INDIANO
¿Es ésta?
MESONERO
La misma es. 790
ESCENA XIV
DOÑA MARÍA, con sombrero, gabán y un arcabuz.—DICHOS
DOÑA MARÍA ( ap. )
Temerosa
voy,
después
Que
he
entrado
por
Adamuz,
Por
ser
camino
real,
Á
que
nunca
me
atreví;
Si
bien
desde
que
salí,
Ha
sido
el
ánimo
igual
Al
peligro
que
he
tenido.
¡Ay,
padre,
y
cuánto
dolor
Me
da
el
verte
sin
favor,
Si
no
es
que
el
Duque
lo
ha
sido!
Suelen
faltar
los
amigos
En
la
mejor
ocasión;
Mas
¡ay!
que
tus
años
son
Los
mayores
enemigos.
Los
de
mi
hermano
pudieran
Suplir
los
tuyos,
Señor,
Aunque
no
para
tu
honor
Más
que
mis
manos
hicieran.
Yo
cumplí
su
obligación;
Mas
defenderte
no
puedo,
Por
no
acrecentar
el
miedo
De
mi
muerte
ó
mi
prisión.
Al
fin,
bien
está
lo
hecho.
¿De
qué
me
lamento
en
vano?
¡Traidor
don
Diego!
¡Á
un
anciano
Con
una
cruz
en
el
pecho!...
Así
para
quien
se
atreve
Á
las
edades
ancianas;
Que
es
atreverse
á
unas
canas
Violar
un
templo
de
nieve.
Pero
la
mano
piadosa
Del
cielo
quiere
que
espante
Á
un
Holofernes
gigante
Una Judit valerosa.
INDIANO ( á doña María)
Como
suelen
los
caminos
Dar
licencia
á
los
que
pasan
Para
entretener
las
horas,
Que
por
ellos
son
tan
largas,
Á
preguntaros
me
atrevo
Si
lo
ha
de
ser
la
jornada,
Ó
por
ventura
tenéis
Cerca de aquí vuestra casa.
DOÑA MARÍA
No soy, Señor, desta tierra.
INDIANO
Como
os
ví
sola,
pensaba
Que
érades
de
alguna
aldea
De aquesta fértil comarca.
DOÑA MARÍA
No,
Señor;
que
yo
nací
De
esa
parte
de
Granada,
Y
á
servir
en
ella
vine;
Que
cuando
los
padres
faltan
En
tierna
edad
á
los
pobres,
No
tienen
otra
esperanza.
No
se
cansó
mi
fortuna,
Pues
cuando
contenta
estaba
Del
buen
dueño
que
tenía,
Persona
de
órdenes
sacras,
Le
llevó
también
la
muerte,
Que
para
mayor
mudanza
Me dió ocasión, como veis.
INDIANO
Y ¿dónde vais?
DOÑA MARÍA
Siempre
hablaba
Esta
persona
que
digo,
Con
notables
alabanzas
De
la
corte
y
de
Madrid:
Yo
pues,
á
quien
ya
faltaba
Dueño,
con
algún
deseo
Que
de
ver
grandeza
tanta
Nació
con
mi
condición,
Determiné
de
dar
traza
De
ir
á
servir
á
la
corte.
Y
una
vez
determinada,
Lo
que
viviendo
tenía
El
buen
cura
(que
Dios
haya)
Para
su
regalo
y
gusto,
Arcabuz,
rocín
de
caza
Y
este
gabán,
tomé
luego,
Y
voy
con
notables
ansias
De ver lo que alaban todos.
MOZO
El
camino
de
Granada
No es éste.
DOÑA MARÍA
Decís
muy
bien;
Mas
vine
por
ver
si
estaba
En Córdoba un deudo mío.
INDIANO
¡Determinación
extraña
De una mujer!
DOÑA MARÍA
Soy mujer.
INDIANO
Decís
muy
bien,
eso
basta.
Yo
voy
también
á
Madrid:
Traigo
jornada
más
larga,
Porque
vengo
de
las
Indias;
Que
pocas
veces
descansa
El
ánimo
de
los
hombres
Aunque
sobre
el
oro
y
plata.
Y
si
allá
habéis
de
servir,
Porque
me
dicen
que
tarda
El
premio
á
las
pretensiones
Que
la
ocupación
dilata,
Casa
tengo
de
poner:
Si
en
el
camino
os
agrada
Mi trato, servidme á mí.
DOÑA MARÍA
El
cielo
por
vos
me
ampara.
Desde
hoy
soy
criada
vuestra,
Y
creed
que
soy
criada
Que os excusaré de muchas.
MOZO ( áp. )
Convertirse quiere en ama.
DOÑA MARÍA
No habrá cosa que no sepa.
MOZO
Y
yo
salgo
á
la
fianza;
Que
la
buena
habilidad
Se le conoce en la cara.
INDIANO
Hanme
dicho
que
en
la
corte
Hay
ocasiones
que
gastan
Inútilmente
la
hacienda,
Y
yo
querría
guardarla;
Que cuesta mucho adquirirla.
DOÑA MARÍA
La
familia
es
excusada
Donde
hay
tanta
confusión,
Pues
no
se
repara
en
nada.
Yo
sola
basto
á
serviros:
No
habrá
cosa
que
no
haga,
De
cuantas
haciendas
tiene
El gobierno de una casa.
INDIANO
Pues
partamos
en
comiendo,
Y fiad de mí la paga. 910
DOÑA MARÍA ( áp. )
¡Ay
fortuna!
¿dónde
llevas
Una
mujer
desdichada?
Pero
no
fueras
fortuna,
Á saber en lo que paras.
ACTO SEGUNDO
Sala en casa de doña Ana.
ESCENA PRIMERA
EL CONDE, DON JUAN
DON JUAN
Compiten
con
sus
virtudes
Sus gracias y perfecciones.
CONDE
¿Que
tantas
persecuciones,
Visitas,
solicitudes,
Celos,
desvelos,
requiebros,
Tengan
por
premio
su
olvido,
Hasta
verme
convertido,
De
Amadís,
en
Beltenebros?
No he visto tales aceros.
DON JUAN
Conde,
no
habéis
de
cansaros;
Que
el
estado
de
estimaros
Ya es principio de quereros.
CONDE
Á
los
principios
me
estoy
Á
el
cabo
de
tres
semanas.
¿Adonde,
esperanzas
vanas,
Con este imposible voy? 930
DON JUAN
Todas
son
penas
posibles,
Pues que sin celos amáis.
CONDE
¡Ay,
ojos,
celos
me
dais,
Aunque
celos
invisibles!
Quéjase
de
amor
doña
Ana,
Y
á
mí
no
me
tiene
amor:
Esto es celos en rigor.
DON JUAN
¿Por qué, si es sospecha vana?
CONDE
Es
celos
lo
que
imagino;
Que
no
es
celos
lo
que
sé:
Cosa
que
pienso
que
fué,
Y que en mi daño adivino.
ESCENA II
MARTÍN.—DICHOS
MARTÍN
Por
poco
tuviera
calma
La
nave
de
tu
deseo.
Entro,
y
á
doña
Ana
veo,
Venus
de
marfil
con
alma.
¿Cómo
te
podré
pintar
De
la
suerte
que
la
ví?
Cultas
musas,
dadme
aquí
Un
ramo
blanco
de
azahar
De
las
huertas
de
Valencia
Ó
jardines
de
Sevilla.
Comience
una
zapatilla
De
la
Vera
de
Plasencia,
Porque
entremos
por
la
basa
Á
esta
coluna
de
nieve,
Agentado
azul,
pie
breve,
Que de tres puntos no pasa.
CONDE
¿Tres puntos? Necio, repara...
MARTÍN
Pues
lo
digo,
yo
lo
sé:
Puntos
son
que
de
aquel
pie
Los tomara por la cara.
DON JUAN
¿Cómo lo viste?
MARTÍN
Un
manteo
Esta
licencia
me
dió,
Donde
cuanto
supo
obró
La
riqueza
y
el
aseo.
Pero
pidió
los
chapines
Porque
mirarla
me
vió,
Y
entre
las
cintas
metió
Cinco pares de jazmines. 970
DON JUAN
De
escarpines
presumí,
Según anda el algodón.
MARTÍN
Ésos
paragambas
son;
Que
á
cierta
dama
que
ví
Con
cañafístolas
tales,
Que
se
pudiera,
aunque
bellas,
Purgar
su
galán
con
ellas
Por
drogas
medicinales,
Pregunté
si
era
importante
Traer
damas
delicadas
Las
pantorrillas
preñadas.
Y
con
risueño
semblante
Me
dijo:
«No
es
gentileza;
Pero
cosa
no
ha
de
haber
En
una
honrada
mujer
Que se note por flaqueza.»
CONDE
¡Linda disculpa!
DON JUAN
Extremada.
MARTÍN
La
ropa
de
levantar,
Con
tanto
fino
alamar,
Era
una
colcha
bordada.
Finalmente,
no
quería
Salir,
por
no
verte
ansí;
Pero
como
yo
la
ví
Que
para
ti
se
vestía,
Por
no
estar
siempre
en
el
traje
De
trájico
embajador,
Porfié,
y
saldrá,
Señor,
Si
la
haces
pleito
homenaje
De
sola
conversación,