Los Traileros y la Vida Loca by Jácobo Schifter Sikora - HTML preview

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Parejas ocasionales

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Pablo nos comentó que él también hace, como otros traileros, “levantes” en las carreteras.

Fernando fue más abierto en este asunto.

Lo que más se dice de los traileros es que son mujeriegos, que toda mujer que hallan en la carretera es de ellos y, la verdad, las cosas no son así. Si salgo de aquí, voy para el sur y en la carretera me sale una mujer, a veces la levanto. Si ella está con la idea de conseguir unos centavos fácil lo puede hacer conmigo.

Pero solo lo hago con una, porque no puedo andar levantando a todas las que se pongan por delante. Si ya me quité las ganas, me espero hasta otra ocasión.

Francisco nos dice al principio de la conversación que “hay hembritas que cuando lo ven a uno en trailer le piden un “jalón”, entonces si uno quiere las monta, porque es la vida de ellas, andar ahí”. Rafael fue más amplio en este tema.

Rafael:

A veces no entiendo a las mujeres, porque hay mujeres que no les gusta el trailero.

Entrevistador:

¿Y por qué será eso?

Rafael:

Porque tiene fama de mujeriego, la fama de ser trailero le da a uno fama de todo

Entrevistador:

¿Qué tipo de fama?

Rafael:

Uno anda por todo lado: Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, México. A uno las mujeres le piden “ride” y uno mira si le puede dar el levantón, como se dice. A veces lo hacemos.

Decidimos preguntarle a Cirino que nos diga cuáles son las ventajas y desventajas de tener varias compañeras sexuales al mismo tiempo. Según él, una de las desventajas es que cuesta una gran suma de dinero. En segundo lugar, que tiene que estarse cuidando lo que habla y hace para que las mujeres no sospechen. Finalmente, que le gusta porque puede ser un hombre distinto con cada mujer. Le pedimos, entonces, que nos hable con más detalle de lo que siente al estar en hogares y familias distintas: Lo que me gusta es que no soy la misma persona siempre. Cuando estoy con mi esposa actúo como un hombre más serio y religioso que cuando estoy con María, mi querida. Con ella, por ejemplo, no hago visitas sociales o voy a misa o a actividades religiosas, como lo tengo que hacer con mi señora. Con María voy a bailar, al cine o a tomar a un bar.

Alberto concuerda en que las queridas le permite hacer cosas distintas.

No es lo mismo estar con mi vieja en la casa que con Ángela, mi amante de tres años. La relación con mi señora es de muchos años y la siento mi amiga y madre de mis hijos. Ángela es una pasión para mí. Hago cosas con ella que jamás me permitiría hacer con mi esposa, a la que tengo que respetar.

En vista de que esta compartimentalización es un tema que nos interesa, insistimos y le preguntamos a Carlos, un hombre de 29 años que tiene tres mujeres distintas, ¿qué le 93

gusta de sostener relaciones tan complicadas? “No sé cómo explicárselo pero como hombre he sido educado para respetar a la esposa y a tenerla en un pedestal”, nos asegura.

“Con las queridas, se pueden hacer cosas que jamás podría pedirle a ella”, dice con seriedad. “¿Y cuáles son esas cosas?”, volvemos a indagar. “Muchas de ellas, continúa él, tienen que ver con el sexo. A mí señora no le voy a pedir sexo oral o anal, mientras que a mis dos queridas sí”. “¿Hace con ambas las dos cosas o también se especializa con cada una?”, queremos saber. “No. Con Ester hago el sexo oral y con Lisbeth, el sexo anal”.

Las relaciones emocionales, sin embargo, parecieran también polarizarse de la misma manera. El mismo Carlos nos dice que con la que hace el sexo oral suele conversar más y que con la que hace el sexo anal, sale más a bailar y a divertirse. En otras palabras, la práctica sexual se asocia con conductas o comunicaciones distintas. Heriberto señala, por ejemplo, que con la querida, que le da el sexo oral, la relación es más maternal que con la que solo tiene sexo vaginal. Con la última, él no se atrevería a decirle “vulgaridades”

como sí lo hace con la primera.

El que las queridas sirvan para trabajar “gavetas” mentales distintas de estos hombres lo confirma Miguel, un buen mozo de 30 años de edad y nacido en Costa Rica. Con su señora, él solo tiene sexo vaginal y de posición misionera. Su esposa es muy religiosa y tímida y jamás le ha dicho una “mala palabra”. Pero Arú, su concubina de dos años, es todo un “volcán”, según su descripción. Cuando le preguntamos qué significa este término, nos dice que con ella se puede “hablar de todo” y especialmente cómo él se siente con su religión y la política. Miguel ha dejado de creer en Dios desde que murió su primera hija, que era la que más quería. Con su esposa él no puede compartir su desilusión y su actitud que “hay que hacer de todo lo que uno le gusta antes de morirse”.

Entre lo que significa “hacer de todo” es acostarse con Arú y Mirna, otra amiga y a veces, invitar algún compañero.

Las compañeras o queridas sirven para trabajar tanto aspectos sexuales como emocionales distintos de las cabezas de estos hombres. Sin embargo, las parejas ocasionales, o sea aquellos ligues en que no existe una relación fija, tienen objetivos menos emocionales y más sexuales. Con ellas, los hombres pueden poner en práctica una sexualidad divorciada de lo romántico y sin complicaciones de pareja. Antonio nos lo confirma al decirnos que los “lances” son solo para divertirse y para sentir rico. “Uno se atreve a hacer prácticamente de todo con una relación casual”, nos confiesa. La pongo a hacerme de todo y si no le gusta, la echo de mi cama”, nos dice en forma enérgica.

Los cambios de un estado mental a otro no solo se dan con las mujeres sino que también con las culturas. Algunos traileros admiten que practican ciertas modalidades sexuales en distintos países. Ernesto nos dice que en Costa Rica muchos traileros se atreven a tener relaciones sexuales con travestis que “están más en la calle a la vista de todo el mundo”.

Julio, un trailero guatemalteco, confiesa que en Nicaragua le gusta hacer el sexo anal porque las mujeres son más “calientes” y dispuestas a todo que en su país. Mario, por su parte, opina que es más fácil conseguir el sexo oral en Honduras. “Es más fácil solicitarles a las hondureñas que se pongan a mamar que a las de mi país que son más conservadoras”, nos dice.

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Si no es la geografía la que fomenta la compartimentalización de las relaciones, lo es la religión. Los traileros que son fundamentalistas admiten cometer pecados sexuales pero solo “con mujeres que no son cristianas”. Los que son católicos consideran que las cristianas fundamentalistas son las mejores víctimas porque son “más ingenuas” e

“ilusas” y que es más fácil tomar ventaja de ellas. Otros se aprovechan de la edad de las mujeres para hacer cosas con unas y no con otras. Ramón, un trailero costarricense, nos dice que las mayores son obligadas a tener sexo oral y anal porque “están muy flojas y no son tan apetecidas como las jovencitas”. Algunos tienen ciertas etnias o clases sociales como proveedoras de mujeres “fáciles”. Heriberto asegura que con las mujeres negras es más “divertido” hacer el amor porque son mucho más “calientes” que las blancas y más acostumbradas a hacer todo tipo de acto sexual. Juancho prefiere las muchachas indígenas para abusar de ellas por “lo tímidas que son y porque no tienen contactos con el gobierno”.

Una razón de que el machismo de los traileros los lleve a tener relaciones sexuales múltiples es que temen equilibrar la relación sexual en el hogar. La idea de que un hombre y una mujer deben compartir todos sus secretos e intimidades, no es bienvenida en ellos. Tampoco lo es la idea moderna de que la pareja debe innovar y mantener el interés sexual el uno por el otro. Ésto, nos dice Carlos, demanda que “la mujer de uno abra los ojos y empiece a considerarse igual a uno”. Pedro comparte esta inquietud: “Si la mujer se da cuenta que puede exigirle a uno que le haga sexo oral, pronto demandará que quiere la mitad de toda la plata”, nos dice con enojo.

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