroso,
Juntando en Ipaneme mucha gente,
Andaba Guayracá muy valeroso,
Astuto, sábio, artero y muy valiente.
En un espeso bosque, deseoso
De librar del cristiano bien su gente,
Compuso
una
terrible
palizada,
De aguas y comidas abastada.
El fuerte fuè con maña fabricado;
A los lados con muchos torreones
Estaba à todas partes resguardado
Con sus trincheas, fosas y bastiones.
Sin
duda
Satanás
ha
revelado
A Guayracá el modelo è invenciones,
Que nunca estuvo en Africa ni Italia,
Ni menos en Castilla ni Vandalia.
Juntó para este fin toda la tierra,
E hizo grande junta y llamamiento,
Publica à fuego y sangre cruda guerra,
[pág.
227]Celebra
del cristiano el
finamiento,
Ofrece en sacrificio una becerra,
Y las cenizas della por el viento
Desparce, por señal y por memoria,
Que contra el Español habrá victoria.
Yaguatatí de presto se le ofrece
Con mas de dos mil indios de su
mano:
Por alferez, le nombra, y lo merece.
Con mil indios acude Tanimbano,
El gran Cayapey no desfallece;
Ibiriyù,
tambien
mozo
galano,
Acude aquel con mil menos ochenta,
Estotro con doscientos y cincuenta.
Yacaré y Tapucagn no se quedaron,
Que cada uno trescientos y cincuenta
Traia: de esta suerte se juntaron
Al pié de cinco mil á buena cuenta.
En la estacada y fuerte se encerraron,
Sin que salir alguno se consienta:
Y si salen algunos, muy aína
Acuden à la trompa y la bocina.
Asì con gran contento deseaban
Que venga el español para probarse;
El tiempo, noche y dia lo gastaban
En su estacada, y fuerza y repararse.
La flecha, pica y dardo ejercitaban,
A sus solas procuran ensayarse.
El maracà, bocina, y atambores
Resuenan por el bosque y rededores.[84]
Garay que caminaba, desque llega
Dó se siente esta grita y alboroto,
Atraviesa por medio de una vega,
Hasta dar en un verde y grande soto.
La gente guayracana estaba ciega,
En un momento el campo les fué roto,
Mas viendo las mugeres les llevaban,
Con fuerzas defenderlas procuraban.
[pág.
228]
De temor de la trompa que sonaba,
Y el tropel y ruido del caballo,
La chusma el fuerte ya desamparaba,
Que al español no quieren esperallo.
El Guayraca á los indios animaba,
El español comienza á escopetallo;
Mas tiene tal destreza el perro viejo,
Que á su defensa hallò buen aparejo.
Desde
un
tronco
muy
grande
desembraza
El Guayraca una flecha, y la ha fijado
En un árbol, pensando que hizo caza
En Garay: una voz ha levantado,
Diciendo,
Capitan,
desembaraza
El campo, pues ya ves que te he
clavado;
Mas Inciso diò al perro por la frente,
Y cae Guayraca luego de repente.
Yaguatatí en un punto embravecido
Como toro muy bravo de Xarama,
Entre los españoles se ha metido,
Y sálele al encuentro Valderrama,
Y Osuna, de los cuales mal herido
Los dientes rechinando, bufa y brama,
Y dice: por matarme satisfechos
No vais; y mete el dardo por su pecho.
Luis Martin, con ànimo lozano
Encuentra à Mayrayú, y de estocada
Por los pechos le hiere, y dá en el
llano
El indio, y al caer quebrò la espada;
Que no pudo sacarla el trugillano,
Segun estaba fija y enclavada;
La macana del indio toma presto,
Con que piensa vencer á todo el resto.
Castillo, con su espada, y la rodela,
A diestro y à siniestro và hiriendo;
Cuyapei en herirle se desvela,
Y viendo que le acierta, vá huyendo.
Así como lo vido Valenzuela,
Tras el indio con furia fuè corriendo:
El trueco le dió luego del flechazo,
[pág. 229]Y en tierra le tendió de un
pelotazo.
Bañuelos de esta hecha, y Espinosa,
El infierno poblaron de paganos,
Y viendo que la gente temerosa
Discurre sin consuelo por los llanos,
Viniendo ya la noche tenebrosa,
Volvieron al real libres y sanos;
Empero de la sangre que han vertido
Teñido el rostro, manos y vestido.
Este dia vi un indio que llegaba
A mi: con una cruz viene en su mano;
Con muy grandes sollozos me
hablaba.
"Por Dios que murió en esta
Soberano,
Me dice, ya me val, pues te obligaba
El ser tu mi Señor Arcediano."
Diciendo estas razones se me llega,
Y al caballo y estribo se me pega.
Aqueste en la Asumpcion habia
servido
A Bartolomé Barco de Amarilla;
Despues con otros indios se ha huido
Al Obera siguiendo y su cuadrilla;
Y viendose en peligro, ya vencido,
A mi lado se pega y á la silla.
Valiòle el escogerme por padrino,
Que el tiempo le enseñó lo que
convino.
El Obera, maldito, dado habia
La cruz à aqueste indio y deputado:
Por sacerdote, y santo le tenia;
Despues
de
aqueste
fui
bien
informado
De aquellas ceremonias que hacia
Aquel maldito indio y endiablado;
Y como Papa à un hijo intitulaba,
Y al otro Emperador y Rey nombraba.
El
uno
bautizaba,
trastrocando
Los nombres que los indios ya tenian:
El
otro
los
delitos
castigando
Andaba, que los indios cometian:
El Obera, su padre, predicando,
Yo ví que unos mestizos le seguian,
Y puse gran calor yo por haberlos,
[pág. 230]Y al fin hube con maña de
cojerlos.
Con un muchacho mio, conocido,
Ladino en gran manera y ardidoso,
Enviando à decir como habia ido
De remediarlos estando deseoso:
De Logroño un mestizo fuí creido,
Y á mi toldo se vino muy gozoso;
Tratè
de
perdonarle
si
traía
Los otros dos, y al punto lo hacia.
Otro
mestizo
andaba
levantado,
De nacion portugues, y publicaba
Contra el Misterio Santo consagrado
Formadas heregias, que hablaba.
Oyéndole, le dijo otro soldado
Que mirase muy bien lo que trataba,
El cual me diò noticia de este caso,
Y yo salí de casa muy de paso.
De blanco me vestì, y con sombrero
De paja, en mi caballo à la gineta,
Llevando solamente un compañero,
Y cada cual á punto una escopeta:
Espias yó le puse, tan lijero.
Que venida la noche muy secreta,
En un bosque le prendo, y amarrado
A la ciudad le traigo à buen recado.
El que fingìa ser Papa, y compañeros,
Jamas nos esperaron en la guerra;
Que aunque suele traer muchos
flecheros
Y sale muchas veces de su tierra,
Por saber ya que son arcabuceros,
En los bosques, y montes bien se
encierra.
El Guayraca, que hizo palizada,
Quedó muerto, y su tierra desolada.
Doscientas, ó mas piezas se sacaron
De
aqueste
asalto,
y
guerra
Guayracana;
Algun tanto con esto reposaron
Los indios de la tierra comarcana:
Los nuestros con contento celebraron
El triunfo de victoria tan galana,
Y
à
la
Asumpcion
volvieron
victoriosos,
[pág.
231]Alegres,
placenteros
y
gozosos.
Mas no puede durar el alegria,
Que
nunca
puede
haber
gozo
cumplido:
Pues vemos que al placer dolor
seguia,
Y al dolor el placer se le ha seguido.
Decir quiero un motin que sucedìa,
De mestizos malvados mal urdido.
Descanse pues un poco aquí mi
pluma,
Y luego lo pondrá en muy breve
suma.
[pág. 233][pág. 232]
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CANTO VIGESIMO-PRIMERO.
Puebla Garay á Buenos Aires: levantase en Santa-Fé los
Mestizos yeligen por su General à Cristoval de Arevalo; el