Los Traileros y la Vida Loca by Jácobo Schifter Sikora - HTML preview

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X.

OBSCENIDAD E INTOXICACIÓN

En su hogar, José nunca dice una mala palabra y tampoco bebe. “Los niños todo lo aprenden, nos dice y no deben ver las malas mañas de los papás”. Carlos es de la misma opinión porque su esposa “es muy religiosa y detesta una vulgaridad en la casa”. Emilio nunca se le ocurriría beber una cerveza porque “se mira muy raro en nuestro barrio que uno tome solo en la casa”. Sin embargo, cuando los traileros viajan, la realidad es muy distinta. Su viaje está lleno de licor y de lenguaje y conducta vulgar. Pero el lenguaje obsceno no es otra cosa que el idioma de un nuevo discurso que impera en la calle. En éste el cuerpo de los hombres y las mujeres está todo erotizado y no hay órgano vedado al placer. Nadie vale menos por querer disfrutarlo. Éste se exhibe y se enseña para atraer a los dos sexos. El licor y las drogas son estimulantes para los sentidos. El discurso del viajero es el de Eros.

“¿Qué significa hablar vulgarmente y para qué lo hacen?”, le preguntamos a José, un camionero hondureño de 29 años de edad. “Para mí el lenguaje rudo del camionero es una forma de llamar las cosas por sus nombres verdaderos y no disfrazarlos como lo hace la gente más educada”, nos dice con sinceridad. “¿Para qué, continúa él, llamar ´peneá la

´vergaśi suena más rico decirle lo que es?” “Si le digo a una mujer, ´quiero que me dejes tocar tu panocho´, la tipa se siente morboseada, con la seguridad de que no la voy a examinar sino que quiero usarla para el sexo y eso es más adecuado”, afirma el hombre.

“Un día se montó una muchacha en el trailer y la empecé a conquistar con buenas palabras y no conseguí nada. Sin embargo, apenas me enojé y le dije que o se sacaba las tetas o se bajaba del camión, la tonta hizo lo que le pedí. Ésto demuestra que a las mujeres les gustan las cochinadas”, aseguró él. “No creo que eso sea lo que a ella la hizo reaccionar, le contradigo, quizás lo que más influyó es que usted la presionó para que lo hiciera o si no la botaría del trailer”. “¡No sea ingenuo!, me responde. ¿Cómo quería que le dijera, ¿que si quería mostrarme una glándula mamaria?”, finaliza.

No obstante, el lenguaje del Eros no está vedado a la mujer como sí lo hace el del género.

Juan nos dice que para él lo más sabroso de un ligue sexual de la calle es “pedirle a la mujer que me diga lo que quiere de manera vulgar”. Cuando se le pregunta qué es para él

“vulgar”, nos dice: “Me encanta que una mujer me diga que me saque la ´vergaśin llamarla de manera decente”.

No solo existe una supuesta vulgaridad en el lenguaje sino que también en la vestimenta.

Bueno, los traileros no dejan nada bueno. En cien, tal vez habrá unos poquitos que sean educados, la mayoría son chabacanes, no respetan, son vulgares.

Algunos no visten como se debe vestir, sino que andan desordenadamente. Creo que el tipo de vestido debería controlarse y es algo que tiene que hacer la autoridad. Me acuerdo que antes no se podía andar con una camiseta escotada porque el tránsito no aceptaba esas cosas. Hoy andan hasta chingos. (Daniel) Andar semidesnudos es una forma de contrarrestar el calor de Centroamérica pero también tiene una connotación sexual, independiente del clima. A Cirino, por ejemplo, le 96

gusta siempre viajar sin camisa. Algunas veces, aún cuando el clima es frío, él procede a desvestirse: “Si veo en el camino dos muchachas pidiendo aventón, me quito la camisa y me bajo el pantalón antes de parar. Lo tengo que hacer rápido para que no se den cuenta.

Ando unos calzoncillos cortos y bien apretados. Cuando las muchachas suben, hago que tengo mucho calor para que no sospechen. Si ellas no dicen nada o se quejan por mi forma de vestir, dejo que la conversación se vaya poniendo interesante y que provoque en mí una gran erección. Es imposible que las mujeres no se pongan a mirar abajo y apenas veo que lo hacen, pongo mi mano en sus piernas”.

A Daniel no solo le gusta vestir apretado en el trailer sino que también en los lugares en que descansa. Según él, las mujeres miran los paquetes de los hombres, aunque lo hagan disimuladamente. Para impresionarlas, él utiliza pantalones cortos de mezclilla, lo suficientemente apretados como para que no se pierdan ningún detalle. “Pero Daniel, le increpamos, ¿está usted seguro que las mujeres se fijan en eso o serán ideas suyas?”

“¡Que se fijan, nos dice con seguridad, se fijan! Le voy a contar una historia. Las mujeres mayorcitas y que han parido andan midiendo tamaños para encontrar aparatos que no las hagan sentir que están flojas. Éste es el caso de una vieja de Costa Rica que le gusta ir a bailar a los bares de los traileros. La mujer es una profesional de renombre y se llama, para darle un nombre que no es el de ella, Yiselera. Cuando ve un paquete como el mío hay que decirle ¡Hola! ¡Suba la cabeza, mijita, que mis ojos están arriba!”

Otra forma de ser vulgares es el sexo. Según ellos mismos, los traileros no solo hablan vulgar sino que son obscenos en las prácticas sexuales. Le preguntamos a Carlos cómo es que él cree que se expresa esta vulgaridad.

Nos gusta el juego de la verdulería. Ponemos en el canasto pedazos de papaya y de banano y nos tapamos los ojos. Cada uno toma un tenedor y saca un pedazo de fruta. Si usted le tocó papaya, tendrá que chupar una vagina y si le tocó banano, tendrá que chupar una verga, sea de hombre, mujer o de perro.

Carlos tiene una explicación sobre la vulgaridad de los traileros.

Le voy a decir algo. Así como hay personas vulgares, hay personas que no somos vulgares. Cuando la gente ve a un trailero diciéndole cochinadas a una hembra creen que todos somos así, pero no todos somos iguales.

Finalmente, la vulgaridad es asociada por ellos con la mesa de tragos. Los traileros tienen fama de ser grandes bebedores y, cuando están borrachos, les da por pegar gritos, maldecir y lazar improperios. Juan, un nicaragüense de 34 años, así lo relata: No hay nada más patético que una mesa de tragos de traileros. Solo se oyen palabrotas por aquí y por allá. Cada cinco minutos, alguno lanza un insulto contra lo que le molesta.

En el caso de los traileros el consumo de licor y otras drogas contribuye a desinhibirse hasta llegar a perder el control. Para empezar, se podría decir que el consumo de licor 97

entre los traileros es una costumbre difundida, pues el 76% admitió que lo ingiere con alguna frecuencia. Ésta es tan alta como la que se obtuvo en otra investigación en trabajadoras sexuales de la región (76%) 91, aunque menor a la que se encontró en hombres que tienen prácticas sexuales con hombres (86%) 92.

Durante la observación se pudo constatar el alto consumo de licor. En ocasiones, es la bebida la que acompaña toda comida. Por las noches el consumo se incrementa, cuando asisten a los centros de diversión como clubes nocturnos, burdeles, cantinas o bares, restaurantes, salones de baile y similares. Los comerciantes o dueños de los locales con los que se tuvo la oportunidad de conversar se mostraron satisfechos por su presencia ya que significan más ingresos para sus negocios. Sin embargo, también comentaron que cuando se embriagan hay problemas entre grupos porque “se tornan irritados y en ocasiones, terminan luchando entre sí”, como nos comentó Sergio, dueño de un bar.

Los traileros se sintieron más inclinados a conversar sobre cómo los desinhibe y cómo pierden el control, hasta el punto de no recordar nada al día siguiente.

Cuando tomo licor, o sea, unas cervecitas, no sé, como que las hormonas se me alteran, como que se me hace un reguero por dentro, lo que sea, pero me pongo más fosforón. Con unos tragos bailo con una muchacha, las hormonas se alborotan y es ahí donde necesito del placer. (Marcos) Luis también nos ilustra lo mismo.

Bueno, a mí me gusta tomarme mis cervezas por las noches cuando he parqueado el trailer. El problema es que con cuatro adentro me da la perseguidera. Es decir, empiezo a buscar mujer. No siempre lo hago y cuando lo hago, no siempre encuentro. Pero me pasa.

Vargas no solo se desinhibe sino que admite perder el control.

Cuando estoy con licor no me importa nada. Veo a una mujer desnuda y a todas las veo ricas. Cuando uno tiene la mente centrada, sin licor, piensa diferente, piensa en las consecuencias. El problema es como dicen a veces, ćuando la de abajo se para la de arriba no piensa´, y menos con guaro.

Rudico se asusta porque al día siguiente no recuerda lo sucedido.

Entro bueno y sano a una cantina y empiezo a beber. Después empiezo a enamorar a alguna mujer. A veces termino durmiendo con ella y no me acuerdo nada de lo que pasó.

91 Madrigal, Johnny. En las trincheras de la confianza. Una encuesta sobre el condón en las trabajadoras sexuales de América Central. San José, Costa Rica: Editorial ILPES. Agosto de 1998, p.

33.

92 Madrigal, Johnny. Caminar entre tinieblas. Una encuesta sobre el condón en hombres que tienen sexo con hombres en América Central. San José, Costa Rica: Editorial ILPES. Enero de 1999, p. 32.

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En lo que respecta a otro tipo de drogas, como marihuana, cocaína, heroína, crack, etc., pareciera que el asunto es diferente. Barbas explica lo que encontramos.

No, en este gremio existe poco consumo de drogas. Yo sé que hay traileros que lo hacen y conozco algunos. Pero la mayoría no lo hace. Aquí el asunto es licor y cigarros.

No obstante, el consumo sí se da. Mario dijo que él conoce traileros que fuman marihuana y Paul relata lo siguiente:

Tengo un compañero que le gusta andar con choferes veteranos que viajan por Centroamérica. Al principio mi amigo no le hacía a eso y era rechazado por ese grupo. Los viejos fumaban marihuana y también inhalaban cocaína. Cuando mi amigo empezó a hacer lo mismo fue aceptado en el grupo.

Castro fue uno de los pocos casos que admitió consumir actualmente algún tipo de droga e incluso lo siente algo espiritual y que lo ayuda a conseguir mujeres.

A mí la droga me inspira. Creo que la coca le da más espíritu al ser humano, lo hace sentirse más humano. Soy una persona bastante tímida con las mujeres.

Pero cuando me he tomado unos tragos y he hecho coca, me convierto en un poeta, me hago trovador y convenzo a cualquier mujer en cuestión de segundos.

Los resultados de la muestra regional revelaron que el 27% ha probado algún tipo de droga, principalmente marihuana (24%) y cocaína (7%). En la actualidad, el 9% admitió que consume alguna droga y la que más consume es la marihuana (7%), seguida por la cocaína (1%). Otras drogas presentaron porcentajes menores.

El alcohol y a veces la droga son parte del menú del trailero no tanto porque los machos son bien vistos como borrachos sino porque ayuda a abrir y cerrar las gavetas mentales.

Podríamos decir más bien que el licor sirve de “descompartimentalizador” para los traileros. En otras palabras, una vía para expresar sentimientos o deseos que ellos saben prohibidos o incapaces de mezclar al mismo tiempo.

Le preguntamos a Cirino, por ejemplo, que nos dijera qué hace él cuando está borracho que no puede hacer sobrio. Según este camionero, el licor le permite bailar de una manera seductora con las mujeres. En el mundo de los machos, el baile es visto una actividad femenina, más cuando se contonean los cuerpos y se insinúa la sexualidad. Según Cirino, él sabe que a las mujeres les gusta que él mueva la cadera de una manera que ellas perciban el ritmo del coito y también el trasero de manera sensual. “Pero Cirino, ¿por qué se inhibe usted haciéndolo sobrio?”, le preguntamos. Él nos dice que el hombre macho “no debe mover el culo” y tampoco las caderas como “un maricón”. “Sin embargo, persistimos, ¿a vos te gusta moverlo, no es así?” “Digamos, nos contesta, que sé que a las mujeres les gusta mi trasero porque es grande y parado, sé que a ellas les encanta que les muestre el paquete primero y luego me vuelva sensualmente y enseñe las 99

nalgas. Lo hago porque sé que las calienta”. “Sin embargo, continuamos, sabes que tu trasero es hermoso, ¿no?” “Sí, sé que hasta los hombres me dicen cosas en broma como que qué rico batidor tengo y cosas por el estilo, nos admite finalmente”. “Entonces el trasero es un órgano sexual también del hombre”, concluimos. “Sí pero del hombre borracho, nos dice. Tiene que estar uno muy loco para dejar que se lo toquen, ya sea hombres o mujeres”, finaliza él.

Pepe considera que el licor le ayuda a decir cosas que él no puede hacer sobrio. Jamás le diría, por ejemplo, “piropos” y “cosas dulces” a las mujeres al oído cuando hace el amor si no estuviera borracho. Cuando le preguntamos por qué piensa que decir algo bonito le es difícil, nos contesta que él cree que “el lenguaje romántico y poético es de las mujeres y los maricones y no en momentos en que voy a penetrar a una mujer”. En ese momento, la “poesía”, según él, lo hace “perder la erección”. “¿Me puedes dar un ejemplo”, le pregunto. “Pues si estoy diciéndole a una mujer que me gusta su “mico” y que quiero meterle todo el “chorizo”, por ejemplo, me siento muy mal si ella me dice que me ama y que me quiere. Ésto me destempla. Una noche estaba con la esposa de un camionero y le estaba dando por detrás. La mujer en vez de excitarme más me decía que quería ser mía para siempre y tener un hijo mío. Eso me hizo perder la erección inmediatamente”, me confiesa.

En el caso de Julio, el licor le permite pedirle a las mujeres “que me metan el dedo en el recto”. Según él, siente mucha vergüenza por este gusto que tiene y se siente poco

“macho” . Jamás se le ocurriría hacerlo sobrio. Mario siente algo similar con respecto al sexo oral. No puede lamer el clítoris de la mujer a menos que se haya tomado “más de medio litro de aguardiente y no tenga entonces reparos”, nos dice. Él piensa que el sexo oral es “algo que un macho verdadero no tiene que hacerle a una mujer: “¿Qué mujer te respetará si vos te pones a chuparla como si ella fuera tu patrona?” “¿Pero por qué vería usted a la compañera como su patrona?”, le pregunto extrañado. “Porque un verdadero macho es el que recibe sexo oral, no el que lo da”, replica él.

Si el alcohol no es suficiente desinhibidor de los traileros, la presión de grupo lo es.

Durante las reuniones de descanso que disfrutan en los predios o en sodas o restaurantes se pudo corroborar que algunos traileros que admitieron no tener relaciones sexuales durante el recorrido fueron llamados por sus similares “huecos”, “maricones” o “playos”, (términos peyorativos que denotan al homosexual) y son constantemente molestados.

Pablo nos habla del ambiente que él ha percibido.

No sé, viera que se ha creado un ambiente en que si no se habla de mujeres, no somos hombres. Eso lo he notado y soy sincero. Yo he caído en el error de que si pasa una vieja entonces le digo algo, la molesto y le digo “adiós” y aquí y allá.

Paul es víctima de la presión del grupo para que se emborrache y sostenga relaciones sexuales con diversas mujeres, aunque empezó diciendo que él era casi un “santo”.

Paul:

En asunto de mujeres soy casi un santo

Entrevistador:

¿Y qué le falta para ser un santo?

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Paul:

Bueno, aparte de las alas (risas), hace poco tuve una aventurilla.

Entrevistador:

Hábleme sobre esa aventurilla.

Paul:

La otra noche me perdí con una amiga porque la verdad es que mi novia me recrimina que estoy en ésto porque me siento muy hombre manejando un trailer. Eso no es cierto y no me gusta que me lo diga.

Entrevistador:

¿Entonces su novia es la culpable de su aventurilla?

Paul:

Bueno, en parte sí por lo que dice. Ahora que ella hable por algo.

Entrevistador:

¿Entonces ella se dio cuenta?

Paul:

No, no, ni Dios quiera porque me bota.

Entrevistador:

Perdona que insista en ésto, pero ¿qué más te falta para ser un santo entonces?

Paul:

Bueno, debería portarme un poquito mejor. A veces, no siempre, cuando estoy en una pelota (grupo) y me piden que los acompañe a tomar y pasa una mujer, me rajo con animaladas y caigo en ese error. El problema es que se crea un ambiente en el que uno quiere sobresalir, eso es normal.

Entrevistador:

¿Y qué pasa si una mujer te responde?

Paul:

Si una mujer me responde entonces no puedo echarme atrás, mis amigos me molestarían mucho.

Enrique nos comentó cómo ellos ejercen la presión para que otros accedan a las relaciones sexuales.

Aquí se da el caso de un compañero que tiene pinta de baboso, esos que uno llama “tontos con suerte”. A ese mae le salen las güilas más guapas y el mae nada que ver. Pero no es porque sea muy santo, sino porque es muy idiota, se echa de ver. Él es de los que llega y conoce una muchacha y quiere empezar haciendo un noviazgo. ¡Imagínese usted! La verdad es que un trailero viejo y en ese plan, como que está raro, está lactando. Él llega y dice, “no, pobrecita, cómo la voy a vacilar”. En eso llega otro y le dice “si no se lo hace usted, se lo hace otro o se lo hago yo”. A veces el baboso termina fumigándolas y luego nos reclama. No lo entiendo, es solo un tonto con suerte...

En muchas ocasiones, los traileros van más allá del simple convencimiento. Si se enteran de que algún compañero es tímido con las mujeres, lo invitan a practicar sexo en grupo y demostrar su hombría ante los demás.

Alberto es un compañero que es muy bonito como hombre pero que no le veíamos ninguna mujer. Ésto nos pareció muy raro. Así que lo invitamos primero a tomar y luego a una orgía con unas mujeres del bar. El muchacho nos dijo que no quería, que tenía novia y que no le quería ser infiel. Entonces Pedro, que es bien matón, le dijo que si no lo hacía quedaba como maricón con nosotros. Que era muy sospechoso que nunca le viéramos una cabra en ningún bar. Como Pedro conoce y es amigo de su supervisor, ésto hizo que Alberto lo pensara dos veces.

Pues la semana anterior, hicieron que él participara en una orgía con dos 101

mujeres y con Pedro, yo, y dos compañeros más. Pedro le dio la primera oportunidad con la más bonita y fue tan caradura que se quedó viendo todo el acto. Después le dijo a Alberto que lo había convencido y que no pensaría más mal de él.

Sin embargo, no debe quedar la idea de que todos acceden a la presión del grupo. Jesús es uno de estos casos. Cuando se le preguntó qué decían los amigos porque él practica la fidelidad con su esposa, nos respondió:

Ah no. No me meto con ellos y si andan con mujeres no me interesa. Mis amigos son personas muy capaces, muy adultas y si hacen las cosas, saben a lo que se exponen. En mi caso, si en la calle me saliera una mujer y, por decirte algo, la beso, me sentiría mal. Vea, lo primero que veo en mi casa es a la carajilla que se me guinda y me agarra a besarme y me chupetea todo. ¿Cómo voy a llegar a la casa y arrimarle la cara a la güila para que me salude?, me sentiría inmoral de mi parte, no lo haría.

La presión del grupo sirve para realizar el sexo grupal. Macondo describe esta práctica de la siguiente manera:

Macondo:

He visto cuando una sola mujer se enfrenta a cinco traileros y todos se lo hacen.

Entrevistador:

¿Has participado en eso alguna vez?

Macondo:

No, no me gusta en grupo, pero sí lo he visto.

Entrevistador:

¿Y qué has visto?

Macondo:

Bueno, no vi el acto. Lo que vi fue cuando entraron todos borrachos al camión de un conocido y me invitaron. Me dijeron que llevaban una puta para cogérsela entre todos porque así salía más barato.

No se qué pasó adentro, qué hicieron, si fue oral, anal o vaginal.

Lo que sí me dijeron al final es que habían quedado satisfechos.

Entrevistador:

¿Y la mujer?

Macondo:

La mujer traía una sonrisa de oreja a oreja y me dijo que me hacía un descuento si quería hacerlo. Me imagino que su sonrisa era por el dinero que se había ganado, pues no le veo la gracia de disfrutar de esa manera.

Rafael tampoco participó colectivamente en la relación sexual y, a pesar de haber ingerido licor, estar casi inconsciente y no acordarse mucho de lo sucedido, puede describir qué hicieron sus compañeros 93.

Entrevistador:

¿Tu has observado sexo colectivo entre tus compañeros?

Rafael:

Sí.

Entrevistador:

¿Y has participado alguna vez?

93 Se omite cualquier comentario referente a las prácticas homosexuales debido a que será objeto de estudio en un capítulo posterior.

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Rafael:

No, claro que no, eso no me gusta.

Enrique:

¿Entonces qué fue lo que observaste esa vez?

Rafael:

Lo que vi fue que la agarraron por delante, por detrás, por la boca y, como vulgarmente le dicen, le hacían el “sándwich”.

Entrevistador:

¿Eran todos a la vez?

Rafael:

Sí, todos a la vez. Ellos eran cuatro y hasta vi que entre ellos se la agarraban.

Entrevistador:

¿Entre los hombres? ¿se agarraban el pene?

Rafael:

Sí, pero de ahí no pasaron. Ahora no me acuerdo de mucho, pero me pongo a pensar que es muy riesgoso, porque si alguno estuviera enfermo o la mujer estuviera con una venérea se la pasaría a todos ya que ninguno usó el preservativo.

Francisco es otro de los que hablaron del tema del sexo colectivo, sin aceptar su participación.

Entrevistador:

¿Has sido testigo de que varios compañeros tengan sexo con una mujer?

Francisco:

Eso

sí.

Entrevistador:

¿Es común esa práctica?

Francisco:

Si, cualquiera lo hace, cualquier trailero borracho. He visto a varios traileros con una mujer. Mis amigos lo hacen y yo me quedo fuera del predio.

Entrevistador:

¿Y qué es lo que hacen concretamente?

Francisco:

Sexo, eso es lo que hacen.

Entrevistador:

¿Pero qué tipo prácticas sexuales tienen?

Francisco:

Bueno, como le dije, casi no he observado, pero he oído pláticas cuando dicen “le di por el ojo del culo...”. (risas)

El relato de Juancho muestra que el furgón, cuan