La Transformación de las Razas en América by Agustín Álvarez - HTML preview

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bruscamenteproducida en Francia sobre el orden político y militar, por larevolución del 89, y a que se refería Napoleón al decir que todo soldadollevaba en su mochila el bastón de mariscal de Francia, explica lainopinada expansión francesa y la epopeya napoleónica, como la mismacircunstancia sobre el terreno educacional, comercial e industrial enNorte América explica su portentosa prosperidad; como el cristianismosin la ciencia europea en Abisinia, y la ciencia europea sincristianismo en el Japón, explican el estancamiento secular del primeroy el prodigioso desenvolvimiento repentino del segundo; como lacircunstancia inversa—el fanatismo sin pensamiento y sin ciencia,—enEspaña y Portugal, explica a su vez, el estancamiento regresivo a lamanera musulmana de aquel imperio ibérico en que no se ponía el sol,cuando aquello de que ha salido toda la potencialidad moderna—elespíritu humano—

estaba aún en todas partes prisionero de los siglospasados, como dice Ugarte; cuando la esperanza en los milagros de la feobstruía en todas partes el advenimiento de los milagros de la ciencia yla inteligencia humanas.

"Entre las grandes naciones modernas fue únicamente la Inglaterra, diceFiske, la que en su desenvolvimiento político se mantuvo másindependiente de la ley romana y de la iglesia romana, y la única quesalió del crisol medioeval con su gobierno propio teutonsubstancialmente intacto".

"De Homero a Constantino la ciudad antigua es una agrupación de hombreslibres que tiene por objeto la conquista y la explotación de otroshombres libres", dice Taine. De Constantino adelante, otros objetivospara la vida dirigen la conducta por otros rumbos, pues una nuevaconcepción del hombre y del mundo, que ha hecho camino en el espíritu delas masas y llegado finalmente a la supremacía política y social, hainvertido todos los valores humanos, descalificando el pensamiento y laacción, la alegría, la salud y la fuerza y exaltando la esterilidad, latristeza, la suciedad, la enfermedad, y la pobreza, porque el ideal y eldestino del hombre han sido magnificados en el bien y en el mal ysituados fuera de la humanidad, en un otro mundo que será el inverso delpresente.

La moral, que Aristóteles hacía consistir en "la utilidadsocial", consiste según los teólogos en "la sumisión a la voluntad deDios", es decir, en la utilidad de Dios.

Esto se llama la "civilización cristiana", y a ella son convertidos losdemás semibárbaros europeos por la persuación o la fuerza. Desdeentonces, la ciudad medioeval es una agrupación teocrática devisionarios a la expectativa del fin del mundo y del juicio final,levantando castillos, presidios, horcas y fortalezas para defenderse dela barbarie natural de los malvados vivos, y santuarios, templos,conventos y oratorios para procurarse la gracia divina, conseguirmilagros y defenderse de la barbarie sobrenatural de los malvadosmuertos, a quienes la teología ha dado una segunda existencia,infinitamente peor que la primera, en los demonios, las brujas, losduendes, los fantasmas, las ánimas en pena, etc., etc.

Esta civilización cristiana, que considera al hombre perdido desde elpecado original, en imperiosa necesidad de salvarse, incapaz deconducirse por sí mismo y necesitado de curatela, sucedió

a

lacivilización

greco-romana,

imperando

exclusivamente en el continenteeuropeo hasta el siglo XVIII, en diversas formas, y en una de las peoresfue importada al nuevo mundo por la España en el XV.

La cosa vino así: un enviado especial del autor de todo lo que existe,que los judíos esperaban y siguen esperando aún, había descendido entreellos, a la tierra, para iluminar el camino de la vida a los hombres, enuna época en que la brújula, la ciencia, la navegación a vapor, lasescuelas, los ferrocarriles, la libertad, y

"esos signos de la idea,esas santas letritas de plomo que han esparcido el derecho y la razónpor el mundo", como dice France,

eran

insospechables, y,

naturalmenteles

había

aconsejado lo mejor posible en la ocasión: la resignación antelas calamidades inamovibles del presente mediante la esperanza de unbienestar póstumo.

Este programa de vida era un sistema de compensación ideal de los malesde la tierra, calculado para dar la capacidad de sobrellevarlospacientemente, y no la de superarlos poco a poco, que sólo podíaprovenir del acrecentamiento indefinido de la inteligencia humana por elejercicio, que son el método y el objetivo de la civilización moderna.Por el contrario, empujado por la propia lógica de los suyos, elcristianismo creó nuevas formas de males para agrandar las recompensasdel cielo—que es el plan y el objetivo de la vidaconventual—instituyendo para los infieles las penas más atroces y paralos fieles las torturas morales por los terrores del infierno, y lastorturas físicas por el cilicio, las privaciones y las penitencias,prohibiendo la medicina, las diversiones y los anestésicos, porquetendían a disminuir el dolor y la tristeza, que eran tenidas comofuentes de dicha futura.

Lo que había empezado como ensueños de esperanzas, degeneró en pesadillade horrores futuros, sustentados y acrecentados por una gerarquía deprofesionales en las cosas del otro mundo, que llegaron a constituirseen un segundo poder público, que enseguida vino a ser el más fuerte delos dos, para empezar a declinar, a su turno, cuando empezó a elaborarsela civilización moderna, que tiende a suprimir la tristeza, el dolor, lapobreza de espíritu, la miseria, el miedo y el castigo por la educación,la instrucción y la dignificación.

Pues, como dice Renan, "no es del cristianismo que han salido las ideasliberales, sino del espíritu moderno, formado sin duda en parte por elcristianismo, pero libertado del cristianismo. La ortodoxia las maldecíadesde luego; después, cuando ha visto que era imposible detener eltorrente, que la humanidad seguía su camino, inquietándose poco dedejarla atrás, se ha puesto a correr detrás de su pupila infiel, ahacerse la apurada, a pretender que había querido lo que ha sucedido—yque se le debe mucho reconocimiento por ello".

Pero es justo decir que el programa cristiano de conformidad con losmales de la tierra, considerados como castigos del cielo por los pecadosde los hombres, sólo atenuables por la oración, la penitencia y lasperegrinaciones, ha sido superado en su acción enervante de la energíahumana, por otra religión igualmente fatalista salida en el siglo VII dela misma cepa judía: "el islamismo, de la palabra islam, quesignifica resignación a la voluntad de Dios".

Con la transferencia operada por Constantino, de la protección imperialy de las rentas y bienes del antiguo culto oficial al nuevo, la iglesiallegó a ser un poder político, y como estaba organizada en el plan delpastor y el rebaño, que es decir, en manera más opuesta a la autonomíamoral del individuo, la libertad quedó aplastada bajo dos lápidas, y elproblema de las instituciones libres para el libre desenvolvimiento dela personalidad, desapareció de la escena en que se trataba sólo de"apacentar a las ovejas del Señor", a gusto y beneficio del propietariopor sus delegados y representantes, los obispos y los príncipes, sóloresponsables ante él, y por ende omnipotentes e irresponsables ante lamajada humana.

Ellos podían poner la mano sobre todos impunemente; nadie podía ponerlasobre ellos sin quedar condenado ipso facto. La libertad individual nohabía llegado antes a un estado de mayor aniquilamiento doctrinario,pues era entendido que todo mal provenía de la perversidad del diablo ode la ira de Dios, todo bien de su gracia y toda autoridad de suvoluntad, trasmitida por ordenación en la gerarquía eclesiástica y porherencia y unción o por usurpación y consagración en el orden político,ejerciéndose por delegación descendente.

Este era el orden de cosas consuetudinario cuando reaparecieron en laEuropa cristiana traídas por los ex-prisioneros de las cruzadas, lasciencias y las artes griegas, que fueron un poderoso estimulante deactividad mental, y consiguientemente, de diferenciación del medioambiente. "La cultura antigua, dice Renan, como los ríos que desaparecenen la arena, tuvo un curso secreto, no traicionando su existencia sinopor débiles hilos de agua, hasta que reapareció gloriosamente en elRenacimiento con todas sus virtudes fecundantes. Ella fue la levaduraintelectual de las naciones modernas".

En efecto, como el árbol y el fruto en la simiente, los descubrimientoscientíficos, las máquinas y las invenciones que han elaborado lasinstituciones libres, la salud, la riqueza y el bienestar, estaban en elcamino inaugurado por Euclides, Sócrates, Fídias, Aristóteles yArquímedes, y no estaban en la senda en que trabajaron Zoroastro,Moisés, Confucio, Buda, Jesús y Mahoma, como que no han sido encontradospor sus respectivos secuaces o fieles, sino, por sus rebeldes, herejes oinfieles a medias o a enteras, que, apartándose de esta vía, se echarona andar por aquella.

La vida de las sociedades humanas depende de la producción y ladistribución de la riqueza, y, hasta el advenimiento de las ciencias yde las máquinas en el siglo XVIII, promovidas entrambas por el métodoexperimental descubierto por Bacon en el XVI, la producción de lariqueza, confiada principalmente a los esclavos y a los siervosembrutecidos por el exceso de trabajo y de supersticiones, fue mezquinay precaria, y hasta la consolidación y difusión de los principiospolíticos ingleses, su distribución estuvo a merced de la avaricia delos poderosos, que, en tiempo de guerra se comían los huevos y lagallina, y en tiempo de paz los huevos y los pollos.

"Como la de todas las civilizaciones antiguas, la causa principal de lacaída de Roma, fue la desigual distribución de la riqueza con laresultante esclavitud de la población, dice H.

Spencer. En vez deproducción de riqueza por medio de la ciencia y la industria huboanexión de riqueza por guerra y conquista, en monopolio de las clasesgobernantes, que por ella se corrompieron".

Las leyes romanas, que daban al acreedor el derecho de vender comoesclavo a su deudor, fueron hechas por los acreedores, dice BrooksAdams, y la expoliación capitalista mató al imperio romano. Eran, enefecto, en manos de los usureros, una máquina de arruinar a los más enbeneficio de los menos. Y así, cuando la conquista del Egipto,abaratando el trigo en Roma, arruinó a los agricultores que trabajaban acrédito en Italia, fueron estos vendidos con sus tierras, y millones dehombres libres descendieron de este modo a la condición de siervos de lagleba.

En las provincias, los procuradores de los prestamistas romanos al 40|0 mensual, y los publicanos o empresarios de contribuciones, eran unflajelo más temible que las pestes y las inundaciones. "Además de lacontribución territorial, había una sobre las industrias, que se pagabacada cinco años. Cuando llega la época de la colación lustral, dice unescritor de entonces, no se oyen en la ciudad más que llantos ylamentos. Los que no pueden pagar reciben palos y maltratos; las madresvenden a sus hijos para satisfacer a los colectores. Los contribuyenteseran sometidos a tormento en algunos casos", agrega Seignobos.

El régimen del terror supersticioso por males y peligros imaginarios, enque vivía el hombre en la pura civilización cristiana, y la servidumbreespiritual a los dogmas absurdos y al absolutismo de la iglesia, fuefatal a la libertad y a todos los intereses humanos que estuvieronsubordinados a los intereses divinos. "Nadie puede ahora hacerse unaidea de lo que fue el estado mental de un hombre en el siglo IX," diceHuxley. Por más altamente educado que fuese, su vida era un campo depermanente entre santos y demonios por la posesión de su alma. La vidamedioeval fue en lo principal tan angustiada por el miedo de los malosespíritus como la de cualesquiera salvaje de nuestro tiempo, diceRobertson en su Short History of Christianity; pues el pueblo habíaconservado la noción de sus espíritus hostiles, y el diablo cristianoera el Dios de ese reino.

La vida también, era tan breve como apenas pueden concebirla losmodernos, tan alta era la mortalidad normal, tan frecuentes laspestilencias, tan poco entendidas las enfermedades; y la cercanía de lamuerte hacía a los hombres atolondrados o aterrorizados. Donde laignorancia y el temor van unidos, es el reino de la superstición. Lareligión consistía de ordinario en un empleo perfectamente supersticiosode los sacramentos del bautismo y la eucaristía; un temor constante dela actividad del diablo; un uso singularmente mecánico de losformularios; una intensa ansiedad de poseer o de beneficiarse por lasreliquias, cuya fácil manufactura debe haber enriquecido a muchos; untemor crónico de la brujería; y una concepción tan literal delpurgatorio y del infierno, que su universal fracaso en enmendar ocontrolar la conducta es una revelación de la inconsecuencia de lamoralidad media. Es a menudo difícil distinguir en la religión medioevalentre la sugestión devota y la criminal. En la vida del italiano S.Romualdo (siglo X) se dice que cuando insistió en dejar su retiro enCataluña, donde había ganado una reputación de santidad, los catalanesproyectaron matarlo para poseer sus reliquias. El mismo, por su parte,apaleó a su padre casi hasta matarlo para hacerlo consentir en suprofesión de vida religiosa. Tales ideas morales desarrollaron en lossiglos 13, 14 y 15 los movimientos crónicos de los Flagelantes a cuyassalvajes auto-torturas públicas no pudieron poner coto ni la Iglesia niel Estado mientras duró la manía".

Las profesiones instruidas, que en la civilización moderna ascienden a57, según el cómputo de Hubbard, sólo llegaban a tres en la civilizacióncristiana: predicador, abogado y médico.

Aún en el siglo XVII, lasmaterias que se enseñaban en los seminarios a los confesores de losreyes y directores de la sociedad eran: Teología Moral, Liturgia o Ritosy Disciplina Eclesiástica. "Lo que se llamaba el conocimientoenciclopédico en las escuelas, dice Robertson, consistía en las reglasde la gramática latina, dialéctica o lógica elemental, retórica, música,aritmética, geometría elemental y alguna astronomía tradicional. Lastres primeras constituían el Trivium, o curso de introducción en lasescuelas medioevales; las otras el Quadrivium: juntas "las siete artesliberales".

Las únicas profesiones lucrativas eran: la guerra, reservada a losnobles, y la religión para los segundones de los nobles en losbeneficios mayores y para los plebeyos en los menores. El exceso desacerdotes era tal que las prebendas eclesiásticas—

más disputadas y conmás artimañas que los empleos políticos en nuestros días—se vendíanpara cuando ocurriera la vacante y hasta en 2.ª, 3.ª o 4.ª andana.

No combatiendo la inicua distribución de la riqueza sino su producciónmisma, el cristianismo fue un grande error económico, político y moral,aun siendo un grande progreso relativo sobre el paganismo. Por lopronto, empobreció a las poblaciones cristianas, hasta ponerlas en laimposibilidad de resistir a la invasión de los árabes. Aniquilando porla resignación el deseo de mejorar, desalentó el esfuerzo, acrecentandola indigencia por la esterilidad, la inactividad y el misticismo, desdeluego, y por la avaricia insaciable de las iglesias después.

Porque todo se arreglaba por dinero y sumisiones en Roma, residencia delpoder absoluto para atar y desatar, para vender el perdón y laindulgencia divinas, y no eran el crimen o el vicio, expiables por elarrepentimiento, los que tenían que pagar el más alto rescate.

Las matanzas de judíos—creadores y víctimas perpetuas del odioreligioso—hoy excepcionalmente perpetradas por las masas fanáticas, loeran, entonces, por los gobiernos, con el aplauso de los pueblos y lasbendiciones de los papas.

Es que la barbarie no había sido suprimida por el cristianismo, sinotrasladada desde el campo de la lucha por los bienes reales al campo dela lucha por los bienes ideales, perdiéndose en estética lo que se ganóen ética, en mentalidad y en virilidad lo que se ganó en castidad y enmansedumbre.

Consiguientemente, los sentimientos se distendieron y las costumbres sesuavizaron por un lado, para contraerse y endurecerse respectivamente,por el otro, hasta que la ciencia moderna, entibiando las esperanzas ylos terrores medioevales, desarmó los odios religiosos por la toleranciay levantó, por la industria y la escuela, en frente de las clasesprivilegiadas por el nacimiento o la ordenación, las clasesprivilegiadas por el talento, el saber y la energía, que estántransformando al mundo con una rapidez sin igual en la historia de laespecie humana.

Y después de veinte siglos de sensualismo sobre el ideal de la bellezaen la mujer, en el hombre y en el arte, vinieron diez siglos demisticismo sobre el ideal de la santidad en las personas y en las cosas;a las luchas por predominio sucedieron las luchas por los credos, tandevastadoras y sanguinarias éstas como aquéllas; la disputa por lasreliquias reemplazó a la disputa por las hembras, y la guerra de Troyapor la posesión de Elena, tuvo su contra parte en las cruzadas por laposesión del Santo Sepulcro, que costaron nueve millones de vidas entrecristianos y musulmanes.

Porque había un artículo más valioso que el oro y las perlas y laspiedras preciosas y la belleza femenina. Para robar huesos de santos ydemás reliquias, los monges de la Edad Media se preparaban con tres díasde ayunos y oraciones, como los bandidos calabreses y los raterosnapolitanos, que se encomiendan a la Madonna para asegurar su concursoantes de dar el golpe. La mentira, la felonía, la traición, la estafa,todo les parecía

lícito

para

lograr

la

posesión

de

estos

talismanesmilagrosos.

Hoy mismo, de los países de Europa, son la España, la Turquía y laRusia, los que pagan la contribución más grande a los poderessobrenaturales, para evitar las calamidades naturales, y a la vez losmás castigados por ellas y por las humanas de yapa, inclusive por esasque son una vergüenza para todo país civilizado, porque provienen deldesaseo y la ignorancia: la mortalidad infantil y el hambre; "azotes deDios" que la ciencia humana ha reducido y suprimido respectivamente.

Por lo demás, la crueldad humana había cambiado de objetivos y deformas, casi sin merma apreciable. Los mismos hospitales eran, por lasuciedad, lugares de tormento y pudrideros humanos, como los presidios ylos in pace. Las leyes y las costumbres eran igualmente bárbaras, peroen otro sentido. Infinidad de acciones u omisiones, antes y despuéslícitas, eran penadas entonces con la pérdida de la vida, la libertad,los ojos, la lengua, las manos o los bienes.

"Con respecto a la crueldad la evidencia sobreabunda, dice tambiénRobertson. En Nuremberg se ha conservado una colección de instrumentosde tortura, empleados hasta la Reforma. Es un arsenal de horror. Talesmáquinas de atrocidad fueron el expediente punitivo normal en un mundoen que los sacerdotes enseñaban la crueldad por el ejemplo. Ellospresidían o asistían cuando los herejes eran atormentados o quemadosvivos; y toda su concepción de la moral estaba encaminada a talesmétodos. Considerando al loco como poseído del demonio, enseñaban quedebía ser duramente castigado y huido el leproso como castigado porDios".

En la Edad Media dos poderes mancomunados, el civil y el eclesiásticohacían el trasiego de la riqueza producida por los gobernados a losgobernantes; los diezmos y primicias eran de institución divina y elderecho al trabajo era definido por los jurisconsultos como "un derechoreal que el príncipe puede vender y que los súbditos deben comprar".

Tres insaciables vampiros enflaquecían al productor maniatado por laignorancia, la tradición y los reglamentos: el fisco, la iglesia y elbandolerismo, que era el oficio de los nobles, contra los cuales eraimpotente la justicia,—que sólo existía como fuente de recursos, porvía de extorsión, hasta el punto de que se prefiriese apelar al duelocomo un medio menos oneroso para dirimir las contiendas de intereses,dice Hanotaux. El habitante no podía alejarse 12 leguas de su residenciasin correr peligro de muerte, dice Seignobos, y como en el continentelos bienes del clero y los de la nobleza estaban libres de impuestos, alfinalizar la época moderna, la sociedad europea era la explotación másinicua del estado llano por las clases privilegiadas. Según el viajeroinglés Young, al estallar la Gran Revolución, el siervo estaba en lacondición de bestia de labranza, trabajando de sol a sol para losociosos, y alimentándose de raíces en los malos tiempos.

Especialmente

la

iglesia,

absorviendo

y

acaparando

constantemente losbienes positivos para producir bienes imaginarios, con la explotacióndel milagro y de los sacramentos sobre las almas por ella mismaaterrorizadas, rebajando la inteligencia a la pasividad del absurdoobligatorio, que "en mano del clero el lenguaje y el arte de escribir sehabían convertido en medios de matar el sentido común", como diceRobertson, enflaqueciendo la voluntad subalternizada a la de los santosy los demonios que hacían la suerte favorable o adversa; la Iglesiaingerida en todos los actos de la vida para manejar y usufructuar a laspersonas como intermediario exclusivo entre la impotencia de los vivos yla omnipotencia de los muertos, era un poder asfixiante de la sociedadcivil.

Aliviada la situación en Inglaterra, Alemania y Holanda, por la Reforma,que secularizó los bienes eclesiásticos y suprimió la deprimenteconfesión auricular y el dispendioso culto de las reliquias, y agravadaen Francia por las Dragonadas y la expulsión de los hugonotes, queexportó para aquellos países, con los industriales, las industriasfrancesas, este país, que había alcanzado en l'élite qui fait lafoule, un más alto nivel de cultura, y no tenía, como la España, uncontinente colonial para ordeñarlo en beneficio de la metrópoli, vino aser el paraje en que hicieron crisis las iniquidades de la civilizacióncristiana, agotando los límites de la dignidad humana agrandada y de lapaciencia achicada por los filósofos del siglo XVIII.

La seguridad de vida y bienes y la libertad de pensamiento y de acción,que son la materia de las ciencias políticas, asuntos completamenteextraños a la teología y bases esenciales de la prosperidad de lospueblos, sólo podían provenir de aquellos principios políticos quegerminaban en la Gran Bretaña cuando César

conquistaba

las

Galias,

y

queen

su

natural

desenvolvimiento han llegado a crear el gobierno delpueblo por sus propios representantes, contra el principio cristiano delgobierno de los hombres por los delegados y representantes de Dios, quefue regla en la Edad Media y en la primera parte de la época moderna.

"En el siglo XVII, dice Seignobos, la sociedad europea tenía basesanálogas en todas las naciones: la autoridad absoluta del Estado y de laIglesia. El poder del soberano emana de Dios y no tiene límite... No eraposible publicar libros sin el consentimiento del gobierno, y loshabitantes podían ser presos indefinidamente.

No existía, pues, garantíade ningún género, ni libertad individual; este régimen es lo que sellama despotismo. No se admitía más que una iglesia, en cada país, ylos habitantes estaban obligados a practicar el culto del Estado. Este yla Iglesia se ayudaban mutuamente, los gobiernos, persiguiendo a losherejes y obligándolos a someterse al clero, y el clero imponiendo laobediencia al rey como un deber religioso".

Esto era el "antiguo régimen", que en Inglaterra, emancipada delcentralismo romano y papal, sin necesidad de ejército para su defensaexterior y sin los peligros que entraña para la libertad, como diceFiske,—existía ya muy atenuado, que por entonces lo fue aún más con larevolución de 1688, el bill de derechos y el de la tolerancia, y que enla actualidad sólo subsiste en el orden espiritual, porque el hombre es,naturalmente, más progresivo en lo que concierne al estómago, que en loque concierne a la cabeza, porque los apetitos de orden inferior nopueden ser satisfechos con alimentos ficticios como los de ordensuperior; porque la libertad de pensar es inoficiosa para los que nosaben pensar, y es odiosa a los que están inhabilitados para disfrutarlapor una opción paternal previa que la excluye o la hace innecesaria,hasta el punto de que todo creyente, budhista, católico, ortodoxo,brahmanista, protestante o mahometano se sienta contento y feliz de lascreencias a que está aclimatado, y que por esto supone son las mejores,y como la fuerza de toda creencia tradicional descansa sobre elargumento hotentote: "lo creyeron nuestros padres", aumenta o disminuye,por lo tanto, con el número de los adherentes, que sienten unavalorización de sus creencias en la aceptación que de ellas hagan losotros y una desvalorización en el repudio.

Y mientras no hay en Inglaterra memoria de violencia contra la libertaden el orden de los bienes, existen todavía violencias a la libertad enel orden de las ideas: enseñanza obligatoria de creencias absurdas a losniños en la escuela pública, viven aún personas que han padecidocondenas de los tribunales por delitos mentales, como el de herejía, porejemplo, abolido recién en 1865, y está fresco aún el caso de Bradlangh,dos veces excluido del parlamento por negarse a prestar el juramentoreligioso, finalmente abolido también.

Puede decirse, por lo tanto, que el "nuevo régimen" ha existido parcialy progresivamente en Inglaterra desde los tiempos históricos,

con

elespíritu

germano

de

independencia

individualista que ha elaborado lasinstituciones libres, sorteando los formidables escollos del absolutismocristiano, por ese espíritu de transacción que entra por mitad en lacomposición de la sensatez humana y ni por un ápice en aquél, y graciasal cual ha podido surgir la más amplia libertad política en la monarquíahereditaria, mediante esa ingeniosa combinación por la que, si lasabiduría divina del rey se equivoca, los ministros pagan el pato.

Que le ha permitido, finalmente suprimir la rebelión por el meeting ylas revoluciones por el gobierno de la oposición triunfante en loscomicios, gracias también a esa otra doctrina de compromiso entre lademocracia y la monarquía, según la cual el rey reina, pero gobierna elparlamento por el ministerio responsable, a la inversa del continente,donde el sistema inglés se estrelló con las doctrinas regalistas de losdoctores de la Iglesia, de Bossuet y de Fenelón, que hacían de laabnegación una virtud denigrante en los jefes de estado por institucióndivina, falso concepto que indujo siempre a los caudillos latinos alabsolutismo, en Europa y en América y que Carlos X expresaba en estafórmula que lo llevó a perder la corona en la revolución de 1830:"prefiero ser aserrador a reinar en las condiciones del rey deInglaterra".

En el continente, por el contrario, prevaleció el absolutismo congénitodel derecho divino sustentado por la Iglesia, y como, por la plasticidaddel espíritu humano, todo régimen es un vivero de modalidadespersonales, una escuela de hábitos de pensamiento, de sentimiento y deacción, al finalizar los tiempos modernos estaban consolidadas por eltiempo las tendencias mentales de las poblaciones que se designan con elnombre de raza latina, y que explican su ineptitud para moverse dentrode las instituciones liberales, procedentes de la ordenación opuesta,que radica en el pueblo mismo la fuente del poder, con delegaciónascendente.

"La gran característica del sistema constitucional inglés—el principiode su crecimiento, el secreto de su construcción—dice Stubbs,