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A pesar de que los internos optan por el sexo como comercio, son víctimas, al mismo tiempo, de una gran compulsión que los arrastra a ver en la relación sexual una forma de satisfacer también otras necesidades psicológicas, lo que agrava su situación.
Lo ratifican las diversas respuestas que dieron sobre tamas sexuales (Cuadro 41a). Los reclusos están cinco veces más de acuerdo (45%) que los clientes de los bares (10%) en que en los momentos de tensión, el sexo es lo único que relaja.
En una proporción seis veces mayor (36%) que los otros (6%), expresaron que cuando se está inseguro, lo mejor es buscar un nuevo compañero sexual. Por diez puntos de diferencia (41%) piensan más en el sexo que los gays de bares (31%).
Además, por casi 15 veces más (23%) que los de los bares (2%) opinan que si no se logra hacer un contacto sexual en un bar que termina en una relación sexual, es que algo está fallando. Asi mismo, creen más (32% y 13%
respectivamente) en que no hay que controlarse cuando el deseo sexual apremia. Finalmente, un 45% contra un (7%), declaró que la mejor manera de sentirse atractivo es iniciar un nuevo romance.