MATONISMO O EL CULTO AL TAMAÑO
La observación que se practicó en toda la región y el cuestionario estructurado nos permite conocer diversas características de los traileros. Ellos conforman un grupo que, socioeconómicamente, podría clasificarse de nivel medio y bajo. Las situaciones de pobreza extrema o de marginalidad que se encuentran en otras ocupaciones (agricultores, peones de construcción, vendedores diversos y otros) no fueron observadas. Por lo general, se pudo constatar que poseen la capacidad de mantenerse a sí mismos y a su familia.
Como era de esperar, son hombres adultos cuyas edades se concentran en los grupos etarios económicamente más activos (nueve de cada diez tiene menos de 50 años) y aunque cerca de una tercera parte tiene un nivel de primaria incompleta o menos, casi la totalidad sabe leer y escribir. Lejos de perfilarse como un grupo analfabeta, su educación básica les facilita el desempeño de sus labores como conductores.
Según Marvin, sus amigos le dicen que “como la mayoría de los traileros son unos enanos buscan ese oficio para sentirse más grandes”. Ésto no deja de ser interesante, pues a nivel popular se maneja la idea que los traileros son físicamente grandes, rudos, resistentes y fuertes. De la observación que se practicó en el gremio se dedujo que los traileros son personas que generalmente están en el promedio de la población y que la capacidad de manejar un trailer no depende de su estatura. Pero la relación con una máquina tan grande hace que se piense que su chofer debe tener la misma característica.
Cuando los amigos de Pablo ven su estatura, tratan de decirle que él no es tan hombre como aparenta o que necesita manejar trailer para serlo.
Una característica es que no se encuentran organizados en forma de federaciones, asociaciones, sindicatos o cámaras. Ésto sucede así, aún cuando el 81% trabaja para empresas establecidas (no es dueña del trailer) y un porcentaje similar es asalariado. No existen organismos que velen por los derechos laborales de los traileros. Cuando se les preguntó al respecto, ellos manifestaron interés por pertenecer a alguna organización que luche por mejores salarios, por su salud y por mejores seguros de accidentes y de vida.
La excepción a esta regla es Nicaragua, donde existen dos organismos constituidos por traileros: la Federación de Transportistas Nicaragüenses (FECATRANIC) y la Asociación de Transportistas Nicaragüenses (ATN). El que ésto haya sucedido en Nicaragua y no en otros países de la región obedece a que, por diversos motivos, en este país existe una cantidad importante de traileros que son propietarios de sus automotores (48%). En cambio, en el resto de la región, los propietarios son los empresarios (81%).
Los propietarios sí se encuentran organizados. Éstos se aglutinan en la Federación Centroamericana de Transportistas (FECATRAN), organismo que reúne a todas las cámaras de transportistas de América Central para facilitar el transporte de carga internacional por la región y negociar el libre tránsito entre los países con autoridades de 77
tránsito, aduanas, migración, salud, agricultura, economía y de integración económica.
Además, FECATRAN vela por la educación y bienestar de sus afiliados 83.
La falta de organización incide en que el ingreso sea considerado bajo. Solo el 20%
afirma que se siente “muy satisfecho” con éste. Los años en la actividad sugieren que el gremio tiene amplia experiencia en este tipo de trabajo, pues casi el 90% tiene cinco años o más de trailero (la mitad tiene entre cinco y 14 años de experiencia y cerca de un tercio tiene 15 años o más). Los traileros pueden pasar hasta 40 años en la actividad y ellos calculan que la edad máxima para trabajar es de 55 a 65 años, dependiendo de su estado de salud y de las políticas empresariales. Otra característica de su trabajo es que el 85%
afirmó que lo hace solo y no cuenta con ayuda.
Otro índice de la vulnerabilidad del trailero es su poca protección social. Por ejemplo, se sabe que no todos están asegurados. Solo el 62% dice contar con algún seguro contra riesgos de la empresa y el 5% lo tiene en forma personal. Además, se corroboró que aproximadamente el 70% no tiene un seguro de vida y cuando lo tiene es generalmente la empresa la que proporciona ese beneficio (21% lo tiene por medio de la empresa y 9% lo adquirió en forma personal).
Una premisa machista es la superioridad del hombre por razón de su mayor poder 84. Sin
embargo, los traileros son, hemos visto, hombres con escaso poder en sus comunidades, que deben trabajar en condiciones difíciles bajo la supervisión de otros hombres, con salarios bajos y pocas seguridades sociales. El tamaño es una construcción cultural: los traileros podrán sentirse pequeños en sus comunidades pero encuentran alternativas para reconstruirlo.
Estos vehículos enormes y pesados intimidan a cualquiera. El trailer está compuesto por tres partes: un cabezal, la plataforma y un furgón o contenedor. Los cabezales tienen de 8
a 10 llantas en sus dos ejes, miden cuatro metros en promedio, pesan aproximadamente cinco toneladas y poseen diferentes velocidades (de ocho a 16 cambios). Los contenedores tienen longitudes más variables, poseen otras 10 llantas y pesan aproximadamente dos toneladas. Ésto significa que los traileros conducen máquinas que transportan materiales pesados, que tienen unas 20 llantas en total, con una longitud aproximada de 14 metros, que pesan siete toneladas y capaces de transportar hasta 22
toneladas de peso, incluso más. Es este vehículo el que más compensa a los traileros por su vulnerabilidad en otros frentes.
El tamaño sí importa
A nivel popular, los traileros creen que se maneja la idea que son físicamente grandes, rudos, resistentes y fuertes. Ellos mismos reconocen que sea un mito o no, la gente los mira fornidos. También los asocian con estar listos para toda pelea. “En los pueblos por 83 Esta información fue brindada por el Lic. Rolando Fonseca, Director Ejecutivo de la Cámara Nacional de Transportistas de Carga, CANATRAC, en Costa Rica el 13 de enero de 1998.
84 Oscar Lewis, Five Families: Mexican Case Studies in the Culture of Poverty. New York: Basic Books, 1959.
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los que viajamos la gente nos cataloga dèpleiteros` y agresivos,” nos dice Alberto. El entrevistado cumple con las expectativas porque es un moreno grande que mide más de 1.80 metros y muestra unos buenos bíceps y pecho. “Para cambiar una llanta de un trailer se necesita fuerza física, continúa él, y no es cualquier pendejo que tiene la fuerza para hacerlo”. Además, el recorrido está lleno de peligros, tanto naturales como humanos. Se espera que el camionero pueda defenderse tanto de los ladrones de la carretera como de las inclemencias del tiempo. “Una vez, nos dice Julio, atravesaba Nicaragua y fui sorprendido por una banda de ladrones. Tuve que sacar el revólver y fajarme a tiros con ellos. Por suerte, los bandidos huyeron”, finaliza él.
Las apariencias se proyectan a otras partes del cuerpo. Genaro nos dice que las mujeres le aseguran que él tiene una lengua muy grande y que cuando las besa, sienten que ésta les llega hasta la garganta. “Muchas de ellas, agrega él, me dicen que es una víbora que se les ha metido demasiado adentro, que nunca han experimentado un pedazo de carne tan grande que se deslice tan profundamente, que a veces no saben si respirar o dejarse absorber por ella”. Sin embargo, Genaro me enseña su lengua y no miro nada de particular . “Pues no sé Genaro, a mí me parece del tamaño normal. A mí me encanta la lengua pero de vaca para comerla. Esa sí es grande”, le respondo. “A menos que se estire cuando esté estimulada, agrego yo, no le veo nada especial”. El camionero me mira confuso y no sabiendo cómo rebatirme, me dice: “Hubiera pensado que sí tenía un gran lenguón. Tanta hembra me lo ha dicho que me lo creí”. “¡Bueno, ya –le respondo- deje de estar sacándome la lengua que los demás nos están viendo y van a pensar que usted se está burlando de mí o que los dos estamos locos!”
Julio está convencido de que las manos de los traileros son más grandes y apetecidas.
Según él, el trabajo de cargar y descargar atrae a hombres de grandes manos, quienes puedan agarrar más mercadería. Le pido que me muestre sus manos. Son grandes y llenas de callos, no por eso descuidadas. “A toda mujer le encanta que yo le agarre las nalgas con mis manos. Algunas dicen que es la combinación de lo grande que son con lo calientes que están. ¡Y ni le cuento lo que hago con los dedos!”, me dice para picarme.
“¡Cuénteme qué hace con los dedos! Todo ésto es información para nuestro estudio y nada puede quedar por fuera”, le digo con curiosidad. Julio quiere contar pero se hace el rogado. Unos minutos después me revela que los dedos grandes y con callos son grandes estimuladores del clítoris y que muchas mujeres los prefieren en lugar del pene. “Fíjese en este dedo, me dice, ¿no piensa que es tan grande como un órgano sexual?” “Pues sí, le respondo. He visto penes más pequeños que su dedo”. “Pues este dedo grande y gordo ha visto muchos túneles y no le estoy hablando de los de las carreteras”, me dice orgulloso.
Arnoldo considera que es la fuerza física la que es importante para el trailero y la que atrae a las mujeres. El entrevistado es un hombre salvadoreño de buena estatura pero con una capacidad enorme para levantar pesos. Su cara morena, labios gruesos y pelo negro apenas se estremecen cuando levanta de un solo tiro un gran contenedor de bananos.
“Levanto de la misma manera a cualquier mujer que llevo a la cama. A ellas les encanta que uno les demuestre que tiene la fuerza para alzarlas como si fueran una carga”, me dice con una sonrisa. El poder físico es un requisito para el trabajo. Existen momentos en que deben cargar o descargar mercadería en el camino. Otros en que tienen que hacer 79
reparaciones complicadas. Si viéramos a Arnoldo en la calle creeríamos que es un físico culturista. Sus bíceps y pecho están totalmente desarrollados. “¿Te han dicho que tenés un gran cuerpo?”, le digo para continuar el tema. “Vea jovencito, el trabajo de camionero es duro y difícil. Nosotros somos los vaqueros de las carreteras. Sin embargo, no es un pinche caballo lo que conducimos sino un dinosaurio” “¿Pero piensa usted de verdad que por ser más fuerte, es mejor o más atractivo?”, le increpo. “Todos estamos atraídos hacia lo que no tenemos. Una mujer que es más débil siente que el macho fuerte le dará una fuerza que no conoce. Y no es ella la única que lo siente. ¿Por qué piensa que hay hombres que se visten de mujeres y andan en las calles a la caza de hombres? Lo que buscan es un macho, un toro con los huevos bien puestos”, concluye él.
Si hasta la lengua puede engañar y mirarse más larga, no es de extrañarse que lo mismo pase con el pene. “Yo le apuesto lo que quiera, me increpa José, que si me cojo a una mujer en el trailer, ella siente que mi verga es más grande que si lo hago en un hotel”.
Según el camionero, son cosas de percepción y las mujeres lo hacen de acuerdo con el lugar en donde tengan las relaciones sexuales. Cirino está convencido de que su aparato es más grande de lo común y que los traileros, por alguna razón, están mejor dotados que el hombre normal. “Mire bien, me dice al sacarse su pene, ¿cuánto piensa usted que mide ésta? Tengo ante mis ojos un pene grueso y oscuro que me mira como lo haría un perrito que busca ser adoptado. El camionero no siente la menor vergüenza de mostrármelo y está dispuesto a probar su punto de vista. Me incomoda la situación porque no sé qué hacer ni dónde ubicar mi vista. Tengo que responderle: “Pues Cirino, soy fatal para las matemáticas. Nunca pude medir nada bien y mucho menos sin un centímetro”. “No hay problema, me responde, aquí tengo una vara para medirlo. Ponga la punta usted arriba y yo la agarro abajo”.
Tomo conciencia de los alrededores. Estamos en un parque frente al mar en El Salvador.
Nuestro poyo está cerca de la carnicería del pueblo. Hay poca gente alrededor pero no es el lugar más apropiado para hacer este tipo de exhibiciones. Una anciana está a tres poyos de nosotros y se come sigilosamente un gallo que compró en la carnicería. Pero mi entrevistado está dispuesto a probarme su teoría y no hay forma de decirle que no. Tomo con dudas la vara que no sé de dónde la sacó y cómo es que apareció tan convenientemente. “¿Pero quiénes tendrían interés en la medición?, me pregunto. No creo que una mujer esté intrigada por el tamaño. Sospecho que son otros ligues los que podrían interesarse en el asunto y que no son del género femenino.
Al final de cuentas, me puse a medirla. “Son siete pulgadas, le digo. No es pequeña pero tampoco es algo del más allá” . “¿Pero es que usted no la ha visto parada?, me cuestiona Cirino molesto”. “Ni la voy a ver porque si hay algo que no me interesa medir en esta encuesta, es el tamaño de los penes de los traileros”, le respondo. “Además, si vos me decís que las mujeres te la ven más grande, pues eso es lo que importa”, le digo para terminar. “Con eso no me alentás. ¿No ves que corre el rumor que los pueblos mayas son los que tienen los penes más pequeños del mundo? Es uno de los pocos lugares en el mundo en que los hombres no se han quejado de los condones coreanos que suelen ser muy pequeños”, me responde. “Pues si es así, alegrate que te han dado unas pulgadas de más”, le digo para terminar tan absurda polémica.
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Mientras oigo con aceptación cristiana las teorías de los tamaños, la anciana que se comía el gallo se acerca a nosotros. “Los vi midiendo los chorizos de la carnicería con su vara,
¿verdad que ese sinvergüenza de carnicero los está vendiendo más cortos?”, nos dice algo irritada . “Sí, le respondo. Mi compañero y yo estábamos hablando precisamente de cómo se han reducido”.
La idea de que un tamaño mayor equivale a algo mejor, está con nosotros desde hace cientos de años. Los doctores nazis invirtieron su tiempo en medir los cráneos para dividir las razas en superiores e inferiores. Algunos investigadores como Tripp 85 habían
hipotetizado que los homosexuales tenían penes más grandes. Dowsett, por su parte, nos dice que los hombres con órganos más grandes son más promiscuos y que las mujeres deberían medir a sus novios antes de casarse (Dowsett asume que ellas preferirían menos tamaño pero más fidelidad 86). Recientemente, los investigadores sobre la homosexualidad se han puesto a medir el tamaño de los hipotálamos y de otras partes del cerebro con tal de encontrar las diferencias entre hombres y mujeres y entre hetero y homosexuales 87.
“Cirino, hago mi última pregunta, ¿qué pasa con los traileros que son de tamaño normal o pequeño y que no pueden convencer a ninguna mujer que son superdotados?” “Te voy a contar un secreto, me confiesa. Existe una trampa para hacer que la verga se sienta más grande. Cuando están adentro y la mujer ha lubricado mucho, la sacan y la secan con las sábanas y la vuelven a meter, ésto hace que sientan una gran cosa”, me dice sin ruborizarse.
Admiración
Muchos traileros sienten que son admirados por la gente. No solo su destreza al conducir, sino el hacerlo en grande. Macondo es uno que lo siente: “Tratándose de mis vecinos, muchos me admiran. Cuando llego en el trailer me dicen ¡púchica, qué artista!” Jesús afirma que la gente de la ciudad los ve con desprecio, pero no así en los pueblos.
En cualquier pueblito donde uno llega la gente es muy especial. Si no hay dónde comer, uno se arrima a cualquier casita y les dice “estoy paradito ahí, no puedo salir y no hay donde comer, ¿usted me vendería la comidita?”. Claro que sí, le responden. Lo pasan adelante y tanto lo admiran a uno que hasta el baño le prestan y le dan a uno las mejores atenciones y lo tratan como la gente.
85 C.A.Tripp, The Homosexual Matrix, New York: MacGraw-Hill, 1975.
86 Gary W. Dowsett, Practicing Desire. Homosexual Sex in the Era of AIDS. Standford: Standford University Press, 1996.
87 Jacobo Schifter, Psiquiatría y Homofobia, San José, Costa Rica: Editorial ILPES, 1998.
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Enrique siente parecido: “Sí, es muy bonito manejar porque lo admiran a uno. A veces a uno le da por sonreír cuando la gente se le queda viendo desde abajo”.
La gente, los amigos, las amigas, me preguntan cómo hago para manejar ese gran vehículo y me preguntan cuántos cambios tiene y a qué velocidad corre.
Incluso, los traileros perciben la admiración por parte de sus amigos varones.
Ellos me felicitan por manejar un gran vehículo, les impresiona bastante. Muchos me preguntan cuándo los saco a pasear.
Gonzalo habla de sus amigos, de su destreza y de su voluntad para enseñar a otros.
Le dicen, “yo lo admiro por andar en ese gran camión, yo quisiera manejarlo, correrlo” y dicen que es difícil.
Algunos sienten que las mujeres los admiran por el trailer. Justo nos dice: Justo:
Sí, la mayor parte de las veces que uno viaja a uno le quedan viendo y lo admiran y...
Entrevistador:
¿Quiénes lo admiran?
Justo:
Y, más que todo las mujeres, ja, ja, ja.
Entrevistador:
¿A usted le parece que a las mujeres les resulte atractivo andar en un trailer?
Justo:
Ah, yo digo que sí.
Entrevistador:
¿Te lo han dicho directamente?
Justo:
Bueno, no lo dicen pero no hay necesidad de que se lo digan. Uno sabe que lo admiran por eso, se le quedan viendo, incluso cuando paso por mi casa todas se quedan impresionadas. Ellas nunca se imaginaron que iba a llegar a manejar un trailer y más que todo se admiran por lo grande, se quedan sorprendidas. A las mujeres les gusta el buen tamaño y no solo en el vehículo.
Napoleón, a diferencia de Justo, tiene más experiencia con el uso del trailer y el papel que juegan las mujeres.
Napoleón:
Tengo bastantes amigas en Honduras, El Salvador y en Nicaragua también. Ellas me dicen ¡llévame, llévame en el camión! y las llevo, las paseo un poco. A ellas les gusta la cuestión del trailero, conocer lugares, ver manejar un camión tan grande. Cuando se montan, uno juega con el lenguaje y ellas se divierten. Por ejemplo, en el viaje anterior se montó una muchacha campesina de unos 19 años. Le empecé a enseñar el freno de mano y le hacía insinuaciones de que tocara lo duro y grande que era. Cuando lo hacía, me quedaba en silencio y la miraba a los ojos. ¿Cómo lo 82
siente?, le preguntaba. ¿Verdad que se siente bien cuando uno tiene en las manos un palo tan grande?, le dije para alborotarla.
Entrevistador:
¿Y son muchas a la que les gusta eso?
Napoleón:
Son bastantes a las que les gusta montarse en un trailer, que no pueden ver un trailer porque se engolosinan...
Entrevistador:
¿Cree usted que para la mujer el tamaño es importante?
Napoleón:
Claro que sí. Cuando las mujeres han parido se hacen muy anchas y solo una buena verga las llena como se debe. De ahí que les gusten los grandes chunches, tanto en la carrocería como en la carne. Le voy a contar un cuento. Mi hermano y yo somos muy parecidos. Los dos somos medio rubios y de ojos claros y las mujeres dicen que las caras nuestras son bonitas. Pues cuando voy a bailar con mi hermano, ambos vestimos un pantalón vaquero de mezclilla. Sin embargo, a mí se me ve mucho más el paquete.
Cuando saco una hembrita a bailar la aprieto bastante para que lo sienta todo. Mi hermano hace lo mismo pero como él es más pequeño, ellas sienten menos. Las bandidas hacen números en sus cabezas porque nunca pierdo un lance mientras que él sí.
Marvin es aún más explícito en la admiración que sienten las mujeres hacia el trailer.
Entrevistador:
¿Ha tenido la experiencia de que alguna mujer le diga que siente admiración por su trabajo?
Marvin:
Sí, claro, bastantes, eeeh, la mujer más que todo lo que les interesa es ver el camión ¡es tan grande! dicen. Les gusta inspeccionarlo y buscan cómo tener la oportunidad de montarse. Les atrae al ver que es una máquina diferente a las que ellas están normalmente acostumbradas.
Entrevistador:
¿Y ese interés va solamente por el camión o también por el chofer?
Marvin:
Bueno, eso es relativo. Eeeh, cuando usted empieza una relación por el camión, ésta va creciendo y una cosa conlleva a la otra. Lo que empezó por el interés hacia la máquina termina siendo un interés en el chofer y luego hay que buscar la cama... Creo que las mujeres sienten más la carne cuando hacen el amor en un trailer.
No sé si es por el tamaño de uno o por lo que ellas se imaginan.
Pero he visto cómo cuando hago el amor en el trailer, más me dicen ellas que lo haga con cuidado porque soy como un burro y no quieren que las maltrate.
Las prerrogativas del tamaño
Manejar un trailer grande significa que los camioneros se sienten superiores a los mortales que conducen autos pequeños. Ellos mismos están convencidos de que son mal vistos por los otros conductores. En Costa Rica, por ejemplo, los camioneros son 83
percibidos como el segundo peor chofer, después de los taxistas 88. Las principales
críticas son que “se creen los dueños de las carreteras” y que “son agresivos contra todo tipo de vehículo” porque andan en un camión grande. A los conductores de carros pequeños los llaman “cucarachas”, lo que demuestra el desprecio con que los miran.
Fernando dice “Yo sé que la opinión de la mayor parte de la población es que los traileros no respetan a nadie y se sienten los dueños de la carretera solo porque andan con esos grandes camiones”. Julio comparte la idea de que por unos pagan todos.
Dicen que somos chanchos pa' manejar, que no respetamos a nadie cuando andamos por la calle. Ellos piensan que somos animales y que manejamos como caballos. Pero no todos somos iguales, lo que pasa es que por uno pagamos todos.
Además, Marvin y Mario no solo piensan de la misma manera sino que admiten que algunos traileros son agresivos a la hora de manejar.
Creen que somos arrogantes, que no le damos campo a nadie en la carretera, que nos sentimos supermán una vez que nos montamos en el cabezal, y cosas así.
Los vehículos pequeños siempre piensan que viene el monstruo y dicen “ahí viene ese animal, mejor apartémonos”. Aquí hay de todo. Hay veces que los conductores manejan a la ofensiva, le echan el vehículo a las “cucarachas” y tratan de ultrajalos.
Jesús trata de explicar por qué él opina que algunos traileros actúan así.
Mucha gente opina mal porque nos catalogan los ogros de la calle o cosas por el estilo. Lo que mucha gente no considera es que es un trabajo muy presionado, muy cansado, destruye mucho los hogares; este trabajo aleja mucho a los hijos, aleja a la esposa, máxime si uno es un poco machista.
Caliche habla más sobre la consideración que deberían tener los vehículos livianos.
Las personas que manejan vehículos pequeños deberían tener cierta consideración cuando ven un trailer. Creen que uno les echa los camiones encima y que se siente el dueño de la carretera. Lo que la gente no se pone a pensar es que uno anda en un vehículo de casi 18 metros de largo, más alto y más ancho que cualquier otro y que carga 20 o 22 toneladas en el furgón.
88 El 17% de los entrevistados en una muestra de la población adulta costarricense, realizada por UNIMER, opinó que los caminoneros es el segundo peor grupo de choferes. El 40% señaló a los taxistas. Periódico La Nación, San José, Costa Rica, 21 de junio de 1999, página 8A.
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José opina que la hostilidad no es solo de los traileros sino de los carros pequeños, que se sienten abrumados ante el tamaño del trailer.
Mucha gente piensa que los que andamos con un camión de éstos somos unos atropelladores. Creen que hacemos lo que nos da la gana y no es así. Realmente, si usted rueda por cualquier carretera de Centroamérica y se pone a ver la manera de conducir, se dará cuenta de lo salvajes que son. Y los carritos lo que hacen es tratar de rebasar a un camión de éstos, le pasan casi entre las llantas y se meten ahí delante de uno, como si hubieran ganado una carrera. Lo que no